Partida Rol por web

El Predicador pide unas balas al sheriff //mientras que este no diga lo contrario// y las abre con pericia, mostrando que no siempre fue un reverendo seguidor de la palabra de Dios, es mas, diriais que parece que durante toda su vida se ha encargado de menesteres mas mundanos.

Tras abrir un par de ellas establece la polvora cerca de la mecha del cartucho y comienza a golpear con su cruz contra unas piedras cercanas, complacido de ver como provoca, no sin esfuerzo, la chispa suficiente para que la polvora pudiese encenderse.

Se las tiendo no sin renuencia pues solo tengo esas pocas balas para salir de allí.

Me acerco al predicador y le pido unos pocos granos de pólvora. Al menos los suficientes para que explotando pueda prender la mecha del cartucho que he colocado.

- Tendrá a bien darme un poco a mí, Predicador? Quizá no hace mucho tiempo bien pudiéramos haber formado una banda, por la forma de manejarse con la munición, jejeje - Le tiendo mi mano que antes he tratado de secar la sangre que gotea por ella.

Ichii estaba tan horrorizado que no pudo asimilar todo lo que le decía el Mal, el Caos. Sí que una parte de él tenía claro, o eso pensaba el joven, que ahora él sería el nuevo instrumento del demonio. ¡Poseería su cuerpo!

Se tapó los oídos con las manos. No quería escuchar más, reverberaba en su interior la voz maldita que le trastornaba el alma. Tampoco pudo gritar, incapaz de articular palabra. Su instinto le dijo que debía darse muerte a sí mismo con el tomahawk. Pero eso no lo haría un guerrero de verdad. ¿Y el qué era? ¿Un niño? Había luchado como un guerrero adulto y moriría como tal.

Se puso en pie de un salto.

-¡No!¡No!  ¿Por qué ibas a matarme? Después de todo, te he traído a la vida de nuevo, te he dado una oportunidad. Debería obtener una recompensa, deberías dejarme con vida. Para servirte, si es necesario.

Ichii jugaba con fuego. Necesitaba tiempo, quería ganar tiempo, engañarle. ¿Jugársela al señor del Caos?  Tal vez los otros llegasen a esta cueva y entonces…O puede que obtuviera alguna pista sobre este ser para acabar con él.

El aire naciente arrastro las cenizas en las que se habia convertido el anciano chaman mientras la voz de Ichii rasgaba el aire.

- No, no moriras, solo perduraras para comprobar como tu pecado destruye el mundo que has amado y luchado por defender.

De repente todo comienza a darte vueltas y caes al suelo, cuando despiertas te encuentras en el exterior de la cueva, es de dia con un sol abrasador en lo alto del cielo. Puedes ver la cascada y la entrada de la cueva pero antes de que puedas apenas reaccionar una tremenda explosion hace que todo tiemble y se retuerza derribandote nuevamente.

La explosion hace que las piedras vuelen por doquier, el polvo lo inunde todo y apenas puedas respirar durante unos momentos hasta que vislumbras de entre los restos una figura femenina tosiendo y renqueando con algo entre sus brazos... un niño de no mas de 2 años... parecen perdidos, con restos de sangre en sus cuerpos y pequeñas heridas...

Con la polvora colocada y los cartuchos ahora solo os queda una pequeña duda... ¿como salir de alli con la poca mecha que disponeis?, el predicador parece dispuesto a encenderla con su cruz pero apenas os dara tiempo para huir de alli... que deberiais hacer?

Sigo pensado qu mi idea de pegar un tiro al cartucho es lo mas practico pero como veáis .Me encojo de hombros y me dirijo a la salida.

El predicador le tiende al mejicano unos cuantos granos de pólvora, sin decir nada pero con una sonrisa enigmática que podría querer decir mucho. Después se vuelve hacia el señor Philips.

