Partida Rol por web

De parocho Sao et rustico Ticio et asina sua Mera

Episodio II. Pesquisas

Cargando editor
30/09/2019, 12:25
Yedra Venenosa

.

   Después de terminar con Elías, ejecuto de forma magistral la segunda letanía y aparentemente los efectos de la curación son prodigiosos, pero... aparentemente, parece que las fuerzas que tenían que actuar, lo han hecho con desgana con el mocetón, pero algo es menos que nada.

   Luego guardo los tarros no usados mientras extraigo otro. Lo destapo, meto los dedos y saco con ellos una pequeña pasta grasienta de color verde, de fresca y olorosa fragancia a hierbas. Pasta que unto extendiendo con delicadeza en mi nuca, frente y pómulos al tiempo que pronuncio unas palabras... extrañas... luego guardo todo.

   Tanto silencio me escama, alzo la vista al cielo por si el cornudo que apareción hubiera metido la pezuña, pero las nubes no me permiten ver lo suficiente para hacerme una idea clara, así que me encojo de hombros, aunque sonrío al escuchar a la moza.

   - Jijijijiij, claro, Dolça, si... seguro que fue eso. - Aunque no lo comparto, ni afirmo ni niego. Cada cual escoge su veneno y sus creencias.

   - No piséis el suelo mozos, que os veo torpes en el campo, iré primera a ver que me cuenta el terreno. -

   Dicho y hecho brinco ágilmente al frente y luego más detenidamente abro la marcha examinando el terreno.

.

- Tiradas (6)

Notas de juego

Vaya crítico descafeinado, se dobla la curación sí pero el doble de uno... XDDDDD, dos puntitos curados para Oier.

Sí, Yedra usa cremas de corporación dermoestética XD. O algo parecido.

Cargando editor
30/09/2019, 14:43
Oier Erlea

Notó una leve mejoría en su rodilla, la tanteo, esperaba que aguantase lo suficiente. Más adelante ya terminaría de recuperarse, no había nada que el agua fría y el calor de una moza no curase.

 

-Sí, lo mejor será marcharnos.- Asintió  a Elias. - La viuda debe estar muerta. En todo caso no es cosa nuestra.-  La calavera había sido destruida, y con ella la misión encomendada por salvar su alma. Nadie le iba a pagar, y solo un estúpido buscaría la muerte. Ninguna hembra, por hermosa y necesitada de Consuelo que estuviese, merecía tanto la pena como para correr a los brazos de la muerte. A los de un demonio de 4 caras en este caso. 

 

Dejó pasar a la anciana para que abriese camino, no sería él quien contradijese a una bruja-fantasma-demonio que tenía a un lobo por mascota. Aquel silencio tampoco le gustaba, resultaba inquietante porque parecía que todo estuviese falto de vida. Y, porque negarlo, también  porque cada paso que daban parecía hacer un ruido ensordecedor en mitad del silencio más absoluto. Temía que el cornudo les escuchase desde la lejanía y les encontrase con demasiada facilidad. ¿Sería suficiente con salir del pueblo?

Cargando editor
04/10/2019, 22:50
Yosef Pichón

--Lo mejor sería pasar de largo, mi señora Yedra. Digo cuando la señora me adelanta en el camino.

Ese demomio ha arrebatado la vida a todo ser, o eso o han huido con el viento.

La verdad es que no sé qué ha pasado y no sé si quiero averiguarlo, pero en casa del párroco había unos papeles que nos podrían interesar, no cree, mi señora Yedra?

Cargando editor
07/10/2019, 21:38
Director

Mientras el grupo se adentra en el pueblo, el cielo comienza a clarear por Levante. Los pasos de los cinco forasteros resuenan entre las chozas.*

En seguida os percatáis de que la mayoría de las chozas y algunas casas de piedra no tienen tejado. En muchas casas, las puertas y ventanas están desvencijadas, o simplemente no las hay. No hay una sola luz. Reconocéis la casita del cura, con el tejado medio caído, y la del labrador Ticio, con claras muestras de haber ardido hasta los cimientos. Pero, si ha ardido, ¿por qué no queda ni un rescoldo? ¿Por qué no sale humo?

