Partida Rol por web

El día ha llegado. La alarma suena avisando que el sol ya ha salido y que es hora de arreglarse para ir de compras. Pero no unas compras normales, no. ¡Irán a comprar su primera túnica para Hogwarts! ¡Y su primera varita! Hay muchas cosas divertidas para hacer en el Callejón Diagon y también muchas cosas interesantes que ver. Además, usarán los polvos flu para viajar. Es una forma fácil de hacerlo y, normalmente, no tiene pérdida. Si se pronuncia bien la dirección, claro.

Abajo se escucha un poco de ajetreo. Parece que sus padres ya se han levantado. Seguramente, están dejándolo todo listo para el viaje y asegurándose que no se dejan nada.

Michael se levanta de la cama de un salto, y corre a asearse y vestirse. Otros años le hacía ilusión ir al Callejón Diagon, pero este año apenas ha podido dormir de la emoción. ¡Esta vez le toca a él prepararse para ir a Hogwarts! Acaricia rápidamente la cabeza de Fitzens, mientras el gato se estira sobre la cama para seguir durmiendo otro rato.

—¡Luego nos vemos, colega! —dice el chico, despidiéndose de su mascota.

Sin perder tiempo, corre a la sala de estar para ver cómo van los preparativos. Tiene hambre, pero está tan emocionado que no sabe si podrá probar un bocado en el desayuno.

Mamá Cramson ya está en pie y preparando el desayuno para todos. No es que sea temprano, pero tampoco es muy tarde. Con maestría va moviendo la varita para que las crepes se hagan solas mientras se centra en los rellenos. Se gira al escuchar como alguien baja por las escaleras. Sin duda, su hijo. Sonríe.

-Buenos días, cariño. ¿Has descansado bien?

Vuelve a lo suyo.

-Prepara la mesa para desayunar. También es bueno aprender a hacer las cosas sin magia.

Michael da un beso a su madre.

—Jope... ahora que por fin voy a aprender magia, ¿tendré que seguir haciendo las cosas a mano? Pues vaya rollo...

Lo dice en broma, por supuesto. Además, por mucho que esté a punto de empezar el curso, durante las vacaciones no podrá hacer magia o se arriesgará a que le expulsen.

—¿Qué vamos a hacer primero? —pregunta mientras empieza a colocar los cubiertos y las tazas—. En el Callejón, quiero decir. Habrá que ir a comprar muchas cosas, pero no sé por cuál será mejor empezar...

Le da un beso en la cabeza y le despeina un poco antes de continuar.

-Sí, ¿verdad? A mí me hicieron lo mismo... ¡Incluso me hicieron ir a campamentos de verano para muggles! Aunque eran divertidos... quizá os apunte a uno el año que viene. ¡Será interesante ver como os desenvolvéis en las aventuras de riesgo que entrañan los campamentos muggle!*

No tarda demasiado en hacer un movimiento de varita y hacer que el desayuno se coloque en su sitio en la mesa. Y tampoco tardan demasiado en entrar en la cocina su padre y su hermana.

-Buenos días, campeón - dice cogiendo una tostada -. Me tempo que no podré acompañaros hoy. Ha surgido algo urgente en mi oficina y tengo que ir. Quizá llegue a tiempo para comerme ese helado con vosotros. 

El sr Cramson mira a sus hijos y les pide que se acerquen, como para contarles un secreto.

-Vigilad a vuestra madre. Que no se gaste el dinero de todo el año comprando novelas rosas - dice entre susurros, pero no lo bastante bajo para que la sra Cramson no lo escuche.

Sin duda, deliberado.

-¡Eh! - Sue se queja intentando estar sería, pero no puede contener la risa.

El sr Cramson evita el ataque de un cereal lanzado por la señora de la casa y se despide entre risas antes de desaparecer.

La idea de ir a un campamento muggle le resulta a Michael curiosa y alarmante al mismo tiempo. Seguro que se lo pasaría bien... pero por otro lado, quizá no sea buena idea después de haber ido a clases en Hogwarts. Ha oído decir que a los estudiantes a veces se les "escapan" sus poderes en situaciones tensas, y mejor no buscarse líos...

Pero luego, papá llega y alivia la tensión como siempre suele hacer. Michael se despide de él con una sonrisa, mientras mastica sus cereales. Cuando se marcha, él se vuelve hacia Karen y le susurra algo.

—¿Crees que irá todo bien? Papá no suele irse así de repente... A lo mejor tiene algo que ver con...

No termina la frase, pero está claro que se refiere a lo que su hermana le contó sobre las cosas que estaban pasando y que "se supone que los niños no deben saber".

