Partida Rol por web

Se forma el caos cuando la gente corre, tropezando y chocándose entre sí, de camino a la puerta de salida del parque. Los conductores de los autobuses se lanzan hacia sus vehículos cuando la alterada Srta. Zane, que parece estar en todas partes, les empuja sin contemplaciones.

Se escuchan algunos choques procedentes de las carreteras que rodean el parque, y los claxon de los vehículos resuenan, probablemente para protestar por los tapones producidos por los accidentes. Una lluvia oscura empieza a descender de las extrañas nubes que cubren el cielo.

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Sobre el Little Bohemia Nightclub, Saphire retrocede temblando. "Qué... qué...". Sus ojos asustados miran al cielo, observando cómo un extraño embudo comienza a formarse entre las nubes. "Qué está pasando...". Su mano aferra con fuerza el brazo de Chris, e intenta arrastrarlo con ella al interior del local. 

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En casi un minuto un horrible huracán invertido se forma entre las nubes, como un agujero de gusano a alguna horrible realidad de tonos ultravioletas. Figuras pequeñas, alquitranosas y húmedas, parecen descender en gran número desde el agujero volando, o planeando, hacia el suelo. Por ahora sólo son motas en el aire.

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Enfrascado en su lectura, Levi no se da cuenta de lo que sucede hasta ahora. Alza la mirada y se levanta aterrorizado. "¡Joder!, ¿qué son esas cosas?". Su guía del parque cae al suelo estrepitosamente.

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Como un resorte, Rajad se acerca a su hermana y la coge de la mano con la cara alterada, mirando hacia el terrible cielo como si no creyera lo que está observando. "¡Vamos!, ¡tenemos que irnos!, ¡esas cosas no pueden ser buenas!, ¡corred!", y comienza a empujar a Tass en dirección a la salida, todavía lejana.

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Megan ni siquiera se levanta del suelo. Con los patines todavía puestos mira hacia arriba mientras le tiemblan los labios y el color se marcha de su rostro. Se abraza a sí misma y empieza a temblar visiblemente, probablemente en estado de shock.

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El agujero se ha abierto prácticamente sobre el Cenntenial Park, y las cosas que surgen de él ya son reconocibles. Se trata de humanoides de aspecto perverso y monstruoso, oscuras y sin cabello, y sus ojos resplandecen con la misma luz ultravioleta que surge del agujero. Éste parece alcanzar un diámetro de muchos metros antes de estabilizarse, retardando su apertura pero sin dejar de crecer.

Veinte de las criaturas voladoras están descendiendo sobre el parque y los edificios de su perímetro, y la gente grita y huye  aterrada. Es vuestro turno, ¿qué haréis?.

Había sido una noche fantástica, y Christopher se lo había pasado incluso mejor de lo que esperaba. Pues había descubierto que aunque un tanto superficial, la señorita Stagg guardaba sorpresas de lo más interesantes que habían acabado por llamar su atención.
Pero no sería hasta el preciso momento en el que sus labios se iban a encontrar, cuando la noche ya se había transformado en mañana, que estallaría el desastre.

Chris no tardó en darse cuenta de que aquel clima no era para nada normal, y los gritos de la gente asustada no hicieron más que confirmar su teoría. Aunque no sería hasta que se abriera una especia de portal de lo más extraño en mitad de una de las plazas más emblemáticas de Metropolis, por no decir la que más, cuando supo que tenía que hacer algo.

Saphire tiraba con fuerza del brazo del acaudalado empresario, que solo contemplaba horrorizado la escena, extraños seres parecían surgir de aquel lugar, dándole a la escena un toque de lo más dantesco.

-¿Pero que demonios...?- Se pregunto más a si mismo que a otra persona.

Christopher no era totalmente un novato, pero jamas se había enfrentado a nada parecido a aquello.
Tardó unos segundos, pero por fin cayó en la cuenta de que estaba acompañado, mucha gente estaba en peligro, y no es que él fuera solo un hombre, es que encima no contaba ni con su disfraz, este aguardaba en el maletero de su coche. No obstante no era momento de pensar en aquello. Christopher se volvió hacia su acompañante.

