Partida Rol por web

La situación ha pasado de descontrolada a totalmente desbocada, cuesta abajo, entre llamaradas y con gritos.

Mientras salen del local de Cesar con los cadáveres a cuestas el grupo se da cuenta de que tienen superhabit de muertos. Y de atención. Ensangrentado como un berserker de las leyendas vikingas poco queda de Roy que sea reconocible. ¿No se suponía que el marine loco era Drexler?

Que se llame la atención en el sector matando policías es algo que probablemente incomode a Cesar. Pero es que además Roy se está pavoneando y eso es algo que, claramente, lo ha ofendido. Porque todo tiene un límite incluso para un jefe de pista depravado y ese límite se encuentra en el punto en el que tienes que garantizar a tus hombres que eres lo suficientemente duro para que te teman a ti, no a un repartidor que acaba de aterrizar en su puerta.

—Es un perro rabioso. Matadlo y entregaremos sus restos a la policía.

Y eso se van a hacer los servidores de Cesar. Porque los ánimos ya están calientes y la cosa ya no tiene marcha atrás. Cesar retrocede hacia la puerta, los dos ciberaumentados apuntando al grupo formado por Alden, Drexler y Katerina para que no se les ocurra intervenir. Y mientras tanto el resto de la banda que ha salido —seis pandilleros puestos de speedirina hasta las cejas— levantan sus automáticas para encargarse de Roy, que sigue todavía a horcajadas sobre el hombre de Cesar.
 

Qué cortada de rollo. 

La pastilla azul ha terminado con el burbujeo de mi sesera sustituyéndolo por un agradable frescor interior. Eso, unido al ambiente sin calefacción de la calle y el sudor frío que me provoca la vorágine apocalíptica que se ha montado hace que los pelos de mi nuca se pongan como escarpias.

Dejo caer el cadáver de mi hombro derecho, un tipo flacucho con pinta de yonki, pero conservo al travestido: hará una Kat medio decente si se le trata (mal) adecuadamente. 

-Pensándolo bien ,señor Blanco, sólo necesitamos tres cadáveres-hago un gesto vago que abarca la calle-Ese lunático ha matado a Wilbur. 

Miro el coche de policía vacío. Si logramos meter los cuerpos dentro, ya tenemos una distracción perfecta.

Me molesta muchísimo perder, y estábamos perdiendo por goleada. Ya no se trataba de un pago, o de un favor asqueroso a un desquiciado. Se trataba de su piloto.

Y aunque daba grima, y estaba todo el día quejándose, la miraba con lascibia, le hacia insinuaciones sobre lo potente sexualmente que era….

Bueno, podría vivir sin él.

Su cara cambia, en cuestión de segundos, Alden que la estaba mirando, se queda de piedra, porque en unos segundos había pasado de la Kat homicida a la Kat con cara de no haber roto nunca un plato.

.- Cesar cielo. Siento el marrón, pero creo que me viene bien.
Nos vamos a marchar con el coche de policía y la chatarra esa que ha traído el fortachón.

Cuando vengan los panolis, que vendrán, diles que unos locos estaban intentando robarte, y di que hablamos mucho sobre…-. hace una pausa tonta, y nada dramática.- que hablamos de IAs Salvajes, y que tienen que vivir libres.

Esa mierda los volverá locas durante semanas. Muchas gracias guapo-.

Sin mas, se encamino hacia el coche de policía para montarse en el asiento del conductor y llevarse lo allí, sorteo como pudo el cadaver del agente muerto, sacudió los cristales y limpio como pudo el asiento, y luego, luego se puso al volante.

Era el momento de dejar los cuerpos y hacer la barbacoa.

Kat está al mando. 

No es algo oficial. Antes había una pugna por el liderazgo entre ella y "Bomb" Jack. Discutían bastante sobre cómo llevar a cabo nuestros trabajitos y cuáles escoger. Los chicos (Jack incluido) y yo solíamos debatir sobre si acabarían liados o a cuchilladas porque parecía que había cierta tensión sexual no resuelta. El asunto se zanjó cuando resultó que "Bomb" Jack no era tan buen artificiero como aseguraba: doce kilos de C4 mal puestos y Kat se convirtió en la reina del enjambre. 

Nunca la he visto llorar aunque cabe la posibilidad de que tenga un diario de tapas rosas con dibujos de ositos. Prefiero seguir en la incertidumbre antes que registrar sus cosas porque si hay alguien capaz de poner una bomba entre sus mudas de ropa interior para el próximo sátiro que le abra la maleta esa es Katerina Misckovcaia.

