Partida Rol por web

Cuando vio que el Decano se precipitaba por la ventana, Vladko no se detuvo para comprobar los efectos de la caída. Había habido una granada y un disparo implicados, y necesitaba saber qué había sido de sus compañeros. No tardó mucho en ver que Matka estaba sana y salva, algo malhumorada como siempre, pero ilesa. Elian era harina de otro costal. Viviría, sí, pero necesitaría reposo absoluto y un buen matasanos que se encargara de él. Eso costaba dinero, demasiado en una ciudad como Dunwall.

De regreso al pasillo de despachos, escuchó a Sara con intención de cargar con el cuerpo de su compañero.

—Llévatelo, no nos esperes —era hora de dejarse de sutilezas —El resto tenemos mucho que hacer. Hemos venido a hacer un trabajo, y como Sara ya se ha encargado de que a Kalmer se le encuentren las pruebas que necesitamos, el resto debemos buscar si Miranda esconde algo aquí. ¡Maevis!

La consciencia de Elian iba y venía. Recibir un certero disparo en el pecho no era plato de buen gusto para nadie. Pero allí estaban sus compañeros para intentar arreglar la situación. ¡Quien le iba a decir que un traje de Decano fuera el que le había salvado la vida!

Recobró un poco el sentido al sentirse movido. Al abrir los ojos una cara familiar le sonreía e intentaba ayudarlo a incorporarse. No sin esfuerzo lo logró. La calma había vuelto a aquel maldito pasillo.

Pero ahora llegaba la peor parte. Caminar un largo trecho y lograr salir de allí sin ser descubiertos y sin mas daños. Eso ya iba a ser mucho mas complicado.

Matka empezaba a pensar que la suerte estaba bastante de su parte... Ojalá siguiese así más tiempo. 

Se puso a buscar cosas de Miranda, buscando algo que la implicase. Los decanos podían haber escondido cualquier cosa... No sabía qué buscar, así que rebuscaba como un demonio, leyendo por encima cada papel. 

No era para nada una rata de biblioteca, y echaba condenadamente de menos un cigarro, pero ya quedaba poco de la misión. No podían estar mucho tiempo más allí, gracias a la jodida alarma, así que apuró todo lo posible en su tarea.

Comenzáis a buscar entre las pilas de documentos que hay apilados aquí y allá. DEntro del caos aparente, parece que los decanos se han tomado su tiempo en clasificar todos sus libros y papeles. No tardáis mucho en averiguar cuales son las pilas que ellos consideraban irrelevantes. Son muchas, la mayoría de ellas más bien.

En otra parte, sobre el escritorio, hay un pequeño montón donde hay algunos libros y otra clase de documentos que creéis que estarían en la lista de "material sensible". Allí no hay nada directamente incriminatorio, pero sabéis que los decanos imparten justicia con bien poco. Muchas veces han acusado a gente por actos en contra de las siete censuras sin apenas pruebas de haber cometido ninguna falta grabe. 

Pero no es por material así por lo que os habéis quedado. Vosotros lo que buscáis son pruebas reales de que Miranda es seguidora del Forastero. Algo que realmente sea una prueba irrefutable y que la condene a muerte...

Sólo encontráis una único sobre con el lacre abierto y una carta en su interior sobre el escritorio. Esto sí parecía haber llamado la atención de los decanos poderosamente. Pero en el momento en el que os disponéis a leerla comenzáis a escuchar el silbato de los guardias. Ya están aquí...

Os acercáis con cuidado de no delataros por la ventana rota y podéis ver, iluminados por una farola solitaria, media docena de guardias sube calle arriba. Entrarán antes de que podáis llegar a la planta baja. Ahora que lo pensáis tampoco sabéis donde está Maevis que no a acudido a la llamada de Vladko.

Os marcháis del despacho, dejando a Vladko y Matka entre montones de libros y documentos. Sara carga de Elian como puede y este tiene que dejar caer gran parte de su peso sobre la chica. Por suerte ella es muy fuerte y puede soportarlo. El problema es que avanzáis muy lentamente. Sabéis que tenéis que descender tres plantas con mucho cuidado para que Elian no ruede escaleras abajo y empeore todavía más su estado. 