Karen se encoge de hombros ante la pregunta de Michael. Nunca se sabe lo que puede estar pasando en el Ministerio y tampoco es la primera vez que sus padres tienen que ir a trabajar en un día de fiesta. Algunas veces, incluso han tenido que ir en mitad de la noche. Hay muchos asuntos desconocidos.

El desayuno transcurre con normalidad y llega en momento de usar los polvos flu para trasladarse al Callejón Diagon. La primera en ir será Karen. Normalmente es su madre o su padre, pero esta vez hay que cambiar los turnos. Así pues, con un pizca de polvos, Karen entra en la chimenea y los lanza, gritando, claramente, la dirección. Desaparece entre una llamarada verde.

-Venga, cariño. Es tu turno. Yo iré detrás.

Michael coge los polvos flu con decisión. Cuando se usa ese método de transporte mágico, las dudas pueden ser catastróficas, así que se concentra todo lo que puede mientras entra en la chimenea, se aclara la garganta y sin vacilar pronuncia las palabras tan claramente como puede.

—¡Callejón Diagon!

Luego cierra los ojos con fuerza, esperando que al abrirlos pueda comprobar que ha llegado a su destino sin problemas.

Las llamas verdes envuelven a Michael tras pronunciar la dirección. Da igual cuantas veces usen la Red Flu, siempre da cosa que te rodeen unas llamas verdes mágicas. ¡Muchas cosas malas podrían pasar! Como perderse o quedarse la mitad en un sitio y la otra mitad en otro. Y eso nunca es bueno, claro.

Al abrir los ojos tras un tiempo prudencial, Michael puede ver una sala llena de chimeneas. Habrá unas 10, una junto a la otra y en una sola pared. En la pared de en frente hay unos mostradores en los que un par de trabajadores se afanan para atender a aquellos que quieren usar sus servicios.

La Estación de Transportes Mágicos es uno de los lugares más usados del Callejón Diagon. Todos la usan. Además, hay una habitación con Trasladores que debe reservarse con tiempo y una zona segura de Aparición. Karen está esperando un poco más allá y le hace señales para que se acerque.

Tosiendo un par de veces, Michael se sacude la ceniza de los brazos y hombros mientras mira al alrededor y corre hacia su hermana intentando no chocar con nadie.

—Uah, qué pasada —dice—. Menos mal que lo he dicho bien, si me llego a perder no hubieras parado de recordármelo hasta las vacaciones de Navidad... ¿Y mamá?

Mira alrededor buscando a su madre entre la gente.

Su madre no tarda demasiado en aparecer también en la chimenea. Se acerca a ellos sacudiéndose el polvo de la ropa y sonríe.

-Ha sido un bien viaje. Todos estamos aquí. Hay gente que se pierde... pero no es el caso.

Siguen a Mama Cramson para adentrarse en el bullicio del Callejón. Si la Estación de Transportes Mágicos es animada, la calle lo es cien veces más y es que hay muchos magos que entran por el Caldero Chorreante o que viven en ese lugar. Mama Cramson se detiene un momento, pensando qué es lo mejor para empezar.

-Mmm... creo que es mejor ir a conseguir las túnicas. Al fin y al cabo, Karen tiene las suyas y están en buen estado así que no necesita unas nuevas este año. Si vamos allí primero, luego simplemente será comprar a la vez lo de todos y el helado. Además, es más aburrido para un niño ir a mirar ropa, ¿no? Mejor sacarlo de en medio cuanto antes.

Sonríe.

La verdad es que lo de las túnica es la parte que menos ilusión le hace a Michael, pero tampoco es que le cause rechazo. Después de todo, van a ser sus primeras túnicas y es otra experiencia nueva. Aunque seguro que la siguiente vez que tenga que hacerse una túnica, ya será otra historia...

—Vale, vamos —dice, mientras mira alrededor y no se pierde el menor detalle de lo que ve y oye en el Callejón.

-Muy bien, pues todo decidido. No os separéis de mí que esto esta muy animado. 

Extiende sus manos para que cada uno coja una y comienza a caminar entre la gente. Está igual de animado que otros años y hay mucho alumnos de primero. Quizá es que no ha sido solo él que ha recibido la carta un poco tarde. Parece que muchos de los alumnos han recibido la suya hace pocos días.

-Bien, la tienda de Madame Malkin está un poco más allá. 

Mientras camina agarrado a la mano de su madre, Michael observa todo a su alrededor con atención. El Callejón está tan vivo que no se pueden dar dos pasos sin ver algo interesante, o escuchar algún sonido llamativo. Pasan por delante de algunas tiendas, pero van rápido y no le da tiempo a detenerse mucho en los escaparates. Si todo va bien, quizá más tarde tenga opción a ello.

