Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Forja de libertad

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24/05/2009, 11:14
Wolfgan Senescal de Ródennos

El senescal miró con extrañeza al muchacho que ahora surgía de una calle cercana. Le había visto con anterioridad y por eso no tuvo que rebuscar en su memoria para poder situarle con presteza.
Lo que le molestaba no era su presencia, sino que Sadicer se hubiera dado cuenta de ella antes que él. ¡Maldita sea! Había bajado demasiado la guardia tras todo lo ocurrido y eso sólo podía llevar a la desgracia.
Pero no podía evitarlo. Su mente ya estaba puesta en otros pensamientos, anticipando lo que ocurriría en unos pocos minutos, cuando tuviera que enfrentarse a una realidad que siempre había esperado que no llegara.
Todos los fantasmas saldrían de sus tumbas y el dolor sufrido sería mucho mayor que el que sentía por aquella herida que derramaba su sangre a cada uno de sus pasos. Si había suerte, sería lo suficientemente grave para permitirle caer en la inconsciencia y así librarse de lo que estaba por llegar...pero no ocurriría y lo sabía. No le quedaría más remedio que enfrentar la mirada de aquella a la que tanto amaba.

Agitó levemente la cabeza de un lado a otro para despejarse y miró en dirección a Dhan - No sé lo que habrás hecho para decir eso, pero no tendrás problemas mientras te encuentres en mi compañía...espero no tener que arrepentirme.

Continuaron caminando hasta llegar a la entrada del castillo, donde la guardia aún no había hecho acto de presencia, por lo que se encontraba completamente desprotegida.
Wolfgang no pudo evitar mostrar su contrariedad ante tal circunstancia, aunque sabía que Ródennos no corría peligro inminente.
Ese tal Drumlak ya tenía lo que quería y no regresaría por el momento...y cuando lo hiciera no importarían soldados ni murallas, pues la ciudad estaría perdida hicieran lo que hicieran. La única opción era evitar que llegara ese momento.

Con el senescal al frente, recorrieron plazas y pasillos hasta llegar ante una puerta finamente tallada, que al ser abierta les dió acceso a una sala de considerables dimensiones.
Se trataba de la sala de recepción utilizada por el señor de Ródennos desde hacía mucho tiempo.
Se encontraba adornada con tapices de brillantes colores, los cuales representaban combates librados en un pasado donde ya no alcanzaba la memoria.
Sin duda aquel era el mejor lugar que podrían haber elegido para hablar de una profecía que se perdía en la antiguedad de los tiempos.

Wolfgan se encaminó hasta una enorme mesa que dominaba el centro de la sala. En ella había espacio para unos cuarenta comensales, pero él se dirigió hacia el lugar que siempre había ocupado. Una silla justo a la derecha del lugar de honor que Zaelus solía ocupar.
En realidad él debería haberse sentado allí, pues ahora representaba la regencia del feudo, pero no lo hizo, puede que por costumbre o por simple gesto de honor hacia el hombre que jamás volvería a ocuparlo. - Tomad asiento, por favor. - les indicó al tiempo que se desembarazaba de la armadura que le había protegido hasta el momento, dejándola caer al suelo provocando fuertes sonidos metálicos.
Ahora podía verse a la perfección su camisola teñida de sangre.

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24/05/2009, 15:21
Zack Shermann

Zack siguió el paso de la comitiva en silencio, junto a Sadicer a lo largo de todo el recorrido. No era el único que iba en silencio, todo lo ocurrido pocos minutos antes y la muerte de Zaelus, hizo que no solo la comtiva que marchaba al castillo, sino todo el pueblo pareciese haber perdido la facultad de producir cualquier tipo de sonido. Como si todas las fuerzas del mundo estuviesen guardando luto por los caidos en tan estrambótica lucha.

Entraron en el castillo y el joven herrero no hacía más que mirar a un lado y a otro. Todo en aquel lugar llamaba su atención: los finos bordados, las tallas exquisitas, las magníficas piezas de herrería... algunas de ellas las reconocía como obra su querido maestro y, otras muchas, o bien eran de sus predecesores por la antiguedad que mostraban o bien serían de artesanos de lejanos lugares, algunas incluso puede que traidas a Rodennos por el porpio Sadicer. En cualquier caso, Zack comprobó en aquel lugar, aunque ya lo sabía, que le quedaba mucho por aprender.

Finalmente llegaron a una gran sala con una enorme mesa y todos comenzaron a tomar asiento. Zack acercó a Sadicer hasta el lugar escogido por este y le retiró la silla para que la ocupase. Después retiró la silla que estaba a su lado para sentarse él mismo, pero se detuvo al mirar al senescal soltar su armadura y dejar al descubirto la ropa manchada de sangre. - Disculpe el atrevimiento señor pero, ¿no sería mejor que le mirasen esa herida antes de comenzar una charla... o debate... o lo que sea que vaya a comenzar? - Zack miró primero a Majud y después a Meredith, sabía que la primera asentiría sus palabras y tendría más poder de convicción sobre su padre y que la segunda era la más indicada entre los presentes para llevar a cabo la tarea. - Solo nos faltaría que la salud del senescal se resisntiese ahora también por culpa de la terquedad o las prisas. -

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24/05/2009, 19:59
Majud Dahatsy

Su mirada se clavó en la herida de su padre, poco le importaba lo de Dhan en ese momento. Sólo dos cosas llamaron su atención: que el Senescal no ocupara la cabecera de la mesa y la mirada de Zack, sabía exactamente qué quería decir. Se levantó de su asiento que estaba justo al frente del de su padre y caminó hasta arrodillarse ante él y tomar sus manos; lo miró fijamente a los ojos.

