Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Forja de libertad

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06/04/2009, 14:47
Dhan

Dhan quedó perplejo ante la respuesta de la joven caprichosa y arrogante. No solo se enfadaba por ver cuestionados sus planes y motivos, sino porque él mismo tuviera a bien creer que otros eran primordiales y mucho más importantes.

Quedó con la boca abierta, cual niño hambriento al ver pasar un trozo de pan. Así por un instante se sumió en sus propios pensamientos hasta que la propia sequedad de la garganta le hizo tragar saliva para continuar con su respiración acentuada y desconcertada.

Miró a Sophie y luego al soldado, miró la puerta, y de nuevo, a Sophie y al soldado.

¿Qué diablos hacía aquella mujer? ¿Se acababa de encerrar como una niña pequeña que no se sale con la suya de ir a cabalgar un día de lluvia? ¿Cómo si su padre le impidiera ir a la fiesta que ella anhela con su vestido favorito?

- Malditos nobles... siempre con tonterias... renegó susurrando. Abrió la puerta de una patada. Me parece bien que tengas por prioridad tus amigos y tu padre a una antigua y olvidada profecía, pero encerrándote así nos insultas a todos los que aquí estamos, dispuestos a ponernos en peligro por su salvaguarda. No me han nombrado como su guardián pero no hace falta. Soy libre de tomar mis propias decisiones. Sin embargo, esta actitud de niña consentida deja mucho que desear, y por supuesto da a entender que SÍ dijo enfatizando y apuntándole con el dedo. necesita un protector como por conocimiento y experiencia sabe su padre, y por ello no tiene uno, sino tres. ¿Acaso cree que si su padre no hubiera confiado en mí, me habría dejado estar siquiera en el mismo edificio que vos? se puso de espaldas ahora mirando a Sophie y al soldado.

- ¿Pretendes humillarnos acaso? Me dices que no soy digno de protegerte, cuando ni tu misma erez capaz de elegir a quién quieres proteger. En cuanto he cuestionado tu decisión, como una niña pequeña, has dejado caer sobre mí tu indecisión y tu falta de coraje, has dejado que yo decida qué hacer, así como los demás, dijo volviéndose de nuevo a la joven que yacía llorando en la cama. Para así poder echarnos la culpa de todo cuanto acontezca después.

- Pues no estoy dispuesto a decidir por vos. ¡NO GRAN DAMA!. Sois ya mayorcita y tenéis el poder suficiente para hacerlo, así como la libertad de vuestros actos. Vos decidiréis si vais a avisar a vuestro padre o a vuestros amigos, o si por el contrario permanecemos todos aquí a la espera de noticias. Mi misión ahora es protegeros y no me iré a ninguna parte sin vos, os guste o no. Al menos hasta que vuestro padre vuelva sano y salvo, y me releve de tal cargo. dijo cerrando de nuevo la puerta con un buen portazo y sentándose tras ella en el suelo. Malditos nobles engreídos y caprichosos... Ahora será culpa mía que no sepa ni lo que quiere... psss

Notas de juego

:P

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06/04/2009, 18:47
Majud Dahatsy

Majud se volvió a ver al desaforado aspirante a hombre que acababa de abrir su puerta de una patada, lo miró con aire distendido, como quien escucha a un sabio profesor dar una clase que le parece agradable, de hecho se sentó en la cama y lo miró atentamente a los ojos, con la vista entornada y como demasiado concentrada. Echó una breve mirada a Sophié a lo lejos. Y le dejó hablar, desahogarse, despotricar contra ella y todas sus malas actitudes según él. Poco le faltó a la joven hija del Senescal para echar a reír, sería que no tenía ganas o que en realidad el momento era serio afuera porque allí dentro, no parecía más que un circo.

Aquel muchacho no tenía ni idea de que lo que era Majud, de las cosas que había tenido que vivir y de lo que había tenido que pasar para poder estar al lado de su padre sin que ninguno de los dos sufriera, ese joven no sabía nada de nada y creía que con la mano en la cintura podía llamarla niña consentida. En efecto, no planeaba humillarlos, por una vez iba a cumplir las órdenes de su padre pero ya que aquel imberbe caballero, se le había metido en la cabeza vaya uno a saber qué idea; la señorita Majud tenía que ponerle un poco en su lugar. Fuera quien fuera, nadie le hablaba así, a menos que se tratase de su padre y casi todos en aquel lugar sabían por qué. Se levantó de un salto de la cama y con paso firme se paró frente a Dhan.

-Escuchad, joven Dhan, no puedes venir a mi casa y hablarme de ese modo. Lo que yo haga o deje de hacer, no es asunto tuyo. Si queréis tratar así a una mujer, buscad una de tu... De tu clase. Ahora mismo vais a dejarme en paz o haré que os encierren y entonces, os aviso, si os estaré humillando-la voz de Majud era serena pero firme, no estaba dispuesta a consentir un arrebato de un fanático.-Ahora, haced lo que os venga en gana pero no os quiero cerca de mí, porque le diré a mi guardia que os mate. Bastante hago con no haceros encerrar por esta insolencia que habéis lanzado contra mí.

