Partida Rol por web

21 Corij 433 AC

Han pasado dos días desde que conseguiste escapar con vida del zigurat infestado de muertos vivientes y el recuerdo de la primera bocanada de aire limpio todavía permanece fresco en tu memoria.

Tu nariz, en cambio, lo que registra ahora es el olor de tu cuerpo sudoroso y cubierto de sangre putrefacta. Has tratado de asearte lo mejor que has podido en las aguas fangosas del pantano, pero eso no es gran cosa. De haberlas bebido, seguramente hubieras muerto de disentería pero Gilean te ha provisto de agua limpia cada vez que le has rezado pidiéndosela. Y eso no ha hecho más que reforzar la creencia de tu guía de que eres realmente el Heraldo de la Neutralidad, la figura profetizada por las estrellas que salvará a su pueblo de la tiranía extranjera.

Aprovechas estas jornadas viajando en compañía de Threltheax para averiguar más sobre su pueblo. Es así como descubres que los bakali son más desconfiados y recelosos por naturaleza que la mayoría de las razas, se mantienen aislados y rara vez salen de sus propios territorios. A otras civilizaciones les parecen salvajes y sanguinarios y suelen ser retratados como más crueles de lo que realmente son. Aunque esta actitud es un estereotipo demasiado simple, no está del todo injustificada; los bakali, como raza, no tienen reparos morales especialmente fuertes contra la violencia. También son valientes y no temen a la muerte. De hecho, son especialmente hábiles en la guerra y el uso del engaño, las emboscadas e incluso las retiradas no son cobardes si la situación lo requiere. Todo lo relacionado con la guerra, en la victoria o en la derrota, se considera valiente para ellos. De ahí que su actual situación de servidumbre les resulte tan penosa.

También aprendes mucho del chamán sobre su religión y te sorprende descubrir que la suya no es una religión destructiva. Los principales dioses bakali son Krik'k lettz, que deduces debe ser el nombre que le dan a la diosa de la naturaleza Chislev, y el ardiente Sirr'ushush, que imaginas que será su representación de Sirrion. Ambos, dioses de la Neutralidad. Y, aunque el culto bakali a veces te parece salvaje y sangriento, las ceremonias más horripilantes son simplemente rituales de preparación de alimentos. La variada dieta de su pueblo va desde los insectos a los caimanes, pasando por batracios, frutas, huevos, aves... y prácticamente cualquier cosa que pueda encontrarse en el pantano; incluidos intrusos de otras razas. Tú, afortunadamente, todavía cuentas con suficientes provisiones como para no necesitar compartir su menú tradicional.

Tras las dos jornadas de caminar por el pantano, por rutas inexistentes que solo tu guía parece conocer y abriéndoos paso a través de densa vegetación, llegáis hasta la orilla de un gran lago. Éste, a diferencia de todas las demás formaciones de agua estancada que has visto hasta el momento por aquí, no contiene agua fangosas y densas, sino aguas cristalinas que fluyen libremente.

En el centro del lago se divisa una isla relativamente pequeña e irregular, de unos cuatro o cinco kilómetros de diámetro, en el que se alza un gran anfiteatro de piedra de aspecto ruinoso pero todavía imponente y un poblado de cabañas de mimbre y barro. Desde la distancia, ves a sus habitantes deambulando de acá para allá y, en el cielo, enormes criaturas reptilianas aladas que te parecen dragones, cabalgados por jinetes bakali.

Threltheax te conduce alrededor de la orilla del lago hasta un embarcadero escondido, alertándote ocasionalmente de las trampas ocultas dispuestas por su pueblo o de la presencia de vigilantes emboscados entre la espesura en los que no habías reparado hasta entonces. Pero, una vez en el embarcadero, insiste en que no es el tiempo propicio para cruzar hasta Mohrlexctlan.

Cuando le interrogas sobre cuándo llegará ese momento o cuál será la señal que confirme que el momento ha llegado, el chamán te asegura de forma calmada que no tiene ni la menor idea, pero que lo sabrá en cuanto ocurra.

