Partida Rol por web

Tras el cerrojo ves curiosamente a uno de los tuyos por la espalda, por lo que ves es una una mujer de cabello negro quien le han quitado la máscara y los guantes, se encuentra atada a una silla por manos y pies. Frente de ella, tu campo de visión al menos te permite ver un hombre parcialmente tapado por la mujer quien pertenece a uno de la banda de los arrolladores, era obvio intuirlo por sus rasgos y ropa, tenía un audiógrafo listo para el interrogatorio y un cuchillo.

El hombre se agachó frente a ella y ves cómo acariciaba sus piernas, el muy bruto la había desatado para hacer "algo" impuro, pero esta reaccionó de la mejor manera posible, proporcionándole un rodillazo y haciendo una llave para impactarle a este, al hombre no le dio tiempo de reaccionar, no sabía si era porque había tomado una botella de Whiskey o por aquella comida un poco pasada, o tal vez sólo estaba alucinando que había consumido algún alimento al sentir apenas un dolor seco a un costado entre la cabeza y el cuello, precisamente en el seno carotídeo. - ¡AH! - no sabías si de verdad gritaba así como un niño de cuatro años o simplemente por el repentino ataque que apenas le dejó reaccionar, no parecía haber sido escuchado por alguien ya que fue muy corto y fácilmente confundido con el de una mujer.

La mano de la ballenera posaba sobre la cabeza del hombre, le sostenía el cabello con fuerza. Ahora estaba en el suelo, con un posible cadáver parcialmente sobre ella, con una mano desatada y la otra libre pero todavía en la cuerda a medio salir.

En el suelo tirada en medio de la cuadrada habitación, puedes apreciar frente a ti el escritorio donde anteriormente el jefe de la pandilla contaba las monedas, un poco más a la derecha del escritorio se encontraba un cajón con varias gavetas y en el tope de este reposaba el audiógrafo aún funcionando, detrás del escritorio se apreciaba una ventana sucia con cortinas rojas. A la izquierda del escritorio unas pobres plantas marchitas, a tu izquierda la chimenea se encontraba apagada y tenía hollín por todos lados como si no le hubieran echado una buena limpieza en sus alrededores, a tu derecha una pizarra con diferentes nombres apuntados con tiza blanca definían a nobles, oficiales y civiles que le seguían números, probablemente son los sobornados o deudores de estos, tras de ti, en la esquina derecha era donde se había perdido el jefe de los arrolladores en el escondrijo y en la esquina izquierda la puerta de la habitación.

En el escritorio habían diferentes notas, cuchillos, fichas y por supuesto, tus pertenencias. Nada más.

Eso fue... Rápido.

Ya habría tiempo de analizar lo sucedido una vez estuviera lejos y a salvo; pero para eso antes tenía que terminar de liberarme, lo cual no me costó demasiado teniendo ya una mano suelta; el dilema era qué hacer después.

Tenía claro que mi primer objetivo era esa maldita caja de música que aún sonaba, me acerqué a la mesa donde estaba y después de cerrarla, recuperé mis pertenencias y guardé el objeto en uno de los bolsillos de mi casaca. Eché un vistazo a lo que había desperdigado encima de la mesa: whisky, adornos, pistolas, notas, cuchillos, fichas…

Mis dedos acariciaron el filo de un puñal, casi inconscientemente, mientras levantaba la mirada hacia el matón que bocabajo yacía inconsciente a unos metros. Agarré la empuñadura y me acerqué al cuerpo, para agacharme sobre él con mis rodillas sobre sus escápulas y presionar ligeramente la punta del arma contra su cuello justo por debajo del cráneo. Poco a poco fui incrementando la presión y notando como la hoja se hundía hasta la guarda; mantuve mi peso cargando mientras la sangre brotaba de la herida y se mezclaba con la que escurría por el mango desde mis muñecas despellejadas por la soga. Aquella imagen me provocaba satisfacción y asco por igual. Me reincorporé y anduve de nuevo hasta la mesa, para inspeccionarla de nuevo.

- Ahora que no tengo que preocuparme por que se recupere y me coja por sorpresa, puedo hacer mejor mi trabajo.

Rebusqué entre papeles y fichas, guardándome aquello que pareciese más relevante (informes, planos, albaranes, transcripciones, etc.) y luego busqué un estuche o un cordel para poder llevarlos con comodidad. Husmeé en las gavetas, cualquier cosa que pudiese ser de utilidad y tras apagar el audiógrafo, destruí la ficha donde había quedado registrada mi careo con los matones. Por último me acerqué a la pizarra para intentar memorizar todo lo posible, fijándome por si aparecía el nombre de Arnold Toussard o el de Gandia, como había hecho al registrar los papeles de la mesa.

