Partida Rol por web

El día previo, en el dormitorio de Brant, a mediodía... 

—Sí, estoy mejor —confirmó—. La herida de la espalda ya casi ha cicatrizado. Ese hechicero es bueno... Si no llega a ser por sus cuidados no sé si me hubiese podido recuperar, porque había perdido mucha sangre... —manifestó, mientras se volvía recostar en la cama, de lado. 

Desvió un instante la mirada de ella a su mascota, observando con curiosidad la cría de dragón.  

—¿Piensas quedártelo? No creo que sea fácil domesticar una criatura como esa. Puede hacer mucho daño a la gente si se descontrola —la advirtió, centrando de nuevo su atención en la joven.  

Tatyana había venido, además de para interesarse por su estado, a hablar sobre aquel encuentro con la vidente y su acto en la cueva, en el que pudo morir si no fuese por que ocurrió prácticamente un milagro. 

—No te culpes por lo que hiciste. Alguien tenía que intentar algo, por mucho que fuese un suicidio... Mírame a mí, que me jugué el pellejo y luego no se me ocurrió nada mejor que reventar unos barriles de pólvora en mitad de la cueva para acabar con el dragón... —A pesar de que funcionó demasiado bien, había sido una jugada muy arriesgada—. No sabía que la vidente acertó con lo que te contó. O tuvo mucha suerte o de verdad veía el futuro cercano —sonrió débilmente, pero esa sonrisa la borró de su rostro cuando ella hizo alusión a lo de su verdadera identidad y le cuestionó, presionándole a revelar la suya propia. 

Brant se incorporó, sentándose en el borde de la cama con pesadez. Respiró hondo, antes de exponer su verdad.

—Bueno... No me gusta hablar de mi pasado porque precisamente huyo de él... —comenzó a decir—. No me llamo Brant, como habrás intuido. Mi verdadero nombre es Arman Illyin. Nací y me crié en Antongrado, sirviendo en las filas de su ejército. Pero aquella vida no era para mí, por lo que deserté tiempo después y empecé a buscar mi verdadero destino en otro lugar. Me han perseguido desde entonces; por eso el cambio de nombre, de aspecto —señaló la cicatriz bajo su ojo— y de profesión. No quiero regresar allí. No tengo nada que me ate o por lo que quiera volver. Mi familia... es historia para mí —concluyó, masajeándose la frente con fuerza. Había padecido jaquecas constantes rememorando esa etapa durante toda su vida. Y hoy parecía que se repetirían.

Bajó la mirada hacia el suelo de madera, algo inquieto por remover recuerdos amargos y tocar un tema que a todas luces no le gustaba sacar a pasear.  

—Veo que tú y Ethel también habéis tenido problemas en el pasado... —musitó.

(Antes de la reunión en la taberna)

Hoy era uno de esos días donde intentaba no aislarse porque sabía que esos pensamientos le traerían más culpa de la que ya había en su corazón y por ello, en cuanto escuchó que Tatyana estaba allí no dudó en abrir la puerta mientras le permitió pasar así podían conversar. Aún la pelirroja no supo como sacar ese tema de conversación, lo que habló con Derek aún hacía mella en su corazón y no era fácil revelar una verdad que no esté impregnada de culpa. 

Por eso se dejó llevar por el abrazo, apreciando la ternura de Tupac aceptando al dragón con cierta cautela. El lobo siempre había sido uno más de la familia, no sólo para su dueña sino para aquella chica que tenía sellado el destino bajo un destello carmín difícil de eludir. Y en medio de todas esas palabras que apenas consiguió responder, de repente su primer beso estaba sucediendo allí mismo y se paralizó al completo. No lo comprendió, no lo había podido ver y la sorpresa inundó en su rostro de una forma única. 

—Taty... 

Y se ruborizó, jamás se había ocupado de siquiera ver a una persona diferente porque no sabía lo que era el amor. No lo comprendía y ahora que su amiga le regaló aquello, sintió una sensación nueva que no supo como llamarla y tampoco quería joderlo todo. Mucho dolor, muchísima culpa en su corazón que no sabe si hay lugar para nada más. Por ello cuando se alejó, la pelirroja acortó las distancias y la abrazó con fuerza. No tenía certezas en ese instante, pero la quería cerca, muy cerca. 

