Partida Rol por web

Berg había estado en infinidad de cementerios en tantos pueblos, aldeas y ciudades diferentes , había estado en tantos que ya ni podía recordar en cuántos había estado ni cuál fue el primero que visitó.

Pero en este cementerio había algo que no le gustaba nada, había algo que no le daba buena espina, era algo... que percibía en el ambiente, en el aire, en los árboles, en las hojas...

Algo ocurría en ese pueblo, de eso estaba seguro. Y no era un simple asesino, o eso creía.

En su viajes, Berg había visto... cosas en alguna ocasión. Cosas que no podía explicar.

Apartando esos pensamientos de su mente volvió al presente y se dedicó a buscar en el suelo, entre las lápidas, decidamente, con ahínco y en completo silencio, lo cual, era raro en él.

¿Ves algo, Berg? -pregunté en bajo por puro instinto. Veía como iba de acá para allá, registrando las lápidas y mirando detrás de cada una de ellas, por si encontraba algo. Ciertamente yo hacía lo mismo, pero con menos énfasis, pues lo cierto es que estaba comenzando a temblar, y no precisamente de frio. ¿Ha sido buena idea venir aquí? ¿Se escondería una muchacha que apenas sale de los brazos de su padre en un lugar como éste? Madre mia... -dije ésto último viendo la antigüedad de alguna de las lápidas, que estaba rota y llena de musgo...

Álvaro vio cómo se marchaba Alejandro. Le sabía mal dejar que se marchase pero visto lo visto parecía ser persona capaz de enfrentarse a problemas. Y su desempeño actual era el de guardaespaldas por lo que decidió seguir junto a los otros dos. Un cementerio podía ser muy peligroso de noche...

Llegaron al cementerio y el lugar daba mucho respeto. La puerta chirrió terriblemente y el de Mesía miraba a todos lados con curiosidad. Intentaba mostrarse tranquilo pero sus supersticiones le superaban. Aquel no era lugar para visitar de noche. Silvia puso palabras a sus pensamientos.

Si la moza está quí tié qu'aber dejau marcas al entrar

y se agachó mirando y remirando intentando ver a la luz de la antorcha marcas de pisadas o el deslizar reciente de la puerta.

- Hágame usted el favor de disculparme la intromisión, sé de su pesar y en las altas horas de la noche donde nos encontramos. Pero créame Señor de la Osa cuando le digo que mi visita no se puede hacer de esperar. Me permite usted unas rápidas palabras con vuestra merced.- Seguro estaba el Aragonés de todo lo que decía, lamentablemente muchas habían sido las ocasiones en las que se había visto pidiendo favores a otros.

¿ ¿ ¿ QUIÉN SINO LA OSADÍA DE UNOS NECIOS DESBOCADOS O EL DESVERGONZADO ATREVIMIENTO DE CUALQUIER FULANO SE PRECIA A VISITAR A ESTE CASI MUERTO QUE OS SUSURRA, FRIO MÁRMOL  INDOLENTE POSTRADO ENTRE LA NIEBLA Y TESTIGO CONSTANTE DE LA HOJARASCA Y DE LA LLUVIA HASTA EN LOS MÁS FRÍOS Y TEMPESTUOSOS INVIERNOS ? ? ?

Os quedásteis pretificados. Petrificados.

Vuestra boca se abrió, vuestros vellos se erizaron. Alguien había allí, alguien habló. Cada uno de vosotros lo sintió tan cerca como si hablase con cualquiera delante de sí. Alguien... ¡Alguien entre los muros del cementerio! ALLÍ... ¡¡ENTRE VOSOTROS!! Sin embargo no veáis nada.

¿ACASO VUESTRA LENGUA HA SIDO DESECHADA COMO LA MALAS UVAS DE UN VIÑEDO?

¿¡Pero ustéd quién es!? ¡Guardias! -en esos momentos se personaron cuatro tipos con espadas en los cintos. Luego pusieron sus manos sobre sus empuñaduras. Estamos en plena crisis... mi hija... ha desaparecido. ¿Sabes qué significa eso? ¿¡Y en este pueblo!? ¡Con un loco suelto!