Lo que os llama la atención al llegar a las escaleras es que Maevis no aparece por ningún lado. Se supone que debía estar vigilando vuestras espaldas y ha desaparecido. Pero la alarma sigue sonando y los guardias van a llegar de un momento a otro así que comenzáis a descender.

Con sumo cuidado bajáis a la segunda planta y luego a la primera. Pero cuando estáis descendiendo las escaleras para llegar a la planta baja oís el pitido tan característico que tiene los silbatos de la guardia. Están apunto de llegar a la Academia. Los pitidos vuelven a sonar cuando bajáis el último escalón. 

Os encontráis en el hall. A vuestras izquierda tenéis la puerta que da al aula magna sobre la cuelga un cartel de "en reformas, cuidado, no pasar". A vuestra derecha está la cafetería por la que habíais entrado. Frente a vosotros la entrada principal. Si seguís descendiendo los laboratorios en el subsuelo.

Los pitidos parecen venir de varias partes. Creéis que están rodeando el edificio.

Allí no había nada que señalase que la contratante adoraba en secreto al Forastero, al menos nada deliberado. Además, la Guardia había decidido que su tiempo allí ya se acababa, así que Vladko se guardó ese sobre — le llamó la atención el lacre pero no tenía tiempo para leerlo con calma — y se asomó a la ventana. Cuarto piso.

¿Cuánto tiempo les quedaba? Miró a Matka y vio en su mirada que también descartaba bajar tranquilamente por las escaleras. Demasiado tiempo. Demasiada sangre. No les interesaba a ninguno de los dos. ¿Cuál era el don que Daud había concedido a su paisana? No lo recordaba bien, pero desde luego el suyo no serviría de mucho. Allí no había animales que pastorear.

Las piernas de Elian no caminaban. Mas bien sus pasos se arrastraban escaleras abajo sujetado fuertemente por su compañera. Él sabía que junto a él caminaba una asesina experta. Toda un as con cualquier cosa cortante que pudiera blandir. Con un movimiento de sus manos, los filos de las armas que portara Sara eran capaces de seccionar yugulares, amputar miembros, desgarras extremidades...todo lo que fuera necesario. Sin piedad, sin dudar, sin miedo. Sin remordimientos. Pero cargando con el peso muerto de Elian le iba a ser muy difícil poder reaccionar a un ataque.

Elian sabía que Sara se debatía en aquel justo instante entre la ferocidad de la depredadora asesina, y el compañerismo de la ballenera.

Bajaron el último escalón. Un pie le falló. Elian sufrió un nuevo traspiés pero, una vez mas, los brazos fuertes de Sara lo sujetaron firmemente.

Allí estaban. De nuevo en la entrada pero en condiciones mucho mas desfavorables que hacía tan solo unos minutos. Elian miro de reojo a Sara. Esta, atenta a todos los sonidos que llegaban, estudiaba mentalmente todas las opciones que se abrían ante ellos. Sus ojos mostraban la frialdad de la asesina. Sus brazos, la calidez de la compañera.

La lógica le decía que huyera a paso lo más ligero posible por el lugar que estaría menos vigilado, el mismo por el que habían entrado.

Desenfundando su estoque, mantenía con firmeza a Elian, si tenía suerte podría acabar con algún decano más antes de irse. Sería increíble si la sangre salpicaba una vez más su mascara.

Era como un deporte de riesgo, le emocionaba la idea. Pero pese a gustarle esa opción, por la seguridad des su compañero, esperaba lograr ponerse a salvo sin interrupciones.

Vladko se asoma para ver cualquier posibilidad de salir de allí por la ventana. La cara norte es demasiado recta y llena de peligros, pero recuerda justo en ese momento que la cara sur sí permite la posibilidad de hacer un descenso controlado. Tendrían que llegar hasta las escaleras, desde ahí salir por una de las ventanas, descolgaros en diagonal durante dos plantas y caer finalmente en el tejado que da acceso al hall. Es una tarea peligrosa pero no imposible. 

