Partida Rol por web

Jilda regresó en lo que los enanos intentaban levantar por segunda vez la roca. Tal vez la presencia de la soldado enana fue lo que hacía falta para inspirarlos. Ni hecho aposta, fue llegar con el mozo de cuadras y levantar con una fuerza titánica la enorme roca que sellaba la entrada del subsuelo.

Junto a ella venía Kelldur, el mozo de cuadras que habíais visto hacía unos instantes en la entrada y que se había encargado de sacar a Rim fuera. Seguidamente comenzó a andar en la dirección de Borzos y Kroggar, hincó la rodilla en el suelo, y agarró el pomo de metal que permitía abrir la entrada.

- Bueno, si estáis listos… cuando digáis abriré – comentó lista para abrir la entrada y que pasaran lo más rápido posible al interior.

Borzos agarró su gran hacha con ambas manos y dijo a sus compañeros. 

-Yo estoy listo.

Kroggar, ¿Vas a usar algo de magia sobre nosotros antes de empezar o lo hacemos a pelo, hermano?

Sobre todo por no tener que escuchar más burlas, Toril saco sus dos hachas de mano y se internó decidido por el hueco recién abierto, mientras sus ojos se adaptaban perfectamente a la creciente oscuridad y su orgullo se diluía como chorros de sudor por su frente...

No se te ocurra olvidarte de nosotros aquí abajo- le dijo al pobre mozo de cuadras que iba a pagar una parte de su frustación.

—Las bendiciones de Barrgenta no son prrolongadas—respondió a Borzos—. Las usarré sólo cuando sean necesarrio. Vamos allá herrmanos.

Era curioso, sólo un rato antes habían estado a punto de arrancarse la cabeza mutuamente. Pero ahí estaban, comportándose como esa falange que tenía que ser el Pueblo Enano. Porque eso es lo que eran. Enanos.

La enana se encontraba junto al mozo de cuadras Keldur que os esperaban según lo acordado a otro lado de la trampilla. Os miró de arriba abajo notando los visibles arañados y rasguños proferidos por los enjambres de ratas que habitaban en el subsuelo.

- Bueno… al menos estáis vivos. ¿Ha quedado algo hasta la grieta del final? - preguntó directamente intentando cerciorarse de que todo estaba listo para comenzar con las obras. Era bastante seca y arisca en el tono, muy probablemente fruto de su formación militar y el ambiente que solía frecuentar.

Entretanto el mozo de cuadras Keldur, observaba el interior de la trampilla, por el que el grupo ascendía con cierto gesto de preocupación. Era más que probable que fuera a él al que le tocara limpiar toda la porquería que había ahí abajo.

No ha quedado nada vivo. Hemos descubierto la causa de la contaminación. Los kobold han excavado un túnel que está arrojando agua contaminada y se mezcla con la potable. Vais a tener que sellar el boquete que han hecho para que el agua vuelva a ser bebible. 

Por otro lado, un grupito -dijo señalándose a ellos mismos- debería encontrar a esos kobolds y a enseñarles cual es el lugar adecuado donde meterse los picos y palas.

—En fin, el trrabajo porr hoy está hecho. Deberríamos descansarr parra mañana.

—Desde luego, ha sido una jornada agotadora, podemos tirar de nuestras propias raciones para no gastar lo que tengan aquí, que no parece ser mucho, aceptaríamos una de esas cervezas prometidas y cualquier camastro. Con eso nos damos por bien pagados.

—Supongo que lo mejor sería volver de inmediato a Khâzad Felek, informar de la situación y solicitar que se organice una batida para acabar con esos Kobolds, si se están tomando tantas molestias seguro que algo anda tramando.

Jilda miró al grupo mientras se explicaban. Seguidamente mandó al mozo de cuadras a por el cubo, la escoba y el mocho para empezar con la tarea de limpieza del subsuelo.

- No es a mi a quién deberíais pedir permiso para ir allí. De eso se encarga gente con más cargo. De hecho dudo que os dejen ir si habéis empezado hace poco con las tareas de salida básicas. Vuestro compañero de la barba roja está en lo cierto- dijo directamente una vez el joven enano se había marchado. Parecía que la presencia de otros ojos y otros oídos para decir algo así la molestaba.

- El sistema por el que se rigen ahora mismo está bastante cogido con pinzas… no se si me entendéis. O si no que se lo digan a mi prima. No para de quejarse de las tareas que recibe en el templo. - concluyó tras la pequeña queja. - Tenéis unos camastros en el piso de arriba. Podéis beber cuanta cerveza queráis, tenemos la bodega llena, yo misma me encargaré de que nadie os diga nada. Ya habéis hecho bastante.