-Mi señor...-hizo un esfuerzo por no romper el protocolo pero en ese salón para Majud, habían sólo tres personas, su padre, Sadicer y Zack.-Tenéis que hacer caso, el señor Shermann tiene razón, esto podría infectarse. ¿Iréis a que la señorita Meredith os revise?

No apartó la vista de los ojos de su padre, su respiración era ligeramente acelerada y sólo él sabía que en realidad su hija le estaba suplicando. Recargó su cabeza en su muslo y cerró los ojos, de verdad había sentido mucho miedo, apretó las manos de él y volvió a mirarle para dedicarle una sonrisa llena de amor, lo único que ella quería era que él estuviera bien.

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25/05/2009, 10:23
Kane

Kane camino como un fantasma entre todos los que iban hacia el mismo lugar, tan desconocido para él como todo lo que le rodeaba. Sus oidos permanecieron sordos ante las pocas conversaciones que se oyen a su alrededor, y sus pasos, fueron pesados y lentos, como si sus botas pesaran una tonelada, debido a la mierda que estaba obligado a pisar continuamente. Con los hombros caidos y la cabeza mirando y observando sus pasos, alcanzó un salón que le sorprendio como si éste hubiera aparecido en aquel mismo instante y en aquel lugar por arte de mágica. Cosa que a estas alturas no le sorprendía.

Observó como poco a poco, los que le acompañaban, iban cogiendo asiento a un lado y a otro de la mesa, y fijo su vista en una de las sillas para no perderse por el camino, ya que su cabeza no cesaba de dar vueltas con pensamientos de locura, muerte y destrucción.

Al llegar a la silla, la retiró levemente con su mano derecha y observó como uno de los hombres se quitaba la armadura, como un actor después de un rodaje de una película de acción medieval, y dejaba ver la sangre que manchaba su ropa. Sorprendente. Aún así, le importó una mierda y terminó sentandose, apoyando ambos brazos sobre la mesa, cruzandolos para dejar un huevo en medio, donde metió la cabeza como si fuera un avestruz y quisiera evadirse de todo aquello.

No había más que mierda a su alrededor.

No había más que muerte.

No había nada.

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25/05/2009, 23:45
Leonard Roster

Plazas y pasillos ... pasillos y plazas ... eso era todo lo que iba transcuyendo a nuestro alrededor mientras avanzábamos por la fortaleza. No conocía apenas a esa gente, pero andábamos todos juntos, sabiendo que en nuestras manos estaba la salvación de los mundos, aunque sinceramente, cada vez lo veía todo mas crudo. Por mucho que tuviéramos poderes ... por mucho que lo intentáramos ... el poder de Drumlak parecía tan grande ... tan abrumador que toda esperanza se iba disipando a cada paso que intentábamos contra el.

Aunque tras la desesperación siempre había una pizca de esperanza, una recóndita esperanza se albergaba en mi corazón, solo había una forma de detener a Drumlak ... y esa forma era que alguien como el lo hiciera, si existía aún Drumlak ... ¿porque no existían aquellos que lo desterraron?

Finalmente llegamos a una sala enorme, y allí nos detuvimos todos. La sala era espectacular allí donde miraba, miles de batallas se representaban en esos trozos de tela, empecé a mirarlos uno por uno detenidamente, sin moverme de mi sitio hasta que la mirada se me perdía en la inmensidad de la sala, y en cada representación intentaba buscar algo o alguien que se pareciese a Drumlak ... uno como el ...

Dejé que la gente hablara y se situara ya que las primeras palabras no eran las buenas, debíamos meditar en lo sucedido y prever que iba a suceder, solo así podríamos anticiparnos a Drumlak e intentar detenerle.

Inconscientemente ... y sin dejar de mirar las representaciones dije a los presentes ...

-¿Porque se ha llevado la espada?

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26/05/2009, 06:35
Meredith Gailast

Cada paso era la pesadez misma; era acercarse cada vez más a un destino en el que no aguardaba nada para ella. En silencio, Meredith caminó sumiéndose en un letargo ausente, mientras sus faldas se movían acompasadas al ritmo del viento. Era lo que más se movía de toda ella, excepto quizás su cabellera: era lo único que parecía tener voluntad de todo su semblante, mientras a su alrededor transcurrían los encuentros, los pasillos, el lujo y la arcada misma de la fortaleza ahora vacía. Por lo demás, caminaba como llevada por un hilo invisible, arrastrada por un deseo ajeno, que la cambiaba de un lado a otro prescindiendo por completo de su opinión. Por su mirada, y por la manera en la que simplemente transcurría sin ruido a desfasaje de todos los demás, Meredith no parecía oponerse a ello. Cargaba los ojos de quien no se cree capaz de volver a sorprenderse. Llevaba en el rostro el gesto de la resignación ante la pérdida de todo.