Otra opción que sí puede imaginar desde ahí es subir a la última planta, al observatorio y desde ahí dar un salto y esconderse en la azotea. Pero ello implicaba saltarse las posibles medidas de seguridad de Sokolov y quedarse escondidos durante horas hasta el anochecer del siguiente día.

Ninguna de las dos opciones era demasiado halagüeña, pero si no querían seguir derramando más sangre, eran las únicas opciones disponibles. Salvo que usando de forma inteligente los poderes que Daud les había otorgado, podrían tener una cierta ventaja como era el caso de Matka...   

Pero el tiempo apremia y no sabéis cuanto pueden tardar en subir a por vosotros...

Elian y Sara consiguen finalmente llegar a la planta baja. Él sudando bajo sus ropas de decano por el enorme esfuerzo que le supone bajar cuatro plantas en su estado. Ella dando todo lo que puede para ayudar a su compañero con firmeza y determinación.

Pero una vez abajo han de tomar una decisión y "el ojito derecho" de Daud, lo hace por los dos. Elian está demasiado agotado como para pensar con claridad o discutir un plan de acción. Simplemente se deja llevar a donde ella diga y es hacia el mismo lugar por donde habían entrado, la cafetería.

Ambos entran por el pasillo y cuando están apunto de llegar a la puerta acristalada oyen un ruido al otro lado. - ¡Mierda! maldicen para sí...

Por las voces se trata de dos guardias al menos. Todavía no han encontrado los cuerpos detrás de la barra por lo que parece. - Por aquí no parece haber nada, todo despejado. Sigamos. - se oye decir a uno de ellos. 

Es ese momento estáis atrapados entre la espada y la pared. Por un lado, en la cafetería hay guardias, por otro regresando al hall puede que hayan entrado todavía más. Miráis a un lado y a otro y veis varias opciones... 

A vuestra izquierda están los ventanales que dan directamente a la calle. El problema es que no sabes si podréis abrirlos sin hacer ruido y volver a cerrarlos como si nada. A vuestra derecha hay varias puertas que dan a la secretaría y salas similares, pero están cerradas con llave. Allí podríais tratar de esconderos y dejarles pasar.

Sea como fuere la invisibilidad sólo serviría con Sara, pero Elian no podría desaparecer...

¿Matar a un par? Que tentador era para Sara, pero no quería exponer a Elian, pensó en tomar el arma de su compañero como segunda, pero si hacia demasiado ruido no podría salitre corriendo después.

Pensó en hacerse invisible y matar drásticamente a aquel par, pues si veían a Elian, verían a un decano herido, pero la posibilidad de que se percataran de que era un impostor y le pudieran asestar un solo golpe, le hizo retroceder en esa idea, habían cosas que hacer(*), y quería hacerlas con calma.

Despachos o ventanas, abrir y cerrar en ambas situaciones, dejando un segundo a su compañero en el suelo, se dispuso a darle una salida tranquila a quien le acompañaba. Asegurando que su sigilo fuera como siempre impecable.

La maldición de Vladko fue fácilmente entendible por Matka, que vio pasar a su compatriota como una exhalación hacia las escaleras— Usa tu don para hacerte pasar por un Decano, baja una planta y llámalos corriendo para que suban al despacho 417. Yo esperaré escondido y bajaremos las escaleras juntos.

Y sin esperar respuesta por parte de su compañera, se dirigió hacia una de esas ventanas que había visto al subir, hacía lo que parecían horas.

Con un leve gesto de la cabeza Sara había indicado a Elian que iba a dejarle con mucho cuidado y, sobre todo, sin hacer apenas ruido, en el suelo. Y así fue. La asesina actuaba por instinto. Rápida. Silenciosa. Implacable. Sopesando pros y contras en apenas segundos y decidiendo por ambos, debido al aturdimiento del que seguía preso Elian. ¡Cuanto le habría gustado poder ayudarla! Sea cual fuera el peligro al que tuvieran que enfrentarse siempre dos asesinos mejor que uno. Dos espadas mejor que una. Dos mentes mejor que una sola. Pero mas allá de una respiración entrecortada, del zumbido que llenaba sus oídos y de la borrosidad que inundaba su mirada, poco podía ofrecer.

