Partida Rol por web

-¡Girl Power! -coreó Hannah a MJ, levantando los brazos, las manos en puño, riéndose. Después, estuvo de acuerdo con Sabine -Tenemos que averiguar qué son esas escaleras, sí, ruinas del pasado. ¿Tú sabes algo, Elodie?

Fue cuando todas enmudecieron, acurrucadas unas a otras, aprovechando la espesura de la vegetación. Mirando con ojos muy abiertos y atentos.

Ahora sí que tuvo miedo Hannah cuando la criatura mordió a la despistada de Elodie. A la ninja se le escapó un grito de auténtico horror al ver el mordisco y la sangre de su amiga esparciéndose por todas partes. La cosa esa realmente era un monstruo malvado con ganas de hacer daño, o de comerse a su amiga. Por puro instinto buscó a tientas algo en el suelo, una rama, una piedra, y cuando la tuvo en su mano, se la lanzó a la criatura. 

Entonces...sucedió algo que no entendía. Y, con lágrimas en los ojos, corrió hacia Em y la abrazó -No nos perdimos, eras tú la que se perdió. ¡Te estábamos buscando! Bueno, supongo que cada uno no sabe cuando se ha perdido. ¡Me alegro de que estés bien! -Soltó a Em y corrió hacia Elodie. No sabía qué hacer. 

-¿Estás bien? -preguntó, preocupada- Bah, no es nada - intento sonreír, llorando a medias. Se quitó la camiseta y tapó con ella la herida de su amiga. -¡Una herida de aventuras!

Echó un vistazo al monstruo, parecía muerto, no se movía, envuelto en llamas. De alguna manera, le daba un poco de pena. 

La carrera de Mike no fue tan larga como hubiera podido ser, pues sus músculos estaban ya tocados por la que se había dado para huir del monstruo un rato antes. Pero el chico no se paró en seco por el cansancio, si no al darse cuenta de que Alex no le había seguido. Se quedó de una pieza, atónito. Pero... ¡por qué! No entendía cómo su corpulento amigo podía haberse dejado coger, si en los partidos se zafaba de todo el equipo rival como si no fuera nada.

Miró a su alrededor. No podía ver ya a los tres adultos de los que había escapado, ni a nadie más. Estaba solo. Furioso y asustado, dio una patada al árbol más cercano y se sentó en el suelo apoyando la espalda contra el tronco. Su respiración era agitada y se sentía mareado. Y lo peor, se sentía fatal por haber dejado atrás a Alex y a esos dos niños. Seguro que por eso su amigo se había quedado allí, no se lo había pensado dos veces y se había enfrentado solo a los tres adultos, por reducidas que fueran sus posibilidades.

Mike respiró hondo un par de veces y se levantó. No podía dejarse dominar por el miedo, tenía que moverse. Tenía que hacer lo que pudiera para ayudar a Alex y a los niños. Además, no sabía nada de las chicas ni de Em. Estaba tan enfadado con Don y los otros dos desalmados que le asustaba pensar en lo que sería capaz de hacer si causaban daño a alguien de su pandilla o a esos dos pequeños. Pero no pensaba volver a huir. Al menos ahora, si tenía cuidado, Mike contaría con la sorpresa de su lado y eso le daba opciones. O al menos, eso quiso pensar para frenar el temblor de sus piernas...

Estaba a punto de volver sobre sus pasos cuando aquél brillo captó su atención. Intrigado, se acercó con prudencia por si eran Don y los otros dos. Pero cuando descubrió cuál era la fuente de la luz, dio un par de pasos atrás, tragando saliva. Todo su ser le decía que aquello no podía ser nada bueno, y que lo mejor sería que se alejase lo antes posible de allí. Primero las escaleras de piedra, y ahora aquello... Definitivamente, el bosque que rodeaba Romeo era mucho más misterioso de lo que hubieran podido imaginar. Y amenazante. Mike se dio la vuelta y echó a correr para buscar a sus amigos lo antes posible, con cuidado de no atraer la atención de los muchos peligros que ahora sabía acechaban entre aquellos árboles.

—¡No! ¡No! ¡Elodie! ¡Elodie! ¡Déjala en paz!

La girl scout no fue capaz de quedarse escondida cuando la criatura atacó. Estaba aterrada, pero se puso en pie de golpe gritando el nombre de su amiga. Ya estaba buscando algo por el suelo para defenderse del bicho cuando ¡Fluuummmmm! Una llamarada lo lanzó lejos. 