Ella no iba a perder la cordura como él, ella había sido enseñada para soportar estoicamente los berrinches de hombres poderosos, las maledicencias de mujeres mucho más importantes que aquel tipo que había venido a llamarla consentida sin saber nada de ella, que se quería hacer el valiente valiéndose de ella y de su supuesta debilidad.

-Yo no culpa a nadie, tomo mis decisiones y ahora mismo os lo he demostrado. Agradeced que no os hago ejecutar ahora mismo por haber irrumpido así en mi alcoba.

La joven rubia caminó sin volver a mirarlo y salió de la alcoba dando grandes zancadas pues era bastante alta. Hizo una seña a Sophié para que la siguiera y otra al guardia pero antes se volvió a otro de los guardias que estaba afuera.

-Hazte cargo de él o haré que te ejecuten a ti también.

No era una amenaza, los soldados conocían bien a Majud pero esta vez, un completo extraño con aires de héroe le había molestado y mucho, como pocas personas lo lograban. Se encaminó sin preguntar más hacia los establos, con Sophié y el guardia tras ella, se montó en su caballo poco después de pedirle que fuera tan rápido como antes y que lograra llevarle con bien a donde quería ir. Le daba un poco de pena aquel muchacho pero no eran las maneras de pedir las cosas, cuando las había pedido como las personas, Majud fue capaz de llevarlo con él al corazón mismo de su casa pero con aquellas maneras, la joven simplemente no comulgaba. Vio a su guardia, a Sophié y les hizo una seña, estarían bien y él iba a perdonarles aquello.

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07/04/2009, 23:24
Zack Shermann

Zack seguía absorto en sus pensamientos, tratando de encontrar una explicación a lo que sus ojos veían, y sin prestar más atención de la necesaria al hombre con el que luchaba. De pronto su enemigo cesó en su empeño y calló al suelo. El herrero, sorprendido, desvió la mirada buscando la causa de ese suceso y vio como Sadicer sacaba su espada de entre las entrañas del viejo.

Sadicer :
 

No frenes tu espada porque ellos no lo harán. Antes o después conseguirán herirte o algo peor. Si no piensas en tí mismo al menos hazlo en los que te rodean. En Ródennos tambien hay niños, y estos no se encuentran armados.

Zack miró por un segundo al mercader mientras las palabras que acababa de escuchar llegaban hasta su cerebro para ser procesadas. Sadicer tenía razón, como siempre, pero Zack sentía que ese no era su deber. Quizás fuese cierto, o quizás una simple escusa para enfrentarse a su subconsciente. Zack quería responder a Sadicer, pero no le salían las palabras, no sabía que decir. De pronto un sonido de cascos atrajo la tención de ambos.

Sadicer :
 

Parece que llega la ayuda. Ahí viene Lord Zaelus con sus hombres....puede que no esté todo perdido. Aunque debería haber elegido otra armadura, maldita sea.

Zack se sintió aliviado pues ahora podría alejarse de la batalla y dejarla en manos de los soldados. Pero también se sintió muy extrañado - ¿Lord Zaelus?... ¿Por qué ha venido él?... Es extraño, no suele arriesgarse a la primera.... seguramente se enteraría de que los atacantes son campesinos y habrá venido a lucirse con los pobres... - Sea como fuere, el herrero se apartó dejando paso a la guardia y buscó algo que hacer en todo aquel barullo: ayudar a heridos, recoger el armamento caido, rearmar a los suyos...

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09/04/2009, 23:33
Master Indio

Las palabras de Majud habían sido tajantes y repletas de un poder que no solía usar en prácticamente ninguna ocasión.
Sin embargo, ella era la hija del Senescal, por lo que los soldados sabían lo que tenían que hacer si una orden surgía de sus labios. Más aún si hacían referencia a un completo desconocido con unos arrebatos que le podían haber costado la vida.
Dhan había dado rienda suelta a su impetuosidad, tomándolos por sorpresa, pero alguna que otra espada había sido desenvainada y parecían dispuestos a acabar la discusión de una forma totalmente irreversible.
Si alguno de ellos, o cualquiera que no fuera el propio Senescal o Lord Zaelus, hubiese hecho la mitad de lo que Dhan acababa de hacer, habrían terminado de forma irremediable presos o muertos....casi con seguridad lo segundo.

Pero Majud había hablado y zanjado la cuestión, alejándose por el pasillo con su aya y el guardia que había dejado Wolfgang, dejando atrás a un Dhan que tendría, a partir de ahora, los movimientos mucho más limitados en el interior del castillo. Desde ese momento tendría su propia guardia personal, pero no para protegerle, sino para vigilarle.

Por otro lado, la hija del Senescal había llegado hasta las caballerizas y se dispuso a abandonar el castillo.
El soldado que la acompañaba sabía que se estaba jugando el cuello si le permitía ir al pueblo y allí resultaba herida o algo peor, pero en cierto modo sus deseos eran similares a los de la joven.
Sus compañeros estaban luchando y él se veía relegado a vigilar a una joven. Decidió callar y seguir a Majud...en realidad no estaba desobedeciendo totalmente a Wolfgang, así que quizá pudiera salvar el culo despues de todo.
Sophie y él subieron a dos caballos y se dispusieron a seguir a la joven donde esta fuese, pese a que ninguno sabía realmente sus planes.

