Partida Rol por web

Die Glocke

El Putsch (Capítulo III)

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04/08/2017, 01:55
Rudolph Fegelein

Llegó el momento de la verdad y la verdad es que no podía ni imaginarse que todo iba a salir tan... bien. Se había hecho al cuerpo de que para llegar a intimar con ella de un modo "normal" tendría que pasar largas pruebas e intentos infructuosos. Pero la verdad es que o se había subestimado o se había preocupado en exceso. También podía ser que, si los poemas, las canciones y las leyendas tenían algo de cierto, el poder del amor podía vencer cualquier dificultad.

Lo que no se esperaba es que luego ella tomara la voz cantante y... bueno. La verdad es que le gustó, y tampoco lo pudo disimular. Tener un encuentro con una "chica" genérica no tenía nada que ver con hacer el amor con aquel a quien amas y deseas. La verdad es que en aquel momento siquiera podía pensar en que sus "sueños" se hacían realidad, por que esos sueños ya no tenían mucho sentido. Era el aquí, el ahora, la realidad, lo que le tenía totalmente absorbido (nunca mejor dicho).

Estuvo a punto un par de veces, de terminar, lo que no le hubiera importado nada. Pero ella tenía otros planes y la verdad es que le gustaron bastante. Una cuestión aparte fue lo de la cancioncilla, que le hizo reír, pero la risa se le pasó enseguida cuando su boca comenzó a obrar milagros con su sexo. ¡Para que hablar del cabalgamiento! Se aferró a ella casi con desesperación, besándola, acariciándola, recorriéndola. Pero el ritmo no cesó y finalmente sucedió lo que tenía que suceder, y que le sobrevino con un vértigo tal que creyó que se iba a caer. Apenas duró un segundo y luego, aferrado a sus nalgas, se corrió con la energía propia de su pasada adolescencia, con una intensidad que le sorprendió hasta a él mismo.

Finalmente, quedaron allí tirados, acariciándose, besándose, mirándose a los ojos. La abrazó y ella se hizo un ovillo, cerrando los ojos. Parecía que se podían quedar dormidos allí mismo, cuando las tripas comenzaron a reclamar atención. ¡No habían traído toda aquella comida para nada! Y la verdad es que después de haberse amado de aquella manera, el cuerpo demandaba nutrientes.

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04/08/2017, 09:19
Helmut Bernstein

Aún no han respondido a sus preguntas, cuando la srta. Grasser insiste en lo de hablar con Rommel. Al Bernstein narcisista no le gusta acudir a los demás desde una posición de inferior, pero en este caso tienen una información muy importante, y varios posibles métodos para acabar con esa panda de niños rebeldes.

Sí. Vamos cuanto antes. Excusas tenemos muchas, gracias a nuestros proyectos. Y sí, será mejor que usted no vaya, señorita.

Empezaba a gustarle este juego al doctor. No le gustaría si hubiera sangre y amenazas de por medio, pero por le momento parecía una especie de reto intelectual.

Notas de juego

Lo que diga el sr. Krieg. Por mí, a ver el mariscal.

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04/08/2017, 09:33
Damien Krieg

Lo del tema de los mensajes falsos, si se podría hacer algo, pero opto, por tener informados a los nuestros antes de todo.. - se explica Krieg.

Lo de matar a los cabecillas, me parece muy extremo, en el sentido, de cuando empiecen a morir, enseguida nos descubriremos y atacaran con todo lo que tenga, tanto con recursos, como su posición, deberían de fallecer a modo de accidente, y no muy seguidos, aunque me preocupa la base que esta por llegar, deberíamos de hacer algo para impedir que pueda llegar al planeta.. - dice serio y pensativo .

En cuando a lo de hablar con Rommel, estará bien que lo haga usted Doctor Bernstein, de esa manera de paso lo conoce un poco mejor, yo debería de hablar con la doctora Hagall, lo que sea que vayamos hacer, lo tenemos que hacer ya, antes de terminar devorados por los lobos.. - dice meditativo y serio Krieg.

 

Notas de juego

¿ Mi personaje sabe que es el Mossad ? 

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04/08/2017, 09:44
Helmut Bernstein

Como usted vea con lo de informar a los demás. Cuanto más gente conoce un secreto, más difícil es que sea siendo un secreto. Pero también entiendo la necesidad de tener más apoyos... usted mismo. Confío en su criterio.

Asiente a lo que comenta de los cabecillas.

Sí, claro, si lo hacemos de uno en uno nos van a... matar. Y recuerde que son ellos los que nos quieren matar. Es un acto de defensa propia. Lo ideal es no darles oportunidad. Podemos usar tóxicos fulminantes y asegurarnos que lo van a consumir todos los cabecillas más o menos a la vez o bien podemos usar tóxicos más lentos y confiar en que pase por enfermedad. Una toxicidad de plomo elevada no deja huellas en el organismo. Bueno, ambos sistemas tienen un riesgo, claro, pero si caen los cabecillas todo caerá. Entiendo sus reservas, Damien. Sólo le muestro las posibilidades. A mí, personalmente, me gusta mucho más la idea del engaño mediante la campana y tenerlos en la inopia a ambos bandos. generar una estación, un nodo intermedio, y pinchar las comunicaciones de ambos bandos. una especie de juego del teléfono en el que pasamos a ambos bandos los mensajes que queramos.

Tras ello, el ingeniero vuelve a hablar sobre el tema de ver al mariscal y Bernstein asiente.

Está bien. Sí. Es lo mejor. La srta Hagall está muy susceptible conmigo desde aquel episodio de la comida. Será mejor que vaya usted. Yo hablaré con el mariscal.

