Partida Rol por web

Los dedos de Andre comenzaron a sangrar profusamente, agarrados a lo que se encontraba en la garganta de la mujer. Hizo fuerza para sacarlos, desgarrando su piel en el proceso y manchando la boca de la señora con su propia sangre. Conforme sacaba la mano, sacaba algo más que había conseguido apresar con la fuerza que le quedaba en los dedos.

Tiró y tiró hasta sacar lo que parecía una maraña de hierbas secas, trenzadas para formar una especie de cuerda que había bloqueado la garganta de la señora. Aquella mujer tosió violentamente hasta recuperar su respiración con normalidad.

El cuerpo desnudo de la mujer adquiría una palidez especial allí tirado, en la oscuridad del bosque. Mihail inspiró hondamente, procurando calmarse para no perder ni un segundo del descubrimiento. El equipo de rescatistas actuaba con rapidez, todos conocían su trabajo y se coordinaban con eficiencia, una sinergia similar a la que compartía él con la periodista, quien por alguna misteriosa razón había decidido guardar silencio en el momento menos oportuno.

—¿Chris? —retrocedió unos pasos, girando con la cámara al hombro— ¿Dónde quieres que me ponga? 

Pero Christina no estaba allí. De hecho, no parecía estar en ninguna parte.

—¿Chris? ¿Christina? Ya déjate de tonterías, te lo vas a perder...

Escuchó algunas maldiciones a su espalda, al parecer los rescatistas estaban teniendo dificultades, pero sus palabras le llegaban como de un sitio muy lejano. La linterna de su cámara apenas devolvía la silueta de árboles, hojas, y tierra, al parecer los únicos ingredientes de aquel bosque gris.

—¡¡¡¿CHRISTINA?!!! —se volvió hacia Ylia, sujetándolo por el hombro— ¿Habéis visto a Christina? Hace un segundo estaba aquí, joder. Este puñetero bosque de mierda es un laberinto. Préstame tu silbato.

Christina se sentía como un niño persiguiendo el camión de los helados, aunque en esta ocasión ni había camión, ni la música que ponen como sirena para identificarlos con el sonido y mucho menos dudaba que hubieran helados, pero aun así la ilusión, curiosidad y necesidad de encontrar algo movían sus pies.

No sabía hasta donde estaba yendo y tampoco parecía algo que le preocupara especialmente mientras tuviera el ruido localizado. ¡Estaba cerca, podía sentirlo!… o no.

La luz de su linterna hizo dibujos en el aire con tal de localizar por las copas de nuevo ese ruido, chasqueando la lengua y maldiciendo por lo bajini al haberlo perdido. Se escuchan ruidos en el bosque, podemos inventarnos alguna mierda de leyenda. Ya estaba intentando buscar las próximas líneas del guion de reportaje cuando se dio cuenta de que su pie se había atorado con algo, casi cayéndose de bruces contra el suelo y chocándose con algo desconocido.

Ya fuera por la atmósfera, por estar sola, por las desapariciones o vete a saber qué Christina gritó mientras agitaba sus brazos, queriendo quitarse lo que fuera que tuviera encima. ¿Algún animal muerto? ¿Bichos? ¿Ramitas? Le dolía la garganta del ímpetu del grito y tuvo que necesitar varios segundos para recomponerse, alejándose un par de pasos con la respiración alterada mientras enfocaba el origen.

¿¡Pero qué coño!? – Preguntó en voz alta, queriendo olvidar el ridículo que acababa de hacer. Se imaginaba que Mihail estaría en esos momentos riéndose en el suelo tras filmar su susto y lo emitiría en “Prime Time” como toma falsa, girándose para enfrentarse a él y encontrándose sola.- ¿Mihail? – Se había alejado del grupo, acababa de darse cuenta, y los rescatadores tampoco parecían estar cerca.- ¿Chicos? ¿Hola? ¡EEEEEEOOOOO! – Gritó, esperando llamar la atención de alguien o una respuesta mientras oteaba a su alrededor.

El bosque era un complejo de árboles y la oscuridad tampoco ayudaba a localizarse, pudiendo estar perdida en cualquier parte. Enfocó al espantapájaros de arriba abajo, un poco impresionada del tamaño y que alguien se hubiera molestado en construirlo en esa parte. Podemos grabar esto.- Se giró de nuevo hacia la dirección por la que había venido, o la que ella creía al menos, enfocando también con la linterna. Tenía que regresar.

¡Mihail! ¡Chicos! – Y avanzó mientras gritaba, esperando que alguno respondería a sus llamadas. Ahora empezaba a echar de menos la sirena de la furgoneta.