La mesa no le invitó a sentarse, por más que las órdenes del senescal fueron claras. Meredith se encontró enfrentada a la silla, y apoyó la mano en el respaldo para moverla. Sus dedos inmersos en sangre seca entraron a su campo de visión, y le recordaron la inutilidad de todo lo anterior. Sintió una mano fría posarse en su nuca, erizándole los cabellos, quitándole la sensibilidad de aquel dolor. Retiró la mano y permaneció de pie, incapaz de sentarse a la mesa de aquel conjunto de personas que algo tenían para decir o hacer. Miró hacia la puerta, en un vano deseo de alejarse de todo aquello, en lo que no tenía ni tendría ninguna ingerencia. Fue entonces cuando notó que Zack la estaba mirando.

La reacción no se hizo esperar. Meredith bajó la mirada, y al ser nombrada por Majud, pareció querer tener la facultad de esfumarse delante de todos aquellos ojos. Sus manos llenas de sangre volvieron ante sus ojos; también los cuerpos muertos a sus pies, las cabezas inertes en su regazo, los gritos de agonía. Intentó negarse, pero no pudo: la voz de uno de los tantos desconocidos se le adelantó. Meredith no volvió a intentarlo. Simplemente se parapetó detrás de la silla, poniendo el respaldo entre ella y esa realidad chocante y ajena, como si aquella barrera fuera a impedir que siguieran invocándola para algo en lo que no servía en absoluto.

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26/05/2009, 08:29
Gerhardine Hallberg

http://l.yimg.com/img.movies.yahoo.com/ymv/us/img/hv/photo/movie_pix/freestyle_releasing/in_the_name_of_the_king/leelee_sobieski/king2.jpg

Ingresó al lugar con paso lento, poco y nada se fijó en cómo era el lugar al que estaba ingresando, mucho menos lo hizo en las caras que se cruzaba de camino. Su cabeza no estaba para ello.

Ocupó uno de los lugares disponibles alrededor de aquella gran mesa a la que el Senescal les estaba invitando a sentarse. Quedó casi frente a él y confiaba en que Arnvald ocupara el puesto que estaba libre inmediatamente a su lado. La armadura de Gerhardine, a diferencia de la del senescal, no requería ser quitada pues no la limitaba en movimientos y por cierto era bastante más liviana, principalmente porque se asemejaba más a una cota de malla.

Miró hacia un lado y contempló la posición que había adquirido Kane tras sentarse, quizás fuese por cansancio, apatía o frustración ante todo lo ocurrido, como sea ella pensó que de no ser porque necesitaba mantener la entereza si lo que quería era vengar a sus muertos, empezando por su padre y Alzbeta, habría adquirido la misma posición y de seguro las lágrimas hubieran vuelto a desbordarse. Posiblemente de haber tenido a Kane justo al lado, y pese a que seguía resultándole un antipático, habría apoyado una mano en la espalda de él e intentado reconfortarle.

Volvió su vista al frente y la posó en la figura del senescal, quien ahora estaba flanqueado por quien, hasta hacía poco, mantenía oculta su condición de mujer. Desconocía quién era ella, desconocía quienes eran muchos en esa habitación, pero seguramente pronto lo sabría. Contempló a ambos por un largo instante, no prestando atención a las palabras que la joven pudiera o no estar diciéndole a Wolfang, sino a la escena en sí, una escena tan diferente y a la vez tan parecida a la que ella misma protagonizara en más de una ocasión con su progenitor.

La pregunta de Leonard la trajo nuevamente al presente, el crudo presente. Este había planteado una de las tantas interrogantes que cruzaban, fugaces, por la cabeza de la joven, de hecho ya llevaba dos a su haber y ambas estaban íntimamente relacionadas: la profecía y la espada. Dejó descansar los brazos sobre el regazo y esperó por la respuesta, sin decir nada aún, pues si les habían conducido hasta ese lugar era para hablar precisamente de ello y entendía, pese a la impaciencia que pudiera llegar a experimentar por la espera, que atender la herida de Wolfang resultaba ser algo que era mejor no dilatar.

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26/05/2009, 09:12
Dhan

La cara de todos los presentes en la comitiva distaba mucho de la cara que el joven Dhan portaba, su expresión de satisfacción, incluso orgullo, tras escuchar la voz del Senescal admitiéndole de nuevo en el castillo, y aún no expresaba la inmensa emoción y euforia que sentía por dentro.

Su cara lejos de estar sombría, serena o seria, era la viva imagen de la juventud, de la alegría y de la esperanza. Quizás algo que haría muy bien entre aquellas gentes ya totalmente derrotadas.

Siguió cerrando la comitiva a su viejo amigo Sadicer, que le había descubierto de su escondite y le había invitado a tan extraña reunión.

De nuevo entró por segunda vez en el mejor día de su vida, en el castillo de Ródennos, y volvió como la primera vez a encantarse con su magnificencia, su esplendor y su belleza, a pesar de que ahora el silencio y la falta de movimiento y de personas le hacía parecer más fantasmagórico que otra cosa, aún así Dhan sonrió de nuevo al traspasar la puerta.

Después accedió tras los demás a una gran sala, hermosa donde las hubiera y llena de historias de antaño, esas que su Maestro le contara y esas que le hacían llenar su cabeza y su corazón de ilusión y esperanza, ilusión por cumplir las mismas hazañas y esperanza por una nueva vida llena de aventuras.

Fue el último en tomar asiento, pues se había quedado embobado soñando despierto mirando un tapiz que mostraba un guerrero matando un dragón... AHHHH Dragones... cómo le gustaría ver a uno con sus propios ojos... Su Maestro le había contado que los había enormes como castillos y más pequeños como personas... que los había codiciosos y malvados... pero se podían encontrar algunos bondadosos y fieles... Dragones...