La sigo despacio sin hacer movimientos bruscos. La tensión es casi insoportable. Cualquier provocación y estallará una ensalada de tiros de las buenas. MIS nervios sintéticos empiezan a ponerse tensos. Joder, necesito una triodramina.

Coloco el fiambre en el asiento de atrás como si ayudara a una persona mayor. Tengo la boca seca.

-Me ocupo de la furgoneta-murmuro. Tengo allí el rifle de asalto .Estaré más tranquilo si lo tengo a mano. 

Ahora tengo que dar un rodeo para conseguir llegar hasta la furgoneta. Espero que Roy no le haya puesto un bloqueo .Lo último que necesito es tener que destriparla para puentearla. 

Intento no pensar en Roy. Ni en los matones. Ni en la policía. 

Calma, chico, eres un profesional .

Roy la ha liado, no me había fijado hasta ahora, será la presión del momento, pero todo indica que a Roy se le ha ido la pinza, que no ha podido aguantar la presión, que se ha excedido en su trabajo y que ha acabado haciendo cosas que no desearía haber hecho. Estoy seguro de que mi rostro ha ido cambiando, entre la cara de seguridad desmedida antes de cruzar la puerta de salida, a la cara de perplejidad al ver la escena en global, llegando a poner cara de estupefacción ante el repentino cambio de Kat... suspiro cuando veo a mis dos compañeros salir en dirección a los vehículos y se me cae una lágrima al pensar en el destino que esas semiautomáticas tienen pensado para nuestro conductor.

- Mierda - musito.

Comienzo a andar tras Kat, que ya ha dejado claro que no intervendremos y dejo el cuerpo que llevo sobre mi hombro encima de la pila de cadáveres que hemos dejado. Me siento al lado de mi compañera.

- ¿Crees que es sensato llevarnos este? - le pregunto para asegurarme que está completamente segura de lo que va a hacer.

Me centro en el vehículo en el que estamos, en ver como Kat enciende el motor y como Drexler se cuela en el camión que han tenemos para colocar los cuerpos y volarlos por los aires. Intento evitar pensar en nuestro conductor, ni siquiera miro hacia su zona.

Quería seguir machacando aquella cabeza, reventarlo contra el suelo y esparcir sus sesos por el puto asfalto, pero entonces dos pares de brazos tiran de mi y me derrumbo en el suelo. La caída es dolorosa y tardo en entender que me han arrojado a la carretera. Tanteo con la mano para encontrar a “Stacy” a mi lado, sin pensármelo, me pongo en pie con el arma en la mano, dispuesto a encarar al hijo de puta que ha querido unirse a la fiesta.

- De acuerdo cabronazos, os voy a… -

Pero cuando me pongo en pie veo que no es uno ni dos ni tres. Media docena de hombres armados se encuentran plantados frente a mi con las armas en la mano. Un julandrón tras él da la orden de acabar conmigo y los hombres levantan sus armas. También veo como el que parece el líder habla con tres figuras, mis compañeros, quienes observan la escena desde la distancia. 

“Bien, ahora es cuando abren fuego y los mandan a la mierda”

Pero no abren fuego, asienten ante lo que les dice el bicho raro y se alejan, dejando los cuerpos en el camión. ¿Qué está pasando? Entonces algo hace clic en mi cabeza, veo l que tengo alrededor y acepto que, tal vez. Solo tal vez, me haya pasado un poquito. Veo que aparecen más hombres de dentro, también armados. La cosa esta MUY jodida. Y esos putos cobardes… prefieren vivir que ayudarme. Joder, no puedo cabrearme con ellos, hubiera echo lo mismo.

Entonces empiezo a reírme encolerizado. Mi carcajada se eleva por encima del ruido de la ciudad, vehículos y gritos.

- Cuidad de mi pequeña –

Ni siquiera los miro, no vale la pena comprometerlos. Seguro que cuidarán mi nave. No les queda otra si quieren salir de esta. Entonces vuelvo a encarar a aquella marabunta de armas que siguen apuntándome.

- Pedazos de mierda ¿Creéis que me asustáis? No tenéis ni idea de con quien os habéis metido. Me sobran huevos para acabar con todos vosotros. – Mientras hablo, activo el camión con los cuerpos y lo pongo en movimiento antes de que ninguno de mis compañeros pueda meterse en él. Los cuerpos ya están dentro. El motor ruge a mi espalda – Debisteis quedaros en el puto local – Sonrío maquiavélicamente.

