Partida Rol por web

La casa quiere que subamos arriba.- No encontraron nada de interés, al menos no más allá de un exceso de candados en algunos lados que bien podían haber formado parte de un inquilino paranoico con la seguridad. De poco te sirvió.- Si os soy sincero esperaba encontrar algún símbolo u otro libro como el de la catedral. Supongo que los carteles de “por aquí” sólo existen en las novelas.- Su cháchara habitual se potenció por los nervios que sentía, evitando cualquier excusa para subir al piso de arriba.- Joder, ¡estoy harto ya de esto!

Un repentino cambio de humor, más bien el verse reflejado en cualquier superficie como un cobarde que no se consideraba, hizo que el anticuario se llenara de valor y se precipitara hacia las escaleras, subiendo el primer escalón sin dejar de iluminar con la linterna la subida.

¡Eh tú, parásito! Si quieres asustarnos te has equivocado de gente, baja y tal vez no te ganes un disparo por sorpresa.- Amenazar le ayudaba, gruñir también, así que haría lo que mejor sabía: Ser grosero.- Venga cobarde, baja, somos cuatro contra uno.- Y siguió subiendo los escalones, gritando para que quien fuera les escuchara.

Los investigadores suben las escaleras con Hank a la cabeza. El anticuario amenaza al individio que habían visto anteriormente, pero sus bravatas siguen sin obtener respuesta alguna. Tan sólo escuchan el crujir de los escalones de madera a cada paso que dan.

Como en la planta baja, van echando un vistazo habitación por habitación.

La primera de ellas es un cuarto de baño. Tiene lavabo, una bañera e inodoro con cisterna elevada. Todavía quedan toallas y otro tipo de artículos de aseo. En la bañera se ha acumulado un charco de agua salobre que gotea de un grifo oxidado.

La siguiente habitación parece un dormitorio en el que prácticamente no hay nada. Tan sólo queda el somier con patas de una cama y una cómoda, la cual está vacía.

La estancia contigua es todavía más desolada. Tan sólo un par de arcones pequeños se encuentran aquí. No hay nada en ambos.

Por último, la habitación del final del pasillo es el dormitorio principal. Hay una cama de matrimonio, una estantería para libros, dos mesitas de noche y una cómoda. Al igual que en el salón de la planta de abajo, llaman la atención varias cruces, rosarios y velas (apagadas) dispuestas por la sala. Además de esto, en la estantería hay libros de cuentos, un poemario y un par de libros de cocina. No parece haber nada extraño en ellos. En las mesitas no hay nada salvo una biblia. En la cómoda hay ropa de hombre y mujer.

No hay rastro de la silueta que subió las escaleras, ni otra cosa que de la impresión de ser relevante. Entonces, cuando los investigadores vuelven a salir al corredor algo frustrados, escuchan un par de golpes secos en una de las habitaciones, la que está junto al baño.

Se aproximan de nuevo hasta la puerta con cautela, y desde allí aprecian algo que antes no estaba. Hay una mancha de lo que parece sangre en el alféizar de la ventaja, descenciendo por la pared desde el marco hasta llegar al suelo, donde se empieza a formar un charco.

- Esto es muy raro Hank - dice a poca distancia del anticuario y sin bajar la guardia - ¿Ropa? ¿Productos del baño? ¿Vive alguien aquí y no nos lo han contado? - preguntó manteniendo la voz baja.

Tobías estaba empezando a asustarse pero no quería exteriorizarlo. Cuando terminaron con la planta de arriba suspiró algo aliviado pero preocupado... ¿dónde estaría aquella sombra?

Sus pensamientos volaron al sótano. Tenían que explorar ese maldito lugar antes de marcharse.

- Tenemos que baj... - dijo y escuchó los golpes secos. Abrió mucho los ojos y se giró hacia donde los había escuchado apuntando con la pistola y la linterna. - Está rodeado. Salga con las manos en alto - dijo intentando que no le temblara la voz. Luego miró a Hank - Qué cojones está pasando..?

Cuando vio la sangre en el suelo y en el alfeizar sabía que se tenía que asomar. Tragó saliva y guardó la linterna. Con la luz de Hank podía valerle. Cogió uno de esos productos que había en el baño y volvió a la habitación para lanzarlo contra la ventana. Luego miró al techo.

