Partida Rol por web

Decidir cual era el siguiente paso, estaba resultando más costoso de lo esperado. La Capital, era un lugar de muchas posibilidades, el Elfo siempre podría esperar en algún rincón apartado, lejos de los enemigos de los suyos, que con tanta vehemencia se lanzaban a eliminar a aquellos que no eran tan mediocres como ellos. Aún así, el Druchii no quiso hablar y espero en silencio, sorbiendo ese avinagrado vino, a que otro hablara. 

Los miembros de la banda no oyeron los caballos que relinchaban y chapoteaban en el barro del camino hasta que fue demasiado tarde y estuvieron frente a la posada. Una vez frente a esta, a cada relámpago y cada trueno los caballos lanzaban atemorizados relinchos que, ahora sí, eran bien perceptibles por todo el grupo. Pero ya era demasiado tarde, los nuevos "comensales", si es que habían venido a comer, estaban ya frente a la posada y tras atar los caballos en el establo que había al lado entraron en la posada abriendo la puerta de par en par.

Eran tres figuras, acostumbradas a cabalgar largos días por caminos complicados, pues sus capas largas, similares a la de Magnus, chorreaban agua empapando el suelo a sus pies. Por debajo de estas, se veían largos sables de caballería que tintineaban al entrar en contacto con las espuelas que también emitían ligeros sonidos metálicos a cada paso que daban por el suelo de la taberna.

El primero de los hombres no se quitó el sombrero en ningún momento, al igual que los otros dos compañeros que lo seguían detrás y a corta distancia. Tan solo una franja de ojos se veía de su rostro entre el emboce y el sombrero, pero se veían ojos jóvenes y resueltos, que escudriñaban a todos los comensales de la cantina con ojos vivos y rápidos mientras el silencio se adueñaba del loca.

El que iba en cabeza, parecía no encontrar la situación que buscaba, pues miró por encima del hombro a su compañero y este negó con la cabeza mientras volvía a repasar los grupos que había sentados en las diferentes mesas del local.

     Surga se sienta correctamente y frunce el ceño mientras escudriña a su vez a los recién llegados. ¿Una patrulla de caminos quizás, buscando a alguien? Mira a Magnus y hace un gesto de cabeza en dirección a ellos, como preguntando. No parece que nos busquen a nosotros de todos modos. - Compañeros, puede que tengamos el sustento muy cerca de nosotros... huelo a oro.

- Callate - le susurró el elfo, fueran quienes fueran o quisieran lo que quisieran, era algo que le interesaba a Kalith. Sin embargo a diferencia de su asustadizo amigo, el permaneció tal como estaba, en silencio, oculto bajo la capucha, sorbiendo el terrible liquido al que se atrevían llamar vino. 

En tan solo unos segundos habían pasado de comer de manera relajada a estar completamente alerta ante la inesperada visita.

Patrulla de caminos, genial... Magnus, como era obvio, conocía bien el oficio y sabía que a estos profesionales no les gustaba quedarse con la duda, pero intuía que podría manejarlos si las cosas empeoraban. Buscaran a quien buscaran sabía que la mayoría de las veces no disponían de datos precisos, así que jugando con cabeza se les podía convencer de que, fuera lo que fuera, no tenías nada que ver y que no eras nadie interesante para ellos.

Aguardó a que siguieran inspeccionando el lugar con la esperanza de que no se fijaran en ellos.

Claramente decepcionados por las circunstancias, los soldados termina de escudriñar la taberna y tras un momento de silencio, el que iba en cabeza metió la mano en su capa y agarró algo a la par que preguntaba con voz confiada y llena de energía: Estamos buscando a Jurlex, y la banda de Los mercenarios del Mal Camino. Se dice que rondan estas tierras. ¿Alguien tiene alguna noticia que ofrecer? Se recompensará a quien aporte información que lleve a encontrarlos. Los otros dos miembros, que esperaban tras el primer tipo que hacía las veces de portavoz del grupo, se desabrocharon las capas empapadas y apoyaron sus manos en los largos sables de caballería que portaban. ¿Nadie? Preguntó mientras sus ojos repasaban los rostros de los integrantes de la taberna, incluyendo el grupo de cuatro personas, medio escondido en las sombras de la mesa más alejada. Un coro de "No, no" "Nada..." sumió en murmullos la taberna, proveniente de todas las mesas menos de una, cosa que el desconocido captó rápidamente.

Algo llamó la atención del hombre, pues se acercó lentamente mientras sus espuelas tintineaban en el suelo de la taberna, seguido por sus dos compañeros. Una vez cerca de la mesa se fijó en la pinta que los viajeros tenían, con ropas sucias y gastadas... Las descripciones encajaban, pero... ¿Solo 4? La última información sobre la banda hablaba de 9 miembros y su líder... ¿Y vosotros? ¿Habéis visto algo? La actitud altiva del joven no pasó desapercibida en toda la taberna.

