Partida Rol por web

Quevedo sonríe ante las palabras de Pedro el Faceviudas Ciertamente, es muy sabia vuesa merced. Cuando no se tiene el don de la palabra para meterse en lances con ella, mejor es guardar silencio, y dejar que quien tiene más don la use... Que seguramente a vuesa merced le ocurre al revés en otro tipo de embites, en los cuales es más ducho que sus compadres...

Tras estas palabras, mira al Padre Ataulfo y contesta a su pregunta...

Tranquila su paternidad, que no es atrevimiento alguno... También me es harto conocida la persona de Don Baltasar de Zúñiga, tío del Conde de Olivares... Aunque si lo que quiere su paternidad es hablar con su confesor, el Padre Hernán de Montenegro, en vez de pasarse por las Losas de Palacio atajará camino si va a encontrarlo a la parroquia de San Ginés, donde me parece que suele oficiar misa y oír en confesión cada tarde...

Y si le parece bien, Padre, un servidor podría facilitarle la visita con cuatro letras que puedo escribirle ahora mismo... se ofrece el poeta, mirando como de pasada los naipes que acaba de sacar su tocayo...

Ande con cuidado vuesa merced, que el tabernero es celoso de quienes intentan practicar tanto juegos de sangrado como de estocada sin su permiso, y me apenaría ver a un tocayo mío en problemas con la Ronda por asunto semejante...

Apuró el vino y sonrió al caballero de Santiago. Aquella ayuda parecía como maná caído del cielo. Podían matar varios pájaros de un tiro, realmente.

-Quedaría harto obligado a vuestra merced si mediara. Agora tenemos una cita, pero en unas horas supongo que estaré enteramente libre para hacerle una visita al padre Montenegro. Si tenéis la bondad de apañar el encuentro, por supuesto.

El resto de sus compañeros estaba ya más pendiente de levantarse que de otra cosa. Había que moverse y hacer algo, sin duda. No les habían pagado para nada.

Nada más sencillo, Pater! contesta al poeta, mientras hace un gesto al tabernero para que le acerque pluma y papel... Éste es casi mi segundo hogar, así que tanto yo como otros emborronadores de cuartillas tenemos aquí material listo por si las Musas acuden a nosotros en el momento menos pensado...

En un instante, Don Francisco escribe la carta de presentación prometida, y tras usar el secante para fijar la tinta y soplar la arenilla restante, se la entrega al Padre Ataulfo

Estas líneas deberían bastar para que el Padre Hernán de Montenegro os recibiera sin problema alguno. Y ahora andad con vuestros compadres, que parecen deseosos de levantar el vuelo! termina diciendo Quevedo, para volver a su jarra de vino, y levantarla a vuestra salud...

Alicio levanta su copa y apura el esto del licor, como un condenado.

Sus ojos reflejan, como los de los animales.

Se levanta y trata de dar una sana reverencia (vuelta de sombrero incluída) al cojo... Le sale un tanto patán la maniobra.  Luego le declara:

Caballero, nunca me presentao:

Alicio Díaz y Pérez, despidiéndose de usté y de un excelente caldo.  Mil gracias.

Mientras salen del tugurio, Alicio le comenta al cura, sotto voce:

¿Señor Dómine, pa qué tantas jaladas pa hablá con tal Montenegro?  ¿Algo que me haya perdío?

Don Francisco sonríe cordialmente a Alicio, y levantándose con una agilidad insospechada en alguien con su cuerpo y que parece tan achispado, corresponde a su reverencia con otra, completamente cortés

Un verdadero placer haber conocido a vuesa merced! Don Francisco de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, Señor de La Torre de Juan Abad y Caballero de Santiago, para servirle a Dios y a usted! dice, utilizando la más educada fórmula de saludo

Y antes de volverse para retornar a su mesa, añade, a modo de despedida Suerte en vuestros empeños, y que otro día compartamos caldos en circunstancias ya de entrada más felices para todos!

Pedro se levanta con sus compadres , pero antes de salir se despide afablemente del poeta .

Agradecido me siento a Dios de haber podido compartir caldo y charla con V.M. , en cuanto la faena sea resuelta retornare a escuchar sus versos y los del amigo de Alicio , de esta manera podre comparar sus versos y resolver a quienes de VV.MM. debo dar razón . Dice el joven con tono de respeto ante una persona que domina el bello arte de las letras versadas .

0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0

En la taberna, Alicio pide un refrescante refrigerio típico de la época, mientras da la cuenta lo mejor que puede, de todo lo que ha vivido, y escucha, como siempre, a su alrededor.

Nos juimo y regresamo.

Dice, con gran elocuencia.

Pedro se sienta cómodamente , y pide algunas viandas y un caldo poco aguado para empujarlas . Luego escucha la explicación de lo realizado .

Poco que añadir a lo ya dicho por el compadre Alicio , salvo que como VV.MM. pueden observar el joven Jorge ahora parece un marques . Dice mientras ve como el padre de nuevo no puede contenerse ante las fuentes de comida .

Martin fue el primero que entro, sosteniendo la puerta para que el resto de sus compañeros pasaran dentro.

- Nosotros no tenemos grandes novedades ... - dijo a modo de saludo, dejando el resto de las explicaciones a alguno de sus compañeros.

Os explicáis mutuamente lo -poco- que habéis averiguado, mientras degustáis un vino y una tapa.

Alicio comenta sobre su refrescante caldo:

¡Upa, la tramontana!

Mientras echa ojos por doquier.

Valentín asintió ante lo dicho por "El Farruco".

—No ha más que añadir —dijo finalmente.