Partida Rol por web

Billy escuchó con atención todo lo que ocurría; y puso su mejor cara de poker cuando escuchó lo de los 100 dólares por cuerpo. Eso era mucho dinero... mucho más que 100 dólares por día. Era una oportunidad cojonuda, y no la pretendía dejar escapar.

Tras la pregunta pensó unos instantes y enseguida propuso si idea.

- Si vamos los pillaremos en la oficina del Sheriff, se podrán atrincherar allí, con armas, coberturas y todo eso. Si los esperamos estamos dejando que ellos tomen la iniciativa. Eso nunca es bueno. -

Metió su mano en la chaqueta y sacó una carta de su baraja trucada para engatusar señoritas. Todas eran ases de corazones. Jugueteó con una de ellas dando vueltas y observando a su espalda, entre el pueblo y la hacienda. Apuntó entonces con la carta hacia el pequeño desfiladero que separaba ambos emplazamientos^[1].

- Mi jugada sería tenderles una trampa antes de que lleguen. Vendrán confiados y será nuestro el factor sorpresa así como las posiciones ventajosas cubiertos por las rocas. Ellos solo podrán ir para delante o para atrás. Los dejaremos en medio y que llueva el plomo - 

Colocó la carta bien sujeta justo entre la silla y el caballo. Un pequeño ritual, una superstición o manía quizá. Era lo que Billy siempre hacía antes de meterse en un lío de grandes dimensiones.

–Es buena esa que dices... –reconoció en voz alta–. ¡Podríamos apostarnos ahí y desde allá, muerte!

Echó a reírse a carcajadas dando un fuerte golpe en el brazo a Billy.

–¿Y si no vienen? –Volvió a preguntar el mismo tipo quién parecía querer tenerlo todo atado y bien atado.

–Pues habrá que ir para allá, o engañarles para que vengan, ¡digo yo! ¿No Billy?

- Uno de vosotros - Dijo refiriéndose a la familia McDouglas. - Debería ir hacia el pueblo. Provocarles, quizá pegar algún tiro y si puede matar o herir a alguno. Parecer asustado, forzar que lo sigan. Si el odio que decís que tienen es tal eso mismo les cegará, perseguirán a quien esté. Solo tendrá que correr hacia la hacienda, pasar el desfiladero y el resto nos encargamos desde allí - 

Billy era muy buen jugador de cartas, sabía cuando tenía una buena mano y cuando podía forzar con una mala. Pero era bastante cobarde para pelear, no demasiado bueno con el revolver y desde luego no le gustaban que las balan silbaran sus oídos. Si los convencía para llevar a cabo el plan podría disparar desde una posición ventajosa y cubierta. 

- Sea como sea hay que hacerlo ya. Antes de que dejen la oficina del Sheriff. - 

—Sí... Esa es buena señor Heart—concedió el de cabellos rizados, mientras le señalaba con suavidad en señal de reconocimiento—. Muy buena sí.

—¡Roland! Piensa en alguien que sea rápido, no quisiera que lo mataran antes de traerlos al valle... Sí... Tenemos un plan. Muy pronto va a acabar esto.

Echó a reír de la alegría al ver cómo pronto iba a terminar todo, todas las discusiones, los boicots, las peleas. Hasta aquel momento había quedado todo en encontronazos, sin embargo... Aquella vez habían subido el nivel y tenían que terminarlo antes de que todo acabase fatal.

—Vamos a celebrarlo con un buen Whisky. Venga Heart, venga usted también que aún tienen que volver todos los chicos... Sabe usted, ese whisky lo he hecho fabricar personalmente, di las instrucciones para que fuese un auténtico irlandés. La materia prima no es la misma pero créame, mi padre lo hacía así y antes su padre y supongo que así hasta el primer McDouglas...

La confianza hizo que se explayara más de lo habitual con anécdotas familiares sin apenas interés para Billy. 

Al cabo de una hora se habían dado todas las explicaciones pertinentes que no fueron acogidas con mucha gana hasta que se expuso el plan ideado por Billy Heart. Aquello provocó una sonora algarabía y multitud de alabanzas como la que antes le había dispensado el propio magnate de la mina de plata.

En ese momento estaban todos los caballos ensillados, las armas a punto y aguardaban la llegada de Pete Mulligan, debería llegar de un momento a otro.