Al alejaros del cementerio, donde la presencia de Guland ha marchitado todo, adentrándoos en el pueblo, la vegetación aparece por doquier. Altas yerbas y algún que otro matorral se han hecho dueños de las calles. Los huertos, cuyos árboles visteis cargados de frutos, están asilvestrados. La plaza, donde tan alegres cantabais hace unas horas, presenta el aspecto de una pradera descuidada, con la maleza a la altura de la cintura. El pilón está quebrado y escondido entre las plantas, el crucifijo de piedra aparece cubierto por una enredadera. La gran mole oscura de la iglesia, único edificio de un cierto tamaño en Monegros de Urbión, tiene las puertas fuera de sus goznes y dentro reina la oscuridad.

Entre la maleza se oyen carreras de alimañas, y algunos pájaros, tímidos, comienzan a piar intuyendo la llegada del alba.

Notas de juego

* El lobo se ha perdido apresuradamente camino del bosque.

Cargando editor
10/10/2019, 23:00
Dolça bat Kalonymus

 

Misterios de Dios.  -exclamó en un hálito Dolca. 

Realmente esto pasó hace mucho tiempo, y sólo lo revivimos. 

Los viajeros que aquí llegan, lo viven una y otra vez.  

¿Con qué propósito, Diosbueno? 

Al llegar a la plaza, Dolca llamó a sus dos paisanos a unirse en un rezo para desearles descanso a las almas de los monegrinos.  Invitó al cristiano de Navarra a estar cerca, respetando sus creencias.   Lo mismo hizo con un gesto a la que ahora sabía era una bruja de los pueblos antes de que su gente llegara aquí con los romanos hace varios siglos.

Dio mío, te pido los dejes descansar.  -dijo en ladino. 

 

- Tiradas (1)
Cargando editor
11/10/2019, 15:54
Oier Erlea

Oier poco comprendía. ¿Tanto habían tardado en llegar al pueblo? Nervioso se miró las manos, y a falta de espejo buscó su reflejo en el metal del hacha. ¿Seria un anciano lo que descubriría?

 

También  pensó que el Sol no había salido varias veces, si no que comenzaba a arrojar su luz por vez primera en ese mismo instante, y sus compañeros  también  deberían haber envejecido de haber pasado tanto tiempo. 

 

-Pues la sangre de mi hacha era muy real- confesó mientras se miraba los ropajes, pues si hubiese sido todo una fantasía no deberían estar manchados.

 

-¿et si el sueño es este? ¿Et si estamos en su infierno?- porque aquel demonio les había prometido dolor y sufrimiento, ¿y si esto era obra suya?

Cargando editor
16/10/2019, 11:41
Yosef Pichón

Al oír la petición de la Sra. Dolça, Yosef decide que lo que hay que hacer es dejarse de ruegos y salir lo más rápidamente posible de este pueblo maldito. 

Busco a nuestros animales de carga, que esos sí supongo que estarán en algún lugar del pueblo y los pongo en recua en el camino para salir de allí, mientras mis compañeros le piden ayuda a Dios.

Tampoco estoy seguro de que Elías sea capaz de andar, quizás deberíamos construir unas parihuelas y acoplarlas a alguna de las acémilas para llevarlo así.

--Sr. Oier, necesito su ayuda para conseguir dos travesaños lo suficientemente largos para construir una parihuela para Elías. Si es tan amable, deje a su Dios tranquilo, y ayúdeme con esto. Cuanto antes salgamos de aquí, antes podrán ustedes darles las gracias a Dios (y a la señora Yedra) por salvarnos.

Notas de juego

 

Cargando editor
16/10/2019, 13:53
Elías ben Ishaq

-Quita, quita, buen Yosef. Una vez pasado el mareo, puedo caminar, e incluso luchar si vuelven a salir más de esos fantasmas de carne, hueso y sangre, que bien sangraban los condenados. Yo no sé si todo ha sido un ensueño o si en el cementerio los segundos eran horas. Lo comprobaremos en cuanto salgamos de este pueblo y nos crucemos con algún hombre de bien que quiera informarnos sobre el año en que nos encontramos. Vayamos a por los animales y si esos legajos eran tan importantes, podemos echar un vistazo a la casa del cura maldito, pero rápido.

Cargando editor
21/10/2019, 20:53
Director

A la vista de las ruinas del pueblo, claramente abandonado desde hace muchos años, los pensamientos de nuestros héroes se lanzan en mil direcciones. ¿Cómo puede ser un pueblo abandonado hace años, si apenas hace unas horas hemos entrado en las casas, hablado con la gente, bailado en la plaza y peleado en el cementerio? ¿Cómo puede ser un sueño si todos hemos soñado lo mismo y -peor aún- si estas heridas que nos produjo el vuelo por los aires y su consiguiente caída siguen doliendo? ¿No siento acaso el vino y las viandas en mi tripa? ¿No tengo sangre de monegrino en mi hacha, en mi maza? ¿Acaso es posible que hayan pasado años en el camino desde el cementerio al pueblo? Y, si es así, ¿por qué no hemos envejecido?

