Partida Rol por web

Estabas recostada contra el respaldo de una silla mientras apoyabas los pies en la mesa frente tuya. Sobre ella, una jarra de madera se encontraba ya medio vacía del suave licor que estabas disfrutando. El sol hacía unas horas que se había despertado y pero poco más se te ocurría hacer a esa hora tan temprana pues hacía semanas que "Las Espadas Púrpuras" no llevaban a cabo ningún buen golpe. La guardia de la ciudad se había encargado de mantener vuestras actividades bajo una mejor vigilancia por temor a que vuestras acciones tomaran mayor influencia en la vida cotidiana de la ciudad.

A tu lado está Truhán, tu fiel perro guardián reposa apaciblemente tumbado con la cabeza apoyada sobre las dos patas delanteras. Le miras durante unos segundos a la vez que alargas el brazo para agarrar de nuevo la jarra y él alza los ojos para devolverte la mirada mientras ladea ligeramente la cabeza a un lado emitiendo un débil gemido canino. Cuando tus labios prueban la dulce bebida este deja de prestarte atención y vuelve a su anterior postura.

Terminas lo que resta de la jarra de un solo trago y te relames los labios para no desaprovechar ni una gota de ese sabor. Entonces Truhán se incorpora hasta estar sentado sobre sus cuartos traseros, con las orejas empinadas apuntando hacia el techo de lo que hace las veces de tu despacho privado. Instintivamente tu también te reincorporas bajando los pies de la mesa pero deben pasar un par de segundo más para que te des cuenta de qué es lo que ha escuchado el can. Oyes unos pasos detrás de la puerta y después tres rítmicos golpes llamando a ella.

Las semanas que habían pasado, se habian tornado completamente aburridas. El mecías que había comenzado con "los purpuras" había bajado el perfil, quizás porque dentro de mi había un deseo de descanso, todos ellos a pesar de tener historia como la mia, tenian una vida. Qué sería de un gran lider si no dá descanso a sus hombres. Aunque... parecía haber tomado el descanso algo en serio. Por más que quisiera, no había noticias, rumores ni mucho menos objetos que llamasen mi atención como para llamar a mis hombres, quienes seguramente, estarían emborrachandose en algun bar.

A mi lado solo tenía a mi fiel integrante. Su historia me hace recordar un tanto a mis aventuras de pequeña aunque no vale la pena recordarlo en este preciso instante, pues tras suspiros parecía que en cada uno de ellos, venía a mi un gramo mas de sueño. Mi can era un fiel espejo de mi, ambos retorcidos, empañados por madera y mas madera que conformaba nuestra sala y un silencio pequeño, solo pequeño que hacía un día mas dentro de los tantos que se aproximaban.

Aquel ruido, esos pasos, inquietantes hicieron reaccionar el espejo y a su reflejo. Quiero decir... A mi y a mi can. Los tres golpes secos en retorno hacia mis oidos, habían quebrado mi paz y en un deslumbrante chasquido de mi inteligencia ví que se tratata de alguien.

Ordené a 'Trú' que se quedará donde estaba, mientras mi pesado cuerpo se desprendía de la silla, para ir hacia la puerta y preguntar tras ella.

¿Qué se le ofrece, extraño?

Truhán te mira y obedece mientras te diriges hacia la puerta. No pasa ni un segundo desde que preguntas cuando ya te responden.

- ¿Extraño? - dice confundido el individuo que se encuentra al otro lado - ¿Se trata del nuevo santo y seña o es la nueva forma de saludarnos entre camaradas? ¡Ábreme Rose! ¡Traigo noticias!

Aunque ligeramente amortiguada por la madera de la puerta, la voz es familiar para ti. Sin lugar a equivocarte das por sentado que se trata de Dedos ágiles Daspien, uno de tus secuaces.

Disculpa, disculpa... No fue mi inteción. Entra y desembucha la noticia

Rose hace pasar al compatriota y lo hace sentar en alguna silla desocupada.

Bien, dime... con calma y pausado. Me gusta el detalle y el cuento de forma relativo.

Daspien se sienta aunque no con muchas ganas, por lo que le conoces es un tipo inquieto que gusta poco de permanecer en la misma postura durante mucho tiempo.

