Partida Rol por web

La figura difusa de la niña salió por la puerta como alma que lleva el diablo pasillo adelante. ¿Pero dónde cojones va? Seguro que va a por el líder, el que hemos escuchado en la planta de abajo. Qué puta desquiciada.

El asesino no tenía muy claro qué hacían el otro mercenario que estaba apostado, quizás estuviera esperando a que saliera por la puerta para cortarle el morro de un espadazo. ¿Por qué Sara no había usado su don para derribarlo? Seguramente quería la gloria por tener al jefe. Pero qué harto estaba de ella.

Guardó la espada y preparó la ballesta, indicándole a Matka con un gesto que se reuniría en la otra habitación con ella. Quizás el dormitorio donde su contratante estaba preso tuviera alguna ventana que les permitiera rodearles.

Matka asintió a Vladko en silencio, dando a entender que actuaría según él propuso. Ahora se sentía más protegida de nuevo por su ballesta, pero no iba a descuidarse ni un pelo.

Como alguien asome la jeta, se va a llevar un piercing acojonante -pensaba la ballenera, dispuesta a volarle la cabeza a cualquier mercenario que osase cruzarse en su camino. Ella saldría malparada, pero sin duda era de las de morir matando.

Mientras esperáis vuestra oportunidad de hacer frente a los mercenarios que os separan de vuestro objetivo, podéis ver a Anthony revolviéndose en sus ataduras. Con un gran esfuerzo logra aflojar un poco la mordaza que tiene en la boca para pronunciar un puñado de palabras que apenas se entienden. - Foltadme... Eftán todof locof... Efe niño está pofeido. Por favor facadme de aquí of pagaré lo que fea... - pronuncia en un tono lastimero, bastante patético en realidad, con lagrimas en los ojos.

La tensión va en aumento, todo parece silencioso salvo unos pasos que de nuevo resuenan en las escaleras. Al otro lado sabéis que hay mucho movimiento, pero no tenéis ni idea de lo que están planeando ¿entrarán a por vosotros una vez os tengan rodeados? En ese momento un nuevo trueno hace temblar las ventanas y Vladko puede ver a través de ellas el relámpago que ilumina durante un instante el jardín. Juraría haber visto el brillo de los metálicos zancos del Talboy en la oscuridad de la tormentosa noche...

Sara,  puede ver como de repente y sin hacer ruido dos figuras salen de lo que parece ser un dormitorio que hay justo frente a ella, a medida que recorre el pasillo que rodea la planta superior. Un niño y su enorme escolta, un hombre de piel negra, salen y se dirigen hacia las escaleras. Mientras los mercenarios toman posiciones y en la planta baja alguien les hace señales, dando ordenes sin decir más palabras. El hombre que hay en la planta baja parece un tipo curtido, con el pelo ya canoso no necesita mucho para que sus hombres le obedezcan sin hacer preguntas. Casi te recuerda a Daud y su forma de dirigir a los balleneros. 

A lo lejos, amortiguado por la distancia puedes oir como alguien pide ayuda. La voz proviene de la zona donde estaban Matka y Vladko antes de alejarte de ellos.

La sala de la escalera principal está ahora abarrotada de gente. Todos en silencio. Los mercenarios aguardan con sus armas, preparados para disparar a cualquiera de los intrusos que salgan tanto por la puerta del piso superior como por otra que hay justo bajo la pasarela, en el piso de abajo, esquina noreste. Sospechas que esa puerta dará a la cocina del piso inferior...

Estás invisible y nadie parece haberse dado cuenta de tu presencia, pero ahí está el niño, vuestro objetivo. Por desgracia los rumores de que había contratado una buena cantidad de escoltas era cierta... Si te lanzases al combate sin meditar bien tus opciones, podrías acabar con un par o tres de ellos, de es estás convencida, pero seguramente acabarías llena de agujeros de bala...

Aquel mercenario tenía tanto miedo de entrar que no tenía narices a asomar la cabeza por la puerta, lo que le daba tiempo a Vladko a organizar un plan. Piensa, maldita sea. La ventana no estaría mal si no fuera por ese zancudo de mala muerte. Como no podemos movernos con facilidad, por no hablar de la lluvia de las narices, estaríamos vendidos. Puso una mano en la boca de Roseburrow y presionó ligeramente para dejarle claro que lo mejor era mantenerse callado. —Aquí estamos intentando trabajar.

