Partida Rol por web

Observé bastante perplejo a nuestro amigo. Al principio pensé que nos estaba contando un rollo de los suyos y que cuando le preguntásemos, nos soltaría alguna broma y se quedaría con nosotros dos. Aunque era bastante desagradables y lo suyo solía ser un humor más gracioso y blanco. Pero...con él nunca se sabía. Miré así, como incrédulo a Ana, y luego a Borja, no supe bien cómo tomarme aquello.

-Buff...Jolín, Borjius, da un poco de repelús. Tal vez lo has soñado, vete a saber. Supongo que has tenido una pesadilla. Por cierto, yo miré por la ventana de casa cuando el apagón, toda la ciudad estaba a oscuras, menos justamente la zona de la feria. A ver si tocaron algo para enchufar todas las atracciones.

Ya después nos largamos, con las mochilas y el dinero, dejando las bicis en el refugio. Entre bromas, risas, chistes y conversaciones sin mucha trascendencia. Yo estaba que no podía más de las ganas de llegar.

-¡Una carrera!¡El último nos invita a horchata! -y salí corriendo con ventaja. Qué pasada, había de todo, me parecía que incluso más que otros años. No tenía idea de por donde empezar. Lo quería todo y ya , y todo a la vez. Y estaba muy nervioso, que ni reparaba en amigos o conocidos que seguro andaban aquí también. 

-¿Vamos primero al Pulpo? ¿O nos metemos en algo fuerte como el Barco Pirata? -la verdad era que no me gustaba el Barco, pero era una forma de demostrar que...bueno, que eras un valiente y tenías aguante, si te ponías en el extremo, en la popa, claro.

Miré a Torres embobada. Era uno de mis mejores amigos y... bueno, eso, era uno de mis mejores amigos.

-"Yo bien." Dije algo azorada. "Mi atracción preferida es el pulpo, así que allí que me montaré un par de veces."

Entonces Borjius soltó la bomba. Me quedé mirándole fijamente sin decir nada. Parpadeé varias veces, más deprisa de lo habitual, signo que indicaba que no me creía ni una palabra de lo que estaba diciendo. En los cascos, que los tenía colgados al cuello, resonaba una canción de los Doors. Me había traído una cinta grabada por mi con grandes éxitos de la radio.

-"¿Seguro que estás bien? ¿No tendrás fiebre?" Le dije algo preocupada.

No me gustaban esas bromas, si es que era una. Lo dijo tan seguro, que me quedé algo descolocada. Además, que Borjius no solía decir esas cosas ni bromear con los muertos. Aunque Rufus (Rafa), que así le llamaba yo a ese chaval, no había sido amigo de nosotros y encima le hacía la vida imposible a nuestro amigo, nunca habíamos bromeado con su muerte. Nos parecía a todos algo muy desagradable y que no hacía gracia alguna. Torres le respondió, intentando clarificar lo que decía Borjius; podía haberlo soñado, claro.

-"Sí, sí que da algo de repelús, la verdad. Yo también vi el apagón desde mi ventana y solo había luz en la feria, fue algo raro. ¡Hasta se me apagó el walkman! Y eso que le había puesto pilas nuevas."

Nos olvidamos un poco de esa historia y empezamos a hablar de la feria y lo que íbamos a hacer. Al rato, ya estábamos bajando de la guarida y yendo hacia allí, con un nerviosismo que iba en aumento. Todos nos queríamos montar en un montón de cosas, pero yo debía de pensar bien en cuáles, ya que no tenía mucho dinero. Aunque Torres dejó su bicicleta, yo iba en mi monopatín, no quería ir andando, era como parte de mi cuerpo. Al llegar allí salimos pitando con cara de bobos a mirar todas las atracciones.

-"Me da igual, ¿cuál os apetece primero?"

Vaya bajona creo que no se han tomado muy enserio lo que les he contado, no sé, al final será que me lo imaginé supongo, tampoco le voy a dar muchas vueltas y menos en día de feria.

La verdad que soy mas de casetas que de atracciones fuertes. - Ya sabéis que soy un poco gallina con las atracciones. - Tal vez las luces y los colores me estén hipnotizando. - Este año lo pillo con ganas, así que os dejo elegir, con la condición de ir luego a la balinera que le echado el ojo a un llavero de pacman y quiero sacármelo para la bici.

