Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Forja de libertad

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20/03/2009, 17:53
Majud Dahatsy

Majud escuchó la historia de Dhan, prácticamente sin pestañear, palabra por palabra, su corazón iba sufriendo distintas emociones, algo casi imposible de explicar. La joven mujer iba de mirar a su padre, a mirar al joven y de vez en cuando a los que los rodeaban, poco faltaba para que hubiera abierto la boca pero se contenía, esperando que otro terminara aquella historia que por difícil que fuera, ella entendía casi a la perfección. Más no pudo callar más, se mordía los labios para no hacerlo y no pudo, voluntariosa su alma le jugó una mala pasada antes que su padre pudiera decir nada.

-¿Qué quiere decir con no estaban despiertos ni dormidos?

Los ojos clavados en los de Dhan, casi sin percatarse que se había saltado el interrogatorio de su padre que sin duda sabría mucho más que ella de aquello. El corazón le latía con desesperación, pensaba en Zack, en Sadicer, en Meredith, en la gente que había rodeado su entrada al pueblo, habrían de ayudarlos ya mismo pues estaban perdiendo un tiempo precioso. Sin notarlo, tomó la mano de su padre, casi como una niña que en el medio de una tormenta busca el refugio de las manos que la crearon, de las manos que la acunaron y cuidaron en la enfermedad, las manos del ser en el que más confía.

-Padre...- musitó temerosa pero tenía que hacerlo. -Debemos ayudar a Zack, está de camino de esa... De esa gente.

Apretó la mano de su padre aún sin saber la respuesta pero que esperaba fuera positiva y también esperaba que la dejara estar a su lado y que no fuera a encerrarla; no soltó su mano pero hizo una seña a Sophie para que se acercara a ella, si la encerraban, Sophie sería su única salvación y la quería cerca. Luego repasó de nuevo las palabras de Dhan, comparándolas con las de Sadicer, ahora tenían mucho más sentido que antes, sin ninguna duda.

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22/03/2009, 19:23
Wolfgan Senescal de Ródennos

El hombre escuchaba atentamente las palabras que le eran dirigidas, aunque podía verse en sus gestos la urgencia que le dominaba a cada segundo que pasaba.
La historia contada por aquel muchacho desconocido se le antojaba extraña, pero no tenía tiempo, en ese instante, para poder indagar cuánto de realidad y cuánto de fantasía existía en ella. Era prácticamente un niño, y ya se sabía que alguien tan joven solía adornar sobremanera sus historias.

Sin embargo, la mención de una profecía tanto tiempo olvidada, provocó una mirada interrogante en el Senescal, que clavó sin ningún pudor en los ojos de Dhan.
Tendría que esperar, pues por muchas dudas que le provocaran sus palabras, no lo hacían así las que le había dirigido su hija.
Confiaba en Majud completamente, por lo que no cabía duda alguna que un peligro, en forma de ejército armado, se encontraba a la puertas de Ródennos.

Ahora dirigió sus ojos hacia Majud, enarcando una ceja ante la segunda mención de Zack, el herrero.....otra pregunta que quedaría pendiente hasta más tarde. Quizá su niña ya no lo era tanto y él había tardado demasiado tiempo en enterarse, pero le pareció claro que el interés de la joven por el muchacho a cargo de la herrería, era, cuando menos, reclamo a la atención de un padre.
Ya hablarían de ello después.

¡Tú! - exclamó dirigiéndose al soldado que aún quedaba allí - No te separes de ellos en ningún momento. No quiero que ninguno salga del castillo sin mi consentimiento ¿entendido?

Estaba acostumbrado a dar órdenes y eso se notaba, así como el respeto del que era merecedor, puesto que el soldado se cuadró en cuanto el destinatario de las palabras del Senescal fue él.
Pero el rostro de Wolfgang se endulzó levemente cuando se volvió nuevamente hacia su hija - No se lo pongas difícil ¿de acuerdo? Es peligroso salir ahí fuera, pero.......si ocurriera algo y te llegaran noticias acerca de mi persona, quiero que cojas el caballo más rápido y huyas de la ciudad. No se te ocurra venir a buscarme, y recuérdame en un momento menos amargo que este.

Parecía dispuesto a añadir alguna palabra más, pero finalmente se inclinó sobre Majud besándola en la frente, reteniendo su mano durante unos segundos, para soltarla después y volverse, dándole la espalda a su hija y a los que junto a ella se encontraba.
Sus pasos resonaron rápidos en el empedrado del pasillo. Unos pasos que le llevarían hasta los aposentos de Lord Zaelus....no había tiempo que perder.

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22/03/2009, 21:39
Zack Shermann

Zack miró de reojo como algunos vecinos entraban en la herrería en busca de más armas. Desde luego no le gustaba que un montón de gente saqueara su negocio ya que, aunque esperaba que le devolvieran todas las cosas si todo volvía a la normalidad, sabía que con por esas armas se podría sacar un buen dinero que haría vacilar la ética de más de uno. No obstante, tenía mucho más que perder si no conseguían repeler el ataque sobre el pueblo así que, haciendo de tripas corazón, dejó que cogieran todo lo que creyesen oportuno y se dirigió a la entrada del pueblo haciendo un esfuerzo por no mirar atrás.

Al llegar junto a los carros que servían de barricada, el herrero pudo contemplar el ejército que se acercaba con paso firme, pero lento, hacia Ródennos. Desde luego la visión no era para nada la esperada, lo que hizo que Zack cerrase levemente los ojos y se frotara las cuencas para tratar de aclarar su visión. Su expresión se volvió extrañada y confusa cuando aceptó lo que estaba viendo. El herrero se volvió a Sadicer con incredulidad. - ¿Has visto eso?... Es muy extraño... ¿Qué crees que quieren?... ¿Comida?.... ¿Dinero?... No se les ve muy feroces, pero si decididos... - Zack hablaba con tono preocupado debido a lo que estaba ocurriendo. Desde luego aquella lucha sería mucho más dura de lo esperado si finalmente llegaban a las armas pues esos campesinos probablemente no tuviesen nada que perder y, para la gente de Ródennos, sería mucho más duro, moralmente hablando, luchar contra esa pobre gente que, a fin de cuentas, no era más que el vivo reflejo de ellos mismos, sin contar que atacar a mujeres y niños supondría un gran acto de cobardía aunque fuese para defender sus propias vidas y las de los suyos... ¿o no?

