Partida Rol por web

- Claro – dijo Greeny. Cogió el reloj que le tendía Ash. Probó a girarlo a un lado y a otro. Se fijo en como la aguja se movía, pero siempre acaba volviendo a apuntar al mismo sitio cuando la dejabas quita. Seguramente estaría roto, como unos dados trucados.

Probó a agitarla junto al oído por si oyera algo. La olisqueó un poco. La miró de cerca. Nada. Aquello no le decía nada. Necesitarían más tiempo para desentrañar sus secretos.

- No sé, Ash. No se como se utiliza. Yo creo que está roto o trucado como unos dados para apostar.

Obediente como nadie, se acercó a Alfa con la intención de ir primero a su rancho tal como se lo había pedido porque era la única manera de sentirse protegida. Era consciente de la relación que tenían entre ellos, pero ante la opresión de Lobo Gris, todo era más difícil. De todos modos sintió la necesidad de hablarle algunas cosillas a éste antes de siquiera reunirse con los demás, quizás para aligerar la carga que tenía encima. 

Seguramente Greeny les daría poco tiempo, aunque quizás el suficiente como para que White pueda arreglar esos asuntos con su compañero/amigo. 

—Nos reunimos rápido con ustedes—dijo y miró a Alfa—. Voy contigo. 

No le cogió la mano porque andaba su Jefe bastante cerca, ella solía ser muy cercana con su compañero pero no de cara a ese otro hombre porque le solía dar unas fuertes golpizas marcando su pertenencia. En eso era un poco cuidadosa, aunque claro, no siempre ya que hacía minutos atrás había metido la pata. 

Con el sabueso trotando junto a ellos, Alfa se dirigió hacia su guarida mientras ignoraba las miradas y cuchicheos de aquellos con quienes se cruzaba. Sabía que no era ni apreciado ni respetado, al menos por nadie que no fuera White, pero tampoco le importaba. Su manada era pequeña, pero leal.

—¿Estás... estás bien? —Alfa lo dijo con un hilo de voz, como si no fuera con él. No le gustaba mostrar sus sentimientos pero ambos sabían que la esclava era su debilidad, aunque el adiestrador no tenía claro en qué sentido.

Abrazada a su cuerpo ya que sus trapos poco cubrían por los tirones que le había dado Lobo Gris por la que había liado, siguió los pasos de Alfa caminando a su lado y cuando éste le preguntó como estaba, negó con la cabeza. Muchísimas cuestiones en el interior de aquella muchacha, pero aquel hombre era la excepción ya que la cuidaba más que su jefe y eso en verdad valía la pena para ella. 

—Estoy bien... Perdón, te puse en peligro—confesó al bajar la mirada y revisó los alrededores, pensando si acercarse o no—. No quería hacerlo, no quería que tengas de enemigo a Lobo...

Se la veía muy arrepentida e incluso acarició el morro de uno de esos chuchos con cariño. A veces daba la impresión que padecía de todo aquello y por otros, era resignación. Aunque los momentos más felices de ella, los pudo ver Alfa cuando se escapaba del rancho y se iba con él. 

—Me dio... Me dio una misión. Tenemos que hablar en secreto... Lejos de las miradas... Escondidos...

Sospechaba lo que Lobo le había pedido, pero prefirió que fuera White quien diera el primer paso. Y si para ello necesitaba estar alejada de todos y de todo, no había mejor lugar que su guarida. 

La perrera estaba situada en un lugar apartado, de suelos duros y paredes altas que protegían a la manada del viento y la lluvia. Habían aguantado milagrosamente al paso del tiempo y los terribles acontecimientos que habían acabado con Los Antiguos, pero estaba demasiado alejado del resto de edificios como para que alguien estuviera interesado en ese terreno. Ideal para Alfa. El sabueso trotó hacia la cabaña del adiestrador y se dejó caer en un jergón de ropa vieja y restos que hacía las veces de cama, mientras que el hombre empezó a rebuscar entre sus cosas para darle algo a White con qué cubrirse.

Al llegar a la perrera, White se sentó en el primer lugar que encontró y buscó la mirada de Alfa en todo momento, quizás porque quería decirle algo y estaba muy nerviosa para hacerlo. Así que esperó paciente a qué busque entre sus trapos algo para ella y tras exhalar con suma pesadez, se decidió a dar voz a todo aquello. 