Ahí la boca de Sabine se abrió por la sorpresa y el susto, y luego sus ojos brillaron por la alegría de ver allí a Em. Pero mientras Hannah se acercaba a abrazar a la niña perdida, Sabine se fue directa hacia Elodie. 

—¿Estás bien? ¿Te duele? Déjame ver la herida. 

De pronto una camiseta cayó encima de la ropa de Elodie y Sabine alzó los ojos hacia Hannah, sorprendida. 

—No, no. Primero hay que desinfectar. Es superimportante. A saber qué podría tener el bicho ese en los dientes, hay que lavar, desinfectar y examinar la herida por si hay veneno —recitó las instrucciones del manual. 

Le devolvió la prenda a la ninja y apartó la camiseta de Elodie de su hombro para echar un vistazo. 

—MJ, saca el botiquín de mi mochila, porfa. —La tenía a la espalda y no quería parar—. Y dentro hay un bote de desinfectante y vendas, sácalo. Y la cantimplora, para lavar la herida. Em, qué pasada eso del fuego que has hecho. ¿Cómo lo haces? Estábamos muy asustadas porque no te encontrábamos. —En cuanto pudo ver la herida empezó a toquetear los bordes así en plan primeros auxilios—. Di, Elodie, ¿te duele? 

Alex no parecía querer quedarse a ver qué causaba el ruido al otro lado de aquel agujero llameante. Tampoco entendía muy bien qué buscaban los adultos que pudiera haber al otro lado. Tampoco pensó que los niños pequeños que habían encontrado debieran quedarse a ver lo que fuera que fuera a llegar.

Con esfuerzo consiguió aflojar sus ataduras y liberarse de ellas, así como cogió a los niños y salió corriendo con ellos. Los adultos le miraron entre la incredulidad y el enfado. No sabían cómo se las había arreglado para soltarse, sin duda Tony no hizo un buen trabajo con esos nudos. 

Gritaron y trataron de perseguirlo cuando reaccionaron, hasta que un rugido proveniente del otro lado del agujero les retuvo. Para entonces Alex ya estaba adentrándose en la espesura del bosque, donde las sombras habían comenzado a alargarse y a esconder los recovecos de la vegetación en oscuridad.

Correr con los niños fue una proeza, que no pudo durar mucho. Así que tuvo que bajarlos al suelo en cuanto pudo. Ellos seguían maniatados. Ellos estaban muy muy asustados y se abrazaron a Alex mientras lloraban.

Por muy preparada que estuviera en mi cabeza, la visión de aquella cosa infernal saltando directamente encima de Elodie me pilló total y absolutamente desprevenida. Como a cámara lenta, como en una película, vi a la criatura saltar encima de mi amiga y sentí que aquel era el fin.

― ¡¡ELODIE!! -grité con lágrimas en los ojos.

La adrenalina empezó a mover mis músculos, pero me detuve al ver el fogonazo. El monstruo salió disparado de encima de Elodie y apenas miré un segundo atrás, viendo a Em allí pasmada, tan tranquila. Pero no era lo importante. Eché a correr detrás de Sabine y Hannah, muerta de miedo por cómo estaría nuestra amiga. La visión de la sangre hizo que se me revolviera el estómago, pero aguanté el tipo como pude. Había cosas más importantes.

― Voy -asentí a las órdenes de Sabine, buscando en su mochila. Intenté identificar todo lo que me iba diciendo, pasándoselo poco a poco para no desperdiciar nada-. Te pondrás bien, Elodie, ya lo verás. No es nada. ¿Verdad?

Pregunté a Sabine, con el corazón encogido. Estaba acostumbrada a ver a mi amiga machacada por los idiotas que no la entendían y preferían meterse con ella a tener una de aquellas conversaciones tan interesantes que podía ofrecer. Pero eso era demasiado.

Mike corrió, buscando alguna cara conocida. Por suerte para él, sus amigas no estaban lejos y hasta habían parecido encontrar a Em. Cuando estuvo más cerca del grupo, pudo oler a humo y a sangre.

La escena que encontró le dejó con la boca abierta, Elodie tenía una herida muy fea en el hombro que sangraba. A un lado de esta, chamuscado, estaba el cuerpo del monstruo. Aunque no era exactamente el monstruo pues este tenía formas femeninas y el que habían visto la primera vez parecía ser un chico.