—Bueno qué... Puta madre el plan ehhh —dijo sonriente mostrándole su Spencer. Tan sólo la mitad de los que allí estaban estaban equipados de carabinas, o rifles. Algunos incluso de caza pero igualmente válidos para disparar a larga distancia, el resto tenían que conformarse con pistolas—. Mira a esta señorita, la he llamado Edna, siete balas... ¿Qué te parece?

Miró entonces alrededor, al igual que todos era una mezcla de excitación y nervios. Sin saber por cuál decantarse acabó por volver a la carga con otra pregunta:

—Y qué... ¿Vamos ya para allá o tenemos que esperar a las balas de Mulligan? —preguntó Connor impaciente hacia Heart. En cierta manera se había convertido en una especie de lider natural bajo las órdenes de los que realmente tenían la plata.

- Esta tardando demasiado - Dijo seco a las palabras de Buckley. Billy solo se había mojado los labios con aquel bebedizo; y a pesar de ello había felicitado a la familia por su gran calidad. No quería perder su buen sentido, o su puntería. Se había animado, y el haber tomado de alguna manera el control del buen sentimiento general le había hecho sentirse bien.

- Lo mejor será dividirnos. Connor, llévate a los chicos al desfiladero con lo que tenemos. Apostaros en buenas posiciones y estad atentos por si acaso. Nada de whisky y silencio total. Cualquier susurro podría colarse y delataros. - 

Heart miró a Roland jr. - Tu y yo esperaremos a Mulligan. En cuanto llegue salimos pitando y repartimos las balas. - 

Su mirada pasó entonces a Roland padre - Señor, usted debería quedarse aquí. Hará falta alguien por si el plan saliera mal. Nos podrá cubrir en caso de que tengamos que volver en retirada. - Realmente no quería al viejo en la zona de combate, sería un varapalo en caso de que cayera muerto. - Será nuestra última defensa señor - Dijo para rematar y tratar de darle importancia a aquella tarea que realmente esperaba innecesaria.

Nadie protestó y ocuparon todos sus puestos.

Para cuando llegó Mulligan en un carro tirado por varios caballos, ya llevaban solos una veintena de minutos. El resto del equipo a sugerencia del Tahúr se habían adelantado con la intención de emboscar a los Moore que tarde o temprano no dudarían en aparecer.

La operación fue rápida: descargaron lo imprescindible en forma de munición, un par de rifles para sustituir algún revólver y partieron al galope para ocupar su posición en la emboscada no sin antes pedirle a Pete que se refugiara con el patriarca de los McDouglas, no fuera que le encontrasen y le sonsacasen la verdad del plan.

El lugar al que se habían adelantado era aún mejor de lo que recordaba Billy Heart, pues él sólo lo había visto desde abajo. No era tan escarpado pero la frondosa vegetación que crecía en la ladera les ocultaría obligándoles a los de abajo a disparar a ciegas mientras que ellos tenían que apuntar hacia el valle. Lo tenían más fácil para abatir a alguien. Al otro lado menos protegido sólo se habían apostado unos pocos que dispararían la primera salva con un mejor ángulo de visión para acabar parapetándose mientras Billy y sus compañeros repartían muerte.

Billy se colocó bien parapetado, no hacia falta ser el que más tipos mataba; pero era imperativo ser el que menos recibiera. 

- Muy bien - Dijo en un susurro al designado para ir a provocar el ataque - Es tu turno, no dejes que te maten. Estaremos aquí para cubrirte en cuanto vengas. 

Justo antes de que se fuera le agarró del hombro. 

- Escucha, cuando pases no te detengas. No mires a los lados y no grites ni digas nada. Nada de disparar, nada de fuego. Solo corre en silencio hacia la hacienda. Nosotros nos encargaremos del resto pero el secreto del plan es que no sepan nada de nuestra presencia hasta que escuchen los disparos. Cuando llegues a la hacienda prepararos. Quizá alguno logre escapar y será cosa vuestra - 

Asintió con la cabeza informando de que había terminado. Era la hora de la verdad.

El voluntario asintió al recibir aquellas instrucciones, eran pocas, pero precisas. Se dirigió entonces a su caballo, un Mustang que parecía ser originariamente un caballo blanco sobre el que se había derramado algún líquido marrón que le daba un precioso moteado. Estuvo acariciándole y susurrándole algunas palabras, nadie le apremió pues entendía que aquel momento era vital. Tras unos cuatro minutos, ocupó su posición como jinete y sin decir nada partió al galope.

