Partida Rol por web

Finalmente desembarcaron en la isla y un orgulloso duque Hammond les acompañó a tierra firme. Se encontraban en un pequeño embarcadero, con un pantalán de madera que recorría paralelo a un pequeño cabo. A la llegada del velero, algunos mozos llegaron procedentes de una pequeña caseta que se encontraba a pocos metros de distancia y ayudaron al capitán y a los dos marineros a desembarcar todas las provisiones que habían traído consigo los recién llegados.

El duque dio las órdenes pertinentes para que los mozos se encargaran de recoger el poco equipaje que los aventureros traían consigo y entonces comenzaron a caminar por un sendero bien marcado y delimitado con estacas y cuerda, abandonando la zona más costera de la isla. En pocos minutos llegaron a una carretera donde les esperaban varios carruajes y una vez en su interior, comenzaron el viaje hacia el interior de la isla.

La vegetación de la isla era muy frondosa y de apariencia tropical, lo cual era todo un sinsentido si pensaban a la altitud a la que se encontraban y la zona del mundo donde se hallaban. Lo cierto era no obstante, que de alguna forma, en aquel valle entre montañas, se había creado un extraño microclima, que por otra parte era de agradecer tras haber cruzado aquellas heladas montañas que casi acaban con ellos.

Tras casi tres horas llegaron hasta un fuerte construido enteramente en madera. Los muros de aquella construcción se alzaban hasta cinco metros del suelo y frente a un gran portón les esperaban dos guardias armados con grandes lanzas acabadas en un lazo de hierro.La construcción circular del muro que habían alzado, era enorme. No había torreones alrededor del muro, pero se observaban a varios soldados que montaban guardia alrededor del muro, subidos sobre una tarima a la que se accedía mediante escaleras de madera situadas en el interior. Desde su posición también veían un gran torreón central desde el que se podía vigilar el perímetro, como también toda la zona interior del fuerte.

- Señor duque… - Dijo uno de los guardias. – Está todo preparado, como usted dijo.

- Excelente... - Dijo entonces entre cruzando los dedos de sus manos y esgrimiendo una sonrisa maquiavélica. - ¿Me siguen?

El portón de la fortaleza se elevó a medida que el grupo se acercaba a la entrada. Se había cavado un foso alrededor de la muralla y una vez atravesaron en portón, observaron como otro muro, todavía más profundo, alcanzaría sin dificultades los cuatro metros de profundidad, se había excavado del otro lado del muro. Era como si quien hubiera diseñado el fuerte, pretendiera que nadie entrara sin permiso, pero también parecía que hubiera guardado más ahínco en que nadie escapara sin autorización.

El interior del fuerte era enorme. Un de pared a pared había cerca de un kilómetro de amplio y en el interior de los muros, parecía que se había construido una enorme ciudad. Estaba lleno de casas de madera y también de enormes jaulas con barrotes de hierro. Jaulas que se alzaban con facilidad hasta los cuatro metros del suelo y las cuales en su gran mayoría estaban dispuestas en la zona más interior del fuerte. Dentro de la jaulas se podía observar una pequeña porción de selva en miniatura, pues estaba llena de vegetación.

- ¡Y he aquí... mi obra! - Exclamó Hammond con satisfacción.

Fue Elenair la primera en fijarse en que algo se movía entre el ramaje de una de las jaulas cercanas. La jaula tendría unos doce metros por doce y en su interior, pronto pudieron ver un ser realmente extraño que no se asemejaba a nada que hubieran visto anteriormente. Se trataba de una criatura enorme con aspecto de reptil.

Era un ser gigante, ancho y con una norme cola. Estaba dotado de unas grandes placas en su espalda y una poderosa arma en su cola, caminaba sobre sus cuatro patas y era se le veía lo bastante peligroso como para acabar con cualquiera de ellos de un pisotón. Por suerte comía hojas de una de las plantas por lo que parecía herbívoro.

Pronto fueron conscientes de que en cada una de aquellas jaulas había más seres como aquel, aunque de muy variados aspectos.

