Partida Rol por web

La dama Dwama fue la que toma iniciativa y bajó como una posesa en dirección al sótano pillando desprevenido al Golem de queso.

La valiente guerrea enana se echó encima del amasijo de  harina y queso descargando su hacha a diestro y siniestro, sin tregua ni piedad ninguna

- Ven aquí masa asquerosa!! Te voy a hacer pedacitos !!!

El filo del urgrosh de Dwama impactó sobre el cuerpo de aquel constructo. El solo hecho de cortar su piel de queso provocó que un chorro de tomate hirviendo saliera en todas direcciones e impactó sobre la enana quemando su rostro. 

Fue en ese momento cuando el golem pareció enfurecer y volverse loco y terriblemente violento. Se abalanzó sobre Dwama propinando dos terribles golpetazos, que además de doler quemaban como fuego puro. 

Entonces, de la boca de aquel ser, emanó una nube tóxica y apestosa que se metió en los pulmones de la enana provocando arcadas. 

Era momento de que DelCojon bajara a ayudar a la dama enana y de que el conde comenzará a rezar por qué San Cuthberto sanará las heridas de la enana, si es que pretendían celebrar una boda y no un funeral. 

Dwama sufrió toda la rabia y poder  de aquel engendro sin apenas poder defenderse. Sus golpes eran letales y el calor que desprendía era mortal de necesidad. Tan solo un milagro podía salvar a la Pillin de aquel brutal oponente. Imágenes de su vida empezaron a pasar rápidamente por su mente, muchas de ellas sobre las piernas de su abuelo escuchando sus historias de batallas épicas. Y eso fue lo que la hizo continuar el combate, un Pillin pelea desfallecer y a ella todavía le quedaban fuerzas para asestar otro hachazo.

- ¡¡ ME ABRASO!!! Pero que bestia has creado maldito Gendrew!!! Trae agua ahora mismo o cuando termine con esto te convertiré en carne picada!!!!

Volví a recargar mi ballesta, que se había disparado al tropezarme con los últimos escalones. Miré a la bestia a sus ojos, que eran dos tomates cherry, y me entró hambre. Avancé hacia un lado, para tener línea de visión con el ser y no dar a la paticorta de Dwama. Vi cómo el gólem la zurraba de lo lindo. ¡Vaya palizón en un momento! Nadie la tenía respeto: se peían delante suya, la habían meado en las botas, la abrasaban la cara con un sonoro erupto... pobre Dwama... En el momento preciso, apunté y disparé un saetazo a su cabeza de pizza. La saeta salió rauda, como un tenedor hacia un pichón recién hecho, y penetró en su cuerpo, haciéndole daño o eso pensaba.

-¡No temáis, Dwama! ¡Puesto que Dios nuestros señor vela por nosotros!-recitó Godofredo a la vez que aplicaba un conjuro de curación sobre su camarada herida.

-¡Y tu, cobarde! ¡Deja aquesta ballesta y lucha por tu conde como es mandado!-recriminó a su escudero

El virote de delCojon impactó en el cuerpo de Pizza el Hutt causando una buena herida. Por suerte, en esta ocasión no salpicó un chorro de tomate hirviendo. No pasó lo mismo cuando Godofredo lanzó un cuchillo mágico contra el golem y la pobre Dwama volvió a sufrir una quemadura. 

Mientras tanto, en la zona superior algo apareció por la puerta. Se trataba de un ser no demasiado alto, pero con una inequívoca apariencia ígnea. No parecía venir con buenas intenciones ciertamente y el primero en percatarse fue Gendrew. 

- ¡Ifrinn, vuelve al horno! - Le ordenó.

Pero Ifrinn no parecía con demasiadas ganas de obedecer. En su mirada igenea se veía rencor y ganas de venganza. No tardó en desvelar que era lo que había ido a hacer hasta allí. 

Abrió la boca de par en par y de la misma salió una bocanada de fuego que envolvió a delCojon y al pobre y sodomizado Gendrew. 

¡Maldición! ¿Pero qué recojones pasaba ahora? Al oír los gritos del cocinero, subí rápidamente los peldaños y asomé la perola para ver qué ocurría. Un nuevo ser mágico hacía acto de presencia y con intenciones aviesas. No solo no le hizo ni caso a Gendrew, sino que la llama andante escupió su abrasador aliento sobre nosotros. Era imberbe, pero algún pelillo tenía en la cara que me hacía el rostro más bello. Después de este fogonazo, ya no me quedaban ni los pelillos de la nariz. Un olor a pollo quemado inundó el lugar, y aunque mi señor me había dicho que ayudara en la pelea, no podía dejar que la antorcha andante matara al villano de Gendrew. Así que apunté con la ballesta al nuevo adversario y le disparé. Seguidamente, subí hasta arriba, soltando la ballesta y sacando mis armas de cuerpo a cuerpo, para enfrentarme cara a cara con él.

Los poderes del conde fueron como un aliento de aire fresco para la enana que se  abrasaba viva. La sangre de aquella bestia era salsa caliente que brotaba de su cuerpo con cada golpe con arma de filo, quemando todo lo que tenía alrededor. Dwama lo sabía, pero no por eso iba a dejar de atacar a aquel engendro de masa y queso. Tenía un deber que cumplir para su señor y lo haría a toda costa. La enana alzó de nuevo su hacha y comenzó una nueva tanda de tajos sobre aquel amasijo de pasta ardiente

- Toma desgraciado!!! Te voy a cortar en porciones para repartirlas por todo el condado!! 

Gendrew, presa del pánico agarró lo primero que encontró, un chorizo a la pimienta, y lanzó un golpe desesperado contra Pizza el Hutt. Falló de forma totalmente lamentable. 