-Saphiere, debes meterte dentro.- Dijo animándola a entrar en el local mientras la empujaba suavemente con la mano.

De momento el hombre se había contentado con ocultar su identidad bajo unas gafas de sol, no obstante el tumulto seguro que ayudaría.

De repente todo se tornaba confuso, con multitud de jóvenes por todos lados y la traca final que era aquél fenómeno dimensional justo como temía Thomas. Diversas figuras aladas aparecían allí, una veintena y eso no era fácil de manejar. Él parecía ser el único metahumano en las cercanías y la única opción que iba a tener era lanzar farolas o coches en su dirección. Pero lo prioritario no sólo era vencerlas y proteger a toda esa gente sino que además había que encontrarle a él.

- ¡Dunlay dónde estás! ¡Vine a buscarte! ¡Dunlay!

Era posible que esos extraños demonios hubieran venido justo a lo mismo, a dar con él porque lo podrían necesitar para mejorar el acceso a su dimensión.

- ¿Alguien ha visto por aquí a un hombre charlando sobre el fin del mundo?

Preguntaba a las personas de las inmediaciones mientras sin perder más tiempo se aproximaba hasta la acera en busca de los coches aparcados, los cuales se convertirían en su propio arsenal de ser necesario.

 Miré con los ojos entrecerrado al extraño fenómeno y luego a las apariciones que lo acompañaron. Ya se que soy nuevo en Metrópolis, pero algo me dice que incluso en esta ciudad esto no es normal. Mientras espero a que Superman o la Liga de La Justicia hagan su aparición para salvar el mundo, yo corro hasta donde se encuentra la niña llamada Megan, para ayudarla a levantarse y a salir del estupor:

 - ¿Estas bien?. ¡Tienes que reaccionar!. - Le dije preocupado, pero sin perder la calma, para no asustarla a ella.

Miro a mis compañeros de clase y les grito:

- Corred hacia la señorita Zane...¡¡ahora!!... - mientras veo como van corriendo ya preparo mi excusa para quedarme - ...voy a ver si queda algún rezagado...no me esperéis...

Tras decir esto me alejo un poco y busco una zona donde transformarme. Cuando creo que ya nadie me ve me digo:

Es hora de que Eddie descanse un rato y aparezca Shadow!!!!

Tras pensarlo comienza mi transformación y paso de ser el escuálido niño y me convierto en Shadow, un ninja poderoso con capacidades que nunca podría soñar.

-Claro que patinaré contigo Megan. Pero no me hacen falta patines, ya verás.- estoy a punto de enseñarle a mi amiga mis patines incorporados* cuando el cielo se torna rojo y empieza a crearse un torbellino en pleno Centenial Park.

Me quedo anonadada con tal evento, nunca había visto algo así y me parece increíble. La Srta. Zane se escandaliza de más y en seguida empieza a gritarnos para que nos reagrupemos pero no vemos el peligro hasta que del mismo torbellino empiezan a salir una especie de demonios de alquitrán. Es Rajad el primero en actuar cogiéndome del brazo y hacéndome reaccionar.

-Si, si... Tienes razón vayámonos.- me doy cuenta de que Megan y Mervin no reaccionan demasiado, al menos menos que Eddie que se ha ido a buscar a rezagados. -Rajad ayuda a Megan, yo he traído mis patines y creo que puedo ayudar a Eddie.- Entonces es cuando un hombre ayuda a mi amiga así que miro a mervin y se lo señalo a mi hermano. -¡Vamos corred! Yo estaré antes que vosotros en el autobus, te lo prometo.- entonces es cuando acciono mis super patines y salen de las suelas de mis zapatillas una hilera de ruedas. -¿Ves hermano? Estoy preparada.- soy consciente de que mi hermano conoce mis inventos y me ha visto actuar con ellos aunque no al máximo de su capacidad.

Activo mis patines y empiezo a patinar intentando llamar la atención de los bichos que se aproximen a mi hermano y los demás. Mi intención es que me sigan y cuando estén cerca empezar a girar a una velocidad extrema para que cuando se aproximen a mí empiecen a caer como moscas.**

Nunca he hecho esto, tengo miedo pero estoy segura de que funcionará. Si algo aprendí de mi madre es que se debe actuar según nuestros instintos y ahora siento que debo hacerlo así.

