Partida Rol por web

Hanne esperaba que alguno de los civile sse transformase en una de esas criaturas, así que se alegró al ver que era la más alejada la que empezaba a cambiar de forma. Por un momento se planteó abrir fuego sobre él, pero lo primero era la misión. Si control estaba en lo cierto y esa era la última criatura alienígena, su mejor opción no era enfrascarse en un combate contra ella, sino sacar de aquí a los dos civiles que quedaban y replegarse junto a sus compañeros para enfrentarse al Sin Cara.

— ¡Joder! Largaos de aquí corriendo como si no hubiera mañana, porque no lo habrá si ese bicho os pilla — les exhortó dando un paso hacia ellos, mientras pensaba que debían ser gilipollas por seguir ahí hasta que les empujase, por mucho que no tuvieran ningún tipo de entrenamiento.

Cuando vio que los dos civiles se movían al fin, ella hizo lo propio, aprovechando la carrera para recargar su fusil de asalto, que tenía el cargador prácticamente vacío. Cuando llegó junto a su compañero, casi a la desesperada, intentó activar el protocolo de protección de Muninn, pero sabía que era una acción vana, pues en su carrera y con las manos ocupadas a penas había tenido tiempo para teclear la secuencia.

Hanne salió por patas en cuanto vio al sin cara. Sabía que el lugar más seguro contra él era lo más lejos posible.
Aún así tuvo el arrojo de sacar de allí a los civiles que quedaban. Los cuales no parecía que les hiciera falta mucho para azuzarles.

De todas formas, sabía que por mucho que corriese en algún momento tendrían que enfrentare a eso. Así que trató de poner a su gremlin en posición de ayuda. Pero las prisas nunca son buenas para nada.

Ted oteó el horizonte, le pareció ver una sombra allí entre los contenedores, quizás un movimiento enemigo pero no, no era nada ¡Mierda! Tenía el gatillo caliente y no había aliens a los que abatir ¡Joder! Tocaba mover el culo. El francotirador se abrió en abanico hacia la derecha y buscando cubrir a sus compañeros. Si algún enemigo asomaba el culo, por allí, él estaría esperándolo.

Ted se había colocado en posición imaginando el lugar por el que vendría el sin Cara, a pesar de ello la herida que tenía sin curar del todo le molestaba no dejó de apuntar. Así que cuando el alien apareció en su mirilla disparó en toda la cabeza de la criatura. No obstante pareció que aquella cosa era en verdad barro y no pareció que le hiciera nada.

El enorme alien persiguió a Hanne, la chica era la última cosa que había visto, pero la carrera que había tenido que hacer le dejó descolocado también. Las garras afiladas como cuchillos le pasaron cerca, bastante cerca, de su cara. Pero no la lograron alcanzar.

Ya solo quedaba un enemigo, pero sin duda era un enemigo duro de pelar. No especialmente agil, pero sí resistente como habían visto ante el disparo en la cabeza de Ted que no hizo demasiado.

Hanne se había puesto las pilas y era la primera en actuar. Y contra aquella cosa podía ser la diferencia entre vivir y morir.

Hanne no habría imaginado nunca que cambiar un cargador mientras corría en una de estas armas modernas fuera a resultar tan complicado. Visto lo visto, decidió dejar las cosas como estaban, porque enfrentarse a esa criatura con la pistola era una idea mucho peor que hacerlo con cuatro balas en su rifle.

El sin cara llegó junto a ellos y optó por atacar al enemigo más peligroso. Zadkiel, en este caso. «Idiota, tenías que haber corrido en otra dirección», se recriminó por haber puesto en peligro a su compañero. Afortunadamente, no había llegado a hacerle nada.

Aunque estaba junto a la enorme criatura, Hanne había sido entrenada para zafarse del combate y así poder deidicarse a sus labores médicas. Aunque esa última parte no sería posible ahora, siempre era útil separarse de un bicho enorme que podía destrozarla con sus zarpas. Agachándose para ponerse fuera de alcance, reculó un poco y se colocó junto al contenedor. Aprovechó el mayor tamaño del alien para dispararle dos veces en rápida sucesión.

A esa distancia y con ese tamaño era difícil fallar incluso para ella, así que vio cómo acertaba dos veces a la criatura antes de recular un poco más.

Hanne se separó sin dificultad del Sin Cara, el cual no pudo hacer otra cosa más que mirarla extrañado. La especialista le pegó dos tiros que parecieron dar en algunos sitios importantes entre toda aquella masa de carne, por lo menos la criatura hizo gestos y aspavientos de dolor. A pesar de todo, no cayó. De alguna manera aguantó en pie, para desgracia de Zadkiel.

Enfurecido como estaba, el Sin Cra descargó sus poderosas garras contra el granadero de XCom, y a pesar de su armadura llegó hasta la carne. El dolor logró quitar lo poco que quedaba de su colocón, lo que lo dejaba bastante consciente de la situación.

Ted vio como el sincara salía de las sombras y atacaba a Zad. Ambos estaban enzarzados en un frenético cuerpo a cuerpo. Ted apuntó. No era un disparo sencillo: El blanco en movimiento, la posibilidad de darle a su compañero... Eso hubiera agarrotado congojado a cualquiera pero Ted sabía que había nacido para ésto, para patear culos de aliens. 

Calculó la distancia, la fuerza y dirección del viento y esperó el movimiento justo del enemigo. Luego solo tuvo que apretar el gatillo. 