Ante tanta maravilla incomprensible, la beata Dolça decide limpiar de maleza un pequeño espacio de la plaza y recogerse a rezar por el alma de los habitantes del pueblo. El buen Elías guarda silencio junto a ella, y Oier se queda azarado a su lado, no sabiendo qué hacer ante la repentina petición de la mercader. Yosef ha reaccionado de otra manera a la sugerencia de su paisana, y se aleja a paso veloz con el ceño fruncido y rascándose los brazos, como si una comezón irresistible lo dominara ante la simple idea de arrodillarse a rezar. Yedra, mientras tanto, brinca husmeando aquí y allá, casi escondida entre las hierbas de lo pequeña que es. No sería difícil confundirla con alguna comadreja de las que aparentemente corretean por la asilvestrada plaza del pueblo. Mientras anda, Yedra va profiriendo sonidos incomprensibles, entre divertidos y rezongones, a veces en vascuence y a veces en castellano, como si fuera dialogando con alguien o canturreando o discurseando para sí misma.

El joven Yosef, taciturno como siempre, emprende el ascenso de la cuesta por la que llegaron al pueblo hace unas horas. Allí arriba, en una caseta, es donde dejaron las armas y la recua de mulas atada. La luz del día se va esparciendo por el valle, y Yosef distingue a la distancia la figura de los animales de carga. Recuerda haberlos dejado atados, pero ahora están dispersos por la ladera, como si se hubieran soltado. No es de extrañar, puesto que de la caseta a la que ató a las bestias no queda ni rastro. La tarea de reunir a los animales le lleva un rato y, cuando enlaza la última mula a la sarta, el sol ya le calienta amablemente la cabeza.

Es en ese momento cuando Yosef se percata de una nube de polvo en el camino que lleva a Monegros de Urbión. Aguza los ojos y distingue un grupo de figuras montadas, no menos de cuatro, no más de seis. Descienden a trote ligero de un cerro vecino, y no tardarán más de un cuarto de hora en estar en el pueblo.

Yosef agarra a la primera de las mulas y comienza el descenso hacia la plaza. Para cuando llega, Dolça ya ha concluido su plegarias. Elías se acomoda los emplastes en la herida y Oier mira al infinito. De Yedra apenas se adivina la melena plateada brincando entre la maleza.

Notas de juego

Si Yosef es el primero en postear, puede rolear cómo da la noticia al grupo. Si no, damos por hecho que os ha contado lo que ha visto. Podéis discutir lo que hacer, pero parece que en un cuarto de hora ya no estaréis solos en el pueblo.


He editado para quitarle el moño a Yedra.

Cargando editor
22/10/2019, 02:05
Yedra Venenosa

.

   - Mirad mozos, polvo que avanza y donde hay polvo hay bestias que se desplazan, sean de dos o cuatro patas. -

   Me agacho y me quedo mirando lo que sea que se acerque.

.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Si me da algo de bono las hierbas, pues ahí que astibo, si no, me he plantando al borde de las hierbas en cuclillas, como si meara o cagara XD.

Cargando editor
22/10/2019, 03:19
Dolça bat Kalonymus

 

Pues seguro nos los encontraremos.  Más vale atisbarlos desde lejos para saber quienes son.  Si a caballo andan, ¿por la velocidad?  Nobles han de ser.   ¿Caballerías?

Buscó Dolca un lugar desde donde ver antes de ser vistos. 

Mm, esa doña Yedra.  Le he de regalar un moño.  

 

Notas de juego

* ¿El rezo le sirvió algo para ganar ortodoxia/racionalidad?  

Cargando editor
22/10/2019, 09:34
Yosef Pichón

Busco un madero grueso o una piedra donde atar la sarta y busco una posición elevada desde la que se vea bien la plaza. 

--Si vienen en son de paz, no seré yo quien con ellos hable. Si buscan pelea, estaré preparado para lo que sea menester.

Y dicho esto busco donde prepararme para la llegada de los hombres a caballo.

Notas de juego

Busco una casa en la plaza que tenga parte del tejado y que parezca lo suficientemente estable. Y que tenga fácil acceso a dicho tejado. Me vale también una ventana o una terraza que den a la plaza.