Las chicas pudieron ver como Mike llegaba apurado, sudoroso y muy cansado. Sus ojos tenían una expresión de miedo, que no se calmó al ver la situación en la que se encontraban ellas.

La noche estaba cayendo perezosa sobre el bosque. Si elevaban sus cabezas podían ver que el cielo seguía siendo azul, pero las ramas de los árboles impedían pasar esa luz que comenzaba a ser tenue. La oscuridad estaba empezando a conquistar los rincones de maleza más tupidos del lugar.

Sabine curaba la herida de Elodie y Em miraba todo con curiosidad. Ella levantó la cabeza y señaló a Mike para remarcar su llegada.

-Él también estaba perdido, yo no- dijo al ver al chico. 

Luego comenzó a caminar, rodeando al grupo, con pasos precavidos y con el oído atento. Caminaba con esa agilidad característica que le habían visto entrando al bosque, como si de un gato se tratara.

-No están cerca, ya no- anunció al resto. -¿Y Alex?- cierto era que era el único que faltaba allí.

Elodie lamentó que Alex no hubiera podido evadirse de los adultos, si bien estaba MJ y eso le transmitía cierta tranquilidad, si es que puede haber tranquilidad en una situación semejante. Caminó tensa y en silencio, solo pronunciando palabra cuando Hannah le preguntó sobre el origen de las escaleras. 

- Estoy segura que es alguna construcción de los Chippewa... - solo eran elucubraciones suyas, pero tenían para ella todo el sentido.

Si el horror ya la invadió al encontrar al primer ser, toparse con el segundo le supuso un shock que la llevó a hacer más ruido del indicado, haciendo inviable poder ocultarse como el resto. Todo lo demás sucedió demasiado rápido. El surrealismo de la criatura le hizo pensar, por momentos, si estaba en algún tipo de pesadilla. Si bien el grado de dolor y la sangre lo hacían todo muy real.

La niña gritó de dolor y miedo, tratando se sujetar con sus manos aquella cosa para apartar su horrenda boca de ella. Eran actos desesperados de supervivencia, destinados a no ser efectivos por su escasa fuerza y la ferocidad de la criatura. Siempre había pensado y meditado en muchas cosas, siendo al muerte parte de ello. Pero jamás hubiera imaginado que iba a morir de aquella forma...

Sentir como el bicho era derribado no la inundó de alivio hasta que comprendió qué había pasado, aunque mirar su hombre y la profusa sangre la asustó. Se sintió mareada y por momentos no fue capaz saber quien la rodeaba, solo voces. Distinguió la de Em, la de Hannah, MJ... Notó como intentaban taponar la herida también. 

- Ayudadme por favor, no quiero morir - dijo con lágrimas en los ojos.

-Ah, claro, desinfectar. Lavar, veneno. Claro, sí. -¿Veneno? Hannah parpadeó, confusa. No, no, no podía haber veneno.

-No es nada, un rasguño. -respondió a MJ, para dar ánimos- Se pondrá bien. ¿os acordáis hace tres años que me mordió aquella serpiente? Me puse buena enseguida -bueno, ahí sí que hubo veneno, se tiró una semana en el hospital. Lo bueno de los hospitales es que te traen muchos regalos. Lo peor es la comida y las promesas que te hacen y no se cumplen.

Observó, con esa impaciencia tranquila en sus ojos, las manipulaciones de Sabine. Cogió de la mano a Elodie -No te vas a morir, tonta. A lo mejor ahora llevas sangre de monstruo en tu adn, y te da superpoderes. Jaja.

Superpoderes. Miró a la criatura, el lugar empezaba a apestar por la carne quemada. Se tapó la nariz y boca con la otra mano. Su vista fue a Em. ¿Lo hizo ella? ¿Y el fuego de los hombres de negro también? Un poco bestia. Terrible. ¿Qué clase de duende era? Estaba perpleja, mucho. -Podrías quemar mis libros del cole. Bueno, ya puestos, el cole entero. Es broma, jajaja. 

Aunque no estaría mal, pensó.

-¡Hola, Mike! -Parecía agitado. ¿Qué sucedería? Y Em, dale con lo de perdido. Hannah no era de discutir, se perdía energía y tiempo. Perdidos, pues vale. -Hemos encontrado a Emily. O al revés. Da igual. ¿Qué ha pasado?