Los equinos se pusieron en marcha y abandonaron el castillo.

Notas de juego

A partir de ahora desmarcad al otro.

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10/04/2009, 09:31
Majud Dahatsy
Sólo para el director

Sabía que no podría ir por el camino de siempre, porque además quizás se encontraría a otros soldados y aquello podía ponerlos en peligro a los tres si a algún soldado le daba por hacerse el bueno con Wolfgang y quedar bien con él. Hizo una seña a sus dos acompañantes para que la siguieran, esperaba que Dhan estuviera bien, a pesar de todo, no le deseaba mal y es que Majud no se detenía en esas cosas. Sólo una persona merecía su odio y se esforzaba en darle a esa persona, cada noche desde donde estaba todo su odio. Azuzó al caballo de tal manera que sintió que si no se cogía bien, iba a terminar como nunca, en el suelo pero no cayó y Viento cogió más velocidad. Tomaron el camino alterno, en realidad no había uno pero fueron por la parte de atrás, contraria a la que habían hecho por la mañana al ir a ver a Zack.

Majud estaba consciente de que iba demasiado rápido, así que aminoró el paso y esperó por el soldado y por Sophie. Con la respiración agitada, se dirigió a ellos sin dejar de moverse. Les explicó lo que quería hacer, sin duda nadie más que Sadicer tenía datos tan exactos de aquella profecía y ella quería enterarse más, claro, también quería asegurarse de que Zack estaba bien pero eso no lo dijo. Propuso encontrar a Sadicer, hacerle un par de preguntas y luego de eso, ir directamente al frente a ver a su padre. Se acomodó la espada corta a la cintura que iba cubierta por la capa y les hizo una seña, hora de retomar el ritmo, ya podía verse el techado de la casa del herrero; en breves podrían entrar. Esperaba poder hacerlo sin llamar mucho la atención.

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10/04/2009, 20:06
Meredith Gailast

Aún no había podido recuperar ese latido que había creído el último. Meredith apenas había atinado a levantar los brazos para proteger su vida, para interponerlos delante de sus ojos y su verdugo, pero no había hecho más. El brillo de la espada le había cegado, ese brillo reflejo de los rayos de un sol que desde hacía muchos años era mensajero, inclemente, de un tiempo que no se dejaba de escurrir. Blanco había sido el segundo donde el silencio se había hecho, blanco había sido el recuerdo de la última ausencia, aquella que había marcado su primera muerte. Silencioso había sido el silbido de la hoja, y estrepitosas las chispas justo por delante de su rostro, pasando a centímetros de sus pestañas. Pero el corazón de Meredith ya se había detenido y su mente, o su alma, o su memoria, ya había iniciado el camino a los abismos para no volver.

Por ello, cuando se sucedieron los momentos y la sangre no corrió sobre su cuerpo frío, Meredith levantó los ojos en la dirección del sol. No los había cerrado: jamás volvería a cerrarlos ante el pánico o el dolor, pues ya los conocía demasiado bien. Levantó los ojos mientras los sonidos comenzaban a volver atolondrados, y con ellos volvían los latidos, los gritos y la realidad. La armadura era platina como ríos de mercurio, pero ella la vio opaca y bajo la insignia de una cruz ajena, lejana y desconocida. La espada era fina, pero la vio gruesa, y el guante que la sostenía lo vio rígido en vez de flexible. Y a ese rostro lo vio antiguo: vio otras pupilas, se perdió detrás de otros labios, y se olvidó de todo.

Ahogó un gemido, reaccionando por fin; pero no era por la cercanía a la muerte.

Lord Zaelus cruzó ojos con ojos sólo un momento, y Meredith tardó más que ello en salir de su trance. Cuando el contacto se rompió, y se encontró con el cuerpo del soldado de Rosslyn a sus pies, ella se agachó. Sus manos se hundieron entre los pliegues de la armadura, con la pericia de quien sabe exactamente el dónde y el cómo, hasta que sus dedos rozaron la piel. Presionó con fuerza contra el cuello buscando la vida, aunque la sabía totalmente perdida, por su gesto, por el rigor, por la sangre que manchaba sus manos por completo. Permaneció así mirándole el rostro, mirando directo a sus ojos abiertos que no habían alcanzado a cerrarse, intentando comprender.

- ¡Zack! ¡Zack! - gritó Meredith de pronto, encima del caos, al ver al herrero movilizarse dejando su línea de ataque. Se levantó recogiendo las faldas con ambas manos, llena de sangre ajena sobre el pecho, en las manos y el cuello. Corrió hacia él, evitando como pudo los conflictos, y cuando llegó le aferró del brazo con una fuerza que no tenía nad que ver con ella - Hay dos hombres detrás de las filas de los atacantes, que aunque no parecen generales parecen dirigir algo, y que han venido con ellos. Son gente de Rosslyn, Zack. Esos dos hombres observan el ataque como los pastores observan el camino de sus ovejas. Esta gente parece drogada, bajo el influyo de hierbas o preparados alucinógenos, y creo que esos dos hombres pueden tener que ver con eso. Yo no puedo llegar a ellos.

