Partida Rol por web

Defendiendo nuestra casa

El camino.

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18/05/2020, 12:05
Cronista

 

Salísteis a la calle, por un lateral, que daba a la propia ciudad, en lugar de hacia el río, como solía ser habitual. Hacia ladercha estaba la propia catedral, tras girar a la derecha otra vez, al pasar la esquina. Hacia la izquierda, no mu lejos, y tras pasar otro edificio igual que este y un patio que los separaba, estaba el Sena. Al mirar atrás te sorprendiste. Era la "Escuela de Medicina".

La monja, sin mirar a los lados, cosa que tu si hiciste y no venía ningún coche ni nada, empezó a cruzar la calle. Había que tirar hacia el lado de la catedral, pero ella caminaba justo en dirección contraria. Más que intentar detenerla, te sorpendió. Ya estabas algo confusa, por haber salido, en lugar del lado del hospital, o de alojamientos (Que lo llamaban "El Convento") por el lugar de donde lo habíais hecho. Además,otra cosa te llamaba la atención. Portaba al hombro un bandolera de cuero claro. Muy clarito por el tiempo y el uso. Se le veía baqueteada, aunque no ajada. Contrastaba bastante con sus ropas.

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18/05/2020, 21:13
Marianne Segouin

Lo último que recordaba era estar en el ministerio, así que salir de nuevo a la calle resultaba de lo más extraño… y refrescante a la vez. La monja caminaba con naturalidad e indiferencia ante todo lo que nos rodeaba, como si no hubiese nada que no conociese y no existiese peligro alguno.

No dije nada y me dejé guiar, igual por allí fuera que en el interior del convento. Me había resultado extraño hacerlo y dejar que me guiase como si yo no fuera capaz de salir por mí misma o fuese a perderme. Quizás… quizás no erminase de confiar en mí.

En mi cabeza resonaba el tono de sus palabras, camufladas bajo aquella sonrisa como si se tratara de algo casual, pero que evidenciaba un dolor intenso que parecía estar esforzándose en ocultar e incluso eliminar de su pensamiento.

Pero eso era imposible. Yo sabía que cuando una emoción como aquella se clavaba en el corazón, nada ni nadie podía hacerla desaparecer. ¿Cómo podría, si de repente todo cuanto quería había desaparecido para no regresar jamás?

Ella no era tampoco una mujer cualquiera. No me parecía la típica monja a la cual buscabas cuando tenías problemas, sino una que parecía luchar por dejar a un lado sus emociones y convencerse de que no existían.

Afortunadamente, yo no tenía esa necesidad. Odiaba a los alemanes y me encargaría de que ellos lo recordasen.

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20/05/2020, 01:17
Ammelie Larios

Nada más pararse, te diste cuenta que se había detenido en una marquesina. Allí, dos abuelicas, un señor más mayor aún y dos jovenzuelas, que parecían vestir entre atuendo de calle y ropas como las que usan las bailarinas, esperaban el autobús. Fue una sospresa, pero claro, ella, la monja, conocía un poco más que los foráneos el lugar. Sería de tu mismo pueblo, pero era un tanto más parisina que tú.

Sonreiste. Además su extraña forma de ser empezaba a calar en tu mente. No ha hacerte cambiar a ti, sino, que parecía que empezabas, al menos un poco, a entenderla.

- ¿Marianne, tienes algo de suelto? Te preguntó a escondidas de los indiscretos oídos del resto de "próximos viajeros" de esta línea urbana.

Notas de juego

Alto tienes

¿Recuerdas que pagaste el desayuno y todo eso?

Además, eres una niña rica, dueña de una empresa armamentística. 

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20/05/2020, 20:26
Marianne Segouin

No me esperaba que me llamase directamente por mi nombre, ni tampoco que me pidiese dinero. Algo sí que tenía... o debía tener, así que empecé a mirar en el bolso y localicé monedas e incluso algunos billetes. Cogí algunas y se las di a Ammelie.

-Tengo un poco. Quizás no para irnos de tiendas, pero sí para poder pagar el autobús -le dije, sonriéndole por primera vez desde que la conocía.

Habitualmente no tardaba tanto tiempo en conseguir acercarme a alguien, pero primero no había estado de humor, segundo, quería irme y no me había dejado y tercero, era una monja.

