Partida Rol por web

De amores, muertes y sueños

III. Pacta Sunt Servanda

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03/05/2012, 12:26
Director

Tomásteis una vereda que llevaba al camposanto y de ninguna forma entraba en el interior del pueblo. Ahora, cuando el sol refulgía y posaba sus rayos sobre los muros del mismo, veíais el deterioro de éste más detenidamente.

Lucencio os acompañó, tapado con una de las asquerosas mantas que había en la casa del cruce, y Dorotea mostraba una cara de cansancio, apenamiento y muchas, muchas dudas: la Voz allí la esperaría.

Rodeásteis los muros que circundaban las tumbas y lápidas y alcanzásteis la puerta. Una vez dentro, algunos de vosotros alargásteis la mirada hacia lo más profundo del cementerio, dirigiéndola hacia la hermosa estatua que horas antes habiáis visto... con la que horas antes habíais hablado. Sin embargo, ésta carecía ahora de brazos (estaba arrancados) y tenía una maltrecha venda en los ojos. A su lado había un tipo, apoyado en la base del pequeño mausoleo.

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03/05/2012, 12:37
Martín Antúnez.

Tras acercaros un poco, el tipo, que llevaba unas prendas de cuero, unas botas muy altas y una pequeña daga visible recostada y enfundada sobre su cinto, hizo lo mismo y dió unos pasos hacia vuestra posición. Luego se llevó las manos atrás e hizo un gesto de respeto hacia el grupo, agachando su cabeza, pero mirando sólo a la hija del De la Osa.

Hola Dorotea -dijo-, soy yo... Martín.

Pero... ¿cómo podría ser él? Martín Antúnez era aquel tipo bajito, mellado y tan poco agraciado, que no podía compararse a este hombre, que, por cierto, era el mismo que había revelado la práctica mágica de Lucencio. Este muchacho era alto, robusto, fuerte y muy guapo.

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03/05/2012, 12:40
Dorotea de la Osa

La mucha, sorprendida, abrió sus ojos. Había reconocido su voz: ¡Era la misma Voz que le hablaba en los sueños!

¿Martín? ¿Martín Antúnez? ¡No puede ser...! ¡El és...bueno...! ¿Qué queréis de mi? -preguntó mientras se adelantaba y le tomaba de los brazos- ¿Por qué me hablábais en los sueños?

Su voz temblaba, su espíritu dudaba.

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03/05/2012, 12:47
Martín Antúnez.

Te amo, Dorotea. He venido a liberarte de las cadenas de tu padre... y de tu esposo, al que vi desde la lejanía cómo era abatido en la casa de... -entonces vio a Lucencio, lo reconoció, y abrió sus ojos, como sorprendido-. ¡Eres tú! ¿¿¡¡Has vuelto a por ella!!?? ¿¿Viniste a por Dorotea?? -gritando en contraste con la quietud y paz del escenario presente-

Entonces Martín sacó su daga y la levantó. Curiosamente, la daga tenía restos de sangre, pero como resecos.

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03/05/2012, 12:47
Lucencio "el Estaca"

¿Cómo? -dijo un sorprendido Lucencio-. Estoy herido, ¿no me ves? -dijo mostrándole la herida de su costado-; no he venido a por nadie, tan sólo acompañar a estos señores y luego quiero ir a descansar... ¡Tranquilo, muchacho, no te alarmes...!

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03/05/2012, 12:53
Dorotea de la Osa

¡¡NOOOooo...!! -gritó Dorotea cuando Antúnez aún tenía el brazo en alto y su daga brillaba por el sol-. ¡¡Espera!! Mucho ha sufrido este hombre -interponiéndose en medio del "guaperas" y Lucencio-, pues yo mismo lo ví, y todos nosotros. Martín... has cambiado mucho..., como lo ha hecho Lucencio. Si tu eras la Voz de mis sueños y era cierto lo que me decías, vayámonos, no quiero estar al lado de mi padre y tampoco quería casarme siendo parte de un contrato. Marchemos ahora mismo: quizá los soldados de mi padre estén aún buscando...

Y le tomó la mano, dispuesta a irse con lo puesto. Martín Antúnez guardó la daga, miró una vez más al Estaca y comenzó a caminar hacia la puerta.

Notas de juego

Haced un último post si queréis. Es posible que quizá queráis decir algo, entregar a la muchacha al de la Osa o qué se yo. En el epílogo se resolverán todas las cuestiones.

