Partida Rol por web

Dioses en extinción: Los ultimos favores divinos

{ 1.4 } Los Hijos de la Maldición

Cargando editor
02/07/2013, 14:59
Frauke Von Luster

Perfecto entonces. Más tarde quizás. Asintiendo ante las respuestas de los presentes la mujer siguió avanzando, subiendo otro tramo de escaleras que llevó a la primera planta. Dieron a un gran salón, con una larga escalinata que subía hacia la zona donde la primera vez fueron recibidos. La escalinata se encontraba tapizada por una larga alfombra de terciopelo rojo, y en aquel espacio se encontraba bastantes personas, muchas de ellas armadas con sables de aspecto caro y ropajes igualmente costosos. Guardaespaldas, la guardia de alguien.

Cargando editor
02/07/2013, 15:04
Dietrich Von Luster

En aquel momento las grandes puertas que había al final de la escalinata se abrieron de par en par y un grupo de personas comenzaron a bajar por ellas con paso firme y camlado. Dos hombres caminaban delante, y tras ellos un grupo de guardaespaldas los seguían. El primero era Von Luster, fácilmente reconocible. Hablaba animadamente con el segundo hombre. Ha sido un placer, como siempre Conde. Si necesita cualquier otra cosa, no dude en acudir a mí. Y ahora si me disculpa… Comentó fijando la mirada en vosotros que esperabais al pie de la escalinata con su señora esposa …tengo unos asuntos que atender. A las palabras siguió un cálido apretón de manos.

El hombre de bigotes, el Conde al parecer, bajó las escaleras y el grupo de guardaespaldas y criados cerraron filas a su alrededor, mientras este abandonaba el salón. Von Luste, elegante como siempre, esperó en mitad de las escaleras a que su invitado y sus hombres abandonaran el lugar para dirigirse a vosotros. Bienvenidos. Les estábamos esperando. Cada vez los sentíamos más cerca y... ¡Oh, magnifico! Comentó al ver a la prisionera que traían consigo los mercenarios. Veo que traen lo que les requerí.

La mujer no se tenía prácticamente en pie. Medio desnuda, desnutrida por las condiciones de su transporte durante el viaje y todo lo sufrido en la última semana, era llevada prácticamente en volandas para que pudiera avanzar. Sus ojos, vacíos de toda vida miraban al suelo sumisamente. Vayamos a un lugar más privado, pasemos a mi despacho, si son tan amables caballeros… Señaló las dobles puertas por las que había salido con su invitado. Un olor a cigarros gruesos y caros había comenzado a avanzar por la sala, proveniente de su despacho privado, avanzando discretamente como una cara fragancia.

Von Luster esbozó una media sonrisa y avanzando escaleras arriba, solo y sin guardaespaldas, un dato revelador, sentenció: Hay asuntos que unos caballeros deben tratar en privado. Luego dirigiéndose a su esposa y tendiéndole una mano le dijo con todo afectuoso, que nada pegaba con él: ¿Nos acompañas querida? Estoy seguro que querrás presenciar este acontecimiento.

Cargando editor
02/07/2013, 15:19
Magnus Berger

Magnus, sin decir nada y con un único asentimiento de cabeza empezó a seguir a tan ilustre y peligroso arrendatario.

Cargando editor
02/07/2013, 15:27
Volker Hammet

Reunión de pastores... oveja muerta.

pensó el mago al ver a nobles, guardaespaldas y demás. Mucha parafernalia, el tal Von Luster era un pez gordo según todos los indicios. Y bien relacionado. Y con gustos e intereses... más que discutibles.

Escuchó como proponía resolver el asunto en privado -mejor- y cómo le sugería a su señora que les acompañara.

Volker vio como Magnus y el resto seguían a Von Luster, él cerró la comitiva, se puso el último. Quería tener bien vigilado al novato para que no abriera la boca y desde luego, que no hiciera nada estúpido, dado que no lo conocían bien, el mago prefería prevenir.