Mike corrió entre los árboles mientras la luz del día declinaba. Por fortuna, no tardó mucho en dar con las chicas y se alegró un montón de verlas y de comprobar que además habían encontrado a Em. 

—¡Chicas! ¿Estáis b...?

Pero enseguida comprobó que no, algo no andaba bien. Se detuvo, cansado y jadeante, sin poder quitar los ojos de la criatura quemada y de la herida de Elodie. Así que había más de aquellas cosas rondando, genial... Estuvo a punto de emular a Hannah y preguntar qué había pasado, pero podía hacerse una desagradable idea.

Se acercó al grupo para ver más de cerca cómo estaba Elodie. Se sentía mareado y la adrenalina seguía fluyendo con fuerza por sus venas, pero se obligó a centrarse. Tenía que contarles muchas cosas a las chicas, y recordarlas volvió a hacer que su ceño se frunciera por la furia.

—Esos capullos... —murmuró, apretando los dientes—. Teníamos razón al desconfiar, no eran trigo limpio. Don y los otros dos no iban a poner a esos niños a salvo. Querían entregárselos a... algo. Algo que por lo visto está cabreado y que es lo que se ha llevado a la familia desaparecida.

Miró a la criatura chamuscada, y luego a Elodie. Muchas cosas empezaban a tener algo de sentido, aunque otras hacían que la cabeza le diera vueltas.

—Probablemente por eso la bibliotecaria le preguntó a Elodie si sabían sus padres que estaba aquí. Debía de estar nerviosa por si nos echaban en falta. Luego ese tipo de la gorra, Tony... dijo que tenían que entregarnos a lo que sea que quieren calmar. A los dos niños, a Alex y a mí. Intentó cogernos, pero conseguí escaparme antes. Alex no me siguió... no sé si porque no le dio tiempo a correr, porque escapó hacia otro sitio o porque intentó enfrentarse a ellos. Pero son tres adultos... como mínimo. Podrían ser más...

Se pasó una mano por la frente, limpiándose el sudor. Seguía sin ver cómo iban a poder enfrentarse a al menos tres adultos, dos de los cuales eran corpulentos y quizá llevasen armas. Pero no pensaba quedarse de brazos cruzados y no ayudar a Alex y a los niños. Además, todavía le quedaba una cosa por contar.

—En cuanto les perdí de vista, volví para tratar de encontraros. Pero de camino, me topé con algo... Parecía una fogata en mitad del bosque, pero al acercarme vi que era... una especie de círculo en el aire. Desprendía una luz anaranjada y muchísimo calor, como si estuviera hecho de fuego. No sé si hubiera podido acercarme mucho... pero tampoco quise hacerlo, no me dio buena espina.

Por algún motivo, miró a Em al contar aquello. Quizá por el tema del fuego, pero la verdad era que no tenía ni idea de qué podía ser lo que había visto. Sin embargo, volvió a centrarse enseguida en lo más importante.

—Tenemos que ocuparnos de Elodie y luego encontrar a Alex y a los niños. No sé cómo, ni qué vamos a hacer para ayudarles... pero no podemos irnos sin más y dejarles solos con esos zumbados.

Los tobillos le dolían mucho y los vaqueros estaban negros seguramente, pero a Alex todo eso le parecía poca cosa a cambio de estar muy lejos del círculo de fuego aquel que le hubiera quemado mucho más. No el del suelo, que dolía, sino el que abrieron y en el que había bichos. 

—Tranquilos, pequeños, tranquilos... —dijo sin parar de correr. ¿Hacia donde? A saber, fuera de aquel lugar. Si encontraba a alguien lo haría, a alguien que fuera uno de sus chicos, no los locos del fuego. 

—No dejaré que os pase nada —al menos los ejercicios que el entrenador les había dicho que hicieran en verano los estaba cumpliendo. Tras una carrera con los chavales en las manos, vigilando que no le seguían, los dejó en el suelo y los comenzó a desatar. 

—Chicos, ¿Qué pasó con vuestros padres? Podéis confiar en mí, sé que ese adulto es malo, pero yo nunca os haría daño. 

Trató de sonreír, aunque le costaba. ¿Podrían decirle algo? La horrible explicación de por qué desaparecía gente en los bosques estaba empezando a asomar en su mente, y era peor que las cosas que decía Elodie. 