A Maiden no le importaba qué probar primero. Siempre iba con su Walkman y sus casettes grabados, asique siempre acudía a cualquier lugar en buena compañía. Torre eligió el pulpo, pues parecía una atracción ni demasiado fuerte ni demasiado aburrida (un término medio); y en cuanto a Borjius, tenía a ese "comecocos" amarillo en su punto de mira.... bueno, en el de la balinera (que debía estar algo desviado su cañón, pero del año pasado sabía compensar el disparo... y aún se acordaba de cómo hacerlo.

Por tanto, mientras la gente caminaba entre vosotros y abarrotaba el recinto de la feria, dejásteis a un lado la caseta de los coches de choque y el "hombre-masa", e hicísteis cola para el pulpo. Delante de vosotros había un matrimonio con sus hijos, y más adelante Torpedo (el chaval más listo del colegio) y su hermano mayor, Tomás. En primer lugar, delante de ellos, ya estaba la caseta de venta de fichas. Las luches, los sonidos, el bullicio... todo era totalmente fascintante, aunque siempre había una mala cosa en la feria de Laguna Alta: que era el preámbulo del curso escolar. Pero eso aún no había que pensarlo.

Tras unos cinco minutos de cola, comprásteis una ficha (color "rosa chicle") con el logo de la caseta grabado en el plástico de la misma. Y acto seguido hubísteis de esperar a que la atracción se detuviera de nuevo, y el joven que controlaba las subidas y bajadas os diera permiso (levantando rápidamente el brazo y moviéndolo), para correr hacia alguna de las cabinas del pulpo. En uno de sus brazos os subísteis, y había espacio para cuatro. Menos mal que a Borjius le gustaba ir siempre en un asiento él solo, y así tenía de frente a sus dos amigos. Instantes después... ¡CLIN! Una musiquilla comenzó a sonar, con el sonido chirriante de la típica bocina (que nunca se sabía si era para delimitar los inicios y finales de atracción o para llamar jocosamente la atención al público); y el "cacharro"... ¡comenzó a moverse! ¡Ya empezaba!

En cada brazo había cuatro barrotes, en cuyo extremo descansaban cuatro cabinas (y había en total de cinco brazos, osea veinte cabinas). En una viajábais vosotros, y a los pocos segundos, al son de la músiquilla extravagante y festiva, comenzásteis a moveros tanto en rotación como en traslación. El movimiento de rotación era sobre el centro del tentáculo del pulpo, y el de traslación sobre la cabeza de éste. Además, dicho movimiento traslatorio no era sólo horizontal, sino que el tentáculo se movía transversalmente y también en vertical, tomando distintas alturas y haciendo que el vértigo y "las mariposillas" revoloteran en vuestro estómago, ¡aquello era chulísimo!

Sin embargo, justo cuando estábais gozando del vaivén del pulpo, la cabina os dio un latigazon en el aire, parándose en seco en pleno ascenso transversal. El resto de cabinas también lo hicieron, y además las luces del pulpo y la musiquilla se vino abajo... Momentáneamente os llevásteis un pequeño susto ¡MENUDO FASTIDIO! ¡Habíais pagado una entrada para otra cosa! Ahora estábais atrapados en alto, dentro de la cabina (ni tan siquiera el barrote "de seguridad" podía extraerse, por lo que al menos eso de caerse de la atracción no era posible...

Entonces, el feriante que controlaba la atracción desde la cabina se dirigió a vosotros y al resto de chavales para tranquilizaros.

¡Tranquilos! ¡Tranquilos! ¡No os mováis, no ha pasado nada! -¡Joder!, si que ha pasado, pensarían algunos, ¡estábamos parados de golpe!- ¡Boris! ¡Boriiiiisss! ¡Ves a echar una mano ahí! -gritó a alguien que estaba cerca de la atracción-.

En ese momento vísteis aparecer a un hombre que rondaba la cincuentena, vestido con un sucio mono de trabajo y que portaba una gran caja de herramientas. Parecía el mecánico de la feria, pero lo que más os llamó la atención era que, mientras éste se subía la atracción (concretamente buscaba un cuadro eléctrico en la cabeza del cefalópodo de la feria) y comenzaba a reparar la atracción, mascullaba algo en un idioma algo extraño.