El ruido de la armadura del Senescal al caer al suelo le devolvió a la realidad. Miró a Majud preocupada por su padre, era normal, cualquier hija actuaría de aquella forma. La miró fascinado por su pelo rubio largo... sonrió de forma extraña, casi con una mueca, que nadie supo identificar.

Después aprovechó que estaban todos sentados para echarles un vistazo rápido, parecían tan tristes y derrotados, no era extraño pues acababan de perder la batalla, pero...

Uno de los hombres preguntó algo al aire... nadie parecía que fuera a responder...

- Sadicer querido amigo, dijo en voz baja, serías tan amable de contarme lo ocurrido, si no es demasiado doloroso de recordar, sonrió amablemente, con gran ternura al mirar a la mujer que parecía tan triste. Ha debido ser realmente dura, lamento no haber podido ayudar.

Tranquilo y radiante cual estrella del atardecer, se sentó esperando la respuesta de su viejo amigo. Ocupó el sitio más alejado del Senescal, no por nada en especial, sino porque era de los asientos libres que quedaban junto a Sadicer, al que dedicó una amistosa sonrisa, parecía que tenía para todos aquel duro día, que para Dhan estaba siendo el mejor de su vida.

Notas de juego

A la mujer que miro es Meredith.

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01/06/2009, 20:40
Wolfgan Senescal de Ródennos

Uno a uno fueron ocupando sus respectivos lugares, no sin antes dejar que sus miradas resbalaran lentamente sobre los tapices que adornaban la estancia...al menos aquellos que jamás habían pisado ese suelo.
Todas las imágenes parecían demasiado fantásticas como para ser reales, mostrando incluso la batalla de un caballero contra un dragón rojo de enormes dimensiones.
En otros casos los sucesos que allí se presentaban parecían más reales, reflejando el encuentro entre dos ejércitos contrarios. Hasta ahí todo parecía normal, pero si uno se fijaba más concretamente y dejaba que sus ojos se posaran sobre el extremo inferior izquierdo, podía verse una imagen que recordaba fielmente al ser que había causado la destrucción en las puertas de Ródennos.
En este caso parecía estar hablando al oído de un hombre que portaba una armadura con gran ornamentación, que a su vez impartía órdenes a los soldados que tenía alrededor y que se lanzaban a la batalla.

No era el único tapiz que representaba una batalla, así como tampoco era la única imagen de un ser parecido a Drumlak. En realidad aparecía siempre cerca de algún general o rey, aconsejando o dirigiendo desde la sombra las batallas.
Visto ese detalle repetido una y otra vez, era obligado volver la vista hacia la imagen del caballero luchando contra el dragón, pero no, allí no aparecía otra figura que no fuese la de los protagonistas. El caballero montado sobre un corcel de enormes dimensiones, y el dragón colocado delante de la entrada a una enorme cueva.

Sin embargo, el senescal conocía a la perfección aquellas imágenes, así como la historia que se ocultaba tras ellas, por lo que no fijó su atención en ellos en ningún momento.
Por el contrario sí que observaba a cada uno de los presentes, los cuales, en su inmensa mayoría, no sabían exáctamente por qué se encontraban en aquella estancia. Había llegado el momento de revelárselo, aunque eso le supusiese la pérdida de lo que más amaba.
Cuando hicieron referencia a su herida, se levantó un poco la camisa para comprobar que no era nada del otro mundo - No es necesario. No es una herida tan grave como parece prometer tanta sangre...puede esperar por el momento.

Lo que no podía esperar era el mensaje que debía transmitir. Le hubiese gustado que fuese Sadicer quien lo hiciera, el cual era cuestionado por el joven Dhan, pero sabía que le correspondía a él hacerlo.
Además, se lo debía a alguien muy cercano.
Por el momento pensó en cómo plantearlo todo. Tenía claro que no podía soltarlo todo de golpe, era mejor hacerlo poco a poco y dejar que las propias preguntas que surgieran fueran rellenando los huecos que faltasen.
Debía comenzar por algún lugar, así que mejor hacerlo por aquellas palabras que, desde siempre, habían dominado el destino de algunos, y que ahora, volvían con fuerza para dirigir el destino del resto.

Lo que ha ocurrido hoy no podía ser evitado. - comenzó, con voz grave y manteniendo la mirada alta. No había vergüenza en lo que había hecho y así quería demostrarlo - Puede que muchos de vosotros escuchárais una profecía en el pasado, en muchos casos disfrazada de cuento para niños, aunque puede que algunos jamás tuviérais conocimiento de ella, sin embargo he de deciros que de cuento no tiene absolutamente nada.
Escuchadla de mis labios y despues juzgad por vuestra cuenta.

Carraspeó un instante antes de, aumentando el tono de su voz, comenzar a recitar unas palabras que más parecían una letanía - Cuando la sangre tiña el cielo y los cuerpos caigan como hojas barridas por el otoño, de la mano helada del último regente argénteo será arrebatada la llave que abrirá las puertas de los abismos insondables. La traición del extranjero por su sangre deberá ser subsanada, o la salvación os será esquiva ante una muerte sin remedio. 