En una de las celdas cercanas, observaron un extraño animal con apariencia de aves pero con escasas plumas. Lucía una peculiar cresta ósea su cabeza. También tenía un peculiar pico curvo con el que supuestamente arrancaba con relativa facilidad hojas de los árboles. Era bastante más pequeño que el primer animal que vieran. No alzaba más de un metro de longitud, aunque desde su cabeza a la cola, podían calcular unos dos metros y pesaría unos cincuenta kilos.

También pudieron ver desde su posición un tercer tipo de animal. Este ejemplar que tenía un aspecto realmente llamativo. Empezando por su mandíbula, parecida a la de un cocodrilo, aunque eso no era lo más peculiar ya que su característica más destacable era que poseía una doble cresta redondeada en su cráneo. Parecía un animal realmente veloz pues se alzaba sobre sus formidables piernas traseras, largas y robustas. Por sus características, este animal parecía cazados.

"Yo he visto cosas" ,digo a veces..., pero ahora, voy con la boca abierta, que se diría que me llega al ombligo... ¿pero que son estos bichos???

El viaje a la isla, fue plácido. El lugar, sumamente agradable y el camino, excelente. La fortificación, impresionante dado el lugar en que estaba erigida, pero ya lo que hallamos dentro, hizo que todo cuanto pensaba que había visto de extraordinario, se fuese por el retrete (salvo aquella vez en que ví que un mago patán, accidentalmente, en una batalla, aplicaba el conjuro "Luz" sobre el sujetador de una guerrera; eso fué realmente extraordinariamente curioso)

-Pero... ¿pero que son estos bichos??? 

... acierto a decir cuando consigo retomar el control de mi boca

- Son enormes... - Dijo Dwama con la boca abierta mirando al ser que se ocultaba tras los barrotes de la primera de las jaulas. - Bueno... al menos ese... - Dijo señalando el gigante que caminaba sobre cuatro patas y que poseía grades placas óseas sobre la espalda. - Esos son más pequeños... - Dijo la enana viendo a los que se asemejaban algo más a aves. - Y ese tiene pinta de hijo de puta. - Soltó una carcajada al ver al ser bípedo que portaba una extraña cresta alrededor de la cabeza. - ¿Qué tiene pensado hacer con todos estos seres, señor Hammond? - Preguntó al fin la enana.

-Menudo espectáculo tenemos aquí- Dije al ver aquellas criaturas -No son exactamente como los dragones que he leído en libros, pero veo que tienen algunas cosas en común con ellos; piel escamosa, gran tamaño, no parece que puedan escupir llamas, no veo que tengan alas aunque algunos dragones tampoco las tienen, y por lo visto unos cuantos son herbívoros.- La verdad es que nunca había visto un dragón lo suficientemente cerca, pero recopile mucha información sobre ellos por si algún día en alguna de mis aventuras me encontraba algún nido o guarida y poder llevarme alguna de sus riquezas.

Lo primero que hizo Elenair es dar un pequeño paso hacía atrás. No pudo dar ninguno más ya que se encontró con el torso de Ruff que, de no estar allí, casi hubiese podido echar a correr la pequeña elfa.
¿Esto que es? Son enormes, con muchos dientes y mira ese... Seguro que es capaz de comerme de un solo bocado- Eran extrañas las sensaciones que la embargaban en aquellos momentos. Por un lado estaba el miedo a esas criaturas y por otro la fascinación por sus formas, colores y tamaños.
El poder del nigromante que los había creado. La isla estaba llena de sorpresas, muchas más de las que Elenair había supuesto.
Jack, tu eres muy ágil, quizás podrías cabalgar sobre alguno de ellos ¿Para que han sido creados?- Esta ultima pregunta iba ya dirigida a su anfitrión

El niño estaba maravillado, esa especie de dragones con plumas eran criaturas magníficas, rezaba por algún día tener uno de esos seres como compañero animal, sería magnífico.

Es como una reserva de monstruos! Son espectaculares. Ha sido una gran idea tenerlos en esta isla aislada del mundo, si se escaparan sería una locura!

El niño miraba de jaula en jaula, sopesando las características de cada ser.
Como ha creado a estos bichos? Son medio dragones? Veo que hay herbívoros y carnívoros! Es espléndido! Gran trabajo!!! Sin duda es usted mejor mago que Grendalf el Gris!!