Entonces levanto mi fiel arma y abro fuego, haciendo caer al primer desgraciado al tiempo que me lanzo hacia un lado. Las armas del enemigo rugen y a pesar de que intento moverme, siento un impacto en el hombro, otro en el abdomen, en la pierna izquierda, en el estómago. Justo entonces el camión para a mi lado y me arrastro dentro de él. Vomito sangre sobre el salpicadero, mi mirada se nubla. Entonces caigo en los cuerpos que llevo detrás.

“Que cabrones, encima os hago el trabajo”

Me viene una risa, pero se atraganta en sangre que está inundando mis pulmones. Los disparos llueven sobre el vehículo que se resiente por los continuos ataques. Algún disparo atraviesa el cristal y me arranca una oreja. Mi sinapsis empieza a fallar. Antes de que lo haga definitivamente le doy dos órdenes. Poner el motor a máximo y enfilar contra esos hijos de puta. Cuando la orden es enviada, la conexión se corta, pero oigo el motor rugir y el camión se pone en marcha.

A duras penas puedo poner las manos en el volante y comienzo a cantar una canción que me ha venido a la cabeza y que vi en una serie por streming.

Una mattina mi son svegliato,

o bella, ciao! bella, ciao! bella, ciao, ciao, ciao!

Una mattina mi son svegliato

e ho trovato l’invasor.

No puedo seguir, me estoy asfixiando en mis propios fluidos. Avanzo veloz, algunos disparos más llegan, pero viendo lo que hago, intentan apartarse. Infelices. Con lo dañado que está el camión, al poner el motor al máximo va a llegar a su punto de combustión en cuanto reciba un impacto. Mi visión es muy borrosa, pero antes de que simplemente la pierda, veo la cara de terror del julandrón. Ni tan mal.

Ya lo dije hace años, que no debería meterme en este mundillo, que la terminaría cagando. Siempre se me dio fatal ser sensato. Y entonces pienso en mi exmujer. Se acabó tener que aguantar sus gritos, se acabó darle más dinero. A ver como pagará a partir de ahora sus drogas y sus a sus putos.

Que se joda.

El camión impacta, el motor alcanza su punto crítico y una bola de fuego devora mi cuerpo y a la mayoría de esos desgraciados.

Game over mamonazos.

Y ya no veo nada más.

Terminal 1: ¡Me cago en la puta! ¡Expolosión en el sector 6!
Ojo en el cielo: Atención unidades retengan posiciones hasta tener clara la perspectiva.
Terminal 2: Que os den por culo ¿habéis visto la llamarada? Ahí se está desarrollando una puta batalla campal. Que entren los putos droides de asalto.
Ojo en el cielo: Terminal 1 será mejor que se limite a obedecer órdenes si no quiere que le abran un expediente sancionador.
Terminal 2: Me limpio el culo con tu expediente Ojo en el Cielo. No estamos preparados para una intervención militar. Sacad los putos droides porque eso es una zona de guerra.
Ojo en el cielo: Negativo. Tenemos problemas con los droides de asalto. Se os enviarán refuerzos. Acordonad la zona y esperad órdenes.
Terminal 1: Recibido.
Terminal 2: La puta... recibido.
Terminal 3: Recibido.
Terminal 4: Recibido.
Ojo en el cielo: Nos vamos a aproximar para hacer un escaneo de área. Introduciendo coordenadas.

La explosión es, efectivamente, todo un espectáculo de pirotecnia visible desde cualquier punto de la periferia. En su golpe final Roy alcanzó algunos contenedores que evidentemente ocultaban algo más que basura en su interior. Puede que Cesar supiera lo que había allí pero ahora mismo nadie está en condiciones de preguntarle. No sin tener a mano una ouija.

Entre el humo y los escombros nuestros héroes se incorporan. ¿Pura suerte? ¿O quizás Roy lo hizo de tal manera que, en su locura, calculó el impacto para que no se llevasen la peor parte durante el impacto? El caso es que ahora se levantan en medio de una zona de guerra. Humo, fuego, paredes derribadas, cuerpos quemados por doquier. El pie Kat tropieza con el bastón de Cesar. La mano de su dueño todavía lo aferra con fuerza. A saber donde está el resto del cuerpo. Tambaleantes se van reuniendo en el callejón. Un coche de policía aparcado al otro lado de la calle todavía mantiene a su anterior dueño muerto sentado fuera, contra la puerta del conductor, con las tripas desparramadas por un disparo.