Cargando editor
24/10/2019, 19:43
Oier Erlea

Oier había quedado con expresión bobina junto a una Dolça que rezaba, como quedándose a mitad de camino entre hacerle caso y preguntarse qué estaba ocurriendo con ella allí tan devota. Yosef había ido a por sus cosas y las de la mujer, recogiendo unas mulas que disfrutaban del pasto, sin duda, pero que al menos no ofrecieron resistencia para ser recuperadas. 

Entonces lo vio, lo vio porque se lo dijeron pero lo comprendió con rapidez. Jinetes, cuatro, seis... a saber, pero en todo caso no era un número demasiado numeroso, aunque tampoco tan escaso como para no poder ser un problema.

-Seguramente no vengan aquí por nosotros- Aportó ladeando la cabeza y con la mirada fija en el polvo que se alzaba en el camino lejano, achinando los ojos como si pudiese ver con ojos de halcón, algo bastante complicado, pues casi con total seguridad no veía una mierda desde allí -Serán un grupo de viajeros, como nosotros, que vienen a parar a aqueste pueblucho de mierda et, yo creo, agora estarán oliendo las viandas et oyendo la música, viendo las faldas de las muchachas danzando. Después ya sabéis bien lo que les vendrá- Se volvió hacia el grupo y se encogió de hombros. 

-Marchemos, ¿O acaso no fabeis tenido suficiente?- 

- Tiradas (1)
Cargando editor
24/10/2019, 20:41
Yedra Venenosa

.

   - Pueden ser hombres de armas, que las más de las veces tienen montura, no tienen que ser infanzones, que bien que mandan a humildes a cumplir sus labores y se quedan bien recostaos a la lumbre de la chimenea, los muy hideputas. -

   A la luz del día, el brillo antinatural amarillentes desaparece de nuestros ojos al tiempo que recupera nuestra pupila el aspecto normal y no lobuno de las horas de oscuridad, mejor, si hay que tratar con extraños a caballo.

.

Cargando editor
25/10/2019, 15:20
Elías ben Ishaq

Elías apenas podía creer que la luz de una nueva mañana le acariciara el rostro. Muchas veces a lo largo de esta noche sin fin tuvo la certeza de que era el final. Sin embargo, la presencia de unos desconocidos acercándose al trote no le hacía presagiar nada bueno.
-Quizá pasen de largo, pero... y si tienen algo que ver con el cura, la calavera, el demonio, el ángel... Bueno, mientras sean de este mundo, tendré al menos una oportunidad de vencer, que de todos los enemigos a los que me he enfrentado esta noche pasada, el único que me ha hecho sangrar (y de qué modo, por cierto), ha sido un demonio de cuatro caras.
Elías se acerca al navarro y se aferra fuerte a su maza, como si se tratara del único mástil en pie de un barco azotado por la tempestad... Si no vienen en son de paz, habrá que partirles la espalda a golpes... qué remedio.

Cargando editor
29/10/2019, 18:11
Hombres de armas

Caballeros

 

Tras la llegada de Yosef a la plaza, los aventureros se disponen a esperar la llegada de los hombres a caballo, puesto que estos parecían trotar enfilados hacia la aldea.

La cabeza de Yedra desaparece tras las hierbas salvajes que señorean en la plaza*, todo oídos y atenta a lo que pueda pasar.

Dolça calcula el lugar por el que aparecerán las monturas, que es el mismo por el que el grupo llegó al pueblo, y se apresura a colocarse detrás del muro de la iglesia, desde donde verá escondida la llegada de la inesperada comitiva.

Yosef sale disparado hacia el otro lado de la plaza, donde hay una casa semiderruida. El primer piso de la casa es de piedra, lo que ha permitido mantenerse en pie al segundo piso, de adobe. El mozo trepa por unos restos de escaleras y acaba agazapado tras una pared medio caída, haciendo equilibrio en un suelo medio derrumbado, pero al menos difícilmente visible desde la plaza y elevado sobre ella.

Oier se ha quedado un poco despistado al ver a sus compañeros correr a esconderse. Trata de ver los jinetes de los que habla Yosef, pero eso es imposible, puesto que están al otro lado de la cuesta.** Elías llega al lado del navarro, y espera junto él, en posición firme y todo lo marcial que pueden, rodeados de la reata de mulas, las cuales pastan alegremente sin importárseles un comino los asuntos de nuestros héroes.

La espera se hace larga, pero, finalmente, se oye claramente el retumbar de cascos al otro lado del cerro y, al poco, aparecen cuatro figuras a caballo, armadas con gambesones y bacinetes y con las lanzas amarradas a la espalda. Las sobrevestas muestran gules y plata, y no os cuesta distinguir en el pecho el escudo de la casa de Borgoña, la del rey Fernando IV.

