Partida Rol por web

Masticando un trozo de algo para distraerse, Alfa no pareció escuchar las palabras de Moris hasta que vio cómo apuntaba a Ash con su recién arreglado revólver. Se quedó parado, y luego rompió a reír. Era una risa tosca, desprovista de toda alegría. Propia de alguien tan hosco y malcarado como él. Lentamente, mientras se reía, desvió la mirada a Greeny. Una mirada que decía claramente os lo dije, hijos de puta.

Si sobrevivían a aquello, se lo iba a restregar durante el resto de sus días.

Lamentablemente, su alegría duró poco porque todos actuaron como debían hacerlo. ¿Que Leech iba a morir? Todo ventajas para el adiestrador, pero eso no importaba ahora. Tocaba desgarrar la garganta de ese estúpido que se había atrevido a intentar engañarles.

Con un ladrido corto, el sabueso se abalanzó sobre el traidor, clavando sus fauces en el brazo del arma. Era una máquina de matar cuidadosamente entrenada, todo lo que no era Alfa, y Moris se las tendría que ver para librarse de su presa. Pero claro, entonces no podría detener el bate de White que se cernía sobre él.

En lugar de hacer caso a Moris y entregarse, y a pesar de que estaba apuntando a Ash muy de cerca con su fantástico revolver de la Edad Antigua, la cosa se puso chunga en un abrir y cerrar de ojos. Greeny se revolvió rápidamente y gritó a White que matara a Moris mientras advertía de sus intenciones de disparar al tipo del tejado que había quedado prevenido por el disparo al cielo de Moris. Greeny era muy rápido, pero Moris lo era más. Dejó de apuntar a Ash y dirigió su revolver hacia Greeny para cargarse al merodeador antes de que pudiera hacerle daño a su amigo. Pero las prisas nunca son buenas, y el disparo impactó en una roca cercana a donde Greeny estaba tendido en el suelo. 

Greeny disparó al tipo del tejado, que ya había sido prevenido por el disparo de advertencia de Moris y se agachó para protegerse de un disparo mientras gritaba para dar la voz de alarma. Greeny, que tenía perfectamente apuntado en la mirilla al matón hasta que Moris les traicionó, vio como este empezaba a moverse y su primer disparo impactó en las tejas. El segundo alcanzó al tipo en el hombro y le dejó doliéndose. 

En esos momentos llegó el perro de Alfa y se lanzó sobre Moris, apresándole el brazo con sus poderosas fauces y obligándole a soltar el arma con las potentes sacudidas del animal. Moris gritó como un loco y el perro no dejo de apretar y apretar su brazo hasta que se escuchó como el hueso crujía y se rompía bajo los dientes del animal. En esto llegó White para golpearle con su bate en el centro de la cabeza. El cráneo de Moris se rompió como un melón con un sonido desagradable y el supuesto mercader cayó al suelo sin vida.

El matón del tejado disparó con su rifle a Greeny, por fortuna la bala impactó en una piedra tras la que Greeny se había protegido, aunque la bala la destrozó completamente.

—¡Perfecto! Tenemos trato entonces —dijo sonriente Amber dirigiéndose hacia la puerta por la que habían entrado—. No tienes mucha carne pero menos da una lagartija. Algo haremos contigo. 

Cuando caminaban de vuelta a la salida por el pasillo repleto de puertas con nombres extraños de mujer, se escuchó un disparo en la distancia. Amber se puso en tensión. Justo después se escucharon dos disparos más y una voz, que Leech pudo atribuirle al tipo del tejado, dio la alarma y gritó que había intrusos. Inmediatamente, la chica pelirroja colocó su pistola en el cuello de Leech y le ordenó que se estuviera quieto. 

—Este cabrón nos ha engañado. ¡Ha venido con más gente! Natcha, mátalo si intenta algo —le dijo a la chica pelirroja—. Novakov, conmigo, vamos a echar un vistazo —sacando las armas de una de las habitaciones, Amber y el tipo de las alas, Novakov, salieron corriendo al exterior.

Inmediatamente  tras  oír los disparos, se quedó congelado en  su lugar, resignado y con la mirada perdida. Había estado a instantes de completar su misión, pero ya no había más que pudiera hacer.

—Quise llevarlos hacia la Luz del Campeón de Ea, por desgracia es demasiado tarde... —le comentó decepcionado a la caníbal que presionaba el arma contra su flaco pescuezo.

A falta de una mejor opción, al menos distraería un rato a la combatiente enemiga .

La pelirroja empujó a Leech en la cabeza con su arma para indicarle que se moviera. A pesar del parecido con White, ésta carecía del encanto de la esclava de su Arca, era impaciente y nerviosa. 