Miró a su alrededor y resopló: no había ninguna salida, pero sí había cosas que podrían utilizar. Si ese mercenario estaba pendiente de que salieran para pegarles un tiro o intentar cortarles la cabeza, ¿qué tal poner algo entre medias? Buscó un espejo o una bandeja de plata, algo con la superficie lo suficientemente pulida para que pudiera mirar qué había al otro lado de la puerta antes de salir a repartir caña.

Era una ratonera. No había más salida que la que usaron para entrar, y eso dificultaba las cosas. Matka miró también a su alrededor, buscando el modo de conseguir algo que les fuese útil para largarse de allí. 

En la ventana, el zancudo y el mal tiempo hacían que fuese complicado descender. Los zancudos eran complicados de vencer, y ahora eran incluso menos, sin Sara.

Sólo con cimitarra en mano, se descolgó por el saliente preparada para su próxima jugada, debía ser diestra si no quería tener problemas, esos tipos no iban a dejar escapar una oportunidad de frenarle a menos que jugara bien sus cartas... Estaba sola, podría dibujar una masacre, pero sus compañeros le reprenderían dicha conducta, por lo que teñir de rojo aquella sala, dependía de la reacción de sus rivales.

Efectivamente, y tal como sospechaba Elian cuando empezó a ascender a la planta superior, todo se había complicado y mucho. Por suerte al menos habían eliminado temporalmente a un mercenario. La presencia de Roseburrow supuso una sorpresa realmente inesperada para todos. ¿Qué estaba pasando? ¿El niño con el que intentaban hablar realmente se había vuelto loco? ¿o en su desesperación ya no tenía otra opción que secuestrar a su tío y esperar a cumplir años para dejarlo libre? Sea como fuere la situación era muy tensa. Junto a sus compañeros, en aquella maldita habitación, captó enseguida las intenciones de Vladko y rastreó nerviosamente con la vista todo el cuarto en busca de algo que les pudiera ayudar.

Realmente no iba a ser nada fácil llegar hasta ese crío.

Matka no vio más salida que encararse con el zancudo. Por suerte, la célula de energía estaba en su espalda y eso le proporcionaría quizás unos segundos de poder apuntar a su objetivo. Si la suerte no la acompañaba y la veían, estaría en un serio problema.

-Cubríos. Voy a disparar a ese cabrón - avisó a sus amigos. Si la descubrían, que fuese solo a ella. No tenía nada que perder.

Se acercó a la ventana, donde la lluvia golpeaba el cristal insistentemente. Ella giró la manija despacio, dejándola finalmente entrar. Gotas mojaban sus pies cuando alzó su arma, esperando en la penumbra a que el zancudo se diese la vuelta y le mostrase su espalda.

Sea como fuere, eran ella y ese monstruo. Y quizás uno de los dos no saliese vivo.

Vladko desde su posición puede ver, gracias a una bandeja de plata, el reflejo tras la puerta. Con sumo cuidado se percata de que no sólo hay dos mercenarios apuntando con sus pistolas hacia el marco de la puerta a los pies del cual yace el cuerpo de su compañero, sino que hay más movimiento.

El reflejo es demasiado poco definido para ver exactamente las caras de los que se mueven allí arriba. Pero si puede distinguir claramente dos figuras que llaman su atención y que miran en su dirección mientras se apresuran a bajar por la escalera principal de la mansión. La primera, por la altura es claramente la de un chaval y la segunda la de un tipo enorme de piel oscura que le apresura a bajar.

Por su parte Elian llega hasta la habitación gracias a su pericia con las cerraduras. En la sala puede ver como Matka está abriendo la ventana con mucho cuidado, mientras en la cama está Anthony Roseburrow, maniatado y amordazado que le mira con ojos desorbitados pidiéndole ayuda.  

Matka por su parte abre la ventana con sumo cuidado mientras ve como el Tallboy se aleja haciendo la ronda, dejando ver claramente que en su espalda hay un tanque de energía trans. Ese aceite procesado es el mejor combustible de la época, pues dota de energía para hacer funcionar cualquier sistema eléctrico, pero también es altamente volátil e inflamable. Un buen disparo podría hacerlo saltar por los aires.

