Partida Rol por web

-Pues hagámoslo de una vez-dijo Tom-.

Parecía que se impacientaba. Esto de jugar al gato y al ratón no le estaba gustando. Sobre todo porque ellos eran el ratón y el gato les estaba ganando la partida.

-Venga. Párate ahí. Buscaremos uno de esos coches viejos. Son más fáciles de piratear que los nuevos con toda esa electrónica. 

Daniel tenía ya agarrada la manilla de la puerta, listo para bajar del vehículo antes incluso de que se detuviera, como hacían en los entrenamientos de la academía.

- Te cubro. - dijo a Tom mientras sus ojos estaban buscando ya cámaras de seguridad o posibles testigos que pudieran identificarles mientras conseguían un nuevo transporte.

En ese momento tuvo un par de ideas y las comunicó al resto del grupo.

- Mirad si hay alarmas de incendio, en caso de que entre la policia podremos crear caos. Y, a malas, abrimos una furgoneta y nos escondemos con Sutton; Lucy y el Señor Craner no han sido vistos por la vecina por lo que pueden salir con el vehículo, asegurarse que les paran y demostrar que no llevan a nadie secuestrado,amenazando con un infierno de abogados y demandas civiles si se atreben a retenerlos.
 

Con su mirada perpetua en la carretera, va escuchando a cada uno de sus compañeros mientras se decide que hacer al respecto cuando la policía es la que le sigue los pasos de tan cerca. Lucy no estaba acostumbrada a conducir de aquella forma y realmente hacía lo que podía, incluso con despiste incluído. 

- Bueno, detengo el auto aquí. Bajen a Cotton mientras que con Crane distraemos a la policía, así cuando nos obliguen a detenernos, no tenemos nada que nos pueda incriminar. - responde aparcar en aquel lugar, esperando que los hombres expertos en la materia, hagan lo propio. No pueden desperdiciar esta posibilidad, además está el asunto de que Larry despierte, pero ya verán qué hacen. 

Sus subalternos habían tomado una decisión y bien estaba, para eso los pagaban. A fin de cuentas, no parecía que Lucy fuera la persona más indicada para dar esquinado a un coche patrulla que la había cogido, sospechosamente, con ellos y Herman se temía que, de seguir con aquel jueguecito, la policía acabaría pillándolos. Lo del aparcamiento le parecía una ratonera, pero confiaba en que pudiesen librarse esta vez.

—Aseguraos bien antes de sacar a Cotton que no hay testigos, pero sobre todo que estamos fuera del campo de las cámaras de seguridad. Lo último que queremos es una grabación nuestra sacando personas del maletero. En caso necesario, es mejor cegarlas aunque quede grabado: es más fácil explicar por qué rompimos una cámara que por qué hay un hombre en nuestro maletero.

Herman buscaba con la vista algún hueco detrás de una furgoneta aparcada que les sirviese de cobertura improvisada para efectuar la operación de "traslado de paquete", o un rincón que fuera un ángulo ciego. Estaba, paradójicamente, muy tranquilo.

—Lamento deciros que la vecina sí que me vio. Sin embargo, la policía no me preocuparía si no fuera por todos estos percances que hemos tenido desde que empezamos con esto. Suponer que vamos a estar protegidos por los derechos constitucionales y que van a actuar de acuerdo al código me parece mucho suponer. Quizá, además de para la policía, trabajen para... para quienquiera que nos está jodiendo. Temo que Lucy tal vez deba ir sola.

Tom se bajó del coche y se acercó a otro de los coches cercanos. Buscó un coche no demasiado moderno y modesto. No le interesaban los cierres electrónicos, ni las alarmas. Ni nada que llamase demasiado la atención. Intentó forzar la cerradura y meterse dentro del coche para practicarle el puente. Lo había visto hacer cientos de veces, no podía ser tan dífícil. 

La escena no sería vista por nadie —Daniel se aseguró personalmente de que se detenían en una zona 'ciega' de las cámaras— pero si alguien la viera habría pensado que era un equipo de comandos bien entrenado.