—¡Vamos, camina! —Le ordenó—. Quiero ver qué pasa fuera. 

El pasillo se extendía recto, con las puertas de las peculiares habitaciones a ambos lados, hasta llegar a la puerta abierta que daba al exterior, donde la brillante luz del sol se colaba en el interior del Kitty Nevada. Fuera pudo ver la silueta de Amber desplazándose de un lado al otro de la puerta, encorvada para protegerse detrás de alguna cobertura. Ignoraba qué estaría pasando fuera, pero las cosas no debían ir nada bien con tanto disparo. 

Greeny rodó por el suelo apartándose de la roca que hasta hace un momento le había servido de protección.

- Buen trabajo – felicitó escuetamente al grupo al ver como Moris estaba completamente muerto en el suelo – Los rifles de los guls os pueden servir para alcanzar al vigía y a sus amigos que se asomen ahora. – les informó antes de emprender una huida hacia adelante buscando un nueva posición defensiva más cerca de su enemigo. No parecía que el haber estado apunto de recibir dos disparos le hubiera perturbado lo más mínimo.

Se parapetó detrás de un árbol con el cuerpo en el suelo, apuntó y disparó de nuevo su fusil, pero esta vez sin supervelocidad. Quizás necesitaría más tarde sus habilidades especiales.

Ash se mantuvo en su cobertura sin saber qué hacer. El revólver de Moris estaba al alcance de su mano, al igual que el cadáver de su dueño. White y el sabueso de Alfa estaban junto a él, todavía jadeantes por el combate.

El mecánico estaba confuso. Ni siquiera sabía si quería seguir peleando. Se sentía traicionado y todavía le temblaban las manos, incapaz de sujetar siquiera su propia arma.

Lo único que le logró hacer fue gritar.

—¡Ya basta, joder, ya basta!

Salió del Kitty Nevada con las manos en alto, detrás suyo venía una muchacha pelirroja empujándolo y con un revólver apuntado a su cabeza. A pesar de eso, al ver caos reinante del exterior, aprovechó para lanzar una oferta de tregua a los enemigos que todavía estuvieran de pie luego de que volaran tantos disparos.

—¡En el nombre de Marduk, Vástago de Ea, Vencedor del Gran Lagargajo Devorador de Mundos, depongan las armas y serán perdonados por ser trogloditas sin fe!

De momento, la joven deidad no había obrado grandes milagros, pero el cronista apostó por el miedo y la ingenuidad de aquellos salvajes a quienes ya había engañado momentos atrás. 

Alfa no perdió la oportunidad de patear y escupir sobre el cadáver de Moris, y tras eso le dedicó una carantoña a su sabueso, que pareció sonreír con las fauces salpicadas de sangre del traidor. Todos recibían su castigo al final. Y como Ash no parecía querer el revólver que había arreglado al comerciante, se lo agenció él. Si no me sirve, lo puedo cambiar por algunas balas. ¡O agua!

Sus pensamientos fueron interrumpidos por los gritos de Ash y Leech, cada uno con una opinión sobre qué hacer a continuación. El adiestrador también tenía la suya: tomó su rifle y buscó cobertura. La pelea no había terminado.

Esperanzado por la repentina aparición de Leech, Ash tomó los pocos gramos de optimismo que le quedaban e intentó razonar con sus compañeros. Sabía que ellos no eran así. No dispararían si no había una amenaza.

—¡Alto el fuego! ¡Ya ha habido demasiada violencia injustificada!

Alfa no tenía intención de bajar el arma, pero no podía culparle, era un hombre receloso. Aún así, confiaba en que haría lo mejor para la "manada".

Todo sucedió demasiado rápido y su mayor preocupación era que Leech salga herido de todo esto, ella podía darle una golpiza fuerte a Moris pero el riesgo estaba ahí en su mente. Por ello en cuanto logró quitarle la vida junto al perro de Alfa, sintió culpa y miedo. No quería perder al Cronista. 

Incluso por él es que la pequeña alzó sus manos con el bate y les mostró que lo guardaba, luego comenzó a avanzar directamente hacia donde estaba él. No seguiría con la violencia, eso estaba más que claro y estaba un tanto arrepentida porque quizás, había puesto en riesgo a sus compañeros al obedecer a Greeny. 