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03/05/2012, 12:59
Silvia Helguera

PNJOTIZADO.

Ésto tan sólo lo recuerda Álvaro, pero cuando Martín sacó su daga y gritó, Silvia se asustó tanto que, instintivamente tomó el brazó del de Mesía, y se abrazó al mismo por la sorpresa...

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03/05/2012, 22:04
Álvaro de Mesía

Álvaro sintió que toda aquella situación explotaba a su alrededor. Había muchas historias que justificar. Con su entendimiento lo que entendió es ... que realmente le daba todo igual. Silvia se abrazó a él y él le respondió de modo instintivo acercándola a sí mismo aún más. Pasados unos segundos ambos se dieron cuenta de lo embarazoso de la situación y azorados, se separaron un paso. Aunque en sus ojos había promesas futuras que ambos debían descubrir. El destino final de su relación sólo dependía de ellos.

Entretanto Martin Antunez parecía haberse calmado algo ante las razones de Lucencio y Dorotea. Por lo visto el grupo prefería dejar hacer a Dorotea lo que bien le fuese en gana. Pues allá que se fuesen ellos dos en buena compaña.

Entonces ... habló el castellano queriendo saberlo todo ¿ Quié fue'l de la estatua ?

Reflexionó apenas unos segundos para terminar por aseverar.

Miejor nus vamos con fresco vento... dantes que venga el cura o tu padre.

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03/05/2012, 23:33
Martín Antúnez.

Antúnez oyó preguntar por la estatua.

Hay ojos que no debería ver, señor, y hombres que no merecen conocer -respondió misteriosamente sin darse la vuelta mientras seguía avanzando hacia la salida con Dorotea.

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06/05/2012, 11:13
Alejandro Benavente

- Quietos, no tan raudo Martín, o quien quiera que seas...- el rostro de Alejandro se tornaba sombrío y mucho parecía tener que decir. Si el hechizar a una dama y hablarle en sueños hasta casi hacerle perder la cordura, es vuestra forma de amar no sereís mejor compañía que un padre, aunque receloso de la libertad de su hija, si amante hacía ella.

- Muchas son las dudas que corroen mi alma y estaís aquí la personas idóneas, decenas de jovenes doncellas descuartizadas y la promesa a una madre desamparada me hacen seguir urgando en las heridas de este maldito pueblo... o ¿ya nadie recuerda las muertes de las doncellas?...- mira a sus compañeros con el semblante descompuesto, mucho había recorrido para llegar a ese punto y no iba a dejar pasar la oportunidad por escuetas palabras de amor.

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06/05/2012, 14:01
Silvia Helguera

A un paso de Álvaro, de quien se soltó pero apenas se separó, Silvia piensa en el lío que están metidos por culpa del cura y el libro que cogieron del cementerio, de las muertes de la casa abandonada de las que les pueden intentar culpar, y de que si Dorotea y Martín se van sin más, es posible que no tengan a nadie que hable a su favor.

- Por favor, no os marchéis tan rápido. Si lo que os une es verdadero amor, ahora podéis hablar con el señor de la Osa, ya que el prometido ha fallecido. Pedir su mano, y hacerlo bien; no la hagáis sufrir alejándola de su familia, buen señor. Que pese que ahora diga lo contrario, acabará doliendola.

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07/05/2012, 12:05
Berg Van Eyck

Su mirada denotaba desconfianza, ¿merecía la mano de Dorotea aquel hombre que se había valido de ardides y cosas peores para engañar a la muchacha?

Carraspeó y dijo con tono firme

- No sé cómo lo habéis hecho Martín para cambiar de aspecto y montar aquesta algarabía, pero como bien dice Silvia estas no son formas de tomar la mano de una muchacha, el Señor de Osa debería conocer la verdad - ese hombre merecía la hoguera pero no sería Berg el dedo acusador, lo de las muchachas era otra cosa - y vos Dorotea sabed que este amor que os profesáis no es sano ni bienintencionado por parte de este hombre - girándose hacia Martín - ¿Qué acaeció con las muchachas? ¿fuísteis vos?

Notas de juego

Ya estoy por aquí.

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08/05/2012, 13:42
Martín Antúnez.

La quiero, y ella me quiere -y Dorotea asintió a tal afirmación- ¿Acaso más preguntas creeis que son necesarias?

Luego respondió a la pregunta de las doncellas.

Señores, ninguna muchacha más morirá.

Y desaparecieron de la mano, casi corriendo.

 

Al epílogo.