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06/08/2017, 19:27
Hagall Wirth
Sólo para el director

¿Que le pasaba? Se movía como una locomotora a toda máquina y sin frenos. Los dos, de hecho, porque pese a estar debajo Fegelein le iba a la zaga. Se miraban fijamente, se agarraban con fuerza y gemían, gemían, gemían… él mordisqueó sus pezones y cayeron presa de un frenesí aun mayor. A Hagall la invadió un calor intenso como si creciera un sol dentro de ella –Si sigues así me voy a…- dijo Rudolf  apretandola fuerte –Hazlo- exhaló ella –hazlo…hazlo…- Dicho y echo ¿Quién podia resistirse a un ruego tan desesperado? Lo sorprendente fue que, en el mismo instante que sintió que él eyaculaba a ella la sobrecogió un segundo orgasmo aun más intenso que el anterior. Había olvidado que los orgasmos vaginales existían y bastante inesperado había sido que se corriera la primera vez como para esperar que pudiera hacerlo una segunda. El caso es que aquello fueron unos fuegos artificiales con trompetería dignos de año nuevo, si no se enteró medio bosque no se enteró nadie. Las caras de ambos fueron tremendas.
Se desmadejaron jadeantes e impresionados. Por un instante se quedó mirando al cielo lleno de estrellas llenando los pulmones de aire, luego le miró a él. Rudolf la acarició y le preguntó si estaba bien. Hagall sonrió y al parpadear se le saltaron las lágrimas. Se abrazaron y el ronroneo continuó aunque más meloso, menos efusivo –¿Por qué lloras?- le preguntó –Porque soy feliz- respondió. Le vinieron de repente un millón de recuerdos que se le anudaron en la garganta, se refugió en su pecho y respiró hondo para embriagarse de su olor y que el efecto narcótico que éste tenía alejara las memorias desagradables que le traía la liquidez entre sus piernas. Juguetearon con los pies, eso la hizo sonreir. Que sensación tan maravillosa, daba igual la postura siempre encajaban a la perfección. Tan calentito, tan suave… nunca imaginó que pudiera gustarle tanto sentirse protegida por unos brazos de hombre, que le atrajera su masculinidad (especialmente ese punto primitivo que tenía). Sus respiraciones se acompasaron y fue como ser acunado, se abandonaron al sopor.
Al cabo de un rato el romanticismo se vio interrumpido por un rugido de tripas tan atronador como cómico. Hacer el amor daba sueño, pero también un hambre voraz y Hagall solía darse unos atracones de campeonato después de las largas sesiones rituales en Wewelsborg. Recordó el queso que llevaban en la cesta y empezó a salivar, también es que Nidhogg había pescado algo y sentía el sabor remoto del pescado y como disfrutaba comiéndoselo. Se rieron, ella salió del ovillo, le besó en la barbilla –Que tal… si nos damos un baño y cenamos? Hmmm?- estaban sudados y a ella le urgía limpiarse…
Cogidos de la mano caminaron hacia el agua, estaba fría pero ellos estaban calientes, abrazados se acostumbraron a la temperatura -¿Ves lo que te dije? Esto es mucho más bonito de noche. Ven- Tomó aire y se sumergió esperando que la siguiera. La luz de Urd atravesaba la superficie, las algas, las rocas y los peces resplandecían mágicamente, algunos de ellos emitían luz propia, como las luciérnagas o las medusas abisales. No podía explicarlo pero bajo el agua, juntos, desnudos y rodeados de naturaleza… estaba en paz, era… perfecto. Nidhogg se les unió y allí estuvieron tonteando, divirtiéndose y refrescandose un rato. Al rato el hambre les pudo, Fegelein fue a sacar las cosas de la cesta y ella se quedó en la orilla haciendo las abluciones propias del post-coito. Sentada en la roca, mirando la luna y el vientre aun aleteando, suspiró tranquila y feliz. Solo por ese picnic había merecido la pena aguantar viva y empezó a creer que el destino no le habría hecho semejante regalo si no pretendiera con ello insuflarle la energía necesaria para aplastar a Kammler y sus secuaces. De pronto le encontró sentido a todo su sufrimiento -Gracias…- susurró admirando el astro lunar. Al final iba a resultar que sí creía en algo.

Notas de juego

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10/08/2017, 00:21
Director

La noche se hizo corta y el amanecer sorprendió a los amantes arropados a la orilla del lago. Ir hasta allí había sido fácil, pero deshacer el camino para regresar a su cotidianidad no lo fue tanto. Debían hacerlo, sobre todo el capitán. Era una lástima, pero eso no quería decir que aquel no fuera si no el primer día de sus nuevas vidas.

Fue una suerte que Krieg comenzara a buscarles a primera hora de la mañana, pues si hubiera salido la noche anterior, tarde después de su reunión con Bernstein y Adeline, no los hubiera encontrado. De hecho, se topó de camino con Daman que iba al campo de entrenamiento para una ceremonia importante, y le dijo que ella estaba fuera de la colonia y no sabía exactamente cuando volvería.

Tras especular durante una hora y preguntar a varios de los guardias, tenía el cuerpo hecho a salir en pos de la... ¿pareja? Sabía que habían ido al norte, bordeando el lago, y que se habían ido con la moto de Hagall. Fue entonces cuando uno de los guardias le avisó y se asomó sobre las defensas para ver como la motocicleta regresaba por el horizonte cargada con sus dos ocupantes.

Siendo discreto, Krieg enfiló el lugar donde sabía por debían pasar: la casa de la señorita Wirth. No tuvo que esperar demasiado, pues al cabo de unos minutos una sonriente exploradora apagó el motor. Aprovechó para espiar un poco, bajo el alero de una casa vecina, hasta que se dieron cuenta de su presencia. Parecía que había algo entre aquellos dos y, la verdad, nunca había visto a la señorita Wirth de tan buen humor. Era una lástima que trajera malas noticias para ella.

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10/08/2017, 00:35
Director

Las largas semanas de entrenamiento llegaban a un punto culminante. El campamento base terminaba y con él, los soldados se ganaban el derecho de ser considerados como tales. Dejaban de ser reclutas y recibían las insignias del soldado, asumiendo sus derechos y deberes según el código militar vigente. Algunos, de hecho, dejarían de ser "simples soldados", ya que como sucedía cuando se levantaban regimientos totalmente nuevos, se solía conceder rangos de suboficial a los más destacados de cada escuadra o compañía.