Mientras Tom bajaba y abría con pasmosa facilidad un viejo Ford Escort aparcado en el garaje Daniel se desplazó hacia la parte de atrás del vehículo actual para sacar a Cotton, que seguía inconsciente, y arrastrarlo con ayuda de Shanon hasta el nuevo vehículo.

Lucy arrancó en cuanto la maniobra fue completada y salió a la carretera dejando a los otros que se metieran en Ford con el prisionero. Cuando unas calles más adelante los detuvo la policía —debido a la descripción del coche— no fue muy difícil demostrar que no llevaban a nadie en el maletero. Esto sumado a lo absurdo que resultaba pensar que el heredero de los Craner iba secuestrando gente como un mafioso vulgar resolvió el asunto de la persecución policial de forma rápida.

Un rato más tarde el equipo estaba de nuevo reunido en el mismo lugar donde había comenzado aquella escena: en el despacho de la inmobiliaria frente al apartamento de Cotton. Todavía había un coche de policía en la calle de enfrente —y seguramente llegarían más cuando empezasen a registrar el hogar del desaparecido— pero ellos habían entrado por el garaje sin que nadie los interceptase.

Cuando Lucy y Hernan entraron en la oficina Cotton ya estaba atado a una silla, convenientemente amordazado, con Daniel y Tom flanqueándolo. El anciano movió la cabeza sin duda todavía resintiéndose de la contusión. Cuando sus ojos se aclararon echó un vistazo a su alrededor sin mostrar pánico alguno. Más que eso: se encogió de hombros y pareció relajarse en la silla, como si estuviera resignado en su situación.

Luego de aquella peripecia que a la larga les termina salvando el pellejo, Lucy continúo con el plan que ya estaba establecido y cuando al fin tuvo la posibilidad de liberarse de la policía, finalmente termina en aquel lugar donde curiosamente era donde había comenzado aquella treta hacia Cotton. Imposible es negar que cierta alegría resplandece en su rostro cuando luego de haber mentido como posesa para hallar su rastro, ahora mismo se encuentra a merced de las preguntas que cada uno y en especial ella podrá hacerle, en pos de descubrir una verdad que ahora es de vital importancia. 

Ya tras comprobar que Larry no parece estar intimidado ante la presencia de este grupo, la bibliotecaria chasqueó la lengua y sin pedir permiso ni nada, ya que por derecho siente que debe ella comenzar, acorta un poco las distancias para iniciar ese interrogatorio, que seguramente será secundado por Herman. - ¿Para quién trabajas? - preguntó en primer instancia y prosigue. - Está claro que perteneces a un culto y tus conocimientos han sido de mucha utilidad, ya es hora de que nos cuentes sobre ello Cotton. - agregó determinante. 

- ¿Eres quien comete los asesinatos en la Estación? - terminó por cuestionar, mientras desvía la mirada hacia Herman. 

El hombre miró un rato a Lucy, como evaluándola, para luego encogerse de hombros.

—¿Así sin más? Lo normal es un prólogo de amenazas y dolor. Se están perdiendo las buenas costumbres.— suspiró como decepcionado —Hablas de cultos con excesiva normalidad por lo que voy a deducir que vosotros sois parte de uno. Sois muy dispares para ser una unidad legal de ningún tipo. Lamentablemente no estoy al día de esas cosas. No es mi trabajo.

- ¿Cuál es tu trabajo? Además creo que no es conveniente hacer un interludio para ponerte al día, no estás en condiciones de recibir respuestas. Por más que a tu hija, se las has dado. - responde Lucy sagaz, mientras continúa mirando a los ojos a Larry.  - Responde, no estoy con ganas de sacar tu masoquismo a pasear. - agrega y apunta. - Quien sabe, vayamos al meollo de lo que importa. 