—L-os... Los asesinaron... Tat-yana... Asesinaron a los nuestros en Wickland—confesó sollozando. 

Escuchó sus motivos mientras lo miraba a los ojos como si estuviera estudiándolo al detalle. Descubrir aquello para ella era encontrar respuestas ya que desde sus primeros pasos bajo el halo de la determinación, sólo desgracias trajo a su vida y necesitaba esto, un buen gesto para ver las cosas desde otra óptica. Sólo que Brant al parecer era tan duro como la pelirroja, reticente a esto. 

—No digo eso...—se excusó y lo miró a los ojos—. Eres un idiota. Mi orgullo está roto desde que lo he perdido todo, solo intenta surgir con cretinos como tú.

Lo provocó por mera naturaleza y se acercó para conectar con más detenimiento. 

—Quizás a ti algo te mueva en ese lugar donde está el corazón por mi—espetó y le tocó con el dedo en el pecho—. ¿Tienes algo ahí o eres una planta?

Derek estaba en su habitación cuando recibió la visita de Tatyana, no le sorprendió pero al igual que con Liselot deseó que nunca se produjera. Lo que venía a buscar era las respuestas a las únicas preguntas que el sanador no quería responder, aún así allí estaba y como fuese le contaría la verdad.

El dragón había sido tema de debate en aquellos días pero no le hizo mucho caso a la gente ni se acercó al animal demasiado, no le había gustado y no le importaba mucho mientras no hicieran nada a su amiga. Como ya hiciera Liselot, lo primero fue halagarle y de nuevo aquella sensación punzante en su pecho apareció, si aquello fuese la mitad de cierto y su efectividad también la mitad de lo que creían nada de aquel fatídico día habría ocurrido. Pero ahí estaba, la hora de las respuestas.

- Siéntate Tatyana, será mejor así.- El tomó asiento también y suspiró larga y profundamente.- Lo que ocurrió tras vuestra marcha no es agradable ni justo, pero así fueron las cosas. El caos reinó y la Vizcondesa enfureció terriblemente, fuimos llamados Rambert y yo a verla. Nos preguntó que había pasado, sobre el ataque al recaudador, los ogros y todo lo demás. Todo el pueblo lo sabía, Rambert estaba allí y por mucho que hubiera intentado engañar a la Vizcondesa hubiese sido en vano por lo que acabo de nombrar, no quedó otra salida que la dura verdad. Después de ello Silvester junto a un destacamento fue a buscaros junto con Hilda pero ya era tarde, a cambio trajo a los padres de Liselot, tu madre y a Hedi.- Volvió a suspirar.- Cuando regresaron al castillo interrogaron delante nuestra a todos ellos y, aunque dijeron la verdad sobre vuestro paradero, que no lo sabían, la Vizcondesa mostró ninguna clemencia y...- Hizo una pausa forzada, tenía la boca reseca y áspera antes de pronunciar la siguiente palabra.- Los ahorcó.- Parecía que estaba atrapado en un bucle contando de nuevo la misma historia mientras los mismos sentimientos corrían dentro suya, no había palabras para suavizarlo y nada que pudiera hacer para mejorarlo.- Lo siento. No había nada que pudiera hacer en aquel momento.- El mundo alrededor de Derek se agitaba mientras en su cabeza volvían los gritos de culpa y agonía, las caras de sus vecinos y amigos sufriendo hasta exhalar el último aliento, el sonido de sus gargantas ahogadas de manera tan terrible y como bailaban al son de la inercia de la propia cuerda cuando dejaban de agitarse. Una imagen de pesadilla, una imagen que a cualquiera podría haber vuelto loco, si su cordura no había sido eliminada del todo aún era signo de que gracias a ello podría seguir sufriendo, o eso quería creer.- Llegó el invierno y por supuesto la comida no fue abundante, por mi terrible honestidad la Vizcondesa me dejó almacenar más comida que repartí entre los vecinos intentando paliar la situación. Pasé hambre con ellos aunque muchos no sobrevivieron. Seis meses después me volvieron a llamar para ofrecerme el puesto de sanador de los von Wick, sin posibilidad de renuncia, al menos con vida. Acepté buscando un beneficio para Wickland, conseguí que llevasen comida para el resto del invierno a cambio de acompañar a Silvester y garantizar su bienestar. Fracasé como puedes ver y ahora es imposible que regrese al pueblo, al menos si quiero permanecer con vida.-

Calló, aquella era toda la historia que esperaba no tener que repetir jamás. Era lo peor que podría haber sentido nunca y quería que todo acabase.- Lo siento.- Volvió a repetir.

