Partida Rol por web

Turno 8:

Desenvainaste tu almarada y luego trataste de clavar su filo en el cuerpo de don Paskal. Aquello no pudo ser, y éste intentó darte dos patadas en el mejor momento, pero parecía errático una vez más. Por su parte Míkel ahora se fijó en tí, pues tenía a Mateu rendido (e inconsciente) no muy lejos de los pucheros de la cocina, tendido en el suelo. Parecía que en el siguiente asalto el criado del castillo se incorporaría a la lucha...

Entonces asomó por la cocina una cabeza. Era la de Dunixi, que veía la lucha desde la entrada de la cocina.

HE DICHO QUE ACABES CON TODOS, ¡¡NO DEJES A NADIE CON VIDA!! -resultaba extraño cómo aquel siervo ordenaba una vez más a su amo-.

Al ver aparecer a Dunixi por la puerta, un odio visceral recorrió mi estómago hasta llegar a mi garganta, que se abrió para escupirlo. El malnacido venía a ver qué sus embrujados lacayos terminaban con nuestras vidas. Había un refrán que era que si cortabas la cabeza a la serpiente, ésta moría. Aquí se podría decir que si anulaba al maldito brujo, quizás los otros volvieran en sí, excepto Alaiñe, claro.

-"¡Malnacido! ¿Cómo osas embrujar a tu señor y a tus compañeros? ¡Te ordeno que pares esta felonía de inmediato!" Dije gritando con todas mis fuerzas.

Levanté mi brazo izquierdo y señalé en su dirección, obviando la presencia de Paskal, y con la derecha agarré mi amuleto, con cuidado de no pincharme con la daga.

-"Toris ossibus nervisque oboedite meæ."

Si no conseguía que mi plan funcionase, muy pronto tendría encima mía a Mikel y su joroba, a Paskal y su espadón, y a Dunixi y su magia. Sería mi perdición...

Turno 9:

Aquel hechizo fue formulado contra Dunixi, pero éste, tras llevarse un instante las manos a su cabeza,  pareció recuperarse al instante... ¡Maldita la hora en la que recalaste en ese castillo! Por su parte, Paskal trató de patearte de nuevo, pero no logró hacer lo que pretendía... Mientras Mikel entonces se acercaba, viste que el dueño del castillo sentía de nuevo sus extremidades, puesto que se agachó a recoger su espada una vez más...

Nuevamente, al ver que todos venían a por mi, intenté volver a conjurar mi magia sobre Dunixi, pero nuevamente no pareció afectarle. Por lo que solo me quedaba cerrar los ojos y esperar una muerte rápida. En ese momento pensé en la razón por la que había venido a este castillo. ¡Moriría por un libro!

Turno 10:

Paskal se agachó y recogió su espada mientras Mikel se acercaba a ti. El siervo no pudo golpearte pero don Paskal, tras recoger el arma, te propinó un corte en el brazo con espada.

Daño: 2 (sin protección)(/2 por brazo): 1 punto de daño.

Estaba acabado, herido, rodeado y sin aliento. Era mi final y lo sabía perfectamente. Con mis últimas fuerzas, intenté lanzar mi magia sobre el maldito Dunixi, para que probara algo de mi magia. Seguramente sería mi última acción en esta vida, pero terminaría así, realizando la magia que tanto me gustaba. Mateu seguro que ya estaba con los angelitos...

Turno 11:

Paskal se lanzó contra tí, espada en mano. Trató de golpearte en el pecho, para darte un golpe de gracia, pero no atinó. Por contra, enarboló de nuevo su espada y la lanzó contra tu persona con más cuidado, tratando de alcanzarte de manera segura. Y así sucedió. El espadazo te alcanzó de pleno en una pierna, aunque por unas causas u otras no te hizo todo el daño del que podía esperarse.

Daño: Crítico: daño máximo e ignora armadura (/2 por ataque preciso) (/2 por pierna): 2 puntos.