- ¡Haga algo por los dioses! - Le ordenó al siervo de Sor Godofredo.

El golem recibió una buena tunda por parte de la dama enana. Se le veía muy deformado, más de lo habitual. Dwama estaba haciendo muy bien su trabajo, al igual que los estaba haciendo el conde controlando que ninguno de sus compañeros cayera bajo sus garras ardientes de queso fundido. 

Sin embargo, no pudo evitar que el monstruo de queso impartiera un duro castigo sobre Dwama, aunque a decir verdad, los golpetazos de Pizza el Hutt fueron más leves que los que había recibido anteriormente.

Era hora de pasar a la acción. Parecía que la dama enana no sabía cómo deshacerse de aquella enorme pizza. El daría buena cuenta de ella. 

Primero, uno de los cuchillos mágicos que volaban a su alrededor, salió disparado hacia el golem y se clavó en su piel de queso y de nuevo, un chorro de tomate hirviendo saltó hacia Dwama quemándola. 

Acto seguido dio un paso al frente y golpeó sin mucho éxito a aquel ser nauseabundo. 

- ¡Recojones! ¿Es que tengo que hacerlo todo yo?

El mefit de fuego seguía enfadado, especialmente con Gendrew o eso parecía, pues le propinó un fuerte golpetazo que le dejó inconsciente y con las ropas ardiendo.

Un segundo golpe alcanzó a DelCojon, quien se quejó amargamente. Pues también había sido un golpetazo demoledor y abrasador a partes iguales.

Siempre había soñado con tener un final feliz, caliente, con una bella mujer cortesana, de buen linaje, que hiciera las delicias que siempre había soñado. Pero al parecer, el destino me tenía reservada otra muerte, aún más caliente que la soñada. Abajo no se qué tal les iría, pero aquí la cosa se complicaba enormemente. El desflorado cocinero cayó medio chamuscado a mi lado y a mi, el ifrinn, me dio un buen golpe que hizo que me quedara sin pelos en los brazos y piernas, además de dejarme toda mi ropa negra, medio quemada. Me ardían los pómulos de la cara y sentía que me había quedado sin cejas ni pestañas. Me ahuequé y me tiré una ventosidad, producto del miedo que sentía ante la proximidad de la muerte. No olía mucho, raro era, aunque bien se podía haber consumido el metano por la proximidad del ifrinn. Las tripas me avisaron de otro pedo, este de gran envergadura, viendo el gran retortijón que me asoló. Tuve casi que abrirme de patas para que saliera, como una madre con su hijo, notando que salía con crema y dejando en mis calzones la pegatina. Ahora sí que me llegó el aroma.

Libre de mis dolores, ataqué con renovada fuerza al fogoso ser.

Dwanma volvió a recibir otro duro castigo por parte del amasijo de masa caliente. No sabía si podría aguantar muchos golpes más y al ver como Sir Godofredo avanzaba dejando un hueco detrás pensó en retirarse del combate. Pero la enana estaba hecha para la acción y no podía dejar a aquella bestia frente a frente contra el Conde, menuda cobardía y ofensa hacia su señor. El abuelo Gralick le enseñó a su nieta que la mejor defensa es un buen ataque y  ésta, fiel a sus enseñanzas, se abalanzó de nuevo con su Urgross sobre aquel malnacido engendro con la esperanza de acabar con él de una vez por todas. Pero la veterana enana  empezaba a quedase sin fuerzas y un torpe golpe en el peor momento pudo ser su sentencia de muerte.

Gendrew estaba al borde de la muerte. Unos pocos segundos más le quedaban en el mundo de los vivos. Tan solo Godofredo de Miramonte podía ahora salvarle la vida.

Por su parte la dama enana había logrado neutralizar al golem de queso, no sin volver a llevarse varias quemaduras por tomate ardiente. Volvía a estar maltrecha, pero sobreviviría, aunque si no ayudaba a delCojon y a Gendrew, posiblemente ellos no. 

Y es que no bastaba con que Gendrew estuviera muriendo, sino que los ataques del bribón no estaba siendo para nada efectivos. No era la primera vez que delCojon peleaba, pero relamente parecía un novato en aquello. Y es que todavía no había logrado dañar al mefit y eso teneindo en cuenta que ya le había alcanzado con su kukri.

No era capaz de ensartar a esa llama fugitiva, que se había escapado del fogón. Al parecer, las cosas de esta casa estaban vivas y se habían levantado en armas contra su dueño. ¿Por qué? No lo sabía, pero el cocinero estaba a punto de morir por ello. Ya podía la mujer de este tipo haberse ido de viaje en otro momento, pardiez. Me coloqué en posición defensiva, esperando la acometida de la bestia y su brutal ataque. Puede que dentro de unos segundos, yo también estaría tirado en el suelo moribundo...

-¡Recojones! ¿Otra vez?-se quejó amargamente el conde, cláramentene dirección a su siervo al percatarse del lamentable estado de cocinero, quien parecía al borde de la muerte.

-¡Se me ha encomendado traer al cocinillas y por mi nombre que aqueste villano será el que cocine el llanatar de mis esponsales!

Alzando su maza por encima de su cabeza, recitó una plegaria curativa para sanar al cocinero

Godofredo llegó un extremis para salvar la vida del cocinero. Éste abrió los ojos, pero era presa del pánico y difícilmente podría colaborar en nada para tratar de controlar o destruir a Ifrinn. 

Por su parte,el mefit se cebó con el siervo del conde, a quien propinó dos nuevos golpetazo  ardientes. El pobre DelCojon estaba chamuscada maltrecho a más no poder.