La mujer había mordido a André pero al menos habían logrado salvarla del ahogamiento. Vitktoria logró ayudar a que soltara la mano de su compañero e Ylia procedió a sacar el botiquín. 

—Joder, André. ¿Y la maniobra esa de apretar el estómago? —dijo cabreado, aunque no le podía culpar, en situaciones de tensión todos actuaban de manera precipitada. A él se le había olvidado hasta el nombre de la maniobra. 

—Aprieta los dientes que te voy a limpiar el bocado con desinfectante —dijo— Vicky, apunta con la linterna—, luego lo vendaría. 

El pesado del cámara volvía —Cállate un poco. Se habrá alejado a mear o a vomitar. Ahora la encontramos. 

Lo primero era André, lo siguiente la víctima helada, ahora con la manta térmica. Lo tercero era cualquier cosa y lo cuarto la tarada de la periodista. 

Christina se había alejado del grupo sin saberlo, el cámara no se había dado cuenta que había tomado otro camino y no la había seguido. El susto que se llevó con aquel montón de paja con forma extraña hizo que su corazón se acelerara. Jadeó y alzó la voz, tratando de reencontrarse con el grupo, pero al girarse ahí estaba...

...Otro montón se alzaba inmóvil y amenazador justo por donde la reportera juraría que había venido. Era como si se hubiera movido a placer, en un silencio absoluto que hizo que el corazón de la joven se aceleró y su respiración se hizo más pesada. Le era complicado ver con aquella niebla.

En algún lugar de la oscuridad sonó el silbato de André, quizás podía seguir el ruido. 

La mujer tosió y recuperó la respiración, pero no pareció emitir ningún sonido más. El equipo de rescate encontró a su lado un pequeño oso de peluche, pero ni rastro de sus ropas. Viktoria se encargó de liar bien a la mujer en la manta térmica, pues con la temperatura y la humedad podría entrar rápido en hipotermia. 

Mientras Ylia vendó los dedos de Andre tras desinfectarlos, podría haberlos perdido en esa maniobra. La fuerza de una mandíbula humana podía llegar a seccionar un dedo. Esa mujer igualmente necesitaba asistencia médica, es como si estuviera catatónica y era imposible hacerla caminar.

Cuando Mihail comenzó a llamar a Christina remarcasteis todos que no se encontraba con vosotros. Usó el silbato de Andre para que tratara de encontraros si es que podía, pero hace apenas unos segundos estaba detrás de vosotros, no debería de haber ido demasiado lejos. Por el momento no había respuesta, era otra razón por la cual quizás se encontraba en problemas la reportera. Aunque no simpatizaran con ella, el equipo de rescate no podía permitirse perder a alguien en aquel lugar.

Cuando Andre noto la presión en sus dedos pensó que sería solo un acto reflejo y empezó a gritarle. Al ver que la presión aumentó empezó a golpearle en la cabeza con la mano libre hasta que le pisó la cabellera e hizo que la mandíbula se abriera. Sacó aquella cuerda no porque quisiera, sino porque tenía los dedos engarrotados y liados en aquella cosa.

- JODEERRR!!...pero que puta mierda pasa aquí!! jooder!...putos chiflados de mierda. Agghh! - dice al tirar aquello, mientras se sostiene una mano entre la otra - estoy hasta los putos cojones de esto!...hija de puta - al ver como Ylia le toma la mano - no aguanto más esta mierda te lo juro.

André se comportó como todo un experto que era. Veterano de mil batallas como esa, sus ojos habían visto todo tipo de situaciones y su cuerpo lidiado con pesadillas. Pese al dolor que debía sentir y la hemorragia, mantiene el protocolo y trata de liberarse sin hacer daño a la víctima, arrastrando de paso aquel amasijo de hierbas de su garganta. 

Viktoria temía realmente por la integridad de su compañero. Fácilmente podría quedarse sin dedos y desangrarse. Aquello le había tomado totalmente desprevenida y la dejó un poco petrificada. Los gritos del cámara quedaban relegados a un eco lejano, que escuchaba pero no estaba procesando ahora mismo. Un zumbido en sus oídos aislaba todo lo demás.

- Joder, joder... - dice volviendo en si, cuando André consigue liberarse. Terminando de desaturdirse con el silbato que esta vez si perfora con violencia sus tímpanos. - Tenemos que subirla a la camilla y sacarla de aquí ya.- añade, a sus compañeros, dándose cuenta que tenían ahora tres fuegos abiertos: André y su herida, la mujer catatónica y la reportera desaparecida- ¿Dónde coño esta esta tía? Joder, mira que lo dije. Menudo puto lastre. - masculla, sabiendo que pese a todo tendría que buscarla, pero primero tenían que sacar a la señora de allí, así que procede a intentar subirla con cuidado a la camilla. - Ylia, necesito que me ayudes - le pide a su compañero, porque uno solo era difícil y arriesgado. 

