Partida Rol por web

Cuando el posadero deja ante mi el tazón caliente me limito a agradecerle con un gesto de asentir la cabeza; tras ello me levanto parcialmente la mascara dejando mi boca accesible para llevarme las cucharadas de sopa.

A medida que me iba acabando aquel cuenco, notaba que mi cuerpo entraba en calor y una sensación de confort me invadía; me hizo pensar en los buenos tiempos, cuando comíamos y bebamos en la guarida todos los miembros del mi grupo.

Aquel demacrado viejo cerró uno de sus ojos abriendo mucho el otro, para tratar de dedicar una profunda mirada a la enana.

-El elogio no es mutuo enana, puesto que parece que seáis más corta que el mango de un chaleco... ¡Por supuesto que el duque es un mago! ¿Que te piensas que cambiaría el clima poniendo fogatas en los lindes del ducado...?

refunfuñó respondiéndose a sí mismo

-¡Y digo más! El duque es de vuestra calaña... aventurero quiero decir. Bueno, supongo que se tendría que decir que lo fue antes de venir a esta villa.

- ¡Jajaja! - La enana soltó una carcajada y dio una palmada en la espalda de aquella calamidad en forma humana que casi lo descoyuntó. - ¡Qué bromista sois, don Filiberto! Entiendo entonces que en una tierra tan protegida y custodiada por un tan poderoso mago y además aventurero, poca cosa pinta una banda libertadores como nosotros... ¿Verdad?

-Señor, el Duque debe ser, entonces, un mago sumamente poderoso!. Jamás oí hablar de un mago que pudiese alterar el clima, durante un período largo de tiempo, y en un espacio tan amplio como este valle. ¡Pero si hasta tenéis frutos del bosque, cuya temporada es otoño!. Sin duda, debe ser alguien muy especial

-... lo que me extraña, es no haber oído jamás hablar de este prodigio; estas cosas, suelen saberse en varias comarcas a la redonda...

... tras decir esto, una parte de mí se pone en alerta... sí que es extraño... por si acaso, por mero instinto, presto más atención a lo que pase alrededor mío; algo se me hace raro y no se lo que es

-¡Que se yo!-dijo respondiendo al semi orco -Supongo yo que sí que debe ser un mago poderoso. -Se encogió de hombros dando un nuevo sorbo a su bebida.

-Mira, si quieres que te diga la verdad, lo cierto es que tampoco conozco tanto al duque. Aquí donde nos veis, este terreno era hace un año tierra de pasto para ganado y una pequeña aldea de pastores y carboneros...

Hace dos otoños llegó el Sr. Hammond con sus cofres repletos de oro y de joyas... Pero ni uno ni dos, ¡No señor! ¡Una carreta tirada por 4 ponis que rebosaba de oro!- Sus ojos parecían brillar con el recuerdo de todo aquel oro.

-Si me preguntáis os diría que dudo que haya muchos monarcas en este mundo con más dinero que el Duque Hammond...¡Pero qué se yo! Lo importante es que venía con un permiso real firmado que lo acreditaba Duque del valle. El alguacil de la zona le dió el visto bueno a aquel pergamino y el señor Duque nos prometió prosperidad y futuro a costa de su oro... ¡Y que puñetas! basta vernos... hace un año esta era una aldea de 45 personas y a día de hoy creo que hay más de 300 censados. El dinero atrae a la gente, ya sabes...

El contertulio estaba a punto de seguir con su exposición cuando la puerta de la taberna se abrió de golpe.

Un aldeano con ropajes de trabajo entró en la taberna, oteando a los presentes a la vez que inquiría en voz alta

-¿Se encuentran aquí los aventureros recién llegados?

Poco trabajo le costó dar con vosotros, puesto que lo cierto era que llamabais la atención con respecto al resto de los clientes del local.

Con paso apresurado se dirigió a vuestra mesa y, dejándose unos pocos segundos para recuperar el aliento mientras se apoyaba con las manos sobre las rodillas, encorvando el cuerpo hacia adelante, siguió hablando.

-Señores, el Duque  quería invitaros a su torre... Si no es molestia, dice. Volvió a recuperar el aire con algunas bocanadas. -Dice que sería un placer para él si le quisieseis acompañar.

- ¿Hammond? - Aquel nombre le resultaba familiar a Dwama. - Recuerdo ese nombre. Puede que no estemos hablando de la misma persona, pero... - La enana meneaba la cabeza de forma afirmativa. - Una vez conocí a un tal Hammond.. - Miró entonces al anciano y le susurró algo. - Fue algún tiempo antes de conocer a estos mendrugos... - Le dijo como si fuera su confesor para luego soltar una carcajada y justo después dar un trago de cerveza. - ¡Qué buena! - Se limpió la espuma de sus labios con la manga se su camisa. - Podemos ir a ver a ese duque. ¡Pero antes me acabaré mi sopa! - Y tras una nueva carcajada se puso a ello.