Sabine dedicó una mirada agradecida a MJ cuando le fue pasando las cosas y ya se concentró solo en curar la herida de Elodie hasta que apareció Mike. Se alegró mucho de verlo, y su corazón dio un saltito. Ella ya sabía que el chico no era un cobardica, pero ver que las había seguido la reafirmó en esa idea. 

—Hola, Mike —lo saludó, agachada como estaba al lado de Elodie, y siguió con la curación.

Mientras le escuchaba relatar lo sucedido en el sitio raro de las escaleras de piedra, fue lavando la herida con el agua de la cantimplora y asegurándose de que no hubiese veneno en las heridas. Luego echó desinfectante a chorro, sin cortarse, y cogió las vendas. 

—Hannah, ayúdame, ponle el brazo así —pidió y de paso echó un ojo a la chica para ver si se había vuelto a poner la camiseta. Terminó de vendarle el hombro y le sonrió a Elodie—. Esto ya está, te pondrás bien.

Metió todas las cosas en la mochila al acabar y se puso de pie. 

—Ya. Vamos cuando queráis, que estamos listas. Sabía que había algo raro en el sitio ese, nunca había estado allí antes. ¿Qué hacemos? Tenemos que salvar a Alex y a los niños. Y nos tienes que enseñar el círculo de fuego ese. ¿Sabes dónde estaba?

Sonreí a Elodie cuando pidió ayuda, mientras Hannah intentaba animarnos a todas con su parloteo.

― No te vas a morir, Sabine es una crack con los primeros auxilios. Seguro que hasta tiene una chapa de esas de scout tan guais.

Estaba tan concentrada en ayudar a curar a mi amiga que no me di cuenta de la llegada de Mike hasta que comenzó a narrar lo sucedido. De nuevo, sentí que todo el miedo se me atragantaba y se convertía en rabia.

― Malditos cabrones ―murmuré ante la mención de los adultos―. Es que sabía que no eran trigo limpio. Tendríamos que haber huido del tonto del culo de Don…

Del resto del relato con lo que me quedé fue con que Alex se había perdido, o estaba en peligro, y que los niños iban a ser devorados.

― Llévanos hasta ellos ―pedí a Mike, decidida―. Cuando estemos cerca podemos intentar atacar por sorpresa. Ahora tenemos a nuestra lanzallamas particular.

Sabine sabía bien lo que tenía que hacer y, mientras Mike les contaba lo que había pasado cuando ellas se habían escabullido, se afanó por dejar a Elodie con un vendaje e incluso un cabestrillo improvisado para que no moviera mucho el brazo. Explicar qué había pasado a los padres sería complicado, pero al menos Elodie ya no sangraba y seguramente la herida no se infectaría, en ese momento aún dolía.

Tenían que buscar a Alex y a los niños, aunque ese agujero del que hablaba Mike era bastante interesante. Em parecía más interesada en eso del agujero de fuego que había contado.

Desandaron más o menos los pasos de Mike, aunque no tenían ni idea de cómo llegar a esas escaleras de piedra. Elodie había dicho que las habrían construido los indios, pero los nativos americanos eran nómadas y rara vez dejaban construcciones como aquellas. Comerciaron ampliamente en todo el continente durante miles de años mientras migraban, y conocían las rutas de las canoas para moverse de norte, oeste a este y luego al sur en las Américas.

Era todo muy extraño y los amigos del senderismo conocían aquel lugar, seguramente de sus salidas por los bosques que organizaba el club. Entre ellos no solo se encontraban Gladys la bibliotecaria y Tony el dueño del bar, había al menos cuatro o cinco adultos más que componían el club y que aquella noche al menos dos de ellos acompañaban al grupo que trataron de atrapar a Mike y se habían quedado con Alex.

Hablan de Alex, en su caminar dieron con él. Había rescatado de alguna forma a los dos niños, que se le abrazaban desconsolados mientras él les intentaba hablar. No había visto a sus amigos, pues estaba demasiado concentrado tratando de calmar a los pobres pequeños. Se le veía algo incómodo en esa situación.

Los niños seguían abrazados a Alex y aún lloraban un poco, el mayor de ellos consiguió responder a algo de lo que le pregunto. Más o menos pues el desconsuelo que tenía llorando y lo asustado que estaba le habían dado hipo, entonces se le cortaban las sílabas y le faltaba el aire.