Los días siguientes habían sido difíciles para Derek, en su mente seguía la idea de que no podía volver a su tierra natal después de que Silvester desertara y no lo hiciera con el. Su misión había fracasado y con ello su propósito con los von Wick, su cabeza ahora estaba en una pica en el torreón del castillo. O así sería si volviese, parecía que el destino también quería que fuese un fugitivo. 

Los ratos atendiendo a los heridos eran los pocos que tenía para despejarse antes de sumirse de nuevo a las pesquisas sobre su próximo movimiento, siempre podría aceptar el puesto de la universidad pero no sabía si estaría a salvo. De nuevo preguntas y más preguntas de las que desconocía las respuestas.

Cansado de la soledad volvió a la taberna donde se encontró con Brant primero.- Gracias Brant, espero que te sientas recuperado completamente en breve. Siempre podemos intentar algo más si no te sientes del todo bien, no es ningún problema.- Llegó Liselot en ese momento y agradeció que se llevase la atención de Brant, no tenía nada en su contra pero ahora otras preocupaciones le asaltaban.- Hola Ethel, espero que también te sientas mejor después de todo.- Derek estaba más ensombrecido que de costumbre, frases cortas era todo lo que sentía que podía sacar en aquel momento. Quería hablarlo pero no sabía si era el mejor momento, se sentía observado y perseguido. Quizás mandasen a alguien a buscarle o quizás no, pero si lo descubría seguramente fuese demasiado tarde.- ¿El dinero? Pues, seguramente me guarde algo, lo suficiente para una temporada y donaré el resto. No tengo mucho aprecio a lo material después de todo y ahora que no puedo volver a casa, supongo que tendré que empezar a preocuparme más por el dinero.- Ahí estaba, lo había dicho. Su pecho se sintió aliviado y la carga en sus hombros desapareció un poco, sabía que podría contar con ellos para continuar el viaje y muy pocos harían asco a un mago, pero en aquel momento necesitaba desahogo por encima de todo.

Brant encajó con una sonrisa los sinceros apelativos con los que le tildó Ethel.

—Auch, eso ha dolido —fingió—. Idiota y cretino... debo estar subiendo posiciones en tu escalafón personal. Qué cariñosa eres cuando te lo propones, pequeña —La picó un poco con el tema de la estatura, entrelazando entre sus dedos uno de sus mechones rojizos.

Ladeó la cabeza hacia otro lado, ante su siguiente comentario, con gesto pensativo. Volvió la vista a sus ojos, instantes después, tras meditar una respuesta que tampoco despejaba de dudas su mente.

—No lo creo. Aún no te conozco lo suficiente como para que mi corazón actúe de un modo distinto contigo —aclaró con gravedad, sin detenerse en ese aspecto concreto. No obstante, cogió la diminuta mano de la chica (en comparación con la suya) y la puso sobre su pecho, inusualmente cálido aquella mañana—. ¿No escuchas y sientes los latidos? ¿Qué clase de planta podría hacerlo? —bromeó, guiñándole un ojo.

La realidad era que Ethel estaba ahora mismo alcanzando unos niveles de cercanía peligrosamente estrechos con él, algo que no le sucedía desde Dios sabe cuándo. Y tampoco sabía si aquello le convenía. Siempre había preferido mantener las distancias con los demás para no hacerles daño ni para hacerse daño a sí mismo. Pero todo podía cambiar en cuestión de segundos, abriendo un nuevo panorama frente al que no estaría preparado con toda probabilidad... 

- Me alegra de que estés mejor Brant y sí, Derek es muy bueno - le sonrió. Miró a Viksey cuando lo nombró - Pues sí, no quería dejarlo solo en la cueva y sé que podrá ser complicado... Pero creo que saldrá bien - acercó al pequeño dragón a Brant. Viksey lo miraba atentamente y lo olisqueaba. Después volvió a acercarse a Tatyana. Escuchó lo que le dijo acerca de los barriles de pólvora - Bueno, me parece que no fui la única que tuvo una idea un tanto suicida en ese aspecto... - dijo con un pequeño suspiro.