Lo habían conseguido, a pesar de que un núcleo de oficiales y soldados alemanes pensaban que aquello no estaba del todo bien. Les apretaron las tuercas, a algunos de ellos, más de la cuenta, recurrieron al insulto o se reían de sus creencias y costumbres nativas. Para otros, era como entrenar a tropas de segunda fila, semejantes a los polacos, los hiwis rusos o los húngaros. Sin embargo, contra todo pronóstico, la mayoría de los alemanes aceptó en menor o mayor medida aquella nueva camaradería. Iban a luchar y posiblemente morir junto a aquellos nativos, y para muchos militares no hay nada más importante que la camaradería. Y ahora que la ideología de las SS quedaba fuera de los Venuskorps, aquel tipo de sentimientos que florecían naturalmente no se perseguían ni se castigaban. De hecho, se fomentaban.

El sargento mayor Topf había sido un hueso duro de roer. Su programa de entrenamiento uno de los más duros conocidos por el hombre. Hubo lesiones, hubo abandonos y algunos cuerpos estuvieron a punto de sucumbir ante un universo de flexiones y un programa teórico y práctico tan intenso que convirtió a aquellos hombres en algo más que simples soldados. Aquel no era, ni siquiera, el imparable ejército alemán de 1940. No. Era mucho más. Eran los hombres de Topf, soldados que en la Tierra podrían haber formado parte de las unidades más elitistas de los ejércitos occidentales y, en muchos casos, superarles en no pocas áreas.

Aquella máquina de guerra, disciplinada y fiera, todavía debía probarse en combate. Todavía debía seguir entrenando, mejorando en las decenas de áreas que habían comenzado a entrenar en aquel largo curso de instrucción. Pero había una buena sensación en el ambiente, que venía ayudada por la confianza de los hombres en su general. Aquella gente no veía a Rommel como ellos, como el gran general y líder. Aquella gente lo veía además como su nuevo Mesías. Tenían devoción por él y respetaban sus órdenes e instrucciones como si salieran de la boca de unos de los Nuaki a los que antes llamaban amos y señores. Era un tipo de lealtad que hombres como el mismísimo führer habían querido inspirar en sus hombres sin terminar de conseguirlo. Para los críticos de Rommel, el poder que ahora iba a detentar se antojaba casi excesivo. Pero sus voces apenas se escuchaban si no en reuniones a puerta cerrada y camarillas de intransigentes para los que aquella nueva era les causaba asco y espanto.

A pesar de que Bernstein no era muy entusiasta del mundo militar, como persona inquieta y que no simpatizaba del todo con el racismo y el ordenamiento social nacionalsocialista, lo que estaba viendo en aquel campo de maniobras le gustaba. En aquel momento, hablar a solas con el general era un poco difícil, casi imposible. Pero se vio de alguna manera atraído por la solemnidad del acto.

Los soldados se habían vestido aquella mañana con sus uniformes y luciendo sus nuevos rangos. Hubo sorpresas, ya que aunque se había prometido puestos de oficial para muchos alemanes, así como formar parte de los cuadros de mando, lo cierto es que también hubo nativos que llegaron a vestir los galones, aunque solo fueran los de "Fähnrich" (alférez). No obstante, uno de los nativos, concretamente el asistente de Hagall, Daman, obtuvo el rango de teniente, con lo que técnicamente superaba a su instructor (Topf). Ambos hombres se saludaron militarmente cuando se le hizo entrega del sable ceremonial (parte del vestido de gala) que simbolizaba su nuevo rango. "Ha sido un honor, sargento mayor" dijo a Topf. Él simplemente sonrió respondiendo "y lo seguirá siendo, mi teniente".

Tras éste acto, las tropas desfilaron delante del general, con sus banderas y curiosos vexilatos metálicos (alguien explicó al doctor que servían en combate como pararrayos de la unidad frente a las armas enemigas de arco eléctrico) y Rommel les saludaba al pasar frente a la tribuna, donde estaba el resto de los oficiales y personalidades que no desfilaban y donde el doctor fue invitado a sentarse en un discreto segundo plano. A lo lejos, algunas mujeres nativas esperaban el rompan filas para abrazar orgullosamente a sus hermanos, hijos o maridos.

Fue el coronel quien ordenó tal cosa, siendo secundado por el sargento mayor. Hubo aplausos, algunos bastante escuetos por parte de los alemanes. Los hombres se cogieron el antebrazo (era el apretón de manos en Venus) o se abrazaron entre risas. A pesar de que algunos ya hablaban un alemán básico que les permitía defenderse frente a los oficiales terrícolas, la mayoría seguía hablando sus propias lenguas.

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10/08/2017, 01:13
Hulda Zimmermann

Bernstein siguió con la mirada a Rommel, buscando una excusa para abordarle. Muchos ojos estaban puestos en él, y no era para menos. Mientras, Topf, que quería volver junto a sus compañeros alemanes, se veía asaltado por varios soldados nativos que se empeñaron en que conociera a sus familias. ¿Cómo podía negarselo? Estrechó manos de hombres ancianos, madres, esposas e hijos. Aquella gente no le guardaba rencor por la dureza del entrenamiento. Sentían, y a mucha honra, que él era uno de los suyos, que se habían ganado el derecho a formar parte de aquella leyenda llamada "Doichslan" a la que ahora creían pertenecer a pleno derecho. Se palpaba, por parte de los más fervientes nacionalsocialistas, un creciente nerviosismo. Bernstein sabía que aquello era una olla que podía explotar en cuestión de días, quizá horas. ¿Y si uno de los nativos le decía un piropo a una chica alemana? Un acto inocente de aquel calibre podía terminar en un ajuste de cuentas... por que no le cabía ninguna duda de que el núcleo duro recordaría, más tarde o más temprano, a los nativos el que no debían "mezclarse demasiado" con ellos, que eran "sus mejores".