Decides tomártelo con filosofía hasta que, varias horas de paciente espera después, ves acercarse al embarcadero a otro grupo. Un grupo al que conoces perfectamente y a cuyo guía jurarías que le viste desaparecer bajo las turbias aguas del pantano hace varios días, durante el ataque de la rana alada que casi te cuesta la vida a ti también. Aunque puede ser también que simplemente todos los bakali te parezcan iguales.

21 Corij 433 AC

Han pasado cuatro días desde que os enfrentasteis al venenoso wyvern, pero el recuerdo de vuestra incontestable victoria sobre él todavía permanece fresco en vuestra memoria.

Gracias a los misteriosos cuidados de Lluvia Estelar, Iblirack logró sobrevivir a aquel fatídico encuentro y habéis aprovechado estas jornadas viajando en su compañía para averiguar más sobre su pueblo. Es así como descubrís que los bakali son más desconfiados y recelosos por naturaleza que la mayoría de las razas, se mantienen aislados y rara vez salen de sus propios territorios. A otras civilizaciones les parecen salvajes y sanguinarios y suelen ser retratados como más crueles de lo que realmente son. Aunque esta actitud es un estereotipo demasiado simple, no está del todo injustificada; los bakali, como raza, no tienen reparos morales especialmente fuertes contra la violencia. También son valientes y no temen a la muerte. De hecho, son especialmente hábiles en la guerra y el uso del engaño, las emboscadas e incluso las retiradas no son cobardes si la situación lo requiere. Todo lo relacionado con la guerra, en la victoria o en la derrota, se considera valiente para ellos. De ahí que su actual situación de servidumbre les resulte tan penosa.

Desde que Iblirack recobró el conocimiento, el viaje por los Grandes Páramos no ha estado exento de peligros, con voraces caimanes y pequeñas partidas de goblins pululando por ahí. Afortunadamente, ninguna de estas cosas eran un desafío a la altura de vuestras notables capacidades bélicas y las habéis ido superando una tras otra sin esfuerzo.

Más complicado era conseguir alimentos y agua limpia para vuestro grupo. El primer problema lo habéis superado gracias a compartir vuestras propias y escasas provisiones, porque Thorwyn no dispone de las suyas propias y encontrar algo en el pantano que no sea alucinógeno o venenoso ha resultado verdaderamente complicado para las rastreadoras del grupo. El segundo de estos pequeños escoyos logísticos lo han resuelto por vosotros los espíritus de Lluvia Estelar, proveyéndoos de agua limpia cada vez que la mística le has rezado pidiéndosela; y eso no ha hecho más que reforzar la creencia de vuestro guía de que es realmente una manifestación de la diosa Krik'k lettz.

Tras la media semana de caminata por el pantano, siguiendo rutas inexistentes que solo vuestro guía parece conocer y abriéndoos paso a través de densa vegetación, llegáis hasta la orilla de un gran lago. Éste, a diferencia de todas las demás formaciones de agua estancada que has visto hasta el momento por aquí, no contiene aguas fangosas y densas, sino aguas cristalinas que fluyen libremente.

En el centro del lago se divisa una isla relativamente pequeña e irregular, de unos cuatro o cinco kilómetros de diámetro, en el que se alza un gran anfiteatro de piedra de aspecto ruinoso pero todavía imponente y un poblado de cabañas de mimbre y barro. Desde la distancia, veis a sus habitantes deambulando de acá para allá y, en el cielo, enormes criaturas reptilianas aladas que reconocéis como wyverns, cabalgados por jinetes bakali.

Iblirack os conduce alrededor de la orilla del lago hasta un embarcadero escondido, alertándoos ocasionalmente de las trampas ocultas dispuestas por su pueblo o de la presencia de vigilantes emboscados entre la espesura en los que no habíais reparado hasta entonces.