Muchas eran las preguntas que habían surgido en cuanto el duque Hammond les mostró a sus invitados su más alucinante secreto. Hammond sonrió satisfecho, pues no esperaba menos que levantar la curiosidad de aquellos aventureros.

Cita:

- Como ya expliqué antes, señor Ruff... - Dijo el duque sonriente. - ... son un cruce entre animales domésticos y dragones. Ni más ni menos...

Cita:

- Muy buena pregunta, Dwama. - Alzó su bastón señalado a la enana. - Mi idea es crear seres para muy distintas funciones. Animales de tiro, para trabajar en el campo, para la guerra e incluso para alimentar a mis súbditos. Supongo que podré llegar a crear cualquier cosa que un potencial comprador me solicite...

Cita:

- Así es Jack. - Afirmó con la cabeza. - No todas mis creaciones son asombrosas máquinas de matar. - Bromeó.

Cita:

- Es una pregunta muy similar a la de la dama enana. Le diré que todavía no tengo muy claro como explotar a la mayoría de mis creaciones. Son un prototipo en pruebas digamos... - Le respondió a Elenair.

Cita:

- Por supuesto que no revelaré mi secreto, pequeño Timmy. - Le revolvió el cabello. - Pero gracias por el elogió. ¿Alguna inquietud más?

-¿Hasta qué punto son dóciles? Veo que están todos en zonas protegids por rejas, así que... incluso los herbívoros deben ser de difícil control, ¿me equivoco?

... por un momento me imagin a alguna de estas criaturas como montura..,

-Y además...¿qué ventajas ofrecen respecto a los animales que actualmente utilizamos para lo que usted comenta?, me refiero, por ejemplo, como animales de tiro o como reses de carne

- Señor, Ruff... - Dijo entonces el duque Hammond. - Ha dado usted en la clave... - Sonrió con cierto deje de fastidio. - Si están todavía encerrados con estas enormes jaulas de seguridad es por ese motivo. No son dóciles. No hemos conseguido amaestrarlos todavía. Esa es quizás la principal pega... - Se encogió de hombros. - Seguimos trabajando en ello no obstante. Quizás con una pizca menos de dragón y una más de perrito faldero, la combinación sea más efectiva. Pero no es fácil, no señor...

-Coincido con lo que ha dicho mi compañero de aventuras referente a los usos que se les pueda dar en un futuro; si es como decíis que se pueden amaestrar, seran una gran ayuda para realizar labores que requieran de gran fuerza-

Lo cierto es que a parte de los caballos y animales de granja como bueyes y toros, no tenemos maneras de mover grandes cargas o monturas apropiadas, y además de que si se pudieran usar como montura, podrian llevar grandes fardos sin limitar mucho su velocidad.

... tras oir a Jack, con lo de la gran fuerza, uno un par de cabos, ya que también habló de usos militares para estas criaturas...

-Y dígame señor, por curiosidad... en cuanto a las fieras destinadas a la guerra, que supongo que serán las más temibles, e igualmente no habrán podido ser domesticadas... ¿Qué es lo más.... "tremendo", que han podido crear?

... parte de mí empieza a tener miedo de lo que puede llegar a ver...  la imagen de criaturas como dragones en un campo de batalla, despedezando cuerpos, me estremece por momentos.

- Mentiría si dijera que questas artes arcanas no me hayan desconcertado, mi buen duque. - Saltó de nuevo el conde de Miramonte, quien llevaba largo rato en silencio. - Me temo que toda esta brujería no es del agrado de mi señor. Mas no quiero poner en mi boca lo que el altísimo cree, pues no lo sé. - Se encogió de hombros. - Supongo que si se da un uso en pos de la buena gente y no se esgrimen estas aberraciones con fines malignos...

No concluyó la frase. No sabía muy bien que pensar de todo aquello. No quería para nada ser descortés, pero lo cierto era que todo lo que había visto u oído no le daba muy buena espina. En cualquier momento aquello podía descontrolarse y entonces... solo los dioses sabían lo que podía causar la ambición de un hombre que se creía un dios. Godofredo sólo esperaba no estar presente para ver lo que sucedería en el momento en que algo saliera mal, pues daba por hecho que ese momento llegaría tarde o temprano.

