Partida Rol por web

Duarte se queda mirando hacia el suelo del coche, y en cuanto te alejas, sale de este con premura hasta ponerse a tu altura.

—Vamos a acabar con esta mierda rápido. Ahora vas a ver cómo me las arreglo —mete una mano en su bolsillo, y se queda expectante de tu siguiente movimiento.

Leonard se voltea a verlo y desvía su mirada hacia la mano que Duarte colocó en su bolsillo al decir aquellas palabras. Entonces, volviendo a posar sus ojos en los de Duarte le dijo.

— Ten cuidado con lo que haces con esa navaja. — Tras ello, sin decir más, Leonard se dirige directamente hacia donde esta aquel sujeto que lo había estado mirando y que Leonard no lo perdió de vista. Si este se ponía a huir de él, Leonard estaba preparado para perseguirlo.

Duarte te echa un vistazo de reojo mientras te sigue. 

El camaleón al que te acercas sigue trabajando en la descarga, como si nada. No parece especialmente nervioso.

— ¿Que tal? — Saluda cuando llega hasta aquel. — Parece que prestas algo más de atención a tu alrededor, ¿No es así? Venimos de parte de la empresa. — Dice, acompañando lo último señalando el logo en uno de los cajones. — ¿Has visto algo o a alguien raro últimamente?

El camaleón te sigue mirando con sus ojos en 180°, mientras descarga las cajas.

—Yo solo estoy currando, amigo. Si vienen tíos que no he visto en mi vida para hablar con nosotros, lo mínimo es que os mire —cierra sus ojos a destiempo— De gente rara, pues nada que haya visto. Si venís por los robos, yo no tengo nada que ver. Es más, os diré que hay un agujero en la valla de detrás del almacén —os señala en una dirección mientras sujeta una caja bastante voluminosa.

— ¿Un agujero? — Dice Leonard mientras mira al lugar donde señaló el escamoso. — ¿Que sabes del asunto? Porque si tu y tus compañeros saben que han estado robando, supongo que algo más habrán estado hablando. ¿Sabes que se robaron? Por ejemplo. Y dime, ¿Hace mucho que trabajas aquí? Hablame de tus compañeros.

—Oye, oye, cada uno sabe lo que hace o deja de hacer —deja la última caja en el muelle de carga— Hace poco, semana y pico o así, después de hacer inventario empezamos a ver que el número de cajas descendió. Como nos dicen que nada de preguntas, no podemos saber qué tanto falta de qué, así que si ha sido o no un robo no lo sabemos seguro. Solo que faltan cajas —se saca un cigarro y lo enciende con una cerilla— Total, que dimos el aviso a la jefa, y ayer noche vamos y descubrimos un agujero en la valla. Nadie ha tocado nada, y como Francis está de vacaciones, o eso le dijeron a Marty —hace un gesto con la cabeza para señalar a la comadreja— que es el enlace con la administración después de Francis, pues hemos seguido a lo nuestro y ya está —pega una buena calada al cigarrillo y se exhala el humo.

— Ah... ¿Así que ese de ahí es "Marty"? — Pregunta en un tono de satisfacción intencionalmente mal fingido. — Bien, gracias. Y tienes razón, cada quien a lo suyo, así que en pos de ello... hazme un favor, ¿Quieres? Comentales esto que hemos hablado a tus compañeros; con algo de suerte eso bastará para que ya no tengamos que vernos de nuevo. — Dicho eso Leonard hace un gesto con la cabeza a modo de despedida y se voltea para acercarse una vez más a la comadreja. Una vez dados los pasos y estando frente a él le dice. — Hola de nuevo, Marty. Tengo entendido que tu eres algo así como el segundo al mando, habría estado bien comentarmelo cuando me hablaste del encargado. Francis, ¿No? Da igual... pero mira, quiero que le digas a los demás trabajadores que gente de la empresa a venido a hacer preguntas sobre los allanamientos y robos. ¿Ok? Diles que venían en serio, pero que si no ocurren más allanamientos... esto no pasará a mayores. — Y se voltea para retirarse de allí mientras dice las siguientes palabras a modo de despedida. — Bueno, que te vaya bien, Marty.

Y sin más se dirige hacia el coche. En el camino hacia allí le comenta a Duarte, mientras ambos iban andando juntos.

— Bueno, a ver que pasa ahora. No soy ningún sabueso, pero esto me huele un poco a "trabajo interno"... o bueno, al menos espero que sea eso. Si tenemos suerte y resulta que lo es, quizás ver a unos tipos rudos haciendo preguntas sea suficiente para que dejen de desaparecer cosas... al menos por unos cuantos meses, y con un poco más de suerte, por más de eso. Para serte sincero, la alternativa a eso que se me ocurría era quedarnos toda la noche haciendo guardia... lo cual no estaría mal con esto de la policía, pero prefiero arreglar cuanto antes ese asunto que no me esta dejando tranquilo. Así que espero que no te moleste hacerme este favor: Tu tomarás el volante del coche e irás con Diana, aunque me cueste el pelirrojo y yo nos acostaremos en el asiento trasero. Dejaremos al pelirrojo en su casa, porque la policía no sabe donde vive, igual que a Diana... y tu y yo seguiremos hasta tu apartamento en el cual haré una llamada a Gabriella. Espero no te moleste una pijamada con un amigo. — Le dice esto último en tono bromista. — En fin, podría ir directamente a entregarme a la policía, como te decía antes, y llamar a Gabriella con la llamada que me tienen que dar... pero solo tengo una llamada y me gustaría ver que me recomienda Gabriella antes de hacer nada, además de evitar conectarla con la comisaría aquella o conmigo por si no le agrada. ¿Te parece bien? Vives solo, ¿No?