Pero, una vez en el embarcadero, vuestra sorpresa es mayúscula al descubrir a Kylian esperándoos allí en compañía de un hombre-lagarto de aspecto pintoresco.

El largo viaje por el pantano ha resultado muy instructivo y el descubrimiento de esta pequeña isla escondida en medio de un lago tan hermoso, un hallazgo fascinante. Pero lo que más feliz me hace sin ninguna duda es descubrir que nuestro amigo perdido no solo ha conseguido sobrevivir, sino que ha logrado llegar hasta aquí incluso antes que nosotros. 

Corro a abrazar a Kylian tan pronto como nos reencontramos con él, sin pararme a pensar siquiera en qué es lo que pensarán los bakali o él mismo de mi impulsiva reacción.

—Pensaba que te habíamos perdido para siempre. Estuvimos en la posada pero no te encontramos allí. El lugar estaba lleno de draconianos y... me temí que te hubiera ocurrido lo peor. Algo me decía que tu espíritu no había navegado el Río de los Muertos todavía y me alegro tanto de que sea así... ¿Estás bien? Tenemos mucho que contarnos para ponernos al día —entonces me doy cuenta de que le estoy abrumando con mi incesante parloteo y le dedica una sonrisa de disculpa—. Perdona, es solo que estoy tan contenta de que no hayas muerto... Todos lo estamos y Jiłhazhí más que ninguno, ¿verdad que sí?

Cuatro días. Cuatro días viajando por aquella maldita ciénaga con una legión de mosquitos que los hostigaban día y noche. Y ese condenado Iblirack. Por suerte sobrevivió a los caimanes y a las bandas de goblins. Que siguiera vivo para guiarles contribuyó un poco a que no estuviera siempre de mal humor.

Al llegar por fin al gran lago, la exploradora observaba el lugar y los wyverns que surcaban el cielo con recelo. Y el recelo aumentó cuando vio la insólita pareja que les esperaba en el rudimentario embarcadero escondido.

Enrielle se cruzó de brazos y observó al clérigo de arriba a abajo con una ceja levantada y expresión de desconfianza total. Definitivamente, ella no se alegraba de verle.

— Vaya, pues parece que no acabó en el estómago de un cocodrilo ni en el fondo de una poza, después de todo. — comentó con aspereza. — ¿Cómo has llegado aquí?

- ¡Lluvia! - Exclamó el sacerdote lleno de alegría al ver a su vieja amiga y correspondiéndole al abrazo con unas palmadas amistosas en la espalda. - Me alegro de verte. De verdad. - Le dijo de manera aparentemente sincera. A ti y a nuestro pequeño amigo. Miró al dragoncito de latón. - ¿Cómo estás tú? - Le preguntó a éste mientras le acariciaba el cuello. 

Entonces llegaron las preguntas y los recelos por parte de aquella mujer a la que casi ni conocía. Si alguien tenía que sentir desconfianza hacia él, no era otra que ella. Eso era más que evidente.

- ¿Cómo he llegado hasta aquí? - Repitió la pregunta. - De la única manera que un clérigo de Gilean llegaría a su destino. - Realizó una pausa premeditada. - Recorriendo la senda de la neutralidad. - Afirmó rotundamente. - Y bien... ¿Cual es vuestra historia? ¿A quien perseguís? 

El ceño de Enrielle se arrugó y apretó los labios. Recorriendo la senda de la neutralidad... Esquivar la pregunta y evitar posicionarse con esa respuesta no le gustó nada. Le apestaba a traidor, ese monje tan gris como su túnica. Sólo por Lluvia Estelar y su sincera alegría fue que se retuvo, pero no le faltaban ganas de agarrar al tipejo de la pechera y hacer que soltara la verdad entre zarandeos, aunque el hombre en cuestión le sacara una buena altura.

Pero en lugar de hacer eso, sólo apretó los brazos cruzados y gruñó.

