Partida Rol por web

-¡Es hora de que te reunas con tu creador, bestia inmunda!-gritó el condejusto cuando alzaba su maza por encima de la cabeza.Protegido como lo estaba trás su escudo, descargó todo el peso de su arma contundente sobre la cabeza del licántropo, provocando un crujido.

El crujido que resonó en la cabeza del lobo, no fue suficiente para acabar con él. Uno de sus ojos prácticamente se desprendió de su rostro en el momento en que la maza plateada del conde impacto contra el mismo. No obstante, su fortaleza le mantuvo en pie y con ánimo de seguir batallando.

Dwama no comprendía como aquella criatura no moría. No podía concebir que tras tantos golpes, cuchilladas y cortes, no estuviera ya por los suelos. Sin duda era una criatura digna de admirar en el campo del combate, lo que no dejaba de ser un serio problema para ellos. No obstante, estaba dispuesta a acabar con él en ese precioso instante. 

Lanzó un ataque a la desesperada con la parte cortante de su urgrosh, pero rápida y hábilmente, el hombre lobo interceptó el golpe con su hacha. No contó sin embargo con el pico de la parte inferior, el cual Dwama clavó en el pie del licántropo, que quedó atrapado entre la legendaria arma de Gralick aliento de Ajo y el suelo, siendo imposible para Dwama desclavarla de la roca en la que había quedado anclado.

- ¡Muere! - Le grito la enana. - ¿Pero porqué no mueres? - Sollozó al ver como el licántropo en vez de obedecer la miró con ira y se dispuso a acabar con ella.

El licántropo descargó toda su furia sobre Dwama. Un hachazo se clavó muy cerca del corazón de la descendiente del linaje del gran Nugo y acabó en el suelo inconsciente y totalmente indefensa. La misma suerte corrió el conde. Un segundo hachazo se incrustó en su cuello, muy cerca de la yugular, Godofredo de Miramonte se desplomó mientras se desangraba muy rápidamente. Si alguien no hacía algo rápidamente, ambos morirían, no obstante, el hombre-lobo seguía en pie, confiado en su victoria, sobre todo tras acabar con dos de sus mayores adversarios.

No acabó allí su embite, pues aún tenía fuerzas para lanzar una dentellada en dirección a la joven, esbelta y menuda Elenair. La elfa no pudo evitar el mordisco que le agarró de un brazo tirando de ella. Sintió como aquellos babeantes colmillos se hincaban en su piel sintiendo un punzante y terrible dolor, sólo atenuado por el conjuro aún efectivo que recaía sobre ella y que había lanzado el conde. De hecho, las mismas marcas de colmillos que dejara el lobo sobre la piel de Elenair, se dibujaron en el brazo del inconsciente conde.

... sigo luchando con Wynloc, intentando esquivar sus embestidas y encontrar un hueco en su guardia.

En el siguiente embite, consigo lanzar un tajo con el kurki, que encuentra carne en su camino

Wynloc se llevó la mano al cuello. Aquel kurki había hecho un corte muy profundo en su garganta. Se miró la mano y la vio totalmente teñida de sangre. La vida se le escapaba al explorador tiñendo a su paso sus ropas de rojo. Miró entonces a Ruff. Sus ojos llenos de terror miraban con incredulidad al pícaro que sin duda había acabado con su vida. 

Wynloc cayó de rodillas y se llevó las dos manos al cuello, tratando de forma inútil de taponar la hemorragia. Trató de decir algo, pero no pudo. Sus cuerdas vocales habían sido seccionadas y tan solo un ruido ahogado y borboteante surgió de su garganta. Se recostó sobre el lado derecho se su cuerpo, sobre el frío suelo del encinar. La sangre seguía escapando de su cuerpo manchando la tierra mojada por el rocía de la noche. 

Wynloc cerró los ojos con una mueca de dolor en su rostro. Segundos después empezó a perder las fuerzas y sus manos se desparramaron sobre su cuerpo y sobre el mismo suelo. Sus fuerzas se agotaban, su vida se escapaba y había perdido la consciencia. Solo un milagro le salvaría y ese milagro parecía que muy difícilmente llegaría de la mano del licántropo, pues también estaba en muy mal estado.