No se había dado cuenta de que aguantó la respiración en todo el tramo de escaleras hasta que llegó al último, tosiendo por la falta de aire aunque lo achacó a una excesiva inhalación de polvo para que sus compañeros no le dijeran nada. Sólo una vez estuvo el lugar investigado al completo Hank pudo relajar los hombros, acercándose a la cama de matrimonio y sentándose, sintiendo todo el peso de los años encima.

Debe haber un vagabundo aprovechando que la casa está vacía para dormir aquí. Hay comida abajo, y todo parece dispuesto al uso.- Señaló con la linterna hacia la cómoda con la ropa.- Sólo no quiere que le pillemos para no ir a…- El ruido hizo que se incorporara y avanzara la marcha hacia una de las habitaciones, dispuesto de nuevo a vencer sus miedos a base de cháchara.- ¡Sal de una vez, deja de dar vueltas maldito inútil! – La mancha hizo que parara en seco para mirarla, era… ¿sangre? Salsa de tomate, tal vez pintura. Negando en su cabeza que aquello fuera una clara amenaza de cualquier espíritu, esperó a saber si ocurría algo por tirar un objeto por la ventana, la idea de Tobías, mientras enfocaba tanto al charco como el techo.- ¿Hay un ático? Ese tío no ha podido bajar y dudo que se haya ocultado en una de las habitaciones… sólo ha podido seguir subiendo.

Tobías lanza contra la ventana un bote de cera para el cabello que había en el baño. El golpe hace estallar buena parte del cristal, desprendiéndose varios pedazos que caen por la parte interior y exterior.

Seguidamente, el detective mira al techo con gran inquietud. No hay nada. Ni allí ni en ninguna otra parte de la habitación.

Él y Hank, los primeros en entrar, permanecen alerta y en tensión mientras el sonido de la lluvia y el viento del exterior se hace más presente, debido al hueco recién abierto en la ventana.

De repente, escuchan un movimiento. La cama se levanta de gope, apoyándose en uno de sus costados, y se arrastra violentamente hacia los investigadores para empujarlos contra la ventana.

Paloma va tras los dos hombres, con el corazón en un puño, mirando donde alumbran las linternas. Nada de símbolos, nada de libros...solo una casa abandonada y desvencijada. O eso era lo que la casa quería que creyeran. Traga saliva y frunce el ceño mirando a todas las esquinas, como si con eso pudiera aguzar su vista.

-​​​​​​-Parece que no hay...- el golpe seco proveniente del baño la interrumpe y hace que suelte un pequeño respingo. Tarda un poco en reaccionar por lo que los hombres se le adelantan. Ella permanece en el umbral, sobrecogida por la extraña mancha.

Pero el susto se quedó en eso, un pequeño susto sin importancia. Al contrario que sus compañeros, no intento buscarle una explicación terrenal a ese fenómeno, tan sólo se limitó va anotar mentalmente el poder de la casa para hacer sangrar las paredes; lo que no tenía claro era el fin.

-Tal vez aquí muriera alguien cerca de la ventana...-​​​​​​-se le ocurre tras examinar la habitación y consultar su péndulo.

Entonces ve que la cama parece cobrar vida y se lanza a por los investigadores.

-¡Cuidado!- grita dando un paso hacia atrás instintivamente, aunque ella no había llegado a entrar en la habitación.

Tobías intentó esquivar la cama...

- Joder pero esto que es?? - gritó sin tiempo a mucho más.

Tobías y Hank se mueven como si fueran felinos, y la cama se estampa contra la ventana.

El resto de los cristales que quedaban se hacen pedazos, así como parte del marco. Ahora ha quedado la mitad del mueble fuera y la otra mitad dentro, meciéndose ligeramente sobre el marco. Es difícil saber si ese balanceo es efecto de la inercia o si la cama sigue moviéndose a voluntad propia...

Lo que también se ha movido ha sido el péndulo de Paloma, que tras varios giros apunta con firmeza en dirección al mueble.

-¡Mirad...el péndulo otra vez...!- dice señalando al objeto que está tieso mirando hacia la cama. Traga saliva y con la mano libre empieza a rebuscar entre sus cosas.-tengo que consultar...consultar la bola...Dios santo...-​​​​​​-musita, entre asustada y excitada. Paloma cuelga el péndulo como puede de su muñeca para que no caiga al suelo mientras saca de su bolso un pequeño trípode y una bola de cristal algo más grande que un puño. Con cuidado coloca el trípode en el suelo y la bola encima.