Borzos fue a quejarse por la estupidez de tener que volver hasta Khâzad Felek para tener que volver a regresar. Era absurdo y absolutamente estúpido en la cabeza del bárbaro. Pero se fijó en Kroggar y puso los ojos en blanco.

-Está bien. Yo también voto por pasar la noche aquí y  volver mañana por la mañana.

—Deberríamos encarrgarrnos dirrectamente de esos apestosos kobolds. Y mañana es un buen momento parra empezarr.

La enana miró al grupo y en última instancia a Kroggar, quien fue el último que habló. Al escucharle esgrimió una media sonrisa. En ese instante sentisteis que los ideales de la soldado eran otros, y no iba a ser ella quien se opondría a que os lanzarais contra aquellos kobolds que estaban hipotéticamente produciendo el problema de la contaminación.

- Si tenéis intención de ir, es mejor que Vorum no se entere. ¿Quién es vuestro responsable? - preguntó de manera directa. Un remanente de ayuda ofrecida por su parte, parecía aflorar en aquella conversación clandestina.

Si Kroggar está de acuerdo podemos encargarnos desde aquí, o nos dan una felicitación o nos mandan otra vez a limpiar establos.

—Nuestro superior es Ivor Barbabronce, seguro que has oído hablar de él, seguro en todas estas montañas han oído hablar de él , un hueso duro, duro y amargo, —Toril escupió a sus pies para dejar claro cual era el panorama que les esperaba si aquello no salía bien.

—Descansemos entonces, mañana pensaremos en cómo encontrar a esas alimañas.

Jilda frunció el ceño al escuchar el nombre de Ivor de parte de Toril. Seguidamente chascó la lengua y miró con gesto duro al explorador.

- Lo tenéis jodido entonces. Vorum es amigo de Ivor. - tras esto hizo una larga pausa pensativa – Voy a ir organizando las cosas para vuestra marcha. Kelldur debería de haber venido ya.

La enana salió de la habitación dejándoos solos en busca del mozo de cuadras. En ese momento tuvisteis liberad absoluta para moveros.

De esta forma según lo prometido, cenasteis más que bien, pudiendo disfrutar de carnes y otros platos más allá de las raciones que llevabais encima. Los compañeros de la avanzada no dudaron en compartir con vosotros todo cuanto tenían, en agradecimiento al servicio realizado aquél día. La cerveza corrió aquella noche, junto con las historias sobre vuestro viaje y los problemas vistos en el subsuelo.

A la mañana siguiente estaba todo listo. Vorum no dio indicios de haberse enterado de ninguna de vuestras intenciones, así que es más que probable que Jilda hubiera hablado con él para tergiversar ligeramente la historia con el fin de encubriros. Rim estaba de nuevo lista para la carga, recuperada de las heridas del día anterior, junto con el carromato para volver a Khâzad Felek. De esta manera con todo listo, los enanos tomaron el camino de regreso.

El día a diferencia del día anterior estaba despejado, corría una ligera brisa con cierto remanente húmedo probablemente producto de la noche anterior. Aquél nubarrón había pasado, el cielo no mostraba amenazas, y los caminos se encontraban lo suficientemente secos como para que el avance no tuviera dificultad ninguna.

Al cabo de una hora y media, a buen ritmo y ligeros de equipaje volvisteis a pasar por el mismo lugar donde os habíais enfrentado a aquél intento de emboscada kobold. No quedaban cadáveres, pero recordabais el lugar con total lucidez. Era obvio que alguien se había encargado de retirar los restos.

Aquél sitio era el único que teníais como pista, así que decidisteis empezar vuestra búsqueda por aquí, y acabar con el asunto antes de llevar las cosas a Khazad Felek.

El escenario de la anterior batalla estaba conformado por un pico que sobresalía de la tierra, de granito gris. El principal componente de la cordillera montañosa. Algunos arbustos y árboles alrededor, muchos de ellos con las hojas ya caídas, y una vista despejada de la montaña y sus alrededores. La avanzada quedaba atrás, y desde esa posición se podía divisar la ciudad enana.

El sentimiento de libertad y aventura se apoderaba de Borzos. Aquello suponía un respiro de aire en una vorágine de órdenes, normas y estúpidos protocolos reglados. Aquello era emocionante, y sentías que las ansias de viaje y de descubrir qué se ocultaba tras todo esto te embargaban.

El corazón te latía rápido. Aquello se asemejaba a las historias que contaban los soldados más experimentados, salvo por el hecho de llevar la contra a tus superiores. Sea como fuere aquello no te detuvo, ni te supuso un problema al ver que Kroggar, el miembro más “cuadriculado” del grupo estaba dispuesto a saltarse las normas al menos esta vez.