-Si lo prefieres con dolor y amenazas también lo tengo ¿eh?-dijo Tom poniéndose en pie y dando un paso hacia el viejo-Así que contesta, así te ahorrarás el dolor y a mí el placer de torturarte. Ya has visto lo inútil que resulta intentar escapar. 

El tipo se rió. Sonoramente. Si no fuera porque estaba atado a una silla cualquiera diría que estaba realmente de buen humor.

—Va a hacer falta algo más que un matón negro para amenazarme chiquillo.— le dijo a Tom. Y volviéndose hacia Lucy añadió: — El dolor es necesario para mantener la vida querida. Sabía que este momento llegaría antes o después y estoy preparado. Llevo preparado toda mi vida. Mi cuerpo ya no es de utilidad para los Padres¹, mi mente es vieja y comete errores. Pero no traicionaré a nadie. Me iré de aquí cuando hayáis acabado conmigo y lo haré feliz por haber cumplido durante todo este tiempo con mi deber.

Se encogió de hombros:

—Os podéis ahorrar el tiempo de las amenazas. Os diría que también el del dolor pero sé que tenéis que hacerlo.— la sonrisa ahora era amable —Demasiadas veces he estado a ese lado del interrogatorio. No hay nada personal en esto, por supuesto. Contáis con mi respeto.

-Vale, pues tú no cuentas con el mío, vegestorio-dijo Tom haciéndose estallar los nudillos mientras se echaba sobre él-así que vamos allá. Que empiece la fiesta.

Lo que sucedió a continuación fue toda una muestra de técnicas "vieja escuela" para hacer hablar al tipo. En el fondo y después de lo que llevaba en las últimas horas, estaba menos seguro de sus métodos de lo que estaba dispuesto a reconocer, pero no iba a renunciar tan pronto. Y al fin y al cabo, una cosa es que no le importase que lo matasen y otra que no le doliese.  

Herman no pudo evitar reirse ante aquella escena. Lo que empezó como una risa mal contenida acabó desembocando en un pequeño torrente de carcajadas no disimuladas. Quizá no era el momento pero, ¡ey!, uno nace hijo malcriado de un millonario para poder permitirse estos pequeños lujos.

— ¡Qué ceremonia! —dijo, aún retirando con su dedo índice una lagrimilla que le asomaba en la comisura del ojo— ¡Qué solemnidad! Así que has estado a este lado del escenario, ¿eh, Larry? Tsk, tsk, tsk —chasqueó la lengua— y ahora pretendes redimir tus pecados compadeciéndote de nosotros, pobrecitos. Muy emotivo, pero a mi este rollo mitad zen, mitad martir no me va, aunque a lo mejor a ti te vale para quedarte mejor con tu conciencia, supongo que por todas esas veces que has "estado a este lado del interrogatorio" —Herman no disimuló su tono de burla— e, imagino, por todas aquellas personas asesinadas y mutiladas recientemente. Supongo que te repites ahora que todo esto lo haces por una buena razón. Que vas a soportar todo esto por una causa noble —Herman había bajado el tono y ahora susurraba apenas— Tienes que gritartelo muy fuerte, Larry. Tienes que golpearnos de nuevo con ese compasivo tono tuyo de superioridad moral, aunque no pretendes convencernos. Hablas para ti, Larry, porque ¿imaginas despertar un día y darte cuenta de que no había una buena razón para todo ese dolor propio y ajeno?

¿Dolor? Parecía que el viejo estaba preparado para eso. Para una muerte heroica e innecesaria que diera sentido al absurdo propósito que le movía, fuera el que fuese. Era todo un mártir. Sin embargo ¿estaría preparado para el aburrimiento de largos años a solas con tan heroico propósito? Los sueños de grandeza arden con rapidez. ¿Y para la dependencia absoluta de otra persona durante todo ese tiempo, de un profesional que lo hace únicamente porque es su trabajo? ¿para la muerte natural, anodina, carente de gloria y de propósito, en una habitación anónima cualquiera, olvidado por el mundo?