Entró después que el resto en su despacho.

Ahora tocaba cerrar el tema y cobrar.

Cargando editor
02/07/2013, 23:09
Surga Raudi

    El oropel de los lujos, la seda y las mujeres ligeras de ropa distrajo un poco la atención de Surga, pero pronto se reprendió a si mismo. Cuando cobrasen podría alquilar un burdel y darse un atracón si le apetecía hacerlo, pero no iba a poner en peligro el trabajo por meter la pata en el ultimo momento y pensar con la entrepierna. Con un suspiro siguió a sus compañeros en dirección al despacho del viejo. A saber que tonterías de última hora les contaría aquel tipo. Lo único que quería oír de sus labios era un simple "tomad vuestra paga y hasta nunca".

Cargando editor
02/07/2013, 23:50
Dietrich Von Luster

El noble pasó al despacho, un lugar igualmente cuidado en madera y mármol, con un suelo tapizado por completo que al igual que el resto de la casa debía costar muchísimo dinero y una amplia biblioteca cubriendo dos de las cuatro paredes de la estancia. Cuando pasó Volker, el último del grupo, cerró las dobles puertas y cruzó la estancia hasta situarse al otro lado de su largo escritorio. Estoy muy complacido, si les soy sincero, y no es algo que suela decir muy a menudo. Con el brazo extendido barrió en un rápido movimiento todos los objetos que había sobre la mesa. Tinteros, plumas, pisapapeles, documentos... todo cayó a un lado con un ligero estrepito. Me alegra que hayan traído lo que les pedí, aunque esperaba solo el documento, no el… conjunto. Dijo con voz tranquila en todo momento y sin mostrarse alterado. No se preocupen, rápidamente será solucionado. Una sonrisa de lobo apareció en su comisura de la boca. No era en verdad una sonrisa cruel, o voraz, simplemente una sonrisa que mostraba entusiasmo y determinación.

La mujer del noble tomó asiento en una de las butacas tras el escritorio, apoyándose en el largo respaldo mientras observaba toda la escena con frialdad. Caballeros... ¿Serían tan amables de desnudar a la joven y tenderla boca abajo en la mesa? Hizo un gesto con el dedo diciendo "girar" y luego señaló a la joven y la mesa. Atenle las piernas y los brazos cada uno a una de las patas de la mesa con esos grilletes. Depositó unas esposas sobre la mesa. La distancia del escritorio dejaría a la joven estiraba boca abajo, con las cuatro extremidades estiradas hacia cada pata de la mesa. Estaba claro lo que el noble pretendía, toda su atención se centraba en aquel documento, todo había girado en torno a él y por fin lo tenía ahí mismo.

El noble no le quitaba la vista de encima a Diego. Seguía frente al escritorio, mirando a los mercenarios y la joven que se encontraban al otro lado, y mantenía una pose aristocrática típica, muy estirado y realizando gestos fluidos y cordiales en todo momento. Desde luego Dietrich Von Luster estaba extrañado de la presencia de aquel hombre de frondosos bigotes y al mismo tiempo de la ausencia del “Oscuro”.

Cargando editor
03/07/2013, 14:46
Volker Hammet

Sin decir una palabra, Volker agarró a la prisionera por el pelo y la inmovilizó contra la mesa, tal y como había pedido su patrón. Usó los grilletes para aprisionar sus brazos y piernas y los cerró con un sonoro chasquido metálico.

- Hecho-

se limitó a decir.

¿Pero cuando nos van a dar nuestro dinero? Dos mil y pico coronas, maldita sea, me falta tiempo para gastármelas: libros, objetos oscuros, talismanes...

pensaba el mago

Luego hizo un breve gesto a Von Luster, interrogativo y sin faltarle al respeto, que quería decir "y ahora qué".