A pesar de que el ordenanza de Rommel sabía de sobras que él deseaba hablar con él, de momento no iba a ser posible. No en público, imaginaba. Si fue aproximado por otra persona, que estaba cerca de él en el palco, mientras que su marido departía con el resto de oficiales superiores. La tan comentada Hulda Zimmerman, que cada día veía su poder más mermado. ¿Que sentido tenía ahora la Liga Femenina? Se decía que incluso se estaba formando personal sanitario nativo. ¿Dejarían los alemanes que les curara un "marroncito", como a veces les había oído apodarles?

-Me alegro de que esté aquí, doctor -le dijo con una sonrisa tan buena que parecía real- Dígame. ¿Que opina de ésta charada? Esperamos sinceramente que ciertas fronteras no se crucen jamás. Ya sabe... éstos nativos quizá se pasen con la bebida ésta noche. Sería lamentable que alguno de ellos se atreviera a ensuciarnos con sus genes...

Parecía que ella LO SABÍA, de alguna manera que él no alcanzaba a comprender por que la mirada que le dedicó parecía que enfatizara el discurso dirigiéndolo hacia él.

-¿Y su joven ayudante?

Él parpadeó. Entendía, o creía entender, el mensaje velado. La joven Olsen era "de raza aria" y aquella señora creía que él no. De cualquier modo, en su mente retorcida parecía que daba por hecho que estaba interesado por ella. En realidad, la gente retrógrada a veces tiene una imaginación muy simple... simplemente asquerosa.

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10/08/2017, 08:45
Damien Krieg

Lentamente y con una extraña sonrisa, se acerca a la pareja.

Es agradable verla de tan buen humor Doctora Hagall, me alegro que haya quien aproveche muy muy bien su tiempo.. - dice mirando a la pareja de tortolitos.

Después de ojearlos, con una sonrisa de colegial, su cara cambia a un aspecto mas serio.

Mejor que hablemos en un sitio mas "tranquilo", tengo nuevas y no son tan buenas, hasta me sabe mal aguarle su "¿ buena noche?", viendo su rostro con una luminosidad y vigor, que alimentaria a mas de 20 campanas.. , realmente me sabe mal robarle un poco de su tiempo - dice Krieg mirando a la pareja

Notas de juego

Ahora mismo, ni idea de quien esta con Hagall

Va pillar celos Bernstein , Daman, el Príncipe jajajajaja

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10/08/2017, 08:38
Hans Topf

El Sargento Mayor tenía una posición privilegiada, ya que disponía de una independencia enorme, pero la teoría era que los oficiales, sin importar su origen, mentalidad o competencia y experiencia, estaban, en rango militar, sobre él. Pocos mejor que él sabían que hacían falta oficiales jóvenes, que tirasen de las tropas, y mantuvieran el concepto de cumplir la misión sobre la dirección de tropas. Pero aún así, el poder llegar a oficial, por méritos, cualquier militar, con espíritu de superación ... era un sueño y un objetivo.

- Tendré que esforzarme más.

De todas maneras, aún así, si entraba a la oficialidad, desde teniente o alférez, tendría, otra vez, que estar al frente de tropas, y en el "medio del fregao" y tenía que empezar a pensar en más cosas. Por ejemplo, en una familia. Desde que empezaron los relámpagos y los muertos caer a su alrededor tenía un anhelo: Regresar, conocer a una mujer que le quisiera ... y formar una familia. Tener que ponerse otra vez ante las balas ... lo complicaba bastante. De todas maneras, no dejaba de ser un soldado, un hombre de armas, y antes o después .... sucedería.

El mariscal hizo la seña, y el coronel ordenó el rompan filas pertinente. El estaba junto a esa voz de mando y saludó, ya no solo como el protocolo lo requiere, sino, que dentro de él era una despedida. Esos soldados, independientemente del rango ostentado, eran su creación. Para él siempre serían sus niños y para todos ellos, su suboficial instructor. Un vínculo que ni la muerte ni la traición podrían romper. Para el Sargento Mayor, si cumplían con su misión, si laueraban la gloria del "VenusKorps" sería una victoria y obtendría la satisfacción del trabajo bien hecho; si caían en combate, los lloraría como hijos, y si caían en desgracia o deshonraban el uniforme ... sería su fracaso también; y no solo eso, sino que un calor, emanado de la ira, le inundaría el alma, hasta resarcirse de manera personal de la afrenta.

Luego llegó el Tsunami humano, de agradecimientos y parabienes, a los cuales solía contestar con un "Suerte" discreto, amable, acompañado de su habitual sonrisa y un apretón con ambas manos. Su cuerpo cumplía con el protocolo, y su mente, en parte también, pero el resto de sus pensamientos volaban con la ilusión de una mujer. Una mujer alemana, que le quisiera, se respetara a si misma, a él y a las costumbres y tradiciones que su ser defendía. Una mujer como las que él había conocido, como madres, esposas, hijas y hermanas de alemania.

Esa noche sería larga. Muy larga. Sus pensamientos le influían una necesidad, y el deber le dictaba que era una noche de excesos y posibles ... "incomodidades". Se podría al frente de una nutrida patrulla, mixta, y con ella, haría acto de presencia y se haría cargo de mantener la disciplina en orden, del mismo modo que hizo, poco tiempo atrás; al finalizar ... "La Batalla". Miraba las medallas, que no eran más que trozos de metal ... y que en ocasiones no sabía si representaban actos de valor, ... o de frustración, recuerdos de tiempos tensos o una manera de aferrarse a algo, que no le permita perder la cabeza con recuerdos del miedo pasado.

- Un héroe no es el que no tiene miedo, es el que lo mantiene bajo control, o al menos, hace lo que se espera de él bajo la tensión y el pánico.

Hans Topf ya no rendía guardias bajo el régimen habitual. Estaba exento por su puesto ... pero el deber le obligaba esta noche a ser la "Guardia Moral" ... y tanto los recuerdos turbulentos en su cabeza como el deseo de ser abrazado ... por su esposa ... no le dejarían dormir.

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10/08/2017, 09:09
Hans Topf
Sólo para el director

Me acerco de manera sibilina, discreta y confidencial a la Señora Zimmermann: - Señora mía, necesito su ayuda. Y tras tomarle la mano derecha, y hacer la genuflexión pertinente sobre esta, sonrió y se marchó.