Luego, Brant se abrió en canal a Tatyana con respecto a su vida. Lo estuvo escuchando atentamente y sin interrumpirlo. Luego lo miró - Así que Arman... - le tendió la mano para estrechársela - Todo un gusto - después de aquel gesto, llevó sus brazos un poco hacia detrás, se apoyó sobre ellos y miró al techo. Luego lo miró de nuevo - Esto que me has confiado no se lo diré a nadie, Brant - y le guiño un ojo cuando dijo su otro nombre - Recordar el pasado, puede doler y más si ha sido malo, pero nos hace crecer y madurar, ser mejores. Sinceramente, espero que nuestros caminos tarden en separarse. Es verdad que nuestros andares empezaron un tanto raros, pero... creo que hemos sabido mejorar eso y convertirlo en una buena amistad... - y le sonrió.

Por último, venía aquello que estaba esperando desde que le contó su historia - Y tienes razón, hemos tenido un pasado un tanto... complicado - se enderezó un poco en la cama y comenzó a relatar - Bueno, mi verdadero nombre ya lo sabes y el de Ethel... creo que debe ser ella quien te lo diga... Nosotras vivíamos en una aldea llamada Wickland y el año en cuanto a cosechas todo el mundo lo llevaba muy mal. Hubo una reunión que desembocó en pelea y acabó con dos muertos... Uno lo maté yo y otro ella, aunque no fue a drede... Obviamente, pasamos a ser las asesinas de la aldea. A causa de esto, quemaron la casa de Ethel... Luego, a una de las aldeanas se le ocurrió la brillante idea de atraer a ogros a la aldea para que se encargaran del recaudador... Pero ya te puedes echar una idea de cómo acabó aquello. Atacaron lo que pillaban. Al final, conseguimos matar a los ogros y yo rematé al recaudador... y como puedes imaginar... Terminamos siendo fugitivas... Derek se quedó en la aldea para ayudar en lo que pudiese a nuestras familias... Pero Ethel ya me contó que los mataron a todos...

Cuando se separaron la llamó por su nombre y la vio ruborizada, no sabía qué significaba eso... ¿Lo hice mal? ¿No siente lo mismo? Su mirada se ensombreció un poco, temía haberlo estropeado todo.

Después de ese beso, Liselot la abrazó con fuerza, aquello la confundía aun más - Y-yo... Lo siento... A lo mejor no debí... - sus palabras fueron cortadas por lo que le acababa de soltar - ¿Asesinados? - aquello la pilló por sorpresa. No esperaba que la noche tomara este giro. Le correspondió el abrazo. Una de sus manos la llevó a su cabeza y comenzó a acariciarla, dejó que se desahogara - Estoy aquí para ti... como siempre he estado y como siempre estaré... - cerró los ojos aguantando llorar y tragó saliva. Esperó hasta que ella estuviese preparada para que le contara.

Escuchó atentamente las palabras de Derek - Liselot ya me había contado anoche... pero quería escucharlo de ti - después de su charla con Liselot, cuando se fue a su habitación lloró todo lo que tenía que llorar y todo aquello se quedó entre las cuatro paredes que fueron su habitación. Posó su mano encima de la de Derek y lo miró a los ojos - Hiciste todo lo que pudiste y yo te lo agradezco. Por favor, no te sientas culpable, porque no lo eres - le dijo. Podría haberse tomado aquello de muchas maneras, pero sabía que él no tenía la culpa e hizo todo lo que estaba en su mano para poder evitar aquella situación.

- No me pidas más perdón, porque no tienes por qué - cuando se levantó, Viksey bajó de sus hombros, ella cortó las distancias con él y lo abrazó fuerte - Y respecto a lo de sanador de la familia de la Vizcondesa... Supongo que lo hicieron porque sabían que tarde o temprano intentaríamos ponernos en contacto contigo... - suspiró - Derek... tienes un muy buen corazón... En todo caso, las que te tendríamos que pedir perdón somos nosotras... Al fin y al cabo, fuimos nosotras...

Después de las diferentes charlas, Tatyana junto a Viksey fueron a la taberna. Nada más entró, notó que todas las miradas se posaban en ella y en su dragón. Tenía la misma sensación que cuando estaba en Wickland y era apodada como la Muda. Su mirada era como un témpano mientras se dirigía hacia la mesa en donde estaban los demás. Tenía claro que allí nadie le diría absolutamente nada de su nuevo amigo.