Escudo de la casa de Borgoña

Al ver a Elías y Oier en medio de la plaza, los jinetes emprenden el descenso, sujetando las riendas de sus caballos para que estos bajen al paso. Mantienen un orden disciplinado, evitando separarse demasiado, y recorren con la mirada las ruinas del pueblo. Las mulas los ven llegar y se apartan cautelosamente. Una de ellas se interna en la maleza casi hasta la altura donde está la buena de Yedra acuclillada, impidiéndole a la anciana una visión clara de lo que sucede.

Cuando por fin llegan a la distancia de unas diez varas de Elías y Oier, los jinetes refrenan sus caballos. El que iba delante se estira en su silla y grita:

-- En nombre de Su Majestad don Fernando, que Dios guarde por muchos años, decid, forasteros, quiénes sois y qué hacéis aquí, en las ruinas abandonadas de Monegros de Urbión. Habéis de saber que no es permitido acceder ni atravesar el pueblo, por decisión del mismísimo rey nuestro señor, desde que ocurrió la matanza de Monegros, hace no menos de quince años. Es mi deber avisaros de que, si no queréis ser ajusticiados, habréis de abandonar de inmediato estas tierras malditas y no volver a pisarlas más.

En ese momento de su discurso, que evidentemente traía preparado, el soldado se percata de la sangre que empapa el improvisado vendaje de la cabezota de Elías y, en general, las evidentes muestras de lucha en el aspecto de los dos hombretones. Después mira la recua de mulas, animales de cierta calidad, sin duda, pertenecientes a algún acaudalado comerciante, a buen seguro.

El soldado aprieta con fuerza las riendas mientras, con la mano derecha, busca en su espalda el chuzo.*** Los otros hombres notan su nerviosismo y comienzan a requerir sus armas también.

-- ¡Ah, hideputas! ¿Qué habéis hecho? ¿Dónde está el dueño de las mulas? ¿Qué es esa sangre? A fe mía que vosotros sois asaltacaminos y vive Cristo que acabaréis colgando de un árbol, como que me llamo Ceferino y hay un Dios en el cielo.

- Tiradas (4)

Notas de juego

*Las hierbas miden más de una vara y, en algunos lugares, son bastante densas, así que a la graciosa anciana con su vara y media de altura no le cuesta ocultarse entre ellas.

**El pueblo está en un valle. Habéis llegado a él descendiendo una cuesta. Yosef ha visto a los caballeros desde la cima de ese cerro en las afueras del pueblo. Los caballeros aparecen ante vuestros ojos cuando alcanzan esa cima.

***Lanza corta. Es el arma más común en la época.

Cargando editor
30/10/2019, 13:52
Dolça bat Kalonymus

 

Salió Dolca de donde estaba, y arreglándose el faldón para estar más presentable, hablo con ellos.

Há de mi señor Don Ceferino, que yo soy la dueña de esta recua de mulas.  Dolca bat Kalonymus, mi nombre, judía de la costa de Catalunya por origen y familia, la cual tiene los permisos y venias de la Casa Real de Don Fernando IV para realizar comercio nestas regiones, pagando nuestro tanto en las cortes, como ha de marcar la ley.   

No sabíamos de la prohibición de Monegros que le dice, y hemos venido a parar aquí después de unos cansinos y azarosos días de viaje.  Ambos mozos de armas que ven son sólo nossos guardias de caravana, para la seguranza en los caminos.  Y su hacha manchada que ve, ha sido por defensa de mi persona y otras de mis ayudas que agora andan buscando las mulas y mercancía dispersa por la extraña tormenta que se nos avecinó al llegar aqueste valle.  Mal lugar que es.  Todo bien con ellos es.

Ahora bien, muy le pedimos permiso, y escolta si es su bienhacer, para salir de aquí, que mesmo nos da una sensación de que no está bien el lugar, ni con su Dios ni con el mío, que es el de las escrituras también.

¿Fernando IV, cuando ascendió al trono?  ¿Ha pasado el tiempo para nosotros, o es de Monegros el velo de transitar chronos, com el buen Artistóteles ha mención?

- Tiradas (1)
Cargando editor
30/10/2019, 20:49
Hombres de armas

Si el soldado llamado Ceferino se sobresalta con la aparición de Dolça desde detrás de la iglesia, en seguida recupera la calma al escuchar la serena voz de la comerciante y sus comedidas razones. Quizás se extraña de oír hablar de una tormenta que ellos, en el no muy lejano castillo de su señor, no han sentido, pero el respeto que le inspira la labia de la mujer le hace refrenarse.