Cargando editor
03/07/2013, 14:54
Lith

La joven quedó boca abajo, con sus miembros estirados en una X sobre la mesa. Su espalda se encontraba tensada, con la suave piel reluciente del sudor provocado por el miedo. No.... por favor.... por favor no lo hagan... Lloraba mientras inmovilizada, giraba la cabeza de un lado a otro mirando tanto a los mercenarios como a la pareja de Nobles que había al otro lado de la mesa. Sus ojos se centraron en Diego. Noooo... Susurró perdiendo las palabras por el camino. A aquel hombre no lo había visto hasta el momento.

Cargando editor
03/07/2013, 14:57
Dietrich Von Luster

El noble asintió satisfecho mientras cruzaba sus manos tras su espalda. Verán, no suelo inmiscuirme en los asuntos que no incumben. Paseó la mirada por los mercenarios. Pero en este caso, esto me... nos afecta personalmente. Corrigió la palabra conforme la decía incluyendo el plural. De aquí partieron tres hombres y un "Oscuro". Levantó frente a si tres dedos de la mano y luego un cuarto. Y ahora aparecen en mi casa, ustedes tres, hombres de confianza y contratados por mi mismo, y un cuarto hombre, del que nada sabía hasta el momento. Hizo una pausa, con la mujer llorando entre los presentes. Os miraba por turnos a los ojos, uno tras otro, y su rostro no dejaba al descubierto emoción alguna.

Algunos me llamarían anticuado, pero no me gusta que a mi casa lleguen desconocidos sin haber sido invitados. Aquello podía ponerse muy mal para el joven soldado, que se había unido a los mercenarios recientemente. Hasta el momento había sido fiel a la causa, pero lo cierto es que tampoco había habido que realizar grandes gestas. Me gustaría solucionar esta falta de confianza y desconocimiento con un sencillo pacto. Su mano derecha, que había permanecido tras su espalda, surgió de atrás con una daga en ella. Desde el otro lado de la mesa señaló con ella distraídamente a Diego girando la daga con la muñeca frente a si. Necesito el pergamino por separado. Y tu -Señaló a Diego- se lo vas a quitar como muestra de confianza. El anciano era un político a todas luces. Si Diego realizaba aquella acción, ya no habría más que decir. Habría desollado vida a una joven indefensa, y por tanto sería tan cómplice del asunto como el que más.

El noble se inclinó sobre la mesa, y aferrando la daga por el filo, tendió su mango a Diego para que lo tomara y desollara a la joven ahora atada sobre la mesa.

Cargando editor
03/07/2013, 15:36
Magnus Berger

Berger dio un paso hacía delante y frunció el ceño - Disculpe su ilustrisima... pero usted contrató al grupo de mercenarios... los del mal camino, contrató a los que quedabamos con vida... hago especial incapie en que contrató un grupo de gente, una compañía. - entrelazó las manos una frente a la otra - no quiero enemistarme con usted, ni tener problemas, realizar este trabajo nos ha costado demasiada sangre, pero aquí esta, hecho todo... Diego, que es como se llama la nueva incorporación de la compañía de los hijos de la maldición ya pasó su prueba de fuego... no me gusta aburrir con detalles, pero acabó, a sangre fría, con una elfa antigua compañera suya, es un hombre de fiar y aunque aún esta a prueba, yo, respondo por el - se acercó un poco más y extendió el brazo para ser el quien desuelle a la mujer, confiaba en que el conde cedería, pero no las tenía todas consigo

Cargando editor
03/07/2013, 15:48
Dietrich Von Luster

El noble mantenía la daga tendida frente a Diego, despreocupadamente. En su mirada no se apreciaba disgusto o enfurecimiento, tal vez si indulgencia, una indulgencia casi paterna, o digna de un mentor. Entiendo lo que dice, pero esto es una cuestión de poner de su parte. Refiriendose a Diego. Quiero que lo realice el. Os miró pensativo un momento y luego añadió. No es nada personal, ni nada grave por descontado, únicamente se trata de que en todos ustedes detecto... cierto cambio. Pero en el no noto nada de lo que, digámoslo así, debería notar. La daga brillaba frente a él.

