Partida Rol por web

Bushmeyer se había quedado paralizado, no supo reaccionar cuando salieron los perros. Solo cuando había transcurrido bastante tiempo fue capaz de apretar el gatillo de su arma. No había sido un buen disparo, pero rozo al chucho.

.-Pero qué demonios-.

Eso fue lo que espeto el agente al ver a su compañero revolcarse por el suelo. Y como suele decirse, la cosa se puso mas tensa.

Aprovechando que el maldito perro estaba atacando a su compañero, y para no meterle un tiro por accidente al novato, Duncan propino un puntapié al animal.

Uno que no hizo otra cosa, que no fuera enfadar mas al animal. Que se empezó a revolver como un loco. Al final se llevaría una dentellada él mismo también. 

.-Malditos paletos y sus perros muertos de hambre-.

-Gracias

Loretta estaba asustada, y se sorprendió al ver que McRae ha salido a su ayuda.

Ella esperaba que los perros no regresaban, así que escuchando el disparo del oficial blanco, piensa que se ha desecho del perro

Mira al rededor y no ve a la joven...

- ¿pero que se ha hecho  la señorita Green?

Mira al rededor tratando de ver donde pudo ir la joven, y además mirando en la cabaña si había algo importante, sea lo que sea Loretta se lo comunicaría al oficial McRae

Como impulsada por una fuerza externa, Eva sintió que tenía que volver sobre sus pasos. Algo había ocurrido allí, pero el final, la gran revelación, no sería en ese lugar sino en…

Su vista se dirigió hacia la extraña casa mientras corría entre los árboles en su dirección. Hacia los gritos. Hacia los disparos. ¿Qué era esa fuerza que sentía, que la impulsaba? Fuera lo que fuese, estaba ahí abajo. Cuando estaba cerca, se mantuvo oculta y comenzó a rodear la casa para ver si había otra zona por la que entrar. Por alguna razón, no quería compartir ese momento con ellos. Era su momento. Necesitaba verlo ella antes que nadie.

Loretta se giró para ver como el perro que la había atacado huía hacia el bosque¹. Se cruzó precisamente con Eva, que regresaba ahora de entre la foresta. La joven cristiana dio un grito cuando el perro pasó a su lado como una exhalación pero por suerte para ella el animal no se detuvo en el camino sino que siguió internándose entre los árboles.

Aunque McRae y Bushmeyer no estaban tan atentos al repentino regreso de su compañera. De hecho parecía que ni se habían dado cuenta de su falta. Y nadie podía culparlos porque tenían cosas más acuciantes que llamaban su atención.

Aunque Bushmeyer había logrado zafarse del perro² y levantarse la patada de Duncan no había hecho otra cosa más que enfurecer al animal, que se había revuelto hacia él. Lo peor de todo no era que lo hubiera trabado en la pierna³ con su doloroso mordisco, sino que lo había acorralado contra la puerta haciendo que el agente casi no pudiera moverse para zafarse de él⁴.

El agente novato no lo dudo, levanto su arma de nuevo y apunto al perro que desgarraba la pierna de Duncan. Seguramente un agente más experimentado no hubiera realizado un disparo tan comprometido, con toda seguridad podría dale a su compañero, pero Bushemeyer no pensó en estas consecuencias. La pistola parecía mucho más manejable y ligera después del primer disparo, y el olor a pólvora y sangre había disparado su adrenalina.

El disparo atronó en la sala y el fogonazo impidieron ver a Bushemeyer el resultado de su disparo. Había sido la adrenalina la causante de la temeridad del agente o puede que hubiera sido su odio xenófobo al agente negro.  

.-Demonios-.

Duncan tenia la pierna y aquel perro del infierno no la soltaba, si seguía con la presa mucho tiempo, podría causarle lesiones de gravedad, además de aquel dolor lacerante que estaba empezando a alojarse en su columna y subiendo por su espalda.

Sabia que significaba, estaba viejo para estas cosas.

Apretó los dientes, y recordó las palabras de su tío Thomas, un hombre que había vivido y muerto en el campo, sin conocer nada más que las tierras que labro toda su vida.

Golpea en el hocico.

Así que golpeando con la culata del arma en el morro del animal. Con suerte soltaría su presa. Ahora mismo con eso se conformaba. 

Loretta veía que el perro estaba atacando al hombre, pero no  se atrevió a disparar por miedo de darle en la pierna,  era  increible  la mala suerte en relación a ese perro.

Mira a la mujer que  se habia alejado y pregunto

-¿ donde estabas?

Bushmeyer no estaba en las mejores condiciones para realizar ese disparo y las consecuencias fueron fatales: en lugar de alcanzar al perro la bala atravesó la pierna de McRae¹. El viejo policía estaba viendo como su jubilación estaba a punto de llegarle de forma expeditiva y, desesperado, golpeó el morro del perro con la esperanza de que su viejo tío tuviera razón.