¡Grrrh! *a$"%·"%"&%$/&*2***s -mascullaba el mecánico-.

El Pulpo era lo más. Bueno, quizá no lo más, pero de los mejores. La montaña rusa, esa sí que era mi preferida.

-Qué guay, Maiden, coincidimos. -Me quedé unos instantes devolviéndole la mirada. Me sentí raro, y la retiré. La verdad era que Ana, mi mejor amiga, siempre me había parecido una chica total, y...no se, llevaba un tiempo descubriendo que pensaba en ella de manera distinta. ¿Qué nos pasaba? Serían tonterías mías.

-Vale, la balinera luego. Aunque son un timo. Yo nunca acabo de pillarle el truco. -Lo cierto es que mis padres y todo el mundo lo decía, pero siempre acabábamos gastando algo de dinero en eso. Había visto a chicos que se fundían todo en esa atracción.

Bueno, el Pulpo. Los nervios de la cola. Qué rollazo, me lo tomé con calma, con filosofía, bromeando con mis amigos, saludando a los otros colegas. Escuchando la música de Ana. Y al final subimos, empezaba la fiesta.

-¡Al fin! Bieeeenn! Va a ser un gran día, y lo mejor es que lo pasaremos juntos.

Pues no. Me equivoqué. Parados. Menudo asco. Cuando eso pasaba lo mismo era cosa de un momento, como que te tirabas una hora allí arriba. Miré aquí y allá, paciente, que no era yo de los tipos nerviosos -No pasa nada, tranquilos, en un momento lo solucionan y seguimos. -Intenté tranquilar a mis dos amigos, posando los ojos serenos en Ana. -Oye, que me he acordado de algo, ¿el walkman se te apagó? Eso sí que es raro...No estaba enchufado a la electricidad. 

No tenía sentido. Pero no pensé más en ello. Observé a la gente que paraba la atención en nosotros, y al mecánico que iba a lo suyo.

Cuando Torres me miró fijamente, me sentí algo turbada y miré para otro lado. Desde hacía unos meses, algo en mi había cambiado. No ya porque me había venido la regla por primera vez, cosa que me asustó mucho, si no porque estaba empezando a albergar sentimientos distintos con respecto a los chicos.

La primera opción fue montar en el fabuloso pulpo morado que había. Era una de mis atracciones preferidas y en la que solía repetir más de una vez. Ese sube y baja a toda velocidad, mientras el aire te daba en la cara al avanzar rápido hacia adelante y luego hacia atrás. La idea de Borjius de ir después a la balinera no me desagradaba, pero yo allí no me dejaba ni un chavo. Prefería ver cómo los demás intentaban sacarse alguna cosa, que muy pocas veces conseguían.

De repente, algo pasó en la atracción. Se paró en seco y se quedó apagada, sin corriente por lo que parecía. En lo alto, veíamos a la gente andar alrededor, mirándonos con preocupación. Yo estaba tranquila, ya que algunas veces esto pasaba y cuando volvía la corriente, el feriante nos daba unas vueltas más por las molestias. Un señor mayor, con bigote blanco y calva incipiente, que se parecía a Julián, el quiosquero de Barrio Sésamo, salió de algún sitio y fue a intentar arreglar el asunto.

-"Estoy tranquila, no te preocupes, suele pasar alguna vez. La barra no se levanta si se va la corriente, por lo de la seguridad, ya sabéis. Además, estaremos más tiempo en la atracción." Dije serena y mirando a los dos.

-"Pues sí, se me apagó. Supongo que las pilas venían mal y se gastaron enseguida. ¿Enchufado a la electricidad?" Dije pensativa.

¡BZIIIIIUUFFFFFF! -tras unos minutos "varados" y colocados como en el aire, la cabina comenzó a moverse, la vuestra y la del resto. Las luces del Pulpo se reestableceron y lejos de ponerse en marcha otra vez, el sistema debió reiniciarse a modo de seguridad, por lo que os quedásteis parados.

Atrrracción ya arreglada. Yo irrr a otrrra* -respondió Boris, vociferando al tipo de la atracción, y justamente descendendió de la plataforma y desapareció entre el gentío-.

