Partida Rol por web

Hanne trata de ayudar a Jane, pero sus disparos solo logran que el soldado de Advent agache la cabeza. Nada más. Aunque la intención es lo que cuenta y seguro que su compañera se lo agradece...Si sale de esa claro.

No es fácil de decir, ya que el casco les cubre bastante, pero se diría que las tropas de Advent estaban sonriendo.

El disparo recibido no la había hecho apenas daño. Bueno, luego quizás tendría un hematoma en la base. Nada de lo que preocuparse ahora mismo. 

Sin miedo, con confianza, en una maniobra que había practicado un montón de veces, Jane se movió hasta la cobertura más cercana y desde ahí se asomó y disparó dos veces a las tropas de Advent, el primero recibió todos los perdigones en su armadura y el segundo... algo había ocurrido con su escopeta. 

Jane lo tenía bastante claro. Mejor matarles que te mataran. Por lo que se adelantó unpoco para aprovechar el máximo el área de su escopeta. No obstante las postas no debían estar bien, porque una de ellas se encasquilló y el arma hizo un ruido raro.

Aunque el problema no fue ese. Lo peor es que un oficial de Advent se asomó por el norte y le disparó aprovechando que no la estaba mirando, luego se resguardó por si acaso. El daño parecía grave, muy grave de hecho.

-Atención menas-uno-cinco. Ese es un Oficial de Advent, tengan cuidado ya que al dar las ordenes mejora las habilidades de las tropas normales. Si pueden eliminenlo primero.

No veía más enemigos desde aquella posición. El lugar estaba despejado pensó Ted. Entonces escuchó una ráfaga de disparos desde el norte. Era un arma Advent. Por la radio el Jefe Bradford lo confirmaba: se trataba de un oficial y había herido a Jane. ¡Joder!

Hora de mover el culo pensó para sí mismo. Ted saltó y dio un giro en el aire encarando las escaleras. Se agarró con las manos y dejó los pies por fuera. Solo había que soltarse  y descender. La gravedad se encargaba de todo. Chupado para él. 

Una vez abajo avanzó en dirección al ruido de los disparos. Ese cabrón tenía que estar por aquí

Ahí estaba. Lo tenía a tiro. 

— ¡Maldito cabrón! — Ted apuntó al oficial y luego apretó al gatillo. Todo lo que pasó después era lo que sucedía siempre que Ted Chaney apretaba el gatillo de su Barret. 

Ted podía escuchar las dificueltades que tenía por el norte, por lo que se movió hasta que tuvo a alguien a quien disparar. Era uno de los soldados de Advent, pero no el que daba las ordenes. Aún así mejor eliminarlo por si acaso.

El disparo no fue todo lo certero que le hubiese gustado, pero Jane ya había dejado herido a ese soldado, por lo que pudo rematarlo. Un alien menos que podría atacar.

Mientras tanto, seguían escuchandose disparos y gritos por la zona al oeste. Dos disparos y un grito. Por lo menos un civil más había caido.

La situación no era muy buena para la soldado de asalto Jane Kelly, pero esta no iba a caer sin luchar. Tenía alguna oportunidad, no era mucho, pero tenía alguna. Y al menos sus compañeros estaban allí cerca de ella.

La lucha por la liberación de la humanidad contra la tiranía de Advent era dura.

Jane estaba harta. ¡Aquel puto alien la había agujereado bien! ¡Lo exterminaría aunque fuera lo último que hiciera. Dejó caer su escopeta en la cinta, estaba atascada, y cargó como una psicópata contra el alien. 

—¿Quieres la Tierra? ¡Te la daré a trozos, sangre amarilla! ¡Cuando acabe contigo sólo servirás para hamburguesas de Advent!

Había desenfundado la katana e hizo una X en el pecho de la escoria alienígena. No creía que durara mucho, pero caería luchando. 

A pesar de sus heridas, y sangrando por varios sitios, Jane tenía muy claro cómo quería morir. Matando.

Se lanzó salvajemente contra el comandante dandole dos buenos tajos con su katana. A pesar de ello, no acabó con él. Los comandantes eran duros. En algunos aspectos más que los mutones. Y los ancianos parecían estar con este en concreto.

El oficial dijo algo, que aunque la soldado no entendió exactamente su tono dejaba bastante claro que contento no estaba.

