Partida Rol por web

Iban delante nuestra... si se han perdido, no podemos hacer nada. - comento - este lugar tiene algo malsano en el ambiente,  contra más tiempo estemos aquí más sufrirá nuestra cordura.

Coloco la dinamita en un punto visible.

El mayor problema que tenemos ahora es que es imposible encender las mechas de forma normal...

Si seguís queriendo hacerlo dadme  munición y yo me encargo de la dinamita.Para mi no será problema acertar a cierta distancia.Propongo  mientras sigo examinando  el cadáver. 
 

Las palabras del Predicador aun se extienden por la cueva: "sepultarlo". Mientras el sudista plantea la posibilidad de "empeorar" las cosas el sheriff decide continuar colocando la dinamita alrededor sin que nada haya cambiado y el silencio continue embargandoos.

No hay ni rastro del mexicano o el indio pero algo os dice que la oscuridad ha dado buena cuenta de ellos.

El cadaver que se encuentra en el nicho es extremadamente antiguo pero hay poco que podais saber de el. Tan solo las cadenas muestran su antigua reclusion y diriais que su rotura no es algo que se produjese antaño sino, tal vez, cuestion de dias.

Sea como fuere aun os planteais que hacer...

Si tuvieramos unas cadenas o unas cuerdas podríamos volver a unir las partes, quizás sea parte de algún ritual indio... el caso es que poco más podemos hacer sin saber qué es lo que significa todo esto. - comento.

Un ruido os detiene de vuestras elucubraciones. Antonio aparece renqueante, con aspecto malherido y la sangre aun brotando de sus heridas como si le hubiesen dado una paliza que a punto le ha costado la vida.

El mexicano llega desde el oscuro pasillo por el que entrasteis el resto.

//Esto ya para que el mexicano se ubique//

Alrededor de la cueva, en todas las paredes cercanas e incluso colgados del techo, veis los cuerpos casi consumidos de vuestros amigos y vecinos de DeadTown. Estan envueltos en una especie de costras que les mantienen "aprisionados" pero esta claro que sus cuerpos han sido drenados como si del agua de un estanque se tratase. Muchos de ellos son solo huesos y ropas, otros pellejos y los mas afortunados parecen haber pasado meses sin comer o beber.

Hay al menos una veintena de cuerpos por todo vuestro alrededor.

Tras esta vision tan horrible llama la atencion un nicho abierto en la roca, limpio y con inscripciones alrededor, en la misma piedra. Dentro hay un cadaver de huesos que parece tan antiguo como la propia cueva, con los brazos cruzados sobre su pecho y con unas cadenas rotas que parecian aferrar sus muñecas y tobillos (y que ahora han quedado como si de joyas baratas se tratasen).

En la estancia no parece haber nada mas...

Live se encuentra junto al Sheriff colocando unos cartuchos de dinamita en diferentes partes de la pared de piedra y el nicho donde reside el cadaver mientras el Predicador parece un tanto confuso por que hacer y el sudista mira el mexicano con gesto de asombro. Parece que el sudista es el unico que tambien tiene aspecto de haberse peleado con las rocas...

Antonio alcanza finalmente el reducto oscuro donde sus compañeros ya se encuentran colocando la dinamita. Cojeando y apoyándose en cada saliente de piedra que encuentra a su paso, da un doble palmeado en el hombro del sudista para continuar su avance, comentando con voz entrecortada.  - Se está gestando una horda como no imagináis. Debemos acabar con esto rápido. Era nuestro destino y debemos cumplirlo ya. Dejadme colocar algún cartucho,  creo que me he ganado ser partícipe del fin de este macabro episodio -

Acercándose a Live, le tiende la mano solicitando uno de los cartuchos. - Señorita, me cederá uno de ellos para colocarlo yo mismo? He perdido todo mi equipo y quisiera usar mis últimas fuerzas en completar mi cometido - Y escupe a un lado dejando sus dientes manchados de sangre. El rostro desencajado con sus párpados cayendo pesadamente revelan a la mujer que el cuerpo que tiene delante ha llegado a su límite. El mexicano sonríe intentando mostrar cierta ironía, pero a duras penas se tiene en pié. - Le doy lástima señorita?... Si hubiera visto lo que han visto mis ojos, entendería que no se encuentra en mejor situación que yo. Cumpla la última voluntad de este ladrón de bancos... -

Live deja que los hombres continúen con su charla, mientras coloca los cartuchos de dinamita en diferentes partes de la pared de piedra y el nicho donde se haya el antiquísimo cadaver mientras, cuando llega el malherido el mexicano.
Me alegro de verte, Antonio -dice sincera la joven, poniéndose en pie.
Bueno -exclama-. ¿Prendemos esto o qué?

¿Sigues vivo bastardo.? Pregunto muy sorprendido al ver aparecer al mejicano.¿Pero cuantas veces hay que matarte para dejar de ver tu fea cara?

- Centra sus energías en mí, señor Philips, cuando yo no soy el centro de sus problemas. No se preocupe, el mexicano que ve ya está sentenciado. Ha ganado la batalla, enhorabuena. Pronto tendrá su recompensa - Antonio recibe el cartucho de Live que ha terminado su labor de distribución del resto del arsenal y se aproxima renqueante hasta el nicho. Lo observa durante unos instantes con mirada perdida, como si quisiera reconocer al ser que antes cubría los huesos con su carne y se dirige hacia la entrada. Sus ojos enrojecidos tratan de localizar un sitio conveniente donde colocar su cartucho. Aquí será perfecto. Piensa el mexicano.