No se ve nada con la cantidad de humo que hay. Se escuchan toses y gemidos. Hombres de Cesar, transeúntes curiosos que echaron su última mirada a una desgracia que ya no les será ajena. Y a lo lejos, en el cielo, el rugido de una nave que se está aproximando con unos megáfonos a todo volumen:

—Atención les habla la Policía Planetaria: permanezcan en el área y tiren sus armas. Atención les habla la Policía Planetaria.

Aún no ha llegado. Aún no puede verles en medio de todo este humo. Pero se aproxima, que duda cabe.

Kat miro a Alden, estaba entero. Drexler era otra cosa. Todos sus planes habían volado, literalmente.

Tosió, durante al menos cinco segundos, y su cabeza le iba a estallar. Pero qué demonios había pasado.

La nave en el cielo con su discurso estupido sobre tirar armas, le devolvió a la realidad. La cosa seguía mas o menos igual. Solo tenían que salir de allí, nadie los buscaría en el espaciopuerto con la que se había montado allí.

.-Movamonos-.

Escueta y directa, no encontró oposición alguna en el resto del equipo, ninguno quería quedarse más allí. Así que lentamente y luego más rápido, hasta casi llegar a la carrera, salieron de la zona.

Haber venido a pie les había dado la oportunidad de hacerse una idea de por donde escapar. Y Alden demostró tener una muy buena memoria, les paro en seco un par de veces, les hizo esperar y luego continuar.

Parecía que el guaperas tenia muchas ganas de poner su culo lejos de la movida del palacio de la carne, y volver a la escurridizo lo antes posible, difícilmente se lo veía tan claro.

Pero la cosa estaba lejos de calmarse, aunque habían salido de la zona critica, la policia planetaria estaba en estado de alerta, más que eso, parecían putos psicóticos. Habían perdido un par de hombres, y visto desaparecer una manzana entera de su maltida ciudad.

Aun quedaba camino, y cuanto menos llamaran la atención mejor.

Después de la explosión, todo es calor y luz anaranjada, una nube de humo negra como el carbón. Roy, o lo que quede de el, estará ahí dentro.

Sin dejarme mucho tiempo a reaccionar Kat pone el vehículo que hemos tomado en marcha y ponemos pies en polvorosa, nuestro conductor nos ha generado una maravillosa distracción con la que huir.

- Por aquí... y ahora por ahí... gira a la derecha - voy indicándole a mi compañera mientras avanzamos a una velocidad de vértigo por las calles, intentando evitar la patrullera orbital todo lo que podemos.

Tengo que ir cambiando en mi cabeza la ruta inicial, ahora ya no tenemos que cruzar la periferia entera hasta encontrar una nave industrial, ahora toda ir al espaciopuerto, además siendo hostigados.

Quizá no estoy llevando a Kat por el camino más corto, pero sí por el que más a cubierto está y por donde creo que podremos salir con menos problemas, las zonas típicas de los suburbios que menos patrullas suelen pasar.

Tras una breve parada en nuestra guarida temporal para recoger el equipaje me monto de nuevo en el asiento trasero del coche.

Ignoro las miradas de estos dos. Incluso uniformados de policía, no tienen exactamente pinta de maderos pero con esos uniformes daremos menos el cante.  Un poco menos.

La parada no ha sido una "jodida pérdida de puto tiempo de los cojonesmimimimi" como dice Kat: tenía que recoger la artillería pesada. No es cualquier cosa: es un rifle pesado modelo Brontos. Sé construyeron un par de docenas de esta maravilla antes de que la XiménezCorp quebrase. Hay otros modelos parecidos pero ninguno tiene capacidad para ocho tipos de munición, servogiroscopios, mira láser de baja frecuencia, computador de ajuste de objetivo, gatillo coaxial y servoarnés anulador de retroceso. Puede abrir un boquete de palmo y medio en la pared de un búnker a trescientos cincuenta metros de distancia. Imagínate lo que puede hacerle a tu sesera.

Mientras los chicos conducen, activo los cristales tintados para montar tranquilamente el Brontos en el asiento de atrás. Una vez ensamblado, el cañón es tan largo que tengo que ponerlo en diagonal y aún asoma por el asiento del copiloto.

-¡Ten cuidado con ese puto chisme! ¿Es que quieres volarme la cabeza?
-Tranquilo, que el seguro está... -(uh-oh)click-... ahora. Ahora sí está puesto.