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23/03/2009, 17:08
Majud Dahatsy

Escuchó con atención las órdenes de su padre, sabía que algo así sucedería pero no le dio tiempo a más cuando le pidió que no lo hiciera difícil para el soldado bajo el que la dejaba a resguardo. Majud sentía unas enormes ganas de llorar, sentir la tibieza de la mano de su padre era estar viva y que él lo estuviera también pero sabía que él era el senescal y que antes que estar con ella, él debía ver al lord y hacer lo propio. Su corazón casi se colapsa cuando lo vio alejarse, la mirada clavada en las espaldas del Wolfgan, estiró una mano, hubiera querido correr tras él más luego recordó que ella ya no era una niña y que tenía que aceptar que su padre se marchara. Bajó la mano lentamente, miró a Dhan, luego al soldado y por último a Sophie; la joven muchacha no tenía palabras.

-Disculpen...

Tenía un nudo en la garganta e iba pensando en las palabras de su padre, ¿cómo podría irse si le llegaba alguna noticia de él? Si le sucedía algo, perdería todo lo que tenía en la vida. Sabía que el soldado vendría muy cerca de ella, por eso seguía conteniendo el llanto. Se encaminó por los pasillos a paso pronto, segura de que Sophie se encargaría de traer a Dhan, pues al parecer su padre los quería juntos pero primero, ella quería un poco de soledad en su alcoba. Cuando vio la puerta, reprimir el llanto fue casi imposible, así que la abrió, entró y sin mirar al soldado la cerró recargándose de ella y echándose a llorar. No, no tenía miedo por ella, ella tenía el caballo más rápido, temía por su padre, por Zack, quizás fuera egoísta pero no quería perder más personas amadas.

-¿Qué estoy pensando?...-se preguntó entre sollozos.-Dioses, no pongan en peligro a mi padre.

Y rara vez ella suplicaba pero aquello era demasiado, metida allí sin poder hacer nada, las lágrimas seguían cayendo copiosamente.

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24/03/2009, 11:20
Dhan

Dhan mantuvo la mirada del Senescal, mientras intentaba imponer su respeto y averiguar si la historia era cierta o solo las ilusiones de un jovenzuelo proviniente del campo.

Después esperó paciente las órdenes que como hombre de poder tenía en su mano y supo realizar a la perfección... un día llegará en el que yo ordene y todos ante mí partan sin hacer preguntas...

Se sorprendió al ver cómo pedía a su hija que huyera si algo le ocurría, pero aún más cuando no ordenó a nadie que le llevara a las mazmorras o le pusiera bajo arresto. Pues demostró que había cumplido su misión de alertar a la ciudad y no le habían tomado por loco o brujo.

Satisfecho por la misión cumplida y orgulloso de haberlo hecho a tiempo, se fijó en la joven que aguantaba sus emociones y su llanto, era muy hermosa, rubia, alta, de fino rostro y ojos tiernos. ¡POR SUPUESTO! ¡SEGUÍA SIENDO LA DAMA EN APUROS!

- No tema Señor, yo la protegeré con mi vida, nadie se atreverá a ponerle una mano encima teniéndome como guardián. dijo altivo y en voz alta para que el Senescal que ya corría para avisar al Lord pudiera escucharle... casi terminando aquellas palabras ella ya había marchado corriendo. Así que presto y veloz la siguió, no importándole lo más mínimo la presencia de otras personas ni el desconocimiento que tenía sobre los protocolos a seguir, mucho menos de estar en un lugar que no había visitado nunca antes.

La muchacha se encerró en su cuarto y cerró la puerta. Seguramente necesitaba llorar a solas, Dhan la comprendía muy bien, mucho mejor de lo que Majud podría nunca creer.

Pero Dhan hizo caso omiso del soldado que les había seguido también, para protegerles o al menos intentarlo. Así que se recostó en la pared contigua a la puerta de la joven y se dejó resbalar por ella, quedando sentado en el suelo. Se tapó con el viejo abrigo de su maestro, para evitar pasar frío y sobretodo que vieran la espada que todavía permanecía enfundada... de momento... pensó nervioso y excitado por todo lo que estaba aconteciendo y tan rápido que apenas le dejaba tiempo de disfrutarlo.

- La protegeré con mi vida, repitió en voz alta, no tanto para que le escucharan sino para sentir orgulloso que tenía una nueva misión que cumplir y de la cual aprendería mucho, pero disfrutaría aún mucho más.

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24/03/2009, 18:54
Majud Dahatsy

Pasados unos minutos, el corazón y el alma de la joven se tranquilizó. Separó sus manos de la puerta, se secó las lágrimas y arregló un poco sus cabellos; lentamente abrió las puertas de par en par.

-Pasad todos...

Dijo sería y sin mirar a nadie más que a Sophie.

-Mi padre quiere que estemos juntos y es lo que haremos. Aquí hay una pequeña sala donde podemos estar todos, claro, mis aposentos sólo tienen acceso para Sophie y para mí, sin ofenderlos.

Me volví a Sophie y la tomé de las manos.

-Haced que nos traigan algo de beber y de comer.

Luego me senté junto a la ventana, el soldado permaneció de pie, seguramente creyendo que ese era su trabajo. Mi vista estaba clavada rumbo a aquel lugar por donde habíamos venido, deseando que todo estuviera bien, que las cosas hubieran sido fáciles para los nuestros. Quería hacerle preguntas a Dhan pero no estaba de ánimos para ello, mi corazón estaba en otro lugar.

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25/03/2009, 05:42
Meredith Gailast

Meredith hubiera deseado no ver los rostros de quienes se dirigían directo a Rodennos. Toda su decisión, si la había tenido por algún segundo, cayó de inmediato al divisar al primer niño de las filas atacantes. ¿Cómo podía hacer frente a aquella alternativa, a aquel pueblo tan parecido al que ahora era su hogar, donde la crueldad de su dirigente o la desesperación del hambre mandaba a un grupo de infantes al pie de la guerra? Meredith concebía pocos horrores más allá de la muerte de un niño, y la perspectiva de decenas de ellas delante de sus ojos, de inmediato, allí nomás cerca suyo, le sacudió por entero.