Cuando llegó, su mirada cambió a una más relajada. Vio a Liselot y a Brant que estaban hablando, pero no le prestó mucha atención puesto que parecía ser algo entre ellos dos. Después escuchó a Derek y como le había hecho anteriormente, colocó una de sus manos encima de las de él- Derek... sí tienes casa... Tu casa está con nosotros. Estamos todos juntos y todo saldrá bien - le dedicó una leve sonrisa.

—¿Cariñosa?—bufó ofendida y bajó la mirada, sin saber como manejarse en esto—, no soy pequeña. Sólo de estatura. 

No tenía idea de como relacionarse con él sino era a través de la confrontación, quizás porque tampoco era una experta en estas cosas y le resultaba muy desconocido todo. No era capaz de interceptar algún truco de seducción o ese lenguaje con dobles intenciones, dado a que más allá de su carácter era muy inocente. Luego al ver que su mano se dirigía hacia el pecho de Brant, abrió los ojos sorprendida y se centró en ello. En ese latir, descubriendo algo más. 

—No eres una planta, no. Algo ahí tienes, que late, que siente. 

Y lo confesó sincera, un poco a tropezones, un poco desde esa lado tan impulsivo que conoce. Incluso se preguntó así misma como se sentiría el suyo, si el cazarrecompensas podía encontrar lo que ella descubrió hace nada. Así que por ello cogió su mano libre y se la llevó a su pecho, para que él también pueda comprobarlo. 

—Yo tampoco lo soy.

En su inocencia, no supo siquiera mirar que pudo haber más. La pelirroja estaba llena de culpa, de dolor por esa noticia que recibió gracias a Derek y por ello es que tenía su corazón nublado, ajeno a esas caricias que podían llenar su corazón de tanto. Por esto es que se permitió la cercanía, esos brazos que la protegen en los momentos más oscuros suyos y que de alguna manera le dan la fortaleza para dar ese paso hacia delante y confesar la verdad. 

Las palabras de Tatyana fueron lo justo, lo que necesitaba y esto le sirvió para contar sobre ello. 

—Apenas nos fuimos, han asesinado a mis padres. A tu gente, a todos... Yo no puedo con esta culpa, si hubiera callado ellos estarían vivos, en la casa, pasando hambre seguro pero me las hubiera apañado con el bosque. Había otra alternativa y no la vi, no la escogí. Me odio. 

Tras decir aquello, rompió en llanto porque podía ser ella misma delante de su amiga. No había secretos, no tenía que ser Ethel y ambas compartían ese doloroso pasado. 

Estrechó la mano de Tatyana, esgrimiendo una media sonrisa. 

—Por lo pronto, tenemos pendiente ese viaje a la Universidad para llevar el cuerpo del dragón —Al mencionarlo, miró a la cría, con una mueca de ¿pena? Esta no comprendería sus palabras, pero no dejaba de ser cierto que había perdido a su protector por su culpa—. Nuestros caminos no se separarán aún. Luego... ya se verá —dijo, dejando en el aire la duda de hacia dónde les empujaría el destino—. Cuando tenga el dinero en mis manos valoraré cual ha de ser mi siguiente paso. Incluso se me ocurre investigar el mapa que conseguimos en el campamento, por si hay de verdad un tesoro escondido en esa isla —añadió, estirándose con cuidado de no hacer un movimiento brusco que abriera la herida de su espalda.

Tras haber revelado sus orígenes ante ella, fue su turno de ser sincera. La historia de Tatyana y Ethel era dura; al final muchas personas huían por uno u otro motivo de sus hogares, alejándose de sus seres queridos para echar nuevas raíces en otro lugar. En el fondo, no eran tan distintos.

—Lamento escuchar eso —comentó, apoyando una mano en la pierna de la joven, a modo de consuelo—. Por desgracia la naturaleza humana tiene una de sus bases en los enfrentamientos y en las disputas. Los malentendidos en el ejército estaban a la orden del día —le explicó—. Al menos habéis permanecido juntas para sobrevivir, cuidándoos mutuamente. Solo os queda aguardar a que el futuro traiga un rayo de esperanza en el horizonte —apuntó, girando el cuello para observarla mejor—. Me... me alegro de haberos conocido. 