Notas de juego

Olvidé poner también en el adiestramiento ... cartografía, topografía, lectura e interpretación de mapas. (Aunque no lo pusiera, son técnicas esenciales para todo lo explicado ,así que algo, aunque no lo hubiera dado como clases en concreto, ... tienen que haber visto por el uso).

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10/08/2017, 09:29
Helmut Bernstein

Bernstein estaba nervioso. A pesar de ir zumbando alrededor del mariscal, como una mosca durante un día de verano, no había conseguido acceso a él. Estaba demasiado ocupado con sus propios planes. Al doctor se le antojaba un juego de niños. Quería rodearse de todos aquellos venusianos como refuerzo de su ego, pero cuando fue testigo del acto de graduación tuvo que reconocer, para sus adentros, que allí había algo más.

lo primero que vio fueron aquella especie de pararrayos. ¿De quién había sido idea? Sería capaz de parar las armas energéticas? No había podido estudiar mucho sobre aquello. Le había parecido un principio distinto que el de los rayos atmosféricos, aunque aquello tampoco parecían unos pararrayos corrientes. La idea le pareció fabulosa. Se volvió a repetir que quería saber de quien había sido idea. lo primero que le vino a la mente era Krieg. Había mostrado mucho interés en aquellas armas, pero estaba convencido que le interesaba más tener una pistola de rayos para él que no buscar una contramedida para aquella arma. Quien sabe... Debería preguntar más tarde.

Podía ver la satisfacción en las caras de aquellos venusianos. Se sentían parte de algo superior. Se sentían poderosos. Y eso se lo debían a Topf y sus entrenamientos sobrehumanos. Lo observaba todo con sumo interés.

Desde el palco sonreía levemente ante la entrega de rangos. Era una especie de rito de iniciación. Todo el acto contenía ciertos paralelismos que le parecían muy interesantes. Por supuesto, faltaban las partes más elocuentes de los mystes, pero no dejaba de ser curioso. El ser humano repite ciertos patrones para las cosas que ve como similares.

Sus pensamientos se detuvieron al hablar Hulda junto a él. Casi dio un respingo y su sonrisa apenas insinuada se congeló en su rostro.

Bueno... Estos hombres han visto en nosotros los ideales germanos. Eso es natural y normal. Mírelos. Se esfuerzan para ser como nosotros. Para ellos encarnamos los más altos valores. Somos su modelo. En cierta manera, es nuestro deber hacerlos crecer, moralmente hablando.

A pesar de sus palabras, estaba convencido que cualquiera de aquellos reclutas le daba mil vueltas, en lo que fuera, a Hulda. El discurso grosero de aquella mujer era vomitivo. Era una mujer muy bella por fuera, pero podrida por dentro.

Parpadeó confuso ante la pregunta sobre su ayudante. ¿Había leído su mente aquella mujer? había sido pensar él en la belleza de Hulda y le preguntaba por la jovencita Olsen. Era absurdo. Necesitaba dormir más.

Oh... ¿Anette? Debe estar ejerciendo sus deberes. Es muy aplicada. Estoy muy contento con su trabajo. Se ha de fomentar más la introducción de la mujer en todas las tareas. Es refrescante y vivificante tener el enfoque de una mujer en el tema que sea. Seguro que en un futuro cercano serán comunes los grupos de trabajo mixtos. Al menos ese sería mi deseo. No somos enemigos, sra. Zimmermann, ¿no cree?

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11/08/2017, 00:02
Hulda Zimmermann

Las respuestas del doctor fueron equilibradas, espontáneas y sinceras. Para una persona que tenía en menos la sagacidad masculina, aquellas declaraciones le sorprendieron. En realidad, su pregunta podía tener para ella más de una lectura, aunque el doctor no reparara en ello en un principio. Ella era la representante de la liga femenina del partido, una liga que defendía un papel tradicional para la mujer y que, de hecho, había conseguido apartar a las mujeres de puestos de trabajo que ya ocupaban antes del ascenso del nazismo. Pero la verdad es que toda aquella situación había venido impuesta por en gran medida por los hombres y mujeres como ella no habían sino aportado su granito de arena en alicatar, pulir y controlar los resortes del dominio social sobre sus semejantes.

Es decir, que si discurso igualitario o tendiendo al igualitarismo era, en principio, casi un insulto. Pero la forma en la que lo había dicho, sin emplear la palabra "igualdad" si no simplemente el verbo "aportar" la dejó más confusa de lo que ya estaba. Era un KO técnico, contra el que no supo responder más que vaguedades.

-Si... claro. Hombres y mujeres se complementan de una forma excepcional. Es por eso que debemos construir juntos nuestra sociedad... apuntalar nuestros valores...

Un hombre pasó a su lado, y resultó ser Topf. Le felicitó brevemente compartiendo una confidencia al oído. Eso le hizo excusarse con un rápido parpadeo.

-Gracias por sus palabras, doctor... seguiremos hablando. Debo... ocuparme de una contingencia.

Sonrió brevemente y se excusó, bajando del palco para alejarse caminando.

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11/08/2017, 00:15
Hulda Zimmermann

Estaba intrigada. ¿Que querría el sargento? No habían hablado mucho, pero albergaba esperanzas de que él fuera "uno de los suyos". Es decir, alguien dispuesto a oponerse a toda aquella locura. Pero esas esperanzas habían ido muriendo al ver como se había aplicado a la tarea de entrenar a los nativos con un celo admirable. Acudía, por lo tanto, con ciertas reservas, pero mostrándose amistosa.

Se encontraron bajo el alero de una de las casas, que en ese momento estaba vacía de sus ocupantes. El condenado sol del planeta comenzaba a apretar fuerte poco después del amanecer.

-¿Puedo ayudarle? Es decir... dice que tiene un problema. ¿Que puedo hacer por usted?

