Partida Rol por web

Accedes a uno de los edificios junto a la sastrería de Bannak preocupándote muy poco de a quien podría pertenecer aquel lugar o lo que opinaría al respecto de que un sucio bandido mexicano invadiera su morada. Desde luego no te parecía un negocio sino más bien un hogar y el olor del guiso que todavía se dejaba notar en el comedor te quería abrir el apetito si no fuera por estar en mitad del trabajo quizá...

El sonido de la palanca de un rifle a tu espalda hizo que te acojonaras, hasta que viste a la mujer que lo empuñaba... ¿sabría acaso disparar?

No encontraste ningún tipo de oposición o dificultad para llegar hasta el campanario, ni un triste reverendo, ni un solo paisano intentando darte un sermón sobre entrar armado a un lugar sagrado... nada de nada. 

Desde tu posición en lo alto del campanario podías controlar la posición de todos los miembros de la banda. 

Escogiste el edificio, parecía una vivienda a juzgar por la decoración y en la mesa del salón un chico de unos 15 años o quizá 16 intentaba recargar un revólver que bien podría haber pertenecido seguramente a su padre o quizá incluso a su abuelo. Estabas seguro de que era una suerte que no intentara meter las balas al revés.

Levantó la mirada al escucharte entrar y se quedó helado... quizá asumiendo que eras uno de los forajidos que venían hacia el pueblo y que había llegado su final. No dijo nada. Nada de nada.

Faraday miró al chaval y cogió un cigarro.

-¿Se puede saber qué haces chico? Anda, busca un lugar para esconderte antes de que lleguen esos cabrones. No vaya a ser que te peguen un tiro.-

Se asomó con cuidado a la ventana para tener visual con Vásquez, aunque como viera al mejicano le pegaría un tiro por idiota. Se supone que tiene que estar escondido. Con que el sheriff haga de martir es suficiente.

Eché un vistazo a la casita, y parecía todo en calma, así que fui a mirar por las cortinillas de la ventana hacia la calle principal.

Joder, me dije, al escuchar el sonido característico del rifle. Que torpe he sido. Me giré con sumo cuidado, las manos cerca y lejos del revólver izquierdo, equidistante. Sonriendo, la mejor de las sonrisa, me toqué el sombrero con los dedos, a modo de saludo.

-Señorita...-Pues que guapa que era la chica. Y que cara de seriedad y determinación en su mirada- Disculpe...Me dijeron que la casa estaba vacía ahora. -Señalé con el dedo pulgar hacia las afueras.- Estoy con el sheriff. Espera visita de bandidos a este bonito pueblo y necesitaba ayuda. Me ofrecí, por supuesto. ¿Podría bajar el cañón del rifle? Algunos tienen el gatillo defectuoso y se disparan con facilidad.

Mantuve la sonrisa- Soy Vásquez. Manuel. ¿Y usted señorita? Seguro que una mujer tan bella tiene un nombre lindo.

Goody llegó al campanario y subió por la angosta escalera hasta la parte superior, solo, abandonado hasta de la mano de Dios. Se sentó, no quería que ninguno de sus compañeros lo viera, no quería que lo vieran como se derrumbaba abrazado a su rifle. Lloró, lloró de rabia y de miedo, por todas esas pesadillas que le atormentaban por la noche, por todos esos hombres buenos y valientes que mató en la guerra.

Lloró abrazado a su rifle, preguntándose si sería capaz de disparar, si sería capaz de volver a matar. Le temblaban las manos y sudaba profusamente, le faltaba el aire. Estaba teniendo un ataque, le estaba volviendo a pasar. Se abrió el cuello de la camisa y acarició el cañón del rifle. Sería tan fácil, un disparo, todo se habría acabado, sin pesadillas, sin remordimientos, pero no podía pensar en ello, tenía que dar el golpe de su vida, no iba a haber diferencia, unos muertos más o unos menos, sus manos estarían manchadas de sangre lo mismo. La mano se deslizó hacia la petaca y le dio un trago, necesitaba ese ardor en el estómago, los sentidos un poco embotados, solo así el dedo se deslizaría por el gatillo, solo así sería capaz de ser una sombra de lo que fue.

Se alzó y miró a lo lejos. Esperando encontrar la polvareda que levanta un grupo grande al galope, o una diligencia. Si no venían ya, podía ser que no se atreviera a disparar.

Goodnight llegó a lo alto del campanario y se agachó durante unos segundos. En cuanto volvió a la vista observó la dirección de la que tendrían que venir los bandidos. Comprobó que sus compañeros estaban en posición y buscó con la mirada donde estaban los desgraciados del sheriff.

Que no le dispararas allí mismo parecía haber conseguido que se envalentonara lo suficiente como para dirigirte la palabra

- Todos los hombres estamos llamados a las armas - justificó, apelando a su deber de defender el que era su hogar

La falta de firmeza de su pulso te dejaba claro que si acertaba un tiro sería un verdadero milagro y señal de la existencia de Dios. Realmente te conformarías con que esa bala perdida no terminara en tu pierna.

La mirada de severidad fue permanente y no parecía en absoluto dispuesta a bajar el arma. La sujetaba con más decisión que la mayoría de los hombres que habías conocido y parecía dispuesta a llenar de plomo a cualquiera que entrara en su casa, aunque de eso te habías librado de momento ¿sería por tu encanto natural?