- Como te decía Rose... ¡noticias frescas! ¿A qué no adivinas cuál de tus compañeros favoritos ha recibido un chivatazo con chicha? Claro que sí ¡Yo, por supuesto! No podía ser otro - suelta una risotada orgullosa - ¿Estás preparada? ¿Sí? ¿Ya? ¿En serio? Está bien... ¡Tachaaaaan! ¡Una caravana se aproxima a la ciudad! Pero no una simple caravana... no, no, no. Esta trae consigo cositas jugosas, canela fina, una pasta -  No para de mover los brazos y las manos haciendo gestos mientras te explica - Ya lo verás Rose, de esta nos hacemos ricos, muy ricos.

Daspien era uno de tus fichajes más recientes y llevaba poco tiempo con vosotros, sin embargo parecía tener un don especial para enterarse de toda clase de chismes y rumores. En cuestión de semanas había demostrado que tenía madera para pertenecer a la banda aunque realmente todavía no ninguno de sus chivatazos había servido para dar un buen golpe, sólo cosillas menores.

- Dime ¿estás interesada? - te guiña un ojo como término de su pregunta.

Miré a dedos fr-agiles con algo de entusiasmo, pero sin mostrar demasiado interés me di vuelta enseguida y pregunté dandole la espalda:

-¿Tu que piensas al respecto deditos? Acaso yo tendría que estar entusiasmada por una noticia así. Acaso insinuas que no somos ricos con todo lo que hemos obtenido hasta ahora? Mi tono se vuelve algo serio Vamos! La vida nos ha enseñado que no ha de ser codiciosos, quien lo es termina siendo victima de su propio pecado. MEDITA BIEN TUS PALABRAS SOLDADO, FRENTE A UN SUPERIOR.

Le hablo a mi perro:

¿Tu que dices mi fiel compañero, acaso debo sucumbir a la idea loca de ir tras un motin, sin esperar consecuencias solo con las intenciones de hacernos ricos?

Me doy vuelta algo enojada

DASPIEN, TE CREÍA MAS PÍCARO, MAS AÚDAZ. COMO PUEDES PENSAR QUE ESA IDEA LLEGARÍA A MIS OÍDOS Y SALTARÍA DE POR SÍ DANDO UNA AFIRMACIÓN. ME EXTRAÑA DE TI...PIENSAS QUE SOY UNA LIDER INÚTIL...!!!

Trato de ver la expresión de asombro de mi subdito frente a la noticia. Cuando la recibo, le contesto rapidamente:

Jaja, era una broma... pues claro que me interesa, hace semanas que no hemos hecho nada, ya extraño al grupo... Manda una notificacion a los demás... Los purpuras vuelven al ruedo!

Una gran sonrisa salió de mi boca, por mi broma y por la idea.

Daspien te había estado mirando con gesto cada vez más extraño con cada palabra nueva que salía de tu boca, frunciendo el ceño cada vez más tratando de comprender el por qué de esa actitud hasta que cuando concluyes no puede evitar soltar una risotada que acompaña a la tuya.

- ¡Genial! Sabía que no desaprovecharías esta oportunidad.  Reuniré a los chicos inmediatamente, seguro que también se alegrarán al conocer la noticia. Pero antes... - echa un vistazo a la jarra que reposa sobre tu mesa y la señala - ¿por qué no invitas al bueno de Daspien a un trago para celebrarlo? ¿Eh? Y así te cuento mientras los detalles... venga jefa.

Toma lo que quieras. No sé porqué preguntas. Le indica el jarrón.

Bien pues escucho lo que tienes que decir. Cuentame esos detalles, metele que en estas cosas hay que ser directo.- Decía moviendose de derecha a izquierda y viceversa.

Relamiéndose ya los labios se lanza a servirse una enorme jarra de aquel licor, sin cortarse por tu presencia y seguramente por cualquier otra que pudiera haber. Se la llena hasta el borde y directamente sobre la mesa le da los primeros sorbos con tal de disminuir el nivel de bebida de la jarra y así poder asirla con su manos.