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11/08/2017, 00:19
Erwin Rommel

El que la sigue, la consigue. Aziz, el asistente del general, que era negro y grande como un armario, le indicó el lugar de la reunión. Tenían que ser discretos, pues no podía hablarse de cosas como aquella en público o en compañía de sujetos de lealtad dudosa. Fue más fácil de lo que parecía. Simplemente, tuvo que ir hasta su despacho y esperar a que él pasara por allí para "cambiarse antes de comer". Al estar casi todos los militares fuera, casi nadie reparó en su presencia en el cuartel general. Aquel despacho se estaba convirtiendo en un lugar común de visita.

El mariscal entró quitándose la gorra de plato y acercándose para estrechar su mano.

-Me alegra verle de nuevo. He recibido algunos mensajes de la señorita Grasser, pero me decía que tenía información para mi. Información sensible, de importancia capital.

No le pidió que se sentara por que él tampoco lo hizo. Ambos hombres tenían algo en común y era una energía sobrehumana cuando se dedicaban a lo que les apasionaba.

-¿Sabemos ya el cómo y el quién?

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11/08/2017, 03:23
Hagall Wirth

No dejaron ni las migas de cuanto llevaban en la cesta. Tenían tanto hambre que Nidhogg acabó pescando unas cuantas piezas más para Rudolf y Hagall se lo pasó pipa chinchandole porque que no sabía encender un fuego como les había enseñado en clase -¿Qué clase de “Höhlenbewohner”* eres tu?- La primera vez que le llamó así le picó, pero había que reconocer que tenía todo el sentido y además el mote daba mucho juego. Fue una noche divertida y romantica. Hablaron de muchas cosas enroscados, casi desnudos, entre risas y arrumacos, y al final se durmieron felices y tranquilos. Posiblemente no habían dormido tan bien en toda su vida (con Nidhogg encima hecha un rosco).
Al día siguiente se les hizo tarde, no es que les diera pereza, es que no pudieron resistirse a disfrutar de las excelencias de una erección mañanera y además… no había ganas ningunas de volver al “Nido de víboras”. Pero al final tocó regresar, tenían deberes que atender: La graduación de las nuevas tropas, aunque no estaban seguros de llegar a tiempo.
Justo antes de partir, Hagall se tomó un minuto para atesorar el lugar a modo de instantánea que le recordara tan magnífica noche, le intrigaba lo que estaba por venir. Por un lado… ¿Que harían a partir de ahora? ¿Cómo se comportarían? ¿Se cogerían de la mano y se dirían cosas como tesoro o corazoncito*? La idea de aparecer ante todos como dos tortolitos la mataba de vergüenza pero por encima de todo le preocupaba exponer a Rudolf. Seguían con la espada de Damocles  sobre sus cabezas. Hasta el momento, aunque todos sabían que estaba colado por ella, había permanecido como un elemento más o menos neutral dentro de la colonia. O así quería creerlo. Tal vez esa simple simpatía por ella lo había puesto en la lista negra hacía tiempo.
Decidió no pensar y pisó el acelerador, que fuera lo que los dioses quisieran y si no le gustaba pues ya le plantaría cara como fuera, de momento tocaba disfrutar del trayecto con “su chico”.
Le pareció oir algún silbido al pasar los puestos de vigilancia, Sigfrido aun era demasiado pequeño como para guardar según que secretos. Habían pasado la noche juntos ¡Solos! Que escándalo…
Ya en la puerta de casa le cosquilleó el estómago de nervios, estaban en público y eso la ponía nerviosa, no sabía cómo actuar, por eso se puso muy diligente sacando las cosas del sidecar. Miró la hora –Me temo que ya no llegamos a la ceremonia. Espero que no tengas problemas por eso. Que rabia, quería ver a Daman…- descorrió la loneta del porche para meter la moto dentro –el equipo* si quieres déjalo aquí- Fegelein sonrió –Vale- y le dio un beso en la comisura que la hizo sonrojar, entonces la kimlar llamó la atención de ambos con un gruñido agudo. Fue así como se percataron de la presencia de Krieg. Compartieron una mirada de circunstancias, poco había tardado la realidad en llamar a la puerta. Rudolf le hizo un gesto de cariño –Abriré e iré encendiendo la cocina- Hagall le dio las llaves y luego indicó con la cabeza al ingeniero que entrara por la puerta lateral (que estaba oculta bajo el porche, de modo que no le verían entrar).
-Buenos días ingeniero- le saludó dejando la enorme cesta de pic-nic en la encimera –cierre la puerta por favor ¿Ha desayunado?- intentaba mostrarse seria y metódica como siempre pero con el capitán revoloteando alrededor no podía evitar sonreir. Por eso cuando Damien dijo todo aquello, dejando claro que llevaban escrito en la cara lo que había pasado, parpadeó como una adolescente vergonzosa. Carraspeó para concentrarse en la materia (cosa difícil con semejante borrachera hormonal) –Emmm… pasemos dentro- se refería al salón –imagino que si se ha arriesgado a venir hasta aquí es porque hay movimiento- exhaló -¿Ha pasado algo?-

Notas de juego

*troglodita, hombre de las cavernas, cavernícola
*https://www.taringa.net/posts/info/18543505/10-tiernos-apodos-alemanes-para-decirle-a-tu-lincesa.html
*equipo de buceo

NOTA: El parejo de Hagall es el teniente Rudolf Fegelein, recientemente ascendido a capitán. El militar que estuvo presente en la última reunión en casa de Hagall despues del almuerzo de Bernstein ;)

NOTA2: Tanto Hagall como Fegelein no van vestidos con el uniforme habitual si no que van de civil.