Afortunadamente para él la tenía: con el culatazo en el morro el perro lanzó un lastimero aullido y se lanzó a la carrera, huyendo de la casa.

Duncan se dejó resbalar contra el marco de la puerta para terminar sentado. Sentía un dolor intenso en la pierna pero, afortunadamente, no parecía haber alcanzado ninguna arteria vital. Además el trozo del marco destrozado indicaba que la bala había pasado limpiamente.

A duras penas George se incorporaba en los escalones de la casa. Todavía miraba con su arma preparada alrededor, temiendo el regreso de los perros, pero lo único que vio en el claro era a Loretta que le preguntaba a Eva dónde había estado durante el altercado.

Por otro lado la puerta abierta de la casa mostraba un espacio amplio, de madera, ocupado por un gran armario, una cocina y un sillón con una gran alfombra en el medio. Era el típico salón comedor de las cabañas de monte. Una puerta de madera al fondo conduciría, sin duda, al dormitorio. Y la otra, más estrecha, llevaría al baño. El sitio estaba lleno de polvo. En el suelo había heces de perro y en las partes más altas telarañas. Podría pensarse que llevaba tiempo abandonado pero una escudilla con comida para los animales indicaba que alguien se preocupaba de venir aquí de vez en cuando.

El viejo policía mantuvo los ojos cerrados y cara de dolor durante un minuto. Luego, con calma, empezó a mirarse la pierna. Para terminar sacando un pañuelo de tela del bolsillo de su chaqueta.

No era el pañuelo más limpio, pero tenia que tapar la herida, y era lo suficientemente holgado para poder atárselo a la pierna.

La situación era cómica y penosa al mismo tiempo. Dos perros casi acaban con los agentes, aunque estaba claro que para eso estaban allí, para ayuntar a los ignorantes que decidieran seguir aquel camino.

Una punzada de dolor le recorrió todo el cuerpo cuando intento incorporarse, y bramo.- Si querías acabar con mi vida, podías haber esperado a que estuviéramos solos-.

Estaba claro que estaba cabreado con su compañero, pero tenia mala baba para todos.

.-Y usted que es, un miembro de la mafia, a dónde se supone que va con esa pistola. Creo que puede meterse en un tiroteo como Billy el Niño y escapar con esa penosa puntería que tienen-.

El dolor, la rabia, y la frustración estaban muy enconados en su voz, pero hizo un esfuerzo para retener un grito de dolor cuando nuevamente intento incorporarse, y eso finalizo con la ronda de comentarios malsonantes, pero el que iba para la blanquita ingenua de la arboleda, ese se lo quedaba para mas tarde. 

Con mano temblorosa recargo las dos balas que había gastado, puede que hubiera más peligros dentro de la casa. Al principio, al ver como la bala daba a su compañero, sintió miedo y estuvo a punto de salir corriendo a ayudarlo; pero al escuchar la bronca del policía negro su visión cambio y deseo que la bala hubiera reventado la cabeza de ese recogedor de algodón. –Solo trataba de salvarle la vida-. Contesto simplemente.

Tras haber recargado el arma, con paso cuidadoso se acercó a comprobar que el resto de las habitaciones se encontrar vacías y sin más peligros.

Loretta sabía que había sido un accidente, pero  era curioso que justo McRae haya salido  afectado. Loretta entonces corrio hacia él y utilizó sus conocimientos en primeros auxilios para tratarle.  Ella tenia una cartera grande que tenia muchas cositas, entre ellas un frasco pequeño de alcohol y algodon (que usaba para pintarse sus uñas) y una bufanda de lino  que usaba a veces-

- Dejeme ayudarlo

Dijo Loretta    tratando la herida como pudo  u haciendo de la bufanda de lino unos improvisados  bendajes. Seguramente esto que haria ayudaría al oficial a salir adelante.

¿Esta seguro que quiere continuar?, creo que es mejor vaya a  un médico-  dijo bajo mientras habia terminado de atender la herida.

Cuando accedió al edificio su corazón latía desbocado por temor a lo que encontraría allí. La situación era dantesca. El perro lanzando tarrascadas a diestro y siniestro mientras los policías intentaban mantenerlo a raya. La joven quedó helada por un momento, que aprovechó la periodista para acercársele y preguntarla donde había estado.

- Fuera. Me había alejado para evitar se un estorbo cuando oí los disparos y… -

Pero no terminó la frase pues un nuevo disparo resonó en la habitación y esta vez pudo ver que fue el cañón de Bushemeyer. Pero no había dado al perro. El agente McRae parecía aguantar el dolor mientras se sujetaba la pierna. Por suerte, el disparo pareció ahuyentar al perro que quedaba.