Apoyó levemente la cabeza en la fría pared y esperó con los ojos entrecerrados. Sabía que estaba en las mejores manos. En las de una mente muy despierta y de una asesina implacable.

Sara fuerza la cerradura de la primera puerta que puede para colarse dentro y meter a su compañero. Lo hace con prisas y sabe que puede haber hecho algo de ruido. Por eso toma la suficiente precaución para esconderse y hacer lo mismo con su compañero. A los pocos segundos pueden escucharse los pasos de los guardias acercándose cada vez más desde la cafetería.

Están en alerta, pues la alarma no ha dejado de sonar ni un momento desde poco después de la explosión. Uno de ellos parece pasar de largo pero otro detiene sus pasos ante la puerta. Podéis ver la sombra de sus pies que se proyecta bajo la fina línea de luz que deja pasar la puerta por debajo.

- Espera. Me ha parecido oír algo... - dice al más rezagado.

Se os hace un nudo en la garganta al ver que os están a punto de descubrir y si no hacéis nada se os pueden echar encima antes de lo que os imagináis.  

Maevis por su parte, preocupada de equivocarse y herir sin quererlo a un compañero, se esforzó en discernir de quien se trataba el decano que custodiaba la puerta. Sin duda la situación era preocupante y lo que debería haber sido una sencilla misión para recabar recursos con los que escarar algo más importante, se estaba retorciendo de formas que no le gustaban nada a la joven.

Por precaución, apuntó al hombre con su ballesta, y se mantuvo a la espera de que Sara hiciera algo o de que el hombre diera a conocer su identidad.

Cuando una voz dice "creer" haber poco algo, busca que el afectado cometa un error, ella no cometía errores, o eso creyó ella hasta que tras dejar a su compañero al lado del escritorio optando por prepararse por si acaso, tomó como segunda arma la de su compañero golpeando la mesa.

Con mucha suerte aquel tipo no estaría tan atento...

Matka asiente, concentrándose en la imagen de un decano. Sabe que no es fácil, pero confía en sus posibilidades... Como siempre. Quizás algún día ese optimismo le estalle en sus propias narices como una mala bomba.

Cuando abre sus ojos comprueba que sus manos y todo lo que puede ver de sí misma ha cambiado. Se parece a uno de esos tipos que tanto asco le dan.

-Solo espero no encontrarme con Elian ni Sara -dice a Vladko, porque si la confunden con uno real quizás no podría contarlo.

Cuando su compañero le da el visto bueno en el parecido va al encuentro de los decanos reales, como él planeó. Esperaba resultar convincente.

Notaba la fría baldosa bajo sus muslos. El tacto rugoso de la madera del escritorio en su cara. Los brazos y las manos dejados caer a lo largo del cuerpo. Yendo y volviendo de la ensoñación a la realidad. De la realidad a la ensoñación. Hacía un instante estaba en un pasillo. Ahora se veía acurrucado bajo un escritorio. ¿Qué era real? ¿Qué era falso? ¿El pasillo? ¿Aquel despacho? ¿Todo era fruto de su estado mental? ¿O estaba sucediendo realmente? Vio como una figura le despojaba de su arma. ¿Había llegado su final? ¿O era su compañera? .....su compañera.....aquella joven, nueva asesina del grupo, elegida personalmente por Daud, experta en armas, derramadora de sangre....

Desde su posición Elian entreabrió los ojos levemente y la pudo observar. En la penumbra, agazapada a su lado. Allí estaba. Mirando fijamente hacia otro punto de aquella extraña habitación. Expectante. El cuerpo tenso. Las armas preparadas. La mirada llena de ira y deseo de sangre. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Elian. ¿Aquella mirada tenía él también cuando el odio hacia los Decanos le poseía?  Volvió a cerrar los ojos y recostó su cabeza sobre la madera. Por un instante deseó poder hacer mas, pero su estado actual no lo permitía. Sólo esperaba no ser demasiada carga para aquella joven asesina con un brillante futuro en los balleneros.

A pesar del zumbido en sus oídos, trató de escuchar algún sonido.......