Él lleva "una ropa informal consistente en una camisa color caqui, pantalones marrones, botas y lo que parecía ser una genuina chupa de cuero. ¡Así que era de esos jovenzuelos descocados que imitaban a los actores norteamericanos! "

Y ella va así:
 
 

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11/08/2017, 09:10
Hans Topf
Sólo para el director

Al llegar al punto del encuentro se cuadró de la misma manera que hubiera hecho con su marido: - Señora Zimmermann, no es que me pueda ayudar. Es que sólo usted podrá. Se sonrojó sin perder la afabilidad de su rostro. - Como bien sabe, mi afán es defender, y hasta cierto punto, creo que mi trabajo lo he hecho con la mayor diligencia posible, ya que da igual de donde salga la sangre que se vierta, por defender Sigfrido. E incluso mejor que sea sangre menor, ya que la nuestra tiene mayor valor y es infinitamente más escasa. Se puso la palma de la mano en el pecho, sobre el corazón, pero el contacto con las medallas le hizo recobrar el hilo. - La única manera, es aumentar nuestro número, y no me refiero "adoptando" mascotas del campo, sino, con la pureza de nuestra sangre, como Dios ordenó, multiplicaos y extenderos. Estaba divagando otra vez: - Ya no medallas, sino una mujer es lo que necesito. Una mujer que me respete y se respete a si misma. Una mujer de nuestra pura raza. Una mujer que piense como nosotros. Además, a partir de este punto, corremos el riesgo del mestizaje. Y no veo tan mal, para apoyarnos, más sangre, por mucha sangre de segunda que fueran, pero tiene que seguir existiendo un núcleo, una línea sanguínea que se mantenga pura, para seguir dirigiendo la colonia, y los subsiguientes puestos. Suspiró. - Esos mestizos pueden ocupar puestos de apoyo, o incluso mandos intermedios militares, como yo. Se dio cuenta que había sido agraviado de manera exacerbada y lo intentó disimular, pero sin ... gritarlo a los cuatro vientos. - En lugar de ponerlos, oficialmente, por encima de los puros de sangre, si estos disponen de experiencia en combate (Dio un golpe sobre el pecho cerrando el puño, sobre el corazón), méritos (repitió el gesto)o conocimientos y habilidades suficientes (y lo marcó una tercera vez, presionando con fuerza. Había cumplido el rito de los 3 Strokes. Había demostrado quién era y como pensaba. Ya no hacía falta enseñar el tatuaje en la parte interior del brazo, con su grupo sanguíneo).

La sangre podrá mezclarse, y lo hará, pero, un núcleo puro ha de existir, para mantener el liderazgo, el orden y el impulso alemán, y solo sangre pura, con sangre pura, dará sangre pura, y ha de hacerse, antes de que gente con ideas progresistas hagan porque nos diluyamos como el azúcar en el café.

Notas de juego

¿Sabes lo de los tres golpes, verdad?

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11/08/2017, 13:17
Helmut Bernstein
Sólo para el director

No se le escapó la incredulidad y cierto estupor de la sra. Zimmermann. Mentalmente se encogió de hombros ante aquella reacción. La gente no cambia por unas pocas palabras. Pueden sembrar la duda, la confusión, pero los refuerzos diarios a su conducta ordinaria acaban por secar esas semillas.

Le dedicó una tímida sonrisa a modo de despedida.

Finalmente aquel negro enorme pareció ofrecerle la oportunidad de ver a Rommel. Se sentía profundamente intimidado por la enormidad del asistente. Y por su color. No estaba acostumbrado a tratar con negros, y aquel negro le daba miedo. Tras agaradecerle con nerviosismo su gestión, se presentó ante el mariscal. Iba al grano y estaba claro que no había mucho tiempo, así que también fue al grano. Tenía miedo que les pillaran "ellos".

Sí. Se comunican mediante la campana. En el modo emisión de datos. Desde allí reciben instrucciones y ha de llegar otro cuerpo de... nostálgicos del régimen. Quieren propiciar una guerra para que usted desgaste a los venusianos con ella y así poder vencer con esas tropas de refuerzo. Vendrán de un futuro cercano. Seguramente también traerán armamento mejor.

Comenta, recordando el comentario de los misiles balísticos rusos.

No debemos subestimarlos. Olsen parece el encargado de comunicaciones, aunque por encima de él está el mayor Zimmermann. También hemos identificado a un puñado de oficiales de las SS. Tenemos los nombres. Tenemos su plan.

Ah! Al parecer usted capturó a un agente de ellos. Ellos lo saben y han cambiado algo de sus planes. Y están sondeando a la srta Wirth, aunque no deja de ser una patraña. En el caso improbable que se pasara al otro lado, la utilizarán y después la ejecutarán.

Con Krieg hemos pensado la opción de sintonizarnos con la frecuencia de emisión de la Campana para generar, desde una estación falsa, un mensaje engañoso. Algo que los pusiera a nuestra merced. Conocemos sus códigos y sus nombres clave. Podriamos valernos del mecanismo de un vimana para generar un pulso similar y así engañar a esos cabrones... Con perdón, señor.

Se atusa el bigote, en busca de más ideas.

O generar nosotros mismos ese casus belli que tanto buscan. O hacerlo de tal manera que ellos crean que nos lo dan. Un conflicto fantasma que los empujara a una trampa, ya sabe, un conflicto falso en unas montañas y allí poder preparar una emboscada a esas tropas por venir... Aunque preferiría que no vinieran esas tropas. O engañar a los traidores, o... Bueno, ejecuciones o detenciones son una opción, pero quizás eso tendría un efecto contagio peligroso. No sé, señor. También habíamos planteado la posibilidad de un veneno, pero odio el uso de la violencia. Preferiría la táctica del engaño, aunque usted es el mariscal.

 

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13/08/2017, 21:29
Damien Krieg

Krieg mientras buscaba a Hagall y por fin la encontro, llevaba encima lo de siempre, una maleta además de vayas carcasas para meter rollos de planos.

En cuando ya entro por la puerta que le indico Hagall, dejó las cosas en los sitios mas estables como una mesa y demás.

Se quito la chaqueta, semi-apresurado..

Demasiadas cosas, cosas que nos va a obligar adelantar acciones.. - dice mientras despeja una mesa, abre la maleta, para sacar un proyector de super 8, empieza a sacar un rollo de pelicula y una pantalla de un tamaño normal , del porta rollos.

Creo que es mejor que vea a que me refiero.... ,¿ puede de alguna manera bajar la luz ?, bueno, veo que mas o menos esta asi la cosa, como salieron, dejaron la casa cerrada.. - dice Krieg, sin mirar a Hagall o nadie, mientras estaba centrado en montar el proyector con su rollo de película.