— Hmpf. Que te cuenten ellos. Sólo decir que encontramos el pasadizo y dimos su merecido al posadero corrupto. — le explicó secamente, más para ver su reacción. Tampoco entraría en detalles acerca de la incursión y cómo se truncó a causa de cierto saco de mantas, cacerolas, o lo que demonios fuera que llevara dentro.

Apenas miró al hombre lagarto y su colorido tocado. La exploradora tenía muy claro que le tendría puesto el ojo encima al clérigo de Gilean todo el tiempo que estuvieran con él.

—Pues la verdad es que no sabría decirte si somos nosotros los perseguidores o los perseguidos —respondo a Kylian, medio en broma, me dio en serio—. La noche en que nos separamos fuimos atacados por una banda de draconianos mercenarios. Tenían órdenes de matar a todos salvo a uno con coraza, al que debían llevar de vuelta a la posada. Como el único que tiene coraza eres tú, imaginamos que estabas en grave peligro pero no fuimos capaces de alcanzarte a tiempo. Llegamos a Robann al anochecer, pero estábamos agotados y no podíamos entrar en la posada discretamente con todos nuestros carros y caballos. Nos deshicimos de ellos y al amanecer, aprovechando que todos dormían aún, nos infiltramos en la posada. Pero... —guardo silencio, avergonzada, antes de confesar mi torpeza— di un traspiés, me caí al suelo en mitad del patio y eso alertó de nuestra presencia a los guardias que parecían estar esperándonos. Conseguimos mantenerlos a raya el tiempo suficiente para que Thorwyn se ocupara de las cerraduras del almacén. Tendrías que haber visto a Lowen y a Enrielle —añado, orgullosa y emocionada—. ¡Estuvieron fabulosos! Pero llegaron más draconianos y nos quedamos atrapados dentro. Hubiéramos muerto allí de no ser porque, una vez más, Thorwyn nos salvó al descubrir el pasadizo secreto. Los túneles nos llevaron a las afueras de Robann y desde allí nos adentramos en el pantano, pero nos perdimos sin remedio y todavía seguiríamos dando vueltas de no haber tenido la suerte de encontrarnos con Iblirack —señalo a nuestro corpulento guía—. Él nos trajo hasta aquí y no podría estarle más agradecida, porque sin su inestimable ayuda jamás te hubiéramos encontrado.

- Mi travesía fue bastante penosa también... - Respondió Kylian a la bárbara. - Al poco tiempo de separarnos fuimos atacados por dos caimanes. Uno de ellos acabó con Valev y aunque pude matarlo, me dejaron muy malherido. Vagué al borde de mis fuerzas hasta Robban y allí me reuní con el alférez Abrena. - Contó sin demasiados detalles. - Me encargó una misión y acepté. Debía llevar un mensaje al Sumo Sacerdote de Zeboim, lord Mondreth Arcagum. Aún lo tengo en mi posesión, aunque no he podido descifrarlo. Al parecer pretenden recuperar un arma de guerra poderosa, una de las antiguas fortalezas flotantes a partir de una antigua fortaleza élfica que está en estos paramos. - Hizo una breve pausa para que asimilaran lo que eso implicaba. - Me encomendó la misión junto a tres reptilianos, los cuales transportaban los tesoros robados hasta donde se encuentra el sumo sacerdote. Nos atacaron en el pantano unas extrañas criaturas. Ranas aladas, peleamos bien, pero acabé perdiendo la consciencia y ellos me salvaron y me llevaron junto al chamán con el que me encuentro. Él me encomiendo una tarea; debía explorar un peligroso zigurat y obtuve una revelación. Soy el Heraldo de la Neutralidad y el Azote de los No-muertos y como tal, liberaré al pueblo de los hombres lagarto del yugo de los nerakianos y vosotros, espero, me ayudarís.