—Debo robar algo, algo de Ash...—dijo y bajó la mirada—. Debo hacerlo, ya sabes... Si no lo hago es cantado que me sucede algo. Ofendí a mi jefe, no puedo ofenderlo más. ¿Me ayudarás? 

Aquella pregunta fue a él y rápido se acercó a su compañero, que por la diferencia de alturas y en especial de tamaño, hizo que White parezca más pequeña de lo que ya era. Desde la cercanía lo miró, incluso deslizó sus manos sobre el torso de Alfa mientras esperaba una respuesta. 

—Ayúdame por favor. 

No le gustaba el juego al que le estaba pidiendo White que se mezclara, pero el enano tampoco era santo de su devoción y realmente quien se jugaba el cuello era la muchacha, no él. Él no perdía nada si la ayudaba, pero podía perderla si no conseguía lo que ese tuerto malnacido buscaba.

—¿Qué busca del mecánico? —preguntó finalmente, retirando las manos delicadamente de la muchacha. Le hacía sentirse extraño, y las emociones que no entendía le incomodaban. Por fin localizó lo que buscaba y se lo lanzó a White. Algo que parecía un vestido pero que estaba decorado con rojas salpicaduras de lo que a todas luces era sangre.

Al ver cómo le quitó las manos, se apartó ligera.enrw y bajó la mirada para responder a esa pregunta con sinceridad. 

—Ese artefacto que tiene. Lo quiere el lobo gris. 

Ya cuando confesó aquello, pidiendo ayuda a Alfa de su parte, no dudó en coger el vestido y poco le importó que tenga manchas de sangre, ni tampoco desvestirse allí mismo delante de sus ojos. No había pudor en la esclava porque se lo habían quitado a base de golpes y por ello es que rápidamente se quitó esos trapos que no daban mucho a la imaginación y tras revelar un bonito cuerpo, que lleno de cicatrices escondía la verdad de su vida bajo el mando de aquel jefe. 

Poco a poco se colocó el vestido, sin mirar a los ojos a Alfa mientras su desnudez fue reemplazada por ese trapo con otros olores, con otras historias. Finalmente acomodó su largo cabello blando y allí quedó, un poco más presentable, mejor vestida. 

—Gracias—dijo sincera—. ¿Me ayudarás?

White y Alfa llegaron a la reunión algo más tarde que el resto. La esclava lucía un vestido distinto que sustituía las ropas rotas y desgarradas con las que le había dejado Lobo Gris. Aunque el nuevo atuendo tampoco destacaba por ser bonito, incluso estaba cubierto de manchas de sangre y apestaba a perro. Dado que White apenas tenía posesiones, no les costó imaginar que se lo había dado Alfa. De dónde lo había sacado él, era una cuestión que podría dar para muchas elucubraciones.

Cuando la pareja se unió al resto en el refugio de Greeny, pudieron observar que se encontraban inspeccionando con curiosidad un extraño artefacto que Ash poseía. Era un objeto circular, con una aguja que se iba moviendo según como girabas el aparato. Ash y el merodeador le daban vueltas para intentar descifrar su utilidad aunque sin éxito. Cuando al fin estuvieron todos, Ash guardó el artilugio y Greeny señaló el mapa que había colocado sobre el suelo. Era un viejo mapa cubierto de eso que los cronistas llamaban palabras pero que ellos apenas sabían interpretar, también había muchas señales de las que no entendían sus significados y algunas anotaciones que había hecho Greeny en las zonas circundantes al Arca.

Estuvieron planificando la ruta que emprenderían al día siguiente durante un buen rato. Había muchas opciones, y no tenían ninguna pista, cualquier camino podría acercarles al éxito o al fracaso, por lo que finalmente decidieron que lo más sencillo y favorable sería remontar el curso del río caminando junto a su orilla. Desconocían totalmente que se encontrarían una vez dejasen atrás el Arca, pero al menos el río les ofrecía un indicador seguro e imperturbable de por dónde volver a casa si se perdían.