Eso no estaba ahí.

Hubiera apostado todos sus ahorros y los de su familia a que había cruzado por un camino limpio y, al girarse, había un gran montón que debería haber visto por narices. No se ha movido, es francamente imposible. La mano que sujetaba su linterna temblaba, haciendo pequeños circulitos de luz al montículo.

No sé qué coño quieres, pero no tiene gracia.- No sabía a quién le estaba hablando pero necesitaba desfogar parte de sus nervios y miedos.- ¡Mihail! ¡JODER SAL YA! – Volvió a gritar, esta vez retrocediendo lentamente marcha atrás sin quitarle la mirada al montón, como si creyese que estaba jugando a “Luz verde, luz roja” y cada vez que no mirara esa “cosa” avanzara.

Pero lo escuchó, un sonido que reconoció y que sería el pistoletazo de salida para que se girara y echara a correr en la dirección que consideraba correcta, aunque con el miedo que llevaba encima lo más seguro es que fuera la contraria.

Si de algo estaba seguro Mihail es que Christina no había ido a mear en medio del bosque, ni mucho menos a vomitar, la reportera era perfectamente capaz de contener sus necesidades básicas o cometer actos desagradables como ser canibalismo extremo si con ello se asegurara un buen reportaje, y todo lo que había acaecido desde que se adentraran al bosque iba en esa dirección.

—Y una mierda, tío —dijo, escupiendo a un costado— Te digo que hace un instante estaba aquí y ahora no, y ni siquiera responde al silbato —a continuación miró a Viktoria— Si ella os parece un lastre no veáis cuando la mitad de las cadenas de San Petersburgo vengan a investigar qué cojones ha pasado con una de sus colegas.

Todo esto lo dijo sin dejar de filmar, mientras intercalaba acercamientos a los dedos magullados de Andre y a las maniobras con la camilla, de poco serviría encontrar a la periodista si luego esta se enteraba que Mihail había perdido las tomas más interesantes y procedía por tanto a borrarlo del mapa.

—Venga, más rápido.

Ylia echó bien de desinfectante a la mano de André y luego la vendó como pudo. Le habían dado un buen bocado. 

—PIensa que le has salvado la vida, y quizá hasta salves algunas de las falanges —trató de ser animoso. 

—Por supuesto que te ayudo, Vik —dijo a continuación, guardando el desinfectante y agachándose pasa poner a la herida en la camilla. Entre dos era posible. Uno no. Luego trató de levantarla. 

—No hay tiempo de buscar a Christina, volvemos hacia la furgoneta y haremos que esta mujer entre en calor. Avisaremos al otro equipo y luego volveremos. 

El cámara era un poco pesado. 

—Que vengan, más trabajo. Igual me meto en la privada y les hago de guía turístico. Esta mujer morirá de hipotermia si no la dejamos en la furgoneta con la calefacción puesta. Tu jefa puede aguantar un rato, estaba abrigada. Se habrá ido a ver los putos símbolos.

La reportera dio un par de pasos alrededor alterada. No oía ni veía nada. La oscuridad y la niebla que parecía elevarse desde el suelo y recorrer cada rincón para opacar la oscuridad, no le permitía discernir cuál era el camino que había cogido. Se sintió perdida y angustiada, a su memoria llegaron recuerdos de las leyendas sobre ese bosque, de los desaparecidos y de los numerosos cuerpos encontrados. Temía dar media vuelta y encontrar uno de esos cadáveres pálidos, mirándola con sus ojos vacíos y esperando arrastrarla con él a un nicho en aquel frío bosque.

Sus gritos no dieron lugar a que Mihail saliera de detrás de aquellos espantapájaros, pero pudo distinguir el sonido del silbato de André y juraría que no estaba tan lejos como pensaba. Corrió en esa dirección hasta ver cómo el equipo de rescate llevaba a una mujer en una camilla, liada en una manta térmica.

El equipo de rescate subió a la mujer a la camilla, inmovilizándola como mandaba el protocolo. Recordaban que tenían algo de ropa vieja en la camioneta, pues era habitual encontrar cuerpos con la ropa al lado. La mujer llevaría la ropa de un cadáver pero siempre sería mucho mejor que morir de frío ahí.