—Esos son títulos realmente impresionantes, en cambio yo solo sigo siendo Lluvia Estelar. Está claro que a mí no me ha cundido tanto en tiempo —bromeo con Kylian, pero en realidad hay poco motivo de broma. Lo que ha conseguido él solo es verdaderamente admirable. Ninguno de nosotros hubiera logrado ganarse la confianza de los caballeros de Neraka como él lo ha hecho, ni hubiera demostrado esa sangre fría regresando a la posada sin escolta—. Puedes contar con nosotros para lo que necesites, nosotros también nos hemos hecho amigos del pueblo bakali y nos solidarizamos con su injusta situación. Merecen poder vivir libremente en las tierras de sus ancestros y no sometidos al yugo de los extranjeros. Por eso hemos venido hasta aquí, para que su líder nos diga cómo podemos ayudarles a deshacerse de los invasores que los tienen esclavizados.

Enrielle no lo había sabido hasta ese momento, pero si algo temía era a un sacerdote con una revelación. Ya cargantes de por sí, ahora con un motivo más para dar la murga sin ninguna piedad, enviado de los dioses y bla-bla-bla. Y allí enfrente lo tenía. Trabajando para los nerakanos y tratando de eliminarlos a la vez, o eso decía, pero sin terminar de posicionarse. Al menos parecía estar más cerca de ellos que de los otros, el Heraldo de la Neutralidad. 

La exploradora se adelantó con la necesidad de dejarle algo claro al adalid del gris que, con todo el rostro, pedía ayudantes para su sagrada tarea.

— Oh, claro que sí, clérigo de Gilean. Te ayudaremos. Pero que te quede claro que tú, ¿eh? tú — recalcó bien plantándole un dedo acusador en la coraza y mirándole desafiante desde abajo. En efecto, le sacaba por lo menos cabeza y media.— también nos ayudarás a nosotros. Nadie merece vivir esclavizado, así que liberaremos a estos hombres lagarto de los nerakanos, ayudándonos todos a todos, y juntos. — miró a los otros compañeros, a los confiables — Coincidimos en que además es la mejor manera de llegar al fondo de nuestra misión. La mejor, y la única por ahora, al parecer.

Thorwyn se consideraba una persona abierta. Conocía de primera mano la diversidad de costumbres y características de las diferentes razas que poblaban el continente, había aprendido a valorarlas y hacer buen uso de ellas, cuando surgía la oportunidad, pero Iblirack al final le resultaba hasta irritante. Esa condenada obsesión por la violencia le parecía enfermiza. Basar tantas cosas de su cultura en algo así era por lo menos tan irritante como la obsesión de los enanos por el acero. Pero lo que no soportaba más era toda aquella sssibilancia sssuya. Se le había atravesado el acento bakali, lo tenía decidido.

Así las cosas, la llegada a Mohrlexctlan supuso un alivio en la agonía sibilante en la que les tenía sumido su guía hombre-lagarto, cosas que el theiwar agradeció a los dioses en una plegaria silenciosa. Y, hablando de dioses y sus allegados, ¿¡no era aquel Kylian!?

El asombro por ver al clérigo de Gilean por un momento superó al de ver a los bakali sobrevolar el lugar montados en wyverns.

─Perseguidos, sin duda. ¿Así que lograste engañarlos? Bien, bien, he de reconocer que a veces me cuesta un poco reconocer mis errores, pero tal vez tenías razón. Al menos has conseguido sacar provecho de la situación. Nada mal. Y bueno, Heraldo de la Neutralidad y Azote de los No-muertos, ¿sabes dónde está ese zigurat? Confío en que si cumplimos con tu revelación y liberamos al pueblo bakali del yugo de los nerakanos podremos volverlos en su contra, localizar la fortaleza en la que se esconde la Orden y hacerles la vida considerablemente más difícil...

Las palabras de la nueva arquera del grupo hacia Kylian, para cualquiera que supiera entender los matices de los tonos, resultaba tajante y casi hasta amenazadora, pero la muchacha humana era desconfiada por naturaleza. Y si creía que podría doblegar la voluntad de un clérigo sólo con palabras, era más ingenua de lo que le correspondía para su grado de madurez racial con esa edad.