Venga chavales, y chavalas, niños y niñas, jovenes y "jóvenas" -decía el tipo por el megáfono, ese que sonaba tan fuerte, a modo de gracia-: otra vueltecita para todos, ¡Adelanteeeeeeeeeee!

¡BZIIIIUFFFF! ¡MEEEC! ¡BAAAAAAACC! -la atraccion se movió hasta colocarse en su posición original, y luego volvió a moverse, comenzando el ciclo que debía, ahora sí, amortizar vuestra entrada-. Menos mal que el feriante se estaba enrrollando -lo cierto es que era porque unos padres comenzaron a mirarlo mal, y lo lógico era eso (el invitar a todos a otra vuelta)-.

Acto seguido os bajásteis y marchásteis directamente a la caseta de balines. Si habia cierta cola en el pulpo, la caseta de "la balinera" no se quedaba atrás. Se trataba de una caseta típica, que se abría por un lado, y que tenía diversos estantes frontales donde se agolpaban todo tipo de llaveros y pequeños cachivaches: llaveros, pulseritas, colgantes, monedas antiguas (falsas, por supuesto, pero metálicas y de buen postín)... y sobre todo... esos magníficos mecheros Zippo, los cuáles tenían aquella forma rectangular específica, y cada uno con un grabado distinto tan bonito que los participantes se picaban por conseguir algunos.

Algunos peluches también, a los lados, podían conseguirse, pero básicamente servían para decorar la caseta. Había dos escopetas, es decir, había dos puestos, los cuáles los administraba una mujer rubia y bastante oronda, así como un tipo más bajo que ésta, también bien entrados en carnes. Y la gran mayoría de chavales de la escuela de Laguna Alta estaban allí: Julián, Pedro, Sara y Rocío, Juan "el Pelotas", el "Conejo", María y su primo Paco... ¡todos! ¡Aquella era, para muchos (que no para todos), el mejor pasatiempo para los chavales...! Entre el bullicio lográsteis saber que disparar un par de veces costaba cinco duros. Si se lograba romper un palillo, según decía la dueña cada cierto tiempo, se conseguía un premio bastante bueno (de hasta 20 duros); es decir que prácticamente se podía elegir alguno de los cachivaches de los estantes, incluidos los bellos Zippos que brillaban con gran fulgor con las bombillas de la caseta...

La verdad es que me quedé prendada del flamenco rosa que había colgado a un lado, aunque la rana azul también molaba. No puse caritas porque yo era Maiden, una tía ruda, pero en el fondo, muy en el fondo, aún me molaban los peluches.

-Quiero decir que no es una aparato conectado a la electricidad -aclaré a Ana- Por eso que es más extraño todavía el asunto. Me hizo que pensar, aunque total, con lo excitados que estábamos con la feria, se me esfumó de la mente pronto lo sucedido la anterior noche. 

Cómo se me ocurría decirle eso de tranquila a Ana, con lo resuelta que era ella, y decidida. Bueno, pero era lo normal, digo yo, aparentar cierta seguridad y calma. Y la verdad es que los tres nos mantuvimos serenos sin alboroto, no como en otras cabinas, que crecían alterados. Aunque Borjius estaba muy callado -No te preocupes, es solo unos minutos, va, cuéntanos un chiste de los tuyos. -Trataba de animarle.

-¡Ah, ya! Guay, nos van a dar otra vuelta. En parte casi es bueno que se estropee, jajaja. Si es solo unos minutos. -Seguí con atención las maniobras y movimientos del hombre mayor, el mecánico, desde la distancia. Con todos esta cantidad de atracciones, debería tener trabajo, supuse que no estaría solo en su labor. 

Y al cabo de otro largo rato, estaba allá, con la escopeta, apuntando. Sin muchas ganas pero nos comimos la cola, y pensaba aprovechar. ¿Cinco, diez duros? Pensé, dubitativo. -Deseadme suerte, chicos. A ver qué pasa. -Pagué esos primeros cinco duros y, con tiempo de sobras, acabé por disparar. 

Jope parece que nos han echado un mal de ojo, que mala suerte, se tiene que parar la atracción justo cuando estamos nosotros encima. - Uff creo que si hago una broma lo echo todo. - Si miro para abajo me entra el mareo y encima nos toca viaje extra.

