Partida Rol por web

Una lluvia de sangre, plumas y sesos salpicó enderredor cuando mi hacha destrozó el cráneo de aquel ser dejando constancia de su fragilidad si se acercaban lo suficiente como para poder atacarles. Di un fuerte meneo de cabeza para sacarme de encima los restos mas grandes y evitar que la sangre me cegara cuando vi de refilón como un hacha salía dando tumbos en el aire procedente de la posición de Buri mientras

-¿¡Pero a qué juegas Buri!?¿Acaso piensas matarlos a escupitajos? ¡Toma mi hacha y darle mejor uso que a la tuya, ¡diablos!- le digo mientras le lanzo mi hacha de mano*

Segundos después, no muy lejos, las extrañas palabras del tal Mordrak lo delataba como mago

¡Maldita sea mi suerte!¡Primero dejan a un elfo subir a este cascarón y luego a un maldito brujo!¡Brrr! - farfullé realmente molesto mientras veía como otro de aquellos seres se cernía sobre mi -  ¿Tú también quieres pintar la cubierta con tu sangre? Ven, ven que haré realidad tu deseo- le gruño cual perro rabioso antes de hender su cuerpo con mi hacha

*Desenvaino rápido para darle el hacha de mano a Buri

una de las arpias venía a por mi, pero rápidamente esquivo el ataque, "iros maldito bicho" le grito, a la vez que le lanzo una seríe de estocadas a la arpia "no necesitamos tu apestosa esencia en el barco"

Quizá sea por la humedad reunida en sus manos o simplemente porque empleó demasiada fuerza en el golpe sumado a la agilidad de las arpías para cambiar las distancias con el enemigo. El hacha de Buri se le escapó de las manos en un intento de atacar a los demonios alados y se había perdido entre el oscuro alboroto. El enano maldijo para sus adentros antes de ser blanco de los bramidos acusatorios de Kurgan.

El matador se había descolgado el hacha del cinturón y se la arrojó al rompescudos quien la atrapó en el aire con la mano libre antes de seguir avanzando contra las amenazas voladoras. Un gruñido de agradecimiento seguido de un rápido asentimiento de la cabeza fueron la única respuesta del silencioso enano.

El elfo procedió a realizar un ataque conjunto con Marius a la misma criatura, buscaba cobrar su vida, pero para ello dejo caer su arco y tomo su escudo.

Acto seguido inicio a realizar una serie de estocadas y cortes contra la bestia. La maldita era escurridiza.

Marius decidió luchar espalda contra espalda con Ellidor. No iba a ser la primera vez que lo hicieran y pese a que habían tenido sus diferencias, en el campo de batalla se compenetraban bastante bien.

En cuanto una de aquellas cosas descendió hacia ellos, lanzó un ataque con su mangual. Por desgracia cálculo mal y la bola de hierro pasó muy lejos de su objetivo.

- ¡Ellidor, no es mi noche! ¡Tendrás que ser tú el héroe! - Dijo con una sonrisa en el rostro.

Me giro con un veloz movimiento golpeando a la arpía que flanqueaba mi espalda, mi golpe resulta bastante certero pero en comparación con la sangría que había montado el enano momentos antes parecía insignificante - ¡No soy un brujo, enano! - le grito con un tono que denotaba verdadero enfado - ¡Vuelve a llamarme así y te colgaré de la proa del barco! Acompaño mis palabras con movimientos de mano que parecen más bien inútiles - ¿En serio?

El combate proseguia y, aunque se conseguían resultados, nada parecía contener a aquellas bestias aladas mitad mujer y mitad pájaro. Los golpes que acertaban causaban poco impacto debido en parte al remolino de plumas, garras y el poco espacio de lucha en cubierta.

Tanto Luis como Eldillor acertaron a sus respectivas arpías sin que estas apenas lo notaran. Mordrak sin embargo consiguió hundir profundamente su acero en el brazo izquierdo de la arpía, que levantó el vuelo enseguida.

Marius y Buri no conseguían acertar con sus golpes, todo lo contrario que el otro enano, Kargun, el cuál amputó ambos brazos del ser con sendos golpes de su hacha, cayendo esta sobre cubierta en un frenético batir de alas y piernas mientras se desangraba.

-¡QUE SIGMAR ILUMINE MI CAMINO Y TRAIGA LUZ A LOS HOMBRES!.-

La plegaria se alzó por encima del estruendo del combate. La figura del alto sacerdote comenzó a iluminarse con un cálido brillo que alentaba al corazón e infundía ánimos a los combatientes.

La cubierta del Wellen Brecher dejó de estar a oscuras y, por primera vez, los hombres a bordo podían combatir contra esos engendros alados en igualdad de condiciones.

Sin embargo nada les había preparado para lo que vieron, pudiendo conprobar la gravedad del ataque. Por algo el capitán quería evitar a toda costa un enfrentamiento. Cientos de arpías sobrevolaban el barco ansiosas de que una de sus compañeras hiciera un hueco para caer en picado sobre carne fresca. Algunas llevaban por parejas a humanos en volandas mientras se los comían vivos, otras peleaban entre si por un suculento bocado humano.

-¡No os rindáis, desafiadlas, rezad y el valor os llevará a la victoria!. ¡POR SIGMAR!-

- ¡Por Sigmar! - Repitió el gladiador. 

Parecía que aquella arenga y la plegaria le habían infundido el valor y la destreza que necesitaba para hundir su estrella de la mañana en el pecho de una de aquellas cosas. Tras hondear la bola en el aire, lanzó un fuerte golpe contra uno de aquellos seres que caía en picado hacia su posición. El impacto fue brutal y salpicó de sangre y trozos de piel por doquier.