─Si es cierto que vamos a enfrentarnos a no-muertos, Enrielle, por lo que sé, los que no deberán separarse de Kylian seremos nosotros...

Algo como lo que se estaban viendo implicados, nada menos que un zigurat poblado por muertos vivientes, era mejor afrontarlo con un clérigo de su lado. Cualquiera con algo de sentido común, tuviera los prejuicios que tuviera, debía poder entenderlo. La palabra de Gilean pronunciada de determinada manera pondría en fuga o destruiría a aquellas criaturas con una facilidad pasmosa en comparación con los esfuerzos que podían llevar a cabo el resto de miembros de la compañía.

─Pero antes de partir habría que descansar un poco, comer algo y hacernos con provisiones y guía para el viaje. Incluso algo de protección. Y si nos prestaran algún valeroso bakali para que nos ayuden en la misión, también serían bienvenidos...

—Ssssseáissss quienessss seáisssss, ssssabed que lassss esssstrellasssss ya han esssscogido a ssssu campeón y el desssssafío ha ssssido azzzzeptado y sssssuperado —replica el chamán de los bakali a Thorwyn, poniendo de manifiesto la gran admiración que siente por la gesta de Kylian—. Nadie másssss entrará en el ssssagrado zzzzzigurat hassssta que sssse haya cumplido un año completo. Asssí lo dicta la tradizzzzión de nuesssstro pueblo.

—Ssssaludos, sssssabio Threltheax —interviene entonces Iblirack—. Sssabe que essstos forassssterossss no sssson menossss gloriossssossss que tu campeón del zzzzigurat. No una ssssino dossss vecessss me han devuelto la vida, dando muerte a un wyvern que mató a sssseissss de nuessstrossss cazzzzzadoresss y curándome de sssssu veneno mortal. No sssse había vissssto una chamana ssssemejante dessssde los tiempossss de los padresss de nuesssstrossss abuelossss —añade, señalando a Lluvia Estelar—. Yo doy fe de ssssu poder y digo que ella essss Krik'k lettz y ellossss su cohorte. Losssss traigo a Mohrlexctlan para que La Vozzzzz del Gran Ssssseñor ssssse regozzzzije con sssu llegada y losss honre como merezzzzen.

Al escuchar a Thorwyn, Enrielle se calmó un poco y pensó más allá de la escasa confianza que le generaba el clérigo. Tal vez, si el clérigo realmente se inclinaba hacia su lado, podrían tener alguna ventaja contra los nerakanos gracias a que contaban con que aún era leal a ellos. Estaba por ver.

Por suerte, y por lo que decía aquel chamán, Kylian ya había entrado en el zigurat y regresado victorioso. Tanto mejor. La posibilidad de enfrentar muertos vivientes le hacía sentir una fría punzada de temor.

Se puso de puntillas un momento para parecer más alta y volvió a darle con el dedo en la coraza a Kylian, mirándole a los ojos.

— Bueno, pero ya lo sabe... — dijo más tranquila, subrayando de nuevo con el dedo antes de apartarse.

Ya lo había dicho, y no quería interrumpir a los hombres lagarto en su discusión acerca de quién era mejor, si el campeón del zigurat o la diosa hecha carne y su cohorte. La joven no sonrió, pero en cierta manera le resultaba divertida.

Kylian escuchó atentamente a la exploradora. Llamarla "desconfiada por naturaleza" era poco. Aquella mujer no se fiaba ni de su propia sombra. Estar a su lado era realmente agotador, aunque quizás en algunas circunstancias pudiera ser hasta interesante tener tantas reservas. 

- ¿No es agotador? - Le preguntó a aquella mujer. - Relájate un poco. Te están saliendo arrugas en la frente de tener tanto tiempo el ceño fruncido. ¡Y eres demasiado joven para eso! 