—Repítelo mucho, Larry, tal vez lo consigas. Pero estoy pensando —dijo Herman, mirando a Tom— que mandarte al descanso de la muerte sería clemente. Verás, los viejos caprichosos tan pagados de sí mismos como tú os creeis demasiado importantes. A mí ¿qué me importan tu elevada moral o tu espíritu de sacrificio? Ya encontraremos a otro con menos principios que nos diga lo que queremos saber... y, mientras tanto, se me ocurre como validar tu encomiable propósito. Una paraplejia accidental pero irreversible, un hospital privado con todos los cuidados y el mejor sistema de salud que podamos conseguir para que vivas largos años. ¡Sin escatimar! Todo gratuito, por supuesto, nosotros también somos un ejemplo de compasión. Saldría en la prensa, pero lo mantendremos en una estricta privacidad, porque lo hacemos por una causa superior: ¡El alma de un hombre!. Así podrás estar a solas con tus pensamientos y, quien sabe, si vives los años suficientes quizá encuentres esa redención que propones.

Daniel se mantuvo en un discreto segundo plano, a la espalda del sospechoso por si trataba de escapar. Le habían subestimado en el apartamento y no quería volver a cometer el mismo error.

Estaban todos esperando en silencio, lo que en el argot policial denominaban "hacer sudar al sospechoso", cuando fue Lucy la que decidió arrancarse y preguntar directamente. Y en ese momento se alegró de estar fuera del campo de visión de Cotton porque no creía que fuese capaz de mantener la expresión firme por la sorpresa.

Por suerte, Lucy dejó caer que conocían a su hija y el resto rápidamente intervino.

- Por no hablar de su hija... - Daniel habló sin moverse, sin entrar en el campo de visión del hombre. - Sería una pena que sufriese el atraco por unos matones negros - marcó esas palabras con tono burlesco - y terminase violada y desfigurada. Estoy seguro que mi compañero no podrá contener las lágrimas al imaginarse ver así a su hija en las visitas sin poder hacer nada para consolarla...

Los golpes de Tom se espaciaban lo suficiente como para que Cotton pudiera escuchar lo que le decían Herman y Daniel. Luego, sistemáticamente, volvía a golpearlo.

El viejo escupió un diente y algo de sangre. Sus ojos estaban amoratados pero no parecía ceder ni a golpes ni a amenazas.

—¿Qué quieren? ¿Una confesión?— el hombre sonrió escupiendo nuevamente sangre —Yo maté a esa gente. Lo hice porque quise. Porque podía. Porque era necesario. Da igual con que me amenace jovencito. Estoy aquí porque debo estarlo: incluso la herramienta que se desgasta y deja de ser útil puede servir como referencia cuando se va a comprar otra. Mi ciclo ha terminado, da igual lo que hagan ya conmigo.

Luego se giró ligeramente. Daniel quedaba fuera de su ángulo de visión pero claramente se dirigía a él:

—Sacrificamos a los nuestros por algo mayor. ¿Acaso Abraham no estaba dispuesto a sacrificar a su hijo por su dios? Yo he tenido la gloria de verlos así que gustosamente ofreceré mi cordero para el holocausto. Malgastáis vuestras amenazas porque no sois dignos: pensáis en vosotros mismos en vez de en la gloria mayor. Sois hormigas sin cerebro que no veis más allá de las paredes del hormiguero, pensando realmente ser el centro de vuestro miserable universo. Y como tales acabaréis aplastadas por algo mayor. No hay odio ni desprecio en esta afirmación de la misma manera que un hombre no puede odiar o despreciar a una hormiga aunque perezca bajo el peso de un hormiguero entero.

Y la verdad era que Cotton los miraba con una ausencia de pasión que podría resultar casi insultante.

Tom sonrió despectivamente ante las chanzas del viejo. En realidad por dentro no lo llevaba también, pero no podía flaquear si quería obtener algo, cosa que en realidad no creía que fuera posible. Su entereza era sorprendente. Solo la fe verdadera era capaz de algo así. Pero incluso la fe verdadera era quebrantable si se empleaban los métodos adecuados. 