Tras decirle eso, el camaleón asiente y sigue fumando su piti. No parece prestarle mucha importancia. Mientras que con Marty tienes una certeza mayor de que el tío se ha estado guardando algo más que su posición en la empresa. Igualmente, entráis al coche y se cambian todos de sitio a la posición oportuna, para luego salir de allí en unos minutos. El viejo abre la valla y os deja ir, haciendo un gesto con la mirada como si intentara ver mejor algo en vuestra dirección.

De mientras, Duarte te ha ido contando, con pinta de estar bastante chinado.

—No te quito razón de que haya sido alguno de estos, pero podríamos haberles sacado algo más si hubiera intervenido —aprieta con fuerza el volante mientras conduce— Pero mira, yo me desentiendo. Con lo del piso no es a mí a quien le tienes que pedir permiso. Mi tío y yo nos quedamos en uno de sus edificios del downtown de la ciudad. Y no sé si quiere tener alguien de fuera en una de sus suits —se busca por el bolsillo del pantalón con un gesto algo nervioso y vuelve a poner la mano en el volante— Y ni se te ocurra entregarte, si pasas un tiempo sin dejarte ver por ahí lo mismo no te vas a tener que preocupar. Aunque... sin el juez con nosotros, me da a mí que se van a torcer las cosas. Mi tío me ha dicho que el viejo ese es nuestra carta para salir del trullo, no sé si me entiendes. Sin él, no hay mucho que hacer aparte de esperar que alguien acepte los sobornos.

— Jo... ¿Vives con tu tio? Mmmm... entonces mejor me pienso otro lugar en donde quedarme. Tu tio y el resto estan en una especie de "fraternidad" pero siguen teniendo sus intereses personales, y aquí entre nosotros siempre puede darse la traición de uno hacia otro... aunque con esos Enmascarados uno esperaría que los jefes se mantengan juntos. Mierda... mejor solo dejame frente a algún motel o algo así. — Le responde a Duarte. Poco después se suben todos al coche y Duarte enciende el motor. Un par de calles recorridas más tarde Leonard, que se esforzaba por mantenerse reclinado para no dejarse ver a través de la ventanilla de la parte de atrás del coche, la cual le había tocado compartír, de forma bastante más incomoda de lo que sería normal, con el grandote de Orangu. En cierto momento, sin incorporarse, elevó la vozpara hablar con todos en general. — Ese Juez... no tengo muy claro que esperan los jefes mandandonos a nosotros a encontrarle, no creo que sean tipos comunes. ¿Saben que es bastante probable que hayan sido miembros de los Enmascarados? O, en un caso mejor, que sea un grupo de policías-vigilantes que sabían que le estaba pagando la mafia. En cualquier caso, si lograramos encontrar donde tienen a ese Juez, nosotros nos tendremos que enfrentar a un grupo armado.

Duarte escuchó lo que tenía Leonard que decir, y aún siendo como es de impetuoso, viéndolo por el retrovisor no parecía estar demasiado contento con eso de tener que jugarse el cuello. Siguió conduciendo sin decir palabra.

Ya prácticamente cercanos a las doce, la noche prometía ser más calma, al menos, a nivel ambiental. Fresca y dócil, perfecta para un paseo. De hecho, Leonard, nunca habías visto tu barrio tan calmo. Ni un alma en la calle, a excepción de quienes no tienen a donde ir.

—Voy a ir dejándoos, que tengo un sueño que me muero. Manos Suaves, ¿no vivías por esta zona? —preguntó, intentando verte por el retrovisor— Al resto os iré dejando también donde me digáis.

Al cabo de un rato Duarte hizo el comentario sobre que estaba ya muy cansado, y vaya que debía estarlo, ya que al parecer con la somnoliencia se le olvidó que Leonard ya le había dicho que lo llevara a un motel.

— Mejor no, Duarte. En la comisaría, antes de que se estropeara todo, me confie y se me escapó decir que vivía en alguna parte de este barrio... así que no sería extraño que aquí es donde más policías han enviado a patrullar. — Quiso entonces reiterarle que lo dejara en un motel, pero justo entonces pensó en posiblemente otro mejor lugar. — ¿Sabes que? Mejor dejame en el Phoenix.

No quedaba mucho más lejos que tu piso, así que no tardásteis mucho más en llegar. Una vez pasando el inicio de esa calle ciega, a rebosar de luces purpúreas y rosadas de neón, Duarte pararía el coche a mitad, a algunos metros del edificio.

—Mejor te dejo por aquí, no quiero que nadie sepa que he estado rondando el barrio —mira hacia algunas de las chicas, reunidas en parejas y grupos, hablando y pasando el rato hasta que lleguen clientes. Pone la marcha atrás y se pira.

Una vez fuera de la zona, llevará a Orangu y Diana a sus respectivas residencias sin mucho contratiempo de por medio.

Esa misma noche, Leonard decidiría investigar el asunto que Gabriella le había encargado: investigar lo que Lola, una de sus chicas, podría tener información sobre la desaparición de otras de sus empleadas la semana pasada.
El joven felino se aproximaría a los apartamentos 'To your heart's content', cerca de la costa y casi en la zona centro, desde su última localización.

La zona está prácticamente despejada a estas horas de la madrugada, incluido el aparcamiento de los apartamentos. Leonard haría un par de preguntas a algunas de las mujeres prostituidas de la zona, hasta que fue interpelado por una liebre —otra trabajadora sexual. Después de unos gritos en que expresase su rabia inconforme al león, y tras demostrar este cierto tacto, Karina, la liebre, le conduciría hasta la habitación de Lola para que pudiesen hablar. La liebre subió otras escaleras, algo derrotada emocionalmente, hasta perderse de su vista.

Y ahí se encuentra Leonard, frente al apartamento 208 de Lola, algo aletargado por el sueño y el alcohol.