No se trata de una prueba de "fuego", como ustedes la llaman, para su grupo, sino una prueba de él para conmigo. Es algo que se lo pido yo. Y si realmente está a bordo, no habrá ningún problema. ¿No es cierto? La mujer del noble asentía sentada en su cómoda silla. Estaba, como no podía ser de otro modo, de acuerdo con lo que su señor esposo señalaba respecto al tema expuesto... "sobre la mesa". Yo contraté cuatro hombres, a los que acordé pagar 2000 coronas a cada uno, y los cuales fueron señalados con la marca. Esperaba pacientemente a que Diego tomara la daga.

Sus ojos centellearon bajo la luz de las velas y los faroles de la estancia al mirar a Diego. ¿Y bien, señor? Eran mercenarios, pero el Noble demostraba tratarlos como a buenos señores. Independientemente de su oficio o sus orígenes.

Cargando editor
03/07/2013, 15:59
Magnus Berger

No dijo más, no tenía sentido, dio un paso hacía atrás y miró a Diego apremiándole a coger la daga y hacer lo que le pedía - cabrón... tú querías un grupo de cuatreros corruptos... - comprendió en aquel momento.

Cargando editor
05/07/2013, 03:41
Diego Wolffham

Diego siguió al resto de mercenarios tal y como lo haría un autómata sin conciencia, arrastrando su cuerpo paso a paso bajo el peso de su conciencia al derruirse en un foso ardiente de malas intenciones, la rabia era el fuego y la maldad que yacía en el corazón de todo hombre era la leña de aquel inmenso fuego que ardía en su alma.

Permanecía detrás del grupo de mercenarios, cuadrado en una postura claramente militar y con ambas manos entrelazadas en la espalda, pecho alto y barbilla recta al frente en un claro gesto de educación marcial de sus años al servicio del ejercito imperial. Su vista se desvió a la chica¨era ella...tan cerca y fallamos por que ese maldito elfo me atacó...si yo no hubiera estado así¨Su mirada se desvió hacia Volker ¨Bam...habría estallado como una fruta madura y Asche no hubiera acabado así...si, si...ya no importa, Asche está muerto, Eira está muerta, Otto está muerto...y yo estoy muerto¨ pensó con crueldad el soldado mientras su gesto pétreo no cambiaba, ya sabía como actuaban aquellos tipos, la violencia, la rudeza y el odio era su principal herramienta para vivir, algo que Diego ya había probado en su vida con temor tendría que beberlo a partir de ahora cada día del resto de su corta vida.

Tras el intercambio de palabras entre el noble decadente y Magnus, Diego dio un paso al frente tras un segundo de silencioso rigor.-Señor.-Dijo al coger la daga y sopesarla en su mano¨buena factura, elaborada¨ pensó mientras urdía en su mente sus próximos pasos y lentamente su cuerpo avanzó hacia la chica, la cogió del pelo al principio con dulzura para que lo mirara, pensando en que ella era la vida que debía salvar, el bien que traería al mundo y...su mano se aferró con crueldad a la raíz de su cabello mientras su mirada seguía clavada en los ojos de ella y la daga bailaba en su mano.-Lo siento mucho...es pura supervivencia, chica.-Dijo con una frialdad mortal, sus palabras destilaron una crueldad que ninguno de los mercenarios veía capaz en aquel blando hombre, pero así fue como Diego tras decir a la chica sin palabras sus ultimas voluntades murió al pie de aquella mesa. Un lo siento, una mirada triste y un alma arrepentida fueron los ultimos testigos de la muerte de Diego a manos del mal preñado de su interior, que ahora nacía devorando al viejo Diego poco a poco por unos minutos de vida mas...aquí se demostraba cuan bajo podía caer un hombre con tal de vivir un día mas su triste vida.