El viento soplaba con suavidad arrancando un susurro que no lograba calmar el nerviosismo de los que allí estaban parapetados. La tensión se mascaba con cada ruido que acaba resultando en una falsa alarma, todos se miraban conscientes de que aquel podía ser incluso el último momento de sus vidas. El tiempo incluso se dilató hasta límites insospechados. Para cuando parecía que aquella espera no iba a tener fin, lo escucharon:

Era el sonido de un disparo.

No venía solo, pues también lo acompañaba el estruendo del casco de los caballos que iba creciendo en intensidad. Escucharon llegar entonces a su compañero lanzando maldiciones en voz alta, su silueta pasó fugazmente diluyéndose entre la hojarasca que les ocultaba de lo que abajo sucedía.

El sonido del galope en aquellos momentos era ensordecedor…

Billy se preparó. Se secó el sudor de su frente y agarró uno de los rifles que había traído. Comprobó que tenía una caja de munición tanto para ese arma como para su revolver y dió un suspiro. Sin moverse, sin hacer ruido; esperó.

Cuando el mustang pasó a toda velocidad Billy ya tenía el rifle cargado, y la yema de su dedo acariciaba el gatillo del arma, listo para impactar en el líder de aquella comitiva. Fuera quien fuera. En cuanto hiciera el primer disparo el resto le seguiría.

—¡Cuidado! —gritó una voz que fue silenciada por el estruendo de los cascos de los caballos. Aquel aviso de alarma hizo que todos dudasen y aquello fue crucial en la emboscada:

Se escuchó entonces un disparo que hizo uno de los de abajo, con el tiempo descubrieron que el primero en hacerlo fue Asa Pike, el eficiente yerno de Arthur Moore. El disparo expulsó una gran bocanada de humo sin aparentes consecuencias¹. No tardó en seguirle un nuevo disparo, esta vez de William Moore, y la nube de pólvora se convirtió en una densa neblina que junto con la vegetación apenas dejaba entrever lo que sucedía allí debajo.

Se escucharon entonces maldiciones... Los cerdos estaban en el matadero. 

Billy no esperó más de lo necesario, acarició el gatillo lo justo para realizar su disparo. Tenía a uno de esos tipos en el punto de mira. Era la hora de ganarse su dinero.

No dijo nada, quizá podría haber arengado a los hombres de McDouglas, pero no quería desvelar su posición. No era un héroe, ni un líder. Ni siquiera aquel era su sitio... pero allí estaba. Cargó el arma para el siguiente disparo...

La Colt Dragoon de Heart escupió muerte sobre uno de los hombres de los Moore¹. Aquel disparo fue el preludio de una sucesión de balazos que se perdieron entre todo el humo. Desde arriba tan sólo alcanzaron a escuchar maldiciones y quejidos de todos los que caían irremediablemente bajo la balacera.

—¡Alto el fuego! ¡Alto el fuego! ¡Nos rendimos! —gritó una voz desde la propia humareda, agitaba los brazos haciendo aspavientos y moviendo el humo a su alrededor, entonces pudieron advertir cómo sólo quedaban 5 hombres en pie, heridos con algunos rasguños².

Para cuando la humareda casi se había esfumado, pudieron comprobar que era Arthur Moore quien llamaba a la piedad. A un lado su hijo sujetaba su arma que casi se antojaba inútil en inferioridad numérica. Asa Pike, yerno de Arthur, estaba más magullado que otra cosa. Con ellos sólo quedaban dos de sus hombres que repentinamente parecieron olvidar la lealtad firmada y pusieron los pies en polvorosa aprovechando aquella tregua.

Billy miró a uno de los hombres y movió la cabeza haciendo un gesto para que bajara. Giró su cabeza e hizo lo propio con otros dos a la par que les susurraba. 

- Bajar y comprobar que están desarmados. Atadlos y conducirlos a la hacienda. No los perdáis de vista. - 

- Roland - Le dijo al hijo de McDouglas - Nos quedamos cinco minutos por si tuvieran a más gente detrás. No me gustaría que nos pillaran por sorpresa, desarmados y en el fondo del desfiladero en el que les tendimos la trampa. - Lo cierto es aquel tipo era su pagador, y por nada del mundo iba a permitir que bajara allí y se expusiera a un balazo.