Después de un par de juramentos, acabo sacando la punta del cañón del Brontos por la ventanilla. Escruto las alturas en busca de problemas. Todos esos malditos drones me ponen de los nervios. No me gustan las cosas que vuelan a no ser que sea para arrasar posiciones enemigas.

El plan era el plan. Quizás habían cambiado las formas pero el fondo del asunto seguía igual. Había más cadáveres de los que habían pedido para que los de la Policía Planetaria sacasen sus conclusiones. ¡Y uno era totalmente auténtico! Ahora sólo quedaba conseguir que los demás no lo fueran.

El vehículo salió aprovechando la humareda para dirigirse hacia un callejón cercano. Alden lo tenía muy claro: usarían los viejos túneles de mantenimiento inferiores que corrían bajo la Periferia. Los había visto de camino hacia allí y además había comprobado en los mapas que era la salida más rápida y segura. Por lo de pronto estarían siempre por debajo de la superficie, lo que inutilizaba el radar de la nave vigía. Una vez dentro había dos posibilidades: ir por el camino más directo —que casi con toda seguridad terminaría en una barricada policial que deberían sortear de alguna manera— o internarse en el laberinto más profundo que formaban las alcantarillas de la Periferia. Esto último entrañaba todo tipo de riesgos: mutantes, posibles bandas, puntos muertos... pero podrían traspasar la zona patrullada¹.

Drexler le daba vueltas a algo. Lo suyo no era planificar, él era más de seguir órdenes, pero había ciertos protocolos que eran tan básicos que hasta el más lerdo de un ejército conocía. Y uno de ellos era soltar drones en zonas de poca visibilidad o túneles, para ayudar al rastreo de los fugitivos y, de paso, provocarles un poco de tensión en forma de plomo. ¿Por qué no oía los zumbidos característicos de aquellos demonios voladores? Y entonces de alguna manera se dio cuenta de que no vendrían. La policía no estaba usando ningún dispositivo manejado por una IA. No sabía cual era el motivo pero intuía que todo el lío que se estaba montando tenía que ver con la IA salvaje de la entrega y que ellos no eran, en estos momentos, el único problema que tenía la Policía Planetaria. Sólo tenían dispositivos humanos o aumentados. No habría ni drones ni droides de combate. Era una ventaja para ellos. Una ventaja pequeña pero una ventaja después de todo².

El cielo esta tranquilo. Sorprendentemente tranquilo. Lo apunto en las cosas buenas del dia pero lo marco con un corazoncito en caso de que tenga que volver sobre mis notas para tachar algo y añadir unas cuantas palabrotas.

Madigan tuerce por una bocacalle en direccion a la zona menos turistica de Signus.

Bastantes años atras, Signus era famoso por sus yacimientos de tritanium. La colonia original crecia hacia abajo para aprovechar los ricos yacimientos minerales del planeta. Cuando el precio del tritanium se desplomo, las galerias dejaron de emplearse para su proposito original, se reconvirtieron en alcantarillado e incluso se intentaron urbanizar los tuneles mas grandes. El proyecto no se completo del todo ya que la ciudad crecia hacia arriba, hacia las estrellas, y las galerias se convirtieron en una enorme barriada pobre y miserable donde albergar a lo menos florido de la sociedad signusiana...

¿Que pasa? Lei toda esa mierda en un panfleto que cogi en el espaciopuerto cuando llegamos.

Los tuneles son oscuros, mitad por mala iluminacion, mitad por la porqueria acumulada en las paredes. El aire es frio pero viciado, huele a contaminacion industrial  y a maquinaria oxidada. La gente que deambula por aqui no es exactamente distinguida. Noto que nuestro vehiculo llama la atencion.

-No creo que un coche de policia sea lo mas adecuado para movernos por aqui-digo remarcando lo obvio-Deberiamos...

Reparo en una furgoneta-puesto de comida rapida que parece un faro de civilizacion en medio de todo este agujero.

-Eh, Madigan, ¿recuerdas aquella vez en Draith que le levantaste una hidrocosechadora submarina a un panoli a cambio de un stick de datos con informacion deportiva de hace veinte años? Te apuesto una caja de cervezas a que no eres capaz de cambiarle al tio ese su furgoneta por este flamante coche de policia...