Tras establecer la ruta se fueron a preparar las cosas para la partida y a descansar. Saldrían temprano, aprovechando las horas en que el sol alejaba la mortecina niebla tóxica que inundaba las calles y se instalaba sobre el río.

Joe disfrutó especialmente del enfrentamiento entre alfa y lobo gris. Si había algo que disfrutaba era de una buena gresca. Con suerte quizás podrían poner en practica la técnica cánibal antes de lo esperado, pero para su disgusto todo quedó en nada. 
 

Joe sabía de sobra donde vivía el apestoso de Greeny así que llegó solo y más tarde. Se sentó en un tronco y esperó a que llegaran White y el perrero. Una vez lo hicieron, estuvo de acuerdo en que la mejor idea era continuar por el rio ¿qué podrían hacer si no? Se despidió y fue a ver a Tolf. Era un viejo merodeador quizás él supiera algo sobre aquellos instrumentos.  

Greeny expuso de forma directa su idea de seguir el río que siempre era una buena referencia. También hizo algún comentario respecto a las torres que se veían marcadas en el mapa. Si eran edificios grandes era más fácil que hubiera montañas de latas de los antiguos que se quedaran sin abrir cuando murió todo el mundo.

Propuso que durante la exploración que, ya que él se movía con más sigilo, dejaran que fuera él un poco por delante separado del grupo, por si necesitaba ayuda.

Les recordó también que no se olvidaran de traer agua, ya que la necesitarían pues el agua del río bajaba contaminada.

Se alegró de que Joe se marchara con tanta prisa. No tenía ningún interés en soportarle más de lo necesario.

Se giró a Ash.

- Imagino que ya lo has hecho, pero no está de más preguntar. ¿Has preguntado ya a los otros mecánicos por la esfera esa? Quizás alguno tenga una idea de como se podría usar o para que serviría si la arreglarais.

Una vez reunida junto a los demás, escuchó con detenimiento todo lo que Greeny propuso y estaba muy de acuerdo con la idea de seguir el río como guía. Si bien la esclava no solía tener mucha voz y voto, simplemente asintió con su cabeza mientras aguardó para iniciar el camino junto a sus compañeros. Le despertó curiosidad el artefacto que Ash tenía entre sus manos, pero no preguntó ya que debía acostumbrarse a tener otro comportamiento cuando estaba con otra gente. De alguna u otra manera, ella se había criado para responder a alguien y su tendencia a obedecer la tenía muy marcada. 

La pregunta de su compañero al mecánico, despertó interés y se quedó mirando a Ash para ver que respondía. No era una buena entendedora de esas cosas, pero lo desconocido siempre era un punto de atención para la peliblanca, más aún cuando a ella le arrebataban todo y no era dueña de nada. 

- Imagino que ya lo has hecho, pero no está de más preguntar. ¿Has preguntado ya a los otros mecánicos por la esfera esa? Quizás alguno tenga una idea de como se podría usar o para que serviría si la arreglarais.

—Lo que encuentra un mecánico pertenece al taller a menos que sea de utilidad para algún otro miembro del arca. De momento hemos visto que con nuestras herramientas aún solos incapaces de desmontar este artefacto sin hacerlo añicos, así que esperaré o lo donaré para que sigan investigando.

Ash se acomodó junto al fuego, pero sabía que debía regresar a su nido antes de que cayese la noche para terminar de prepararse.

—Respecto a la ruta, me fío de ti. Normalmente optaría por una ruta que nos lleve a por prodigios tecnológicos, pero la comida es nuestra prioridad.

- Quizás si llegamos hasta esas torres encontremos allí más cosas y sabes que soy de los que ceden a la Cámara del Amanecer todos los Artefactos que encontramos. – dijo Greeny de buen ánimo.

- Ahora creo que nos vendría bien descansar. – dijo aun exhausto de la carrera que se pegó tratando de cazar a aquellos animales. Abrió una botella de agua que bebió ávidamente.

Descansaron aquella noche con una extraña sensación en el estómago que les mantuvo en vela un buen tiempo antes de caer rendidos al sueño. Atribuyeron la sensación a la emoción de la partida, pero bien podría haber sido atribuida al hambre que reinaba en esos días en el Arca. Durmieron soñando con grandes hallazgos en las peligrosas y lejanas tierras que se extendían más allá del Arca, y que regresaban como héroes con papeo suficiente para todos y con artefactos sorprendentes que llenarían la Cúpula del Amanecer y mejorarían sus vidas allí.