Mirando a los infantes, quieta y detenida a la mitad de su movimiento, fue cuando notó algo. Quizás había sido la falta de armas profesionales, de las que un ejército o al menos los afortunados vecinos de Zack podían disponer; aquellas parecían producto de un apuro, de tener en las manos lo primero que se encontraba cerca y que pudiera dañar de alguna manera. Quizás habían sido los pasos, arrastrados como si los cuerpos tuvieran un peso que no existía, pues ninguno de ellos tenía armadura alguna que los impulsara hacia abajo en al tierra; y no tenía sentido que una turba atacante caminara de otra forma que no fuera firme, pues no cabía la idea de que arrastrara los pies quien va a pelear por su hambre o por su vida. Quizás había sido eso, o la sorpresa, o todo en su conjunto, pero Meredith lo supo sin dudas luego de un parpadeo: habían sido sus rostros.

- ¿Cómo... cómo puede ser?

Había visto esa expresión ausente antes, en los ojos de los hombres muertos cuya mirada seguía fija en un punto del cual ya no veían nada. También se encontraba en los ojos de los hombres llenos de sustancias, atontados y por completo fuera de sí mismos, como en el momento previo a la primera incisión quirúrjica. Meredith les vio caminar como presos de un estupor maldito, como intoxicados por un mal preparado, cuando sus cuerpos por su aspecto debían estar tirados en el suelo sin movimiento alguno. No había forma que se movieran con esa ausencia, estando sus mentes tan lejos de sus cuerpos, a menos que fueran como las marionetas de los espectáculos de niños y alguien estuviera manejándolos con hilos desde arriba.

La idea era tan ridícula como su diagnóstico, y Meredith se convenció que estaba buscando excusas para no creer la presencia de los niños entre los que se acercaban a Rodennos. Dedicó una última mirada envuelta en el estupor y la desolación, antes de entrar al carromato de Sadicer a buscar lo que hubiera para hacer lo que pudiera.

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25/03/2009, 10:36
Dhan

Dhan se levantó despacio, parecía que aquello no iba con él. Se dirigió a la sala que la joven hija del Senescal le indicó. Sin intención alguna de entrar en sus aposentos, eso sí, no pudo evitar echar una mirada rápida y ver cuanto le atraía, pues era todo tan... tan... diferente de su camastro en la húmeda y polvorienta buhardilla que había sido su habitación hasta entonces... un sentimiento de envidia le apareció en la mente para torturarle durante los instantes siguientes.

Se quedó junto a la ventana más lejana a la puerta, para poder ver el paisaje y ubicarse en el castillo.

Después miró a los presentes, albergando un sentimiento de emoción por la situación y ilusión por el futuro que le esperaba, pues era mucho más interesante de lo que hubiera imaginado nunca. No solo había cumplido su misión avisando al Senescal, sino que había conocido a su hermosa hija, junto a la cual estaba para protegerla en una nueva misión de héroe, y además, tenía acceso al castillo y a las salas de los nobles, donde sin duda podría comer y beber como nunca había hecho en su humilde hogar, por no decir de la biblioteca... Diantres... ¿cuan grande será? Seguro que no terminaría de leer nunca esos libros... Eso le llevó a pensar que tal vez allí pudiera encontrar algo más sobre la profecía... aunque no era momento ahora de dejar a la dama a solas, con el soldado que tenía cara de pocos amigos y de muchas menos luces.

- Señora, no se preocupe, estoy aquí a su lado y nada le pasará mientras tanto, además creo y estoy segur... -carraspeó un poco- seguro de que su padre sabrá arreglárselas para salir sano y salvo, y volverá por vos. sonrió y volvió a mirar por la ventana.

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25/03/2009, 22:48
Master Indio

Las filas atacantes, pues eso eran pese a no tener apariencia de ejército invasor, seguían acercándose lentamente....titubeantes, pero no por ello menos peligrosas.
Así lo atestiguaba el brillo de las armas improvisadas que blandían, incluso aquellos que parecían carecer la fuerza para hacerlo.
Hay brazos que no están hechos para ir armados y, desde luego, los de los niños formaban parte de ese grupo.

Los mismos pensamientos que Zack y Meredith se veían obligados a afrontar, surgían de las mentes de aquellos que se encontraban a su lado. Las mismas dudas. ¿Cómo podían luchar contra personas así?
Llevado por aquella sensación, uno de los comerciantes que habían llegado con Sadicer se adelantó rodeando el carro tras el que se protegía.
En su mano portaba un arma, pero esta pendía sin mostrar peligro alguno. ¿Qué iba a hacer?

¿Qué hacen? - preguntó alzando la voz, la cual fue escuchada por encima del silencio que había invadido a los defensores - Dígannos lo que les ocurre y quizá podamos ayudarlos. No es necesario que la sangre bañe hoy estas tierras.

Y la suya fue la primera en hacerlo. Aquellos que le observaban desde atrás pudieron comprobar con horror y estupefacción cómo una pica surgía ahora de su espalda.
Lo que no podían observar era la mirada asombrada con la que partiría hacia el otro mundo. Una mirada provocada no por la herida, sino por quien se la había inflingido......el niño ni siquiera le miró, sino que extrajo su arma y continuó caminando hacia los carromatos.

El resto de atacantes no se habían visto realentizados por ese ataque, alcanzando los carromatos un segundo despues.
Pese a las primeras dudas, la muerte del comerciante parecía haberlas despejado por completo y los primeros sonidos de metal contra metal no se hicieron esperar.....la batalla había comenzado.

Ese sonido provocó que Meredith lanzara una mirada hacia el exterior. Disponía de una posición privilegiada para poder observar detalles que a otros se les podían escapar.
Así fue como los vió. Dos figuras que se mantenían en la retaguardia de los atacantes y que se dedicaban a observar el avance de estos.
No avanzaban, simplemente se mantenían estáticos a unos centenares de metros.