— Hora de volar, Muninn.

El drone voló por encima de los contenedores hacia Jane. Se había alejado bastante, pero aún estaba dentro de su alcance. Cuando estuvo junto a ella, Hanne lo hizo descender y aplicó el protocolo médico que había precargado en la nave para dispensarle una dosis del medikit a su compañera.

«Como decía, cada uno con su especialidad». Mientras hacía que el drone volviera junto a ella, salió de detrás del contenedor para agacharse buscando cobertura detrás de unas cajas más pequeñas.

Las habilidades del pequeño aparato móvil de Hanne habían salvado la vida a más de un soldado de XCom, y en esta ocasión no iba a ser menos.
El Gremlin se acercó volando ignorado a todos los enemigos hasta Janne, y tras suministrarle la dosis del medikit la dejó como nueva.
Después volvió hasta su dueña.

Zadkiel había aprovechado que ninguno de los alienígenas había asomado la cabeza mientras apuntaba (sujetando, claro, la MG42 con una sola mano) para dar un par de caladas largas al petráncano y se sentía un hombre nuevo. Literalmente. Empezaba a plantearse la posibilidad de que quizá ya no era él, y entonces era otro, y la posibilidad de que otro fuera él. En cualquier caso, empezaba a sentir un hormigueo peculiar en las manos, no sabía si era omnipotencia o que se le estaban cargando los músculos de tanto esperar en la misma posición por lo que, tras depositar cuidadosamente de nuevo la chusta sobre su arma, se aproximó con velocidad a la acción, casi arrollando a Hanne a su paso, y dejando a su rastro un aroma dulzón y algo empalagoso.

De camino a lo que parecía un almacén, le pareció ver por el rabillo del ojo un atisbo de uno de los aliens, así que, no pareciéndole esto una coincidencia, sino más bien una señal incomprensible de esas que tanto le gustaban al Señor, decidió convertir en obra su Palabra.

Zadkiel no era un experto en interpretar Su Palabra. Si uno se ponía serio a analizarla, era muy probable que acabase deduciendo que, dado que todo ocurría de acuerdo a Su Voluntad, la ocupación alienígena era precisamente voluntad divina, y entonces ¿qué estaban haciendo ellos? Por eso Zadkiel practicaba lo que consideraba la única opción sensata, el judaismo laxo y relajado. Porque si uno iba enarbolando las escrituras como ley, palabra por palabra, ¿entonces cómo se explicaba que la bala hubiera estado más cerca de golpear a Ted que al trooper?

Zadkiel decidió correr, así podría salvar mejor la distancia que le separaba de sus compañeras. Claro que eso de correr y disparar mientras se está fumando un porro no es lo más adecuado. Por lo lo que la bala pasó muy lejos de su objetivo.

Mientras, el comandante de Advent creyó que era buena idea alejarse de la loca con espada que había tratado cortarle en pedacitos. Y obviamente no había sido una buena idea. Jane todavía tenía la adrenalina por las nubes y le pegó un buen tajo en la cadera mientras se movía. Y le vino muy bien, ya que el dolor provocó que su disparo fallara. Le había ido de poco. El comandante había llegado a ese rango porque sabía cuando retirarse, y eso hacia.

Por su parte los sodados que quedaban también actuaron. Uno de ellos se asomó a disparar al tipo grandote que había intentado matarle. Pero el tipo era duro además de grande. Luego volvió casi al sitio exacto donde había salido.
El otro soldado de Advent se puso en guardia a la espera de que alguien apareciera en su línea de visión para disparar.

Ted se movió con cautela hasta donde estaba Zad. Parecía que ese chalado estaba metido en un fregado. Llegó casi a su altura y alli a la izquierda vio la inconfundible figura de un soldado de advent. Ted apuntó pero en ese momento algo le distrajo. Puede que fuera el humo del petas de Zad que se colaba por sus fosas nasales. Pero Ted era un tipo duro. Aguantó la respiración, volvió a apuntar y ¡ZAS! Otro puto impacto

Ted eliminó a otro de los soldados. Un tiro en la cabeza impecable. Nada podía sobrevivir a eso. Estaba claro que el equipo tenía suerte de contar con alguien como él. Si no estarían perdidos.