Ah, y en cuarto lugar, me echaba la culpa de lo que había ocurrido. Eso no se me había olvidado. No me hacía sentir mal, pero sí aumentaba mi odio por los malditos alemanes.

Notas de juego

Ya no tengo na... bueno, sí, tengo la fábrica, es verdad :P

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21/05/2020, 12:18
Ammelie Larios

Tomó el dinero con mucha ilusión. Ella no esperaba ver tanto, así que, cuando llegó el autobús, subísteis sin más contratiempos. Incluso por ser monja, tu pasaje y el suyo fueron algo más reducidos. El resto lo guardó en el bolso ese de bandolera.Además, estando sentada te diste cuenta que olía bastante. No sabías que era. Había aromas conocidos, otros no tanto, y cuando te paraste a pensar, recordaste unas empanadas que hacían en tu pueblo las señoras mayores. Te hizo viajar hasta esos años, y antes de poder pensar en preguntarle si quiera, la monja tocó y sacudió tu rodilla.

- Vamos, hemos llegado. Miraste, pero no eras capaz de localizar la estación. Era una zona de casas muy humildes, algunas en un estado que considerarías ruinoso. Tomaste el "carrito" y perseguiste a la monja loca, que ya estaba descendiente del transporte público, con el suyo y la olorosa bandolera; además de su energía y alegría.

Notas de juego

Muchos líderes se encumbraron porque tomaron la determinación de "tirar pa'lante", ya que no dejaban nada atrás o no tenían nada que perder.

XD

Ya verás, te tengo una guerra, lo más entretenida (Y no digo divertida, digo entretenida). Tanto que al final te va a dar palo que la guerra se termine. ¿Estás dispuesta?

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22/05/2020, 21:40
Marianne Segouin

Nos sentamos en el autobús y a mi cerebro llegaron múltiples recuerdos provocados por el sonido del motor, los aromas que Ammelie que transmitía y sobre todo, la excitación de aquel viaje, que me tenía que dirigir hacia la que había sido mi casa y mi ciudad, ahora barrida por la guerra y seguramente, reducida a escombros.

Si la fábrica se había salvado, eso significaba que ahora yo era su legítima dueña, pero a mí que me importaba si lo único que deseaba era vengarme y ver directamente en los ojos de aquellos alemanes, el mismo miedo y sufrimiento que yo había sentido en el ministerio.

Aquel sentimiento tardaría mucho en desaparecer, si es que alguna vez lo hacía.

Cuando llegamos, me dejé de nuevo guiar por la monja, más dispuesta que yo, más despierta, y seguramente, sin aquellos sentimientos frustrados que me inundaban, aunque algo me decía que en su interior, ardía un fuego parecido al mío, solo que contenido por su cruz.

En aquellos instantes, creer en un Dios me resultaba no solo impensable, sino insultante. Pero esa era yo. Ella... podía hacer lo que quisiera.

Notas de juego

Como decía mi amigo Jack Burton, yo nací dispuesta (bueno, él nació dispuesto).

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23/05/2020, 12:51
Ammelie Larios

Al bajar os metísteis por unos callejones, por los que andaba especialmente rápido. No corría, pero, tampoco miraba atrás. Te tocó acelerar el paso poder seguir su ritmo, y en un par de minutos aparecísteis en la zona donde camiones y otros vehículos cargaban y descargaban las mercancías que se movía por ferrocarril.

Por el camino, más de un mendigo la saludó, otros, desde las ventanas, incluso una señora, bien entrada en carnes, que estaba tendiendo la ropa. - Buenos días Sor Larios. ¿Donde va tan corriendo? Su forma de hablar era muy barriobajera, sin educación alguna o incluso, deformada por los lugares que frecuenta. Te estremeciste entera. Sobre todo cuando entre la monja y tu cruzó una rata corriendo, que se metió en un imbornal. La tu guía ni se molestó en mirar. Levantó la mano levemente, y contestó: - Urgencia, que tenemos que atender a unos necesitados. La señora, Devolvió el saludo, y el rostro que puso, antes de desaparecer por laventana, y seguir con sus labores fue una: - Vale, ya entiendo. 