Zack, por su parte, no podía prestar atención a lo que sucedía en la distancia, pues su campo visual se había llenado por completo con la visión de un hombre que le doblaba la edad y que vestía como un vulgar campesino.
Lo que no parecía tan vulgar era el filo de la espada que este empuñaba y que, en aquel momento, alzaba con intención de dejarla caer sobre el herrero.
A su lado, Sadicer se defendía por su vida, utilizando su espada de una forma que se antojaba sorprendente para un simple comerciante.

El silencio había dejado paso a los sonidos de las armas y de la muerte.

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25/03/2009, 23:06
Sophie

La aya asintió simplemente antes de hacer lo que se le solicitaba y salir prontamente de la habitación. La urgencia había hecho presa de sus movimientos, contagiada de la situación a la que debía enfrentarse Ródennos de una forma tan imprevista.
Habían pasado de lo que debía ser un relajado paseo que aliviara momentaneamente la angustia de Majud, a una huída por sus vidas ante un ejército que había surgido de las entrañas del bosque sin previo aviso.

Un ejército que desde la ventana, tanto Majud como Dhan, pudieron ver como continuaba avanzando. Era difícil saber cuántos podían ser, pero seguro que no menos de doscientos.
Un poco más allá de los que formaban la retaguardia, quizá a unos trescientos metros, se encontraban dos figuras que permanecían quietas, observando todo cuanto acontecía.
Desde aquella posición era imposible verles los rostros, aunque Dhan podía hacerse una idea bastante clara de a quién pertenecían las figuras.

Mientras observaban, los primeros atacantes llegaron a las líneas defensivas que se habían colocado en las entradas al pueblo, volcando las carretas de los comerciantes para que les sirvieran de barricadas.
El silencio se rompió para ser sustituído por el sonido lejano de la batalla. El entrechocar de armas y algún grito de dolor llegaron débilmente hasta ellos, transportados por la ligera brisa que, apenas unos minutos antes, jugueteaba con el cabello de Majud cuando dejaba a su caballo libertad para cabalgar.

La puerta se abrió nuevamente, apareciendo Sophie bastante acalorada. La consternación había tomado posesión de su rostro y de sus actos....ni siquiera había parado a llamar a la puerta, como era su costumbre, simplemente la había abierto e irrumpido en el interior.

Lord Zaelus se dirije a las puertas y vuestro padre le acompaña. - Fuesen cuales fuesen los defectos de Zaelus, era un verdadero soldado. Uno de esos que no permite que sus hombres caigan mientras él se mantiene en la distancia. Si se producía un enfrentamiento, su lugar era aquel, como parecieron corroborar las siguientes palabras de Sophie - Porta la armadura argéntea.

Esa frase no implicaba nada raro. Era costumbre, por parte de lord Zaelus, vestir aquella armadura plateada que había pertenecido a su padre y al padre de este. Era tradición en su familia llevarla cuando debía enfrentarse a una batalla.
Pero el uso de la última palabra trajo a la mente de todos una de las frases proferida minutos antes en los pasillos del castillo.

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29/03/2009, 09:13
Meredith Gailast

El grito de Meredith no lo escuchó nadie. Nadie tampoco la vio casi desplomarse contra una de las estanterías, cuando lo poco que le quedaba de esperanza hacia el mundo se rompía en pedazos. El arma del niño había atravesado a un hombre allá afuera, pero sus ojos ausentes y mecánicos, automatizados, habían atravesado a Meredith hasta lo más profundo de su ser. Que un niño hiciera la guerra en ayuda de su familia y su pueblo era una cosa, triste y terrible, lo mismo que era el ver como aquellas pequeñas manos manejaban armas cuyo contorno apenas podían aferrar. Pero que un niño caminara a su muerte como desprovisto de alma, con la misma resignación de quien lo ha perdido todo y no ve ningún futuro pues sólo le queda el pasado, era mucho más que horroroso. Era el fin de todo.

Consiguió volver a ponerse de pie con las manos temblorosas, provistas de emociones terribles pero que no tenían nada que ver con la resignación. Sus dedos se movieron solos y, como quien recuerda por memoria práctica cómo se toca un instrumento, empezaron a juntar lo que para cualquier médico sería necesario. Eran movimientos febriles, dictados por su inconsciente más sepultado, porque su conciencia se había ido y quebrado, afectada hasta lo más profundo por la imagen del niño y la muerte de ese mercader. Meredith era puro instinto, como no lo había sido durante tantos años, y aquello fue lo que le hizo mirar hacia afuera de pronto y ver aquellas dos figuras.

No tuvo forma de asociarlas con nada, excepto con el pensamiento más lógico de la guerra. Él se lo había enseñado muy bien, entre las sábanas, entre sus brazos, sobre su hombro y en sus ojos cuando la miraba angustiado tras volver de una derrota. Los más importantes no van a ofrecer su muerte al frente de la batalla; se quedan detrás como pastores arriando el rebaño, y si intervienen, sólo lo hacen a la distancia o al final. Aquellas dos figuras miraban su rebaño como si estuvieran probando su actuar, o como si... estuvieran observando los resultados de un experimento. Era la actitud de un médico frente a la reacción de un paciente al que se le ha suministrado algo nuevo, a lo que no estaba acostumbrado. Era una actitud de ciencia, como observando el resultado de algo que hubieran puesto en práctica...

La imagen del niño volvió a su mente. Antes de poder apartarla, Meredith había cargado todo y se había movido a la salida del carromato. Sus bolsillos estaban llenos, y cuando bajó los escalones que tanto tiempo le habían costado subir, echó una mirada a los alrededores buscando dos cosas: los heridos, y un hueco que pudiera rodear el ataque y salir a campo abierto por detrás de la línea de ataque, con alguien que tuviera un arma a distancia. Sadicer y Zack estaban demasiado ocupados para verla, para compartir con ellos lo que había visto, y Meredith estaba demasiado cegada para reaccionar. Aquello había sido una inyección de vida a su cuerpo, anulando todo sentimiento que no fuera el de una ira movilizante rechazando la imagen del niño y su arma. Al fin de cuentas, parecía, la muerte no era del todo permamente.