Por su parte, Mikel jugó más sucio, puesto que cogió unos trozos de barro de un plato y te los lanzó al rostro. Ello hizo que te llevaras la manos hacia arriba, para cubrirte, pero entonces aprovechó para golpearte con sus puños. Uno de los ganchos te alcanzó cerca de la oreja, sobre tu gorro de cuero...

Daño: 1 (x2 en cabeza) (-1 por Gorro de Cuero): 1 punto de daño.

Tras este panorama, era difícil que pudieras concentrarte para lanzar tus hechizos, cosa que no pudiste hacer.

Aun estabas consciente, y tal vez pudieras seguir defendiéndote o quizás tratar de huir. El pobre Mateu estaba inconsciente (¿tal vez muerto?), aunque no podías determinar la gravedad de las heridas (eso sí, sangraba en el pecho, cerca del hombro). Entonces todos los presentes, Dunixi incluido, quien miraba la escena de violencia en el marco de la puerta de la cocina, escuchásteis un ruido ensordecedor. Era gente que había acudido al castillo. Voces, voces por doquier...

Enseguida, una turba de gente entró en el castillo, y también en la sala. Eran gentes de la aldea de Birañe, pues los diez o doce hombres que se habían aventurado en el castillo llevaban atuendos de campesinos, y alguna que otra hoy y horca con gajos afilados. Enseguida viste que se echaron encima de Dunixi (el primero y más cercano a ellos), y luego otros cinco sobre don Paskal... Dos más sobre Mikel y otros tres sobre tí... Entonces lo último que recordaste fue un tremendo impacto en tu cabeza.

Fundido en negro.

* * *

Despertaste.

Era de mañana aún. Tal vez fuera el mediodía, y estabas tumbado en mitad de la plaza de armas del castillo de don Paskal. Miraste a izquierdas y derechas, y viste a Dunixi, Paskal y Mikel a tu lado. Los cuatro estábais maniatados, pero ninguno de ellos había despertado. Delante de tí una turba de gente (esos campesinos), te miraban con cara de pocos amigos.

¿Dónde están? -uno de ellos te golpeó un poquito, sin ánimo de hacer daño, con la punta de una azada, para que espabilaras y hablaras. Tu cabeza sangraba tal vez del impacto anterior-. ¿Dónde están? ¡¡HABLA!! ¿Y los dos campesinos?

De Mateu, ni rastro.

Lo último que recordaba era que una turba de gente había entrado al castillo y había apresado a Dunixi. Yo desperté bastante mareado, herido y dolorido. Estaba maniatado y no podía moverme. Alrededor nuestra estaban los campesinos de la aldea buscando venganza. Uno de ellos me increpaba con una azada.

-"No sé de qué me habláis. Desatarme inmediatamente, por favor. Yo no tengo nada que ver con Paskal y esos campesinos. ¿dónde está mi compañero, Mateu? ¿Qué le habéis hecho? Estaba muy malherido. Si queréis respuestas, seguramente ese hombre de ahí, Dunixi, las tenga. Ha intentado matarnos a mi y a mi criado. Tenía controlados a Paskal y al jorobado con magia negra. Incluso a la joven Alaiñe, que al final sucumbió. Debéis de llamar a las autoridades para que se hagan cargo de la investigación, no os toméis la venganza por vuestra mano. Desatarme, por favor, yo no tengo nada que ver con ellos, por casi me matan." Dije asustado y apesadumbrado, con voz lastimera.

Miré a todo el mundo poniendo una cara llorosa, para dar pena. No sé dónde estaba Mateu, pero no era buena señal el que no estuviera con nosotros ahí.