Timmy estaba orgulloso con su historia narrada por la elfa , esperaba que en unos años se cantarán mas gestas suyas.

un mago hiper poderoso?? Vaaaáamos!!

El niño se bebió la sopa de un trago y pagó la comanda y urgió al aldeano a indicarle. Eso no se lo perdia.

-... yo también tengo curiosidad... apuremos la sopa de un trago, como si fuese cerveza...

Lo digo mirando de reojo a Dwama... se que no se resistirá a un reto de beber de un trago, cuestión de principios. Será curioso ver si puede con una bebida tan caliente y tan rápido. Apostaría a que lo compensa tomando inmediatamente una cerveza del mismo modo: de un trago sin respirar.

Seguramente habrá llegado a oídos del Duque lo magnífica que soy narrando historias, la pasión que le pongo, la intriga que genero- Elenair se fue levantando y miró al semiorco que aún sentado, le superaba en altura -Un mago nos llama y seguro que no es para realizar ningún ritual. Esta vez has tenido suerte y te libras de bailar- Sonrió para ver la reacción de su amigo Ruf.
¿Alguien conoce algo más sobre el Duque?- Sus ojos se posaron en Dwam ya que había dicho que en otro lugar había conocido a una persona llamada igual.
Elenair terminó palpando su mochila para encontrar el acero de su espada. Deseaba no tener que utilizarla más pero era consciente de que los asuntos de Magia nunca eran aencillos

-Aqueste tal Duque Hammond me llena de curiosidad... Es digna de verse la prosperidad que ha aportado a sus tierras. Me placería poder charlar con el tal lord.-En su voz no se intuía ni pizca de envidia por aquel feudo tan próspero.

Muy al contrario, Godofredo de Miramonte era alguien que conocía a la perfección la jerarquía nobiliaria y un duque andaba varios peldaños sobre un conde.

- Sinceramente Elenair... - Dijo la enana tras dar un buen sorbo a su caldo. - Cuando he dicho que me sonaba el nombre es porque realmente me sonaba. - Agarró su cerveza y la vacío casi hasta el final. - Se de oídas que un aventurero conocedor de la magia, un tal Hammond, ganó cierto renombre como cazador de dragones... - Se acabó la sopa. - Realmente no se mucho más, como tampoco sé si hablamos de la misma persona... - Vacío las últimas gotas de cerveza en su gaznate y tras golpear la mesa con ambas manos se puso en pie. - ¿Vamos pues?

Aquel aldeano esperó pacientemente a que os decidieseis a levantaros de la mesa.

Una vez abonada la cuenta, os condujo por las adoquinadas calles de la villa hasta la torre que habíais visto desde fuera de la empalizada.

Aquella torre de piedra grisácea se erigía sin pudor muy por encima del resto de tejados de aquella población y probáblemente era visible desde cualquier punto de la empalizada e incluso desde cientos de metros más allá de la misma.

A aquella hora las calles no ofrecían demasiado bullicio. "Casi todos están en las granjas" explicó el que os estaba haciendo de guía.

Ya en las puertas del torreón, dos guardias de aspecto bastante aburrido se limitaron a saludaros con la cabeza no poniéndoos impedimento alguno a entrar en el edificio que estaban vigilando; no había duda que estaban enterados de vuestra llegada.

El pesado portón se abrió aparentemente de forma mágica y os dejó el paso libre. El primero en entrar fue aquel oficioso villano que os había ido a buscar hasta la tarberna quien dando una apresurada carrera hasta una bella puerta de roble macizo, la golpeó con los nudillos antes de anunciaros:

-Señor Duque, aquí están los aventureros.- Nuevamente aquella puerta pareció abrirse por arte de magia, mostrando lo que parecía el interior de una inmensa biblioteca

En cuanto se abrió la puerta de aquella grandiosa biblioteca, los ojos de todos se dirigieron directamente hacia la figura que reposaba en el sillón situado frente a la hoguera que crepitaba y arrojaba una anaranjada y danzarina luz.

Quien ocupaba el sillón era un anciano de corta barba blanca vestido con una túnica de color blanco. Unos anteojos de hilo de oro se apoyaban sobre su nariz, cubriendo una mirada que parecía amable y confiada. Apenas tardó un segundo en esbozar una sonrisa y hacer un gesto con la mano a los recién llegados

-Vengan, vengan. Háganme el favor de pasar, no se queden en el umbral. Acérquense a la hoguera. ¿Gustan de un te? ¿un poco de bizcocho?¿ O quizás preferirían cenar ya? Quizás sea algo pronto...