Le gustaba ese pique natural que se daba de forma espontánea entre los dos. Uno provocaba en busca de una reacción; la otra reaccionaba y contestaba con otra pulla o amenaza. Y vuelta a empezar. Una y otra vez. Una y otra vez. Seguramente aquel fuese el sello de identidad de ambos cada vez que hablaran o intimaran. "Si la hubiese conocido en otra época. En otra vida..." —se dijo, mordiendo su labio inferior con disimulo. Tampoco quería expresar en público un amplio abanico de emociones, que además no estaban a la vista del resto desde hacía años.

—Te lo he dicho. No soy de piedra, pese a que lo pueda parecer...

Al ver que la chica tomaba su mano, aproximándola a su pecho con firme decisión, devolviéndole la acción que llevó a cabo él, Brant encogió la extremidad al principio, dubitativo, aunque finalmente permitió que la llevara hacia donde ella quería. El rítmico latido del corazón de Ethel pareció atravesar las conexiones nerviosas de la palma de su mano, instalándose en su interior. Se quedó allí, callado, con los ojos cerrados por momentos. El ruido de fondo en la posada y las personas a su alrededor desaparecieron durante un instante de su mente. Era como si solo estuvieran ellos dos, frente a frente, viviendo un momento único y fugaz. 

—No, no lo eres —murmuró, saliendo de ese pequeño trance que le había dejado sin habla, mirándola a los ojos—. También dispones de un corazón salvaje y libre. Más pequeño que el mío, eso sí. Pero es normal... Es lo que tiene ser una enana —Le dejó una suave caricia en el mentón, jugando de nuevo con ella, antes de reclinarse en el asiento y dar un largo trago a su jarra de cerveza.

Liselot le contó lo que le había dicho Derek y vio que comenzaba a llorar. Tatyana reprimía sus ganas también, por ella. La necesitaba. Le seguía acariciando el pelo y cuando escuchó que se odiaba a sí misma, paró. Se separó un poco de ella, puso sus manos sobre las mejillas de Liselot y con los pulgares retiró unas lágrimas. La miraba fijamente a los ojos - Lis... No te culpes por algo que se nos escapaba de nuestras manos... Aunque nos hubiésemos callado... habríamos sufrido de otra forma... Ya sea porque no hubiésemos podido pagar o a saber... - apoyó su frente en la de ella - No te odies... si pudieras verte con los ojos con los que te veo yo, verías que eres una persona maravillosa, con un gran corazón y sentido de la justicia y... las persona que cambió mi vida y a la que quiero más que a nada...

Vio que Brant al mencionar el cuerpo del dragón miraba a Viksey. Ella en un acto reflejo lo acarició y el pequeño dragón le correspondía con ligeros golpecillos en su mano - Me alegra escuchar eso, Brant. Me gustaría que tengas en cuenta que con nosotros será como si estuvieras en familia. Y si quieres investigar ese mapa y te apetece que vayamos contigo, iremos - le sonrió. 

Después de contar su historia, Brant colocó su mano en la pierna de Tatyana, gesto que agradeció colocando la suya encima - Yo también me alegro mucho de haberte conocido - le dijo, luego añadió - Ella está muy afectada... no deja de culparse y no sé qué hacer en ese aspecto para reconfortarla... - suspiró - Y yo... bueno, antes de que me contara... me armé de valor y la besé... - le terminó diciendo, se sentía un poco avergonzada al confesarle aquello

No hubiera pensado que Tatyana ya supiera todo aquello tras haber hablado con Liselot aunque lo agradeció, no sabía si podría soportar el sufrimiento al que su amiga se tendría que enfrentar tras conocer la noticia de primera mano, pero ya estaba preparada para aquello. Quizás superar el dolor en soledad era mejor que hacerlo con alguien, al fin y al cabo somos nosotros mismos cuando estamos a solas y nadie en el mundo podría entenderla, aunque las vivencias hayan sido parecidas.