Miró uno a uno, comprobando por sus gestos si aquello les era conocido o si jamás habían oído aquellas palabras. - Esta es la parte de la profecía que fue transmitida de unos oídos a otros, pero no está completa. Todos han olvidado el resto...excepto algunos que fueron destinados a guardarla y velar porque, cuando llegase el momento, se cumplieran los designios, pues no hay un final escrito para lo que está por venir. El destino de todos quedará en manos de unos pocos y únicamente sus acciones y decisiones inclinarán la balanza hacia un lado u otro.
El primero es la destrucción de todo cuanto conocéis, mientras que el segundo significaría la destrucción del mal que nos amenaza.
¿Por qué os cuento esto?
- preguntó sin esperar respuesta alguna. No eran ellos los que las tenían, sino él y el supuesto comerciante - Escuchad el resto de la profecía y juzgad por vosotros mismos.

No todo estará perdido si los elegidos entablan combate, pues únicamente con la unión de la sangre de los descendientes podrá forjarse el arma que haga huir las sombras que nos amenazan. - Wolfgan había cerrado los ojos para traer a su memoria el resto de la profecía, pero también para no ver los rostros de los allí congregados - El vástago abandonado. El don de la curación relegado al olvido. La furia de un pueblo destruído. El forjador del nuevo futuro. La doncella escondida. Todos serán reunidos cuando el momento sea el indicado. Únicamente la sangre de los descendientes unida con la sangre del extranjero podrá salir victoriosa.

Ahora llegarían las preguntas. No le importaba...excepto una, pues la respuesta que debería de dar sería más cruel que la peor de las estocadas.
Quizá el mundo continuara de ahí en adelante, o quizá no, pero para Wolfgang sólo existía la convicción de que, en los próximos minutos, lo perdería todo.

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01/06/2009, 22:46
Majud Dahatsy

No le pareció correcto lo que su padre hacía pero de todas maneras, se quedó a su lado, arrodillada ante él, mirándolo sólo a él porque nada había que le preocupara más que él. Respiró profundo mientras las palabras de su padre se iban metiendo en su cabeza como una amenaza, como un sinfín de posibilidades con las cuales apenas podía imaginar enfrentarse. Más todo empeoró cuando mencionó a todas aquellas personas, personas que le eran tan ajenas como los personajes de un libro que no hubiera leído. Se volvió a mirar por unos instantes a su aya y amiga, esperando que ella entendiera algo pero a juzgar por su rostro, ella estaba en las mismas circunstancias que ella. No soportó más y preguntó.

-¿Quieres decir que esas personas se han reunido hoy, padre?-se puso en pie con su atuendo de hombre pero se veía igualmente menuda.-¿Y quiénes son?

Esperaba que ellos no estuvieran entre aquellos que mencionaba la profecía, de hecho se lo estaba pidiendo a los dioses pero por la cara de su padre, sabía que no eran ajenos a nada de aquello.

-¿Quién de todos los presentes es el vástago abandonado?-la voz de Majud se quebró pero no rompió en llanto.-¿Quién es la doncella escondida? ¿Quién el forjador de un nuevo futuro? ¿Quiénes, padre?

Necesitaba respuestas a como diera lugar. Majud podía parecer a simple vista la hija única del Senescal tratada de manera distinta, dulce y débil quizás pero no lo era y juntos habían pasado montones de cosas y aunque la situación la tenía mal, no dejaría que aquello la amilanara porque debía ser fuerte para afrontar lo que fuera que ponía así a su padre. Lo miró a los ojos en espera de respuestas, le habría preguntado a Sadicer pero tenía la sensación de que no era al comerciante al que tenía que preguntarle.

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02/06/2009, 09:27
Kane

Al oir a aquel hombre comenzar a hablar levantó la mirada, más por curiosidad imnata que por la importancia que tenía para él aquellas palabras. Pero cuando comenzó a hablar de profesías, personas abandonadas, vástagos y demás parafernaria, perdió el hilo de la conversación. No entendía ni una mierda, además, todo aquello le daba igual, no tenía nada que ver con él. Había venido con Leonard a matar al viejo de su padre y a su mascota. Y era curioso como había venido convencido de que él era el único que podía hacerlo y como en tan sólo unos momentos se había dado cuenta de que aquella misión era completamente imposible y que estaba, para empeorar las cosas, atrapado en un mundo antiguo de donde no podía salir.

Desvió la mirada hacia Leonard con una interrogación en la cara, manchada de restos de maquillaje, lágrimas, tierra y polvo del camino. ¿Que pintaban ellos aquí? ¿Que ayuda podían ofrecer estas simples personas? ¿Donde coño estaban los demás? De pronto se acordó de ellos, y una punzada de dolor le cruzó el pecho. Ellos habían tomado seguramente el camino equivocado. O no.

De un salto se levantó de su asiento y caminó por la sala, ignorando a los presentes, en dirección a Leonard. Cuando llegó a su lado le tocó levemente el respaldas de su silla para comentarle algo al oido.

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02/06/2009, 09:32
Kane

Creo que nuestros.... por un momento dudo entre decir hermanos o compañeros, pero lo dejó en un simple silencio, creo que han tomado el camino que tomó el trapecista. Por lo tanto, deben en estos momentos estar buscando una de las piezas que busca tu padre.

Dejó un momento de susurrar, pensando en su siguiente frace.

Creo que nuestro destino es morir aqui, pero entretener el máximo tiempo posible al viejo y su mascota, para que a los demás les de tiempo a coger la pieza y volver a nuestro mundo con ella, o bien destruirla. ¿no crees?