Greeny disparó y alcanzó de nuevo al tipo del tejado. La bala no logró herirle de gravedad pero sí pasó quemándole en el brazo, lo que sin duda afectaría a su capacidad de disparo y probablemente sirviera para debilitarle poco a poco. Los siguientes momentos fueron algo confusos para el grupo. Ash bramaba pidiendo paz y calma, y White parecía hacerle caso, aunque Alfa corría a tomar posiciones. Entonces las puertas del edificio blanco se abrieron de golpe y por ellas salieron más personas. La tipa fuerte que parecía la jefa del grupo y que había hablado antes con Leech corrió a ocultarse tras un vehículo desguazado de los Antiguos, alzó el rifle que llevaba consigo y disparó contra el grupo. La bala pasó silbando cerca de Ash, que se encontraba pidiendo un alto el fuego en esos momentos. 

El tipo de las alas de avispa echó a correr, pero no en dirección a ellos, sino hacia el almacén de chatarra que había al otro lado del recinto, corrió hasta que sus pies se alzaron y moviendo las alas con una velocidad vertiginosa voló en dirección al almacén. La pelirroja mandó callar a Leech y le zarandeó colocándole su pistola en la cabeza, y advirtiéndole de que si no se callaba le dispararía. 

—¡Han matado a Moris! —El matón del tejado gritaba para sus compañeros pero sin dejar de apuntar a Greeny. Le disparó de nuevo, esta vez la bala pasó muy cerca, pero por encima de su cabeza. 

Ash volvió a agacharse, parapetándose como podía en la única cobertura que había encontrado. A pesar del disparo y de haber visto su corta vida pasar ante sus ojos, el mecánico no pretendía rendirse. No si la vida de Leech estaba en juego.

—¡Nos rendimos! ¡Moris atacó primero pero venimos en son de paz! ¡Tiraremos las armas si es necesario!

Pensó rápido. Después de ver lo irascibles que estaban todos necesitaba ganar algo de tiempo y buscar algo más convincente para calmar los ánimos.

—¡SOY MECÁNICO! ¡Arreglo cosas y podríamos beneficiarnos mutuamente! ¡El resto de mis compañeros también son muy hábiles cazando y rastreando! ¡PODEMOS LLEGAR A UN ACUERDO!

—¿Rendirme? —escupió Alfa, sin abandonar su posición ni su arma—. No pienso entregarme para que esos malnacidos me conviertan en comida. La sanguijuela sabía a lo que se arriesgaba marchándose sin nosotros.

Y con esas palabras, abrió fuego contra el que les estaba intentando volar la cabeza.

Ash no se rindió. Sabía que se encontraría con cierta resistencia hasta dentro de su propio grupo, pero por más vueltas que le daba, las palabras de Moris no terminaban de encajar.

—Pero no se han comido a Leech, ¿verdad? Moris nos mintió, ¡está vivo! ¿De verdad iba a hacer todo ese camino solo para cazar a cinco personas? ¡Es absurdo!

Greeny apoyo su rifle en la piedra para apuntar mejor.

- ¡Os permitimos rendiros! – hizo un primer disparo a la persona con alas de avispa, le daba muy mala espina a donde se podía dirigir - ¡Bajad las armas y podremos hablar! – hizo un segundo disparo, pero era demasiado rápida.

Luego escuchó las tonterías que decía Ash de entregarse.

- Lo que es absurdo es pensar que alguien que te quiere meter en su casa a punta de pistola vaya a escucharte. Coge un arma y defiéndete o moriremos todos. – le advirtió en un tono más bajo que esperaba no llegara a oírse desde el rancho.

Se volvió a esconder lo mejor que pudo detrás de su roca para ofrecer un peor blanco.

White seguía preocupada por Leech y se mantuvo así, avanzando hacia donde se encontraban los que habían salido. Mostrarse hostil cuando eran mayoría, de por sí no era lo más inteligente que ella había escuchado más allá de que la peliblanca no era una persona muy despierta. 

No le importó la actitud de sus compañeros, ella siguió poniendo a riesgo su pellejo. Estaba con Ash en la forma de pensar, ellos tenían la ventaja, el lugar y todo lo necesario para matar a cuatro locos que se hacían los hostiles. 

Ash ni siquiera se dignó a mirar a su compañero.

—Ya lo has visto, Greeny, nos superan en número y tienen armas mejores. ¿Qué es más inteligente? ¿Demostrar que valemos más vivos o morir antes?

No podía acotar palabra alguna, bajo pena de muerte a manos de la caníbal pelirroja. De todas formas la jefa Amber no parecía dispuesta a dialogar, así que él se contentó con al menos estar distrayendo un revolver enemigo con su escuálido y magullado cuerpo, inútil para la guerra, aún si estuviera sano.

Se limitó entonces a observar los acontecimientos, atento a alguna posible distracción de parte de su captora para poder escapar del ojo de la tormenta usando su don mutante. No es que hubiera tampoco un lugar hacia donde escapar verdaderamente. Herido y sin papeo ni agua, la muerte estaba asegurada.