Iba de un lado para otro, andando de izquierda a derecha y viceversa. Cuando dijo lo del "loco", y te contempló y sin dudar se acercó a ti.

¿Tu no tendrás nada que ver con esas muertes, no? ¡¡Habla!!

Era tu oportunidad.

Álvaro sacó la espada presta al tiempo que miraba a todos lados sin ver nada. Haciendo de tripas corazón se guardaba las ganas que tenía de echar a correr. No podía dejar a sus compañeros solos en aquel sitio abandonado de Dios.

¿ Quién vive ? Dijo con un hilo de voz que parecía ridículo.

Y entre las sombras buscaba la luz de la antorcha que iluminase la procedencia de la voz.

Mi corazón tembló y dio un vuelco dentro de mí. Incluso sentí hacerlo. Esa voz era terrorífica, y allí en medio de las tumbas ¿acaso nos habían seguido? Rápidamente me acerqué a Álvaro, que parecía haberse preparado para cualquier encuentro.

¿Ves algo? -le dije. Lo cierto es que yo no lograba discernir nada en aquella oscura noche.

Fue tal el susto que Berg, que se encontraba semiagachado observando detenidamente el suelo apunto estuvo de caerse de bruces, pero logró mantener el equilibrio y tras reponerse intentó decir algo, contestar pero todo lo que brotó de sus labios fue un débil

- ¿pero quién...?

Estaba paralizado, petrificado, sin palabra alguna que pudiera escapar de su boca, no había comunicación entre su boca y su cerebro...

Miró al lugar del que pensaba emanaba aquella voz.

Aquel "algo" habló de nuevo. Era inútil moverse de un lado a otro, pues siempre parecía que la voz procedía del mismo sitio... ¡o de todos! ¿Quién hablaba? ¡Nadie de vosotros lo sabía! Volvísteis a escuchar la voz, que se dirigía a vosotros:

Y AUNQUE EL FRÍO OS APRIETA Y LA ASFIXIANTE MUERTE OS DESESPERA, ALGUNA PREMISA DE HONOR, QUIZÁ DISPAR, HABRÉIS DE TRAER SOBRE LA VEREDA...

¿NO ES TAL ALGUNA CUESTIÓN LA QUE CUAN DESCARRIADAS OVEJAS O LOBO MÁS SOLITARIO, COMO ESE QUE AULLA A LO LEJOS, TRAÉIS APARTE DE ANHELAR DORMIR BAJO TIERRA, ANTES DE QUE VUESTRO ROSTRO MARCHITE Y SE VUELVA NEGRO, PÚTRIDO, ENFERMO... MOSTRANDO SU CALAVERA?

El lobo que habíais escuchado antes, a lo lejos parecía escucharse de nuevo, contrastando la voz con el aullido.

¿Qui...? ¿Quién habla? ¡Aparece! -mi voz temblaba y apenas sabía qué responder, pese a que una respuesta quería de nosotros. Me acerqué más a Álvaro y miré tras nosotros y a las copas de los eucaliptos. Nada, oscuridad y poco más.

Alvaro miraba a todas partes desesperado. Pero su precipitación le cegaba las entendederas y las razones. Sin embargo, las palabras surgieron como una protesta, enfadadas.

Una moça buscamos. Perdida i sola. ¿ La'as visto ?

Por fin reacciona

- ¡ AÚN NO ES MI TURNO DE REUNIRME JUNTO A VOS, LA MUERTE! - Berg evoca la figura de la muerte calavérica, manto negro y guadaña en mano - estamos tan sólo de visita, buscamos a una muchacha,  Dorotea. ¿No te la habrás llevado?

¿LA MUERTE? ¿LLEVARME? CONFUNDIDO TE HALLAS -decía respondiendo-, MAS NO TE CULPO. NO SOY SINO QUIEN COMPRUEBA QUIEN MUERE POR EL DÍA, Y GUARDA PARA SIEMPRE QUIÉN ESTÁ BAJO ESTAS TUMBAS EN LA NOCHE.

