Partida Rol por web

Efectivamente, no ves nada fuera de lo común en el bosque. Todo parece estar bien.

Sharamy observó a la extraña pareja y no puedo evitar acordarse de su propia aldea. Podía imaginarse a aquellos dos como cualquiera de las parejas que vivían de la pesca en el lago y la hija podría haber sido ella misma perfectamente. Sintió un nudo en el estómago que hacía tiempo que no experimentaba y no los perdió de vista hasta que desaparecieron en el horizonte.

-Bueno, efectivamente, ya va siendo hora de acampar, señores. El bardo tiene razón. Voy a elevarme para buscar algún claro en la espesura -dijo.

Sharamy recogió la capa y desplegó las alas de piel, semejantes a las de un murciélago y, con un golpe de viento, levantó el vuelo.

No consigues ver ningun claro, lo único que ves despejado es el propio camino.

Sharamy descendió de nuevo, para dar las malas noticias. Sus enormes alas hicieron revolotear el polvo del camino cuando las puntas de sus pies tocaron suelo.

-Me temo que no hay ningún claro a la vista. Nos tocará acampar junto al camino. Sugiero hacerlo allá donde empiezan los árboles.

Reshi pasó la mayor parte del viaje relativamente cerca de Sharamy, la única persona con quien había tenido oportunidad de conversar de forma mínimamente distendida y que por su igualdad de condiciones, lo hacía sentirse cómodo, sin temer a ser juzgado como un engendro del mal.
Pasó la mayor parte del viaje callado, pero con los ojos bien abiertos. Ésta era la primera vez que recorría el camino a pie por tanto tiempo, y había mucho que absorver. Las mejores ilustraciones de sus libros no hacían justicia a la realidad.

Gigantes... eso es un problema de otra escala, de momento nos quedaría muy grande. Pensó Reshi, en tono tragicómico. Por suerte ellos se encaminaban simplemente a lidiar con unos cuantos goblins, criaturas que con suerte no le llegarían ni a la cintura.

Alrededor del mediodía fue el primero en pedir por un descanzo para almorzar, y llegada la media tarde sentía las piernas expandirse y contraerse con cada latido de su corazón. Pasado un tiempo, el camino dejó de ser interesante, y el mago comenzó a caminar alentado solamente por la perspectiva de que en algún momento pararían.

Sharamy levantando vuelo rompió su ensueño. O mejor dicho, lo hizo sobresaltarse.

—Wow... asique eso es volar— dijo a nadie en particular, él apenas era capaz de caer con estilo. Trató de recitar el conjuro de vuelo en su mente, pero era inutil, solo recordaba el primer tercio.

Y en eso estaba pensando justamente. Magia, hechizos, tercios... ¡El Conjuro! Con el viaje, Reshi había olvidado por completo recauchutar su conjuro protector, que probablemente hubiera perdido efecto poco después de almorzar, cuando la modorra por la comida le había embotado los sentidos.

Reshi tomó el cristal que llevaba atado a su muñeca, y con su punta trazó un círculo frente a él, que refulgió levemente con energía azulada. Luego se tocó las palmas, el cuello, la cintura y las rodillas con la punta de su cristal.
—Muidisearp Igam—
El círculo se expandió hasta tener más o menos un diametro como el de su altura. Una capa refulgente en la misma tonalidad azulada cubrió el cuerpo de Reshi un instante y tras parpadear un par de veces, desapareció junto con el círculo. Todo ésto en apenas unos segundos.

Cuando Sharamy retornó, el show ya había terminado. El otro tiefling no pudo ocultar un leve disgusto ante la noticia de dormir allí, contra los árboles. Quién sabía qué podía arrastrarse por fuera de la tienda durante la noche. O peor, dentro. Y hasta dentro de su boca. Reshi tuvo un escalofrío al imaginar despertarse con un ciempiés queriendo introducirse por sus orejas, o aún más terrible, queriendo salir de ellas. Basta Reshi, no pienses en eso. pensó, sacudiendo la cabeza.