Hacer todo eso tranquilamente, me había llevado sólo unos minutos pero permanecía alerta ya que no sabía de que tiempo disponía antes que alguien pudiese irrumpir en la habitación. Ahora sólo quedaba salir de allí… Perseguir al otro a través de la ruta secreta sería meterme directamente en la “boca del lobo”, sin saber qué me espera al otro lado y poniendo difícil seguirme la pista si alguno de mis compañeros viniese; además habiendo sido descubiertos era más que posible que estuviesen preparados para una incursión enemiga. Así que sin información ni refuerzos, rápidamente descarté esa idea, aún sabiendo que habría pocas oportunidades mejores.

Salir por la puerta principal, sería más de lo mismo; seguramente tendría que abrirme paso entre esbirros y maleantes, con pocas posibilidades de conseguirlo.

Decididamente mi mejor opción por no decir la única, era la ventana, así que me acerqué a ella para contemplar el estado de la situación. Podría descender hasta la calle o si estaba lo bastante cerca, saltar de tejado en tejado y bajar una vez estuviera segura para volver e informar al Cuartel.

Entre toda la chatarra y objetos amontonados, se encontraba un pequeño mapa del bar de tapadera que hacía la guarida de los arrolladores.

Una nota cae al tomar el mapa que se encontraba entre papeles:

Gandia, todo está como lo habíamos planeado, hoy al anochecer en el muelle y no olvides decirle a Deckerd que mande bien todo mi dinero, no se preocupen por husmeadores pues sé que te siguen la pista, ya sabrás porque te lo digo.

- W.

Te llevas por igual unas cuantas monedas que había dejado tiradas Deckerd al contar su dinero: 10 Monedas.

Al aproximarte a la empolvada ventana, tratas de abrirla pero parece no ceder debido a la falta de uso y limpieza. Sin embargo, tras intentarlo un poco más esta se abre mostrando parte de los edificios del frente, un poste de luz se posa unos cuantos metros delante de ti, seguido por otro el cual se mantiene del otro lado de la calle donde están las demás casas. Debajo están unos matones con la espada empuñada debido a la advertencia de Deckerd. 

Mientras miraba por la ventana el modo de escapar de allí, no dejaban de rondarme por la cabeza las palabras de aquella maldita nota que había encontrado en la mesa: “Gandia… hoy al anochecer… en el muelle… W. ???”

¿Qué estaba sucediendo? No podía marcharme sin obtener respuestas y no habría mejor oportunidad para obtenerlas como ahora. Tras lanzar un corto suspiro pero lleno de resignación, me volví decidida hacia el acceso secreto, aún con el cuchillo en mano.

Era un cuarto más pequeño de lo que esperaba, pero mi atención estaba fija en la figura que allí había encerrada sin saber lo que le deparaba. Me acerqué por la espalda, puse la punta del arma rozando su cuello y mis labios junto a su oído.

- Hola… Un sonido más alto de lo normal y te hago un agujero nuevo.

Supongo que no me esperabas, pero tenemos una conversación pendiente y tu esbirro no ha puesto objeciones a que la termine. Dime. ¿Qué pasa esta noche? ¿En qué muelle?

No me hagas perder el tiempo que llevo un día muy malo y no estoy para tonterías. Si me ayudas a dar con el canalla que me ha traicionado vivirás para que pueda darte caza otro día, pero si me vas a poner trabas… A mí no me tiembla el pulso para acabar con ratas como tú.

Te repetiré la pregunta. ¿Dónde y qué va a pasar esta noche en el muelle? ¿Quién es “W”?

La habitación era chica y cuadriculada, tenía unos cuantos baúles y estantes donde una inmensa cantidad de productos de alto presupuesto rezaban en el polvo, oro por igual, lingotes y monedas, allí estaba Deckerd con dos sacos llenos de dinero y amarrando el tercero para salir de una vez por todas, pero algo sucedió sin siquiera notarlo, la puerta se había abierto.

- E-eh pero ¿qué? - El hombre se vio sorprendido por la mujer que repentinamente apareció tras de si, trataba de forcejar pero sin éxito y una vez que tuvo el arma en su cuello se calmó un poco. - ¿W? ¡Mierda! - Tras pensarlo un poco no le costó reconocer que habías encontrado la nota, comenzó a reír - Ja-jajaj-JAJAJAJA no sabes ni mierda, acaba conmigo de una vez.- 

Mierda, me confié y no pensaba lo que decía.

