Partida Rol por web

Al fundirse con la piedra Belbara dejó de ver nada más que roca. A ella tampoco la verían, podría ser un buen momento para lanzar algún conjuro sobre si misma, que era lo único que aquel estado le permitía hacer. Eso y escuchar todo lo que se moviera por su lado, y escuchó.

Escuchó pasos y a alguien hablando en un idioma gutural que reconocía como el idioma de las bestias de piel verde que moraban en aquellas minas.

- ¡Pushdug sha ronka! - Dijo alguien.

- ¡Graaaaaeth! - Respondió una gran cantidad de voces al unísono.

A pesar de mi intento por conseguir que todos huyeran, cada uno de mis compañeros se plantó delante de mí, dispuestos a enfrentarse contra los trasgos que, según Aenifer, estaban al caer. Eran idiotas... pero en aquel momento, sentí un orgullo desmedido por estar en su compañía y batallar una vez más, fuera cual fuese el resultado.

Aquella era la clase de acciones que despertaban toda mi emotividad y que me hacían abrazar a cuantos estaban junto a mí, como auténticos hermanos y hermanas, de la misma manera en que Aenifer y yo lo habíamos hecho.

Asentí con la cabeza y me volví, inquieta, hacia nuestros enemigos, que aún estaban por llegar, mientras Belbara se fundía mágicamente con el túnel de piedra, y el resto nos preparábamos para recibirlos. Al ver su tamaño y lo bien armados que estaban, no sentí miedo, sino orgullo por estar allí. Aquel podía ser mi momento.

-Suceda lo que suceda, es un honor luchar a vuestro lado. Jamás volveré a pensar mal de ninguno y tendréis mi ayuda siempre que la necesitéis -les dije, sin dejar de mover las piernas, preparándome para cargar en cuanto los viera llegar.

Tarkhan esbozó una sonrisa gatuna.

—¿Que no volverás a pensar mal de nosotros? —repitió en tono anzano en tono divertido—. Oh, te arrepentirás de haberte precipitado al decir eso.

A veces me sobre pasaba la testarudez de los guerreros pero no iba a dejar sola a Valy.

- Yo creo que.... mierda!!!!!

Me quede atonita mirando como desaparecia Belbara.

- Belb! Menos mal que estas de nuestro lado.

Nota mental: Aprender magia.

Fui hasta donde Yoon.

- Nena, tienes que mantener a salvo, vale, quedate detras de nosotros.

No podria pelear como era debido si la joven no estaba segura asi que estuve pendiente de su posicion para protegerla si era necesario. Flecha en mano y estaba lista para lo que iba a venir.

- Si tal solo pudiesemos incandilarlos o aturdirlos.

Belbara escuchaba lo que sucedía fuera de la pared de roca. No podía ver ni actuar, atacar en ese estado era inviable, pero tampoco podían herirla ni alcanzarla a ella. Podría quedarse ahí oculta hasta que todo pasase, pero su dios no vería aquella conducta con buenos ojos. 

La enana trató de centrarse en qué recursos le quedaban por utilizar, lo más inteligente sería aprovechar ese instante de paz para cargarse a tope de hechizos, instante en que el enemigo no podía hacerle nada, ni tan siquiera distinguirla, por lo que no sabrían que había una enana a la que enfrentarse. 

-¡Mantened la calma un instante y guardad la distancia!- instó a sus compañeros. Quería hacer un conjuro que beneficiaría  a todos, y esperaba perjudicase, al menos, a otros tantos.

Así que eso hizo, comenzó a murmurar recitando en una antigua lengua de la que pocos conocían el significado, y empezó notar el calor de la magia fluyendo por su cuerpo.

- ¡Mantened la calma un instante y guardad la distancia! - Se escuchó como Belbara hablaba desde el interior de la roca.

Valyëvan era una mujer hecha para el combate, casi ni escuchó la petición de la enana que había desaparecido fundida en la roca. Las ansias por acabar con aquellos seres le carcomía por dentro, no obstante, lanzarse a la carga contra todas aquellas alimañas podía resultar del todo contraproducente, muy rápido la rodearían y eso, al fin y al cabo, sería su fin y aquella caverna su tumba.

Por un instante sopesé la posibilidad de lanzarme sobre todos y a por todos, reuniendo toda mi furia para descargarla sobre los trasgos que pudiera. Pero fue ver a mis compañeros alrededor y entonces, darme cuenta de algo importante. La estrategia no era lo mío, pero demasiadas veces había sido vencida por ella... y me había visto empujada a dejar mis ansias para seguirla. 

Aquellos muros podían convertirse en nuestro fin, pero también había más posibilidades. Miré hacia atrás y me fijé en que el espacio se reducía ostensiblemente. Eso nos otorgaba una ventaja y reducía la de los trasgos, más numerosos.

¡RÁPIDO, ATRÁS! ¡DEBEMOS RETROCEDER! MÁS ALLÁ EL TÚNEL ES ESTRECHO Y NO PODRÁN ATACARNOS TODOS DE GOLPE NI RODEARNOS. ¡ALLÍ TENDREMOS NOSOTROS VENTAJA! -les grité, esgrimiendo mi hacha -. ¡DAROS PRISA! OS CUBRIRÉ MIENTRAS TANTO!