—Yo empezaré ya mismo a limpiar el suelo— afirmó sin percatarse de aquel oxímoron. Reshi tenía en mente valerse de leves corrientes de aire, de hacer temblar ligeramente el suelo, y de dar pisotones a la tierra para intentar despejar el terreno de toda hojarasca, piedrita e insecto posible. Ugh, cómo odiaba los insectos.

Lo que era un viaje cansado para el resto, fue un remanso de paz para la sacerdotisa.

Adoraba el silencio, escuchando únicamente el sonido de sus pasos, el piar de los pájaros o el apacible viento que mecía sus cabellos, dejando en sus fosas nasales el aroma de la naturaleza. Como mucho escuchó un par de conversaciones, sobre todo del parlanchín bardo, aunque tras tanto tiempo viajando con él había aprendido a fingir que era parte del decorado, adjudicándole el papel de un ave. Cuando él abría la boca, ella escuchaba “pío pío”.

Sólo se la veía ligeramente intranquila en las paradas, cuando el grupo descansaba ya fuera a comer o a quitarse los zapatos, mirando a su alrededor y murmurando en voz baja frases que nadie llegó a entender, como si estuviera hablando sola. Incluso en la hora de la comida se apartó un poco del resto para arrodillarse en el suelo y meditar con las manos en el regazo y los ojos cerrados.

Cuando la noche cayó sobre ellos estaban en mitad de la nada. A simple vista no veía indicios de civilización o un lugar lo suficiente seguro donde resguardarse. Se apartó cuando Sharamy entabló vuelo para asegurarse, distribuyendo el polvo del suelo con el aleteo de sus alas y asombrándose de la acción, posiblemente una cotidiana para la trifling pero extrañísima para la sacerdotisa. Se preguntó si volando podría estar más cerca de Selune o las sensaciones que tendría al caer en picado con absoluto control. Realmente era algo que le llamó especial la atención.

Observó al mago preparar la zona dando pisotones, animándose a ayudarle para tener algo que hacer mientras alzaba de vez en cuando la mirada hacia el cielo, esperando que la noche estuviera en su cénit.

- Me gustaría hacer la primera guardia. Suelo rezar cada noche antes de acostarme, así que estaré atenta.

Darnys se encogió de hombros.

-Somos más que suficientes para cubrir toda la noche. Empezó a vaciar su mochila lenta y meticulosamente. -Yo no duermo mucho así que iré haciendo compañía a quien le toque.

Una ves hubo acabado con la tarea se colgó la mochila vacía al hombros. -Voy a buscar ramas secas, las necesitaremos.

Antes de partir miró al mago y alzó una ceja. Dejó ir un pequeño suspiro y partió hacia la espesura.

No se adentró mucho, se quedó más o menos en el linde y allí empezó a recoger pequeñas ramas secas y todo lo necesario para montar una pequeña hoguera y las brasas se quedaran prendidas todas la noche.

Encontráis una zona un poco más espaciosa entre los árboles en el que podéis acampar. Pero los árboles tapan completamente el cielo nocturno.

Darnys ha vuelto con un buen fardo de leña seca y la hoguera parece que arde bien. Tras cenar y más que probablemente escuchar alguna melodia o algún cuento de parte de Edirian os vais a descansar con los turnos de guardia mas o menos pactados. Brümmbar os dice que hará la última guardia y Nótt quiere hacer la primera y aprovechará para hacer sus rezos nocturnos con tranquilidad. Darnys acompañará a uno o a dos de sus compañeros en sus guardias.

La primera guardia de Nótt y Darnys pasa apaciblemente, tan solo se oyen los ronquidos del Enano, que duerme abrazado a su barril de cerveza como si le fuera la vida en ello.

Más tarde durante la noche, todo parece en silencio pero Edirian, que está solo en ese momento haciendo la guardia, puede oir como procedente del bosque, algo lejos eso si, un ruido algo extraño y parece que esté acercándose.