- Esto está mucho mejor - levanta la jarra hacia tí a modo de brindis y te sonríe - Como te decía, Rose, una caravana se dirige hasta aquí en estos mismos momentos. Llegará según mis fuentes para mañana pasadas unas horas de la caída del sol. ¿Que por qué es esto, dirás? Es debido a lo que transporta. Nada más y nada menos que una antiquísima reliquia de los tiempos perdidos. Creada por un narigudo Arzobispo y dicen que bendecida por los mismísimos dioses, fue arrebatada de las manos de la Iglesia durante un asalto nocturno al templo que la custodiaba. Se desconoce dónde ha estado todos estos años pero el caso es que hace poco fue encontrada casualmente por unos peregrinos y devuelta a las órdenes eclesiásticas. ¡Quién podría imaginar que un par de pazguatos darían con algo así! Ahora viaja custodiada camino a Ibica para que pueda ser debidamente analizada y así borrar cualquier duda de que se trate de una falsificación pero.... creéme, Rose, de falsificación no tiene nada.

Apura la jarra y la deja hasta la mitad de un sólo trago y después te mira de manera cómplice.

- Sólo tenemos que hacernos con ella antes de que traspase los muros de la ciudad y no tendremos que preocuparnos de cometer más pillajes el resto de nuestras vidas. ¡Será el gran golpe!

He pensado brevemente la idea de robar aquel objeto.

-Caspien, organiza todo para mañana. Daremos aquel golpe, te dejo la organización del grupo. Si será un buen golpe que no volveremos a hacerlo por mucho tiempo. Te daré mi mano derecha.

Rose se adelanta hacia la puerta, tomando su abrigo y llamando con un silbido a su can.

Iré a dar unas vueltas, necesito recolectar información sobre esto por la cuidad para ver como se preparan. Tú ya sabes que hacer. Haz que todos descansen muy bien. Nada de alcohol. Pues tu sabes.

Rose sale de la habitación con destino a la cuidad.

Las calles de esta ciudad te han visto crecer y madurar hasta convertirte en lo que hoy eres. Las conoces casi como la palma de tu mano por lo que sabes hacia dónde dirigirte y qué zonas evitar si no quieres verte envuelta en un lío. La taberna más cercana es la llamada "El poni cojo", quizá sea un buen sitio para empezar a recavar información, aunque siempre cabe la posibilidad de que te encuentres con gente que no esperas. Al fin y al cabo, tu historial no es de lo que se puede llamar "impecable del todo". También podrías decantarte por cualquier otra zona más alejada, como el mercado, que bien podría ofrecerte mayor anonimato y una fuente de cotilleos. A tu lado, camina fiel Truhán.

Salí por las calles que me vieron crecer, la gente parecía lo mas tranquila. Aún estaba pensando donde siempre sacaban esos tipos de rumores.

Caminé hacia el centro y tenía dos lugares, la taberna o el centro. Truján a mi lado se movía en circulos tratando de atrapar su cola, eso me hizo dar una idea. No estaría mal revisar aquella taberna donde tantas noches había hecho alguna que otra escena. Perfilé mi caminar hacia la izquierda en dirección al bar.

Al llegar, miré a mi doggie ordenandole que espere en la puerta ya que él no podía pasar dentro. Abri la puerta doble, para encontrarme con el aire tuneado de humo, olor a cerveza barata y dentro todas aquellas miradas que se centraban solo en las personas que abrian esa primera puerta que los conectaba con el exterior.

Efectivamente. Tal y como ya lo sabías más que de sobra, atraes las miradas de los parroquianos en cuanto asomas la nariz por la puerta de la taberna. Encuentras algunas caras conocidas, casi todas de borrachos y gente sin mayores pretensiones en la vida que las de vivirlas con el menor número de problemas posibles. Muy pocos son de fiar, o al menos lo suficiente como para tus altas expectativas, claro.

La taberna tiene una planta más o menos circular, con una segunda planta a modo de balconera a la que se accede por medio de unas escaleras en el ala derecha. La barra se encuentra situada justo enfrente tuya y alrededor, caóticamente ordenadas están esparcidas algunas mesas con sus respectivos taburetes.