-- No me tituléis con el "don", señora, que no soy más que un humilde hijo de herrero, aunque leal servidor de nuestro señor el rey. Reunid a vuestras gentes y partamos ya de aquí, que, como decís, mal lugar es este.

Los soldados se han calmado, aunque tienen aún las lanzas en la mano. Miran a todas partes y uno de ellos acerca su caballo a las mulas, con evidente intención de recogerlas para salir del pueblo maldito. El soldado llamado Ceferino continúa, dirigiéndose a Dolça:

-- Y decidme, señora, ¿de quién os defendieron vuestros hombres de armas? Si hay bandidos rondando la comarca, habremos de darle caza lo antes posible.

Notas de juego

Éxito en Elocuencia. Puedes marcar la competencia para subirla con Puntos de Aprendizaje. Si no quieres meterle otra mentira gorda, no hace falta volver a tirar en esta escena.

Los demás podéis intervenir cuando queráis. Dolça os ha dado pie para entrar, como se dice en el teatro.

Cargando editor
31/10/2019, 10:12
Oier Erlea

Todos habían corrido a esconderse, menos él y el gigante Elias. Claro, ellos eran hombres de verdad.

 

Los jinetes no tardaron en llegar hasta ellos, con sus corceles y luciendo los colores y el escudo del rey Fernando IV. Aquello era buen presagio de entrada, o eso pensó el mercenario, pues le costaba creer que el demonio los hubiese enviado, pero por si acaso no debían bajar la guardia y se mantuvo junto al judío, su forzado compañero de armas en aquel infierno que habían compartido.

 

Los cuatro soldados los tomaron primero por chusma, asaltantes de caminos y asesinos. Aquello molestó a Oier, pues si bien era asesino no lo era de tan poca monta. Eran señores adinerados los que le contrataban para lidiar sus gestas, no era tan ruin como para matar campesinos por cuatro maravedies. Por suerte  Dolça salió pronto en la defensa de ellos dos, metiendo a Oier en el saco del judío, quien sí era su guardián, no así el Navarro, pues no había habido pago ni contrato de ningún tipo por medio. A punto estuvo de cagarla abriendo la boca, pero el instinto de supervivencia fue predominante y se impuso a su estupidez. De este modo permaneció en silencio mientras valoraba la situación y llegaba a la conclusión de que se hallaba en gran desventaja. Las lanzas eran más largas que su hacha, los soldados iban a caballo  lo que les brindaba una posición más fuerte que la del soldado a pie. Desjarretar a un corcel abriendole las tripas podía resultar factible, y tras ello el jinete todavía quedaría ileso para libear batalla, esta vez sí, pie a tierra. Pero aún en el mejor de los casos todavía quedarían tres soldados más... y aunque Oier se tenía en alta estima sabía bien que aquel enfrentamiento sería un suicidio, y aún saliendo vencedores por los azares de la vida, se convertirían en prófugos. No, mejor era bajar la cabeza ante aquella mujer, ¡y judia! Para salvar las pelotas.

 

-Lobos- dijo en respuesta -Una manada nos atacó en la noche cerrada- y es que por alguna razón creía que era mejor haber encontrado lobos a bandidos, y de haber matado que fuese a algún animal de cuatro patas.

 

Cierto que la vieja bruja-fantasma-diablo iba acompañada de uno de aquellos animales, pero en eso, y en que Yedra podría jurársela si a su mascota le ocurría algo, pensó más tarde, cuando las palabras se le habían salido ya por la boca, y ahora sentía como el esfínter anal se le apretaba mientras creia sentir la mirada furibunda de la anciana sobre él.

 

 

Cargando editor
31/10/2019, 13:35
Dolça bat Kalonymus

 

Bueno, al Navarrete no le falta toa razón, que el párroco Sao bien parecía lobo salvo por ser un demonio poseso.  -pensó Dolca, suspirando involuntariamente, pues sabía que verdades así ayudaban a no decir de más en momentos en que de peligro era hacerlo.

Gracias Ceferino, que el Don debería ser, pues mucha honra a vuestro padre y vuestro rey dais con vuestro hacer y decir.

Reuniré a mi gente, mis mercancías y las compañías de la caravana, que las mías mulas todas parecen estar aquí, y que de bien pastadas hasta engordadas se ven.