Partida Rol por web

Finalmente aparecieron del otro lado. Se encontraban en un lugar sombrío. Sin una clara fuente de luz, aunque tampoco podía decirse que estuviera oscuro. La estancia donde aparecieron era bastante amplia, aunque no había nada en su interior, ni un solo mueble, nada.  Tan solo unas escaleras que descendían hacia una nueva sala.

DelCojón tenía un oído privilegiado, mejor que el de cualquiera de los allí presentes. Por eso fue el único que escuchó un extraño ruido al fondo de las escaleras.  Se trataba de un ruido metálico, como... ¿mecánico?

Mi finísimo oído captó al fondo de las escaleras un sonido chirriante, metálico, que me daba dolor de cabeza y me hacía torcer el gesto. Algo mecánico había allí abajo, máquinas o algo así.

-"Brend, oigo algo desagradable al fondo de las escaleras, algo metálico. ¿Qué hay abajo? ¿Nadie más lo escucha?"

Al tiempo que decía eso, con todos poniendo la oreja para captar hasta el más mínimo sonido, ahuequé media nalga hacia un lado para dejar paso al sonido inconfundible y melodioso de una ventosidad. Esta, aparte de olorosa, parecía el canto de una trompeta, como si dieran la bienvenida cuando llegaba uno al castillo.

El mediano obvió el absurdo comportamiento de ese cerdo con el que viajaban, Como podía un Conde humano compartir viaje con un siervo como aquel? Sin duda alguna historia les unía.

Avancemos, me pido Último! dijo a sus compañeros mientras se conjuraba una armadura de mago.

-Maldita sea vuestra estampa DelCojón, si un cerdo y una mofeta se casaran, y el hijo resultante comiera desperdicios de 1 semana, los excrementos que soltaría olerían seguramente 100 veces mejor que vuestras entrañas-

La exageración en las palabras del Paladín solo se veían superadas por los efluvios tóxicos que emanaban del trasero del arapiento de su compañero.

-Dejando el tema a un lado, por mi parte no he oído nada salvo tus mortal ventosidad- Tras esto se dirige a Brend.

-Brend, ¿podrías ilustrarnos un poco de que nos encontraremos más adelante?, esta sala ya de por si es siniestra.-

Una pequeña sonrisa afloró en mi rostro al ver la cara que ponían los demás. No se por qué se ponían así, la verdad. Volví a afinar el oído... Sí, allí estaba el ruido que había escuchado. Un sonido metálico, como una máquina que se moviera accionada con magia o algo. ¿Habría en el taller algún tipo de artilugio así?

- No hay mucho más que añadir... - Le dijo a If Hassim. - Ese sonido mecánico son algunos de mis juguetes. Estoy seguro, nada que temer. -  Añadió. - Ahora llegaremos a la avancámara y luego tendremos problemas de verdad. - Comenzó a descender las escaleras junto a DelCojón. - La draña y sus arañas están pasadas las puertas, en los talleres. - Desveló finamente. - ¡O allí estaban! ¡Y cuidado con las telarañas! Están por todo y dificultan el paso.

Finalmente, los seis aguerridos aventureros descendieron las escaleras guiados por Brend. Una vez abajo se encontraron ante una nueva estancia bastante diáfana. Algunas telarañas de gran tamaño y de apariencia bastante consistente, se habían adosado a las  esquinas de las paredes, sin embargo, la cantidad de éstas no era suficiente como para limitar el movimiento de nadie.

Fue entonces cuando descubrieron la puerta doble de la que Brend les había hablado y que conducía a los talleres. Lo extraño era que cuatro pequeño seres se interponían entre ellos y dichas puertas. Se trataba de unos seres mecánicos, de apariencia metálica y con cierta forma de soldadito. ¿Los jueguetes de los que había hablado Brend? Podía ser, sin embargo...

Dos de ellos tenían un brazo en forma de martillo y otro en forma de pinza, mientras que los otros dos, tenían ambos brazos similares a mazas armadas. Además, los segundos, poseían una enorme obertura en lo que tenía que ser la cabeza, pues aparentemente tenían cierta apariencia humanoide. Al ver a aquellos seres, Brend pareció contrariado.

- Eso juguetes... - Dijo preocupado. - No son como... - Gruñó. - Parece que los han modificado. - Dijo mostrándose confundido. - Mis juguetes no tiene esas, ¿armas?

Bajando las escaleras, medio apachurrado contra la pared por la gran panza del gordinflas, llegamos a la sala donde había una puerta doble, custodiada por cuatro soldaditos de juguete. Estos, por lo que decía Brend, habían sido modificados. Ahora portaban armas en vez de... lo que llevasen antes. Avancé lo justo para echarme a un lado y me fui a una esquina, ya que los que debían de ir los primeros eran los guerreros, no un servidor. No se por qué siempre me tocaba adelantarme a mi, un pobre lacayo. Apunté con mi ballesta a uno de estos juguetes y disparé, dando en el blanco.