 

Si preámbulos, permisos o palabras Diego estrelló la cabeza de la chica contra la mesa, una y otra vez de forma rítmica como si contara hasta un indeterminado número cinco cuando la chica cayó inconsciente y sangrando presa de los golpes del ex-soldado que con la mirada gélida y los labios convertidos en una fina linea bajo su bigote estrellaban su cráneo contra la dura madera.-Permitidme algo, señor.-Dijo mientras desplegaba entre las nalgas de la chica su mochila y abría la misma para rebuscar algo hasta que lo encontró y lo sacó.-Un poco de agua para limpiar tanta mierda será perfecto.-Dijo dando una fuerte y violenta palmada sobre la nalga de la chica semi-inconsciente para acto seguido comenzar a derramar la misma por su espalda y pasar la mano por la escritura, para así limpiar de suciedad la piel que debería de ser seccionada.-Hmm.-Apretó la mandíbula y acercó la daga al comienzo del tatuaje y allí posó la daga suavemente hasta que la piel empezó a sangrar cortando superficialmente la piel y así evitando dañar el dibujo mientras realizaba un contorno en alrededor de la piel.

Notas de juego

Un post de grupito y ya le arranco el pellejo a la puta.

Cargando editor
05/07/2013, 08:20
Lith

¡NO! BUMP ¡Nooo! BUMP ¡N..nog! BUMP !Nnnggg! BUMP.... BUMP. La joven no logró pronunciar más palabras. Su cabeza terminó golpeando contra la mesa por quinta vez y los ojos de esta quedaron abiertos y muy fijos en la nada. De su nariz, orejas y lagrimales corrían finos regueros de sangre. Durante unos momentos la bella joven -porque realmente era una muchacha hermosa- se convulsionó.

Cuando se hubo detenido, Diego limpió la mugre del viaje de la espalda de la muchacha y luego comenzó la tarea. Cortó un rectángulo que abarcaba toda la espalda, dejando un margen adecuado, y luego tiró rápidamente. Toda la espalda quedó al descubierto, mostrando la musculatura oculta bajo la piel. En la mano de Diego se encontraba todo el tatuaje de la joven, la piel de su espalda. La sangre brotaba de la espalda de la muchacha debido a su reciente muerte, pero no tanto como si hubiera estado viva.

Cargando editor
05/07/2013, 08:25
Dietrich Von Luster

El Von Luster esbozó una sonrisa mientras sacaba un gran pergamino de aproximadamente un metro por un metro. Excelente. Aquí por favor. Extendiendo el pergamino colocó aquella piel de modo que la parte húmeda por la sangre quedara adherida al papel. Sus movimientos eran delicados pero seguros. Este objeto, tiene una importancia VITAL para el imperio. Gracias a él, podremos remodelarlo en un nuevo orden. Más eficaz, más completo... Enrolló el pergamino y lo introdujo en un cilindro alargado de madera, al que de colocó una tapa y entregó a su esposa.

Tras completar la operación miró encarando una ceja a la joven, que yacía muerta sobre la mesa. Debió de pensar por primera vez que aquello no le gustaba mucho, pues sacando una campanilla la agitó en el aire y pronto un par de sirvientes entraron en el despacho. Desháganse de esto, aprisa. Señalo con la barbilla a la joven difunta. Y traigan cuatro sillas para nuestros invitados. Los criados se acercaron servilmente hasta la mesa y tras desatarla, se llevaron el cuerpo de la joven, dejando el escritorio libre. Luego reaparecieron con cuatro sillas que colocaron al lado de los cuatro mercenarios. Tomen asiento si son tan amables. Dijo el noble mientras osbservaba a los cuatro mercenarios que tan eficazmente habían servido a su causa.