No le dio más importancia a las palabras de Enrielle. Para aquel sacerdote las palabras no eran más que eso, palabras y no le podían herir. Sólo las acciones podían demostrar quién era cada uno y de momento Enrielle no le había hecho nada demasiado grave. De quien si tenía cierto recelo era de Lowenherz. Fue quien más se opuso a que siguiera el camino que Gilean le había marcado y por el momento no había dicho demasiado desde su reencuentro. 

- Comi bien ha dicho el chamán, entré en el zigurat en solitario. Derrote a trece no-muertos con una daga y la iluminación de Gilean y pude escapar de otros tantos. - Sonrió recordando su hazaña. - Me fue relevado lo que debo hacer, que no es otra cosa que liberar al pueblo de Mohrlexctlan de sus crueles amos. De esa forma se obtendrá el equilibrio. Gilean me guiará a la consecución del éxito, cómo ha hecho siempre y si no es así, es que escogí el camino incorrecto y me reuniré con él en su reino, si así cree que lo merezco. 

Trece. Trece no-muertos. Con milagros y una daga. Bueno, bien sabía Thorwyn que un buen uso de hechizos podía solucionar una buena cantidad de problemas, a veces en apariencia insuperables, y no dudaba que los talentos milagrosos de un clérigo bien eran capaces de llevarle a tal tipo de victoria.

─Impresionante. Pues tenemos una tarea en común. Supongo que deberíamos entrevistarnos con La Voz del Gran Señor para concretar los términos y pedir algo de ayuda. La ayuda siempre es bienvenida, ¿no es cierto? Sobre todo con las tareas de proporciones épicas. Mira que si al final lo conseguimos... ¿Cinco héroes poniendo en jaque a los nerakanos de toda la región? Vaya, eso sería una buena historia, ¿no creéis?

El gris, aburrido y avaricioso enano cuenta-monedas de Kalaman, por lo visto, poco a poco iba dejando paso a un más vivaracho y menos interesado enano, uno que disfrutaba haciendo sufrir a los malvados. O a los injustos. La mayor parte de las veces ambas corrientes iban en la misma dirección. Tal vez como el recién reunido grupo de héroes, pero en sentido contrario. Fuera como fuera iba a haber un buen choque de corrientes, eso estaba claro.

Lowen tardó en reponerse de la enorme sorpresa que le produjo encontrar a Kylian allí. La relación entre el solámnico y el de Gilean se había tensado tras su última despedida, y el caballero no confiaba más en el clérigo en ese momento que unos días atrás. Su aparición allí y su extraña historia no hacían sino acrecentar la sensación que Lowen tenía de que el clérigo había perdido el rumbo de su misión, entregándose a una búsqueda que en nada se parecía a la original. Suerte que no lo habían dejado todo en sus manos, o las pobres gentes a las que intentaban ayudar habrían quedado desamparadas.

Pese a todo, Lowenherz no dijo gran cosa. Dejó que hablasen e intercambiasen opiniones. Enrielle puso las suspicacias sobre la mesa, y él se limitó a esbozar una sonrisa cansada.

- Me alegro de que estés bien, Kylian.

Lo pensaba sinceramente, pese a sus diferencias y sus sospechas. El clérigo se había alejado de ellos irremediablemente, de su misión, pero tenía derecho a perseguir sus propios designos. Al menos, parecía, no les había traicionado. Eso ya era algo.

Después escuchó a Thorwyn, un tanto sorprendido de su repentino entusiasmo. Todos parecían entregados a aquella extraña tarea: liberar a los bakali. Sin embargo, el motivo de su viaje a aquella región era otro. Miró a sus compañeros, dejando inconscientemente aparte a Kylian.

- Comparto con vosotros el afán por ayudar a un pueblo a zafarse del yugo de sus opresores, pero no debemos olvidar nuestro cometido en este lugar. Vinimos a descubrir el lugar en que se esconden los nerakanos, para facilitar su desarticulación. Aún cuando hemos vencido a varios de ellos, pretender destruirlos por completo puede ser demasiado. Y no sólo esto: si escapan de nuestro intento y mueven su cuartel de lugar, todo el esfuerzo hecho hasta ahora habrá sido en balde.