A la mañana siguiente se encontraron de nuevo para partir. La jefa Marlotte y algunas otras personas se acercaron para despedirse y les desearon suerte. Abandonaron la puerta de los Millenium Mills y se adentraron en los alrededores que ya conocían bien, avanzando junto a la orilla del río para mantener la ruta planeada. Greeny iba en cabeza, abriendo el camino, seguido de cerca por los demás.

Una hora más tarde dejaron atrás la última parte del camino que les era conocida y se adentraron en un lugar nuevo e inexplorado para todos ellos. Era una zona ruinosa, donde en tiempos de los Antiguos se habían levantando otros edificios similares a los Millenium Mills, lo que el Anciano les había dicho que se conocía como bloques residenciales. Lugares donde los Antiguos vivían en comunidad. Era edificios altos e idénticos, hechos de hormigón que ahora estaba agrietado y derruido en su mayor parte. En el suelo, entre aquellos monolitos había bancos podridos y maleza alta. 

Greeny avanzaba a buen ritmo forzando la marcha. Era la primera vez que se alejaban tanto, había muchas esperanzas puestas en el grupo en la que era la primera expedición para resolver los problemas del Arca, el más acuciante la comida, por lo que quería aprovechar todo el tiempo que pudiera para explorar al máximo. Intuía que explorar los edificios en ruinas sería lo que más tiempo les llevaría así que solo podían ahorrar tiempo al caminar.

Para explorar los edificios era necesario separarse del río ya que conforme más cerca estaban del agua más ruinosos estaban los edificios. Explorar las plantas bajas era fatigoso por la cantidad de escombros acumulados, imposible moverlos en la mayoría de los casos simplemente con sus manos. Quizás los mecánicos pudieran inventar algo para ayudarles. Sin embargo, lo de Greeny era moverse ágilmente y con gracia trepó por las escaleras derruidas que encontraban en esos edificios. En una de esas se confió demasiado lastimándose la pierna al resbalar, pero con los reflejos de agarrarse a tiempo del siguiente peldaño. Lo oyeron gruñir un “estoy bien” antes de internarse a explorar los niveles superiores que podían ver a través de los agujeros del techo.

Eventualmente las exploraciones dieron fruto pues pudieron ver a Greeny regresar con latas de comida.

- ¡Hey! ¡Cogedlas ahí abajo! – les avisó antes de lanzárselas al grupo para que las cogieran y él pudiera bajar sin estar cargado como una mula. Había cinco latas, pero una se cayó en el proceso y se rompió*, a lo que gruñó por lo bajo, pero no dijo nada.

Cuando regresó con los demás se le notaba cansado. La exploración le estaba pasando factura, pero se esforzaba en esconderlo.

Alfa cazaba y buscaba nuevos sabuesos en los alrededores del Arca, pero nunca se alejaba demasiado. No le gustaba dejar sus cosas mucho tiempo sin vigilancia, sobre todo ahora que su manada había menguado una barbaridad. En otros tiempos, en los que tenía una docena de bestias sedientas de sangre que seguían sus órdenes, no le habría importado tanto.

Así que aquellas construcciones las veía con ojos nuevos, sorprendido de la majestuosidad de las construcciones de Los Antiguos. Caminaba cerca de White, atento a olores y sonidos desconocidos, mientras con un ojo mantenía vigilado a su sabueso por si llamaba su atención sobre alguna presa o peligro cercano.

Mientras Greeny trepaba para echar un vistazo y encontrar comida, él se dedicó a inspeccionar los alrededores. El sabueso olfateó y encontró una senda que parecía serpentear entre la maleza y que se abría camino entre los mastodónticos edificios.

No era la primera vez que se adentraba en el exterior, y mucho menos acompañado por Greeny. El merodeador era muy competente a la hora de moverse por territorio inexplorado, pero Ash no había ido ahí solo a mirar. Reconocía las distintas ruinas y podía ser de ayuda a la comitiva.

—Creo que en alguna de estas torres deberíamos poder encontrar algo.