Cuando los criados hubieron desaparecido se volvió a centrar en los mercenarios. Muy complacido, desde luego. Me encuentro MUY complacido con TODOS ustedes. Realmente no se imaginan la importancia de sus servicios, aunque creo que pronto verán los frutos de esta misión. Ojalá mi hijo hubiera estado aquí para verlo... Comentó señalando al cuadro que se encontraba detrás suya, entre los dos grandes ventanales que remataban la pared opuesta a la puerta en su despacho. En fin... Se aclaró la garganta y acercándose más al escritorio. Es hora de saldar deudas. ¿No es cierto? La sonrisa de lobo se acentuó.

 

Cargando editor
05/07/2013, 15:51
Volker Hammet

Volker fue sonriendo cada vez más conforme Diego iba procediendo a "separar" el texto de su portadora. El nuevo miembro del grupo había comenzado a comportarse como era debido. El mago esperaba que continuara en esa línea.

Luego el cuerpo fue retirado y aparecieron cuatro sillas.

Von Luster mencionó el cobro, que ya tocaba, y Hammet sonrió aún más. Dinero en efectivo, eso era lo que contaba en aquél turbio mundo.

Volker tomó asiento e hizo un gesto a Von Luster. Un asentimiento complacido ante la inminente presencia de las dos mil y pico coronas que obtendrían.

Eso es caballero, el dinero. Lo hemos ganado a pulso, con mucha sangre derramada de por medio. Sácalo ya.

Cargando editor
05/07/2013, 16:04
Surga Raudi

     Mientras los sirvientes de Von Luster se afanaban en traer sillas para ellos, Surga Puso la mano sobre el hombro de Diego y con expresión seria asintió simplemente con la cabeza. Fue algo así como decirle sin palabras: "lo has hecho bien". Aunque aun no se fiaban al cien por cien de aquel hombre al que apenas conocían, sin duda estaba en el buen camino de convertirse en uno de ellos por derecho propio. Una vez los sirvientes acabaron su tarea, tomó asiento esperando con algo de impaciencia culminar con aquello, cobrar y poder marcharse de aquel lugar.

Cargando editor
05/07/2013, 20:59
Magnus Berger

No le gustó aquella prueba, le resultaba innecesario... pero tocaba transigir, al menos, por ahora.

Magnus no quiso mirar como era desollada, aquella pobre chica nació con mala estrella, y es que aquel mundo en el que vivía era cruel e injusto... refrenó las ganas de escupir al suelo y se sentó cuando las sillas fueron traídas. Magnus estaba tan ensimismado en sus pensamientos que todo pasó muy rápido, cosa, que agradeció de todas todas.

 - Si, nosotros hemos hecho nuestra parte, ahora, Mi señor, le toca a vos - dijo con el respeto que era capaz de reunir un plebeyo harto de tanta mierda

Cargando editor
06/07/2013, 00:24
Dietrich Von Luster

Les contaré algo. El noble Dietrich Von Luster, abriendo uno de los cajones de su escritorio, comenzó a sacar una serie de bolsas grandes de cuero. Cuando les contraté, no dudé de que pudieran hacer este trabajo. Hablaba con firmeza, y mientras colocó la primera de aquellas bolsas que tintinearon. Estaba seguro que donde otros habían fracaso, ustedes lo lograrían. Eran... una extraña sensación. Había algo en ustedes. Sacó la segunda bolsa de oro y la depositó con cuidado junto a la primera. Pero ahora que han vuelto, puedo señalar sin lugar a dudas que algo ha cambiado, han dado... un paso adelante por así decirlo. Se han aventurado en un mundo, que pocos se atreven a descubrir. Depositó la tercera bolsa junto a las otras dos, deteniéndose para acariciar la superficie de cuero.