¿ Le gustan las películas ?, esta le va a parecer la mas interesante de todas...- dice con una semi sonrisa, pero andaba con el rostro serio.

El proyector empieza  a funcionar, mostrando un video grabado. al parecer de una manera clandestina.

Asi mismo una grabadora, que le paso a Hagall con un mono-auricular para escuchar lo que veía.

 

Notas de juego

Ok, no se que copiar y pegar de lo que vimos y escuchamos, te dejo esa parte para ti master, no es por ser gandul, XD

Es mas que nada, porque no se que tengo grabado exactamente en ese super 8 o que tengo grabado en la grabadora de audio.

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13/08/2017, 23:50
Director

Normalmente, Olsen se reunía con dos operarios de su misma oficina y escenificaban lo que parecía un contacto silencioso. La campana se situaba en modo "emisión de datos" en una frecuencia que Krieg calculó exactamente mirando las consolas (que luego recalibraban), efectivamente para la Tierra, con variantes de vibración que imaginaba que serían fechas diferentes del calendario o posiciones geográficas distintas.

La dinámica parecía ser la misma todas las semanas: un informe condensado que se reproducía mediante radio. Estaban utilizando, al parecer, el sistema de las máquinas enigma, aunque con la precaución de transmitir antes lo que parecían las secuencias de alineamiento de los rodillos.

Era difícil saber lo que se estaba escribiendo en la máquina, pero una de las cámaras del techo podía dar una pista. Usando un diagrama del teclado de una máquina enigma y debido a la baja velocidad del tecleo, podían hacerse una idea del contenido de los mensajes. Se trataba de un informe de progreso de la colonia y algunas noticias "preocupantes". Luego recibían contestación desde el otro lado y el papel decodificado lo leía Olsen justo antes de destruirlo. Al parecer era él el que luego daba el parte a Zimmerman y a un grupo de militares afines, casi todos oficiales de las SS, que eran los que "decidían" sobre aquellos asuntos.

Sin embargo, fruto de sus últimas cuitas fue necesario un contacto "de mayor calado" a la tercera semana. Fue entonces cuando el mayor hizo acto de presencia y, de hecho, se enviaron lo que parecían imágenes de video, algo que ya habían hecho las sondas de radiocontrol que se enviaron en avanzada al establecimiento de la colonia. Lo que les mandaban parecía una colección de diapositivas de documentos y planos, entre los que se encontraban copias de algunos de sus trabajos (los planos con los que trabajaban los científicos para las diferentes fases del desarrollo) y con especial incidencia de todo el material militar y desarrollos "punteros".

Fue en ésta ocasión cuando se produjo una conversación de radio entre Zimmerman y el que parecía ser Kammler, al otro lado.

-Aquí Mirlo Rojo a zorro amarillo.
-Zorro amarillo al aparato.
-Mi general, el desarrollo de la colonia parece estabilizarse. Se alcanzó un pacto con la reina nativa, Madhuvanti. Al parecer está en guerra contra su hijo rebelde, aconsejada por Margot Krieg, que se ha vuelto su mano derecha y general.
-Quien lo hubiera dicho... cosas muy extrañas han estado sucediendo. Hableme de Rommel.
-Ha perdido completamente la cabeza, mi general. Es un amante de los nativos. Está formando un ejército con soldados venusianos y creo que sabe de nuestra existencia.
-No lo dude, es un hombre astuto. Capturó a uno de nuestros agentes avanzados, hace un tiempo. Imagino que obtendría de él información crítica. Pero no se preocupe, los planes han sido reajustados en consonancia.
-¿Y las tropas nativas?
-De momento pueden servir a nuestro propósito. Eso si, cuando lo juzgue necesario provoque un casus belii con los nativos y dejemos que se enzarze con esas tropas en una campaña militar. Con algo de suerte, nos allanará el camino.
-¿Y que hacemos con los nativos?
-Trate de atraerse a la reina. El príncipe parece que escora a favor de los planes de Rommel y su secuaz, la señorita Wirth. Ella es peligrosa, puede atraerse la simpatía de los nativos. Tanto o más peligrosa que el mariscal.
-Hemos iniciado contactos indirectos a través de agentes de campo, pero será difícil convencerla de que somos el bando adecuado.
-No se preocupe, no tengo intención de que esa alianza sea más que una pantomina que nos de el tiempo suficiente para controlar Sigfrido y sus recursos. Una vez hecho ésto, desde ambas bases iniciaremos la campaña de conquista del planeta.
-¿Contamos con suficientes efectivos desde la Tierra, mi general?
-Estamos reclutando todavía entre adeptos a la causa y nostálgicos del régimen, pero el Mossad nos sigue la pista y los norteamericanos también. Sabemos que los rusos están desarrollando misiles balísticos para llevar la guerra nuclear al espacio... quizá piensen que se encuentran en su mismo tiempo histórico.
-Será una sorpresa mayúscula cuando se den cuenta de su error.
-Con un poco de suerte, volveremos para cambiar la historia. Ese error llamado Unión Soviética siquiera existirá.
-Mi general, hemos encontrado en el cuarto del profesor Bernstein una nota escrita por usted, ordenándole que fabricara un dispositivo nuclear como último recurso...
-Eso es falso, mayor. Yo jamás he mandado redactar nada semejante.
-¿Nos está sondeando?
-Todos esos elementos se están volviendo molestos. Expriman su sapiencia al máximo, pues la necesitamos para conquistar un mundo. Cuando estemos en vísperas de la invasión... tiene mi permiso para matarlos.
-¿A Rommel también?
-Déjelo para el final. Pero Bernstein, Krieg, Wirth, el señor Fegelein y otros elementos de dudosa lealtad al Reich... que parezca una ejecución. Debemos mandar un mensaje al resto.
-¿Y si la colonia decide unirse a su bando de traidores?
-Entonces aceleraremos nuestros planes, mayor. Y ahora, si no le importa, tenemos trabajo que hacer.
-¡Heil Bormann!