El disparo de Ted consiguió atontar a la criatura, lo cual daba una oportunidad a Zadkiel de alejarse sin que le atacaran. Si es que lograba aguantar el dolor que sentía del garrazo del Sin Cara, claro está. Todavía le molestaba la otra herida, y la suma de las dos podía llegar a ser demasiado.

El oficial había caído al suelo hecho papilla y Zadkiel sentía ganas de celebrarlo. Merecía, como mínimo, una dosis generosa de algo fuerte, y ahora tenía unos momentos. Activó el mecanismo adecuado de la armadura que liberaba una descarga de opioides sintéticos y notó como la ira desaparecía al instante, sustituída por una sensación de calidez y relax. Casi no le importó cuando Hanne se acercó a los civiles y revelaba un Sin Cara, cuando esa era su responsabilidad desde el principio en aquella misión. Sentía cierta indignación, claro, pero era más bien el espectro de una sensación. Así que cuando aquel bicho enorme, que quizá era incluso más feo que sus pasados hermanos, se le echó encima y le golpeó, Zadkiel solo pudo quedársele mirándole ensimismado mientras trastabillaba por el impacto e intentaba coger ángulo para dispara.

Quizá era el momento de pensar en reunirse con su creador, a fin de cuentas.

Zadkiel seguía aturdido por el dolor, pero ni por esas iba a huir. Se quedaría allí y pelearía hasta el final, aunque mejor que no fuese el final final, claro está.

Menas-uno-cinco acaben con esa cosa y vuelvan al punto de estracción. Estamos detectando fuerzas aeréas de Advent, y el Skyranger tiene una ventana muy pequeña para salir de allí.

Dos balas. Antes le habían servido bien, pero prefería no seguir arriesgando contra esa cosa. Rápidamente cambió su cargador y apuntó a la enorme mole mientras ponía su arma en modo automático. Su rifle empezó a vaciar rápidamente el nuevo cargador, haciendo que Hanne tuviera que echar un pie hacia atrás para mantener el equilibrio con el retroceso. Acertó de pleno al Sin Cara, pero la ráfaga había sido mucho menos precisa que sus ataques anteriores, así que no llegó a alcanzar ningún punto sensible.

Cuando soltó el gatillo, empezó a replegarse hacia la zona donde les esperaba el Skyranger, tal y como les estaban indicando por el comunicador.

Ted repitió el procedimiento aprovechando que el alien era todavía vulnerable. Disparó. Vio perfectamente como la bala impactaba pero pero parecía que las balas le rebotaban, que no le hacían daño. ¡Maldición! Aquel bicho era jodidamente duro.

Hanne acribillaba a la criatura, y Ted le hacía disparos precisos y mortales (en cualquier otro ser, claro está). Pero el Sin Cara todavía aguantaba. Estaba aturdido y tambaleante, pero aún era peligroso. Sobretodo si lograba quitarse el atontamiento.

Quedaba Zadkiel por disparar, pero el granadero también estaba herido. No era un buen momento la verdad.

Zadkiel seguía atontado. A su alrededor, las balas zumbaban y se hundían en la carne de aquel ser una, y otra, y otra vez, pero sin efectos perceptibles. Quizá simplemente lo estaba soñando todo, o quizá era la voluntad del Señor, que les estaba poniendo a prueba por su falta de fe y su desdén.

Zadkiel retrocedió, desconcertado. No era habitual que actuase así, sin protestar ante aquella estúpida orden de los mandos ahora que lo tenía casi todo bajo control. Tal vez debería rebuscar en su mochila y lanzar una granada a aquel ser, pero de algún modo intuía que no iba a ser especialmente efectivo. Bueno, quizá si retrocedía, tendría mejor ángulo para dispararle a un punto débil, y así se aseguraba de que los jefes no se enfadasen con él... otra vez.

Zadkiel seguía dolorido, pero trataba de retroceder al igual que todos los demás hasta el punto de extracción. Claro que si la criatura les seguía aquello tal vez tampoco sería una buena idea.

El Sin cara se mantenía atontado también, pero no por ello dejaba de moverse. Se acercaba a los soldados de XCom. Si en algún momento se desaturdía podrían estar en problemas.

Hanne siguió disparando hacia la criatura mientras reculaba de vuelta hacia la nave, sin preocuparse por su cargador, que se vaciaba a velocidad preocupante. Frustrada, veía cómo las balas alcanzaban su objetivo, pero eran absorbidas por la masa informe del Sin Cara sin llegar a causarle ningún daño real.

— Muere, maldito drittsekk! — gritó con frustración mientras disparaba. Pero el alien no parecía dispuesto ha hacerle caso.

La sensación de paso del tiempo parecía haberse detenido, y el combate haberse reducido a una especia de baile grtesco en el que Zadkiel retrocedía y retrocedía indefinidamente buscando una posición de tiro, y la criatura le seguía constantemente a la misma distancia.

No había tiempo que perder. Zad estaba aturdido, en peligro. Ted recargó y disparó rápidamente. De nuevo un disparo complicado, de nuevo un acierto. Era indudable que durante aquella misión Ted estaba dando lecciones de lo que tiene que tener francotirador.  

¡Malnacido! Sin embargo el sincara parecía imbatible. 

El baile parecía continuar. Los soldados de XCom disparaban, y el sincara aguantaba. Un baile un tanto repetitivo ya.

Era bastante patente que las armas que usaban no parecían hacerle demasiado, y Zadkiel que llevaba el armamento pesado no estaba en disposición de seguir peleando.

En algún momento uno u otros lograrían acabar con el contrario. ¿Serían los humanos o los aliens de Advent quienes lo lograran?