YO NO COMO, YO NO ANDO, YO NO DUERMO...

SOLO VIGILO, VEO Y ME ENTRETENGO CON QUIEN VIENE A RENDIR CULTO... NO, AQUÍ NO HA VENIDO NADIE MAS QUE SUS MERCEDES... LOS CUERVOS Y LOS LOBOS NO CUENTAN...

Se hizo un silencio sepulcral, sin embargo no ocurrió nada.

Más tranquilo

- ¿Así que nadie ha venido eh? intuyo que eres algo así como el guardián del cementerio, aunque no pareces de este mundo, al menos del mundo visible. ¿Puedes dejarte ver? ¿sabes que por estos lares han desaparecido muchachas últimamente? ¿no sabrás nada de ésto no?

Lo que dijo de que no ha ido nadie al cementerio es cierto.

Para la petición de "¿Puedes dejarte ver?" haz una tirada de elocuencia.

Rápidamente hace un gesto con la mano trasmitiendo tranquilidad a los soldados del señor.
 

- Entiendo su desconfianza en estos tiempos castigados por el mal, pero escuche las palabras que le quiero trasmitir; ya que mi visita solo porta ayuda en momentos de necesidad.- continua. En estos momentos tengo a tres compañeros haciendo todo lo posible para localizar a su joven hija, cada uno ello es diestro en su materia y no escatimaremos en esfuerzos para arrojar algo de luz a tan oscura noche. Sólo pido que confié en mis palabras y me ayude en nuestro empeño, pues sin sus conocimientos seguramente sean en balde nuestros esfuerzos. Puede creerme vuestra merced que soy el primer interesado en atrapar al villano, ya que en prenda de mis recuerdos no quiero verlos parecer en vos.- en ningún momento se amilana y sus palabras se encadenan suavemente, no deja de mirar a  los ojos de Don Sacristán para mostrarle la sinceridad con la que se expresa.
 

- Con esto espero demostrarle que nada he de ver con los acontecimientos que aquí ocurren pues ayer llegamos, de ello hay testigos, y esta situación no es nueva para esta localidad.- Sentencia confiando en su buen hacer. Tan sólo busco su colaboración e información.
 

Cuando el señor De la Osa escuchó decir que estaba buscando a su hija y que en la batida había compañeros de Alejandro con la misma intención, no tardó en sosegar a sus tropas con la mano y la cabeza.

¿De verdad? Pase, ¡pase pues! -dijo.

Entraste en la casa y la primera estancia era el comedor. Había algún que otro trofeo de caza colgado sobre una chimenea rudimentaria y buenas piedras. También había muebles antiguos y buenos sillones, todo ello sobre una gran alfombra al estilo de un tapiz muy decorado. La casa era cálida y acogedora.

Siéntate, joven -te ordenó amablemente-. Te traeré agua para que aclares tu voz y tus ideas. Dime ¿sabes algo más? ¿Algún indicio? He dado gracias al cielo porque la chica que hoy yacía muerta no era mi hija... ¿Qué quieres saber?

Un escalofrío recorrió el vello de Álvaro. Se erizó desde los pies hasta las mismísimas raíces del pelo en la nuca. ¿ Estaban hablando con un muerto ? ¿ Un espíritu ? ¿ Un bandido escondido tal vez ? No comía, andaba ni dormía. ¿ Un demonio ?

En su calenturienta imaginación veía salir al mismísimo lucifer erguido y arrogante coronado con los cuernos de macho cabrío. Se negó a huir por el simple motivo de que los otros dos compañeros no lo hacían pero temblaba visiblemente dentro de la armadura.

Ninguno de ellos era persona de fe y el demonio les tentaría sin cortapisas hasta hacerles caer.

Salir ... debemos... este lugar maldito es.

Susurró a sus compañeros sin saber si el demonio podía escuchar susurros o incluso pensamientos