Partida Rol por web

No pudo evitar sentir cierta excitación mientras leía aquel diario. Era como si todas las piezas fueran tomando forma y el dibujo, antes borroso, se fuera mostrando cada vez más y más claro. Casi le molestaba estar compartiendo momento de tanta revelación con gentes vulgares como el agente McRae o esa periodista, quien no podía evitar dar su opinión, sobre todo.

- Creo que te equivocas querida con respecto a la muerte de los secuestrados. Como bien viene indicado, quiere quemarlos, pero aun no lo ha hecho. Parece que necesita realizar algún tipo de ritual. – Eva volvió a leer aquellas líneas – Parece que habla de un Rancho. Humm. Si ha estado operando desde este lugar, es muy probable que dicho rancho se encuentre cerca. Mientras estaba fuera he visto un claro producido por la tala de madera. Han estado aquí preparando todo. Por ello, no debería estar demasiado lejos el lugar. –

Entonces me giré hacia el agente Bushemeyer.

- ¿Conocen ustedes esta zona? ¿Saben si hay algún rancho por aquí cerca que pudiera pertenecer a esta gente o que pudiera estar abandonado? No deben andar muy lejos –

Entonces se aproximó un poco más a George y le habló en voz baja, intentando que el resto no los oyera.

- No me gusta el último apunte. Parece que nos están vigilando. ¿Ha notado algo? –

Eva seguía bastante nerviosa y excitada, pero pensar en que les podían estar siguiendo no le gustaba nada. No había notado nada a no ser…

Entonces miró a todos los presentes.

El hombre resopló nuevamente, no le gustaba el cariz de todo aquello.
Y volvió a mirar la escena, todo aquello no tenia sentido. Un sótano para ocultar algo que bien podía esconderse en la chabola de arriba.

No, algo no estaba bien. Finalmente, solicito el diario y el mismo echo un ojo a lo que ponía. No le gustaba. Y sabia de alguien a quien le iba a gustar aun menos.

El capitan. Era de esa clase de tipos a las que las cosas que no se podían explicar en dos palabras no le gustaban y toda aquella historia no le iba a gustar un pelo.

.-Es el momento de marcharnos-.

No era una orden, pero sin duda no iba a quedarse esperando, ni a las dos chaladas ratas de biblioteca, como a su inepto compañero.

Camino hasta la escalera de mano, y farfullando sobre el dolor de su pierna fue subiendo la escala hasta llegar al suelo de la destartalada casa en mitad de la nada. 

Salieron del sótano llevando con ellos el diario. Pero cuando Duncan estuvo lo cerca de la puerta ¡un disparo le pasó rozando la cara! Lanzando una maldición el agente se tiró al suelo, cubriéndose tras la cocina mientras desenfundaba su propia arma. Tras él Bushemeyer pudo ver, a través de una ventana, a un tipo con una escopeta que apuntaba hacia el interior de la casa. Iba embutido de negro de arriba a abajo, capucha incluida. Antes de tirarse al suelo para evitar recibir el segundo disparo, que reventó el cristal de la ventana, pudo ver que al menos había otras dos personas embozadas de negro entre los matorrales, aunque no tuvo tiempo de distinguir si iban armadas o no.

Las mujeres, al escuchar los disparos, se parapetaron, por puro instinto, cada una a un lado de la puerta de la habitación. Pero si los agresores rodeaban la casa iban a estar en un problema...

Bushemeyer empezaba a estar muy confuso y preocupado. Hasta donde llegaba el ritual, que pretendían conseguir con él. Por ahora se había limitado a dificultar la búsqueda con su pasividad, era algo que no le comprometía directamente, tenía que mantener su trabajo y alejado a la policía, la mejor manera de actuar era no hacer nada. Pero si la investigación se acercaba mucho a la secta tendría que actuar y eso era algo que disgustaba a Bushemeyer.

.- Maldita sea. Esto es una trampa mortal-.

Dijo el hombre color al tiempo que sacaba su arma. No tardarían en rodear el perímetro y disparar.

Levanto la voz para gritar a los de fuera. Con vanas esperanzas de surtiera efecto.

.-ALTO, POLICIA. GUARDEN SUS ARMAS-.

Miro hacia atras. 

.-No se les ocurra asomar la cabeza. Esta gente va a tirar a matar, y si nos capturan vivos…-.