El chiflido de una locomotora y el empezar a moverse era el ruido que amenizó la conversación. Te asustó, ya que vuestro tren partiría pronto. Miraste tu reloj de pulsea, que como buena chica educada, lo portabas mirando hacia la muñeca. Te tranquilizaste. - Uffff, aún faltan más de dos horas. Habías perdido la noción del tiempo, y al "encontrarla", te asaltaron más ganas de ir al aseo que otra cosa.

Notas de juego

XD

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24/05/2020, 12:09
Marianne Segouin

Ammelie corría, casi volaba por las calles, lo que hizo que pensara que lo mismo no llegábamos a tiempo para coger el condenado tren, así que aceleré el paso. La monja parecía ser bien conocida en el lugar, pero eso no le hacía detenerse ni dar explicaciones.

Además, me llamó la atención... que mintiese. ¿Qué monja que se preciara... mentía? No es que fuera nada grave, pero me llamó poderosamente la atención.

Sin pararnos a responder a nadie, continuamos hasta alcanzar las vías del ferrocarril y continuamos por ella en dirección a la estación, justo en el momento en el que empecé a sentir la urgente necesidad de descargar mi vejiga. Esperaba disponer de al menos un par de minutos antes de subir al tren, más que nada, para no tener que arrastrarme con las piernas cruzadas.

-¿Falta... mucho? -le pregunté, con falta de aire y presión de más.

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25/05/2020, 08:20
Director

- No, .... Respondió tras unos pocos pasos - .... ya estamos. Y sonrió tras girarse hacia ti.

París 20:21 de 10 de mayo de 1940. Un día nublado, casi sin viento. 14ºC. Estación del Norte. Atardeciendo (Para empezar a anochecer).

Este lugar lo conocías. Era la estación por la que si siempre venías o marchabas. No es que fuera el lugar más interesante de la ciudad, pero si por el que se transportaban vuestras mercancías. Las de vuestra empresa. Aquí se separaban las que se vendía a los ingleses, y las que venían al Departamento de Defensa (excepto cuando se mandaban directamente a cuarteles). Aquí venían diferentes locomotoras. Una, (o unas), para llevar las mercancías al canal, y allí tomar un barco; otra, para que se las llevaran los propios militares franceses.

Aquí era donde llegaste, cuando venías de casa. Un sentimiento, casa, que ahora mismo se te hacía lejano. Tan distante que no sabías si eso sería en el pueblo, o ... en otro lugar. Miraste al cielo, y el vapor de una locomotora, entremezclado con el olor a hollín de las chimeneas, sudor de los carboneros y la peste que empezaste a notar, te impidió ver un cielo, que ahora mismo ya no recordabas. Tras eso una patada te trajo a la realidad.

- Que me meo.

En unos poco pasos más, y sorteando a algunos trabajadores ferroviarios, llegaseis al hall principal. Este sitio si lo conocías bien.

- Que me meo, que me meo, que me meo...

Notas de juego

Falta una una hora y 39 minutos, para que salga el tren.

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25/05/2020, 21:08
Marianne Segouin

Llegamos por fin a la maldita estación, pero yo tenía otras preocupaciones. Las prisas por llegar a mi casa estaban ahora más difusas, porque mis exigencias físicas demandaban toda mi atención.

Me meaba que me meaba, y eso era algo que NO podía esperar.

Aún así, el ambiente que se respiraba era muy contradictorio. Guardaba buenos recuerdos de aquel lugar y sin embargo, en aquellos instantes, no sabía si sentirme bien o mal, si odiarlo y arrepentirme de haber venido, o simplemente dejarme llevar por la corriente, que en aquellos momentos me empujaba a un regreso amargo.

Pero de todas maneras, no podía pensar con claridad, así que cuando nos acercamos un poco más, me di una pequeña carrera para alcanzarla.

-Oye, Amemelie. Tengo que ir al baño o me lo hago aquí mismo. Ahora te veo donde los billetes.

Y sin esperar su respuesta, me dirigí a toda velocidad hacia los aseos, apartando a cuantos encontraba a mi paso, porque mi vejiga no daba para más. 

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26/05/2020, 12:46
Ammelie Larios

Le dejaste el carrito-baul, y saliste disparada. La necesidad lo requería, pero ... a parte de los consiguientes contratiempos y tropezones, que sorteaste como una leona en caza, llegaste sin más demoras.