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30/03/2009, 18:37
Majud Dahatsy

Miró a Dhan, ella no necesitaba su protección pero se le hizo algo dulce de parte del joven, decir que la cuidaría de aquella manera. Sin embargo, si ella tenía que obedecer a su padre, no esperaría a nadie y buscaría a una sola persona en todo el pueblo. Sabía que el soldado no se lo impediría y mucho menos Sophie, que quizás pudiera venir con ella.

-Agradezco vuestro ofrecimiento, joven Dhan... Más si algo sucediese, ocuparos de resguardar vuestra vida primero, pues yo bien sé lo que tengo que hacer.

No había mala intención en sus palabras, ni desprecio ante el ofrecimiento de Dhan, era sólo que ella confiaba en su destino y en la fortaleza que las experiencias vividas y las enseñanzas de su padre le habían dado conforme había ido creciendo. La única razón de Majud para comportarse y no correr a pelear, era el respeto a su padre. El corazón de la joven Majud se paralizó por un instante, tras oír las palabras de Sophie; no quería que su padre peleara pero sobre todo, no quería que lo hiciera al lado de alguien que iba a ser parte de una profecía.

-¡Voy a salir!

La joven miró a Sophie a los ojos, no había en su expresión ninguna duda, no estaba avisando para que la detuvieran, no, estaba avisando para que alguien fuera por su montura; por mucho que lo intentaran, no podrían detenerla. Majud entró en sus aposentos y buscó mejor ropa, una que le permitiera montar con libertad y cargar una espada al mismo tiempo. Se ató el cabello en una cola y volvió a salir por completo vestida de gris, llevaba un abrigo encima de unas calzas grises, botas y la espada al cuello, si no fuera por el cabello, habrían pensado que era un hermano de Majud y no ella.

-El plan es el siguiente... Iré a buscar a Saldicer-Majud bajó la vista unos instantes.-Sí, también a Zack. Sophie, tienes que quedarte aquí con Dhan, si mi padre vuelve y yo no, hacedmelo avisar con él. Si mi padre no vuelve en cuanto anochezca, ambos vayan a buscarme donde Zack... Soldado, vienes conmigo. ¿Entendido todo el mundo?

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31/03/2009, 09:42
Dhan

Dhan iba a responder caballeroso a las palabras de la joven y bella Majud, pero mientras meditaba las palabras oportunas para convencerla de su misión, y mostrarle su respeto pero también su terquedad por llevarla a cabo, la aya entró descompuesta, pálida, hablando rápido y de forma demasiado franca y directa.

Dhan no se percató de la importancia de lo que decía pues no la conocía de antes, pero unas palabras le hicieron precipitar su respiración y perder el control de su corazón.

Porta la armadura argéntea.

Porta la armadura argéntea.
Porta la armadura argéntea.
... argéntea.... argéntea.... argéntea.... argénteaaaa...

Esas palabras retumbaron en su cabeza... una y otra vez...

Dió un respingo y salió corriendo por la puerta apartando a Sophie y al soldado, Majud también afectada y sorprendida decidía a su vez salir en contra de las órdenes de su padre, y marchaba a su alcoba a cambiarse de ropa, Dhan apenas la escuchó antes de salir corriendo.

Tras cruzar la puerta y estar en el pasillo, se sintió desorientado... ¿dónde voy? ¿qué estoy haciendo? ¿qué clase de caballero soy que dejo a la dama en apuros sola y apunto de salir a la batalla? Dio un salto para cambiar el sentido de su carrera y volvió corriendo aún más rápido si cabe a la sala, donde Majud aparecía vestida con ropa muy diferente a la de una dama de la corte. Comenzaba a dar órdenes, no solo a su servicio, sino también a él mismo... pero Dhan no respondía ante ella como su lacayo, era su guardián protector... su caballero espadachín... no recibiría órdenes de una mujer como ella, y menos ahora que acababa de ganarse su libertad.

- ¡Oh Hermosa Dama! Fuerte es vuestra decisión
y llameantes vuestros bellos ojos.
Mas yo, su fiel caballero
lucharé junto a vos para salvar Ródennos.

Hemos de avisar a Lord Zaelus ahora, Señora.
Esa es nuestra misión y ahora hemos de cumplirla.

Sé que su corazón anhela avisar y salvar a sus seres queridos,
pero no habrá salvación para nadie si la ciudad cae en tales manos extranjeras.

Dhan dejaba clara su postura y su decisión, sus ojos eran igual o más fuertes que los de la joven, estaba decidido y su cuerpo y su espíritu así lo mostraban. Sacó su espada de la funda, la blandió sin temblar y con la fuerza de un hombre experimentado y sabio. Mostró el camino con un gesto noble, seguro muy repetido en duros entrenamientos, su reverencia también demostró la compostura del joven granjero. Ninguna palabra podría hacerle cambiar de opinión, más esperó a que la hermosa joven hablara y pasara delante de él por la puerta que ante ellos abierta estaba. La puerta que les llevaría a la batalla que en Ródennos ahora mismo se libraba.

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31/03/2009, 18:30
Majud Dahatsy

Majud observó a Dhan y no entendía de qué demonios estaba hablando. Sí, quizás ella se había sobrepasado al darle órdenes a él pero la realidad es que por mucho que le agradeciera que le hubiera dicho aquello a su padre o que fuera su intención avisar aquello, ella no estaba dispuesta a seguir órdenes de un muchachito imberbe y no porque lo menospreciara, sino porque ella bien sabía lo que tenía qué hacer y cómo hacerlo. Se giró a mirar a Sophie, enarcó una ceja y negó unos instantes vehementemente, luego se volvió a Dhan.

-Vamos a ponernos claros, joven Dhan. Yo no voy a luchar, soy una señorita, no nací para pelear contra quién sabe qué cosa. Voy a alertar a mis amigos y a pedir el favor de uno en especial. Ni yo, ni mi padre os hemos nombrado mi guardia, de hecho ya tengo uno, ¿no es así, soldado?-el hombre asintió con seriedad.-Entonces, no tienes que exponer vuestra vida por mí; si lo que deseáis es pelear en el frente con mi padre, entonces habéis equivocado el camino, no seré yo quien os lleve hasta él, ¿está claro? Y si lo que deseáis es avisar a Lord Zaelus, debo recordaros que diste aquel mensaje a mi padre y que él seguramente ya lo habrá transmitido, entonces ir al frente es una soberana tontería...