Si íbamos a tener una oportunidad, pasaría por encontrar el mejor punto para atacar y no solo por nuestro fuego.

¡RÁPIDO, ATRÁS! ¡DEBEMOS RETROCEDER! MÁS ALLÁ EL TÚNEL ES ESTRECHO Y NO PODRÁN ATACARNOS TODOS DE GOLPE NI RODEARNOS. ¡ALLÍ TENDREMOS NOSOTROS VENTAJA! - Gritó Valyëvan. - ¡DAROS PRISA! OS CUBRIRÉ MIENTRAS TANTO!

Valyëvan decidió retrasar su marcha hasta que sus compañeros hubieran aceptado hacer lo que les indicaba. No iba a abandonar su posición hasta que Aenifer estuviera a salvo, eso lo tenía muy claro.

Fue entonces cuando el primero de aquellos mal nacidos cargó contra ella. El golpe de la maza le pillo totalmente desprevenida, impactando contra su costado y provocándole un fuerte golpe, aunque peores lesiones había recibido.

El maldito trasgo había sido rápido, pero aquello no era dolor. Dolor era lo que iba a sentir a continuación, porque él iba a ser el primero en recibir mi furia, a cambio de proteger la retirada de mis compañeros.

-Elegiste un mal día para atacar a una semielfa, maldita criatura putrefacta -le dije, atacándole con todas mis fuerzas para intentar aplastar su cráneo o arráncarselo de cuajo.

Su objetivo no era tanto causar daño como permitir que todos estuviesen a salvo. Si tenía éxito, todos sus ataques serían mucho más certeros a corta distancia. Solo debía aguantar los ataques hasta que hubieran llegado a la parte estrecha del túnel.

Tarkhan alzó la mano por encima de la cabeza y extendió los dedos sin imprimirles ninguna tensión. Mostró un hilo de sedosas fibras entre sus dedos, y lo dejó flotando en su mano por un momento. El Gato Sonriente sonrió y, agitando el etéreo sedal como enseñándolo, lo arrojó hacia los trasgoides. Con espanto vieron como el hilo empezó a multiplicarse y dividirse a su alrededor, extendiéndose por la habitación con rapidez. En pocos segundos les había envuelto un denso entramado de telaraña, de hilos oscuros y extraordinariamente gruesos.

Tarkhan lanza telaraña sobre la masa de enemigos.

Aquello no se lo esperaba ni uno solo de los trasgos. Todos salvo el que había actuado justo antes que el mago, habían caído en su trampa. Ahora, ese intrépido piel verde, casi se arrepentía de su ímpetu, pues se veía solo ante un gran número de enemigos. 

Los trasgos luchaban por salir de aquel entramado de pegajosas telas de araña, era algo casi imposible, sin embargo, uno de aquelllos seres, se fue abriendo paso entre telas de araña y compañeros enmarañados, hasta poder salir de la zona y quedando a escasos centímetros del resto de sus congéneres pegados a las hebras mágicas.

Aenifer armada con su estoque buscó la espalda de su oponente. Realizó un pequeño rodeo para situarse a su espalda y en el último momento dio una grácil vuelta sobre su propio eje para evitar una posible reacción de su adversario. Aquel movimiento inesperado logró que su adversario no supiera por donde le iba a pasar y una vez le ganó la posición, introdujo su estoque desde su espalda hacia su pecho sacando la punta por delante y acabando al instante con su vida.

- ¡Uno menos! - Exclamó la joven vovit dedicándole una mirada de complicidad a Valyëvan.

Aenifer había matado al único de los trasgos que hasta el momento les había logrado plantar cara. Ahora, tan solo quedaba uno libre del hechizo de Tarkhan, pero no parecía tampoco demasiado proclive a cargar a solas contra aquel nutrido grupo de humanos. Sería un suicidio desde luego...

Los trasgos estaban siendo bastante diestros a la hora de no quedar atrapados entre aquellas pegajosas hebras arácnidas, sin embargo, moverse entre ellas ya era otra cosa. Deambular a través de aquella teleraña era algo sumamente complicado para ellos. Tanto que de momento no lo estaban consiguiendo.

Belbara podía oír lo que sucedía allí a fuera, no era consciente al cien por cien de cómo estaban las cosas, pero parecía que el combate había empezado. No podía retrasar más las cosas, así que se concentró y pronunció unas palabras en un idioma antiguo. Pronto un aura cálida emanó de ella y envolvió al grupo de humanos y semielfas, algo en el interior de ellos cambió, no se apreciaba y tal vez no sabrían muy bien qué era aquello, pero desde luego resultaba reconfortante.

La enana apareció de pronto saliendo de la roca y lanzó una plegaria sobre el grupo. Mientras tanto, el enemigo luchaba por salir de la trampa mágica en la que Tarkhan les había metido.

El que parecía ser el líder de los trasgos, quien estaba dando todas las instrucciones al menos, había quedado completamente enredado en la tela de araña. Pese a que gruñía, lanzaba golpetazos y patadas al aire y trataba de revolverse en general, aquel ser no podía librarse de aquella sustancia pegajosa que había quedado adherida a su piel.

- ¡Hungh shit âzg ul âzg skul! - Gritaba improperios en un idioma desconocido para la mayoría de ellos.