Permaneció mirándolo a los ojos, febrilmente. Luego lo soltó con suavidad, y al ver a Sadicer, pareció centrarse. Miró a su alrededor, buscando heridos.

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12/04/2009, 22:12
Zack Shermann

El sonido de la batalla seguía a su alrededor pero, aunque ahora comenzaba a sonar a su favor, Zack se había distanciado mentalmente de ella. El herrero de afanaba en recoger las armas y escudos caidos para llevarlos allí donde hiciesen falta así como en ayudar a los heridos a ponerse en un lugar más seguro.

Iba concentrado de un lado a otro y apenas si prestaba atención a los sonido que le llegaban de uno y otro lado, poniendo toda su capacidad en su ojos. Quizás por eso no fue sino hasta que Meredith le agarró el brazo que advirtió la presencia de la mujer cerca suya.

Zack se había agachado a recoger una espada, pero acercó su cara a la de Meredith para escuchar mejor lo que tenía que decirle, tratndo de aislarse del resto de sonidos, la mayoría desagrabales, que llegaban por doquier.

Meredith:

Hay dos hombres detrás de las filas de los atacantes, que aunque no parecen generales parecen dirigir algo, y que han venido con ellos. Son gente de Rosslyn, Zack. Esos dos hombres observan el ataque como los pastores observan el camino de sus ovejas. Esta gente parece drogada, bajo el influyo de hierbas o preparados alucinógenos, y creo que esos dos hombres pueden tener que ver con eso. Yo no puedo llegar a ellos.

 

Cuando Meredith terminó de hablar, Zack la miró en silencio durante un momento sin saber muy bien, quizás por lo estresante de la situación, qué era lo que la mujer quería. - ¿Y qué quiere que haga yo?... ¿Acaso tengo alas?... Además, creo que aquí se necesita más ayuda... - Tras un instante el herrero habló cerca de la oreja de la mujer para que se le escuchara - También puede que solo sean forasteros que se han quedo a ver el espectáculo, Meredith. Hay gente muy rara por ahí. - Seguidamente el herrero salió correndo para darle la espada que acababa de recoger a un soldado que había quedado desarmado por un campesino que empuñaba una horca.

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14/04/2009, 22:01
Master Indio

El plan de Majud parecía bien trazado, pero todo se desmoronó cuando hizo girar el caballo en la última esquina y se aproximó a la puerta de la herrería.
¡El frente de batalla estaba allí mismo! Justo unos metros más allá. Las carretas de los comerciantes, excepto la de Sadicer, habían sido volcadas para ser utilizadas como barricadas. Pero estas no habían conseguido contener a los atacantes, sino ralentizar su avance.
Horcas contra espadas, picas contra hoces. Aquello era una pesadilla.

Tanto Majud como aquellos que la acompañaban podían ver ahora, perfectamente, a lo que se enfrentaba el pueblo de Ródennos.
Los atacantes no mostraban gesto alguno en sus rostros, miradas vacías que parecían no ver lo que tenían delante. No gritaban si se les hería, ni se alegraban si su enemigo caía ante ellos. Eran como cáscaras vacías.

La batalla era cruenta. Difícil poder determinar quien era atacante y quien defensor, puesto que muchos portaban las mismas ropas de aldeano.
Majud pudo distinguir, con bastante dificultad, cómo Sadicer se enfrentaba a uno de los atacantes, manejando la espada con una destreza que se antojaba extraña para un mercader, y más de su edad.
En las cercanías, Zack se había apartado de la batalla. No luchaba, pero se movía sin descanso para llevar armas a aquellos que las habían perdido.
Meredith se encontraba, en ese instante, junto a él.

Un poco más allá, la fácilmente reconocible armadura argéntea de lord Zaelus, comenzaba a teñirse del rojo de sus enemigos. A su lado se encontraba Wolfgang, cubriéndole las espaldas mientras descargaba, una y otra vez, su espada sobre aquellos que osaban acercarse lo suficiente.
El espectáculo, que parecía haberse detenido mientras Majud asimilaba cada uno de los detalles, volvió a mostrarse en su ritmo normal.
Los sonidos de la batalla la golpearon fuertemente. Por un instante levantó la mirada hacia el horizonte, sin saber exáctamente el por qué.
A lo lejos, quizá a unos trescientos metros de la ciudad, pudo ver dos figuras que observaban la batalla de forma impasible, como si fueran ajenos a lo que ocurría.

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15/04/2009, 18:09
Dhan

Dhan aguantó la reprimenda y las duras palabras de la joven con rostro serio y la cabeza bien alta, no la bajó en ningún momento. Estaba orgulloso de él mismo y el hecho de que ahora quedara tal como estaba al principio no era en absoluto una humillación. No había aspirado en ningún momento a recorrer el castillo como un igual allí, sabía quién era y lo que era y en un futuro no muy lejano se ganaría ese honor por sus propios méritos y no por la decisión de un noble o de su hija.

Aun así regruñió de fastidio al escuchar las últimas palabras que no dejaban lugar a dudas. Y a pesar de que no necesitaba ni quería quedarse en aquel lugar en el que ya había cumplido su primera misión, el hecho de perder el privilegio que había gozado hasta hace un instante le fastidió. No debí insistirle tanto. Diantres.