Estaba claro, pensó Magnus cuando se dirigieron hacia la banda, estaba claro que íbamos a llamar la atención. No parecemos hermanitas de la caridad de Shallya precisamente.

Se dispuso a hablar, debía ser breve, conciso y medianamente convincente.

- No, señor patrullero, no hemos topado con ninguna banda ni conocemos a nadie con ese nombre. Hurlem, Jurchek o como se llame... - Se arriesgó y miró a los ojos de aquel que había preguntado. No apartes la mirada, pensó, una mirada huidiza y esquiva no convencerá a nadie...

La llegada de esta gente puede significar dinero... o muerte. Habrá que estar atentos.

piensa Volker ante la entrada y preguntas de los recien llegados. No le gustaba su aspecto, gente de armas que según parecía conocían bien el oficio. Quizá mercenarios al servicio de algún señor con algún encargo que hacerles. O miembros de los cazadores de brujas que buscaban sus cabezas. Nunca se sabe.

Hammet observó en silencio a sus interlocutores. Estaba listo para intervenir si hacían alguna estupidez.

No te equivoques. Comenzó a decir el supuesto patrullero. No soy ningún patrullero. Somos correos, y nos han mandado a los tres para entregar un importante mensaje. Bueno, muchas gracias caballeros, nuestras sinceras disculpas. Y con un leve movimiento se llevó la mano al sombrero y se dio la vuelta seguido de sus dos compañeros. Mientras se dirigían hacia la salida del local el jefe del grupo empezó a decirles: Vulmar, irás al oeste, tan rápido como el barro te permita, pregunta en todos los pueblos, en todos los cruces... Ifel, irás al este, lo mismo, rápido y sin descanso, hay que encontrarlos sea como sea... Abrieron la puerta y el viento entró en la posada junto con el agua y los relámpagos.

Una bombilla brilló en la cabeza de Magnus, tenía que decidir en ese momento lo que hacía. No quería arriesgarse a que lo descubrieran, pero... ¡Da igual, es nuestra oportunidad!

- Espere, me gustaría hablar con usted un momento, en privado... - Se levantó y, dándose la vuelta como para alisarse la capa aprovechó para lanzar a sus camaradas una mirada de "estad alerta".

Enseñando las manos, para simbolizar que no quería problemas sino hablar, se quedó de pie en medio de la taberna esperando una respuesta.

Tenemos prisa caballeros, nuestra misión es de carácter urgente, como pueden ver a simple vista, puesto que si no... ¿Quién cabalgaría en esta noche tan nefasta? Si tienen información valiosa suéltela, si no, no nos haga perder un tiempo muy valioso. El hombre parecía tajante, con una prisa del demonio, al parecer llevaban muchas horas sobre el caballo, y por lo visto aun les quedaban muchas más, solo que seguramente partirían por separado.

Toda la taberna estaba mirando a los dos sujetos. El camarero miraba con nervioso gesto a todo lo que sucedía, pues una pelea en su amado local seria de lo peor que podría pasar. Por ahora el sujeto no había hecho ningún gesto amenazante, pues bien veía que el tipo que se había levantado iba a él con las manos al descubierto y sin mostrar gesto alguno de conflicto. ¿Tendrá realmente alguna información sobre ellos? Estos viajeros son realmente complicados... Uno de sus hombres le fue a decir algo al oído cuando el jefe levantó una mano en señal de espera hacia su compañero. Claramente le interesaba oír lo que quería decir aquel hombre.

- Está bien, conozco a Konrad Sieg, si sabe usted quien es sabrá que no miento. Ahora bien, ¿cómo sé si ustedes vienen a entregar un mensaje o a matarlos? Que sepa que tengo una partida de naipes pendiente con Konrad dentro de dos días. Y si no aparezco sabrá que les buscan, así que matándome no conseguirán nada...

Esperó un momento a que el supuesto correo asimilara sus palabras. No quería presentarse como miembro de la banda, y menos aún admitir que todos los demás estaban muertos, tenía que usar esa información para su beneficio y protección.

- Entonces, ¿dónde está el mensaje para la banda...?

El hombre se acercó rápidamente a Berger. Aun con la mano dentro de la gabardina y con un movimiento lento sacó un pergamino enrollado y extrañamente seco pese a todo el agua que estaba cayendo ahí fuera. Se lo mostró tapándolo con su cuerpo para que los demás hombres de la taberna no lo vieran. Con voz susurrante le dijo a aquel hombre: Le ruego señor, que si tiene información nos la comunique rápidamente, pues mi señor, nombre que no voy a revelarle, aguarda impaciente la entrega de esta misiva. Levanta una ceja y le pregunta: ¿Cree que nosotros 3 podríamos con un grupo tan numeroso? Créame cuando le digo que mis intenciones no son violentas. Te mira con ojos ansiosos. Necesitamos encontrarlos… El pergamino parecía de gran calidad, con un sello en cera estampado en el centro, haciendo de control para su control. El escudo es extraño y no lo habías visto en tu vida.