Y miró con un signo de interrogación en su cara.

Aquí no hacemos nada, tenemos que seguir buscando a esos dos asesinos.

Y se incorporó esperando la respuesta de Leonard.

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04/06/2009, 10:49
Dhan

Dhan miró al Senescal cuando indicó que algo importante iba a ser revelado. Era el momento de sentarse y prestarle atención, probablemente era quien más sabía de la sala, no por experiencia, de lo que también podría alardear si quisiera, sino por todo lo que su puesto conllevaba... el poder es sabiduría, el poder es... sus palabras le sacaron de sus ensoñaciones... sus ojos se abrieron tanto que pensó que no podrían volver a cerrarse nunca.

No todo estará perdido si los elegidos entablan combate, pues únicamente con la unión de la sangre de los descendientes podrá forjarse el arma que haga huir las sombras que nos amenazan. El vástago abandonado. El don de la curación relegado al olvido. La furia de un pueblo destruído. El forjador del nuevo futuro. La doncella escondida. Todos serán reunidos cuando el momento sea el indicado. Únicamente la sangre de los descendientes unida con la sangre del extranjero podrá salir victoriosa. recitó el Senescal.

Dhan sintió que su corazón se paraba. En otras ocasiones había cabalgado cual corcel libre por interminables praderas, llevando la adrenalina por todo su cuerpo y haciéndole sentir la euforia de la vida misma... pero esta vez... creyó morir de repente.

No eran palabras sencillas ni fáciles de afrontar, aún así Dhan las comprendió perfectamente: FORMABA PARTE DE UNA PROFECÍA. No solo se topó con ella de casualidad, no solo fue emisario y cumplió su misión de avisar a toda una ciudad, no solo se encontró con el que provocará aquella batalla, sino que además... Formaba parte de ella por derecho propio. Era su destino estar allí, era su destino estar en aquella mesa con todos allí presentes y era su destino salvar Ródennos.

Era mucho para un joven campesino que acababa de abandonar su casa para buscarse la vida y vivir aventuras, por mucho que su Maestro le instruyera en artes nada familiares para los campesinos, nada ni nadie le había preprarado para enfrentarse a un momento tan importante y trascendental como éste.

Apenas pudo impedir que su boca se abriera tanto o más que sus ojos, cuando la hija del Senescal, a la que creía una niña rica y mimada, una caprichosa, hizo sus preguntas y cuestionó de alguna forma a su propio padre.

Miró a Sadicer, luego al resto de acompañantes, era real... estaba allí, con toda esa gente mirándose también sorprendidos, pero ni uno solo tenía la fuerza y la ilusión que hizo a Dhan saltar de la silla y gritar: ¡SOY YO!

No se supo muy bien a qué respondía o a quién, pero era tal su entusiasmo y su cara de felicidad, que nadie pudo evitar sonreírle, a pesar de las circunstancias que acontecían y la terrible batalla que había finalizado solo unos minutos atrás.

Dhan acaba de recibir el mayor regalo de su vida, ser merecedor del derecho de luchar por algo que merecía la pena más que su propia vida. Era por derecho propio parte de una profecía y sería pronto FORJADOR DE UNA LEYENDA.

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05/06/2009, 10:35
Leonard Roster

Sin duda el que estaba en los tapices era Drumlak, o quizás un semejante a el. Quizás eran los antiguos dioses que asesoraban en las batallas, este aparecía en casi todos los tapices ... excepto uno ... el del Caballero y el Dragon, y eso no me encajaba.

Me dí la vuelta para volverme hacía el Senescal que parecía estar a punto de contar una historia que sin duda le resultaba difícil de exponer, y así lo hizo finalmente, una profecía.

No podía ser de otra forma ... pensé por dentro de mi casi identificando al momento los seres a los que se estaba refiriendo como.

En ese instante la presencia de Kane irrumpió en mis pensamientos, me sorprendió de grata manera ya que pensaba que nunca mas me iba a dirigir la palabra, pero al parecer estaba equivocado. Me dí la vuelta y respondí a su oído las palabras que me había dirigido.

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05/06/2009, 10:43
Leonard Roster

-Desde luego creo que nuestra historia se acaba aquí ... no tiene pinta de que nosotros estemos implicados en dicha profecía ... le dije aún pensando en las palabras que acababa de mencionar el Senescal ...

-Pero hay algo que no me encaja ... le dije volviéndome hacía el tapiz ...

-¿No te parece curioso que aquí no aparezca este ser que a no ser que mi vista me falle de mala manera se parece mucho a Drumlak?

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05/06/2009, 12:48
Kane

Hasta ese momento no se había fijado en los tapizes que adornaban la sala de tal modo como para identificar a Drumlak en ellos. Levantó la mirada incorporando su cuerpo torcido, aunque apenas se noto, ya que permanecía curvado como siempre, metió sus manos en los bolsillos, como era constumbre, pero aquellos trajes "primitivos" por decirlo de algún modo, no tenía localizados los bolsillos como él lo esperaba, y se encontró metiendo las manos en el aire. Sin pensarlo, cruzó los brazos sobre su espalda mientras mirada detenidamente las paredes.