-¡¿Qué demonios?!

Majud estaba muy enojada, molesta. Ya bastante tenía con haber pasado los últimos días encerrada como para encima tener que cargar con que un completo desconocido quisiera ir tras ella, no es que estuviera molesta con él, de hecho hasta le hacía un poco de gracia la actitud del campesino y jamás lo habría tomado como un sirviente pero si algo le hervía la sangre a Majud, eran las imposiciones y no estaba dispuesta a tolerar ni una sola más, a menos que fuera de su padre en persona y en este momento él estaba muy ocupado en otras cosas.

-Bien, dado que hemos entendido todos cuál es nuestro lugar, voy a marchar con m guardia personal. Sophie si lo prefieres puedes venir conmigo, pero te advierto que vamos a montar y a tomar el camino largo hasta la herrería. Señor Dhan, sois libre de hacer lo que mejor os parezca pero no intentéis cuidarme porque ya tengo quien lo haga y además, le cortarán la cabeza si no lo hace.

Guiñó un ojo al pobre soldado y sonrió de espaldas a Dhan; el mal humor empezaba a ceder pero no soportaría otra afrenta y si la había, entonces tendría que ser más dura. Sólo aguardaba por la respuesta de su aya.

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31/03/2009, 21:46
Sophie

La aya, tras entrar en la sala de la forma en que lo había hecho, practicamente se había quedado muda ante la rapidez con la que Majud se había puesto en movimiento y la posterior conversación mantenida entre la joven y el hasta hace poco desconocido.
Tanto las palabras que surgían de uno, como las del otro, le parecían una completa locura. ¡Eso no era lo que había dicho el Senescal! ¿Cómo pretendía Majud acercarse al lugar donde se iba a librar una batalla? Era demasiado peligroso.

Mas su lealtad era superior al miedo que debía vencer para poder seguirla. Además, no estaba dispuesta a quedarse a solas con Dhan. Había algo raro en ese chico, como si estuviera demasiado ansioso por pelear.....lo que quería decir que se quedaría sola en el castillo esperando el regreso de su amiga. Eso si volvía.
No había mucho más que pensar. Sabía cual era su lugar y lo que debía hacer en aquel momento.
Claro que....debía prepararse para poder seguirla.

Se agachó, tomando entre sus manos el borde del vestido que llevaba puesto. De un fuerte tirón lo rajó e hizo lo mismo en el lado contrario, dejándole una mayor libertad para poder montar a caballo.
Poco le importó la mirada que le dedicó el soldado. No era momento de ser pudorosa y sí el menos estorbo posible.

Si tu vas, yo voy - respondió tuteando a Majud. Ahora no era la aya la que hablaba, sino la amiga desde hacía años. Prácticamente habían crecido juntas, aunque ella fuese unos cuantos años mayor que la hija del senescal.

Notas de juego

Os estoy leyendo, pero es que me está molando la conversación, jajajajaja. Además, así le doy tiempo a responder a los otros.

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01/04/2009, 18:25
Dhan

Dhan se acercó a las dos mujeres, sin cortarles el paso, y dijo en voz alta y vibrante:Debemos cumplir la profecía. No serviría robarla. Debe ser arrebatada de la mano muerta del señor de Ródennos.

Dhan alzó aún más la voz sin gritar, sin mostrar miedo ni prepotencia, solo serenidad y seguridad en sí mismo.

-Cuando la sangre tiña el cielo y los cuerpos caigan como hojas barridas por el otoño, de la mano helada del último regente argénteo será arrebatada la llave que abrirá las puertas de los abismos insondables. La traición del extranjero por su sangre deberá ser subsanada, o la salvación os será esquiva ante una muerte sin remedio.

- Esa era la profecía Señora. esta vez su voz era seria, sin palabras antiguas ni versos improvisados. Eran esta vez la palabras de un humilde campesino que se cree en la libertad de hablar dando su opinión, en otras circunstancias penada con la muerte. No quiero asustarla, pero ha de evitarse, y su padre aún habiéndola escuchado de mi boca no ha impedido que Lord Zaelus se vaya a una muerte anunciada. No estoy dándole órdenes, ¡por el cielo que eso es imposible! Ni siquiera sé cómo se hace. Yo solo le pido con el corazón en la mano que hemos de impedir esa profecía. Confió en mí cuando me dio la mano para subir a su montura. Podría haberla atravesado si hubiera querido durante el trayecto que nos separaba de su padre, su arma seguía firme en su mano derecha, sin mostrar posición de ataque. Más no lo hice. Y no lo haré, porque el valor de un caballero parte de la Valentía, la Lealtad y la Justicia, pero sobretodo del Honor. Nuestro código de Honor nos impide dejar a una dama desvalida a su suerte, por muy capaz que ésta sea, por muy armada que vaya o por muy bien acompañada que esté.

Se giró y guiñó un ojo a Sophie y saludó, levantando la cabeza de un solo gesto rápido y brusco, al soldado.

- Comprendo que su primer impulso y más importante sea avisar y proteger a los que ama, pero no llegará a tiempo. Y aunque lo haga, no conseguirá salir con ellos de la ciudad sin luchar. Aquellos hombres dormían de pie, sin cerrar los ojos, con las armaduras puestas. Les dejé así anoche, en la oscuridad del bosque. Solo sus líderes durmieron... junto a la hoguera. Ellos... apenas se acostaban cuando salí corriendo para venir a avisarles, y me alcanzaron en pocos minutos... casi me adelantan incluso, a pesar de que yo venía corriendo y ligero como la brisa de verano. miró a Majud y se acercó a ella sin traspasar el límite invisible impuesto por los nobles. No llegará a tiempo si no la ayudo, y por Dios y por mi Espada dijo levantándola al cielo, que lo haré, aunque sea lo último que haga. Más medite Señora, se lo ruego. Serene su mente y su alma. Si aún así sigue creyendo que debe avisar primero a los suyos, iré con vos. dijo sereno y dulcemente, como si no aguantara mantener esa postura de seriedad y preocupación.