Tras una jornada de agradable paseo, lo mejor del día... dormir abrazaico a mi fiel barrica de cerveza; lamentablemente, sospecho que no durará demasiado... Al establecer los turnos, me ha tocado en suerte el tercero, quizá el más cómodo, pues el peor, el de la hora de la muerte, es siempre el segundo.

No me quejo, ni pido cambio de turno, pues si los Dioses así lo desean, así será. En mis sueños, recuerdo cuando conocí a aquel clérigo de Límaco, gracias a cuya Fé, los barriles de vino o cerveza jamás se queda an vacíos... un gran tipo, y me cuesta reconocerlo, de los pocos que hizo tambalearse mi fé en Tempus; menos mal que él mismo se dió cuenta y lo solucionó del mejor modo, emborrachándome y haciéndome recordar los mejores momentos vividos como servidor de mi Señor....

En eso estoy, durmiendo abrazado a mi barrica, y con la jarra férreamente sujeta en la mano..., jarra que aún dormido me llevo repetidamente a la boca, cuando...  "venga ya... ¿en serio? ¿me voy a despertar? ¿otra vez me ha dado gana de mear?"

-Ein?

... no se si es la vejiga o el oído, pero... algo me ha despertado....

Seis personas para ocho horas de guardia. Eran muchas más que suficientes, y en el sorteo Reshi había tenido la suerte de que no se le asignara ninguna de las guardias. Menos mal, porque el mago realmente había sentido el peso de su primer día de viaje.

Por lejos, montar la tienda había sido lo más dificil. Para eso él no disponía de magia que valiera, y por algún motivo los malditos palos se resistían a quedarse en su lugar, al menos hasta que los más experimentados le dieron una mano.
Como mínimo pudo compensar el tiempo perdido, porque si era capaz de encender la hoguera con un giro de muñeca.

Reshi cenó rápido, masticando unos pedazos de carne seca que para su sorpresa le habían resultado de su agrado. De noche, en la penumbra y contra el cielo estrellado su piel azulada, parodia de aquel firmamento, le daba un aire místico. O lo habría hecho si no lo hubieran visto caminar encorvado bajo el peso de su mochila la mayor parte de la jornada.

Tras comer, saludó con un gesto de cabeza al resto y se fue a acostar. Reshi se durmió con el grimorio a su lado aún abierto, leyendo y releyendo sus notas, y con la tranquilidad de alguien que, pasada la etapa de "monstruos bajo mi cama", nunca ha temido por su vida en las noches. Probablemente no fuera a despertarse hasta la mañana siguiente.

El bardo llevaba media hora recostado sobre un árbol, en el linde del camino. Hacia una noche estupenda, una de esas que invitaban a pensar. Así que el bardo pensaba, acariciando los dedos sobre un laúd imaginario e intangible que flotaba sobre su costado.

Acostumbrado a la soledad, estos últimos meses le habían resultado curiosos, y ahora el grupo se ampliaba. Muchos de ellos parecían exigir su presencia como la de un animador social, pero nada más lejos de sus intenciones: Edirian prefería tocar para él que para los demás, siempre. Solo en la intimidad de la confianza podía regalar canciones, pero era algo que no prodigaba demasiado. A veces, de noche, soñaba con su hermana pequeña y en las tierras oníricas, le dedicaba una canción. Lo que no quitaba que tocase para el público, pero consideraba aquello un trabajo, no una... Lo que fuese. Una expresión.

Y aquella noche se había visto inducido a ofrecer un poco de su trabajo, a desgana. Había sido algo hermoso, como todo lo que él tocaba, pero no había tenido alma. Milil estaría descontenta, sin duda. Pero...

"¿Que es eso?" piensa de pronto, al escuchar un ruido entre los árboles. Se alza con cuidado, desenvainando el estoque por precaución. Los ruidos en la noche rara vez traen cosas buenas. Rara vez. Por si acaso, señala hacia unos metros a la derecha del pequeño campamento que tienen montado y tras agitar sus dedos en un movimiento articulado, crea un ruido en unos arbustos para dar la sensación de que haya algo allí escondido. "Sea lo que sea que se acerque, lo oirá también".