Cuanto Majud salió hacia las caballerizas, Dhan la siguió con la mirada, se alejó de la alcoba y la miró desde lejos partir a lomos de su corcel. Así se hace cariño, nada de quedarse llorando en la cama, hay que luchar por lo que uno cree que es lo correcto. Dhan sonrió orgulloso y satisfecho. En parte y aunque no le había salido como quería, había conseguido que ella no se quedara en la alcoba, al menos era algo... a pesar de que no era lo que él quería, pues habría deseado convencerla de partir a la batalla, pero bueno... quizás era mejor así. No tenía nada que la ataba a ella. ¿O quizás sí?

¿No es acaso el destino el que la puso en su camino? Tengo que medir más mis palabras o terminarán ahorcándome. Si la veo de nuevo le pediré disculpas. Es más complicado de lo que yo creía... que una mujer entre en la alcoba de otra no es tan problematico... Olvidé que no soy una mujer... Diantres... Debería ir tras ella y protegerla, pero me ejecutarían allí mismo antes de alcanzarla. Suspiró.

Sin embargo, Dhan era cabezota y testarudo como ella sola, no dejaría que se escapara su segunda misión. Proteger a la dama en apuros... claro que lo de dama estaba seguro... lo otro...
Él sabía dónde iría, sabía a quién iba a avisar... no era difícil dejar el castillo y buscarla con sus amigos, además quizás pudiera ayudar allí.

Diantres... empiezo mis aventuras y ya las mujeres me traen de cabeza...

Miré al soldado, le hice un gesto con la cabeza, mi espada ya estaba guardada.

- Es mejor que mi espada parta a la batalla y protega Ródennos contra los invasores. hizo una reverencia. ¡Deseáme suerte! dijo y salió corriendo hacia donde recordaba estaba la salida por la que entraron.

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15/04/2009, 19:08
Soldado

Dhan corrió por el pasillo, pero apenas había dado un par de pasos cuando sintió que su propia ropa trataba de ahogarlo.
Sus piernas continuaron su avance, pero la parte superior del cuerpo no acompañó el movimiento, por lo que terminó sentado de culo sobre el frío suelo...quizá incluso le salieran sendos cardenales.

¿Dónde crees que vas, truhan? - preguntó una voz a sus espaldas, y cuando el muchacho volvió la mirada pudo observar cómo el guardia, el que había sido designado por Majud para vigilarle, sujetaba su ropa con fuerza - ¿Acaso quieres que me ahorquen? No pienso perderte de vista ni un momento, y como no te estés quietecito te meto en una celda ¿entendido?

Al parecer no iba a ser tan sencillo como había supuesto. Quizá la vida real no fuese tal y como la había imaginado en sus ensoñaciones, y convertirse en un gran caballero no dependía únicamente de los deseos.
Ahora tenía un nuevo obstáculo ante él. Un simple soldado que cumplía unas órdenes absurdas. ¿Qué hacía ese hombre allí en vez de luchar contra los invasores? Era una pérdida de tiempo el que se encargase de vigilarle a él, que simplemente había acudido para avisar del peligro. ¡Vaya pago que recibía por ello!

Ahora tendría que buscar la forma de convencerle, lo cual parecía bastante difícil, o escapar de su vigilancia. Quizá incluso tuviera que matarlo...una opción horrible, sin duda, y que podía tener consecuencias funestas, pero una opción al fin y al cabo.

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15/04/2009, 19:00
Majud Dahatsy
Sólo para el director

El corazón de Majud se detuvo un instante, un segundo que en realidad fue toda una eternida, un segundo en que su sangre dejó de correr por sus venas y la joven rubia pudo sentir todo el frío de aquella sangrienta batalla. Todo el frío de los corazones que la peleaban, sintió deseos de desenvainar su espada pero entonces sería mucho desobedecer a su padre, además, se había quedado por completo petrificada. Volteó a mirar a Sophie y luego al soldado, luego volvió a plantar sus ojos en Sadicer.

Los movimientos le parecían lentos reflejos pero sabía que no lo eran, luego plantó su vista en aquellos que miraban todo como protegidos o protegiéndose de alguien. Pero estaban muy lejos de ella, tenía que acercarse más a su padre, si no podían continuar allí, debían retirarse y retomar la batalla más allá. Luego sonrió con displicencia para sí misma, era una idiotez. Había que pelear. Su mente se partía en un debate sobre lo que debía hacer, por primera vez estaba indecisa aquel día pero poco a poco todo fue aclarándose. Era obvio que como soldado no serviría y que además, si su padre la veía, quizás esto la distraería poniéndola en peor peligro. Así que se apeó del caballo.

-¡Vamos, ayudemos al herrero!

Trató de acercarse a él y de ayudar, sentía miedo, sí pero también sentía que era mejor que no hacer nada. Sintió un poco de pena por Dhan, lo habría llevado con ella si se hubiera comportado de otra manera pero lo cierto es que ya estaban allí y no había modo de cambiar lo que había sucedido. Sólo esperaba poder mantenerse con vida.