- Sino, iremos a buscar a Lord Zaelus. No habrá entrado en la batalla en primera fila, llegaremos pronto a él. Mientras tanto su soldado y su aya pueden ir a avisar a sus amigos, ellos les conocen y obedecerán las órdenes que les entreguen. Sin embargo, dijo abriendo sus manos y mostrándose cual soldado en una revisión de tropas, yo... ¿quién haría caso a un joven y andrajoso muchacho? Sin vos, no solo no me hará caso el Señor de Ródennos, sino que ni siquiera llegaré ante él. El destino de la ciudad que la vio nacer está ante vos, mi Señora. La ciudad que su padre ahora mismo está protegiendo con su vida. Guié mis pasos y mi espada le seguirá.

Dhan se cuadró ante ella, con gesto algo modificado del que haría el soldado allí presente, sacando pecho y manteniendose firme y seguro, con los pies juntos y los brazos a los lados del cuerpo, sosteniendo con fuerza la espada que apuntaba al suelo de la sala. Y esperó haberla convencido de ayudarle, de ayudarse, de ayudar a la ciudad entera.

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01/04/2009, 18:46
Majud Dahatsy

Majud escuchó de nuevo a Dhan que se había interpuesto entre ellas y la puerta, no parecía que hubiera modo de zafarse de él, como no fuera matándolo y ya Majud estaba bastante harta de tener que soportar directrices de todos lados. Un nudo de impotencia se hizo en su garganta. En aquella profecía no decía que tuviera que ser ella la que detuviera, la que avisara. Zaelos sabía perfectamente la connotación de la profecía y sólo un estúpido no lo relacionaría. Se encogió de hombros, casi fulminando con la mirada a aquel joven insolente, incluso más que ella. Su sed de gloria la enfermaba, no estaba de ánimos. Ya podía morirse medio mundo, no le importaba.

Negó suavemente con la cabeza al escuchar de nuevo a Dhan repetirse, decir lo mismo una y otra vez, andar sobre sus mismas palabras como en un círculo. Ni siquiera disimuló su fastidio, echó una mirada a Sophie y luego al campesino, con aquel discurso casi chantajista o mejor dicho, chantajista en todos los sentidos. No, no aceptaba que le negara que estaba dándole órdenes y ahora le decía qué hacer con sus sirvientes, eso era lo último. La joven Dahatsy se soltó el cabello, se sentó frente a aquel que relataba los modos del enemigo y aguardó mientras aquel se desbocaba hablando.

-Suficiente.

Dijo energicamente, levantando una mano con la palma hacia afuera. No había nacido ella para glorias, no, había nacido para cuidar a su padre, su padre que estaba lejos de ella en ese momento y a quien no le gustaría verla en el frente bajo ningún motivo. Si aquel hombrecito de honor, quería gloria, la tendría pero definitivamente no sería con ella y no es que fuera cobarde, Majud era capaz de hacer aquello y más, simplemente sabía que en ese momento quien menos la necesitaba era su padre. Respiró profundo para poder hablar, para mantener la calma porque en verdad aquel joven había conseguido ponerla de muy mal humor, había conseguido lo que a su padre le había costado semanas de encierro en apenas unos minutos.

-¿Queréis ir hasta el frente, no? Bien, iréis y podráis acercarte pero no será conmigo. No voy a mover un solo dedo lejos de esta casa.

Se levantó señalando con el dedo a su soldado personal.

-Ve con él hasta donde Lord Zaelus, decid a mi padre y a Lord Zaelos que este joven se ha empeñado en recitarles la profecía que ya ambos conocen, que yo no sé para qué. También decidle a mi padre que estoy bien y que estoy en casa. No planeo salir, gracias por arruinar mis planes, señor Dhan.

Se dio media vuelta con los puños apretados pero enseguida se volvió de nuevo a él.

-Y gracias por no matarme.

La ironía salió de su boca sin pensarlo siquiera, no le gustaban las advertencias, las amenazas veladas y los chantajes, le recordaban a su propia madre. Hizo una seña a Sophie.

-Quiero estar sola, lo siento.

Entró en su alcoba y se encerró por dentro, no tenía sentido ir a allá. Si su padre no la había llevado, era porque no la necesitaba allí. Sadicer sabría qué hacer y sin duda ayudaría a los demás; se echó en la cama, boca abajo, con un nudo en la garganta, maldecía cada vez más aquel encierro pero si había de morir, lo haría cumpliendo las órdenes de su padre. Sus ojos se llenaron de lágrimas y estas escurrieron por sus mejillas, una tras otra pero en completo silencio.

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05/04/2009, 17:17
Zack Shermann

Zack se quedó esperando la respuesta de Sadicer a sus preguntas, una respuesta que nunca llegó, rpobablmente porque el comerciante tampoco la conocería.

De pronto uno de los hombres de Sadicer salió de la improvisada barricada para tratar de mediar con las personas que llegaban, para tratar de hacerles entrar en razón. Pero bien claro quedó que no era precisamente la razón lo que movía a aquella gente. Un pequeño al que Zack apenas era capaz de ver através de los carromatos, acabó de forma rápida, certera e indefertente con la vida del mercader ante la mirada atónita de las gentes de un lado y la expresión inamovible de los del otro, que no se detuvieron ni un ápice. Zack, al igual que el resto de sus compañeros, comprendió rápidamente que no había más opciones para con aquella gente y que no debían pasar por alto ni la más mínima amenaza o acabrían como su malogrado compañero.

Metido en sus reflexiones, el herrero, no adviertió que el avance del enemigo les había llegado ya lo suficiente cerca, que el murmullo de sorprese de su alrededor había desaparecido y comenzaba a cambiar a gritos de guerra, chocar de armas y lamentos. No fue hasta que un destello del rojizo sol en una amenzante hoja que se alzaba sobre su cabeza que recuperó la percepción de su entorno y pudo apartarse a tiempo del camino vertical del acero. Observó al hombre que blandía tal arma, un anciano que ni siquiera le había mirado a la cara, que se habí alimitado a tratr de acabar con él sin razón aparente, al igual que el chico hizo pocos segundo antes. El herrero seguía confuso y, aunque en cierto modo vivía de la guerra y estaba preparado para ella, nunca se había visto en tal situación. Quizás no habría dudado de haberse tratado de un ejército más preparado pero lo que se habían encontrado a las puertas de Ródennos no era lo que se había imaginado cuando preparaba sus armas y armaduras, una batalla con niños, ancianos y mujeres no era para lo que estaba preparado, aquella era la gente a la que había que defender, no a la que atacar.