¿Ein?

Edirian toca con la bota la pierna del enano para llamarle la atención, y le indica con el índice que guarde silencio. Luego otea, aprovechando la herencia élfica de sus dos progenitores, para distinguir con claridad el ruido.

Edirian oye un ruido, que le hace estar alerta. Brummbär también lo escucha y se despierta. 

Si estáis atentos podéis distinguir el ruido de... ¿madera astillándose? Con el crujir de la madera parece coincidir un ruido mas grave y profundo, como si pisaran la tierra con tanta fuerza que se fuera a partir, aunque debido a la lejanía (algo más de 1Km mas o menos ) no notáis ningun tipo de temblor. La fuente del ruido parece que está cada vez más cerca... No tenéis más de 3 minutos para prepararos.

El bosque no os permite ver más allá de una docena de metros. Gracias a vuestra visión nocturna veis un poco más lejos, pero no se distingue nada cerca.

- Oh, por Tymora, ¿en serio? - dice Edirian en voz alta, incrédulo.

No hacía falta ser un lumbreras para poder predecir lo que pasaba. Los aldeanos les habían avisado, y solo por la distancia era bastante fácil aventurar lo que se podía acercar. Algo grande.

Gigante.

- ¡Nótt! - llama a la sacerdotisa, en un susurro apremiante para despertarla- ¡Todos! ¡Arriba! - viendo que el mago sigue dormido como un tronco le da una suave patada en el costado para que espabile, mientras él recoge su mochila e instrumentos, echándosela a la espalda.- ¡Res, vamos, arriba! Se acerca un gigante, y no es algo que queramos encontrarnos. ¡En marcha! ¡Hay que esconderse en el bosque, vamos!

Tras terminar de preparar sus trastos, busca en derredor algún lugar donde esconderse en el propio bosque. Hay que alejarse cuanto antes de la hoguera. 

Termino de depertarme cuando siento el sonido muy lejano de pasos; bueno, reconozco que el otro ruido, más cercano, que parece haber sido provocado por Edirian, también ha ayudado a terminar de espabilarme; sea como fuere, siempre hay que estar dispuesto a repartir los Dones de Tempus, sea de día como de noche, despierto como dormido, así que, tras unos instantes de silencio para identificar la distancia, dirección y ... digamos... tamaño de lo que puede estar produciendo ese ruido, y tras cercionarme con un rápido vistazo con mi visión enanil de que no hay nada anómalo o acechante más inmediato, asiento a las palabras de nuestro bardo

-Si, si es un gigante como parece, no es buena idea quedarnos en su camino; hay que esquivarle o tendremos un problema... bien grande

Rápidamente, recojo mis cosas, lo cual no me ha llevado mucho tiempo, puesto que he dormido al raso, tapado con mi manta y capa, así que en menos de lo que esturnuda un elfo, ya estoy listo para lo que sea.

-Moveros, rápido! -apremio al resto, pues... mejor quitarnos de en medio

Sharamy se despertó rodando hacia un lado y se incorporó con presteza. La tiefling agarró su equipo con rapidez y voló hacia las alturas del árbol más alto, donde se escondió para pasar desapercibida para el aparente... gigante!! Nada más llegar entre las ramas, Sharamy buscó donde dejar su armadura y su mochila y luego sacó el arco, lista para entrar en acción.

Aprovechando la tranquilidad de la primera guardia, cuando todos se marcharon a dormir la sacerdotisa se marchó un par de metros del campamento base, lo suficientemente lejos como para tener un momento de rezo en soledad sin ser escuchados sus susurros pero tan cerca como para que la luz del fuego iluminara su espalda, denotando su posición en el bosque.

El relevo llegó en el mejor momento, puesto que el dolor de cabeza al no descifrar los mensajes de Selune la frustró. ¿Hablaba a través de los grillos? ¿De las pequeñas luces que veía en la lejanía, parpadeando? ¿Por las hormigas que se empeñaban en subir por su pierna, haciéndole cosquillas? Suspiró cuando despertó a los siguientes de la guardia mientras buscaba una posición cómoda para dormir, usando la mochila como almohada y una manta para taparse.