Greeny estuvo liderando al expedición de tal manera que le dio tranquilidad a White, quizás porque era el experto en la materia y podía guiar al grupo hacia un camino seguro. Ella simplemente como era habitual, obedecía cada orden, sorteó esos pequeños obstáculos y a la hora de cargar con esas latas, guardó una y quiso entregar una a alfa para que pudieran repartirse la carga, más aún la peliblanca que era pequeña y bastante menuda a nivel físico pero lo vio explorando. Así que cargó con ambas latas y se fue corriendo hacia donde estaba. 

Ya tras seguir el camino por el río siempre le despertó curiosidad, quizás porque ese afluente de agua era de alguna manera—pese a su contaminación—lo poco que quedaba de vida, de ese recurso natural que imposible de utilizar, mostraba lo que una vez la naturaleza le había dado a esta tierra. No obstante, aquellos edificios la dejaron un tanto reflexiva entre pensamientos, se moría de ganas por adentrarse, recorrerlos, incluso cuando el estómago le rugía por el hambre y eso le perturbó un poco. 

Así que no dudó coger una de sus raciones y comerla, así tenía los sentidos puestos en la expedición y no en el hambre que ya no podía esconder. 

—¿Vamos a recorrer uno a uno?—preguntó al señalar los edificios y luego miró a Alfa—. Tienes que comer. 

Guiados por Greeny se adentraron en los antiguos edificios residenciales, en uno de los que se encontraba en mejor estado ya que la mayoría solo mantenía en pie una parte de su fachada en los mejores casos. El merodeador les alejó del río, donde peor aspecto tenían las viejas construcciones, y les llevo entre matorrales y oxidados restos de vehículos hasta aquel punto. Con gran agilidad se coló dentro y logró encontrar unas cuantas latas de papeo que guardaron a buen recaudo. La lástima fue que una de ellas se cayó al suelo y la comida se echó a perder, pero pese a aquello había sido una buena manera de comenzar la expedición. Apenas llevaban unas horas fuera y ya tenían unas cuantas latas en su poder, aunque necesitarían muchas más para saciar el hambre de las doscientas almas que habitaban el Arca. 

Greeny tuvo que tomarse un momento para recuperar el aliento a su regreso, el ascenso por las escaleras derruidas le había supuesto un gran esfuerzo. A continuación continuó guiando al grupo por los alrededores, encontrando un camino seguro y libre de las posibles amenazas que pudieran existir allí. Se escuchaban cosas terribles de criaturas salvajes que habitaban en la Zona. Durante las siguientes horas, estuvieron registrando sin mucho éxito el resto de edificios. Tan solo había chatarra. Dieron con un fino tuvo de cristal lleno de indicadores que debía contener un líquido en su interior, pero ese líquido se había perdido por una rotura del cristal. A Ash le recordó a unos instrumentos parecidos que, según el Anciano, los Antiguos usaban para medir la temperatura. También dieron con un grueso cristal que les permitía ver las cosas que había cerca a un mayor tamaño y con un ramillete de coloridas flores que habían logrado permanecer con un aspecto vivo y saludable después de tantos años, aunque se decepcionaron al verlas de cerca y darse cuenta de que eran falsas, no desprendían olor y estaban construidas con plásticos de los que usaban los Antiguos para casi todas sus cosas y que todavía inundaban el mundo a pesar de la desaparición de todos ellos.

Ya llevaban casi cuatro horas merodeando por aquella zona cuando Greeny alzó la vista y vio algo brillante en lo alto de las ruinas de uno de los edificios. Desde allí no podía verlo bien, pero tenía pinta de ser algo valioso a juzgar por como brillaba. El problema era que parecía un lugar inaccesible pues en el interior del edificio se había venido abajo la zona en la que estaban las escaleras que les hubieran dado acceso. Alfa estudió el terreno pensativo y se adelantó con su chucho para explorar los alrededores en busca de una vía de acceso alternativa. Finalmente logró eccontrar un camino transitable hasta lo alto del lugar a través de los edificios contiguos. El único problema era que tendrían que dar un salto bastante peligroso desde lo alto de la azotea del edificio colindante para llegar donde estaba el objeto.