Notas los ojos acompañándote durante los primeros pasos que das adentrándote en el interior pero los apartan para volver a prestar atención a sus compañeros de mesa, otros sólo vuelven la mirada a la jarra que se encuentra delante suya como única compañera de parranda.

Descubres que el tabernero es el último en quitarte el ojo de encima. Le conoces mejor que a ningún otro de los que completan el cuadro del local, al menos los que tu vista te permite observar. Es un tipo gordo aunque musculoso, bastante tosco en sus formas y con una forma un tanto... peculiar de hablar y presume que "no tiene ni un pelo de tonto"; no obstante es calvo.

No sabes su nombre, realmente tampoco te importa ya que nunca se los has preguntado pero de una cosa estás seguda: si algo se cuchichea en su taberna, él se acaba enterando tarde o temprano... y suele ser más temprano que tarde.

A estas horas todavía el local se encuentra algo vacío ya que suele ser después de la cena cuando empieza a experimentar mayor aforo, pero eso no impide que los parroquianos se encuentren ya bebiendo y algunos con evidentes síntomas de haberlo hecho un poco más de la cuenta. Sobre todo hay una mesa que goza de gran alboroto pues alrededor suya están hablando animadamente entre risas y golpes de jarra, un grupo de cinco personas cuyo rubor de las mejillas empieza a formarse.

Me sorprendió mucho ver aquellos hombres regocijarse brindando, alzando con aquellas copas la gloria de 'vivir'. Me acerqué hacia ellos con un tono muy amable

Cantinero, marche una ronda de lo mismo.- mientras hice una señal al cantinero que me sirviera un vaso de lo mismo- Buenas tardes señores, sale una ronda. Hoy es un dia para festejar. ¿Verdad?

Cuando el cantinero trajo las bebidas, tomé rápidamente la mia y levantando mi copa dije A su salud buenos hombres

Fui bajando el vaso de a poco disimulando no parecer ninguna extraña a ellos mientras esperaba alguna respuesta.

El tabernero corresponde con un estruendoso:

- ¡Ma'chando! ¡Seis ce'vezas neg'as!

Mientras se acerca con la ronda de bebidas, el grupo te dedica una mirada deteniéndose más de uno de ellos en tu busto y tus caderas. Cuando trae las consumiciones y brindas, uno de ellos suelta un comentario que quizá esté en la mente de alguno más.

- ¡Eh bonita! ¿Te apetece unirte a nosotros toda la noche?

Los demás corresponden a la proposición con un abanico de expresiones entre la sonrisilla pícara hasta una abierta carcajada.

- Sí - dice otro dejándose contagiar por el ánimo - No celebramos nada en especial pero bien podrías darnos una razón para hacerlo.

- ¿Qué dices? Si tú hace tanto que no "celebras" con nadie que ya se te debe haber olvidado - bromea un tercero.

Las risas y las bromas unidas a tu presencia hacen que ahora sin duda, esa mesa sea el centro de atención de todo el local.

- ¿Te sentarás con nosotros, encanto? - te pregunta uno mientras te tiende un taburete.

Me quedo de pie un poco más de lo necesario, contemplando al quinteto de borrachos y saboreando la sensación de que se queden embobados mirando mis atributos porque significa que tengo la mitad del camino hecho para desplumarles de todo lo que sepan. Cuando considero que ha pasado el tiempo justo, atrapo el taburete con un pie y me lo calzo debajo, sentándome a la mesa junto a ellos y sonriendo.

-Vereis, muchachos, la verdad es que no tengo demasiado tiempo, pero supongo que puedo pasar un ratito en tan grata compañía. La verdad es que estaba esperando a un conocido para hablar de un negocio, pero parece que llega tarde y al final la que lo va a pagar quedándose si nada soy yo. -Hago una pausa para dar otro trago a la cerveza, que sus buenas monedas me ha costado, y continúo -Aunque si alguno sabe algo de una caravana que va a pasar dentro de tres días, tal vez pueda quedarme un poquito más con vosotros... -termino lanzándome un farol. Si ni siquiera tienen claro cuándo va a pasar de verdad la caravana, no merecen ni las monedas que ya he gastado con ellos.

- ¿Caravana? - responde el que se encuentra sentado inmediatamente a tu izquierda - ¡Casi todos los días entran y salen caravanas!