Se veía claramente a Drumlak en ellos, pero no pudo resistir el impulso de acercarse a ellos, olvidándose por un momento de Leonard y de todos los que allí se encontraban. Era curioso, aunque nada extraño, ya que por algún motivo ahora pensaba que Drumlak bien podía ser inmortal y que casi a ciencia cierta, aquel de los tapizes era él. Y si no era él, ¿que mas daba?, sería uno de su especie.

Tenía cojones, se estaban enfrentando contra algo que supuestamente tenía miles de años y que nadie lo había derrotado. Aquello era de locos.

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05/06/2009, 17:47
Meredith Gailast

Las palabras del Senescal sonaban a un delirio, una letanía susurrada en sueños, donde ninguna de las imágenes que los ojos creían ver tenían lógica alguna. Los oídos de Meredith escucharon, pero no oyeron lo que parecía yacer detrás de semejante declaración. Ella misma no reaccionó frente a la relevación, si es que esa lo era y no la locura de un hombre herido con la infección viajando por su cuerpo directo a su cabeza, comiéndose su razón. Permaneció detrás del respaldo, sin sentarse, sin moverse, sin alzar los ojos. No había sentido alguno en lo que había escuchado, ni había motivo de que ella estuviera en esa sala. El delirio podía ser divertido, un acertijo que resolver en las noches de insomnio: pero no lo era. Las profecías no existían: al igual que los dioses, habían abandonado el mundo dejando a los seres desamparados a su propio arbitrio. El destino no existía.

Menos aún, existía un destino para ella. Ya se había encargado de destruirlo.

Meredith movió las manos, y se aferró mejor la densa cabellera en la parte de atrás de su cabeza. Dejó libre el cuello, los oídos, todo su rostro sucio y con manchas de sangre, por haberse estado tocando los ojos y la frente en el campo de batalla. Sus ojos pegados al suelo le permitieron ver cómo se desplazaban los pies de los desconocidos, mientras todo lo demás parecía inmóvil. Escuchó el grito de aquel muchacho al que jamás había visto, y se estremeció. Sus labios no se movieron, pero su mirada sí: era piedad. Jamás había sido partidaria de las mentiras que movieran al mundo, ni de las mentiras que trajeran la felicidad. Lo suyo era, simplemente, la austera declaración de las verdaderas intenciones, desencantadas y planas, pero verdaderas. Pero si aquel delirio servía para que alguien encontrara asidero a la vida...

El suyo no existía.

Cruzó las manos sobre el respaldo de la silla, y volvió a bajar la mirada. Decidió mantenerse al margen, como lo había hecho desde el principio, y salir de allí lo antes posible. Su lenguaje corporal era parco, pero un observador podía notar sin duda alguna la resignación. La resignación que daba la inseguridad. La inseguridad que daba el ya haberse visto morir. Aquello le imposibilitaba ver claramente lo que las palabras del Senescal decían: le impedían ver, al fin de cuentas, que si había alguien que hubiera olvidado lo que significaba sanar, a otros, al mundo, a uno mismo, era ella.

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06/06/2009, 05:23
Gerhardine Hallberg

Le costó concentrarse en las palabras del Senescal, las imágenes de lo ocurrido allá afuera regresaban a su cabeza una y otra vez, y estaba segura que lo seguirían haciendo por el resto de su vida. Si olvidar lo bueno y lo malo que había vivido hasta entonces le resultaba una tarea dificultosa, intentar hacerlo con algo que además de malo era traumático y doloroso, se le antojaba por completo imposible. Era sencillamente un recuerdo imborrable.

Y sin embargo, pese a la dificultad, consiguió concentrarse. Wolfgan mencionó la existencia de una profecía, una de la que la joven nunca oyó hablar y que la hizo mirar a Arnvald para ver si éste, al igual que ocurriera con los Zeerath, tenía aunque fuera algún vago conocimiento de su existencia, pero, a menos que se equivocara éste, al igual que ella, acababa de enterarse.

Volvió la vista al frente, el senescal y su relato captaban ya, y por completo, su atención. Gerhardine intentaba dar sentido a cada frase, descubrir el significado oculto de cada una de ellas y entender cómo es que se aplicaban a los allí reunidos.

-... de la mano helada del último argénteo... El último argénteo... ¿Zaelus?... será arrebatada la llave que abrirá las puertas de los abismos insondables... La llave... ¿Su espada?

Gerhardine trataba de no perder el hilo de lo narrado, pero le costaba, su cabeza había comenzado a trabajar.

-... con la unión de la sangre de los descendientes podrá forjarse el arma que haga huir las sombras que nos amenazan... ¿Con sangre? ¿La sangre de los caídos? ¿Cuántos más deben morir?... La furia de un pueblo destruído... ¿La furia de mi pueblo? ¿Nuestra furia?... la sangre de los descendientes unida con la sangre del extranjero... ¿El extranjero? -entonces su mirada se posó en Kane y Leonard- Ellos, los dos son extranjeros, no pertenecen a este mundo, o al menos no a este tiempo... Pero -titubeó, sus propios pensamientos parecían traicionarle-... Esa profecía menciona sólo a uno... ¿Quiere decir que uno morirá?

El Senescal guardó silencio y las preguntas no tardaron en hacerse oír. Gerhardine lo miraba, esperando que respondiera a las interrogantes recién planteadas, aún cuando muchas eran también las preguntas que rondaban por su mente, pero prefirió esperar ya sería su turno de preguntar. 