Por suerte (o no) para ella estaba acostumbrada a dormir pocas horas ante el extenuante horario de prácticas y rezos pero, tenía que reconocerlo, cuando caía en las manos de Morfeo quedaba completamente sumergida y siendo casi imposible despertarla. En esto no ayudó la melodía de Edirian, suave y ligera, que la transportaba de la mano a la absoluta relajación como si de una canción de cuna se tratase…

Y Nótt soñó.

Fue un cúmulo de imágenes y sensaciones, reales o no, que no sabía distinguir. El olor de la sangre, la tranquilidad de las ondas del mar, una misión, una sonrisa, el abrazo de una madre… una explosión, música, gritos, ¿zombis?

Ensimismada en su extraña película onírica, pasó por alto el ruido que al parecer alertó a todos, cambiando únicamente de postura con una pequeña croquetilla para acomodarse hacia el otro lado.- Todo por tu culpa Claire…- Masculló en sueños, luchando contra sus propios fantasmas mientras un hilillo de baba descendía por sus labios.

¡Nótt! ¡Todos! ¡Arriba!

Pesadamente abre los párpados creyendo que ya era hora de partir, ahogando un bostezo mientras intentaba incorporarse con esfuerzo, frotándose los ojos.

- ¿Qué pasa? – Todavía era de noche y tenía sueño, mucho sueño, y la mejilla sonrojada por estar tanto rato apoyada. Pasó la mano por su rostro, limpiándose un poco cuando vio a todos levantarse apurados, todavía desorientada sin entender nada hasta que escuchó la palabra mágica. “Gigante”.

Automáticamente, al igual que todos, su mente despertó con una señal de alarma, terminando de levantarse tan rápido que casi trastabilla de nuevo al suelo al tiempo que la tiefling alzaba el vuelo.

- ¡Sharamy no es momento de atacar, tenemos que irnos! – No entendía por qué quería llamar la atención del gigante teniendo en cuenta que todos querían huir en dirección contraria. Cogió sus cosas lo más rápido que pudo, incluido lo que faltara del resto para ayudar, al tiempo que salía corriendo tras Ed.

Reshi miró al bardo con aire confundido. El estupor de su rostro duró un par de segundos, hasta que cayó en la cuenta de qué pasaba.

—¡Gigante!— Repitió como un eco. Su pelo se erizó, y la cola también se le puso tensa. Como por reflejo tomó el libro que yacía abierto a la mitad a su lado, y luego se colgó a las apuradas la correa de la mochila, todo con una serie de movimientos frenéticos. No había tiempo para levantar campamento, la carpa y el petate se tendrían que quedar ahí, y cuando la amenaza pasara volvería a buscarlos.

Entonces, Reshi pudo escuchar nuevamente el sonido de la mole moviendose en el bosque. No tenía idea de que tamaño podía tener, pero cuando su simple caminar daba la impresión de inmensidad...

El tiefling salió corriendo de la tienda, mirando en todas direcciones. Necesitaba ponerse a cubierto, y solo el bosque le iba a proporcionar un escondite.

El bosque, lleno de bichos, de insectos, y de cosas que se arrastran... ¿Y si le caía uno en la cabeza? ¡Qué horror! Pero el temblor de las copas de los árboles le hacía pensar que el gigante era incluso una peor opción.

Asique Reshi se protegió la cara usando los antebrazos, y salió corriendo  tan rápido como se lo permitía su equipaje y prácticamente sin ver por donde iba hacia el bosque. Si correr tapandose los ojos era dificil, reprimir el grito de miedo para evitar vender su posición tampoco le resultaba facil.

Si tenía algo de suerte no se tropezaría con una raiz para caer, golpearse la cabeza y tener una muerte estúpida en un lugar donde luego sería... ugh, comida para los gusanos.