Partida Rol por web

[Música recomendada: "Success"]

Décadas de crecimiento, lento y paulatino, han llevado a Brokeheaven a destacarse como una de los milagros económicos de la Costa Este estadounidense. Crecida en tamaño desde la costa, pareciera que su plan es salir del continente e independizarse. Y, sin embargo, aunque esto sea solo retórico, no se puede decir que no lo intente en el terreno de lo material. 

Si bien el Estado sigue pisando firme en la ciudad, no quita que los sectores económicos sumergidos estén en manos del Sindicato. El inesperado proyecto, resultado de interminables conflictos callejeros, privados y la última crisis económica. Tres grandes conglomerados familiares y económicos, con la aportación significativa de una socia legal, han traído a la ciudad su dosis de crimen organizado.

Leonard: has vivido aquí desde hace algún tiempo, y sin saber si se debe a la costumbre o a la simple necesidad, no podrías despegarte de aquí en bastante tiempo. Y lo cierto es que Gabriella te trata bastante bien: un sueldo más jugoso que el de la mayoría de los guardaespaldas; un pisito humilde pero saneado en la zona centro de la ciudad, junto al puerto; y, bueno, ser partícipe de este negocio.

Diana: tu paso por Brokeheaven ha podido ser mínimo, pero en el poco tiempo que has estado en la ciudad, has tenido tus dosis de adrenalina y monotonía a partes iguales. Katherine ha visto en ti un talento desaprovechado en tus labores administrativas dentro de Coast-to-Coast, así que no ha dudado en ponerte a su lado en cuanto ha podido.  Cobras bien, pero quizá ahora te veas expuesta a muchos más peligros que antes.

Orangu: este sitio no es para nada como tus anteriores hogares: ruidos, contaminación, violencia... y lo notas más que otros, dado que tu trabajo es el de participar como matón para el Clan Fukui. El Sr. Kazuya no tiene remilgos en pedirte "favores" que, quizá, vayan contra tu código moral en muchas ocasiones. Sin embargo, has aprendido a calmar la conciencia y resistir el impulso de huir de este lugar infernal. Y el por qué es algo que aún no conoces, pero que puede que encuentres con el tiempo.

Los acontecimientos han transcurrido rápido durante la última semana en Brokeheaven: un motín carcelario, desapariciones, posibles espías, robos de mercancías, y hasta un incendio descontrolado.  Y todo después de recibir aquella carta amenazadora sin remitente, que más de uno de vuestros jefes tendrá en mente por largo tiempo. ¿Una "Sociedad Enmascarada" contra el buque de guerra criminal de esta ciudad? Quedará por ver quién mueve ficha mejor y más rápido.

Y aunque finalmente Leonard consiguiera salvarle el culo a la junta de socios del Sindicato, recuperando las propiedades de Fukui, aún quedan muchas incógnitas que resolver y aún más sangre que salpicar.

Por el momento, hay varios frentes abiertos tras la celebración de la última reunión (Lola, los allanamientos en el almacén central de Coast-to-Coast, el posible filón de información en el distrito portuario), pero está claro que la "desaparición" del juez Coldman es una fuga inasumible en la estructura de este transatlántico comercial.

El equipo de rescate (por llamarlo de alguna manera) compuesto por Leonard, Diana y Duarte, el sobrino de Caetano Freitas, encabeza la búsqueda del juez.

[Música recomendada: "Around the city"]

Habéis reunido la siguiente información:
1.- El juez fue secuestrado delante del juzgado regional, durante la noche, hace una semana.
2.- Los secuestradores usaron, por lo menos, dos coches para realizar el secuestro. Uno de ellos siendo una patrulla policial que, por lo que Diana pudo averiguar, no era robado.

La policía de la comisaría central no parece tener interés en colaborar, así que os dirigís hacia alguna otra dentro de la ciudad para intentar averiguar más sobre los coches que salieron escopeteados aquella noche, presuntamente, en dirección al piso del juez en el distrito Este. Cogéis el coche los tres y os ponéis en marcha, buscando a cada lado alguna pequeña comisaría de barrio, o local policial donde poder hacer vuestras pesquisas.

