Partida Rol por web

Al final aquella bestia de Alfa había resultado útil para algo encontrando ese camino hasta lo alto de la azotea y saltar hasta la cosa brillante. Greeny se asomó a la azotea. La caída sería un buen golpe. Se separó un poco estudiando la situación. Cerca de la zona por la que habían accedido había en el suelo una puerta de metal oxidado. Quizás aguantase, quizás no, pero podía ser. Miró a los demás.

- Quizás podamos usar eso – señalando la puerta – para que si la sujetamos entre cuatro el quinto que salte lo haga desde ella después de coger carrerilla y los demás podamos darle más impulso empujando.* - sugirió aunque quizás a Ash se le ocurriese una idea mejor de cómo aprovechar eso para ayudar a quien salte.

Él mismo podría saltar, aunque estaba un poco cansado, o tal vez White que pesaba poco y sería más fácil de empujar.

En cuanto se acercó a Alfa le entregó la pequeña esa lata y ya después siguió el sinuoso, como complicado camino de exploración donde las horas se estaban haciendo demasiado largas. Si bien aquello no era del todo malo porque la zona estaba llena de chatarra y cuando White vio las flores, rápido se dirigió allí para cogerlas así se las colocaba en el cabello para lucirlas. Tenía esas cosas de chica, pese a ser alguien que no sabía tomar decisiones por sí sola. 

—Yo podría ser quien salte, soy la más pequeña junto a Ash—propuso, atreviéndose cuando preguntó Greeny—. Si ustedes lo consideran. 

No se retractó de ello, sólo que pedía permiso como si sus compañeros fueran sus jefes. Incluso miró a Alfa porque de alguna manera era quien podía tenía carácter para decidir por ella, aunque su otro compañero también. 

Ash recogió toda la chatarra y se la colocó en el zurrón, así como el cristal que ampliaba las cosas, que guardó con más cuidado. Al ver el punto donde señalaba Greeny, en la azotea del edificio de en frente, se le cayó el alma a los pies. Sus piernas eran demasiado cortas y jamás había hecho un salto semejante. White tampoco ayudaba con sus comentarios.

—No creo que pueda saltar esa distancia —se disculpó, taciturno y molesto por ser un estorbo y no poder descubrir el artefacto brillante.

La idea de ver a White saltando esa distancia, fallando y cayendo a plomo hasta el suelo no le resultó nada atractiva. Pero era la más ligera, e incluso podía darle un empujón para ayudarla a salvar la distancia. Se situó junto al borde y se preparó para lanzar a la pequeña muchacha en cuanto llegara al extremo de la puerta.

El equipo se organizó para preparar una estrategia con la que ayudar a White a saltar la distancia que separaba los tejados de ambos edificios. A propuesta de Greeny, el merodeador y Ash sujetarían una puerta en el borde del edificio y Alfa se situaría sobre la puerta para darle un empujón a la esclava de pelo blanco justo cuando fuera a saltar.

White tomó carrerilla, suspiró y se preparó para el peligroso salto. La caída era bastante considerable por la altura y no podía fallar. El silencio que se hizo en el grupo fue sepulcral, apenas se escuchaba el suave viento que soplaba en la azotea del edificio. La tensión era máxima en el grupo. 

No iba a ser un salto demasiado fácil, aún así se arriesgaría por el hecho de ayudar. Por ello es que tomó carrerilla mientras sus compañeros sostenían la puerta y Alfa era quien le daría el impulso, lo cual serviría para ir más lejos o simplemente caer justo en el borde deseando no resbalarse en el proceso. 

Este tipo de cosas le agradaban a la peliblanca, sólo que era conveniente saber si su destino estaba en lograrlo o caer. 

White corrió hacia el borde del edifico y de una zancada se colocó sobre la puerta que sostenían sus compañeros para luego dar un salto y ser empujada casi en el aire por Alfa y salir volando hacia la azotea del otro edificio. Todos contuvieron el aliento mientras la esclava se encontraba en el aire, surcando la distancia que separaba ambas construcciones sobre un abismo mortal. Pero el salto de White fue suficiente para aterrizar al otro lado, con los pies en el borde y rodando por el terrado.