Que le siguieran repitiendo lo bueno que era y lo mucho que hacía era doloroso, pues no lo creía así. Hacer el bien o intentar hacerlo y ser bueno son dos cosas completamente distintas, aunque en sus actos buscase el bien a veces no podía conseguirlo. ¿Qué diferencia hay entre hacer el mal a propósito y que ocurra por accidente? A ojos del sanador poca o ninguna, al final el mal era mal y poco importaba la fuente, sobre todo para el que lo recibía. Quiso cambiar de tema y aprovechó que Tatyana hablase de la Vizcondesa para ello.- Su excusa fue que había llegado a sus oídos mi habilidad, seguramente tuviera intenciones ocultas pero desconozco cuales eran. Quizás fuese lo que dices o algo más, nunca se sabe en que piensan estos nobles la verdad, son complicados y volátiles la mayoría.- Ella intentó culparse, en un mundo simple y llano la respuesta hubiese sido positiva a su afirmación. La huida de su responsabilidad condenó a su familia, por suerte la vida no era tan simple ni objetiva y culparles por algo que ya había pasado, que aunque hubiese sido una posibilidad en la que tendrían que haber pensado nadie sabía exactamente lo que iba a ocurrir, no tenía sentido. Los muertos muertos están y por muy doliente que sea había que seguir adelante, la culpa era algo con lo que tendrían que vivir y Derek lo sabía bien, lo sabía muy bien.- No os culpéis, nadie sabe lo que hubiera ocurrido. Quizás quedaros os hubiera hecho morir también junto a ellos. Mejor refugiarse en la posibilidad de que no se podía haber cambiado este destino y seguir adelante, ya hemos tomado las decisiones, no hay nada que hacer excepto seguir adelante. Con culpa o sin ella, al menos es lo que intento.- Sabía que había poco que decir y nada que pudiera mejorar todo aquello, tenía que superarlo con tiempo y usar todo el que necesitase para ello. Era hora de volver a cambiar de tema.- ¿Y vosotras qué? ¿Cómo os fue?

Brant permanecía en silencio, con una sonrisa de labios apretados dibujada en su rostro, escuchando a Tatyana. Abrió los ojos ligeramente, cuando ella mencionó que estar con ellos era como estar en familia. Creía haber olvidado tiempo atrás el significado de esa palabra. ¿Podía considerar de verdad a esa gente una especie de familia adoptiva? Difícil decirlo. Sí que las consideraría personas de valor para él. Los hechos acontecidos en esos últimos días habían cambiado su parecer respecto a viajar solo durante tantas jornadas.

—Necesita tiempo para asimilarlo todo. Ethel es aún muy joven... —aseveró, entornando la mirada—. Por eso se culpa más de lo que ocurrió. Con el paso de los meses irá asimilándolo, solo hay que dejarle su espacio para que vaya aceptando la situación —aseguró, bastante convencido de ello—. Respecto a lo otro... poco puedo opinar, porque no me concierne a mí. Son tus sentimientos y emociones las que hablaron. Ahí no puedo entrar a juzgar si has hecho bien o mal... —Y es que él no era tampoco precisamente un experto en esas cuestiones; más bien lo contrario. Nunca había saboreado las mieles del amor de una manera plena y pura.

"Por eso continúo solo" —se dijo.

Bufó por lo bajo y pensó en todo aquello, era lo más cercano a un coqueteo que había tenido en su vida. Le gustó en verdad y más allá de no saber que hacer en todo esto, disfrutó en silencio de esa caricia y le regaló otra antes de que vaya por la cerveza Brant. 

—Eso te lo mereces. 

Lo había dicho entre dientes, eso lo admitió en su fuero interno pero no quería darle demasiada ala a una persona que era parecida a ella. Pero le agradaba, a su manera, incluso cuando había puesto su vida en peligro por la pelirroja sin conocerla tanto. 

De todos modos tras aquel momento íntimo, se quedó a su lado y miró de soslayo. Era un comienzo. 

Muchísimo dolor había en el corazón de Liselot por todo lo de sus padres y aquello era una culpa que le pesaba en demasía porque ese arrepentimiento era más grande que todo lo demás. No obstante se dejó consolar por su amiga y se preguntó que emociones se evocaron con todo esto. Si podía ser algo más que una amistad, si solo era eso porque luego de tanto vivido juntas, se sostenían mutuamente en las buenas y las malas. 

—Te quiero mucho, en verdad. Yo no sé si es amor lo que siento, no lo conozco—confesó sincera—. Siempre estaré a tu lado, nada nos separará. 

Quiso decirle eso para tranquilizarla, para calmar ese corazón que allí estaba latiendo con fuerza. Así que por ello, le acarició la mejilla y la miró a los ojos, llena de emociones encontradas, de culpas, errores que le pesaban en el alma.