La tivyana apunta con su ballesta mientras respira profundamente para concentrarse. En ese momento un destello en la ventana abierta hace que el zancudo se detenga extrañado. Algo se huele mientras empieza a girarse sobre si mismo hacia la mansión... 

El tyviano estaba examinando el pasillo con la bandeja aprovechándose de su reflejo y no le gustaba lo que estaba viendo. Maldita sea, ¿de dónde ha salido ese otro tipo? Se está llenando el pasillo de gente. ¿Y dónde se ha metido la puta niña? 

Unos metros más allá, Matka le dijo algo, pero estaba demasiado ocupado planeando el siguiente curso de acción como para prestarle toda la atención que merecía. Seguramente habría escupido alguna maldición, y no se lo reprochaba. Escuchaba lluvia. Bien, si yo salgo ahora, me arriesgo a no uno, sino dos balazos. Y otros dos que van a rodearnos..

—Matka, Elian, dos marchan a la planta de abajo. Sospecho que quieren subir por las escaleras para rodearnos. Tenemos que salir de aquí —preparó su espada para combatir cuerpo a cuerpo y se asomó a las escaleras por las que habían subido para ver si había alguien esperando.

Elian rápidamente se percató de la situación. Sus años de asesinos les habían hecho tener que afrontar multitud de situaciones a cual mas complicada que la anterior. Ninguna misión se parecía a otra. Pero en todas siempre imperaba la misma idea: ante todo y sobre todo, los compañeros.

Mientras Vladko oteaba que había mas allá de la puerta con una bandeja de plata y mostraba claramente una cara de desaprobación, Matka había disparado hacia la noche, indicando la altura de su brazo, y de la propia habitación donde estaba, que luchaba directamente contra el Tallboy. En una fracción de segundo Elian supo que algo no había salido del todo bien, tal y como Matka hubiera querido, pues no escuchó explosión alguna y al verla rígida ante el ventanal, sin pensarlo dos veces saltó hacia ella para intentar agarrarla y lanzarla contra el suelo. En su mente un disparo de aquel monstruo metálico ya volaba hacia la ventana. Esperaba poder llegar a tiempo......
 

La tormenta cae ya como una cortina de agua sobre los jardines de la mansión, pero ni todo el agua es capaz de apagar las llamas azuladas que empiezan a engullir al Tallboy que en su último aliento dispara una flecha certera. Elian consigue con buenos reflejos apartar a Matka de la ventana justo para oír el siseo de una flecha incendiaria que os pasa rozando y se clava en la pared. Ambos caéis sobre la cama en la que está Roseburrow amordazado y de pronto una explosión hace estallar todas las ventanas de la habitación.

Los cristales vuelan hechos añicos rompiéndose aún en fragmentos más pequeños al caer al suelo. La habitación es un verdadero caos para cuando podéis recomponeros, una de las paredes está empezando a arder. Roseborrow no deja de gritar para que le soltéis de sus ataduras. - Porfabof... No me dejeif morif aquí.... - os suplica desesperado. - ¡Of pagaré el doble si me facáis de efta!

El fuego, lenta pero progresivamente, comienza a extenderse hacia el techo y el crepitar de las llamas e entremezcla con el sonido de la lluvia cayendo en el exterior, sin ventanas ya. Un suave viento se cuela mientras a lo lejos vuelve a retumbar otro trueno.

Vladko que se había dirigido a las escaleras por las que habíais accedido todos desde la cocina, aguarda a la espera de que algún mercenario intentara rodearos. Pero nadie sube por ahí. Lo que si presiente es que el último sonido fuerte que ha oído parecía más una detonación y cristales rotos que un trueno de tormenta resonando. Lo que está claro es que el plan de vuestros adversarios no es rodearos para atacar. Parece más bien que están evacuando al niño a una zona segura para evitar que le hagan daño y mientras el resto se queden cubriendo la retirada... 