Nada más sentarte, pudiste leer en el interior de la puerta:

El mayor placer sin pecar,

es el cagar.

Pero mear ... se le acerca.

La sabiduría popular, tenía un tono picantón, pero no dejaba de ser sabiduría. Por lo menos, en estos momentos, le dabas toda la razón. Incluso te hizo sonreir. No podrías decir si por haber encontrado esta pintada en la puerta, si por el objetivo conseguido o realmente por qué, pero ... tampoco necesitabas saberlo. Disfrutabas del momento y no necesitabas más. Como señorita bien educada, te lavaste las manos, y tras arreglarte, recobrar la compostura y todo eso, regresaste con un paso mucho más calmado.

Cuando estás llegando, entre la multitud (que está muy concurrido, porque ha llegado un tren mientras estas ... aseándote), la ves, en el mismo lugar que te separaste de ella. Dos policías están hablando con ella. Esta, muy expresiva, está haciendo unos aspavientos enormes, y no sabes si les está dando explicaciones o riñendo a los gendarmes.

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27/05/2020, 08:26
Marianne Segouin

Una vez acabada la urgencia, todo parecía muy diferente. A mi cabeza regresaron todas las ideas extrañas sobre culpa y venganza, y también sobre la extraña monja con la cual viajaba. Era una buena compañía... pero no como yo esperaría de una de su clase.

Aún así, no le veía sentido a pesar mal de ella, así que me dirigí hacia ella intentando no darle muchas mas vueltas, hasta que la y me di cuenta de que no estaba sola.

Había mucha gente en aquel momento, pero eso no me impidió distinguir a dos policías tratando con ella como si ocurriera algo. Habitualmente, eso sería algo que no me preocupaba, pero por algún motivo, no me apetecía demasiado hablar con nadie y mucho menos con la ley. No tenía nada que ocultar, pero la escena parecía algo rara.

Tomé aire y me acerqué por fin a ellas.

-Buenas noches. ¿Ocurre algo? -pregunté con tono inocente.

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27/05/2020, 11:40
Ammelie Larios

Sin demorarse, un agente, parece que le indica algo con un gesto al otro, y este último comenta, como si fuera algo sin importancia: - Señorita, tendrá que acompañarnos.

Ammelie no tardó en saltar a protestar, con los mismos aspavientos. - Pero agentes, ya les dije que tenía la Señorita Segouin que atender algo urgente, y no podía demorarse. Que era de vital importancia y ya atendí a la señora que se cayó al suelo. No era más que un rasguño, que no necesitó si quiera un apósito, y ya les expliqué que su desmayo fue dramatismo no realidad. Infló los hombros e inspiró profundo: - Esa señora sólo quería notoriedad. Estaba claro que estaba sosteniendo, como podía, el segundo pecado capital, y que tenía ganas de poner a la vieja soberbia de vuelta y media. Sin esperarse, el policía que había indicado hacia ti, se metió entre el compañero que había hablado y la monja, la cual usó su cuerpo para interponerse entre la autoridad y tú. A vuestro alrededor se había generado un corrillo de gente, y había el rumorcillo de la gente cuchicheando, a parte del sonido habitual de los trenes, el silbato del jefe de estación y los pajarillos que había tomado la propia estación como su hábitat.

El que había hablado añadió: - No es lo mismo una atención primaria, hecha por una enfermera, que ser atendida por un doctor. Había sonado tan despreciativo que notaste como Ammelie no era capaz de contenerse, al menos en principio. lLe había faltado al gendarme decir: "- Atendida por una monja de mierda, que vete a saber si siquiera es enfermera de verdad". Esta se puso de puntillas, y ya que el que venía a por ti el más bajo de la pareja y estaba entre medias, era una barrera natural para su respuesta, que cayó como una losa...: - YO SOY DOCTORA. ...Dirigida, como un cañonazo de ira, hacia el que parecía el líder de ellos. El ritmo de los rumores y muchas expresiones de admiración se pudieron escuchar en la turba, que solo le faltaba ponerse a corear a uno y otro bando, como un partido de cualquier deporte de masas.

Los gendarmes quedaron congelados un instante, pero ambos, tras mirarse entre ellos, respondieron al unísono, cada uno dirigiéndose a cada una de vosotras: - Tendrán que acompañarnos señoritas.

