Partida Rol por web

Paloma toma la bola entre sus manos, atenta a su volviera a ver algún movimiento de luces y sombras dentro de ella.

-​​​​​​-No...no sabemos cómo murió.- responde, enigmática, va pasando la vista de la bola al suelo y del suelo a la bola. Sería un milagro que no se tropezara con nada pero no podía dejar de escrutar el objeto de comunicación. se le ocurre algo, aunque podría ser arriesgado.- señor...¿Corbitt? ¿Puede oirme? ¿Puede verme?- pregunta a ladla bola deteniéndose por un breve instante para esperar la respuesta.

Parece que en esta ocasión la bola no ofrece ninguna respuesta, por lo que se deduce del rostro y gestos de Paloma.

Los investigadores comienzan a descender hacia el sótano...

Los investigadores llegan al sótano bajando con cuidado por unas escaleras en mal estado. Las luces de las linternas iluminan el suelo mugroso, con objetos esparcidos por el mismo. Las paredes están revestidas de madera. Hay una mesa de trabajo con unos estantes sobre ella. En general, pueden verse un par de martillos y destornilladores, varias llaves mecánicas, una sierra de mano, clavos, cubos, tornillos, una pala, listones de madera y la tapa de un cubo de basura.

En una de las esquinas hay una pequeña habitación para almacenar el carbón.

Tras un registro de la zona, el péndulo de Paloma vuelve a agitarse y a continuación se estira en dirección hacia la pared del fondo*.

Esto hace que los investigadores se acerquen y perciban fácilmente que la madera es ligeramente distinta a la de las otras paredes.

Paloma baja tras los hombres muy despacio, teniendo tropezar por alguna madera rota o un agujero producido por la carcoma. Cuando, desde arriba de la escalera empieza a ver todo lo que hay por allí, no duda en advertír.

-Pase lo que pase...no toquéis nada...las cosas nunca están por ninguna razón como como están.

Entonces vuelve a ocurrir, el péndulo cobra vida y señala a esa pared que tan diferente parece.

Ese péndulo que llevas, ¿qué tipo de imán dices que tiene? – No había podido evitar fijarse en el continuo movimiento del péndulo que Paloma llevara, guiándoles como si fuera un mapa hacia la muerte posiblemente, ¿o era todo una broma en la que también estaba involucrada la mujer para hacerles creer en lo paranormal? – Está claro que quiere que bajemos.- Ya no sólo era el tema del péndulo, sino que las maderas claramente habían sido puestas después de la construcción, como si de una chapuza se tratase, para tapar una entrada o un desperfecto de la casa.

Se acercó con cuidado para iluminar mejor las tablas y, si no había peligro, en vez de romperlas puso la oreja en una de ellas para intentar escuchar qué había al otro lado.

Hank no escucha nada al pegar la oreja, pero cuando acerca la linterna, observa cómo la luz se filtra entre las juntas de los tablones. Sin duda, hay un espacio abierto al otro lado.

-​​​​​​-Ay Hank...no verías la verdad ni aunque ésta te bailará literalmente delante de los ojos, ¿Cierto?- y señala el "baile" del péndulo.- si después de esta investigación aún dudas de mis métodos...ya no habrá nada que pueda convencerte.- sentenció, volviendo su atención a la madera-  diría que es una falsa pared, habrá algo detrás...tal vez con una palanca o algo así podríamos...-​​​​​​-mira a su alrededor por si algo sirviera para ese propósito.

Hay un camino al otro lado.- Señaló con la linterna las pequeñas aberturas que quedaban entre las tablas, iluminando la oscuridad que se cernía tras ellos.- ¿Palanca? Si esto lo hicieron rápido no usaron métodos demasiados elaborados, no debería ser complicado.- Le tendió la linterna a cualquiera de ellos.- Ilumina aquí, quiero ver qué hay al otro lado.- Esperó a que iluminaran antes de disponerse a arrancar las tablas con fuerza bruta, haciendo un poco de acopio de sus energías.

Tobías enfocó con la linterna a donde Hank le pedía. También buscó algo con lo que hacer palanca pues empezaba a sospechar que fuera lo que fuera que buscaran, estaría ahí detrás.

- Podríamos darle una patada cada uno a la vez. Seguramente ceda. Encontraremos respuestas pronto, lo presiento.

Tobías no soltaba ni la linterna ni la pistola.

Los investigadores vuelven a enfocar con ambas linternas esta vez, pero los resquicios entre los maderos son demasiado finos y apenas dejan ver algo. Lo único que pueden confirmar es que detrás hay un hueco lo suficientemente ancho como para que quepa una persona.