Metrópolis, turno 3

El viento se abate sobre la ciudad, y las extrañas nubes rojizas que han aparecido en el cielo comienzan a girar alrededor del extraño túnel abierto entre ellas.

En el balcón del Little Bohemia Nightclub, Chris apremia a su acompañante a que entre en la sala y la empuja suavemente hacia el interior, usando las gafas de sol para ocultar, (con un éxito relativo), su identidad. El hombre de negocios se queda sólo en el balcón, ya que todos los que había allí se han apresurado a salir corriendo. Cuando se gira puede ver cómo varias de las criaturas humanoides vuelan hacia el parque debajo de él, como borrones en caída libre.

(Sigue...)

Saphire, algo aturdida tras el impulso que la ha sacado del balcón, se gira con una mueca de confusión en el rostro. "¿Chris?... qué haces... es peligroso...", tartamudea mientras se dirige, con menos celeridad que las demás personas presentes, hacia el ascensor y las escaleras. En unos segundos, de hecho, se queda sola en el amplio hall que da paso al balcón, y entonces pega un chillido y cae al suelo al ver lo que aterriza sobre el balcón, mirándolo todo con los ojos abiertos como platos.

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Cuatro criaturas vagamente humanas caen ruidosamente sobre el balcón, astillando los finos baldosines allí donde aterrizan. Son seres bajos, de apenas un metro cincuenta, pero fornidos, y parecen versiones grotescas y desnudas de seres humanos normales, sólo que sin atributos sexuales y sin vello corporal. Su piel, si se puede llamar así, es una superficie húmeda, oscura y resbaladiza, como si todo su ser estuviera formado por alquitrán, y sus ojos resplandecen con colores ultravioletas.

Tras caer al balcón se disponen a entrar dentro, pero Chris está en la puerta. Lo rodean gruñendo y abriendo sus bocas llenas de dientes, dispuestos a lanzarse sobre él.

(Sigue...)

Más abajo, junto a la estatua de Superman, una figura poderosa envuelta en una sudadera se agita buscando a alguien;

"¡Dunlay dónde estás! ¡Vine a buscarte! ¡Dunlay!"

Liam es el único que permanece en el mismo lugar; la gente corre a su alrededor hacia la puerta de salida del parque, en pleno frenesí, y nadie parece responder sus gritos de búsqueda.

"¿Alguien ha visto por aquí a un hombre charlando sobre el fin del mundo?"

Un hombre totalmente aterrado choca con él, y rebota dando vueltas hacia la salida; "¡Es el fin del mundoo!".

El griterío y el caos inundan el parque y el resto de la ciudad, y pronto Liam se queda sólo, viendo cómo la gente se agolpa en la puerta de salida del parque. La tutora de la visita está en los autobuses, metiendo a los últimos alumnos que llegan a los mismos.

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"¡No pienso irme sin todos mis alumnos!", grita la mujerona al conductor de uno de los autobuses que, medio lleno, comienza a dar cortos acelerones. "¡Todavía quedan algunos, le digo que espere si no quiere terminar en la cárcel por omisión de socorro!".

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Poniéndose frente al vehículo, la Srta. Zane consigue frenar el autobús lo suficiente como para entren los últimos muchachos. Más allá, junto a la pista de patinaje, varios de ellos corren hacia allí.

Un desconocido alto y rubio, Gabriel, se ha acercado hace un momento a una chica que parece en estado de shock y se ha dirigido a ella; "¿Estas bien?. ¡Tienes que reaccionar!". (Éxito marginal).

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"¡Tengo que reaccionar!, ¡tengo que reaccionar!", repite la jovencita mirando a su alrededor asustada. Sus demás compañeros comenzaron a dirigirse hacia los autobuses, cerca de la estatua conmemorativa. Sin embargo, cuando Megan se levanta y a pesar de tener una gran forma física sólo consigue dar algunos pasos antes de caer al suelo. Las piernas le tiemblan demasiado como para caminar. "Joder... qué me pasa...", dice temblando mientras algunas lágrimas le asoman a los ojos.

(Sigue...)