Hizo una señal a otros dos hombres con las manos, para que prestaran atención a los dos tipos que se habían ido. Sus dedos a los ojos y enseguida señalando a la nube de polvo que habían dejado. 

- En cuanto hayan cruzado el desfiladero vamos a los caballos ¿de acuerdo? - 

—Está bien —concedió Roland hijo mientras guardaba el revólver. 

—¡Venga, coged a los cinco y llevadlos a la hacienda! —gritó ratificando la orden—. ¡Al resto se les dará entierro en cuanto termine todo!

Para cuando decidieron concederse la victoria de aquel momento, llevaban aguardando varios minutos más nadie llegó. Ni siquiera los fugitivos cometieron tamaña osadía. Frente a ellos además del pequeño valle con su vegetación, se encontraban los seis cadáveres que habían sembrado en aquel momento y que a diferencia del resto de la vegetación del lugar, nunca darían sus frutos.

A los tres miembros de la familia Moore se les habían llevado a caballo, una vez desarmados. En aquel momento probablemente habrían llegado al edificio y Roland padre habría recibido aquel presente que le habían enviado. 

Unos cuantos minutos más tarde, divisaron el edificio de la hacienda, en su patio había movimiento y se vivía un ambiente festivo. Además se estaba montando por medio de tres sogas un cadalso aprovechando las fuertes ramas del más grande de los robles que se encontraban en aquella parcela.

—Han llamado al juez —explicó Connor en cuanto le localizó Heart. Roland por su parte se había dirigido al interior de la casa, presumiblemente para actualizar la información a su padre y enterarse de las últimas novedades. Connor ignorando cómo el Tahúr tenía su mirada puesta en la fachada de la casa siguió con su explicación:

—En cuanto llegue dictará sentencia y los colgarán. Van a justificar defensa propia.

Billy escuchaba las palabras de Buckley como de fondo. Su mente estaba en aquella casa, dentro. Escuchando como el hijito le contaba a su padre como había ido todo, diciendo lo bien que lo había hecho. Lo cierto es que no le importaba que se atribuyera más o menos mérito. El pagaba y estaba en su derecho. 

Billy sacó una carta de su baraja. El as de corazones. Siempre sacaba el as de corazones. No por nada todas las cartas de la baraja eran esa misma. Se la entregó a Buckley. 

- Un regalo - Dijo, tras lo cual se colocó el sombrero y suspiró - ¿Hemos montado una buena ahí fuera verdad?

No era lo que esperaba al llegar al pueblo la verdad. Una partida, quizá alguna moza. Oh si, aquella morena de la cantina... ¿Como se llamaba? ¿Melany? Crujió su cuello, quizá aquello pudiera hacerlo al fin y al cabo.

- Oye Buckley - Dijo colocándose a su lado, dando la espalda a la casa y sonriendo - ¿Que puedes decirme de esta tal Tíffany? la de la cantina...

Buckley tomó la carta sin alcanzar a entender lo que quería decir Billy con ella, se quedó un par de segundos pensativo mientras la observaba hasta que escuchó a su compañero hablar de Tiffany:

–¡Joder, qué bandido! – le dijo–. Te diría que mucha suerte y paciencia… Diablos yo mismo intenté echarle mi caña y sedal, pero salvo el tonteo habitual de taberna, nadie ha sido capaz de ir más allá.

Se llevó un pitillo a los labios

–Su padre murió hace ya unos cuatro años por unas fiebres, desde entonces ha estado valiéndose por sí misma. No la han faltado propuestas, pero bueno… –miró entonces la carta que le habían regalado–. Algo me dice que tú serás diferente, además… supongo que te espera una buena paga.

Encendió su pitillo y tras inspirar volvió a hablar exhalando bocanadas de humo con cada sílaba:

–Yo después de la fiesta, bueno… Tal vez espere un par de semanas, sería lo adecuado. No, creo que una semana será suficiente sí… Entonces rondaré a la viuda de Pike.

Se echaron a reír por aquella ocurrencia absurda y tras despedirse afectuosamente, Billy se dirigió a su montura, la cual le llevaría a su destino…