Tras la hazaña, White se puso a buscar el artefacto brillante que Greeny había visto. El objeto se encontraba bajo unos trozos ruinosos de pared pero sobresalía lo suficiente como para arrancar destellos de la luz del sol. Pero cual fue su decepción cuando White tomó el objeto y se lo mostró al resto. Era un simple espejo. Se había jugado la vida por un espejo normal y corriente, de los que había montones en el Arca. Y lo peor era que ahora tendría que volver a cruzar el edificio con las manos vacías.

Para no arriesgar su vida de nuevo, White decidió probar si el edificio era accesible por el interior hasta una zona más favorable para saltar. Y así era. Logró descender por las escaleras interiores que permanecían intactas hasta llegar a la primera planta del edificio. Allí la escalera que descendía hasta la planta baja estaba partida e impedía subir, pero bajar era algo más sencillo. Sus compañeros lograron encontrar el colchón de una vieja cama en el edificio por el que habían subido y lo trasladaron hasta allí para que White pudiera bajar de un salto y no se hiciera daño al aterrizar. 

—¡Venga, no me jodas! —exclamó el adiestrador cuando la pequeña figura de White alzó el espejo sobre su cabeza. Un puto espejo. Algo que ni siquiera podían romper y usar para apuñalar a alguien, por lo frágiles que eran. Inmediatamente se volvió hacia el verdoso rastreador y se preparó para escupirle en plena cara que habían estado a punto de perder a la esclava por su estupidez.

Pero se detuvo antes de empezar. Alfa había aprendido, a lo largo de años adiestrando sabuesos salvajes, que tenía que equilibrar los castigos con las recompensas. Si levantabas demasiado la mano, terminaban arrancándotela de cuajo; y si eras demasiado permisivo, no obtenías el respeto necesario. Y como Greeny había hecho un buen trabajo con aquellas latas de comida de antes, decidió que eso compensaba su metedura de pata de ahora.

Así que se limitó a pasar por su lado mientras ladraba una orden a su sabueso para que le siguiera escaleras abajo.

Todo aquel esfuerzo, incluso el riesgo que implicó el haber dado aquel salto poniendo en juego su vida, hizo que algún tipo de motivación surgiera en la pequeña. Aunque claro, más allá de sentirse útil en el grupo cuando era una esclava que sólo recibía órdenes del más fuerte, tal fue la frustración cuando tras haber dado realizado tal acción—sumamente peligrosa—conllevó a que no era nada, sólo un simple espejo. 

Tras haberlo mostrado, negó con la cabeza y aprovechó a mirarse así misma por un breve instante. Se impresionó por ello, ese aspecto ojeroso, su cabello desaliñado y ese cansancio notable, le dejó algo para pensar a posteriori cuando pudiera estar en un momento de tranquilidad. No obstante tocó el buscar una salida más cuidada, algo que al menos la peliblanca supo hacer a la perfección y tras dar el salto hacia el colchón, buscó rápidamente la mirada de Greeny y negó la cabeza. 

Sin más, avanzó hacia Alfa y se quedó junto a él. Siempre buscando a ese alguien que le diga lo que debía hacer, como debía estar. Esos estigmas no se iban tan fácilmente, incluso cuando la libertar era efímera. 

Greeny miró con los ojos entrecerrados a White cuando les mostró el espejo. Había algo que claramente no le cuadraba, pero no dijo nada al respecto. Se sentó con la espalda apoyada contra la pared mientras se sacaba una botella de agua para beber.

- Tomemos un descanso antes de seguir con el próximo sector. Necesitaremos tomar fuerzas antes de continuar. – indicó – Creo que en el próximo sector deberíamos repartirnos las tareas, que alguno/s de vosotros esté pendiente del entorno, de si hay bestias, mientras yo me centro en encontrar cosas. Espero que haya más suerte y logremos encontrar algo útil que no esté roto.

- Salvo que queráis volveros ya. – dijo con un encogimiento de hombros.