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28/05/2020, 20:28
Marianne Segouin

Al acercarme, logré aunque con esfuerzo, comprender algo de lo que había sucedido. Había debido ocurrir en el tiempo que había estado en el aseo. ¿Cómo era posible que en tan pocos segundos, se hubiese creado tal follón? Me acerqué a Ammelie y coloqué una mano sobre su hombro para tranquilizarla.

-¿Soy la señorita Marianne Segouin, y salí del ministerio directamente para regresar a mi ciudad y revisar el estado de la fábrica de armamento. Pueden llamar al ministerio y confirmarlo hablando con Émile Nagant. Es muy urgente que llegue allí lo antes posible y Sor Larios me acompaña como mi cuidadora, puesto que tiene conocimientos médicos. No podemos perder este tren y cualquier otro asunto, puede y debe esperar -les dije, esperando resultar convincente y preguntándome al mismo tiempo que habría hecho en verdad Ammelie.

Joder, como si no tuviéramos bastante lío.

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28/05/2020, 22:09
Cronista

Ambos gendarme, os piden que os deis la vuelta, y está, se les nota, prestos, para deteneros.

Notas de juego

¿Vas a intentar resistirte a la detención?

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30/05/2020, 08:10
Marianne Segouin

Miré a Ammelie, fastidiada porque esto era algo que no necesitábamos. ¿De verdad se había montado aquel circo solo por algo que había hecho la monja? Negué con la cabeza sin comprender nada, mientras me daba la vuelta y me dejaba esposar. En verdad me parecía completamente innecesario porque no éramos dos criminales, pero aquellos policías parecían dispuestos a demostrar que eran más gilipollas de lo que parecían, algo que ya era realmente complicado.

-Creo que se están pasando. ¿De verdad es esto necesario? -les pregunté -. No lo entiendo. De verdad que no lo entiendo. 

Notas de juego

No, que la liamos. Prefiero dejarme llevar.

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02/06/2020, 09:10
Ammelie Larios

Uno de los policías hace un gesto a uno de los mozos de la estación, y este asiente, pero, no sabes lo que se refería, ya que con el gentío, lo pierdes de vista. Cuando decidís acompañar a los policías, el rumor y circular de la gente se reanuda.

"Ala, ya se ha terminado el espectáculo. Cada mochuelo a su olivo".

París 20:48 de 10 de mayo de 1940. Un día nublado, casi sin viento. 14ºC. Estación del Norte. Anocheciendo. Estación de Tren del Norte (Puesto Gendarmes).

Os han conducido al "cuartelillo", donde hay poco más que una oficinita y un par de celdas, que se pueden ver al fondo, y no caben más de dos personas, ambas en pie. (O una sentada) Es austera y simple. Tanto que en la mesa hay un teléfono, una bandeja metálica con unos papeles, un tintero con una pluma y un secante junto a esta. Además un armario metálico (que parece más una taquilla que un mueble de oficina), junto al otro lado de la mesa, que está apoyada contra la pared en uno de sus laterales hace de doble ambiente. De barrera del doble ambiente. Lo que sería para ellos, los gendarmes, con su armarito, perchero y un par de sillas; y el otro. Que no es otra cosa que un espacio con tres sillas a cada lado, con los respaldos contra la pared. Os indican sentaros, y tomas la silla que está pegadita a la zona donde la pared contacta con la mesa. Enfrente hay una señora, de unos casi sesenta años, especialmente pomposa en sus ropas, junto a una doncella e servicio que la abanica y un señor muy elegante. Nada más que el reloj de este hombre valdrá lo que una casa. Miras tu reloj, con el típico gesto de rotar la muñeca, para encarlo hacia ti.

Queda menos de hora y media para que el tren parta. Empieza una ansiedad. Una prisa por terminar y que el convoy no se "escape". Pero esta sensación termina pronto. La mujer, media recostada en la silla, junto a los dos acompañantes que la atienden, permaneciendo en pie, hace como que se despierta. Nada más eso te mira, te señala, pone los ojos como si fueran a estallar y grita: - ¡ESA! ESA ES LA LOCA. Y se desmayó otra vez. Ammelie te da levemente con el codo y te susurra: - Por lo visto esa es la ricachona que derribaste y quiere darse a conocer. Sonrie por lo bajo, como una burla: - Necesitará una anécdota que contar en su "circulo social". Las dos últimas palabras ... las escupió.