- ¡Vamos hermanos! - Gritó con todas sus fuerzas. - ¡No les deis cuartel! - Alzó aun más la voz. - ¡No retrocedáis! ¡Muerte!

Buri seguía arrojando tajos del hacha hacia la solitaria arpía, pero sus rápidos movimientos la mantenían siempre lejos del alcance del enano quien no mostraba signos de extenuación por el combate. Eventualmente, la arpía atacaría a Kargun quien estaba insultando la habilidad para el combate de aquel extraño ensombrerado que hacia curiosas gesticulaciones con la mano. Infructíferas. El monstruo alado había dirigido su atención al ruidoso enano quien apenas podía evitar a tiempo los constantes flagelos provenientes de las filosas garras de aquellos seres.

Bien es sabido que interponerse en los combates de un matador es una idea que pocos accederían a considerar, pero en este caso morir bajo las garras de esos engendros podría resultar más vergonzoso que gratificante. Se acercó con un par de zancadas a un lado de Kurgan y le ayudó en su tarea de masacrar monstruos.

la bestia que había venido a por mi se había alejado y estaba con enfrencarse con uno de mis compañeros, algo que podria ver con claridad gracias a al hechizo de luz del sacerdote, por lo que me muevo rapidamente a ayudar a mis compañeros.

Sin dudar ni un instante me dirijo a por el mismo que ha atacado mi compañero Luis, si aunamos fuerza tal vez podamos acabar antes con ellos. Al acercarme cambio mi plan, es evidente que el conjuro se me resiste, por o que decido optar por algo distinto esta vez intentando tocar al otro ser, mis acciones no consiguen nada productivo...

- ¡¡AAAAAHHHH!! -  Suelto con un notable odio.

-Concentrense en atacar 3 contra una!- grito el eflo mientras blandía su arma y trataba de acertar con la misma, mas estas cosas no son presa facíl, por lo que erraba todos los intentos.

Frustrado ya, solo esperaba un ataque de esta...

La puya al practicante de las artes arcanas dio en el clavo y no pude evitar soltar una risotada entre hachazo y hachazo, carcajeándome al tiempo que la sangre y el grotesco sonido del hueso al partirse bajo la fuerza de mi arma acompasaban mi risa

Eso me gustaría verlo, prestidigitador!- vociferé para que me escuchara claramente por encima del tumulto segundos antes de que el cuerpo destrozado de la arpía que me atacaba cayera ante mí sin brazos

Le coloqué un pie sobre la espalda mientras el ser daba los últimos estertores, salpicando la cubierta de sangre mientras chillaba de dolor. Aguanté la presión, dejando que la criatura sufriera mientras miraba al cielo, alzando un puño

¡Soy Kargun!¡Y cualquiera de vosotras, bestezuelas asquerosas, puede venir a medirse conmigo y encontrar así su fin- desafié a los cielos

Como escuchando mi llamada, otras dos arpías vinieron a por mi descargando su furia en el lugar donde segundos antes tenía la cabeza, pudiendo eludir el ataque por poco. Sonreí. Por fin empezaban a ponerme a prueba, por fin podría....

¡¿Qué diablos?!- espeté cuando Buri llegó trotando lanzando tajos sin ton ni son al aire, dando más la impresión de querer espantar moscas que acertar a algo - ¿¡Acaso no tienes bastantes arpías en tu lado que tienes que venir a quitarme la diversión en el mío!?- acabé mascullando, indignado

Una fuerte luz procedente del sacerdote llamó entonces mi atención, haciendo que la noche se hiciera día cuando invocó los poderes de su dios guerrero permitiendo así a los humanos poder igualar las tornas en cuanto a dispensar golpes... más el espectáculo que sobre nuestras cabezas se reveló hizo que a muchos se le cayera el alma a los pies, pues cientos de aquellos seres sobrevolaban nuestras cabezas. Sonreí ampliamente

¡Jaja!Parece que podremos compartirlas, después de todo, Buri. ¡Aquí hay arpías de sobras para todos!

Y con aquel entusiasmo renovado lancé dos nuevos hachazos a mis atacantes, logrando que uno de ellos hiciera blanco con fiereza

¡Aprende a golpear, orejas picudas!- me jacté cuando un nuevo reguero de sangre salpicó la cubierta al acabar la pasada de mi arma

Con la milagrosa iluminación del Alto Sacerdote, la carnicería se podía hacer más visible. Los demonios alados atacaban sin dar cuartel alguno a los defensores del Wellen Brecher y estos luchaban como animales acorralados contra un enemigo que atravesaba la carne con las garras y los levantaban por los aires para dejarlos caer sobre las heladas aguas del Mar de Garras.

Buri empezaba a irritarse por la naturaleza de aquellas furtivas criaturas, que siempre lograban escaparse en el último segundo de sus ataques. Deseaba recuperar su hacha, al menos así no deshonraría el arma de Kargun con tantos tajos fallidos. Si esto seguía así, le tendría que compensar la vergüenza al matador con una bebida alcohólica... un bien que en aquel navío más bien parecía escasear.

Las arpías atacaban sin piedad al guerrero pelirrojo, y aunque el enano se las apañaba para esquivar la mayor parte de los ataques era imposible salir intacto de aquel encarnizado combate. Pudo ver como una de las arpías hundía sus garras en la carne del matador con la eficacia de una espada. Cargó a toda velocidad hacia la criatura y levantó el hacha para dejarla caer sobre su cabeza calva. Un crujido pudo escucharse y el enano sonrió por primera vez en todo el viaje. Por fin le tocaba a él disfrutar de aquella gresca.