-Si disparas al cartucho saltaremos por los aires. Denspec se acerca hasta la pared donde aguarda la dinamita y la mecha. -Id saliendo, yo os alcanzaré después si Dios quiere.

Se arrodilla junto a la pared y prepara la cruz para hacer saltar la chispa que encienda la mecha que pondrá final a esa pesadilla.

Estoy con Denspec, al menos así tenemos una oportunidad de escapar. - me acerco a la puerta de salida y conmino al mejicano, al surista y a Live a salir. - Le espero afuera, predicador. - salgo detrás de ellos.

Daos prisa.

Tras las palabras de James, el mexicano sólo puede añadir: - Pero qué clase de cobardes pueden ver mis ojos? Dejar al predicador con la labor de prendido de la mecha y salvar el cuello? Todos nos quedaremos a ver cómo la prende y saldremos todos juntos. Ha olvidado su juramento Sheriff o cree que su pellejo vale más que la del pastor? Yo me quedo a ayudarle Denspec. El único al que comprendería su huída es a esa rata de Surista, el resto pensaba que estaban hechos de otra madera -

Confiando que sus palabras hayan conseguido calar en su moral, Antonio se gira y deposita los granos de pólvora sobre la mecha del cartucho que ha colocado. Después, la golpea con una piedra, esperando que produzca la chispa que de comienzo al final.

No es cobardía, es sentido común. No es necesario que todos se queden aquí mientras solo es necesario que dos personas enciendan las mechas. - con esas palabras hago ademán al resto para que sigan moviéndose hacia la salida.

Tras la explosión, se quedó unos instantes en el suelo, cubierto de polvo, tras unas rocas y arbustos. La cascada asomaba a sus pies, miró y vio al agua burbujeante que se había tragado parte de las piedras y desechos que volaron en todas direcciones a causa de la detonación. Le recordó a la magia del chamán blanco, ¿habría sido él?   *

Se preguntó , de nuevo, si estaba vivo o no. ¿Qué había sucedido? El Mal iba a acabar con él y de pronto estaba fuera de la cueva…¿Era él o esa cosa se había colado en su interior? A su cerebro le era imposible asimilar y comprender los sucesos, la cabeza le daba vueltas y creía que perdería la razón en cualquier momento, si no se había visto desposeída de ella, ya.  Tanteó buscando su tomahawk por los alrededores.

Le ayudó la visión que observó al fondo, la silueta que creyó vislumbrar entre las sombras. ¿Una mujer y un niño? ¿Quién?  Tal vez era la chica del pueblo, la que vino con ellos…No lograba recordar su nombre. ¡O alguien de su propia tribu que sobrevivió!

Sin tomar precauciones, se puso en pie, y avanzó hacia la desconocida.

-¿Quién eres? –alcanzó a preguntar.

Yo no pienso morir. NO aquí, no ahora -responde la joven madame, uniéndose a las plabras del Sheriff-. Si es deseo del padre reunirse tempranamente con el Creador para salvar nuestras vidas y eliminar, que así sea. Que nos enseñe el sacrificio de que siempre hablan los hombres de Dios en sus sermones -declara, tragandose un "mucho predicar y poco hacer...".
Live se mantiene firme gracias a la dureza de sus palabras, pues teme desmoronarse ante la idea del sacrificio de Denspec.
No obstante, la tristeza se revela en su dulce mirada.

Sujeto a mi pequeño fuertemente entre mis brazos cubriendole con mi propio cuerpo para evitar que se asfixie con el polvo y la arena. Aun me retumban los oidos por la explosion pero hemos logrado huir de alli sanos y salvos...

...al ver al salvaje acercarse hacia nosotros retrocedo y vuelvo a cubrir a Paul para evitar que pueda causarle daño alguno.

- No, no, por favor, no nos haga daño!

A tu alrededor no queda nada pero rapidamente olvidas esos pensamientos cuando corres hacia la mujer (pese tu estado y heridas aun puedes valerte por ti mismo bastante bien) y te das cuenta de que es una mujer del pueblo de rostros palidos con un hijo pequeño, de no mas de 6 años quiza, que se mantiene en su regazo protegido de todo lo ocurrido.