 

 

El mozo de estación aparece con los dos baúles con rueditas y los dejas por allí, cerca de vosotras.

Notas de juego

Cachisss. Yo que pensaba que montarías un "motín" ... ejejejej. En guerra, buscadas por la gendarmería ... sería una buena forma de empezar... "haciendo amigos".

jajajajajajj

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02/06/2020, 09:31
Doña Selma Olisia Otilia Langerdöff

La señora se escurre, como si fuera a caerse. Además, por si fuera poco, el hombre que le sostiene la mano, empieza a hablar muy deprisa y leve: - ...querida, querida .... Parece sinceramente preocupado. La doncella abanica, ajena a la escena, como si le diera totalmente igual. Parece que estar al servicio de aquella "tipa" no es ninguna dulzura.

Notas de juego

Esta sería la foto actual. La que te puse es con .... ¿40 años menos?

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02/06/2020, 19:02
Marianne Segouin

Me parecía exagerado aquel comportamiento, pero mucho peor impresión tenía de mi pequeña monja, que más que como tal, se comportaba como cualquier sinvergüenza, creando problemas allá donde fuese.

No es que la mujer que teníamos enfrente tuviese razón; dudaba que así fuese, pero cómo podía haber caído en aquello Ammelie, era algo que todavía no comprendía.

-Dime, ¿en el convento os enseñan a hace estas cosas? Porque no me da la sensación de que aprendieses nada. Hemos perdido el tren y ahora estamos peor que antes y ni siquiera se cuál es la razón -le susurré, visiblemente molesta.

-Oiga, me pueden decir qué es lo que ha ocurrido, porque yo todavía no me he enterado de nada, salvo de que nos han tratado como un par de mujerzuelas criminales -les pregunté, aun más enfadada -. Si ha habido algún problema cómo voy a saberlo si no me lo dicen. Yo ni sé lo que ha hecho mi acompañante ni sé por qué me han esposado a mí. 

Notas de juego

Ya, ya, por si picaba, claro. Nos ha jodido jajajajajajajaja

Muy pronto echas tú el anzuelo.

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05/06/2020, 10:10
Ammelie Larios

La vecina de asiento te miró extrañada. Es como si no te hubieras dado cuenta de algo ... o tal vez era ella, la que no era consciente de tu comentario: - Pues quería ser enfermera, pero cuando vieron mis notas y habilidades, me pidió la Hermana Superiora que estudiase para doctor ... y me gustó mucho. Explicó, como si fuera inocente. Es como si hubiera sido para hacer un favor, y como favor, así cumplió. Hablaba despacito, tanto en tono como en brío, ya que sentía que no debía "echar más leña al fuego", no fueran a molestarse aún más, y montar otro expolio. 

Me monja te achuchó con el brazo y añadió a escondidas: - Por lo visto derribaste a esa vieja en tu carrera. Se te abrieron los ojos como platos.

 

El señor que giró hacia ti, y todo sulfurado empezó: - ¿QUE NO SABE ....... QUE NO SABE LO QUE HA HECHO...?

No tardó en aparecer el gendarme que trasteaba con los papeles, por dentro, y ordenó un taxativo: - ¡SILENCIO! El señor, que parecía sulfurarse por momentos, se apagó, como una brasas viejas, a las que les lanzan un pozal de agua, y ni llegan a humera. Se giró hacia la señora, para seguir atendiéndola. El gendarme continuó: - No se preocupe Madame Langerdöff. En unos minutos vendrá su editor para llevarles a su alojamiento. Fue tan diplomático, que es como si aquella situación no tuviera nada que ver con la pareja de policías. La señora seguía con su "teatrillo" pero a ti se te encendió la bombilla.

- Editor .... es escritora .... Señora Langerdöff .... ¿No será la Premio Novel?

Notas de juego

Ya, ya, por si picaba, claro. Nos ha jodido jajajajajajajaja

Muy pronto echas tú el anzuelo.

Yo pongo piedritas en el zapato. No en el camino. Sino en el zapato. Tú decides si caminar con la china, o si la sacas.

XD

 

Pero me gusta como capeas. 

 

Antes de que me preguntes por la Señora Langerdöff, me he permitido una licencia ... de unos 10 días.