- Sí, es cierto - contesta uno que está justo enfrente tuya y al que le faltan un par de dientes - ¿Qué trae esa caravana? ¿Alcohol? ¡¿Mujeres?! Jajaja.

Otros dos chocan sus jarras estrepitosamente a modo de celebración coronando la broma realizada por su compañero de mesa.

- ¡Callad perros! - suelta uno dando un sonoro manotazo sobre el tablero, un tipo algo más alto que los demás y cuyo rubor de las mejillas parece menos aparente- ¿Es que no tenéis un poco de educación, maldita sea?

Los otros cuatro se callan inmediatamente sorprendidos por tan repentino golpe y le miran algo desconcertados.

- Eh, Clint, ¿qué demonios de pasa? ¡Sólo estábamos de broma! - dice finalmente uno de ellos.

Es entonces cuando comienzan a hablar entre ellos unos con otros de tal forma que te es muy difícil, por no decir casi imposible, pillar alguna frase en concreto acerca de lo que dicen. Por lo visto, no parece que puedas sacarles mucho a estos tipos.

Pero en ese momento, la puerta se abre dejando pasar una corriente de aire que hace temblar las llamas de las velas que iluminan el interior de la taberna. Tres individuos entran en escena, todos ellos luciendo unos pañuelos rojos rodeando la parte alta de sus brazos derechos. Les reconoces, no específicamente a ellos, pero sí lo que esas bandanas representan. Forman parte de una hermandad de ladrones, entre otra clase de oficios, que actúa impúnemente por las calles. Son los llamados Cuervos Rojos.

La gente al verlos aparecer esconde sus cabezas entre las jarras de las mesas o bien, si no poseen ninguna, bajan directamente la mirada para evitar cualquier contacto visual con ellos. El único que parece inmune a esa aura de intimidación es el fortachón tabernero y, por supuesto, tú. Hasta el corrillo que habían levantado tus ahora compañeros de mesa, ha desaparecido.

Los tres individuos se dirigen a la barra y toman un taburete alto cada uno, llevando a arrebatar a un hombre aquel sobre el que estaba sentado.

Por un momento, parecía que iba a poder sacar algo en claro del gasto que he hecho, pero en cuanto demuestran que en realidad no tienen ni idea de lo que quiero saber -al fin y al cabo, sería un tema del que conseguir sacarme algo, y si supiesen lo que fuese ya hubiesen tratado de usarlo- directamente desconecto de su conversación y los dejo discutiendo o algo así entre ellos. Así que la verdad es que me dedico a aburrirme mientras me termino mi cerveza, y me planteo cómo marcharme de su mesa sin tener que partirles la boca a tres o cuatro de ellos, justo en el momento en que se escabullen ellos solos con la entrada en escena de un trío de Cuervos Rojos . Maldigo por lo bajo su estampa, que ya podría la guardia vigilarlos a ellos y dejarnos a nosotros en paz. Pero de todas formas, con el ambiente de silencio que ha caido sobre el bar, ya ni preguntar al posadero ni nada. Esta vía está muerta.

Con eso en mente, me termino la cerveza de un último trago, me levanto con tranquilidad y me dirijo hacia la puerta, silvándole a Truhán para que se prepare para ponerse en movimiento.

Ciertamente la inesperada visita de los Cuervos Rojos en la taberna han frustrado tus intentos de sacar alguna informacion adicional al respecto de la ansiada caravana, algo que se le escapara a Daspien y que pudiera oirse por las calles. Aún queda algo de tiempo hasta la hora de la comida y quizás podrías volver a probar fortuna en algún otro lugar. Sin embargo tus posibles elecciones no son del todo amplias.

El mercado sigue siendo una buena opción, aunque demasiado concurrido tal vez. Descartado El Poni Cojo, hay otras tabernas que también podrías visitar, incluso los sucios suburbios, aunque poco más que ratas y escoria podrás encontrar por allí. Por supuesto, siempre queda la posibilidad de abrir tu mente a esferas más altas, pero sabes que ninguna de ellas te recibirá con amabilidad.

Regresar a la guarida y reunirse con los chicos se perfila también como una salida viable para preparar el golpe de mañana.