No termino la frase, todos tenían una idea aproximada de a que se dedica aquel grupo de infelices seguidores de vete tu a saber que.

Camino en cuclillas, hasta la ventana. Asoma la gorra por la misma y en cuento esta salta en mil pedazos abre fuego.

La maniobra no había salido del todo mal, estaba seguro de haber herido a uno, pero ahora estaba bajo una ventana sin cristales, y delante de una tabla de madera con agujeros suficientes para no necesitar linea de visión directa para acertarle.

Mal asunto esto de los sectarios.

-Hay que salir de aquí-. Dijo tratando de que su voz no sonara asustada. -¿Dónde está el coche?-. Agrego mientras se escondía detrás de uno de los muebles y preparaba de nuevo la pistola. Esta vez tendría mucho más cuidado al disparar.

.- A trescientas yardas al menos -.

Loretta trató de disparar luego de regar los  liquidos   en el sitio, pero algo salió mal.

Eva se dejó caer en el suelo quedando sentada y con las piernas encogidas mientras rezaba por salir viva de aquello. El resto de sus compañeros comenzaron a disparar, pero eso era algo que ella no podía hacer. No tenía ni la habilidad ni las herramientas. Sin embargo, si sabía analizar situaciones y ahora mismo estaban en desventaja. Debía buscar una forma de detener esta carnicería.

"Al menos debo salvarme yo"

Y entonces se dio cuenta de que llevaba el diario en la mano. Rápidamente lo abrió y comenzó a ojearlo velozmente por si podía encontrar cualquier cosa, un nombre, un saludo, un código que esa gente usara y que la permitiera salir de alli. Mientras buscaba, las balas silbaban a su alrededor y el sonido de madera resquebrajándose inundaba la habitación

—¡El perro negro ha alcanzado a Jeremy!— gritó alguien.

Tenía que haber como mínimo tres, ya que de lo contrario aquel grito no tendría sentido. Duncan había logrado alcanzar a alguien ¿lo habría matado? ¿herido? Fuera como fuera había quedado en una posición desventajosa. Eso no le gustaba nada, pero era lo que había¹.

Por su parte Loretta no se estaba luciendo con el arma. El arma se encasquilló quedando momentáneamente inservible, lo cual provocó que la mujer entrara en pánico momentáneamente².

Bushemeyer seguía en su posición. Desde donde estaba veía ahora que un tipo parecía ir entre los arbustos intentando rodear la casa.

Eva revisaba, desesperada, las páginas del diario...

Eva no veía manera de encontrar un salvoconducto en el diario. Más bien al contrario. La fiereza y odio que destilaba contra la gente de color era tal que no le cabía duda de que si los capturaban acabarían de inmediato con Loretta y Duncan... y dudaba que luego quisieran dejar testigos del asesinato de un policía.

Pero entonces se fijó en un apellido que se repetía un par de veces. ¡Bushemeyer! El tal John al que se referían en las últimas páginas era John Bushemeyer ¡el antiguo alcalde de la ciudad! ¡el padre del agente que los acompañaba! ¡El padre de Bushemeyer pertenecía al Klan! ¿Lo sabría su hijo? ¿Sabrían aquellos asesinos que un Bushemeyer estaba bajo su fuego?

Eva quedó perpleja con lo que leía y no pudo evitar levantar la mirada y observar nuevamente la situación y a los agentes que seguían intentando luchar contra aquellos atacantes. ¿Podía significar que tenían una salida? Lentamente se puso en pie y se acercó hacia el agente Bushemeyer y comenzó a susurrarle al oído.

El apellido Bushemeyer se repetía una y otra vez en el diario. El padre de George pertenecía a esta secta. Mientras se aproximaba al agente, no podía evitar pensar en aquellas líneas que había leído hacia nada.

“Solo espero que el estúpido crio pueda mantener a la policía alejada”

¿Se referiría entonces a él? Entonces recapacitó con la extraña actitud del agente durante el interrogatorio de la mujer del judío, cuando parecía obviar pistas claras. Cuando estuvo a su altura, se aproximó a su oído.

- Se la verdad. Estas con ellos ¿Verdad? Si es así… ¿Qué hay que hacer para que dejen de atacarnos? Puedes contar conmigo. Yo también tengo cierto interés en todo esto –

Sus ojos mostraron una determinación como no habían mostrado nunca.