- Si... - Respondió Dwama feliz ante la oferta. - Si a todo... - El duque encaró las cejas con gesto confuso. - Me refiero a que si me apetece el té con bizcocho y si me apetece cenar. Dwama se acercó a la hoguera y se calentó las manos. -En mi tierra las hogueras siempre están encendidas... ¿Sabe? - Le tendió la mano al duque. - Dwama, Dwama Pillin... Aunque algo me dice que ya lo sabe. - Sonrió. - Dígame... ¿Por qué estamos aquí?

Lo cierto es que tras el buen cuenco de sopa me apetecia mucho un té.

-Yo le acepto gustosamente esa taza de té, señor Hammond- Contesto al Duque

-Y si pudiera ser, ¿podría ponerle miel y un poco de leche?- Me moría de ganas de un poco de miel y leche, aaah que de tiempo hace que no los probaba.

Siento un profundo alivio...

El Duque, aparentemente, es un anfitrión amable, encantador incluso; está lejos del estereotipo que esperaba: alguien serio, severo, altivo quizás, pero estoy gratamente sorprendido

- Señor Duque, gracias por su hospitalidad. Es un honor haber sido invitado por vos

(a base de frecuentar la compañía de Don Godofredo, y con los siempre mordaces comentarios correctivos de Elenair, he ido refinando mis formas)

... y el profundo alivio que siento, es porque no nos han invitado a una fiesta oficial con baile, una de las situaciones que me aterrorizan en mis más profundas pesadillas...

El joven explorador estaba alucinado por todo lo que veía, y cuando el portón se abrió y cerró por arte de magia sus ojos resplandecieron.

Ualaaaaaaa! Es usted el mago? Que trucos puede hacer?? Yo quiero ser mago de mayor!!!

Su fascinación por la magia era la normal en un chico de su edad; Timmy recordaba como de pequeño a su ciudad, para las fiestas, llegaba un mago en su carrera a amenizar el espectáculo con fuegos mágicos que resplandecían en el cielo nocturno, no sabía si era un gran mago, pero para los niños del pueblo no había ninguno mejor, con su larga barba grisácea y su túnica gris, una vez incluso generó un gigante dragón rojo de luz que estalló para júbilo de los presentes,... Grendalf se llamaba, Grendalf el Gris.

Su inesperado anfitrión se presentó como Hammond Dragonkeeper, Duque de aquellas tierras y antiguo aventurero. Era innegable que el anciano agradecía la compañía de otros aventureros puesto que parecía estar esforzándose en que sus invitados se encontrasen cómodos y se sintiesen entre iguales.

En cuanto todos estuvieron acomodados en las sillas y servidos, Hammond se apresuró en tomar la palabra.

-Verán, muchachos. Lo cierto es que me vienen como anillo al dedo, si me permiten la expresión...-dijo el duque con una amplia sonrisa dibujada en su anciano rostro.

-Andaba con un proyecto arcano entre manos... el proyecto de mi vida a decir verdad. La cosa marcha viento en popa y espero que de su resultado provenga gloria, prosperidad y fortuna para estas tierras y sus gentes. Que digo... ¡Para todo el reino!- De su tono de voz se destilaba emoción y orgullo.- LLevar este proyecto a cabo me ha constado una fortuna... Toda la fortuna amasada en mis años de aventurero cazador de dragones, a decir verdad... ¡No he reparado en gastos! pero... ¿Que es una pequeña fortuna personal cuando el bien que se busca es la prosperidad de todo el reino?-Se dió una palmada en la rodilla.

-Pero bueno, a lo que iba... Como les iba diciendo el proyecto se encuentra en sus fases finales... apenas restan unas pocas pinceladas y lo cierto es que el punto de vista externo en este tipo de proyectos siempre es bienvenido e incluso necesario diria yo... Por lo cual me gustaría pedirles que mañana por la mañana me acompañen a la isla, echen un vistazo y me den su opinión. ¿ Que me dicen, camaradas?

Dwama no sabía que podía tener preparado aquel humano para ellos. Pese a que no le conocían absolutamente de nada, le aparentaba un hombre de fiar. Al fin y al cabo, había demostrado ser un buen anfitrión y eso para la enana era muy importante.

- Estoy conforme en visitar esa isla, mí señor. Respondió. Lo cierto era que aquel secretismo había despertado su curiosidad. - Me veo tentada a preguntar por lo que hallaremos allí donde quiere llevarnos, pero se que desea conservar el misterio, así que no lo haré.

Dwama se llevó a la boca una copa de vino servido recientemente y a la espera de que llegasen las viandas prometidas, aunque por alguna razón, algo le decía a aquella enana, que no Iván a llegar...