Inmediatamente, la periodista comenzó a aplicar unos primeros auxilios por lo que Eva prestó poca atención. Estaba claro que allí había algo, solo había que encontrarlo. Se dejó llevar por sus sensaciones.

Loretta se apresuró a tratar la herida del viejo agente. El tipo podría gruñir lo que quisiera pero con la ayuda de la mujer detuvieron rápidamente la hemorragia y pudo incorporarse, aunque cojeante, un poco recuperado.

Por su parte Bushmeyer ya había entrado, con la pistola recargada, para comprobar las otras dos estancias del lugar. Efectivamente una de las puertas conducía a un baño y la otra a un dormitorio en el que había una cama de matrimonio con un par de mesillas a los lados y una alfombra en el suelo.

Cuando comprobó que en el baño no había nadie Eva los llamó desde la habitación. Bajo la alfombra había encontrado una trampilla. Se aproximaron todos para ver su descubrimiento y se vieron sorprendidos por el aspecto de dicha trampilla ya que parecía hecha de un material maleable, parecido al barro, y carecía de bisagras o tirador. ¿Qué demonios era aquello? Nunca habían visto una substancia como aquella. No tenía ninguna relación con el resto de la casa. Si se apuraban parecía que aquello no parecía tener relación con nada de lo que habían visto en su vida.

Lo más sorprendente fue que, cuando Eva se aproximó un poco para examinarla con más detenimiento, la misteriosa trampilla emitió un fulgor rojizo haciendo aparecer luego sobre su superficie la marca de una mano¹.

El hombre se puso en pie de nuevo, y aunque le costo horrores, tuvo una palabra para su enfermera. 

.-Gracias-.

Sin embargo, ver que en el registro llevaba la voz cantante la niña mimada no le parecía ni remotamente normal.

Antes de que pudiera explicarle un par de cosas sobre procedimiento policial, esta encontró una trampilla, y al acercarse la vio refulgecer con un brillo rojo.

.-Lo que me faltaba, mierdas paganas-. Estaba claro Duncan había visto muchas mierdas como policía en su dilatada carrera profesional, porque ni se inmuto.

Se acerco a la trampilla, y sospecho que se trataba de alguna mierda para reconocer a los sectarios antes de bajar. Con suerte, los de abajo sabrían que iban extraños, si es que con tanto disparo no lo sabían ya.

Puso la palma de la mano, esperando que con eso fuera suficiente para abrirla.

.-Estén atentos, no creo que unos chuchos sean lo único que encontremos hay debajo-.

Hasta el momento todo iba más o menos como pensaba. Unos tarados creyentes de alguna rama chunga de la religión, que tenían gente importante para amedrentar al KKK, y una casa con un sótano o galería que los llevaría a un lugar de reunión donde seguramente estarían torturando a los secuestrados, o casi seguro, haciendo sacrificios con ellos.

Putos chiflados blancos. 

Loretta luego de tratar de curar al agente se dió cuenta que habia hecho un buen trabajo. Se incorporó luego de que el le diera las gracias y se dió cuenta que estaba comenzando apreciar al viejo cascarrabias, sin embargo el miedo y la expectación  la hacían actuar  de manera rígida. Las explicaciones de la joven teologa de porque se había ido no eran para ella satisfactorias, pero no iba en ningún momento a custionar sus acciones. Sentía miedo luego de los perros que  habian escapado en el bosque, pero cuando entró a la cabaña la cosa empeoró.

Tocó la puertilla antes y al notar la consistencia de la puerta hizo un gesto de asco, pero nada la preparó para la señal en forma de mano que salió ahí...

-Esto es brujeria...- dijo ella  porque era la única éxplicación que podía darle a eso, no era nada bueno - esto es del demonio

Loretta repitió un poco lo que el pastor de la iglesia bautista local hubiera dicho frente al hecho.

-El KKK siempre han representado el mal-  dijo- pero esto solo confirma que son lo peor, no sé yo sí este simbolo representa una llave para entrar.

Loretta de repente había tenido una claridad en todas sus investigaciones que hasta el momento  no podía ver, siempre había asociado el KKK a iglesias de blancos, pero si eran simbolos paganos, simbolos demoniacos, quería decir que la legión negra era parte de eso.

Miró a la teologa,  y le dijo:

-¿Ha estudiado usted algo de esto?, ¿sabe algo sobre este símbolo?

Cuando Duncan puso su mano sobre aquella marca ¡la trampilla se desintegró! Todos se quedaron mirando, estupefactos, el espacio que un momento antes había ocupado el obstáculo. En su lugar ahora veían una escalera de madera apoyada en una pared que descendía hacia la oscuridad de un sótano. Pero ¿qué había sido de la trampilla? ¿Qué tipo de truco de magia había sido aquel?

El viejo policía contempló su propia mano extrañado. Pero no era en la mano donde sentía un cosquilleo. Era en su cabeza.