Utilizando los martillos les es fácil quitar los listones necesarios. Ahora tienen ante ellos una abertura de un tamaño similar a una puerta que da acceso a una nueva estancia.

Cuando iluminan el interior, contemplan una escena espeluznante. Inmóvil y aparentemente muerto, sobre una plataforma situada en el centro de la habitación hay un individuo marchito, acartonado y macilento de casi 1,80 m. de estatura, que ha perdido casi todo el cabello, escuálido y semidesnudo. De él emana un olor entre acre y dulzón, como el del maíz podrido.

El suelo es de tierra, y en la esquina suroeste hay una mesa con varios papeles y una especie de daga oscura.

De pronto, el cuchillo comienza a flotar, apunta su filo a los investigadores y vuela veloz hacia ellos.

Paloma observa el hueco abierto y arde en deseos de entrar pero por otro lado una horrible sensación le atenaza el corazón. Lo más coherente era dejar que sus compañeros armados pasaran delante, además ellos tenían también la luz, por lo que Paloma pasa una vez que lo hagan ellos. Cuando cruza el oscuro umbral lo que ve allí la sobrecoge...sin duda era un altar de sacrificio y...

-..es el...el que me ha mirado.- confirma Paloma en cuanto sus ojos se acostumbran a la oscuridad. Estaba apunto de aclarar sus palabras, consciente de lo ambiguas y extrañas que suenan cuando ese arma pareció cobrar vida de manera igual a cómo lo hizo la cama y vuela hacia ellos.

-¡Cuidado!

Como si de una tumba antigua se tratase, tras cruzar los pasadizos llenos de trampas por los saqueadores y descifrar los enigmas que aguardaban por fin encontraron el sarcófago maldito, su gran hallazgo… o así quería verlo el anticuario.

Un cadáver escondido en las entrañas de la casa, preguntándose de quién era o desde cuando estaba ahí mientras se internaba en la habitación, cogiendo un pañuelo para llevárselo al rostro y así tapar parte del olor que desprendía.

Aquí tenemos a nuestro amig…- Mientras iluminaba el cadáver, al igual que el resto, se percató de que algo sobrevolaba, la venganza de la cama tomada en la forma de algo más espeluznante. Intentó apartarse mientras buscaba uno de los tablones que habían arrancado para entrar, tal vez así lograra golpearlo o detener su paso como si de un escudo se tratase.

Tobías estaaba curado de espanto de sus días como detective pero aquello estuvo a punto de helarle la sangre.

- ¿Como es posible que nadie haya visto esto antes? - preguntó en voz alta completamente sorprendido.

Iba a propononer quemarlo así tal cual estaba pero entonces aquel cuchillo surcó el aire hacia ellos. Toobías cogió uno de los maderos que habían quitado con la intención de interponerlo entre el cuchillo y ellos, para que se clavara ahí.

Hank y Tobías agarran sendos maderos y los utilizan para hacer frente a la daga voladora.

Paloma no tiene esa clase de reflejos de modo que permanece tras los investigadores armados mientras mira a todas partes buscando nuevas amenazas o quizás alguna pista de cómo librarse de aquello.

En su trayectoria, la daga cruza primero por delante de Tobías. El detective intenta detenerla con el listón de madera, pero el demoníaco cuchillo vuela demasiado rápido y le provoca un corte en el brazo. Es un buen tajo, pero Tobías ha sufrido peores heridas en el pasado.

La daga da un giro y ahora se dirige hacia Hank. El anticuario también prueba a interceptarla con un tablón, y en esta ocasión lo consigue. El arma queda clavada en la madera y comienza a agitarse para intentar escapar.

En ese momento, el cuerpo que hay sobre la plataforma se incorpora como un resorte. Es increíble que un ser cadavérico como este siga con vida. El malsano individuo gira su cabeza y sus ojos se descubren observado a los investigadores con una mirada penetrante. A continuación, su boca se abre emitiendo un chillido antinatural.

Paloma lanza un grito ahogado cuando la daga pasa entre sus compañeros y está apunto de suspirar aliviada cuando ve que el cuerpo se levanta.

-Es...¡Imposible!-​​​​​​-dice, incapaz de encontrar un adjetivo mejor para describir la situación.

Traga saliva y da un paso atrás, sus pensamientos vuelan de un lado para otro, por toda la sala.

-El...el diablo será derrotado...¡con sus propias armas! ¡La daga! ¡Usad la daga!