Leonard encendió el motor y condujo el automovil a la siguiente comisaría más cercana, solo eran unos pocos minutos de marcha después de todo.

— Bueno... — Fue diciendo Leonard mientras conducia. — No había querido entrar en la comisaría porque temía un poco a la coincidencia de que cierto oficial de policía trabajase allí, uno al que al parecer ahora no le agrado mucho y me imagino que querrá decirme un par de cosas. Pero lo he estado pensando, y nunca vio nada de lo que llevaba ni tengo nada de eso conmigo ahora. Quizás podría intentar interrogarme o algo así por alguna cosa como acusarme de resistirme al arresto... pero creo que siempre podría alegar que no me encontraba nada bien por el humo de aquel incendio y me apresuré a ir a un hospital o algo así. — Hablaba Leonard mientras iba preparandose para hacer frente a cualquier eventualidad. — En fin, esta vez entraré yo a hablar con los policías y les preguntaré por las marcas de llantas. Sea lo que sea que nos digan creo que nos encontraremos en un punto dificil para continuar avanzando porque no tengo idea de como vamos a hacer para encontrar el automovil que estamos buscando... así que despues de que salga de allí podríamos dejarlo estar un poco para dedicarle algo de tiempo a los allanamientos de los almacenes. ¿Les parece bien a ustedes?

por dios no me trates de usted somos compañeros llámame diana....-le miré con una sonrisa- me parece biem lo de que ahora vayas tu...a ver si tienes más suerte que yo

Duarte se limitaba a mirar por la ventana de brazos cruzados, aunque tenía pinta de estar más atento que hasta ahora.

Lo que veáis. Yo estaré detrás por si pasa algo —se vira hacia Leonard— Pero intenta no llamar la atención. No podemos permitirnos errores sin contar con una red de seguridad.

— Ehh... ok, lo que tu digas, Diana. — Le responde Leonard devolviendole la sonrisa. Luego escucha lo que Duarte comenta a lo cual le responde sin dejar de mirar la carretera. — Solo iré a recepción. Si tuviesemos la mala suerte de toparnos con la comisaría donde trabaja ese poli... pues bueno, como dije no creo que pase a más de que tenga que pasar 24 horas en una celda... pero sinceramente prefiero mi cama a la de una cama de prisión así que trataré de evitarlo, claro. — Tras un par de minutos de silencio tras aquello, a Leonard se le ocurrió otra cosa. — ¿Sabes? Tengo algo de curiosidad. ¿Cual es tu historia, Diana? — Le preguntó, pero entonces le pareció que primero correspondía que fuera él quien hiciera el primer movimiento. — Yo, por si también te interesa, tuve que irme de casa siendo bastante jóven... caminé durante días, no sé cuantos kilometros, dejando atrás donde me crie hasta llegar aquí... en donde estuve viviendo en las calles por unos cuantos años, hasta que encontré un trabajo en esto... supongo que porque sé defenderme con los puños. ¿Y tu, Diana? ¿Como llegaste aquí?

me sorprendí ante la petición y me limité a sonreir de nuevo acomodándome -una cena no estaría mal si quieres saber mi pasado-no pude evitar reírme -solo me quedo contigo, bueno..prefieres la version bonita o la realista ? es solo por saber que contarte y que no

— Es solo para romper un poco el hielo entre nosotros, y entretenernos. — Le responde Leonard con tono liviano. — Así que puedes ahorrarte los detalles turbios sobre los esqueletos de tu armario. — Y con tono divertido añade. — No sabía que para conocerse con tus colegas es obligación una cena, ¿Donde estarán mis modales? Un día de estos los invitaré a salir.

el caso...es una historia sencilla padre adicto al juego me cuidó un militar vecino ingresé en el ejercito me harté de hacer cuentas y.. "trabajé" para ganarme el dinero suficiente como para la carrera de psicología me casé me divorcié y entré en esta empresa

Diana explicaba su pasado mientras Leonard pasaba la vista por el lado del copiloto, terminando por divisar una pequeña comisaría. Pisó el freno de forma instintiva y brusca para girar lo más rápido posible hasta el destino. Duarte se sobresaltaría en su asiento por la acción, poniendo mala cara, hasta darse cuenta del motivo del frenazo.