Eso por no hablar del riesgo de acabar ahogados en la ciénaga, perdiéndose con ellos todo cuanto habían averiguado hasta ahora.

- Debemos ser cautos, actuar con mayor discreción que hasta ahora. Erigirnos en salvadores de esta gente será todo lo contrario.

— Hmpf — gruñó a Kylian. A ella no le impresionaba tanto. O más bien se esforzó para que no se le notara. No obstante, eso ayudó a que terminara de sosegar.

Lanzó una mirada sorprendida a Thorwyn. El enano parecía le ligeramente menos sombrío y más hablador. O quizás menos cortante. Le debían sentar bien los aires de las ciénagas. O quizás era que la empresa original empezaba a tomar unas proporciones cada vez mayores. Hablando de lo cual, asintió a Lowen.

— Es cierto. Debemos movernos con discreción y asegurar bien nuestros pasos antes de dar el siguiente. Podríamos dar un buen golpe a nuestros enemigos, lo que sin duda sería una gran historia que contar. — sonrió ligeramente al enano — Pero necesitamos más información, y tener la gracia de los bakali nos puede dar una enorme ventaja. Los cinco sólos en este lugar tan grande... — negó haciendo una mueca, dando a entender las enormes dificultades que tendrían que afrontar — Y si finalmente lograsen escapar de nosotros... bueno les habremos obligado a desplazarse, con el esfuerzo que conlleva en este lugar, y serán más vulnerables. — suspiró. Eso sería si su información no moría con ellos. — Pero antes de todo eso, yo también supongo que tendrá que darnos audiencia el gran líder de este pueblo, claro. — concluyó.

- Los bakali hacían de porteadores para los nerakianos. Ellos saben dónde se encuentran. - Afirmó rotundamente. - Coincido contigo, Enrielle, debemos hablar con él líder de los reptilianos. Tenemos el favor de su chamán. No por nada soy el campeón del Zigurat. - Le guiñó un ojo a la humana. - Pero todo a su tiempo. Estas buenas gentes tienen sus costumbres y no podemos adelantarnos. ¿O queréis ofender a sus dioses y ancestros? - Negó con la cabeza. - No conviene. - Miró a todos sus viejos amigos. - Os veo bien. - Afirmó sonriente. - ¡Sois todos unos supervivientes! Estoy convencido de que formamos un gran equipo. - Se acercó entonces al chamán. - Mis amigos deben estar hambrientos. ¿Podemos ir a algún sitio donde comer y descansar un poco? Tenemos que ponernos al día de todo. - Le pidió a su nuevo amigo.

Coincido con mis amigos en que forjar una alianza con los bakali sería positivo tanto para sus propios intereses como para los nuestros. Quizá por eso me incomode tanto que Kylian se refiera a ellos como "reptilianos", un término que podrían encontrar despectivo, y hable de ellos como si no estuvieran presentes o no pudieran entendernos cuando es evidente que hablan el Común. A su manera, como lo hago yo también, pero lo hablan.

—Es para mí un gran honor conocer a un miembro tan destacado del noble pueblo bakali —saludo al chamán, llevándome la mano al pecho e inclinando respetuosamente la cabeza—. No podríais haber encontrado un campeón mejor para vuestra causa que el... Heraldo de la Neutralidad, ¿es así? Yo soy Lluvia Estelar y no un avatar de vuestros dioses como Iblirack afirma tan amablemente de mí, solo alguien que ha contemplado con sus propios ojos el sufrimiento que trasgoides y humanos pérfidos pueden infligir a las gentes de Ansalon. Simpatizamos con vuestra causa y respetamos vuestras tradiciones. Por eso, si no deseáis decirnos dónde tiene su campamento nuestro enemigo común, os suplico que nos llevéis ante vuestro líder para que él pueda juzgar si somos o no dignos de su confianza.