En un primer momento habría seguido a Eva hasta el infierno, era una chica muy guapa, pero la desconfianza y la promesa de un poder mayor hicieron que la desconfianza aflorara en él.

Matar o morir, todo se reducía a eso.

Parecía que haber herido a uno de ellos había echo que dejaran de agujerar la casa como si pretendieran hacer un gruyere.

No tenia claro dónde estaba el objetivo herido, suponía que tras alguna cobertura, pero sospechaba que alguien iría en su ayuda.

Esa era su oportunidad, sé tumbo y espero observando por un pequeño resquicio, y cuándo vio pasar algo delante de la mirilla disparo.

El tiro dio en el blanco, había sido un buen disparo. Es posible que el tipo se estuviera debatiendo entre la vida y la muerte. Pero ahora todo dependía de si el resto de los sectarios iban a por sus heridos o jugaban a ser dioses de la muerte.

De manera intuitiva, se desplazo hasta el otro lado de la casa, y busco con la ventana. Quería localizar al ultimo, si le daba la espalda aun tenían una oportunidad. 

El terror invadió a Loretta cuando vió que el arma se había bloqueado. Su hermano, quien se la regalo le dijo que la debía limpiar bien, pero posiblemente ella no le había hecho el mejor mantenimiento, así que la puta arma  se bloqueo en el peor momento, cuando  los estaban rodeando y tenian mejores armas.

-Hijos de puta

Murmuró pensando en su padre en todo lo que sufrio ella mientras sus manos temblorosas y  sudorosas trataban de destrabar el arma, el miedo de morir la acompañó todo el tiempo pensando que  era lo último que haría, que esos desgraciados  racistas y evidentemente adoradores del demonio ganarian una vez más, y la muerte de su padre y muchos otros en la legión negra quedaría impune.

Entonces como si  su manos estuvieran guiadas por el espiritu de su padre logró destravar el arma mientras  ella estaba sudando llena de terror.

"Los mataré" - pensó furiosa- "los mataré"

Mientras tanto volvia a disparar no sin mucho éxito.

George miraba a la muchacha intentando tomar una decisión de la que podría depender todo su futuro. El más inmediato al menos.

Duncan vio caer a uno de los sectarios —a otro, se corrigió— con su certero disparo. Sin embargo no lo festejó. Al contrario que los animales que los atacaban el viejo policía no sentía un odio irracional contra ellos. Incluso ahora, que los estaban intentando matar, se limitaba a ejercer su oficio y proteger a los demás.

Y las cosas irían mucho mejor si Bushemeyer tuviera un poco más de brío e hiciese algo. ¿Por qué no disparaba? Mientras se acercaba a la ventana cercana vio de reojo que el chico hablaba con Eva. ¿Habían encontrado algo en ese puñetero diario? Pero no tenía tiempo de preguntar. Al llegar a la ventana vio lo que sospechaba: ¡un tercer individuo se asomaba abriendo fuego! Loretta había logrado desencasquillar su arma y abría fuego con más rabia que pericia. La bala distó mucho de alcanzar al tipo que, rompiendo  la ventana, descerrajó un tiro contra la periodista. Ésta se vio impelida hacia atrás, cayendo al suelo y quedando a merced del tipo que, sediento de sangre, apuntaba para rematarla¹ ignorando a Duncan.

-Vale, creo que lo único que podemos hacer es entregarnos-. Le dijo a Eva. La situación se estaba descarrilando completamente y no había posibilidades de salir vivos de esa casa o de seguir manteniendo la tapadera. –Tu reduce a la periodista negra, yo me encargare del poli negro y la orden negra-.

La situación se había desmadrado completamente la periodista estaba muy mal erida y McRae no conseguía mantener la potencia de fuego necesaria para mantener alejados a los sectarios. Bushemeyer levanto finalmente su arma, aunque no estaba apuntando por una de las ventanas, el arma apuntaba directamente a McRae. - ¡Viejo, tira el arma! Aquí ya está todo el pescado vendido, no hay opciones de salir vivos de aquí. ¡Ríndete y negociaremos un trato! -.

Luego grito en voz más. -¡Alto el fuego! ¡ALTO EL FUEGO! ¡Soy George Bushemeyer, joder! Esta gente se rinde. ¡Mi padre os matara si me tocáis un pelo! -.