Por su parte los aliens seguían disparando a civiles. Aunque en esta ocasión parecía que se estaban refugiando mejor, ya que no se escuchó ningún grito. Aún así no podían despistarse.

Atención menas-uno-cinco. Parece que algunos grupos de aliens están ignorando al equipo y se centrar en disparar a los civiles. De momento tenemos suerte, pero esta no suele durar.

Los soldados de Advent estaban cayendo muy rápido. Pero aún así el comandante parecía saber lo que se hacía. A pesar de que estaba herido logró indicar a su hombre lo que tenía que hacer. Para cualquier otro podía parecer un suicidio, pero en Advent sabían obedecer ordenes.
Con unas palabras que el resto del pelotón no entendían, el soldado se acercó y disparó al tipo que había matado a su compañero. El fervor que sentían en aquel mometo pareció trasladarse a su arma, ya que el daño fue considerable para el francotirador. ¿Se habría confiado demasiado?

Por su parte el oficial no quería dejar su trabajo a medias, por lo que se asomó para poder disparar a Jane. Si pudieran sentir odio, que algunos dicen que sí, seguramente lo habría puesto en su disparo. El blaster de energía atravesó a la comando de XCom y la dejó tumbada en el suelo muerta, o casi. Después sigue su camino para reunirse con su hombre.

La vida tenía estas cosas, o mas bien la muerte. En la guerra un mal disparo acababa con tu vida y Jane no fue una excepción. 

—Maldito ironman... —fueron las últimas palabras de Kelly. 

—¡Joder! —la mente de Zadkiel volvió al plano material tras haber hecho un viaje astral de lo más molón por el Jardín del Edén, ángeles, arcángeles, Adán y Eva incluidos. Lo último que recordaba era la sensación difusa, casi etérea... la verdad es que tenía que dejarle propina a su proveedor la próxima vez. Aquella mierda era buena.

Una parte de él estaba casi seguro de que aquella visión se había entrelazado con otra mucho más desagradable y terrenal en el que le disparaban, y con un grito agónico de mujer, pero no tenía claro si aquello había ocurrido de verdad o era Eva siendo expulsada del paraiso. En fin. No importaba, estaba acostumbrado, esa era su vida. Tres aspiraciones largas y... ¡hmmmmpf! se te pasaba. Y al tema otra vez. Cuando antes acabaran, antes volvería al paraíso.

Miró a su alrededor intentando recordar donde estaba. Ah, sí. El almacén. Los civiles. Los de Advent. Hasta el Antiguo Testamento le parecía mejor que esto. Se asomó lo mínimo posible, con la precisión de movimientos de quien acaba de regresar de una experiencia ultraterrena, disparó sobre el mismo bicho de antes (no descartaba habérselo encontrado en el Paraíso también) y, sin pararse a ver el resultado, se acerco al asustado civil que estaba escondido en el almacén.

—Eh, psch, colega. Yavhé no quiere verte por arriba hasta dentro de un par de años, cuando te abras la nuca con un bordillo. Así que tira pa'bajo a que te recojen, ¿eh?, pero primero espera a que pasen los disparos —añadió, gesticulando exageradamente con la cabeza.

Varias cosas pasaron en aquel momento.

Primero Jane Kelly murió casi en el acto del disparo del Oficial de Advent. El cual se regocijó en el hecho y la herida dejó de dolerle menos.

Los demás miembros de XCom sintieron la perdida de su compañera, pero aquello no hizo si no afianzar la determinación que tenían de acabar con aquellos aliens que había venido a dominar su planeta.

Zadkiel logró sacudirse el aturdimiento que sentía después del disparo del trooper, y le devolvió el regalo antes de ir a salvar a uno de los rehenes que tenía al lado.

No obstante, en cuanto se acercó a él para decirle que ya podía marcharse este empezó a gritar y derretirse. Enseguida lo que tenía el fornido soldado delante suyo ya no era un humano. Si no una cosa enorme y deforme con garras como cuchillos y que parecía mirarle con hambre.

-Por si no teníamos bastante con la perdida de uno de nuestros soldados. Tenemos que vernosla con esas cosas. Al parecer tienen a esos seres infiltrados. No sabemos cuantos son, pero cualqueiera puede ser uno de ellos. Tengan cuidado.