Habeis colocado los cartuchos de dinamita por los alrededores de la cueva desplegandolos de forma que la explosion acabara con todos aquellos de vuestros vecinos que aun se encuentran alli, al igual que del nicho central y de la estructura de la cueva. El problema es que ninguno disponeis de una cerilla o algo que pueda hacer preder la mecha aunque, se os ocurre, que quiza con las rocas podriais golpear con suficiente pericia entre ellas como para que una chispa encendiese una... incluso podriais utilizar la escasa municion que teneis para utilizar la polvora en ello.

Las advertencias del mexicano sobre el tiempo que os queda no os hace mas que incrementar vuestros nervios mientras que le Predicador parece seguir pensativo...

Ichii lloraba. El gran chamán, el jefe de todos, tenía razón. Por su culpa la tribu había sido destruida, aniquilada, masacrada. Y la sangre de todos ellos manchaba sus manos y su corazón.

Quiso gritar, no pudo. Las palabras se ahogaban en su garganta reseca. Respiraba con dificultad, los latidos de su alma resonaban con fiereza en sus sienes. ¿Qué sucedía, que pasa, Ichii?

Miró con estupor al anciano. Casi no sintió aquellas garras en las que se habían transformado sus dedos, sobre los hombros. Apretaban, le hicieron sangrar. Ichii no reaccionaba, hipnotizado por el brillo de los ojos del chamán, aterrorizado por la enorme boca que amenazaba con tragárselo.

Se escuchó a sí mismo gritar. O eso creyó. Intentó zafarse de la presa, sin éxito. Le temblaba el tomahawk en su puño sudoroso cerrado. Lo alzó lentamente, concentrando su voluntad en él. El chamán no era él, no podía serlo. Mataría a esa cosa.

Algo hizo que se detuviera. No podía enfrentarse a su jefe ni hacerle ningún mal. ¿Y si no era él? Le había visto en ceremonias escalofriantes, danzar alrededor del fuego, poseído por espíritus ancestrales. Lucharía.

-¡Noooooooooooooo! 

Toda su fortaleza reunida para una sola acción, liberarse de él, de esas huesudas zarpas. Se levantó salvajemente, empujando a la vez, golpeando con los puños en el pecho del chamán. Debía averiguar si era el Mal quien ocupaba su cuerpo, o era el mismo Mal el que tenía enfrente.

-¿Qué eres, quién eres? ¿Por qué todo este daño, por qué tantas muertes? ¿Qué es lo que quieres?
 

-¡Vamos! ¿A qué esperas estúpido? ¡Mueve tu culo antes de que esos bichos te lo arranquen de cuajo! Denspec parpadea un par de veces y se agarra a la oscura roca, mientras pone sus "pensamientos" en orden. Los huesos se han convertido en un pesado armazón metálico y quebradizo que protesa de dolor a cada movimiento, pero aún así se acerca hasta el sheriff para pedirle un cartucho.

-La pólvora ayudará a que la mecha prenda... Denspec trata de abrir el cartucho para hacer un montoncito de pólvora justo debajo de una mecha accesible. Sonríe cuando se le ocurre que quizás podría hacer saltar una chispa con la cruz de plomo que tanto le pesa en el cuello. -No sería un mal lugar de reposo para este peso. Acaricia la cruz con cariño, justo antes de hacer una prueba contra una roca cercana. Si funciona, prende la mecha tras avisar al resto para que salgan corriendo de allí.

- jajajaja!!! - suelto una risotada cuando el joven indio se zafa de mi presa y mis ojos quebradizos le buscan sin moverme de mi lugar junto a la roca - ya nada puedes hacer por salvarte ni salvar a los tuyos. Tu me liberaste con tu curiosidad y por ello voy a complacerte antes de que mueras aqui dentro, con los rostros palidos, mientras los tuyos sufren mi venganza alla fuera.

Yo soy el Caos. El mal que duerme y permanece eterno. Cuando tus ancianos me descubrieron durmiendo en estas rocas yo ya era viejo y todos ellos sufrieron mi despertar pero finalmente los hijos de los antepasados lograron encontrar en sus tradiciones una manera de volver a dormir mi cuerpo para reposar encerrado en esta cueva.

Ahora todos vosotros estais condenados.
Ya me habeis proporcionado un medio para huir de aqui... un cuerpo para habitar y crecer... y cuando se destruya esta carcel, este presidio, nunca mas volveran a encerrarme y quedare libre para siempre.

Ya ha empezado, no puedes detenerme...

Cierro mis ojos vacios y respiro antes de consumir el marchito y anciano cuerpo que poseo, dejando descomponerse su piel, su carne, sus huesos, hasta que solo queda polvo en el suelo, donde antes se encontraba la figura del chaman.

- Tu sufriras por ser el causante de todo ello, por traerme a la tierra nuevamente... no hay castigo mayor para ti ni deshonra mayor. La muerte seria demasiado compasiva para ti - mi voz se proyecta desde todas partes de la cueva hasta que decido liberar al indio...