- Guau al final no ha estado tan mal, pensaba que sería peor, pero ahora toca lo bueno de verdad. - Al ver la fila de la balinera casi me dió un patatús estaba hasta los topes, todo el mundo parecía querer tirar a los palillos. - Atentos chavales, me he visto todas las pelis de indios y vaqueros, como mínimo soy todo un experto.

El plantel de mecheros zippo hacía que se me desviase la mirada, pero yo había venido a por mi llavero de comecocos para ponerlo en la bici. Cuando nos toca el turno saco los 5 duros y recojo la escopeta de balines apunto y disparo. Bueno parecía una brabuconada pero acerté de pleno. - ¡Tomalo! Eso si que es puntería eee - Lo celebro con un ridículo bailecito. Ahora tendría el llavero, le tenía ganas después de echarle tantas horas en las recreativas.

-¡Guauuu! ¡Sí, toma ya! - Acerté, no me lo podía creer. Había seguido los consejos de Borja, sobre el desvío a un lado. Eso y mi habilidad con el tirachinas. 

Yo quería un zippo, sin dudas. Estaba emocionadísimo. Dejé la escopeta sobre el mostrador. -Va. Probad vosotros, que seguro tenéis suerte.

Iba a pedir ya mi zippo cuando me detuve y reflexioné unos segundos, mordiéndome el labio. Miré a Ana - Va, elige tú, lo que quieras. Te lo regalo. Y me encogí de hombros, super contento.

Los chicos estaban disparando para ver si rompían un palillo y conseguían algún regalo. Era algo difícil, ya que las escopetas de perdigones solían estar mal calibradas y aunque apuntases como Robin Hood, siempre se te iba para un lado. El truco era disparar un par de veces y ver hacia dónde estaba desviada. Después, haciendo cálculos matemáticos, calculabas el ángulo necesario para que fuera a donde tú querías. Yo estaba detrás de ellos, escuchando mi música en el walkman, mientras observaba como se gastaban las perras.

El primero en tirar fue Torres, que acertó a la primera y se llevó un premio. Al comentarme que eligiera yo, me quedé un poco pillada y azorada. Sonreí y puse cara pícara. En ese momento también disparaba Borjius, con idéntico resultado. Parece que le habían cogido el truco a la primera a las escopetas. Estiré el brazo, señalando la rana megagigante de color azul.

-"Creo que ese peluche te haría buen acompañamiento en la cama, por si tienes miedo los días de tormenta. Jajajajaja. Buenos disparos chicos, cualquiera diría que sois profesionales."

Tenía que hacer que no me interesaban esas cosas, así que le hice un chascarrillo a Torres para que se llevara la enorme rana azul. ¡Aunque era tan mona! En fin, el tema que estaba escuchando a través de mis cascos, puestos sobre el cuello, estaba terminando. Un temazo de los Stooges o como se llamaran. Aunque me iba más la música de ahora, no estaban nada mal algunos temas antiguos que escuchaba por la radio. Siempre tenía preparada una cinta en blanco en la minicadena de mi padre para grabarla en cuanto tenía ocasión.

La confusión se pintó en mi cara. Ana y sus bromas. ¿Que me llevase la rana para los días de tormenta? Me rasqué detrás de la oreja. -E...la rana...no se...No lo veo...Me estás gastando una broma, ¿no? -sonreí, suponiendo que se estaba riendo de mí, de buen rollo. Era una tía dura, pasaba de tonterías de premios.

-¿Qué quieres entonces, niño? Que te pasa la oportunidad -La señora de la atracción me apremiaba. Y como pensé que Maiden en realidad no quería nada, me pillé uno de los zippos. 

Por supuesto, el de Moon Landing. Mi sonrisa de felicidad era enorme.

Maiden miró cómo la dueña de la caseta de balines le entrega un bello Zippo a Héctor, quedándose sin su querida rana, puesto que ella no había aclarado sus deseos a la invitación de Torres para que eligiera el premio (o al menos Torres así lo había entendido...). El caso es que Borjius se llevó también otro Zippo, y tal que así, que los chavales que ahora hacían cola detrás vuestra miraban asombrados la recompensa...