El noble hablaba en voz baja, como si sus palabras pudieran ser oídas en el mundo entero si se pronunciaban demasiado altas. Lo hacía con emoción, con una voz firme y fluida, apasionada pese a su edad. Y ese cambio, solo puede ser a algo mejor. Un cambio que pocos entienden, pero que quien sabe de que se trata, respeta y honra, por el valor que requiere darlo. La cuarta bolsa, de igual volumen que las anteriores, fue depositada junto las otras tres. Ese cambio, trae consigo recompensas, algunas materiales... Von Luster abrió la cuarta bolsa, y dejó que parte de su contenido resbalara sobre la mesa. Decenas de coronas de oro cayeron junto al cuerpo desde su cima. ... y otras personales.

Cuando dijo aquellas últimas palabras metió las manos en el cajón de su escritorio y de él extrajo con sumo cuidado un cofre. Aferrándolo con ambas manos por los laterales, lo depositó sobre la mesa. Este... es un regalo que yo os ofrezco. Meditadlo si así creéis necesario antes de tomarlo, pues no es ofrecido a cualquiera. Casi susurraba mientras daba la vuelta al cofre y lo orientaba hacia vosotros. Si lo aceptáis, obtendréis un importante poder que no está al alcance de casi nadie. Un regalo que completaría el viaje que han emprendido, y los recompensaría con un poder que es difícil de alcanzar, y que estoy seguro, les serviría en sus propósitos venideros. Con lentitud levantó la tapa del mismo.

Cargando editor
06/07/2013, 00:25
Dietrich Von Luster

En el interior del cofre había ciertos objetos, repetidos cuatro veces cada uno. Lentamente el Noble comenzó a extraerlos, uno de ellos cada vez. Lo primero que extrajo fue un libro. Un libro de cuero azul, de gran artesanía y de aproximadamente cinco centímetros de grosor. En su portada entre complicados grabados que recorrían toda su superficie se podía ver un símbolo. Con gestos reverenciales lo dejó sobre la mesa.

Lo segundo que tomó fue el colmillo de una bestia. Era largo y afilado, de aproximadamente diez centímetros de largo y donde había sido cortado, en la parte plana de la base había un engancha con una cadena de plata. Otro símbolo diferente estaba grabado con precisión en el colmillo de la bestia, y el interior del símbolo destacaba en rojo sobre el color hueso. Un símbolo diferente al primero. Al igual que el libro, el noble lo dejó con movimientos suaves sobre la mesa junto al primer objeto.

El tercero que sacó fue un látigo de cuero. Era negro prácticamente en su totalidad, salvo por el símbolo color Violeta que tenía grabado en el mango. El látigo, con ocho cortas colas de cuero entrelazado, era pequeño y manejable. Su empuñadura ocupaba una sola mano, y los filamentos del mismo solo sobresalían veinte centímetros. Algunos similares se solían emplear en algunas fiestas extrañas. El objeto fue depositad junto a los otros tres mientras Von Luster sacaba el cuarto objeto del cofre.

Este era un anillo, un simple anillo de plata similar a los sellos ducales empleados para marcar la cera que sellaba las misivas importantes. Este tenía un fondo de esmeralda lisa, de color verde obviamente, en el que destacaba una piedra de color amarillo tallada que formaba otro complejo símbolo. El anillo fue depositado junto al látigo. El noble permaneció durante unos instantes quieto, mirando los cuatro objetos, que tan dispares entre sí, formaban un conjunto extraño pero que atraía la atención del grupo.

Estos objetos contienen un poder especial, y cada uno de ellos responde a una entidad concreta, que os otorgará su favor mientras los llevéis con vosotros. Tragó saliva sopesando sus palabras. No os engañéis, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y este que se os ofrece no es menor. Estoy seguro de que lo entendéis. Sobre la mesa había un objeto de cada, en el cofre descansaban otros tres de cada uno que se mostraban sobre la mesa. Sois libres de escoger no el que más os guste, sino el que más sintáis que os atrae. También podéis obviarlos y no coger ninguno, se trata de un regalo. Abrió las manos abarcando los objetos que se encontraban frente a vosotros. Recordadlo algunos podrían pensar que es uno el que escoge a sus dioses, pero en verdad, son los dioses los que lo escogen a uno.