- Un carnívoro… - Dijo el duque bastante satisfecho con la pregunta del semiorco. -  Yo lo llamo, gran velosaurio de enormes mandíbulas. Es un nombre provisional claro. – Soltó una carcajada. - Es el animal más fiero y temible que ha existido a pesar de tener unos brazos muy pequeños y cortos. Tiene un cuello corto y musculoso que  aguanta su enorme cabeza. Sus mandíbulas contienen de 50 a 60 dientes de una medida aproximada de 20 centímetros. Puede llegar a correr casi como un leopardo. ¡Toda una locura! Su cola es gruesa y grande la usa como contrapeso. – Meneó la cabeza afirmativamente y con orgullo. - ¡Tenéis que verlo! Cuando logremos domesticarlo… - Resopló.

En ese momento apareció un hombre gordo como un cerdo que portaba un extraño y ridículo gorrito sobre la cabeza. Llevaba una túnica verde que debiera cerrarse en la cintura, pero dada su obesidad la utilizaba como si fuera una capa. Una gran faja naranja y un cinturón de gran hebilla trataban de contener su barriga a cubierto. De su cuello colgaba un collar de cuentas doradas y varias bandanas surcaban su orografía estomacal y abdominal, de las cuales colgaba la vaina de una espada corta y otros útiles.

Parecía tener prisa por legar a algún sitio y lo cierto fue que al ver al duque Hammond se sobresaltó. Aquel hombre horondo trató de darse la vuelta y marcharse por donde había venido, con cierto disimulo, aunque esa… era una labor imposible para un hombre de su tamaño. Enseguida el duque le localizó con la mirada y como si nada raro estuviera pasando le llamó la atención.

- ¡Nedrykus! – Dijo el duque e inmediatamente aquel hombre se detuvo. - ¡Nedrykus, ven aquí que te presentaré a unos amigos!

- ¡Claro, señor duque! – Respondió aún de espaldas.

Le costó cierto trabajo dar la vuelta para encarar al grupo, pero finalmente lo consiguió. Caminó bamboleante hasta donde se encontraban los invitados del dueño de todo aquello y sudoroso se colocó junto a ellos mirando nervioso al duque. Entonces esperó a que Hammond les presentara.

- Dwama, el conde Godofredo, Jack, Elenair, Ruff y el… pequeño Timmy… - Dijo el duque aunque el nombre del niño le costó algo más de la cuenta pronunciarlo evidenciando de nuevo que o bien todos los niños le molestaban más que agradarle o bien le había cogido especial tirria a ese en concreto. -  Éste es Nedrykus. – Les dijo  a sus invitados. – Es una de las personas más importantes dentro de la isla. Es quien coordina toda la investigación que aquí se lleva a cabo. No sé qué habría hecho sin él, la verdad. Junto a mi es el principal responsable de todo esto…

- Encantado... - Dijo nervioso y sudoroso mientras miraba en todas direcciones. - Encantado de conocerles a todos, de verdad. - Respiraba de forma entrecortada, ciertamente parecía que había estado haciendo ejercicio, aunque para un mastodonte como él, cualquier actividad más allá de estar sentado, podía resultar agotadora. - Si ahora me disculpan... - Miró hacia el fondo del fuerte. - Debo atender a unos asuntos...

- ¡No te largues todavía! - El duque soltó una risotada. - Me estaban preguntando por la joya de la corona, por el rey de nuestros amiguitos, por el más grande y temido de todos los engendros que hemos creado. - Hammond le propinó un codazo a Nedrykus que le desequilibró y casi hizo que cayera al suelo rodando. - ¡Jajajaja! ¡Venga Nedrykus! ¡Se un poco más simpático con nuestros amigos y cuéntales un poco como funciona ésto!

- ¡Pero señor duque! - Alzó la voz chillando de forma muy aguda. - ¡Tengo algo entre manos! ¡Algo importante! No puedo... - Miró hacia atrás y tragó saliva. - ¡Le digo que ahora no puedo y no insista más! Debo marcharme... ¿Puedo irme, por favor? - Suplicó casi entre lágrimas.