La hidrocosechadora submarina me trae recuerdos, buenos recuerdos, todo comenzó... vale, paremos, no vamos a ponernos a recordar todo lo que nos pasó con el panoli aquel, que resultó ser hijo de un mafioso bien comunicado, al final logramos salirnos con la nuestra y la hidrocosechadora en nuestro poder, pero tuve que apretar el culo entonces demasiado para lograr salvarlo, estas cosas que pasan cuando Drexler no mira sino, hubiera estado seguro que la guarida de aquel magnate hubiera quedado reducida a cenizas, hubiera tenido que apretar el culo, pero para evitar que la deflagración de mi compañero me pillase también, no para convencer a cuatro matones de que yo era un buen chico.

- Me parece una genial idea - digo entonces maquinando la manera de venderle el muerto al vendedor de tacos que no parecía tener mucho éxito, por lo menos a simple vista -. Para aquí - le indico a Kat señalando un borde de lo que se intuía como carretera ahí abajo.

Me bajo del vehículo e inspecciono nuestro futuro transporte mientras me acerco.

- Hola, buen señor - le digo al típico cocinero grasiento y maloliente que se encuentra apoyado en la barra de su food-truck -. Me llamo Mark Walberg, le hablo a usted para ofrecerle una máquina fuera de lo común, quizá un poco lastimada pero que podrá reportarle serios beneficios - añado señalando el vehículo de patrulla -. Pero al contrario de lo que pueda usted pensar, buen señor, no quiero pedirle dinero. De hecho estaba pensando en algo más material y, viendo su puesto de comida, estoy seguro que, vendiendo por piezas ese vehículo podría conseguir un nuevo local mucho mejor, que atraería bastantes más clientes.

Sonrío, al fin y al cabo mi preciosa cara a nacido para eso, para convencer a la gente, por muy exagerada que sea la narrativa con la que les intente vender la moto.

Dun Shan procede de una familia de vendedores de comida ambulante vocacional. En un universo tan tecnológicamente avanzado, donde la humanidad ya no se establece por regiones geográficas sino por galaxias, los vendedores de comida ambulantes han aprendido a adaptarse a casi cualquier cosa, contando con procesadoras genéticas capaces de crear todo tipo de sustancias con las que 'cocinar' sus platos.

Ahora el viejo mira con suspicacia al joven que se acerca desmontando de un coche de policía en perfecto estado. Un vehículo que quizás en el mercado negro tenga gran valor por el simple hecho de estar todavía en perfecto estado y probablemente tener armamento de última generación en su maletero. Pero ¿valdrá tanto como para que valga la pena las complicaciones del trueque? La mirada de suspicacia del viejo determina que Alden va a tener que currárselo.

—Mi no quero para nada un poli-coche.— dijo el viejo chapurreando en una versión arcaica de neolengua su respuesta.

- No le estoy vendiendo un coche de policía, señor. Sea sincero consigo mismo, su negocio puede que vaya bien, pero estoy seguro que desearía que fuera aún mejor, el valor del vehículo que le ofrezco excede en unas 100 veces el precio de su puesto de comida, imagínese lo que podría hacer con ese dinero, nuestro vehículo por su vehículo y se convertirá en el magnate de los puestos de comida con ruedas, que digo de los puestos de comida, estoy seguro que se convertirá en el dueño de la mayor cadena de comida rápida interplanetaria que jamás haya existido, claro que el intercambio de su respetable negocio sobre ruedas por nuestro flamante coche quedará entre nosotros - digo guiñándole un ojo.

Espero a su respuesta, el hombre me mira con cara de cabreo, aunque es difícil distinguir la cara de cabreo de la cara normal de los comerciantes con los ojos rasgados como este, parece que estén siempre sospechando. Se lo toma con calma, con demasiada calma. Mira a su alrededor, parece que habla a voces en su idioma o en algo parecido a un idioma, muy rápido, con alguien que no consigo ver a la altura a la que se encuentra la barra.

Finalmente, el hombre vuelve a asomarse a la barra agitando la cabeza como enfadado, aunque puede que no.

- Mi decidi finamente que poli-coche quero, tu queda con restaurante, ayuda a baja mercanshia - dice al fin.

Amplio la sonrisa, me doy la vuelta en el momento que el futuro superchef de todas las cafeterías de espaciopuerto de la galaxia se gira a seguir hablando con esa persona, y levanto un pulgar en dirección al coche donde esperan mis compañeros.