¡Una enorme y magnífica asamblea y Leech se la había perdido! ¿Cómo podía haber pasado eso? Y según le había contado el cronista Tek había tenido de todo: se había propuesto el canibalismo como alternativa a la falta de papeo, la jefa Marlotte había ridiculizado a Lobo Gris, y se había formado una expedición para abandonar el Arca en busca de papeo. ¡Y él se lo había perdido! Para ser alguien tan veloz, lo de llegar tarde a los sitios empezaba a volverse costumbre. Pero claro, alguien había dicho que aquellas eran las últimas horas del Anciano y Leech quiso estar ahí, junto a él, con la libreta en la mano, listo para anotar sus últimas palabras. Finalmente la salud del Anciano había mejorado, y cuando salió de sus aposentos se enteró de la Asamblea repentina y de todo lo ocurrido en los Millenium Mills. Además Tek se había enterado de algo muy suculento, al parecer Lobo Gris había decidido boicotear desde dentro la expedición para dejar mal a Marlotte e imponer su idea del canibalismo. Tek estaba convencido de que el arreglador Joe, que viajaba con el grupo, era el hombre infiltrado de Lobo Gris. 

Lo más importante para Leech era saber por dónde se había ido el grupo. Todavía estaría a tiempo de alcanzarlos si se daba prisa y usaba toda su velocidad. Habían partido aquella misma mañana, remontando el río, por lo que no debían andar lejos. Cogió sus cosas, se aseguró de llevar la libreta y algo para escribir y se puso en marcha. Un par de horas después, vio un destello reflejado en los tejados de unas ruinas de antiguos edificios residenciales de la época de los Antiguos. Alguien movía el objeto reflectante. No tenía dudas de que serían ellos. Cuando estuvo más cerca los encontró descansando junto al edificio. Todos miraban hacia él. 

Cuando White descendió del edificio con la ayuda de los colchones se reunieron de nuevo tras la decepción del espejo. No había sido un buen trago pero poco podían hacer al respecto. Tal vez la próxima vez Greeny estuviera más acertado en sus suposiciones. Aunque tampoco se podía culpar al merodeador, un objeto brillante en un lugar como aquel podría haber sido algo valioso. Merecía la pena comprobarlo. Al menos no había que lamentar daños. White había demostrado una gran agilidad para saltar por los tejados. 

Greeny estaba proponiendo un lugar para descansar, tomar algo de agua y papeo antes de seguir con la exploración cuando el perro de Alfa alzó las orejas y oteó el horizonte con los ojos fijos en el camino que ellos habían dejado atrás. El hocico del chucho se movía incesante tratando de captar el olor de algo que se acercaba desde allí. Pronto también el resto del grupo lo vio. Era una silueta que se movía rápidamente. Se habrían preocupado más si no fuera porque venía del Arca, aunque les intrigó bastante. Cuando la silueta se encontró más cerca reconocieron a Leech, uno de los cronistas. 

Tras encontrar a la partida de carroñeros preparándose para reposar al lado del edificio, Leech se quedó un buen rato tomando notas en su fiel libreta, que era como una extensión de su mano. Aquella jornada no lo encontraba del mejor humor al cronista, por haberse perdido nada más ni nada menos que una asamblea, todo por estar junto al desmejorado Anciano. Al menos había logrado registrar algún que otro rumor interesante en el proceso, pero sin duda cuando volviera al Arca tendría que hacer una larga ronda de entrevistas para dejar asentado en papel el evento que había omitido.

Al rato de seguir haciendo apuntes sobre diversos tópicos, se acercó al grupo:

—Ese artefacto reflectante —dijo sin más, señalando con su marcador al espejo—, sin dudas será interesante de analizar a futuro. Pero de momento les recomendaría que se abstengan de empuñarlo tan a la ligera. Ya me había resignado a regresar a casa sin encontrarlos, cuando vi ese brillo delator que bien podría atraer a una tribu de salvajes que habite por la zona. Eso sería en extremo perjudicial para la misión. Ah, ¡hola!

Y así, apoyó su ligera mochila contra una pared, se sentó junto a ella y volvió a sus notas.

El mecánico se sorprendió tanto como el resto de encontrar allí a uno de los cronistas del arca. Leech era tan bicho raro como él, pero era buena gente. No compartía su idea de "comodidad" —que consistía en dormir en un archivador que Ash había tenido que modificar—, pero sí coincidía en su fascinación por el mundo exterior y las ruinas de los antiguos.