-¿Crees que te voy a matar?¿Eh?-dijo Tom-¿Sacrificio? No sabes una puta mierda de lo que es el sacrificio. Mírate; una vida fácil ¿eh? Esos pirados te lo han dado todo ¿eh?...¿cómo los has llamado?¿Los Padres?¿Quién o qué coño son?¿Porqué eran necesarias esas muertes? ¡Responde! No temes a la muerte,...no, pero no te voy a matar. Te vas a morir tu solo. De viejo. Me voy a asegurar de que sufras cada segundo de tu existencia hasta entonces en un puto sótano mugriento de los arrabales como no respondas a mis preguntas. Si contestas; entonces sí, te mataré. 

Daniel, desde detrás de Cotton, miró a los hermanos Craner y negó con la cabeza, no creía que fueran a sacar mucho más de él.

- Podemos llevarlo a los túneles, que le vean por las camáras con nosotros y dejar claro que ha colaborado con nosotros. - lanzó el último golpe que se le ocurría. - Estoy seguro que los suyos serán menos benévolos con él o su hija que nosotros ahora mismo...

Era otra táctica de interrogatorios, más de una vez habían amenazado con un paseo en el coche patrulla por el barrio del sospechoso, incluso en alguna ocasión lo habían cumplido, y sabía que podía llegar a funcionar.

Cotton guardaba silencio ante ambas amenazas. En su rostro no había ni miedo, ni odio, tan sólo una expresión de fatiga resignada, como quien sabe que cualquier resolución tomada no dependerá de si mismo.

Finalmente lanzó un suspiro:

—Al menos en eso habéis dado en el blanco. Vuestras respuestas están en lo más profundo de la Ciudad— marcó esta palabra con un acento casi reverencial —Y quizás si los veis con vuestros ojos comprenderéis lo fútil de vuestras amenazas.

Atenta a cada respuesta pasea por la sala mientras el resonar de sus tacones le da ese toque grácil, elegante que jamás suele ser apreciado al detalle por sus conocimientos al ser una biblioteca parlante. Pero en medio de aquella golpiza, donde Lucy se aleja un poco para evitar se salpicada por la sangre que a modo de cuadro surrealista tiñe el suelo de carmín, prefiere esperar para que Cotton suelte algún que otro bocado tras esa amenaza velada. 

Y así como tal, sus predicciones fueron acertadas, más aún cuando dan en el clavo y la verdad comienza a entremezclarse en aquel discurso propio de un fanático. Sólo que en la bibliotecaria, esto no es un motivo para lamentar el enigma que siempre Larry, sino que termina siendo una motivación para ir más allá. Por esa razón ajustando su traje como mero defecto de coquetería, avanza a paso firme mientras evita los charquitos de sangre que hay en el suelo. 

- ¿A quién le profesas tu devoción? - pregunta mientras se da algún que otro golpecito sobre sus labios. - Podrías dar un adelanto, te espera una larga vida de agonía y dudo que tu Dios venga a rescatarte. Sabes que la muerte sería un regalo, pero lejos de merecerlo más aún cuando lo anhelas de aquella forma, deberías comprender que nosotros también impartimos castigos. Quizás más dolorosos. - agrega al dibujar una cálida sonrisa. - ¿Quién encabeza el culto al cual perteneces? Vamos Larry, que será divertido. 

Y mientras aguarda por las respuestas, desvía la mirada hacia los hermanos Crane, manteniendo sus sospechas. ¿No estará el padre de Herman y Shanon metido en esto? ¿Por qué enviar a todo el grupo cuando tiene recursos de sobra para disolver lo que moleste la ciudad? Muchas preguntas surgen en la mente de Lucy y espera con ansias alguna que otra respuesta. Verdades que le darían a este momento un hilo argumental coherente.