Oigo al amable cocinero alejarse de la zona de la barra y veo como la luz blanca azulada que da ese aspecto tristón al puesto se apaga y que el neón que anuncia que el puesto está abierto también lo hace, miro a mi alrededor, pero nadie se aleja pensando en lo mierda que es la vida que tiene que ir a buscar comida a otro lado, puede que hayamos llegado en el momento de menor hora punta a salvar el negocio de este hombre.

Me aproximo a la parte trasera del vehículo donde se abre la puerta y por la que salen el cocinero y una mujer discutiendo, o hablando, los dos con cara de muy malhumorados, como parece que tienen siempre, esa cara de sospechar y haciendo aspavientos con una de las manos, la otra la llevan ocupada llevando una caja cada uno.

Miro al interior, no hay muchas más cajas con material que sacar, puede que estuvieran vendiendo alimentos en mal estado por encima de sus posibilidades dado el aspecto de lo que se intuye es el frigorífico.

- Ayuda con esta caja, última caja, dame llave yo doy mía - me dice.

- Por supuesto - le contesto.

Indico a mis compañeros que pueden aproximarse a hacer el intercambio de llaves, con un gesto como si llevase yo unas aguantadas con dos dedos y con una sonrisa de oreja a oreja, esa que no he quitado desde que me planté delante del puesto de comida, mi mejor sonrisa sin duda, aquella que abre puertas a todos los sitios.

Me asomo al interior de la caravana, agarro la caja por el asidero y tiro de ella sacándola del interior.

Kat estaba extrañamente contenta para haber visto volar por los aires a uno de sus camaradas, y también por cambiar un coche rápido y duro, con armas dentro, por una apestosa ( y nada de sentidos figurados en esta parte) tartana, con olor a vomito podrido.

El humor de la mujer estaba en su techo de felicidad. Así que lo transmitió como mejor pudo.

.- Que puta mierda de vehículo, espero que al menos arranque. Pero nadie que me conozca me buscaría en esta chatarra grasienta. Y nadie que no me conozca tampoco lo haría. Gran negocio-.

Sí, así era, pura alegría y fiesta. Se puso al volante y medio la llave electrónica en la ranura. Comprobó que tenían combustible, y miro hacia atrás.

.-Drexler, baja las persianas de la tartana, pero ten a tu novia sobre el mostrador por lo que pueda pasar-.

Arranco chillando goma, y se interno de nuevo por el submundo. Era lo mas contrario a lo que había sido su hogar en la infancia, y eso le ponía de buen humor. Odia a los ricos petulantes y sus vidas limpias.

Tras varias indicaciones de Alden, y varias quejas de Drexler sobre volar cosas. Llegaron a un antiguo canal. Como en las viejas holopelicuas, el clásico sitio para las carreras ilegales con vehículos trucados. Tierras al mando de alguna tribu de barbaros con un coeficiente intelectual nulo.

Para darle la razón, cada pocos metros hacia bidones con combustible ardiendo. Seria la trazada de una pista improvisada.

Una estructura de varas de metal y planchas de plasticero, coronaba varios puntos, parecían sitios donde pararse a ver las carreras.

Estaba a punto de decir que solo faltaban los vehículos tuneamos cuando el rugido de un motor, y luego de otro, le hizo mirar por los retrovisores.

Medica docena de vehículos, dos motos, un quad, algo que en su momento fue un autobús escolar. Un camión quitapiedras de los mineros, y varios coches.

Lo que les venia siguiendo estaba sacado de manual de las clásicas películas de Máxima Locura en la Carretera, ya fuera la siete, la ocho o la 11. No como la nueve ya la diez, que fueron un musical y una peli sobre el cambio climático de un sistema solar.

Si tenia qué elegir, entre pensar que serian amistosos, o que serian su próximo grano en el culo, apostaba por lo segundo. Y odiaba tener algo en su bellísimo culo que no fuera la perfección.

Mierda. Mierda. MIERDA. 

-¡Mantén el rumbo recto y pisa a fondo!

Despejo el mostrador de un manotazo para despejar una superficie lisa. Despliego el trípode giroscópico mientras intento no pisar botellas de salsas rodantes.

Seguramente, sólo es un carrera: varios vehículos compiten en una prueba de velocidad y el primero que llega, gana. Pero los tubos de escape llameantes, las placas de blindaje con pintadas soldadas de cualquier manera y los conductores con crestas, armas y arneses de pinchos me hacen sospechar que hay algunos matices más en el reglamento de la competición. 

Nuestra furgoneta gime mientras avanza por la pista llena de obstáculos. Me pregunto qué tal será su estructura deteniendo balazos. 