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15/04/2009, 19:34
Master Indio

Tras el cruce de palabras entre Meredith y Zack, este último parecía seguir centrado en intentar ayudar en lo que pudiera, pero sin llegar a entablar combate con ninguno de los atacantes.
Hubiese sido muy diferente si se tratara de soldados, pero ¿aldeanos? ¿niños? No, con eso no podía.
Ni siquiera se planteaba los argumentos de Meredith. Puede que la mujer tuviera razón y que, aquellas dos figuras, tuvieran algo que ver en lo que ocurría, pero en aquel instante poco importaba que estuvieran a trescientos metros o trescientos kilómetros. No podían alcanzarlos.

Los gritos de dolor se sucedían a su alrededor. Parecía que la lucha se endurecía por momentos, una vez que los defensores habían comprobado los pocos escrúpulos que mostraban los atacantes.
Sadicer continuaba luchando y sus pasos le habían llevado cerca de dos figuras montadas a caballo.
Lord Zaelus, con su armadura plateada, y el senescal Wolfgang luchaban con furia para abrirse paso entre las filas atacantes.
Ambos se encontraban completamente rodeados y cada vez llegaban más enemigos. Al parecer habían encontrado un objetivo mejor que las gentes de Ródennos.

En un momento dado, Zack miró hacia atrás y vió una figura que se dirigía hacia donde él estaba, a excasos dos pasos de Meredith.
El rostro era perfectamente reconocible, aunque las ropas no tuviesen parecido alguno con las que había portado un par de horas antes.
Majud se acercaba rápidamente, seguida por su aya y por un soldado. Vestía ropas masculinas y portaba una espada a la cintura.

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16/04/2009, 22:55
Zack Shermann

El herrero se afanaba en ayudar tanto como podía, marchando con paso rápida de un sitio a otro. Estaba en todas partes en las que podía ser de alguna ayuda, pero no volvió a empuñar su espada contra aquella extraña gente que sitiaba su hogar, aunque en algún momento estuvo apunto de hacerlo al ver peligrar la vida de sus compañeros que finalmente solían salir airosos de sus enfrentamientos.

En una de las carreras Zack puso la vista en un soldado que se acercaba. Volvió la vista a lo que estaba haciendo pero, en apenas unas décimas de segundo, su cerebro procesó la información que había recogido sus ojos. - Dos soldados acompañdos por una mujer... ¿Una mujer?... Esa mujer es... Ese soldado NO es.. - Volvió de nuevo la vista incrédulo y se fijó bien en el "hombre" que guiaba el grupo. - ¿Majud?..... ¿Pero qué...? - Enseguida el herrero comprendió. La visión de la espada balanceándose en su cinto, aquellas ropas, aquella mirada y aquel paso decidido no podían significar otra cosa.

- ¡Ah, no!... ¡Ni pensarlo! - Dijo casi para sí mismo mientras se encaminó hacia el grupo con intención de detenerles - ¡¿Qué crees que haces?! - Dijo esta vez en voz alta acompañada de un gesto desafiante con la cabeza. Sin embargo se cuidó de no nombrar a su interlocutor pues sabía que no sería bueno para nadie. - No te acerques más. ¡Esa gente está loca! - Inquirió el herrero con la esperanza de que Majud se detuviese y entrase un poco en razón.

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21/04/2009, 05:30
Meredith Gailast

Ante las palabras de Zack, Meredith se encontró sin salida. La seguridad que había sentido respecto a la importancia de aquellas dos personas que observaban se había desdibujado, casi totalmente, bajo su propio razonamiento; pero ahora que otra persona desmerecía de igual forma su instinto, comenzaba a creer que estaba equivocada. Al fin de cuentas, era cierto: ¿qué sabía ella de todo eso? ¿Qué hacía allí, en primer lugar?

Entonces, se quedó de pie en el medio de la lucha enloquecida, estática. En ese momento, ni siquiera hubiera movido un dedo para salvar su vida, porque se encontró sumida en tal conflicto interno que la lucha se le antojó un mero ruido ambiente. Giró y miró sin ver la sangre derramada, escuchó sin oír losa gemidos de dolor; percibió sin sentir el vibrar del suelo bajo la marcha del ataque, la vibración de la muerte arrastrándose inexorable entre las piernas de los sorprendidos hombres, mujeres y niños de Rodennos. Todo aquello, de pronto, le parecía distante como un recuerdo, separado de sí como a través de un sueño: casi irreal, un delirio, una pesadilla de la que debía despertar.

La mujer de hacía sólo un rato fue la grieta en aquella ilusión. Meredith la vio pasar a su lado, camuflada en las ropas masculinas, inconfundiblemente femenino su andar. Vio la espada, vio a Zack gritándole por su cordura, y volvió a preguntarse qué hacía ella allí, en medio de todos aquellos seres útiles, valientes y lanzados. Los muertos estaban muertos, seguirían muertos; los heridos morirían, más rápido si sus manos oxidadas los tocaban, más lento si los dejaba a merced del destino. ¿Qué hacer?

¿Qué podía hacer, frente a tamaño sinsentido?