Esta "comisaría" era más un puesto de guardia que un local para procesar criminales, hacer denuncias o archivar casos. Pero después de estar dando vueltas durante casi una hora, era la mejor opción. Afuera solo había un coche patrulla, sin nadie en el interior. También era visible desde fuera, a través de la ventanita de cristal reforzado de la puerta, una mesa de oficina enana con una zarigüeya de uniforme, emperejilada, sentada tras ella.

Estáis mal aparcados, aunque fuera de vista, pero basta que alguien pase con intención de dar el chivatazo para que os suelten una buena multa (y siendo en una de las calles mayores, será bastante salada). Tenéis unos 15-20 minutos para hacer lo que tengáis que hacer en el local policial. O también alguien puede llevarse el coche y dar vueltas hasta que quien entre, termine. Como prefiráis.

¿Qué hacéis?

Tras observar detenidamente la calle, os fijáis en el callejón contiguo a la comisaria que sirve de paso a la parte trasera de esta y a su vez separa la comisaria de la tienda de licores 24H, y os llama poderosamente la atención una enorme sombra a la que no apreciáis bien, pero que a su vez os resulta familiar.

— Parece que todos tenemos problemas con nuestros padres... — Dijo Leonard en respuesta a Diana al tiempo en que se desabrochaba el cinturón de seguridad y se preparaba para salir del vehículo, pero sin apagar el motor. — Bueno, no se puede estacionar aquí, así que el que prefiera de ustedes dos que tome el volante y se de una vuelta. Será rápido: voy, pregunto, me responde, paso por un par de bebidas en esa tienda y listo.

Leonard baja y cierra la puerta para enseguida cruzar la calle a trote ligero. Al subir a la acera nota al que parece ser un tipo bastante grande en el callejón, pero por la oscuridad no llegaba a verlo bien. "Debe ser algún vago" se dijo para si mismo y siguió dirigiendose al oficial de policia.

— Hola. — Saludo con su mejor tono animado una vez llegó ante aquel. — Disculpe la molestia, quería hacerle una pregunta. Donde vivo alguien ha estado deteniendo su automovil y molestando haciendo ruido toda la noche, nunca logro ver quien es pero la última vez dejó las marcas de sus llantas al arrancar. — Dice. Y le extiende el papel con el dibujo de las marcas. — ¿Podría decirme si sabe darse cuenta del modelo del coche por el modelo de llantas que usa? Así podré estar atento a un auto así para ver si logro descubrir el vandalo que anda fastidiando.

Duarte, el joven jaguar, tarda en darse cuenta de lo que has dicho, y en cuanto ve que te has marchado, se cambia con rapidez y dificultad al asiento del conductor desde el interior. Pone marcha y arranca junto con Diana para empezar a dar vueltas por calles secundarias, haciendo tiempo.

Ves que el subordinado de Gabriella, una socia de la organización de tu jefe, se adentra en la estación de policía. Tienes oportunidad de escuchar desde fuera, aunque tendrías que acercarte bastante, rompiendo tu sigilo inicial. Así que parece ser que la mejor forma de enterarte de la conversación es entrando directamente.

¿Qué haces?

Al entrar te encuentras algo calado por la llovizna del exterior, pero el radiador junto a la mesa de oficina hace su trabajo. El sitio es un cuchitril policial sin demasiado mobiliario. Por haber, solo hay un par de adornos oficiales (bandera del estado y la federal, una insignia de la policía regional, etc), un cuadro de algún paisaje lejano y algunos carteles de propaganda sobre alistamiento, conducta cívica, carteles de desaparecidos y poco más.

En cuanto te aproximas y le empiezas a hablar a la zarigüeya, esta da un pequeño sobresalto y se te queda mirando fijamente sin decir nada, hasta que acabas. Mira el papel, y se queda con el mismo gesto.

—Bueno... lo siento, señor, pero me temo que no soy ninguna experta en estos temas... —dice, mientras revisa entre algunos papeles de la mesa mientras habla— Tampoco... eh, ¿su nombre? —pone gesto dubitativo— Revisaré si existe una denuncia a su nombre aquí, si no, pues, bueno, eh... puede poner una usted mismo. —queda pensativa por un segundo— ¡Oh! Si quiere puede esperar un ratito. En nada llegará el agente Jameson; él tiene más idea de coches que yo. ¡Quizá le pueda dar alguna idea! —ves que cuando menciona ese apellido se le pone una sonrisa en la cara.