- ¿Con el Sheriff? Ese es el mayor bandido que ha pisado este pueblo jamás... - con clara desaprobación - y no, no pienso bajar el rifle, este gatillo no esta nada defectuoso... - cabeceó hacia la ventana, como si te invitara a ponerte a la faena y dejar de charlar ¿eso era a fin de cuentas permiso para quedarte en su casa? - si sabes disparar ya hablaremos de nombres, Manuel... - ¿hablar de nombres era... una forma de referirse a alguna otra cosa? 

Se aproximaba hacia la ventana, y aunque seguía con el rifle en alto no parecía apuntarte directamente sino tan solo preparada para disparar a la mínima.

Desde el sur (acceso C ) pudisteis ver como una nube de polvo se levantaba, quizá fueran algo más de una docena de hombres... los resuellos de sus monturas dejaban adivinar que habían tenido algo de prisa en avanzar en el último trecho de su viaje, quizá en un intento de no dejarse ver o quizá sabiendo que alguien podría haber puesto ya al pueblo sobre aviso y evitando que hubiera demasiado tiempo para preparativos.

-Chaval, si nisiquiera tienes pelo en los huevos. Anda y enfunda esa pistola, que aún te disparas en un pie. Si quieres ayudar sube a la planta de arriba y vigila. Unos ojos extra siempre vienen bien.-

Después de aquello siguió vigilando, y cuando vio el número de jinetes que se acercaban no se aguantó en maldecir.

-Me cagüen la puta de oros. Como pille a ese par de paletos que vinieron a avisar al sheriff les voy a enseñar a contar. A contar las patadas en los cojones que les voy a meter por palurdos.
Maldita sea mi estaba.-

Ahora ya no había muchas opciones. Tanta gente sólo significaba una cosa, que no se iban a conformar sólo con el dinero. Venían a arrasar el pueblo, y a todo el que hubiera en el mismo.

-La próxima vez no pienso volver a escuchar a Robicheaux para ningún golpe más. Si es que hay próxima vez, claro.-

Repasó sus armas y sujetó con firmeza el rifle. Aquello iba a empezar de un momento a otro.

Qué carácter. Como a mí me gustaban. Aparté las manos de los revólveres y las alcé, en señal de relajamiento y paz. La mujer se veía muy capaz de agujerearme la tripa sin tan solo se me ocurría tocarlos.

-Ya me dio esa impresión vuestro representante de la ley. ¿Qué es lo que ha hecho? -Si eso es lo que yo me decía. Que el negro apestaba. No por negro. O tal vez también. Me fui hacia la ventana, miré por la misma, saludé con la mano a los dos compañeros. Luego hacia la chica le hice un gesto -Se ve polvareda hacia la entrada del pueblo, ¿puedo? -señalé a mis revólveres. Y con tan solo un asentimiento de ojos, desenfundé de cara hacia la calle.

-Será un bandido pero también vas a colaborar en cargarte a unos cuantos de esos. él lo hace por la diligencia, usted por el pueblo. Una buena ciudadana. ¿A qué se dedica? -El cabrón del sheriff lo mismo se quería quedar con el cargamento.

Joder, me dije. Más de una docena -Prepárese, señorita. Ahí vienen.

Desde la ventana, separando los visillos, se observa a Vásquez, que saluda con la mano a sus dos camaradas. Un momento después, sube el cristal, con sus dos revólveres en las manos. Todavía oculto por las cortinillas. En la otra ventana también había movimiento.

El chico encontraba tu pose sin duda de lo más inspiradora y revólver en mano se acercó a la ventana con toda intención de vivir la mayor aventura de su vida y quizá la última. 

- No voy a esconderme - envalentonado

- ¿Hacer? No mucho... a parte de darle la razón a los McLeod en cualquier asunto. Cuando mi padre era el sheriff las cosas eran muy distintas en Bannak - y el rencorcillo en su voz dejaba claro que no le iba a preocupar demasiado si algo le ocurría al negro 

Asintió con aprobación cuando hiciste el gesto hacia tus revólveres

- Ahora no a mucho, antes regentaba un negocio frente a la iglesia... el edificio que ardió. No creo que fuera una accidente pero supongo que poco importa eso a fin de cuentas

Desvío la mirada hacia la calle

- En cuanto empiecen los disparos buscarán cobertura, supongo que rodearan la casa e intentarán entrar a buscarnos - empieza, manteniendo la calma, quizá buscando tener claro cuál va a ser el papel de cada uno en ese momento

Los jinetes avanzan por la calle principal, el paso es bastante moderado y no parecen perder detalle del entorno. Su actitud es invasiva y muchos de ellos ya llevan sus armas en mano dispuestos a disparar a quien se les ponga por delante.

Faraday miró al chaval y suspiró.

-Va a hacer que le maten, o peor. Que me maten a mí.-

-Si tanta prisa tienes en morir al menos coge una buena posición. Ves a otra ventana para no atraer el fuego de todos al mismo sitio. Y ni se te ocurra disparar hasta que yo lo haga.-

-Maldito mocoso.-

Luego sólo quedaba esperar. Con el sheriff en medio de la calle era cuestión de tiempo que empezaran las hostilidades.

Asintió y salió rápidamente hacia la habitación contigua como si le hubieran asignado una misión de las de mayor importancia, al menos no parecía que fuera a cuestionarte en cuestión de estrategia pese a que eso de mantenerse a un lado no le convenciera.