—Sí, el espejo llama mucho la atención, bien podría servirnos como trampa o para iluminar algunos interiores en el interior del arca. Pero lo principal es encontrar comida. ¿Tú has visto algo que nos sirva, Leech?

—Nada que pueda aumentar sustancialmente el porcentaje de éxito de la expedición, colega —contestó de manera tajante, sin despegar la vista de sus anotaciones ni dejar de escribir por un instante.

Pero de repente pareció recordar algo, ya que alzó la vista, recorrió al grupo con la mirada, se detuvo un segundo en Joe y finalmente se puso de pie y caminó veloz hacia el mecánico. Ya frente a él, metió una mano en uno de los muchos bolsillos de su gabardina y extrajo del mismo un pequeño papel doblado a la mitad, que procedió a entregar:

—Por cierto, Ash, es menester que leas este breve informe acerca de la más reciente aberración en el funcionamiento del lecho metálico desplegable. Nada grave, sólo una curiosidad científica, je.

Greeny se preparó para los problemas cuando el perro de Alfa se puso en guardia; aquellos chuchos eran útiles. Cuando descubrió que se trataba de Leech volteó sus ojos poniéndolos en blanco.

- Estupendo… - masculló para sí mismo.

- ¿Vienes por algún motivo en concreto? – le espetó al cronista.

- Y el cristal nos lo podemos guardar en algún bolsillo o algo, no te preocupes. – le comentó a Ash sin darle más importancia al tema – Puede sernos útil más adelante. – cualquier cosa puede sernos útil.

—Señor Greeny, también es un placer para mi volver a verle —comentó educado, aunque no miró a los ojos al merodeador, su atención de nuevo centrada en anotar vaya a saberse qué otro tedioso detalle, fruto de alguna observación de los últimos diez segundos—. Puedo decir que el motivo de mi presencia aquí es que el Sindicato de Cronistas me asignó la labor de registrar los hechos de la expedición, así como asistirla en lo posible, pero sólo en tanto ello no implique negligencia de mi parte a la hora de completar la tarea primordial.

Al ver que Leech apareció en escena, lo saludó con una sonrisa llena de alivio ya que la advertencia de los chuchos de Alfa lo habían detectado, pero no se supo quien era hasta hacer acto de presencia. Sin dudas era mejor ver a este otro que alguno con cierto aires hostiles hacia el grupo. 

—Hola Leech—dijo amigable—. Para llevarlo hay que cubrirlo y evitar caídas porque se rompe con facilidad. No sé si es necesario llevarlo, ustedes deciden. 

Después miró al agregado del grupo. 

—¿Qué se cuentan por otros lados? ¿Están en conflictos?

—Señorita White, no he tenido aún la oportunidad de sondear a la población general para recolectar testimonios acerca de las distintas discordias surgidas a partir de la más reciente Asamblea, así que sólo puedo dar cuenta de las posiciones ideológicas que más prevalecen en el círculo de cronistas.

Hizo una pausa en su escritura para sacar de uno de sus bolsillos interiores otra libreta, la cual venía con su tapa rotulada en grande: "POLÍTICA nº 34". Le echó un rápido vistazo a sus páginas más recientes antes de continuar:

—Están los Utilitaristas, que son de la idea de que algo de necrofagia puede complementar la dieta local, siempre y cuando sea un consumo moderado y con el objetivo de llegar a Éden. Los Moralistas sugieren que, desde el instante que comamos el más mínimo bocado de carne humana, ya no seremos dignos ni bienvenidos en Éden. Los Introspectos abogan por un canibalismo libre, ya que consideran que Éden no es en verdad un lugar físico, sino una especie de Arca espiritual dentro cada uno de nosotros...

Tenía unas cuantas páginas más de apuntes sobre el asunto, pero no quiso sobrecargar de información al grupo, suponiendo que eso podía ser perjudicial para la expedición. Mejor que centraran sus mentes en la misión.

—Hay otras facciones menores, y eso que el debate sobre el tema recién se planteó hace horas. Se espera que el número de parcialidades aumente exponencialmente con el paso de los días. Como bien dice el Anciano a menudo: "Se juntan dos cronistas, discuten y terminan separados en tres bandos."