El grito de la pequeña Elenair rompió la oscuridad. Una lágrima se desprendió de su ojo izquierdo y resbaló por su mejilla. El combate debía terminar ya o todos morirían. Ella no era una guerrera, no era una combatiente. Era una elfa de sangre pura, nunca se rendía, nunca abandonaría a un amigo. Dejó caer la flauta para asir la empuñadura con ambas manos y penetrar la dura piel del licántropo -MUERE!- El grito ya no era de dolor, era rabia, frustración y miedo a lo que llegaría sino derribaba a ese monstruo

El filo de Elenair atravesó el pecho del lobo. Un profundo aullido desgarró el aire resonando en el bosque entero. Las aves que ocupaban las copas de los árboles salieron volando alejándose del lugar, las alimañas y roedores de la zona correteando despavoridos en todas direcciones y el lobo dejó de aullar.

Contra todo pronóstico, la más pequeña de todo el grupo, la más débil en principio y la menos ducha con las armas, había dado muerte al licántropo. Su espada larga atravesó su pecho haciendo estallar el corazón de la bestia y sacando su punta por la espalda.

El hombre lobo cayó al suelo entre un charco de sangre. Su vida se extinguía a pasos agigantados. Habían vencido contra todo pronóstico y en las condiciones más desfavorables posibles. Habían sobrevivido, aunque... Eso podía cambiar en cualquier momento. Dwama y Godofredo agonizaban en el suelo. Tenían que hacer algo por ellos y rápido.

Al ver caer a la bestia, su perro comenzó a montar su cadáver como para indicar quién mandaba en ese encinar.

Timmy corrió hacia el Conde, aún podía estar vivo, eso le hizo recordar cómo hacía unos 3 años, el Conde estaba en la misma situación, con una hilera de 9 personas degolladas, pero optó por intentar una curación a la desesperada, salvando a Timmy en sus último estertores.

No estás muerto! Lo sé! Levantese Conde!! Es una orden!

El niño le arrancó algunas piezas de la armadura completa, quería taponar las heridas y darle la posibilidad al Conde de hacer uno de sus Milagros.

Con Wynloc desangrándose a mis pies, puedo ser consciente de lo que sucede apenas a pocos metros delante mío; dos de mis camaradas estánseiamente heridos, inconscientes; es menester socorrerlos cuanto antes.

El foso me separa de ellos; estando herido, evalúo rápidamente el riego de una caida fatal; prefiero correr y rodearlo, para llegar en condiciones de ayudar a mis amigos. Pero antes... por si acaso... recojo el arco largo del agonizante cazador..., no sea que recupere la vida por milagro... no me planteo rematarle, que es lo que se merecería, porque me haría perder tiempo

El joven muchacho supo aplicar las enseñanzas básicas en cuanto a primeros auxílios que le había enseñado el conde puesto que con sus infantiles manos fue capaz de taponar la herida más grave de forma bastante acertada.
Eso sumado a los gritos del niño hicieron que Godofredo abriese los ojos, si bien estos estaban algo idos por la terrible falta de sangre.
-¡Que me muera si flaqueo!-logró gritar de forma automática al recobrar la consicencia.
Tras incorporarse con un quejido de dolor, observó el sangriento panorama que se le presentaba y rápidamente se hizo a la idea de lo que debía haber ocurrido.
-¡Dulce dama!¡Os encontráis bien!-Dijo al ver a Elenair con las superficiales heridas de un mordisco. Fue entonces cuando sus neblinosos ojos se posaron en su camarada enana, aparentemente muerta.
-¡Dwama!¡Por todos los salmos!¡Dejadme espacio! Tambaleándose se situó frente a su compañera caída. El conde no tenía demasiada mejor pinta que la enana, su piel estaba blanquecina como si estuviese enharinada y su frente estaba perlada por gotas de sudor, si bien al menos mantenía de momento la consciencia.
Dejándose caer de rodillas al lado del cuerpo de la enana, alzó ambos brazos al cielo junto con su mirada.
-Domine, servum tuum poenas nostris mortuus est, eo magis a malo inflicto vulnere tua. Qui pugnavit pro vobis vulneribus medetur
Una luz azulada envolvió a Dwama y sus heridas dejaron de sangrar, muy al contrario empezaron a cerrarse.
En cuanto la luz perdió intensidad, se desvaneció de igualmanera que hizo Godofredo, puesto que volvió a perder el sentido

-Sir Godofredo, permitidme que os asista para tratar las heridas de Dwama, no soy tan experto como vos en curar herida, pero os ayudaré en lo que pueda, hay que cerrarlas pronto o se desangrará; Elenair, llevate al pequeño Timmy de aqui, no es algo que un joven tenga que ver- Él pequeño ya ha tenido demasiadas emociones por hoy, no es necesario que tenga otra más -Id a ver como esta Ruff, seguro que se alegra de verte la cara- Le digo a Elenair.