Sara con mucho cuidado y gracias a su forma prácticamente invisible, se descuelga de la balaustrada de mármol fría lisa y brillante. Una superficie tan pulida que si fuese visible pareciera poder reflejarse de alguna forma en ella. Prepara su cimitarra, la que le da su segundo nombre, muy lentamente mientras con la mano izquierda se sujeta firme, con mucha fuerza para no caer.

El pulso no le tiembla ni un instante, la respiración es pausada, tranquila justo antes de dejarse caer sobre su victima. Pero ¿quien sería su objetivo? arriesgarse a atrapar al niño era más complicado, atacar al guardaespaldas era más factible pero aseguraba un baño de sangre... difícil elección.

Ahora que estás muy cerca de todos puedes ver las caras de los mercenarios y del niño...

El guardaespaldas del niño es un tipo alto y fuerte con cara de pocos amigos

El que les espera a ambos en el piso inferior tiene ese aire que te recuerda tanto a Daud

Por último vuestro objetivo, un niño rico de apenas 12 años y por el cual se ha montado todo esto

Muy molesta pero condicionada por Vladko intento caer entre el guardaespaldas y el crío, pero se apresuró, o su sed de sangre jugó en su contra, "maldición" pensó, ella sabía que hablar era una estupidez, cada vez que no hacía caso a sus instintos todo se torcía. La caída fue dolorosa, suficiente como para perder un instante su conciencia, si moría, esperaba que su muerte pesara en la cabeza de Vladko el resto de su vida.

Solo podía preguntarse "¿porque Daud me dejó a su cargo?" no pudo evitar creer que su "padrastro" le quería muerta... "No lo entiendo ¿por que?".

Todo era humo, caos y confusión. Las paredes ardían como teas del infierno. Cortinas, estores, muebles, todo en llamas..... Denso humo inundaba la habitación pero por suerte también salía por las ventanas permitiendo respirar aunque pesadamente en su interior Aún reponiéndose del estruendo de la explosión del Tallboy y casi cegado por el humo, Elian observó el cuerpo recostado a su lado de Matka. Su compañera empezó a moverse. Aunque en medio de un mar de cristales rotos y llamas todos parecían seguir bien.

Aún tirado en la cama, Elian se retorció para poder sacar su espada corta. Una vez en su mano la acercó a las ataduras en las muñecas de Roseburrow. No le agradaba nada aquel tipo pero tampoco podía dejar que, por muy mal nacido que fuera, ardiera en aquella maldita habitación. Con un diestro movimiento de su mano liberó las manos del hombre. Luego, cortó igualmente las ataduras que había a la altura de sus tobillos. Sabía que él solo se liberaría de la mordaza que oprimía su boca y que su verborrea sería insufrible. Pero eran asesinos, no carniceros. Y bien mirado y, a pesar de todo, el continuaba siendo su cliente.

Rodó por la cama y dejó caer su cuerpo al suelo. Con suma agilidad avanzó en dirección a Vladko arrastrándose por el piso, entre cenizas, suciedad y destrozos, notando como algunos vidrios se le clavaban. Nada que no pudiera soportar con tal de salir de allí. Llegó a la escalera y se quedó en cuclillas junto al tyviano. Observó la dantesca escena de aquella bola de fuego que, tan solo unos instantes antes, era una lujosa habitación. Tosió repetidamente. Poco a poco se enderezó. Y pegando su espalda a la pared, empezó a bajar las escaleras. En su mano, sujetada con fuerza, la espada corta que tantas batallas había librado con él.

El sonido de cristales rotos y la posterior deflagración pillaron por sorpresa a Vladko, que de repente se veía a bordo de aquel buque mercante en llamas donde casi perdió la vida. Tardó unos largos segundos en ubicarse, y fue su compañero Elian quien, acercándose a él para examinar las escaleras, le recordó qué hacían allí. Malditos recuerdos.

Tenían que moverse, y rápido. No había lugar ni tiempo ya para las sutilezas. Comprobó que su contratante había sido liberado — ya verían si aquello era una buena o mala idea — y encabezó la marcha, acero en mano, hacia la planta inferior por las escaleras que había subido minutos antes. Vamos, vamos, vamos. Me da que van a llevarse al niño. ¿Y dónde esta LA MALDITA SARA?

Se estaba poniendo de los nervios.