-¡Conduce recto, joder!

No hay forma de fijar un objetivo con la mirilla bailando de esta manera. Voy a tener que disparar a ojo.

Aullaban felices.

Eran las Ratas de Signus, una de las bandas de desheredados de aquel planeta aparentemente próspero, los reyes del subsuelo hechos a si mismo por la violencia del entorno. Normalmente se enfrentarían entre ellos por el motivo más banal pero encontrarse de pronto un carro-vehículo de comida rápida pululando por su territorio aparentemente indefenso les había alegrado el día.

Parecían estar echándose a suerte a quien le tocaba la caza. De toda aquella jauría se adelantaron sólo tres vehículos: una furgoneta blindada, un coche descapotable en el que tres energúmenos enfundados en cuero aullaban a la par que mostraban sus rifles automáticos y el quad. Éste último se acercaba a gran velocidad con dos tripulantes: un conductor que estaba conectado con diversos cables a su vehículo y una mujer que sonriente apuntaba con un rifle de francotirador hacia las ruedas de su presa.

No parecían dispuestos a hablar. Ni siquiera parecían dispuestos a realizar un atraco. Querían sangre. Pero igual se llevaban una sorpresa.

En contra de lo que se suele ver en las holopelículas, los tiroteos entre vehículos en movimiento son una coña marinera: disparar a algo que se mueve implica que el blanco al que quieres dar no permanece en el sitio a donde disparas, lo que te obliga a corregir el tiro. Si tu culo está en movimiento también, entonces tienes unas variables de la hostia.

Paso un par de tacrolosines con un trago de Churrups^TM ("¡Qué bueno questáaaaaaa!") y tiro la lata contra nuestros perseguidores antes de afianzar el rifle. Nuestro  nuevo medio de transporte  puede ser un trasto pero tiene el catering incorporado. 

Los mamoncetes del quad están pidiendo a gritos un balazo antes de que hagan daño a alguien con ese trasto. Cargo una bala de munición explosiva con metralla. No es gran cosa contra estructuras pero contra capullos sin blindaje cunde que da gusto. Lo bueno de la metralla es que lo de apuntar cuidadosamente es más bien una sugerencia. Disparo al suelo por donde va a pasar el quad: una rociada de esquirlas afiladas como cristales se llevan un brazo de la tía del rifle y otro del conductor. El quad se aparta de la carrera dando eses. 

-¡Sí!-alzo un puño en gesto victorioso antes de palidecer. 

El descapotable pega un acelerón que lo sitúa a nuestro lado .Antes de que pueda hacer nada, nos vacían encima los cargadores. Siento una lluvia de salsas, bebidas e instrumentos de cocina rotos caerme por encima. Noto un impacto en el hombro biónico seguido de un chispazo. Mierda, eso va a doler. De la cabina me llega un gemido de dolor. Parece que alguien más ha resultado herido. 

Kat era una conductora perfecta. Sabia cambiar de marchas, conectarse un poco a los chismes eso de controlar el motor, incluso sabia donde estaba el motor. Vamos, un modelo de conductora sensata y ordenada que poco tocaba un vehículo.

Ahora sí, pisarle, podia hacerlo. Pero pisarle, y esquivar coches de tarados, eso, era más complicado.

Cuando vio que se les pegaba el descapotable, intento lo único que se le ocurrió, embestir de lado.

En su cabeza todo era sencillo, girar volante, impactar, él descapotable vuelca y listo.

La realidad, fue, girar volante, el coche esquiva el golpe, le disparar, deja de pisar el acelerador, el coche se les echa encima. Le embisten a la furgoneta, los cristales, saltan por todos los lados.

Alden dice algo, pero no es capaz de oírle, cuando se toca la cabeza nota que tiene algo pegajoso y caliente en la sien.

.-ME CAGO EN SUS PUTAS MADRES, PERO ES QUE EN ESTA CLOACA NO HAY NADIE NORMAL-.

Si, estaba gritando, y no precisamente por qué le doliera, que le dolía. Sino porque no oía nada a su alrededor, y no podía calcular el volumen de su voz.

Así que cuando su guapo amigo le dijo que se iban a una cuneta, ella no lo escucho, y si no lo escucho imaginaros quien no freno, y se fue de lleno.

No es que la furgoneta pudiera haberse estropeado, es que seguro que se había escacharrado. O qué sabría ella, qué solo era una conductora perfectamente normal.