La tienda se ve un poco más allá, pero Michael continúa atento a todo a su alrededor, aguzando la vista y el oído. Un callejón lleno de gente mágica siempre puede tener alguna sorpresa más esperando a ser descubierta...

El bullicio del lugar y la cantidad de gente hacen que Michael no pueda ver más allá de unos pasos por delante de él. A veces, puede entrever los escaparates de algunas tiendas bastante interesantes, pero poco más. No tardan nada en llegar a la tienda y entrar. Una campanita suena nada más entrar dentro, avisando de la llegada de nuevos clientes. Ya en su interior, se puede oler a ropa nueva y telas recién sacadas de sus paquetes. Se pueden escuchar unos pasos en la otra zona de la tienda. No tarda nada en aparecer una mujer bastante animada y de cabellos rizados. Aunque, sin duda, no son naturales.

-¡Bienvenidos!

Sonríe al trío y se acerca a ellos.

-Ah, Señora Cramson. ¿Viene a buscar túnicas para su hermosa hija?

Se nota que tiene mano para las ventas y esas cosas porque intenta camelar a sus clientes con cumplidos. Pero, ¿qué comerciante no lo hace?

-Buenos días - contesta Mama Cramson con una sonrisa -. No, la verdad es que este año vengo por mi hijo. Es su primer año en Hogwarts así que necesitará las 3 túnicas de diario reglamentarias.

-Así que ya tenemos a otro mago en la familia, ¿eh? Bueno, pasa, pasa. Tendrás que subirte ahí - señala una de las tres plataformas que hay - para poder tomarte las medidas.

En una de las otras plataformas hay una niña que parece también de primero.

-Estaré contigo enseguida. Tengo que acabar con la señorita Cross.

Michael echa un vistazo alrededor nada más entrar en la tienda. Seguro que no es en la que mejor se lo pasa, pero es la primera vez que la ve y todo le llama la atención. Cuando la mujer del pelo rizado le saluda, sonríe y se pone un poco rojo ante el comentario de que ya es un mago más... o al menos lo será pronto.

Se sube a una de las plataformas libres y espera ahí su turno, mirando con curiosidad a la niña que ya está probándose sus túnicas. Sus ojos son muy azules y Michael nota cómo se pone un poco más rojo.

—Hola... —dice simplemente.

La niña mira hacia Michael mientras deja que la cinta métrica mágica tome las medidas para las túnicas.

-Hola...

Su cabello es largo y rubio y tiene los ojos muy azules. También tiene un tono dorado en la piel que dista bastante de los británicos. Pero nada en su acento deja ver que sea extranjera. Quizá se pase los veranos en sitios más soleados. Vuelve a mirar al frente para, unos segundos después, mirar hacia él.

-¿Eres de primero también? Soy Ivy. Comenzaré en Hogwarts este año.

Otra cinta métrica se mueve serpenteante por el aire hacia él y comienza a tomar medidas.

Michael va a responder a Ivy cuando la cinta mágica vuela hacia él y hace que pegue un respingo por la sorpresa. ¡Distraído como estaba, ha sido casi como si una serpiente se hubiera abalanzado sobre él! Se ríe un poco entre dientes, azorado, y luego mira de nuevo a la niña de su edad.

—Yo soy Michael —dice con una sonrisa un poco tímida—. Sí, yo también empiezo este año. La carta ha tardado un poco en llegarme, pero... aquí estoy.

Hace un gesto encogiéndose de hombros, y luego abre los brazos para que la cinta métrica pueda cumplir su cometido.

—¿Tienes a algún conocido en Hogwarts? Mi hermana va a tercero, pero no conozco a casi nadie más...

Se le escapa una risita cuando el chico se asusta de la cinta métrica voladora. Un poco más y se cae de la plataforma. Suerte que es bastante ancha y hay espacio de movimiento.

-Encantada Michael.

Una vez la cinta acaba de anotar sus medidas, tiene permiso para saltar de la plataforma. Su turno ha acabado.

-Tengo una prima que también es bruja. Mis padres son... ¿Cómo se dice...? ¿Muggles? Sí, creo que eso era. Así que estoy aquí con mi tía y mi prima para conseguirlo todo. Mis padres se hubiesen liado demasiado.

Mientras la cinta métrica le toma las medidas, Michael escucha lo que Ivy le cuenta. Según tiene entendido, los magos con ambos padres muggles son el caso menos habitual después de los squibs, pero no es que sean insólitos. Además, teniendo otros magos en la familia, no suele haber ningún problema para integrarse al mundo mágico.

—Oh, entonces seguro que tendrás un montón de sorpresas en Hogwarts —dice con entusiasmo—. ¿Sabes ya algo sobre el colegio? Yo estoy deseando ver qué casa me toca...