Mientras su mente seguía envuelta en devaneos, su cuerpo se movía casi por instinto evitando los golpes del anciano que, aunque decidido, poseía una agilidad y una fuerza propias de su edad. Zack se centraba en esquivar y dar algún meditado golpe con su espada para tratar de desarmar a su contrincante sin herirle. Cada poco, y siempre que los torpes movientos del anciano se lo permitían, el herrero trataba de echar una mirada rápida a su alrededor para ver como iban las cosas, buscando instintivamente a Sadicer entre el tumulto, aunque parecía el que mercader sabía cuidarse bien.

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05/04/2009, 20:47
Master Indio

Meredith se movía ágilmente entre la confusión que reinaba junto a las carretas. Al menos estas habían servido para retener a la mayor parte de atacantes, ya que sus propios compañeros, al entablar combate con los defensores, frenaban el avance de los que les seguían.
Aún así, algunos se habían abierto paso, dejando unos cuantos cuerpos sangrantes tras de sí....la mayoría no se movían y su sangre se extendían por el terroso suelo.
La mujer miraba en todas direcciones, pero no encontraba lo que buscaba. Todos habían corrido a armarse, pero ninguno había elegido un arma que no sirviese en el combate hombre a hombre.
En ese mismo instante, al apartarse de un combate singular entre el panadero y un hombre que vestía casi de forma idéntica, fue a parar ante una figura que no había visto con anterioridad.

Este hombre era algo diferente, si no en el gesto vacío de su rostro, sí en las ropas que vestía.
Se trataba de un soldado, aunque los colores de su armadura y las insignias que mostraba no pertenecían a Ródennos.
Sin embargo Meredith los había visto con anterioridad. Se trataba de los emblemas del feudo vecino. Aquellas eran gentes de Rosslyn, una ciudad con la que Ródennos había tenido ciertas desavenencias en el pasado, pero con quien la paz perduraba desde hacía ya muchos años. ¿Qué había ocurrido para que les atacaran?

La espada del soldado se alzó dispuesta a descender para segar la vida de la mujer. El silencio se hizo a su alrededor, dejándola escuchar únicamente los latidos de su propio corazón.
El sol consiguió arrancar un amenazador resplandor de la hoja que pendía sobre la cabeza de Meredith, casi obligándola a centrar su mirada en la espada.
El arma descendió, pero nunca llegó a alcanzar su destino. Con un fuerte sonido metálico, otra espada se había interpuesto en la trayectoria de la hoja atacante, frenando su avance.
Con un movimiento giratorio desarmó al soldado de Rosslyn y, un instante después, se hundió en el pecho del atacante. El peligro había pasado para Meredith.

Cuando esta alzó la vista se encontró con la figura de un hombre a caballo. Ni siquiera le había escuchado llegar....y no era el único. A su lado se encontraban multitud de soldados de Ródennos, pero ninguno vestía como él.
Únicamente una persona podía vestir aquella armadura argéntea y esa era Lord Zaelus.
Apenas la dirigió una mirada para comprobar que se encontraba bien, puesto que continuó su avance hacia las improvisadas barricadas y el enemigo que pretendía adentrarse en sus dominios.

Un poco más allá, Zack hacía lo imposible para no cargar en su conciencia con la muerte de alguien como la que le atacaba.
Pese a que su fuerza y juventud deberían haber superado con suma facilidad a aquel anciano, el herrero no conseguía desarmarle, aunque tampoco le resultaba nada complicado el poder esquivar sus ataques.
Sin embargo, aquel rostro lleno de arrugas no parecía sufrir decepción por los errores, sino que alzaba el arma para atacar nuevamente, una y otra vez.

Fue entonces cuando Sadicer surgió de la nada para hundir su espada en el flanco del viejo. - No frenes tu espada porque ellos no lo harán. Antes o después conseguirán herirte o algo peor. Si no piensas en tí mismo al menos hazlo en los que te rodean. En Ródennos tambien hay niños, y estos no se encuentran armados.

A su alrededor se hizo un momento de calma tras la muerte del atacante, aprovechando el mercader ese tiempo en alzar su mirada y dirigir sus ojos por encima de los robustos hombros del herrero. - Parece que llega la ayuda. Ahí viene Lord Zaelus con sus hombres....puede que no esté todo perdido. Aunque debería haber elegido otra armadura, maldita sea.

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05/04/2009, 21:10
Master Indio

El desconcierto hizo presa del soldado que se encontraba ante la puerta de Majud, así como de Sophie, que no se encontraba segura de si debía llamar para ir junto a la joven o permanecer ante la puerta hasta que esta se decidiera a llamarla.
La tarea del soldado había sido marcada claramente por el Senescal. Debía permanecer junto a su hija para vigilar que nada le pasara......lo malo es que también le habían encargado la vigilancia de aquel muchacho surgido de la nada, y si este se empeñaba en ir hacia donde se desarrollaba el combate, él tendría que decidir cuál era la tarea principal.

Por supuesto, para Wolfgang, sería más importante la seguridad de su hija, pero el tal Dhan había aparecido justo antes de producirse el ataque, por lo que podría ser un espía que se había infiltrado para causar todo el daño posible desde el interior.
¿Proteger a Majud o vigilar por el bien de Ródennos en pleno? Ahora ya quedaba tan claro qué es lo que podría desear el Senescal, ya que él mismo no dudaba en arriesgarse para evitar el mayor número de muertes de ciudadanos.

Tendría que esperar a ver qué sucedía para poder actuar de una forma u otra. Mejor no anticipar acontencimientos, puesto que el joven podía decidir quedarse allí mismo, protegiendo una puerta que no le había sido encomendada.

Notas de juego

No continúo porque vuestros actos marcarán la línea de la historia.