El hobbit miró a esos "juguetes" modificados y pensó que los kobolds Debian de estar vivos, creando máquinas de guerra para la draña, lo cual era un inconveniente... Su muerte precoz sin duda hubiera sido mejor para su misión.

Brend de que están hechos estos cacharros? Arden? dijo esperando para lanzarles ataques ígneos.

Mientras esperaba optó por lanzar una niebla a su alrededor para ganar cobertura él y sus compañeros.

No os alejeéis de mi si queréis ser menos atacables compañeros!

Dwama parecía estar algo ausente, contrariada todavía por haber dejado atrás a un peligroso y traicionero trasgo. No se explicaba como había podido dejarlo con vida y esperaba no tener que arrepentirse. Al menos sería un motivo más para  salir viva de aquella misión y así poder ajusticiar de la manera que merece al odioso gobloinoide.

La sonora y pudenta  ventosidad no hizo más que contrariar a la guerrera que a punto estivo de propinarle un puntapié al asqueroso de Delcojón, pero el ágil bribón apartó el trasero justo antes de que la bota de la enana le golpeara. Dwama contuvo su ira para no desvelar su posición a los posibles enemigos, pero Las voces de sus compañeros alertaron a la enana que enseguida se puso en guardia y se preparó para la acción al ver como unos seres mecánicos pretendían plantarles cara 

- Si permanecemos en el pasillo no podrán atacarnos todos. DelCojón, déjanos paso, dudo que tus saetas les causen mucho daño   

Mientras disparaba, veía de reojo como los demás iban llegando a la sala. Teníamos que acabar pronto con estos juguetes dotados de movimiento para poder entrar a saco al taller y pisotear a la draña que lo había ocupado. A mi mente vino la imagen de un insecto pequeño al cual pisaba con el talón de cuero de mi bota...

Los juegues avanzaron hacia la entrada de la avancámara. Allí se creaba un embudo en el que no era fácil combatir, Delcojón y Brend estaban en la punta de lanza, podían moverse a los lados para dejar espacio a If Hassim y a Dwama, pero iba a ser más complicado dejarle sitio a Godofedo, pues a Grendalf parecía evidente que no le interesaba demasiado.

Antes de que pudieran hacer nada, un par de chillidos brutalmente agudo, surgieron de las cabezas huecas de los juguetes que tenían mazas armadas por brazos. Aquel sonido era insoportable y se vieron tentados a dejar caer sus armas y taparse los oídos por tal de evitar aquel intenso dolor en los tímpanos.

Quien recibió un potente martillazo fue If Hassim. Uno de aquellos pequeños juguetes le acababa de golpear en el pie con dureza. Sin duda le había roto alguna uña del pie y se le pondría negra y al final sele caería. ¡Con lo molesto que era eso! El otro juguete también lanzó un martillazo, en esta ocasión contra Brend, pero el barbudo pudo esquivarlo que tuvo más suerte que el paladín.

El hobbit escuchó un leve chirrido que no le afectó lo más mínimo y al ver como esas pequeñas criaturas atacaban a sus compañeros pensó que no tenía sentido malgastar conjuros ofensivos con ellos, a saber que les esperaba tras las puertas!!

No os asustéis, lanzo una niebla para que no os den tan fácilmente compañeros! dijo dando unos pasos atrás para que el tamaño de la niebla no diera cobertura a los enemigos también.

De reojo iba mirando atrás y alante para evitar ser flanqueados.

El maldito ruido se me metía tan profundamente en la cabeza, que en vez de disparar, tuve que sacar un pañuelo y empezar a taparme las orejas. Los tímpanos me dolían mogollón y parecía que iban a romperse.

Ese sonido estrepitoso y chirriante golpeo fuertemente y de improviso al grupo, por suerte el Paladín fue rápido de reflejos y levanto su escudo a tiempo para minimizar el efecto del ruido y no verse afectado por su efecto dañino.

-Malditos seaís, ¿primero me machacáis un pie y ahora intentáis ensordecernos?, ¡¡¡haré de vosotros chatarra!!!-

Tras su grito de guerra, asesta un una serie de golpes sobre sus enemigos clamando venganza por su uña rota.

Tras apretar bien la mandíbula, logró superar el aturdimiento que le hubiera causado aquel agudo sonido y entonces sin pensarlo demasiado, se lio a bastonazos con uno de los juguetes. Uno, dos y tres bastonazos bastaron para que saltaran tuercas y tornillos de uno de los juguetes con la cabeza agujereada y éste dejó de funcionar  al instante.

- ¡Ho, ho, ho! - Soltó una carcajada. - ¡Son peligrosos, pero no muy resistentes! - Desveló. - ¡Vamos dama enana y Godofredo, dadles bien fuerte!

Y se hizo a un lado dejando sitio para que sus compañeros pudieran seguir chafando juguetes.

Aquel chirrido era insoportable, pero la enana soltó un poderoso grito de guerra para contrarrestarlo a la vez que tomó posiciones para entablar batalla contra aquellos juguetes asesinos

¡¡¡¡¡¡A POR ELLOS!!!!