- ¡Está loca! ¡Les ha sucedido algo! – insistió, de pronto tan convencida de nuevo de su pensamiento que no se reconoció ni ella en su perseverancia – ¡Ningún niño avanza hacia la muerte de esta manera! ¡Algo les han hecho esos dos que están mirando allí atrás escondidos! – la voz de Meredith empezó a escalar de tono, y llegó al punto de la histeria – No sé qué ha sido, qué les han puesto en sus comidas o en sus vasos, pero han nublado sus mentes. ¡Ni siquiera los hombres más leales avanzan con tan vacío en los ojos hacia la muerte por su señor!

Miró a Majud a los ojos, como si esperara una comprensión que no iba a llegar. Volvió a mirar a Zack. Miró a Sadicer. Cada una de sus opciones era más desacertada que la anterior. Entonces, vio a un herido; vio la sangre, la muerte, vio la brecha y el abismo. Impulsada por su propia adrenalina, se acercó e intentó auxiliarlo.

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21/04/2009, 19:12
Majud Dahatsy

La joven desenvainó la espada casi de una manera instintiva y es que no le parecía que tenían otra opción, así que la empuñó así mientras escuchaba las palabras de Zack, sabía que aquello era una locura pero tenía que llegar hasta su padre y morir por él si era necesario o morir con él pues ninguno tenía nada más en la vida. Se detuvo clavando su mirada en la del herrero, con los sonidos metálicos de fondo, con la vida hundiéndose entre quejidos y gemidos de dolor, los ojos de la mujer estaban húmedos, como si estuviera a punto de llorar. Negó con la cabeza mientras escuchaba ahora la voz de Meredith.

-¡No puedo detenerme!

Le dijo acercándose más a él, él tendría que entenderlo de alguna manera y estaban perdiendo tiempo demasiado valioso. Majud miró hacia un costado, encontrándose con los ojos de su aya, de su amiga y luego hizo una ligera seña con un movimiento de su cabeza: Sophie sabía que ella había tomado una decisión y de ella dependía seguirla o quedarse; aunque conociendo a la muchacha, seguramente preferiría que ella se quedase. Majud se detuvo justo frente al herrero, a dos pasos de él, clavando nuevamente su mirada en la de él.

-Es un alivio que estés bien...-se hizo un nudo en su garganta, parecía lejos de allí pero al mismo tiempo aquella mirada habría acortado cualquier lejanía, incluso esos dos pasos que la separaban del hombre, era mucho más que un alivio verlo vivo.-Pero tengo que ir por él, sólo nos tenemos el uno al otro... Lo sabes mejor que nadie.

Majud había roto todos los protocolos con el herrero y estaba hablando con alguien igual a ella o mejor. Sonrió, en medio de todo aquel desastre, ella se permitió sonreírle a Zack, al menos le había visto con bien antes de hacer nada. Le habría acariciado una mejilla, incluso le habría plantado dos besos en cada mejilla pero ya había perdido mucho tiempo. Desvió un momento su mirada azul de la del herrero y se la dedicó a Sadicer, sin duda un hombre valiente.

-Tengo que ir con él, lo entiendes, ¿no es así? ¿Zack?

Una lágrima resbaló por su mejilla y ella la limpió con el dorso de su mano sin soltar la espada.

-Hay dos hombres allá arriba, no sé quiénes son pero no serán nada bueno cuando no se atreven a sacar sus armas para defender Rodennos, ten cuidado con ellos, Shermann...

Dio un paso atrás muy lentamente, una parte le decía que debía irse, la otra le decía que era mejor quedarse y hablar. Echó una breve mirada a Meredith y le sonrió brevemente, para dar otro paso hacia atrás que la alejaba de él.

Notas de juego

Chicos, disculpen la demora pero es que el viernes falleció un familiar y ya no pude avisar ni nada. Espero no haberlos retrasado mucho.

Mel

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25/04/2009, 00:18
Zack Shermann
Sólo para el director

Notas de juego

A ver dire: ¿Sería posible pasar por la entrada del pueblo en la que está la pelea sin correr muchos riesgos? ¿hay alguna otra entrada por al que se pudiese salir aunque esté más lejos?

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27/04/2009, 23:22
Director

Notas de juego

Podrías sin mucha dificultad. Parece que toda la atención de los atacantes está volcada hacia Zaelus, aunque eso no tiene mucha importancia ya, XDDDDDDDD.
Voy a escribir el siguiente post y verás por qué.

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27/04/2009, 23:25
Master Indio

Mientras la batalla se desarrollaba a su alrededor y las frases volaban de unos a otros, cada cual siguiendo los dictados de su corazón y de la lógica, pese a que en una situación como en la que se encontraban, esta última no parecía tener razón de ser, el rugido de un trueno resonó desde la distancia, envolviéndolos a todos y obligándoles a mirar hacia un cielo carente de nubes.
A lo lejos, donde se encontraba el comienzo del bosque, una cantidad ingente de pájaros levantaba el vuelo asustada por el trepidante sonido.