La niebla comenzaba a espesarse conforme avanzaban, dando un aspecto blanquecino y lechoso a los haces de luz de las linternas. Era complicado ver más allá de dos metros delante de donde estaban, pero el equipo de rescate conocía lo suficiente bien el camino como para poder volver.

Es cuando estaban por llegar casi al vehículo cuando una sombra apareció entre la niebla, causando un sobresalto a los presentes.

La reportera volvió así junto al grupo. Su semblante estaba pálido y ligeramente descompuesto pero no pudo reprimir la sonrisa cuando se encontró con su cámara y con el resto del equipo de rescate.

Y ahí estaba su camioneta. Tenían que calentar a la mujer y seguir buscando, pues alguien más debía andar perdido en el bosque, eso habían dicho por radio. Quizás la rescatada podría arrojar luz sobre los hechos, aunque no parecía hablar apenas, catatónica. Su mirada se encontraba perdida, sin reparar en la gente que la rodeaba.

Ylia había cargado a la pobre mujer gran parte del camino, sudaba a pesar del frío y aguantaba como podía. 

Al llegar casi a la camioneta, vió que se acercaba la reportera.

—Pero... ¿Dónde ha estado? ¿No se da cuenta que se puede perder? ¡Hay vidas en juego! ¡Esto no es su mierda de ciudad, con farolas y cobertura! 

Respiraba pesadamente. No soltó la camilla, sino que dejó que Vik le ayudara a meter la mujer y encender la calefacción dentro. 

Andre revisó el vendaje. Le dolía pero después del dolor intenso del desinfectante ya todo era más pasable. Se resguardó la mano en el bolsillo ancho de la chaqueta y se encaminó junto a sus compañeros dispuesto a alumbrar.

Al ver la cara de la periodista y como se dirige Ylia a ella, deduce que se habría extraviado, cosa que ni siquiera había tenido tiempo de pensar.

Al llegar finalmente a la furgoneta, se dirige directamente a la puerta del conductor y de ahí a la emisora:

- Equipo de Salvamento Alpha Lima a base. Repito, Alpha Lima a base...tenemos una mujer inconsciente ¿me reciben?...Alpha Lima a base ¿me reciben?...

El arduo trabajo de transportar a la mujer en la camilla, hizo que Viktoria casi se topara de bruces con la sombra, que no había visto con mucha antelación. Cuando la sombra resulta ser Christina, experimenta un profundo alivio.... pues la noche se podría haber tornado un auténtico desastre si encima tenían que buscar a la reportera.

- Te avisamos que tuvieras cuidado - dice simplemente, pues Ylia lo había dicho todo.

Mientras Andre da aviso a la otra unidad, ayudo a Ylia a cargar a la mujer en la furgoneta y conecto la calefacción, a la vez que echo mano a las ropas que tengamos por ahi, para cubrir mas a la señora.

Había corrido tanto que le dolían las piernas, ardiéndole a cada paso también por el miedo que llevaba encima. Sin embargo al ver por fin el vehículo y la cara de aquellos que fueron con ella sintió alivio y esperanza, teniendo incluso la necesidad de darles un beso en la coronilla a cada uno mientras le prometían que no la dejarían más sola.

Apoyó las manos temblorosas sobre las rodillas, tomando el aire que había gastado en ese recorrido mientras escuchaba sus quejas. Estaba tan contenta de haber encontrado el camino que hasta casi pasó la reprimenda. Casi.

¿¡Cree que había ido a mear detrás de un árbol!? – Gritó alterada, aunque había sido más por el susto que todavía tenía encima que por ellos. Aun así se incorporó tras toser un poco, necesitando unos segundos de respiro para calmar sus pulsaciones.- Escuché un ruido ¿vale? – Se giró para mirar el bosque buscando la dirección, pero ni siquiera estaba segura de por dónde había ido.- Pensaba que era uno de esos hermanos o cualquiera, yo que coño sé.- En realidad tampoco sabía reproducir el ruido, había sido demasiado raro.- Llegué hasta una especie de espantapájaros gigante. Esa cosa era enorme, mediría cinco metros por lo menos.- Extendió los brazos, intentando gesticular su tamaño.- Cuando me di cuenta que me había ido sola os llamé.- Calló de inmediato, omitiendo una parte de la narración ya fuera por miedo, vergüenza o incredulidad.- En cuanto escuché el silbato vine corriendo.

Ya más tranquila, se percató de que había alguien más en el grupo. Una mujer misteriosa y que parecía ser una perdida en el bosque, aunque claramente llevaba mucho más tiempo desaparecida que ella.

¿Quién es? – La señaló con un golpe de cabeza y evidente curiosidad.