Partida Rol por web

     Una vez que todo hubo acabado, a Surga le costó largo rato hacer que su cuerpo recuperase la normalidad. Haber tenido la muerte tan cerca nuevamente había despertado su instinto de supervivencia y furia nórdica al máximo. Su respiración y pulso se habían acelerado como hacía mucho tiempo que no lo hacían y le costó reponerse al sobre esfuerzo. Aquellas bestias habían estado apunto de poner fin al viaje de los mercenarios, pero por suerte, al final la situación pudo salvarse.

     Tras un rato de descanso, imitó a Berger y comenzó a registrar a los pieles verdes caídos. El rescate del botón no puede faltarle a un norse después de un combate.

Al final lo habían logrado, los orcos yacían en el suelo reventados por los filos de los mercenarios. Estaba claro, podían con casi todo lo que les echaran encima, aunque lo habían pagado caro. Por poco no la palmaban.

El mago imitó al resto del menguado grupo que ya se disponía a inspeccionar los cadáveres de sus antiguos oponentes. Volker imprimió un gesto de escepcticismo en su rostro, poco de bueno podían sacar de aquellos bichos. Desde luego que oro no y sería extraordinariamente improbable que llevasen algún objeto mágico que le interesara. Pero nunca se sabía.

- Creo que tengo algo.-

dijo Hammet mientras registraba a uno de los animaloides.

El grupo registró en los cuerpos de los Orkos destrozados y despedazados, fue un momento bastante asqueroso y poco fino, pero parecía que los mercenarios tenían cierto interés en ver qué era lo que encontraban entre aquellos restos. Hurgando entre ellos encontraron una bolsa de monedas* que todo el mundo miró extrañado. ¿Para qué querían aquellos Orkos unas monedas...? Luego encontraron otra serie de objetos, como un brazalete de un metal extraño y un anillo con lo que parecía un mineral que no supieron identificar a primera vista** que se trataba. Por lo demás solo encontraron sus armas viejas y primitivas y los restos rotos de las armaduras que llevaban puestas, aparte de unos horribles trofeos de guerra que probablemente serían trozos de gente no tan afortunada como el grupo de mercenarios.

Berger observó lo saqueado y solo prestó atención a lo que cualquier humano le echaría el ojo... el oro y el anillo - Guardad el anillo... cuanto dinero hay - preguntó con dolor en la voz por culpa de sus heridas y se sentó en la linde del camino. Berger necesitaba asistencia, todos la necesitaban...

     Surga echó un vistazo a aquellos objetos antes de guardarlos en una bolsa de cuero. Aunque no sabía mucho sobre cifras y casas de empeño, había estado en algún que otro saqueo y vendido después el botín, con lo que podía aveces hacerse una idea de su valor. - Vaya. Dijo tras estudiarlos unos momentos. Mientras tanto sus compañeros atendían a sus heridas sentados junto al camino. No creo que podamos hacer mucho mientras no lleguemos al siguiente pueblo... pensó al verlos trabajar.

Sura se hizo con el anillo y lo observó dándole vueltas exponiéndolo a la luz que traspasaba la bóveda que formaban los arboles en el camino. En su tierra los saqueos eran frecuentes, y alguna noción sobre estas cosas había aprendido con el paso de los años. El mismo había obtenido tiempo atrás algunos tesoros de sus aventuras, aunque eso era algo del pasado y en ese momento se encontraban en el presente. Según les habían dicho, aquella había sido tiempo atrás una ruta de comercio y una vía transitada por la que se pasaba muy a menudo, pero la apertura de un camino más directo la había dejado en desuso. ¿Sería esto parte de lo que algún mercader que había caído en manos de estos orkos llevaba encima?

El anillo estaba sucio y parecía antiguo, muy antiguo, y junto con las manchas de sangre de los orkos y costras de lo que parecía sangre más antiguas había todo tipo de mugre. Sura escupió sobre el anillo y lo frotó con esmero hasta que lo dejó reluciente. Sus ojos se abrieron mientras los destellos rojos que la luz proyectaba sobre la piedra preciosa que llevaba incrustado, se reflejaban en su rostro. Desde luego era oro de buena calidad, y la piedra preciosa estaba muy bien tallada y trabajada. Probablemente orfebrería antigua y exquisita. Era un buen material, pero todo dependería de los precios de las piedras preciosas que se manejaran en cada ciudad, y del tratado que se realizara con los compradores.

Desde luego aquel anillo bien podía valer trescientas o cuatrocientas coronas, aunque eso solo era una aproximación que la mente de Sura realizó a bote pronto y los mercaderes no dejaban escapar una corona. Quizás un experto que se dedicara a ello como medio de vida, podría decirles mucho más sobre el tema. Pero sin duda, tanto el Brazalete como el Anillo eran objetos genuinos y bien valorados.

Volker examinó a uno de los cadáveres de los orcos que habían eliminado. Con mucho tiento hurgó entre sus ropajes malolientes y extrajo algo de ellos.