No fueron los únicos en alzar la vista hacia arriba. Muchos de los que se encontraban cerca de ellos hicieron el mismo movimiento, mostrando un gesto de sorpresa al darse cuenta de que no había nube alguna que hubiese podido generar semejante trueno.
Un segundo despues fue un grito de completa agonía lo que resonó, pero este procedía de algún lugar mucho más cercano.
No tuvieron que esperar para averiguarlo, puesto que unos metros más allá, una figura vestida por una armadura plateada inclinaba el yelmo para observar la pica que surgía de su pecho.
La punta metálica había conseguido encontrar una entrada en la armadura de Lord Zaelus y se había enterrado completamente en su cuerpo.

Las miradas vacías de los atacantes observaban al dirigente de Ródennos, ignorando casi por completo al resto de habitantes, y ahora se encaminaban hacia él, rodeándole y estrechando el cerco.
A este las fuerzas le iban abandonando, hasta llegar a un punto en que ya no pudo sostenerse sobre el caballo y cayó con un fuerte sonido metálico.
Aún así seguía manteniendo la entereza suficiente como para no soltar el arma que portaba en su mano derecha.
Sin embargo, cuando se encontró tumbado en el suelo, su mano no volvió a alzarse.

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28/04/2009, 14:53
Dhan

Su primer impulso fue de salir corriendo, ni mucho menos por que sintiera temor o amenaza en aquellas palabras, sino por su ímpetu y fuerza con la que estaba viviendo aquella nueva vida.

- Tienes razón joven amigo, no sería justo que te ahoracasen por mi necia cabeza. dijo caminando sin llegar a acercarse demasiado para no intimidar al joven soldado. Aunque es extraño ¿no crees? Vengo a avisar de un gran peligro y terminamos aquí los dos sin poder entrar en batalla para salvar a la ciudad. Bueno... continuó mientras se sentaba en una de las sillas que había en el pasillo en el que estaban. Podemos esperar supongo... esta noche no quedará mucho de la ciudad, nos será fácil escapar y huir al bosque. Al fin y al cabo a mí ya no me une nada aquí. sonrió amablemente.

No tenían sus palabras amenaza ni orgullo, eran más bien pensamientos soltados al aire, se acomodó en la silla subiendo las piernas y encorvándose en ellas, con mucha flexibilidad y comodidad, como si una larga espera viniese a su encuentro. No deseaba volver a dejar que su impaciencia le metiera en un buen lío. Lo había intentado con aquella obstinada joven, pero no había sido lo suficientemente hábil con las palabras para convencerla de que debían hacer más que esperar o salvar a dos aldeanos amables. Y por mucho que le costaba, tampoco quería tener que entrar en una lucha de espadas con aquel soldado. Era joven como él mismo, seguramente inexperto y terminarían haciéndose daño sin necesidad, lo que le llevaría a ser un proscrito y no un héroe como deseaba. Así que recordando las palabras de su sabío maestro... Cuida tu espalda y conten tu lengua jovenzuelo... Pegó la espalda a la pared y calló en pos de ver qué le traían los acontecimientos, pues tal como estaba la ciudad, no habría de esperar mucho antes de que pidieran refuerzos o entraran gritando la muerte de su Señor.

O tal vez, simplemente había que esperar que el Soldado bajase la guardia...

Notas de juego

:P

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03/05/2009, 19:35
Soldado

El soldado miró con cierto desdén hacia aquel muchacho imberbe y pagado de sí mismo al que le había tocado en suerte vigilar. ¡Maldita sea! Allí abajo se libraba una lucha y él tenía que tener los ojos puesto en un muchacho al que ni siquiera le había comenzado a salir pelusilla en el rostro...¡y encima se atrevía a hablarle de aquella forma! Como si fuera alguien mejor que él, tomándose un descanso, en vez de tener conciencia de lo que realmente era. Un retenido.

No sabes lo que dices. - respondió finalmente el soldado, el cual sujetaba la empuñadura de su espada, aún enfundada, con tanta fuerza que el brazo temblaba - Ródennos jamás ha caído ante un ataque, y esta vez no será la primera.
Lord Zaelus ha ido al combate y no durará más de una hora. Los atacantes se retirarán y nuestra guardia saldrá en su persecución hasta que no quede ni uno en pie.

En ese momento un tremendo trueno resonó en la distancia, provocando que ambos volvieran el rostro hacia la ventana más cercana, únicamente para encontrarse con un cielo completamente desprovisto de nubes.
¿Cómo era posible una cosa así?
Casi al mismo tiempo, como si fuese una continuación del estampido que aún devolvía el eco, un grito de agonía se levantó desde el campo de batalla, silenciando el resto de los ruidos del combate que conseguían atravesar la distancia y llegar hasta el pasillo donde se encontraban.
Era la voz de la muerte, la cual se silenció abruptamente tras apenas un segundo.

El soldado se acercó rápidamente hasta la ventana, para así poder observar lo que ocurría más abajo, en la calle que servía de entrada a Ródennos.
Allí podía observarse a los combatientes, los cuales parecían haber detenido la lucha en aquel instante. Pero eso no era lo que buscaba el hombre, sino la brillante armadura de su señor...y finalmente la encontró, pero no sobre un caballo como era lo que le dictaba su pensamiento, sino caída en el suelo y rodeada de atacantes.

No puede ser. - balbuceó quedamente - No puede ser.