Ambos parecen estar bien aunque tienen cortes y heridas superficiales de la explosion.

Hay algo en el niño que te parece familiar... cuando finalmente caes te das cuenta de que no puede ser otro que el hijo de aquel que todos llamaban "cheif" o algo asi. Aquel que parecia estar al mando del grupo que entraron en la cueva.

Extrañamente tambien te percatas ahora de que el ruido en el viento, la oscuridad y todo lo que se cernia sobre las montañas ha desaparecido. Los animales parecen volver a la vida y alrededor el silencio ha dado paso a la normalidad... por que sera? que habran hecho tus compañeros en el interior para que sea asi?

Tras las palabras de Live, el mexicano responde. - Si ha decidido sacrificar al predicador, que así sea, pero ahorre las palabras para autoindultarse y no me ponga caritas de cordero. Usted al igual que todos preferimos que muera para salvar la vida. Dicho esto, yo saldré el primero y así puedan eliminar la culpa -

Antonio recoge su cartucho de dinamita y se lo lleva consigo. Nunca se sabe si lo puede necesitar. Si todos los cartuchos explotan y no se consigue el objetivo, Denspec habrá muerto en vano. Sale de la cámara para internarse en el camino oscuro, con las voces de la jauría retumbando entre las paredes naturales.  No durarán mucho más tiempo. Deberían haber muerto con honor como el predicador...

El Predicador ha permanecido agachado junto a los cartuchos mientras los otros discutían con dureza y reproches. Ha juntado varios cartuchos junto a la pared que le ha parecido más frágil y lo más cerca posible del esqueleto antiguo. Ignorando las voces que oye a sus espaldas y mientras el sudor se desliza por su frente, prepara la mecha y después usa la pólvora para formar un pequeño hilillo hasta ella. De esta forma, la pólvora hará arder la mecha y finalmente todos esos cartuchos explotarán prácticamente a la vez en una única y poderosa explosión.

Se levanta y se rasca la nariz con el dorso de la mano derecha bajo el ala de su fiel sombrero negro. Es casi un milagro no haberlo perdido hasta entonces. Esboza una sonrisa divertida que le roba varios años. -No voy a morir aquí. Encenderé la mecha y os alcanzaré. He salido de situaciones peores que esta. -Durante un instante fugaz levanta levanta la vista hacia el techo de la cueva, como si pudiera ver a través de la roca y alcanzar la luz de las estrellas. -¡Salid antes de que sea tarde, por la Gloria de Dios!

Vuelve la espalda y encara la terrible imagen de los cuerpos colgantes. -Si no llegáis a amar a Dios, al menos sed generosos y cuidáos mutuamente. Es lo único que nos separa del horror.

Las últimas palabras resuenan en el silencio de la cueva como el triste tañido de una campana, ante la atenta mirada de los vecinos de Dead Town que cuelgan de las paredes. Fuera, la noche se retuerce y se sacude inmersa en la locura.

No hay ganas nada en razonar con un muerto asi que yo me voy,si el quiere morir asi  alla el.Salgo corriendo en dirección a la salida sin esperar por nadie.Os veré fuera o en el inferno.

-¿Quién eres?  No temas, no te haré daño. No soy un demonio como los otros. Estoy vivo y lucho contra ellos.

Ichii miraba intensamente a la mujer, con recelo, con cierto temor e inquietud. Reculó unos pasos y mostró las palmas de sus manos abiertas en señal de amistad. No entendía qué hacia esta mujer dentro de la cueva.¿Una cautiva? El niño tenía parecido al jefe de los blancos, pero...

-Qué hacías ahí dentro? ¿Quién eres? -repitió.

El mundo se sosegaba pero su corazón continuaba martilleando como los tambores en las danzas de su tribu.