Soltó las manos de la espada que aún se encontraba clavada en el cuerpo del licántropo -Sir Godofredo, sus heridas son lo primero. Las mias sanarán, son solo unos rasguños- No era cierto. Elenair quería ayudar a la Enana y al resto del grupo pero sus conocimientos de medicina eran nulos -¿Necesotas algo para curarla?- Entornó los ojos para ver a los demás. Todos los enemigos abatidos y ahora llegaba él pero momento, el dolor de las heridas.
Recuperó su instrumento, la rama iluminada y su arma en último lugar. No se atrevió a introducirla en su vaina, no con la sangre recorriendo el metal. Esperaría hasta el pueblo para limpiarla cuidadosamente. Cuanto más luchaba menos le gustaba

Dwama abrió los ojos encontrándose rodeada de sus compañeros. Asustada se recostó buscando su urgrosh, pero entonces se dio cuenta de que el lobo estaba muerto y de que Wynloc había corrido la misma suerte.

- ¿Se ha acabado? - Preguntó. Tras hacer una batida rápida con la mirada y comprobar que todod sus compañeros estaban bien, añadió. - Está vez ha venido de un pelo... - Y se llevó la mano al hombro. - Duele... Creo que tengo la clavícula rota. - Y entonces sonrió. Estaba viva. Eso era lo importante.

El combate había acabado y por suerte, no habían tenido que lamentar víctimas. Wynloc les había traicionado. Su viejo amigo les había tenido una trampa y había tratado de acabar con ellos, pero... ¿Por qué? Era la pregunta que se hacían todos.

Pronto se reveló ante ellos parte del enigma. Allí donde reposaba el cadáver del licántropo, había sucedido algo. Aquella bestia peluda, con garras y portentosas fauces, había sido substituida por una joven y bella mujer que todos conocían al menos de vista.

Sin duda Serenya era el hombre lobo al que acababan de dar muerte. Era quien ahora yacía rodeada de un charco de sangre, portando la armadura que hasta hace poco llevaba el que fuera un terrible adversario y luciendo las heridas que entre todos le habían provocado.

Eso quizás revelaba el porqué de la traición de Wynloc. ¿Lo había hecho por amor a su esposa? ¿O es que entre los dos tenían pensado matarles para saquear después sus cuerpos sin vida? Ciertamente era algo que ya nunca sabrían con certeza.

El gran Timmy se quedó ojiplatico, no se esperaba que su misión de salvar a la druida era en realidad una trampa para que la licantropa les matara, tenían suerte de seguir con vida y debían entrenar mucho, sobre todo Valtonyc, para que un solo hombre lobo no les diera tal soberana paliza.

-Maldito explorador! como puede habernos hecho esto! Dwama! dime ahora mismo que le hicistes la última vez! Le estafastes con alguna reliquia sin valor? le vendístes un objeto mágico que se descargó al poco de usarlo? Le distes el mapa de algun tesoro después de usarlo? Eso sería típico de ti! Casi no lo contamos!

Tras esta regañina a la amiga del traidor, Timmy se acercó al cuerpo del explorador, seguía en el suelo pálido debido a la perdida de sangre, le recordaba a un cerdo tras el tajo para desangrarlo y no contaminar la carne. Comenzó a rebuscar en el cadaver, no se dejaría nada que tuviera de valor, aunque tuviera que desnudar al finado, luego lo dejaría ahí para ser devorado por las alimañas que sin duda nutrían el encinar y que tras la  muerte del licantropo volvían a hacer ruidos.

Mientras revisaba el cuerpo Timmy miró a las ruinas y añadió. Se que estáis débiles, pero no me extrañaría que tuvieran algo en las ruinas, no me quiero quedar con la duda de lo ocurrido aquí, sino tendré pesadillas unos cuantos meses. Si estáis demasiado cansados yo me acercaré a investigar con sumo cuidado, total, si hubiera algún enemigo mas, tocaría haber venido antes a ayudar a sus compañeros, y no me extrañaría que tuvieran a alguien ahí dentro atado como aperitivo para mas adelante. Sin duda esta era una de los principales miedos de Timmy, los rehenes, si había alguien en esa situación merecía el riesgo, eso siempre le recordaba a esas semanas que estuvo secuestrado por los miembros del culto del Mal Elemental hasta su milagroso rescate por parte de su actual grupo de compañeros.