— Mmm... — Soltó Leonard mientras pensaba rapidamente. No le gustaba la idea de tener que esperar y a la vez hacer esperar a sus compañeros ni tampoco le interesaba llamar demasiado la atención ni dejar huellas de lo que estuvo haciendo. — No, gracias... no creo que esto sea tan importante como para hacer una denuncia formal, había pensado solo en venir a ver si alguien podía decirme que coche era y ya luego ver si podía enterarme yo del resto del asunto. Pero si le interesa, ehh... me llamo Arthur... — Entonces se volteó y miró hacia la ventana para enseguida buscar si había un reloj colgado en alguna pared, luego volvió a voltearse hacia la policia. — ¿Tiene alguna idea de cuanto exactamente demorará para que Jameson venga? Es que me trajo aquí un amigo y lo tengo afuera en el coche esperando, la verdad creí que esto sería nada más entrar y preguntar, ya sabe. Pero bueno... supongo que puedo esperar unos minutos a ver si aparece.

Al girarte te fijas que hay un reloj de pared bastante soso, que marca las nueve y doce minutos. Te parece que solo habrán pasado un par de minutos desde que entraste.

—Oh, bueno, el agente Jameson... —suspira con exasperación— debería haber llegado hace un rato, la verdad. —mira por la ventana junto a su mesa, con cierta resignación.

En eso, ves que un coche patrulla aparca inmediatamente delante de la estación. Un cánido se baja del coche y corre desde ahí hasta llegar a la puerta. Nada más entrar echa la mirada hacia el reloj, y luego mira el resto de la habitación. Te fijas que se trata de un doberman, bastante atlético, pero pequeño en comparación a ti.

—Este... buenas noches, caballero —mira a la zarigüeya— Agente Jolene —dice esta vez con un tono menos formal.

—Hablando del rey de Roma... —mira hacia la mesa y juguetea con un lapiz— Agente Jameson, este hombre precisa de sus conocimientos sobre mecánica de vehículos. ¿Podría asistirle para poder terminar de una vez mi turno? — Esto último con tono de reprensión.

—S-sí... —Te mira— Dígame, qué duda tenía —El desinterés es palpable.

Te fijas por un momento a través de la ventana en una silueta del exterior. Tiene la misma envergadura que la que viste antes, y parece estar atento a lo que pasa en el interior. Se da cuenta en el momento de que le has visto y se aparta a un lado.

Evidentemente me puede la curiosidad e intento acercarme lo máximo posible sin llamar la atención, aunque mi tamaño me lo complica, retiro mi capucha hacia atrás e intento escuchar lo máximo posible. -A ver que están diciendo, hablo entre dientes.

[Este es un mensaje original de Romaron]

Te acercas lo mejor posible y escuchas casi a la perfección lo que se dice dentro: el tal Leonard entró con una tapadera para averiguar el modelo de un coche, basándose en las marcas de neumático que dejó dicho vehículo. Supones que trata de saber el modelo del coche que se usó para secuestrar al juez Coldman. La agente de policía, una zarigüeya, no parece saber interpretar las marcas, y recomienda que espere a que lleguen sus compañeros. En nada, ves a dos polis llegar en su coche patrulla. Aparcan justo delante de la estación policial, pero solo se baja un doberman, que entra a toda prisa en el local. Este saluda, la agente le presenta la cuestión al cánido, y el doberman se encuentra a la espera de que el león le comente la situación.

Si bien logras escuchar, no has podido evitar que Leonard te vea desde donde estás, aunque no crees que te haya reconocido. Puedes seguir escuchando, pero ya sabes que por lo menos el subordinado de la señora Grimaldi sabe que hay alguien fuera interesado en su conversación.

En el coche patrulla aún hay un policía: un águila calva que parece entretenerse mirando por la ventana.

¿Haces algo aparte de escuchar, o sigues interesado en captar lo que se habla en la conversación?