Aunque los lugareños debían estar más tensos que un skaven ante el mismísimo Sigmar, para Magnus todo se había relajado casi por completo. Alargó la mano para coger con mucho cuidado el pergamino.

No sabía leer ni escribir y, ante lo desconocido, mostraba mucho respeto. Se giró hacia Hammet, mirándole con cara de "a ver si tu puedes hacer algo con la cosa esta que me acaban de dar". Suponía que por su condición de mago sabría interpretar aquellas escrituras.

- Creo que poco tengo que arriesgar ya... - le susurró al correo y sonrió de medio lado, casi no le cabía duda de que realmente era un mensaje para la banda - así que le diré mi nombre: Magnus Berger. ¿Queda usted complacido entonces?

Se giró y comenzó a caminar despacio hacia Volker con el pergamino en la mano, dando la espalda a su interlocutor y alerta ante un posible ataque por la espalda que quizá nunca llegaría pero que, de realizarse alguna vez, seguramente sería en ese momento aprovechando la vulnerabilidad de Berger.

Aquel hombre dio un respingo al escuchar el nombre del mercenario y miembro de la banda, pues bien había sido informado sobre los nombres del grupo, tal y como su señor los había obtenido. !Esperad! Dijo el sorprendido correo mientras detenía a Magnus agarrándole del hombro. Ese mensaje es intransferible para Jurlex, vuestro líder, y solo veo a otros 3 hombres, ¿Donde se encuentra el resto del grupo?. Preguntó con mucho cuidado acercándose a Berger y recuperando el pergamino. Lo que corría por su frente ya no era agua sino sudor, pues muchos ojos y oídos podían llegar a captar lo que esos dos hombres estaban diciéndose y su señor lo había dejado muy claro: "Preguntar, interrogar, sobornar, matar si hace falta, pero no quiero que nadie se entere de quien llama a esos hombres. Respondes de ello con tu vida, tienes una semana, ahora, ve" Palabras que se repetían una y otra vez en la mente de aquel hombre. La vuelta a la mesa de Magnus los habia conducido a los dos hasta su mesa, donde el resto del grupo esperaba sentado.

- Mmmmmmmh, a ver cómo te lo digo sin que suene extraño... - dijo Magnus en voz baja, amparado por sus compañeros - Jurlex está... cazando dragones con el Emperador Karl Franz, me entiendes ¿verdad? La banda somos nosotros ahora. - Miró a sus compañeros, no le gustaba admitir que sólo eran ellos, así que había que maquillar un poco la realidad, como si el resto de miembros ya fallecidos estuvieran ahora en otras tareas y que no conocían su paradero.

- Lo que ves es lo que hay por el momento. Nuestro gran amigo Jurlex decidió... retirarse y emplear su tiempo en otras cosas... - Criando malvas por ejemplo, pensó Magnus con cara de resignación. - Si tan importante es el mensaje de tu señor estoy seguro de que le agradará que la banda lo reciba, ¿no crées? - Dejó que el correo tuviera el pergamino en sus manos, no quería quitárselo y que se sintiera amenazado, realmente tenía cara de apuro el pobre hombre. Esa actitud orgullosa con la que había entrado en la taberna se había esfumado, como si de un general recién degradado y deshonrado se tratara.

Volker se acercó a Magnus. Había visto que el sujeto portaba un mensaje y suponía que alguien tendría que leerlo. Y dado que saber leer no era una habilidad muy extendida entre las gentes del Imperio, el mago supuso que tendría que ser él quien lo hiciera y se lo comunicara al resto del grupo. A veces, la cultura podía ser realmente importante, pese a ser despreciada por muchos ignorantes.

Hammet esperó con gesto neutro a que el mensajero atendiera a razones y les diera la misiva.

Interesante, que nos hagan un encargo por escrito denota que hay alguien importante detrás, y, por tanto, dinero.

     - En estos momentos solo podrás contar con cinco* de nosotros. Dice Surga al correo con su típico acento norteño. - Si buscas a Jurlex te deseamos suerte, pero me temo que vas a tardar bastante en encontrarlo... una sonrisa cruza sus labios a la vez que se encoge de hombros. - Mira amigo, se que estás cansado y calado hasta los huesos y supongo que querrás darle una contestación rápida a tu señor. Buscabas a los Mercenarios del Mal Camino y los has encontrado. Si te vale lo que ves, adelante, sino... estamos todos perdiendo el tiempo, porque no encontrarás nada mas. Tu quieres a alguien que solucione tu problema y nosotros solucionarlo, así que... ¿hay trato?

Magnus sonrió ante la intervención del Bersérker. El mensajero parecía acumular todo tipo de aflicciones a cada segundo que pasaba. Si ya venía agotado y calado por el viaje, ahora se le notaba nervioso e indeciso. Con un poco de suerte se daría por vencido y nos daría el pergamino a nosotros, olvidándose de Jurlex que en paz descanse...