-​​​​​​-Vamos a ver...-​​​​​​-dice mirando fijamente la superficie de la bola. Poco le importaba lo que pensaran o hicieran sus compañeros...debía tratar de comunicarse y a falta de tabla de ouija...tendría que usar esto.

Si había cosas que podían atacarles, desde sectarios, inquilinos ocultos o hasta animales salvajes que se hubieran quedado encerrados pero, ¿una cama? Ni siquiera las historias más subrealistas de los borrachos que conocían tenían como enemigo una cama asesina.

¡Por las barbas de Cristo! – Se movió a un lado a la par que se apartaba de un salto.- ¿Esto es cosa de… lo que mierdas hagas? – Espetó a Paloma esperando encontrar alguna respuesta medianamente creíble.

Tobías partía de la base de que ninguna de sus compañeras había empujado la cama.

- ¿Pero qué? - preguntó de nuevo. No conseguía entender nada de lo que estaba pasando en esa casa. Se sintió tentado de disparar contra la cama pero no lo hizo.

Optó por correr hacia la cama y empujarla por la ventana.

Atónita, Marie observa la situación desde el otro lado de la puerta. Ha pasado todo tan rápido y de manera tan extraña que apenas ha tenido tiempo de reaccionar. No puede evitar sentir que a cada paso que dan en esta casa más se adentran en un abismo de oscuridad.

Tobías, mientras tanto, está a punto de vaciar el cargador de su pistola contra la cama. Tiene que hacer grandes esfuerzos para no hacerlo. Respira pesadamente y sus manos se agitan temblorosas. Finalmente, baja el arma y carga contra el mueve para empujarlo por al ventana. Lo hace con un grito de rabia, casi catártico, para expulsar su miedo.

La cama cae por la ventana, choca con gran estruendo contra el tejado del piso inferior y se desliza hasta estamparse en el suelo del jardín.

Las gotas de lluvia golpean en la cara del detective, que está ahora junto a la ventana. Ese frescor le ayuda a calmarse y recuperar la compostura.

Hank, por su parte, pregunta y observa a Paloma, la cual ha sacado su bola de cristal. El péndulo que lleva atado en la muñeca vuelve a caer por su propio peso en cuanto la cama ha salido de la habitación. No obstante, hay algo más. Por los gestos en el rostro de la parapsicóloga, es evidente que ha captado algo con su artefacto.

Con sus manos sobre la bola de cristal, Paloma observa la figura de un hombre, o al menos lo que parece ser un hombre. Está demacrado, podrido y reseco por el tiempo, y yace acostado. De pronto, los ojos del individuo se abren y gira su cabeza para mirar a quien le está observando.

La visión termina al instante. Sin embargo, la sensación ha sido tan fuerte que todavía la nota Paloma en su interior. Ese ser está en esta casa. Abajo.

Tobías se secó el sudor de su frente y las gotas de lluvia con la manga de su gabardina. Se queda allí, en la ventana unos segundos para que el frescor de la lluvia le calme un poco. Aquello no tenía ningún sentido.

Tras recuperar la compostura se giró hacia sus compañeros.

- Paloma. Por favor. Cualquier cosa que vayas a aportar..

Paloma traga saliva ostentosamente y, tras unos segundos de concentración, con la mirada perdida en la bola, la española da un leve respingo y luego parece que todo ha terminado, pues separa su vista del objeto.

-A...abajo...un hombre...muerto.- musita llevando su mirada al pasillo que comunica con las escaleras, como si temiera que sea lo que sea que haya visto, se materializará allí de repente- un hombre...muerto...y no. Vamos.

Estará bien muerto cuando bajemos. Estoy cansado de todo esto.- Aunque habían salido “ilesos” físicamente no significaba que su problema había terminado.

Con la pistola en mano, y tras la dirección que había dictado Paloma, fue de nuevo el primero en encadenar la marcha pasando primero al lado de Marie, la periodista que ni recordaba que había ido con ellos por su continuado silencio.- ¡Deja de dar vueltas y da la cara!

¿Señor Corbitt? - preguntó en voz alta. Si aquello era raro, habría que usar métodos raros y abrir la mente para poder resolver el misterio.

- ¿Sabemos a qué se dedicaba el señor Corbitt? ¿Cómo murió? - preguntó a sus compañeros. Todavía le temblaban las piernas por las palabras de Paloma.

Pistola en mano siguió a Hank.