Tomo aire y acerco mis labios hasta que note mi aliento con cada palabra que sale de ellos y empiezo a hablarle en un murmullo de tono condescendiente que poco a poco va ganando fuerza y confianza.
- Dios sabe que lo he intentado; he intentado ser buena, pero agotaste mi paciencia. Pensaba que podría llegar a un trato con un hombre de negocios como tú, incluso estaba dispuesta a ser generosa; pero al menos con tu negativa a colaborar me has dado la información que necesito, aunque no fuese la que quería. En cuanto a tu petición no voy a tenerla en cuenta, no voy a matarte, en cambio te diré lo que te voy a hacer y escúchame atentamente porque hablo muy en serio.
Primero, como no quieres hablar, te cortare la lengua para que no puedas gritar. Después te cortaré los tobillos para que no puedas huir y las manos para que no puedas defenderte. Como no tengo las herramientas adecuadas me llevará tiempo y será extremadamente doloroso, pero no pienso dejar que te desmayes y si lo haces esperaré a que recuperes la consciencia antes de continuar. Luego por pura diversión te cortaré la nariz, para ver qué aspecto te da. Y grabaré por todo cuerpo para que no se te olvide con W; con cortes profundos para que tarden en cicatrizar pero no lo suficiente como para dañar tejido importante. También desencajaré cada articulación que tienes. Por último, te dejaré un ojo y una oreja para que veas a la gente gritar cuando te acerques. 
Desearás la muerte, pero a partir de este momento te vigilaré para asegurarme que ni tu ni nadie acaba con tu vida.
 

Aguardo un instante a que mis palabras arraiguen; necesito que entienda que voy muy en serio y que sea capaz de comprender el peso de cada palabra que he dicho. - Espero que te haya quedado claro porque voy a empezar. - Con un rápido movimiento llevo el cuchillo hacia la comisura de su labio y hago presión. - Ahora se buen chico; abre la boca y di A…

Tras la barbarie descripción de la mujer, Deckerd empezaba a temblar, podías ver cómo los bellos de los brazos comenzaban a erizarse -Ah-ahh una lástima que no seas d-de los míos, piénsalo p-por favor, te ofrezco m-mucho dinero, ¡Mierda! De alguna forma terminaré muerto... ¡Está bien! Está bien, Ulfrand, s-se llama Ulfrand Wallace. Mierda, ¡mierda! - El hombre temblaba y un olor a humedad comenzó a emerger pues comenzaba a orinarse en los pantalones. - P-por favor, prefiero morir, ya te lo he dicho...-

Tras de ti la puerta comenzó a abrirse, dando entrada a nada más que un asesino novato que se sorprendió al ver a la asesina con Deckerd sometido, sin ninguna ayuda.

- ooh--h a-así que ya están aquí...- Dijo Deckerd

Una especie de puerta secreta se encontraba entrecerrada, la abrí y para sorpresa mía me encontré con una asesina. - ¿Pero qué? No recuerdo verte en el cuartel. - Giré la vista al hombre que tenía sometido - E-ese es ¿Deckerd?.- Saqué la hoja de asesino y me aproximé a la especie de habitación secreta. - Debemos matarlo, Daud nos lo ordenó ¿qué esperas?-

-¿Y tú quién coño eres…?- Me dirigía a la persona que acababa de entrar en la habitación; un hombre bastante mayor que yo y desconcertado, pero con algo en la mirada que era capaz de reconocer. -Sólo me divertía con mi juguete, pero creo que está roto- digo mirando al charco que se formaba en el asiento. -Daud no está aquí; sírvete tú mismo, yo no pienso matarlo- y me reafirmo clavando el puñal en la mesa. -La misión ha cambiado, tengo un nuevo objetivo, si quieres date prisa y sígueme.

En un par de zancadas dejo atrás al tembloroso mafioso, paso al lado de mi compañero y salgo del cuartucho; me dirijo a la ventana y la abro de par en par.

Está bien; salir por la ventana con un "guiño" hacia el primer poste, posteriormente al otro poste y luego al otro edificio para tomar mi camino en dirección al muelle. Puedo hacerlo.

Me giro un momento para comprobar qué hace el otro. -¿Por cierto; cómo has llegado hasta aquí y por dónde has entrado?

- ¿Muelle? Espera, tenemos ordenes de ejecutar a Deckerd, incluso a Gandia, es un maldito oficial corrupto y según inteligencia se encuentra en el sótano - Observé todo aquel mar de monedas y demás objetos de valor - ¿Pero qué? - Luego mi compañera me ha preguntado sobre cómo llegué allí - Entré por la ventana del segundo piso - Señalé hacia afuera de la puerta, de donde vine. - En fin, no recuerdo haberte visto y mis dos compañeros se encuentran desaparecidos, vine con ellos pero seguro encontraron otra entrada. ¿Para qué vas al muelle? -