- Mira tu por donde-

dijo levantando una pequeña bolsa que tintineaba al agitarla. La enseñó a sus camaradas de infortunios y luego la abrió para contar el dinero.

- Caballeros, son siete coronas. No es mucho, pero es más de lo que valen estos perros a los que hemos eliminado. No está mal. Ahora yo sugiero mover nuestros miserables y reventados cuerpos a la ciudad más cercana para volver a obtener asistencia médica. No quiero diñarla aquí, por favor.-

les dijo.

Si... pero no se si dar media vuelta o seguir por el puto camino... - comentó al mago mientras Berger se encaminaba hacía el caballo dispuesto a montar sobre ella y seguir... los pasos de Magnus eran dados con lentitud, tambaleante, parecía apunto de perder la consciencia

El corcel de Berger se había alejado de la contienda y lo había observado todo con ojos grandes y fijos, era un caballo entrenado y fogueado, y no se había dejado impresionar por lo sucedido con aquellas bestias que espantaban al más pintado. No había sucedido lo mismo con los caballos de Volker y de Sura, que se encontraban ahí pero claramente nerviosos. Estaban atemorizados y muy irascibles, y no dejaban de dar coces contra todas las sombras que veían y relinchar.

     Después de un rato de esforzarse en vano para recuperar a su asustadiza montura, Surga comenzaba a perder la paciencia. Cada vez que intentaba acercarse al asustado animal, éste se alejaba nuevamente trotando. - Maldita bestia. Si no me sirves como montura me servirás como cena... masculló entre dientes, frustrado. - Berguer, por los dioses, éstos bichos son lo tuyo. Haz algo antes de que pierda la paciencia del todo.

Aquel puñetero caballo estaba realmente nervioso, piafaba y no dejaba de moverse. Era comprensible, la aparición de los Orcos había sido una sorpresa bastante nociva para todos ellos. Pero no podían seguir así, tenían que moverse ya mismo.

- Tranquilo Pulgoso, tranquilo...-

le decía el mago cuando intentaba acercarse, pero ni por esas. El corcel seguía a lo suyo, extremadamente intranquilo.

- Eso Magnus, tú tienes buena mano con los animales, a ver si consigues tranqulizarlos un poco. No querría llevarme una coz de esta bestia.-

le pidió a su compañero el patrulla de camino secundando la moción del norteño.

Berger, fatigado a más no poder silbó con toda la fuerza que tenía dentro de si tratando de llamar la atención de los caballos huidos... pero poco logró

Los caballos finalmente salieron a toda velocidad por el camino del bosque hasta que se perdieron de vista y dejaron de oirse sus relinchos. El grupo ahora solo disponía del caballo de Berger. Se hacía de noche en el camino mientras los mercenarios emprendian la marcha camino de la ciudad del crater. Un extraño lugar, desde luego, el que visitarian dentro de poco tiempo. La misión avanzaban y ya se encontraban más cerca de su objetivo.

Berger espoleo a su corcel dispuesto a tratar de atrapar a los fugados... con un lazo logró atrapar a uno de ellos, pero no con la suficiente fuerza como para hacerlo parar... - ¡DIABLO DE CUATRO PATAS! ¡PARA POR SIGMAR! ¡PARAAAA! - gritaba con fuera sintiendose arrastrado por el equino

El caballo tiraba con fuerza, y Berber aun lo tenía sujeto, pero la fuerza de la desesperación de ese animal hacía que tirase con mucha fuerza y comenzaba a arrastrar al caballo del patrulla de caminos. La montura del Berger se deslizaba poco a poco por el suelo. El mercenario podía ver sobre la parte trasera del animal las alforjas con el equipo del nórdico, pero tenía las dos manos ocupadas agarrando la cuerda, si soltaba, tendría menos de un par de segundos para hacer lo que fuera necesario, y desde luego, no sería tiempo suficiente para soltar las alforjas.

     Con desesperación Surga sale corriendo raudo hacia el lugar donde Berguer forcejea con su caballo. Con suerte llegaría a tiempo de intentar ayudarlo. A grandes zancadas cubre el trecho que le separa de la escena y aunque tropieza con una raiz de camino, consigue nivelarse y llegar hasta allí. Con rapidez se afana en soltar las correas de la cincha para soltar la montura y con ella, todo su equipo.

Las correas fueron soltadas en el mismo instante en el que el caballo escapaba de las manos de los dos mercenarios y salía corriendo tras su compañero. Las dos alforjas cayeron al suelo con un sordo impacto mientras los relinchos del caballo se oían cada vez más lejanos.

Tirado en el suelo y cansado miró a Sura - lo siento... no pude hacer mas - dijo jadeando - por sigmar... necesito descansar

El mago observó toda la operación, al final los caballos salieron pitando y los dejaron a dos velas en sabe Dios donde. Perfecto.

- Vamos a ver, lo mejor será buscar una ciudad o pueblo en el que podamos encontrar un galeno. Algunos volvemos a estar medio muertos y si palmamos no podremos disfrutar de todo el dinero de la recompensa.-

dijo Volker.