Es nuestro deber. Tenemos que asegurarnos de que estos... Seres, estos asesinos, no tengan mas rehenes- Elenair sentía pena por el explorador, por todo lo que seguramente habría sufrido al ver como su amada mujer se convertía en licántropo. Esa transformación en un ser que no podía pensar con claridad, que abandonaba todas las noches la cama y su compañía para matar.
Aun me queda un poco de luz, vamos que te acompaño Timmy el Grande- Sn otra ocasión hubiese revuelto el pelo del niño. Ahora era ya un hombre por derecho un valiente guerreros y avezado explorador -Vas a ser alguien grande y tus hazañas serán narradas por todos los bardos. Yo contaré tu destino

.. por mi parte intento remendar un poco más al Don Godofredo, ya que la dama Dwama está algo más recuperada y parece que su vida no corre peligro. En cuanto al resto, más o menos tenemos diversas heridas... cicatrices que nos recordarán esta noche aciaga.

-Sí, nos queda mucho que hacer antes de volver a la aldea a descansar y dar parte a las gentes... Tenemos que asegurarnos de que no hay escondites, como dice Timmy, con rehenes; tenemos que ver si hay restros de otros desafortunados que hayan sido víctimas de una emboscada como la que nos pusieron, para comunicarlo a sus seres queridos si es posible. Tenemos que dar sepultura a estos desdichados.., aunque sea echándolos al foso que tenían preparado como trampa y tapándolo con puedras. Tenemos que intentar quitar los capos que hayan puesto...

No, si tenemos trabajo para rato...

-Y mirad si hay cosas que nos puedan servir bien, que hay quie ser práctico (deformación profesional)

Al menos, recuerdo una cimitarra, un arco largo y flechas, un hacha monstruosa....

Me fijo en Elenair; su dulce melodía nos ha infundido valor y dado fuerzas, pero ha corrido un grave peligro al estar en medio de la refriega.

-Elenair... tal vez, debería enseñarte a manejar la ballesta ligera que llevo; es fácil de manejar y cómoda de llevar, y no necesitarías arriesgarte tanto cuando haya lío; tu mera presencia -y tus artes de bardo- tal vez harían más efecto de este modo

Tras revisar el cuerpo de la licántropa Ruff se sintió un tanto incómodo. Había contribuido a la muerte de aquella mujer y de su marido. Cierto era que no les habían dejado oportunidad, pero los conocía ambos desde hacía tiempo. Nunca hubiera pensado un final como aquel.

Serenya portaba un camisonte de mallas que podía ser mágico, al igual que su terrible gran hacha. También tenía una ballesta ligera de gran calidad, con su correspondiente estuche para diez vitores. Además, localizó tres gemas que portaba en una bolsa anudada al cinturón. Parecían rubíes.

Wynloc, también portaba un camisonte de mallas. Tanto su armadura como su arco largo compuesto podían ser mágico. No así su cimitarra que sin embargo era de gran calidad. Además portaba trescientas doce piezas de oro.

Dwama se encargó de tirar los cuerpos sin vida de Wynloc y su amada Serenya una vez Ruff y Jack se encargaron de despojarlos de todos los bienes que podían serles útiles. Entre ella y el propio Ruff llenaron de tierra y rocas el foso.

- Sir Godofredo, creo que aunque hayan tratado de acabar con nosotros y pese a que casi lo consiguen, han recibido su justo castigo en vida. - Dijo la enana. - Quizás sería apropiado que dijera unas palabras para que acompañen a sus almas a la otra vida. ¿Lo cree conveniente? - Preguntó.

Elenair sonrió ante las palabras de Ruff -Caldo que si aunque no sé si tendré suficiente fuerza para colocar la cuerda- Si Ruff creía que iba a ser el único maestro estaba equivocado. La elfa ya estaba maquinado como enseñar a bailar al semiorco. Eran un buen contrapunto, habilidades sociales y de combate. Cada uno en su campo -Si La licántropo no hubiese saltado ese foso, quizás me hubiese dado tiempo de hechizar a su marido. Así hubiese sido más fácil y Sir Godofredo no hubiese resultado herido-
La parlanchina Elenair iba recuperando en buen humor y con ello la verborrea mientras continuaba los pasos de Timmy