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07/06/2009, 11:46
Sadicer

El comerciante se había mantenido en silencio mientras Wolfgang exponía la antigua profecía, pues sabía que aquel era su derecho y, al mismo tiempo, su obligación.
Pero conocía bien a su antiguo amigo, pudiendo leer en su rostro que, quizá, no tuviese la entereza suficiente para poder responder a las preguntas que habían pronunciado los labios de la persona que más amaba...Majud.
Sadicer tenía la seguridad de que, el senescal, podría afrontar cualquier cosa, cualquier batalla, cualquier penuria...excepto la de explicar cierto aspecto de las palabras que había dejado fluir un minuto antes.
Por ese motivo se alzó de su asiento...caminar le relajaba...y fue él quien respondió.

Eso mismo ha querido decir, Majud. Eso mismo. - respondió con la voz grave que le caracterizaba, aunque esta vez se encontraba ausente el tono jocoso y divertido con que solía pronunciarse. El tema tratado era de extrema gravedad, pues de los allí presentes vendría la salvación de todo cuanto conocían o se verían sumidos en las tinieblas. No sólo Ródennos se encontraba en peligro. Esa ciudad sólo sería una de las muchas afectadas.
En ese momento una voz cargada de júbilo se dejó oir, provocando que el rostro del mercader se volviera hacia el muchacho que se había dejado llevar por sus impulsos - Veo que alguno de vosotros ya ha entendido su presencia en la profecía, aunque no veo que eso sea motivo de alegría exhultante. - aquello casi parecía una pequeña reprimenda - No se trata de ninguna clase de honor, sino de una necesidad.

Sadicer suspiró. Dhan era demasiado joven aún y por eso no intuía el futuro que le esperaba. Puede que madurase con lo que ocurriera más adelante, pero por el momento tenía la visión demasiado puesta en sí mismo y no en lo que le rodeaba.
Quizá tendría que hablar con él más adelante, pero por el momento ese asunto debía esperar.
Volvió a girarse hacia Majud, ya que era la única persona que había reclamado respuestas, mientras el resto se dedicaba a esperar.

Creo que cada cual debe encontrarse en esas palabras, Majud. - le indicó - ¿Acaso no lo has hecho? ¿Ese es el motivo por el que preguntas? Creo que sí te has visto representada, pero te da miedo aceptarlo y por eso buscas la corroboración en tu padre, pero ¿lo ves necesario?
Si yo te digo que tú eres uno de los elegidos ¿quién dirías que eres?

Y volviéndose hacia los demás añadió - Las profecías nunca son completas, ni el destino es inamovible. Puede que algunas cosas estén escritas desde el principio, pero las decisiones propias cuentan en el destino final. Ahora se presenta un momento en el que deberéis elegir vuestra forma de actuar. Podéis asumir vuestro papel y luchar, o bien mirar hacia otro lado y dejar que las cosas transcurran sin vuestra participación. La cuestión es ¿podréis vivir tranquilos sabiendo que pudisteis evitarlo?

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07/06/2009, 23:46
Zack Shermann

Zack permaneció sentado junto a Sadicer escuchando lo que es senescal tenía que decir. Mientras tanto observaba uno a uno al resto de personas en la sala, sus distitnas reacciones, su actitud. La verdad es que veía un poco de todo en aquella gente, aunque aún no sabía bien a que venía aquella apresurada reunión de gente tan dispar.

Al escuchar las palabras de Wolfgan, el herrero reconoció inmediatamente la profecía que poco antes, ese mismo día, le había recitado el comerciante y, un poco más tarde, había sido mencionada por los extraños atacantes del Ròdennos. Pero el senescal fue más lejos que el comerciante, desvelando nuevas estrofas que se hacían, si cabe, más confusas que la primera.

Tras sus palabras se hizo el silencio. Parecía que cada uno, por su cuenta, trataba de descifrar el enigma encerrado en aquello versos o que, simplemente, les daba igual lo que pudiesen significar. Zack no fue menos y trató de sacar algo en claro, - Zaelus podía ser el último regente argénteo... y lo del reflejo de la sangre en el cielo lo llevo diciendo mucho tiempo... ¿Extranjero?.... Bueno, aquí hay unos pocos... - pero su mente nunca había sido muy diestra en esos menesteres. Él era un trabajador nato y no era capaz de ver más allá de lo que le podía convenir más o menos, o del ensayo y error para descubrir nuevas técnicas en la herrería. Por ello, tras un tenue intento de desencripatación, dejó de intentar sacar algo en claro de las palabras recitadas y miró a Sadicer como suplicando una explicación.

Muchas fueron las preguntas planteadas y pocas las respuesta. Sadicer se levantó del lado del Zack y este le siguió con la mirada esperando por fin aclarar algo. Aunque las palabras del comerciante no fueron tan esclarecedoras como le hubiese gustado al herrero. La pelota ahora estaba en el tejado de Majud, lo que hizo ser objeto de buena parte de las miradas de la gente de la sala. Zack había conocido bien a Majud en los últimos tiempos y sabía que tenía algunos puntos débiles pero desde luego la inteligencia no se encontraba entre ellos y es por ello que tenía casi más esperanza en que Majud resolviese el entuerto que en que lo hiciese el senescal o cualquier otro de los que poblaban el salón en aquel momento. Eso se reflejaba en su mirada clavada en la noble muchacha, como animándola a que demostrase de lo que era capaz, que no se amedrentase en decir lo que pensaba, no era el momento, y esa sí era uno de sus puntos débiles.