-Y f...fu.. fue el mons...- dio un suspiro grande y trató de recomponerse. -La c... co..cocosa les mordió, corrimos y nos escondimos- se abrazó fuerte de nuevo a su salvador, esperando que no los abandonara porque los adultos también les habían dado mucho miedo.

Alex con facilidad pudo soltar las cuerdas de los pequeños y no se percató por ello que a sus espaldas se oían unos pasos.

-¡Ahí está Alex!- señaló Em lo evidente para muchos, pero que hizo que el susodicho se diera cuenta que sus amigos habían llegado donde él se encontraba. 

Em se acercó muy cerca, miró a los niños y luego examinó a Alex, sin tocarlos pero muy detenidamente. Sus ojos escudriñaban cada detalle de los tres.

-Están bien- afirmó para todos y tocó ligeramente las muñecas de los niños, donde los habían atado los adultos. Tenían marcas por las cuerdas pero nada grave.

A Mike no se le escapó que Em prestaba especial atención a su relato de aquél círculo de fuego, y no le extrañó. Algo le decía que haber conocido a su nueva amiga y que de repente pasaran todas aquellas cosas extrañas en Romeo y sus alrededores no podía ser casual. Le alivió que las chicas estuvieran tan dispuestas a ir a ayudar a Alex y los niños, y ahora que Sabine había atendido a Elodie tenían que ponerse en marcha cuanto antes.

Aquél bosque se había convertido para él en un laberinto en el que todos los caminos parecían iguales, pero se esforzó por buscar señales que le indicaran los lugares por los que había pasado para tratar de llegar de nuevo hasta las escaleras de piedra. No lo consiguieron. Pero tampoco hizo falta porque acabaron topándose con Alex, que de alguna manera ya había rescatado a los pequeños. Mike exhaló un suspiro de auténtico alivio por primera vez en muchas horas al ver a su amigo y corrió hacia él.

—¡Alex, eres el tío más grande que he conocido! —le dio una palmada en el fuerte hombro nada más llegar a su lado—. En mi equipo siempre, chaval... ¿Qué ha pasado? ¿Cómo os habéis escapado?

Los niños estaban evidentemente asustados, pero seguro que al estar con el grupo lograrían que se calmaran. Mike miró alrededor, temiendo que en cualquier momento apareciesen Don o alguno de los otros. O peor, uno de esos bichos infernales. Pero al menos ahora que Em estaba allí con ellos, ya no estaban tan indefensos como antes. Por fin volvían a estar todos juntos.

-Woo...-Hannah debía de haber puesto cara de tonta mientras escuchaba el relato de Mike e intentaba asimilarlo todo. Más o menos creyó entenderlo, se perdió alguna cosa. entretanto ayudaba a Sabine -¿Así? -preguntó colocando el brazo de Elodie tal y como le pedía su amiga. No notó la mirada de Sab por la camiseta hasta más tarde, tenía que decidir si se la ponía manchada de sangre o continuaba solo con el pequeño sujetador. Se quedó como estaba, a fin de cuentas era igual que la parte superior de un bikini y no había mucho que tapar.

Estaba sorprendidísima. Don actuaba raro, y ahora se había descubierto el pastel. -Malditos cabrones. Sí. Tonto del culo de Don. Claro, vamos a atacarles -se vio a sí misma repitiendo las palabrejas de MJ. No se sentía mal decir esas maldiciones e insultos. No era lo suyo, pero no estaba mal. Te sentías como más libre.

-Son reptilianos, Elodie. Reptilianos camuflados de adultos que han debido suplantar a los auténticos. Al final vas a tener razón y todo. -rebuscó en su mochila, no llevaba armas ni el tirachinas de su hermanastro. Hannah podía ser de muchas cosas menos violenta, aun así se dedicó a recoger piedras adecuadas en el camino de regreso. Adecuadas para su mano, con el peso apropiado. Las guardaba en su mochila. No sabía si luego se las lanzaría a los adultos pero al menos ya tenían un arsenal. 

-Ninguno son nuestros padres. Es un alivio. ¿Os imagináis si somos hijas de reptilianos? ¡También lo seríamos nosotras! -lo decía con cierta gravedad, de esa manera que nunca quedaba claro si era en serio o bromeaba. 

Se dieron de bruces con Alex y los niños- ¡Alex!¡Qué bien! -Le dio un abrazo grande. Vio una piedra cercana, que resultaba un buen proyectil y la cogió a continuación.