-¡Habéis matado a Alaiñe! -te acusaban nombrando a la joven, a quien alguno de esos debía conocer, puesto que la joven era natural de Birañe-.
-¡Muerte con él! -dijo otro, levantando un garrote-.
-¡Tenemos que ahorcarles! -afirmó otro tras oir lo de la magia negra!- ¡A todos!
-¡No! Este hombre no es de aquí... -respondió otro-; estaba en el mercado ayer... ¡con ese de ahí! Dunixi estaba malherido, y tampoco estaba despierto. Vi llegar a este hombre días atrás. No es del pueblo... Pero... ¿qué tendrá que ver en esto? ¿Sabeis acaso donde estan los dos campesinos?
-Y con este malparido... ¿Qué hacemos? ¡No respira! -le dio otro una patada al cuerpo de don Paskal-.

Tú seguías negando, y en tanto así, que la rabia de los vecinos de Birañe se venía arriba, no hicieron sino levantar a Paskal, Dunixi y Mikel, para ver si desperataban, pero nada. El vil mago estaba muerto, tal vez tras haberle linchado, y los otros dos o parecían sucumbidos en un profundo letargo mágico, o bien estaban también muertos por las heridas.

-¡Será mejor... que prendamos todo el castillo! ¡Nadie puede saber esto, y ahí dentro no están quien buscamos!
-¡Que arda! -gritó otro-. ¡Vamos!

EPÍLOGO

Y en tanto así, que todos se dispersaron por el castillo, tratando de rapiñar todo aquello que creían que podían ostentar de su hasta ahora señor don Paskal. Hacerlo era aprovechar sus pertenencias antes de meterle fuego a todo el castillo. El caso es que ninguno de la docena de hombres reparó en tí, pues todos estaban demasiado ocupados tratando de escudriñar de abajo a arriba el castillo. Asique, ni harto ni perezoso, te acercaste al cuerpo de Dunixi, del que asomaba un filo, y cortaste las cuerdas de tus muñecas con hábil precisión (y mucha suerte, claro). Tras unos segundos interminables éstas se soltaron, y sólo pensaste en huir... ¡Pero y Mateu! El joven estaba aún dentro del castillo, y no sabías si muerto o vivo...

No obstante, una vez de pie, aquel debate interno te carcomió las entrañas. ¿Ir a rescatarle o bien salir por piernas cuanto antes? Tal vez en aquella respuesta te iba la vida, y tu destino. Sin embargo, hiciste tripas corazón, y te levantaste en dirección a la puerta del castillo ¡HABÍA QUE HUIR! Tu yegua no relinchaba allí, y la cuadra se veía abierta desde la distancia: Melisa no estaba en su cubículo. Era probable que esos malnacidos ya la hubiera robado, y así, con lo puesto, marchaste del castillo de don Paskal cuanto antes. Habías salvado la vida, aunque jamás volviste a saber de Mateu.

LA AUTÉNTICA VERDAD

Dunixi, un tipo con aires de mago frustrado, utilizó a don Paskal (a quien retuvo en su castillo y jamás se marchó de él),  y a los hermanos Alaiñe y Mikel para practicar en ellos sus malignas artes mágicas, con hechizos de posesión de cuerpos. Tras la llegada al castillo por tu parte y la de Mateu, no íbais a ser una excepción para Dunixi, y por eso le servísteis desde la primera noche como conejillos de indias para sus nuevo hechizo (de ahí la razón que Mateu se levantara así como así por la noche e hiciera cosas extrañas a oscuras, puesto que en realidad el mago estaba practicando con él sus viles maldades).

En cuanto a los dos campesinos de Birañe, éstos fueron inculpados de matar al perro de don Paskal, aunque fue Dunixi quien lo hizo con la pretensión de mantener encerrados a ambos inocentes en su castillo. Claro que, cuando don Paskal les disipó de toda culpa, Dunixi logró atraerlos hasta una cabaña oculta a los extramuros del castillo, en un claro de rocas junto a un arroyo a los pies del monte. Allí los envenenó y siguió practicando sus malas artes. De hecho, Mateu logró ver a aquella figura (y tú también), que se dirigía a la cabaña a través de un pasadizo oculto bajo la cuadra del castillo, cruzando una pequeña galería de túneles. Sin embargo, tal lugar no se descubrió hasta mucho tiempo después.

FIN